27.08.2014

Tertulia Política número 295 (17 de Agosto de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid

 

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TRANSCRIPCIÓN:
 
 
Bueno, de todas maneras, como veis, no va a ser una sesión normal de esta tertulia política en la que llevamos ya cerca de 14 años debatiéndonos contra la fe, contra la Realidad. Nos han quitado la mitad de la gente o cosa así, sea porque se han prendido en las manifestaciones o sea que no los han dejao llegar hasta aquí, de manera que nos hemos quedao casi solos en contra de lo que es habitual -¡qué vamos a hacerle!- y entonces no es ocasión de que intente reanudar el hilo que nos traíamos de estas cuestiones al mismo tiempo lógicas y políticas. Solamente para los que estábais y luego, tal vez, sigáis acompañándome os recuerdo un par de puntos que no deben perderse referentes justamente a lo de entender con precisión esto de la Realidad entre los ideales y las cosas que todavía no saben qué son: lo de Arriba y lo de abajo.

Recordad que los entes ideales se crean por su definición. Estos no son los reales entre los que estamos nosotros. Los entes ideales se crean por su propia definición. De manera que ‘triángulo’, por ejemplo, se define y con definirse está costituido, se ha creado; y, en el grado más alto y más común, ‘el que es el que es’ se define precisamente porque ‘es el que es’, y ahí se agota todo. Esto es la condición por la cual en el reino del ideal los entes se crean por su definición y se agotan en su definición.

Esto es para que desde aquí se entendiera con precisión qué es lo que pasa con estos que andamos en la Realidad, cosas realizadas, personas realizadas y todo esto. Ahí, efectivamente, si se quiere hacer una definición de ‘lagarto’, de ‘mujer’, de ‘estrella’, de lo que sea, y se intenta hacer la definición, la definición resulta, como recordáis, interminable, no se puede honestamente terminar de definir. Ésta es la contraposición que quería dejaros como recuerdo para seguir. De lo que se trata es sobre todo de entender la Existencia o Realidad, las cosas ya realizadas y sometidas a los significados de un idioma cualquiera, que es justamente la situación de las cosas realizadas: que por un lado están sometidas al ideal, al pretender ser lo que son, y por otro lado no pueden, hay algo que se rebela contra eso, y eso es justamente la condición de guerra o de contradicción entre las cosas y de cada cosa realizada o persona realizada consigo misma. Únicamente que hay que recordar siempre que esta condición de la lucha por la Existencia, que es la Realidad, en el caso de las cosas que nosotros somos, los humanos, aparece de alguna manera llevada al estremo, ¿no?

Uno, uno de nosotros, en la medida que es y cree que es el que es, en la misma medida que es único, se vuelve como Dios, es lo mismo que Dios, da igual que sea uno de nosotros o que sea Dios único; y es en ese sentido como resulta que su muerte es inconcebible, como la Dios, no tiene ni sentido,  porque se trataría de un ente ideal, de los que no tienen más vida ni muerte que su propia definición, mientras que al mismo tiempo se nos obliga a ser ‘uno de tantos’, uno entre los unos. Ésta es la contradicción específicamente humana. Ésa es la guerra en la que estamos. De manera que uno, en cuanto es uno, no puede concebir que vaya a morirse nunca ni que nunca haya nacido,  puesto que es como Dios (ideal), y por otro lado está condenado a una muerte futura, que, futura como es, está siempre presente como previsión, como un saber previo, y por tanto costituyendo la forma de existencia específicamente humana.

Esto eran unos de los puntos que quería que se recordaran bien: la Realidad, y nuestra realidad y la realidad de mí, de cada uno, está entre medias entre ser Dios, ser el que es, de verdad (por Arriba), y ser una cosa que no sabe lo que es, ser cosas que no saben lo que son (por abajo). Entre lo uno y lo otro, una vez más, es donde se produce la Ley de la Existencia, la realización y la Realidad propiamente dicha.

No voy a insistir más en esto, que simplemente, en vista de los pocos que hoy  somos, no quería que sirviera más que como un recordatorio sobre el cual se pudiera otro día, si nos dejan, continuar. De todas formas, antes de pasar a lo otro, si respecto a alguno de esos puntos os queda a cualquiera de los que estabáis y estáis conmigo alguna duda, algún descubrimiento, pues decidlo ahora, antes de que siga.

          — A mí me queda una pregunta: de que por el lado en que uno es uno de tantos, por ese lado parece que ya su muerte se concibe como siempre-futura, que no es como Dios, que no tiene muerte futura, sino que parece que le viene por ahí, por eso de poder entrar en cuenta con otros, que se les cuente como a todos y…

          AGC — Sí, sí.

          — …que se les haga un total con ellos. Parece que por ese lado es por donde entra, ¿no?, cuando se aplican los ideales de todos o de…

          AGC — Sí.

          — …Porque si no, por el otro lado… quiero decir esa parte por la que es contradictorio con lo de ser único y ser el que es.

          AGC — Tal vez fijándonos en la muerte es como mejor se entiende esto: por supuesto los entes ideales, los que son los que son, ni mueren ni han nacido ni tiene sentido pretender de ellos semejante cosa, no se aplica. Las cosas antes de realizarse, las cosas cuando no saben lo que son, tampoco, por supuesto, pueden estar condenadas a muerte porque se están muriendo ahora, y cuando se está muriendo ahora, pues no hay ningún miedo de ninguna muerte futura. De manera que es entre esas dos cosas como se sitúa la muerte para nosotros. La distinción es que se supone que las demás cosas, realizadas y todo como están y metidas en la lucha por la Existencia, no tienen esa condición de saber —saber— por anticipado la muerte, hacerse una idea. Mientras que para nosotros esta idea de la muerte futura es, como tantas veces se nos ha mostrado, como la madre de cualesquiera ideas sumisas a la Realidad, como son en general las ideas de los hombres: sumisas a la lucha por la Existencia, sumisas a la Realidad. Por eso la muerte de nosotros, de uno cualquiera de nosotros, al mismo tiempo que ser lo que no es nada, un deshacerse ahora mismo, al mismo tiempo que ser una parte de la lucha por la Existencia en que alternativamente se está subsistiendo y cediendo a la necesidad de morir, al mismo tiempo es también una muerte concebida, una muerte de alguna manera ideal, que es imposible pero que está ahí, como rasgo específicamente humano. Bueno, antes de seguir, ¿alguna cosa más respecto a estas cuestiones?

          — Sí. Me parece que en aquella observación que se hacía en tiempos de que “cada cosa a su manera en su ser persevera” parece que hay también como un presentimiento de la propia cosa, pero no cosciente, pero siempre…

          AGC — ¿Y qué presentimiento?

          — Un pre-sentimiento, no un saber, de la cosa de un final, de saber como que… Porque si no, ¿por qué persevera? ¿Por qué decimos que la cosa en su ser persevera?

          AGC — Presentimiento no es desde luego un saber. Lo específicamente humano es el saber, como nosotros sabemos, que eso no se lo podemos aplicar []. Las demás cosas que los otros seres —por ejemplo, animales o plantas— hacen, que es tener tácticas para subsistir, tener precauciones frente a los posibles ataques contra su subsistencia, ésas no implican saber, porque están metidas en el mecanismo mismo de la lucha, pertenecen a la lucha por la Existencia. Nosotros tenemos y padecemos esto, pero además también sabemos lo que no hay: sabemos la muerte futura. ¿Alguna cosita más?

Bueno, mi interrupción, en vista de que las manifestaciones no nos han dejao ser los bastantes para seguir con esto, mi intención era con este corte preguntaros ahora respecto al acontecimiento que estamos viviendo, por decir así, o que está viviéndose a vuestro alrededor, que es justamente esta manifestación multitudinaria de la fe o como lo queráis llamar, la fe, y a la que estáis asistiendo. De manera que, como la estáis —como yo— sufriendo alrededor, percibiendo, aunque no haga falta que veáis la televisión para que os informe de ello, porque es lo bastante notorio y visible para que al venir aquí o cualquier rato esta mañana o esta tarde, tenéis que haberlo percibido, como lo percibís y sentís como yo, tiene por tanto sentido que os haga esta pregunta que os hago y que veremos…

          — Pues yo si no lo veo, no lo creo.       

          AGC — …veremos si acaba de desarrollarse en algún sentido de las cosas que nos traemos en esta política contra el Poder. De manera que la pregunta es así…

          — El poderío…

          AGC — …la pregunta es así de simple: ¿cómo os tomáis el acontecimiento? ¿Cómo os tomáis el acontecimiento cada uno de vosotros?, porque de alguna manera tenéis que haberos arreglado para tomároslo de un modo o de otro, si no, no se puede dentro de esta Existencia ni siquiera parar un momento. Así de simple es la pregunta y…

          — Uno a pesar de ello…

          AGC — Yo preferiría que…

          — …que uno, pues que esperaba que a lo mejor…

          AGC — Aquí no estoy diciendo eso: estoy preguntando a cada uno cómo se ha tomado y se toma el acontecimiento.

          — Pues eso es lo que estoy esplicando. Lo que estoy esplicando es eso, que yo he variado, que al principio, cuando veía llegar esas oleadas de turistas adolescentes en miles y miles y miles, yo pensaba, tenía… no sé, como una especie de confianza en que, como hablan tanto del espíritu y de la injusticia social y no sé qué, pues que realmente, digo, “Bueno, ante tantas miríadas…”, como nunca son todos los que son, digo, habría unos círculos de… que de repente se pararan en el suelo pues para hablar de cuestiones como al estilo de los indignados que dicen, no sé qué, y entonces he seguido pues bastante al pie de la letra hasta bastante tarde todos… he ido en algunos de estos sitios, y entonces me he dao cuenta que son igual de gilipollas que los del régimen estos de los otros, de los que dicen que no tienen fe y todo eso, exactamente igual pero con botellas de agua que van rellenando poco a poco, de litro en litro, en todos los bares, y encima no consumen para el Estado-Capital, con lo cual también es… desde el punto de vista de eso también es, como si dijéramos, una cosa que no se entiende. Ahora mismo en este momento hay una cosa que es bastante de agradecer: parece que como hay una manifestación de los laicos, ateos o no sé qué no sé cuantos, parece que han tomao conciencia de a lo que han venido, se han acordao de repente de que son mártires cristinos, y parece que se están poniendo de rodillas con los rosarios en las manos, y los otros como los leones, atacando, igual que en los romanos…

          AGC — Bueno, a ver…  

          — …en las películas de los romanos. Lo cual, pues tiene su cierta gracia, ¿no?, que no se confunda porque es que es eso…

          AGC — Gracias, gracias. Gracias, gracias. A ver si los demás que respondáis a esta curiosidad mía sois un poco menos elocuentes que Isabel, porque ella, como es tan elocuente, ha acabado por no decirme cómo se ha tomado el acontecimiento. Ha dicho cómo se lo tomaba antes, cómo se lo toma ahora, y no me he enterao. Confío en que los demás que respondáis seáis menos elocuentes. Venga.

          — Yo digo: he visto una foto en El País que viene de un confesionario que han puesto en El Retiro…

          — Uno no, cientos.

          — Bueno, uno, que están ahí, pues el cura así… me ha recordao el mismo miedo que tenía cuando yo he ido al confesionario en Valladolid. O sea, que no… Es como si me hubieran metido en la misma.

          — La muerte.

          — La muerte pero además diciéndome [], hija mía, que te vas al infierno como los []. O sea, esa imagen, la imagen del confesionario me ha remitido a la infancia de ese terrible que estamos []

          AGC — Yo no sé a qué confesionarios te refieres.

          — A unos que han puesto doscientos en El Retiro.

          — En El Retiro han puesto cada tres metros.

          AGC — ¡Ah!, yo es que no me entero mucho.

          — Mil cien confesionarios.

          AGC — Ya, ya. Bueno, yo preguntaba sobre todo por la millonada de los creyentes, de los jóvenes creyentes. Los adornos de confesionarios tal vez quedan un poco al margen. Más.

          — Yo un poquito miedo también.

          — Yo miedo.

          AGC — Miedo…

          — Miedo porque de repente una avalancha de gente que no piensa, que no es capaz de pensar, que están como idos, en grupos de ocho o diez…

          — Están en éxtasis.

          — Y no están ni éxtasis. Yo no los veo…

          — Están así, como una sonrisa… Y llevan…

          AGC — Bueno, decir “que no piensan” parece un poco exagerado…

          — No, a mí no.

          AGC — …a no ser que a pensar le atribuyas un estatuto especial. Para haber tomado esa actitud, haber tomado también la decisión de tirar por esa vía y de venir, hay que haber pensao bastante, aunque sea un pensamiento esclavo, pero hay que haber pensao mucho.

          — Son seguidores

          — Yo creo que lo han promocionado en sus centros.

          AGC — No habléis al mismo tiempo.

          — Son seguidores y además ofrecen eso unido como al turismo, ofrecen en verano, te dan una mochila, te cuesta 10 pesetas llegar a España cuatro días en un grupo de no sé cuantos. Pues eso es muy atractivo para alguien que no tiene…

          AGC — ¿Cómo te has tomao tú eso?

          — Pues me lo he tomado pues con susto. Si eso va a ser… si eso va a ser… Si eso me va a invadir, el Papa.

          — La camiseta del Papa que pone aquí JM no sé qué, y aquí pone El Corte Inglés.

          AGC — Venga, venga. A ver, a ver,

          — A mí algo que me asusta también; me siento de una forma pues más… pues que veo al Poder que es uno, bueno, que es lo mismo, lo que dices, decimos aquí de vez en cuando, que al ver la camiseta que pone Caja Madrid con el JMJ, o el Papa aquí y El Corte Inglés, Endesa, Coca-Cola… Es como ver… ya ver y casi tocar que el dinero es lo mismo; que, bueno… No sé si me he explicao.

          AGC — Pero el acontecimiento es un poco más nuevo que todo eso, porque a lo de la obediencia a los grandes almacenes y demás estamos ya acostumbrados a tomarlo como un síntoma de lo que es la Sociedad y de lo que es la mayoría, pero el hecho de que la fe misma, por ejemplo la fe católica tenga tanto éxito es un fenómeno, por el que os estoy preguntado, bastante notable…

          — La salvación.

          AGC — …Aparte de todo lo que hayamos sentido de ordinario acerca del Poder y del Capital y de lo que nos trae aquí, también tiene sentido preguntaros por este acontecimiento singular hasta cierto punto, notable en todo caso. De manera que más. Sí.

          — Pues a mí me parece un festival arcaísta, ¿no? O sea, se acuerdan de que Dios, el Dios antiguo, está también ahí y se organiza algo en su honor y tal, pero en realidad está traducido, o sea, pones Dios en un lado y Fundación Botín en el otro por si no lo has cazado. Para que veas que los que mueven lo uno, mueven lo otro, no hay diferencia. Los patrocinadores mueven la fe y  levantan los confesionarios dejando claro en el fondo que ellos reconocen que su Dios es el Dios de antes, sólo que ahora se le saca un poco en procesión y tal, pues en plan fiesta, como se hace en las fiestas, se sacan los santos patronos y tal, pero en realidad no hay ninguna oposición con los valores modernos ni nada.

          AGC — ¿“Con otros”?

          — Que no hay ninguna oposición con el mundo moderno ni cosa parecida sino que…

          AGC — No, bueno…

          — …que es un santo patrón al que se puede sacar sin riesgo, sin que salga lo de los cambistas del templo o tantas cosas que se podrían sacar del Evangelio que les podrían incomodar, ¿no?

          AGC — Sí, pero, bueno, eso estamos acostumbrados a sufrirlo de ordinario. Yo querría que os hubiera suscitado alguna reacción un poco más precisa todo esto, porque en todo caso la cuantía del éxito, del éxito de Dios, y concretamente del Dios de los católicos, es una cuantía para pararse; hay que sentirlo así, puede dar susto o no, pero desde luego tiene que considerarse este éxito, lo grandioso de este éxito.

          — A mí me llama la atención las banderas… 

          — Un poco más alto.

          — No, que a mí me llama la atención las banderas, ¿no?, que cada uno vaya representando un poco a su país o a su futuro país, porque he visto vascas y catalanas, ¿no?, esa necesidad de como de embajadores de algo, ¿no?

          AGC — Sí, los vascos, los Estados a los que se estiende la fe… cristiana, digamos, porque no creo que se pueda decir simplemente católica. ¿Qué más os ha llamado la atención?

          — A mí en principio ver tanta gente así —y he visto unos pocos, porque he salido del metro y he venido para acá— me asusta. Me asusta el éxito de la fe ésa. Pero también me asusta por mí mismo, porque más o menos debo ser… en la gran mayoría debo tener más o menos la fe tal, porque si no, no se entiende que arrastre de esa manera a tanta gente. Ese éxito tan enorme ¿de dónde viene?

          AGC — Ése es un punto: el miedo aparte de ser el susto a lo esterior sea un miedo por uno mismo: “no sea que a mí me esté pasando algo de lo que no me he dado cuenta y que sea un creyente, que sea un creyente subterráneo”.  

          — Que no puede ser que todos los otros sean creyentes y yo no lo sea.

          AGC — Que parece demasiao raro. Bastante lógico. ¿Qué más os ha llamado la atención? Más. Por favor, por favor, no habléis dos.

          — No, yo es que llegué ayer por la noche y no sabía nada de esto, sólo que me había llamao mi madre… (no, en Inglaterra no han dicho nada de que aquí había esto) y me quedé sorprendidísima de todo el mogollón que había, pero lo que me ha sorprendido esta mañana, y además que me ha sentao mal, que se meten en el metro, venga a cantar y venga… como que tienen que demostrar “Ay, qué contento estoy”, “qué contento estoy”, y los cuatro que veníamos…

          AGC — ¿“Demostrar”?

          — Lo contentos que estaban. Es que yo no me lo creía porque iban dando unos vozarrones, cantando y tal. Íbamos unos pocos a trabajar con cara de perro que no nos hacía gracia porque es que hablaban muy alto. Entonces como que les sorprendía que los demás no les riéramos las gracias. Y a mí, hombre, hay veces que me ha hecho gracia, pero es que llevo todo el día encontrándome en el metro con estos y hay veces que te cae mal. Y lo que he visto es que era un poco mentiroso… Bueno, yo no sé, sí que me fijé en lo de El Corte Inglés, todo esto, pero que las niñas y estos están ahí tonteando a veces con los niños y muy eufóricas y cantando para demostrar “qué contentos estamos”, “qué unidos estamos”, pero he visto que es un movimiento como manipulao.

          AGC — Bueno, perdona, esta segunda parte es ya tu intento de defensa ante la impresión primera. Me interesa más la impresión primera y me estraña que no haya salido más este aspecto. No sólo lo contentos que se muestran y cómo cantan y cómo lo demuestran, sino que cómo no os llama… la inmensa mayoría son jóvenes de alrededor de los veinte años y la inmensa mayoría son evidentemente buenos chicos y buenas chicas. Esto no… Para desmenuzar el mellón no puede uno menos de fijarse en esta condición que a ninguno se os puede haber pasado desapercibido. Se puede decir así en general: tienen cara de buenos chicos y evidentemente lo son, y por eso están contentos de ser tan buenos chicos y por eso cantan.

          — …A mí no me extraña que tenga éxito algo que prometen unas cosas fabulosas, improbables e incomprobables, pero fabulosas.

          AGC — ¿Como cuales?

          — Ese optimismo antropológico, que es el de Cándido, pues tiene… siempre ha tenido un enorme éxito.

          AGC — Pero ¿a qué promesas te refieres?

          — Pues a la vida eterna, todas esas cosas...

          AGC — ¡Ah!, pero es que digo que…

          — …la paz universal…

          AGC — No, no: no creo yo que a estos…

          — …la generosidad, la armonía...

          — Lo de la paz, todo el rato.

          — Por ahí van los tiros, ¿no?

          AGC — Bueno, paz universal, la armonía… Puede ser.

          — Lo del universo sale a montones, porque ponen así “paz universal”, “amor universal”, “tó el mundo es bueno”.

          AGC — A ver cómo os las habéis con esto. Casi todos ellos son más jóvenes que los más de los que estáis aquí, y están evidentemente contentos, han encontrado de alguna manera un modo de estar… no vamos a decir felices, pero, vamos, contentos; contentos, alegres.

          — Yo no sé si han venido tan voluntariamente como parece. Yo me imagino que estaban en su clase o en su catequesis y llega la monjita y les dice “A ver, vamos a hacer los sorteos: 10 viajes al Papa”. “Yo, yo, yo”. No sé.

          — Agustín, y a lo mejor no son tantos.

          AGC — Bueno, tú también te estás defendiendo del susto. Yo no creo que se pueda tirar por ese camino. Pero, venga, admito más voces.

          — Él ha levantado la mano.

          AGC — No sé quien, ya no entiendo nada.

          — A mí lo que más me ha impresionado es esta operación de diseño mediático, que claramente yo lo veo así, es una operación contra, anti 15M. Yo lo veo clarísimo, o sea, es decir... No puedo hablar. Me callo.

          AGC — ¡Oh!, no, qué va, no. Esto venía de mucho antes. Sin duda venía desde mucho antes. Lo siento, pero no puedo darles a mis amigos tanta importancia en esto. Lo que pasa es que ha coincidido efectivamente, pero yo creo que este éxito venía cociéndose desde antes del 15 de mayo, bastante antes.

          — A mí lo que me ha causao es una agresión. Una agresión, porque yo cuando jugaba de pequeñito, yo si veo otra camiseta de colores… a mí me las quitaban, las camisetas, cuando tú jugabas, te la quitan. Y ellos van con su camiseta uniformada. Entonces ya… Yo cuando veo a alguien de uniforme, y además que nos vemos, a mí me parece una agresión, porque además van todos a lo que les mandan, lo mismo que los de los deportes, las riadas del fútbol y las riadas de los deportes. Porque también la misma Iglesia camufladamente los está llevando, la élite los está conduciendo a ellos, ¿eh?, la élite de las competiciones deportivas.

          AGC — Bueno, vamos a ver, Chema, pero otra vez…

          — Es lo mismo. Y conducen a las masas lo mismo.

          AGC — Te digo otra vez lo mismo: tampoco se trata de que te defiendas ahora del fenómeno; más vale que antes de defendernos y de buscarle sus causas disimuladas y sus manejos, lo percibamos lo más desnudamente posible, porque yo creo que lo merece. Lo del uniforme, por ejemplo, por lo poco que yo he visto, no es cierto: unos van uniformaos y otros no; hay de todo, hay riadas de…

          — La mayoría llevan camiseta…

          AGC — …hay riadas de uniformaos y riadas que van vestidos de la manera que visten los jóvenes ahora. No sé a quién le toca.

          — Yo quería hablar. Yo. Para mí era una alegría para la vista estos días, tan felices, tan guapos, tan jóvenes, medio desnudos todos…

          — ¡Hala!

          — …Me lo he pasao de puta madre. Y sin embargo ahora vengo de la manifestación…    

          — []

          — No, no, me encanta verlos, son tan bellos. Venía de la manifestación y les he visto acojonaos y serios y tristes. Y ver a un adolescente triste… digo “¡Hostia!”. Se han encontrao con que existe otra cosa: aparte de lo que les vienen comiendo el coco todo el día de Dios, paz, amor, hay una gente que íbamos diciendo “¡Me cago en Dios!”, y llamándoles pederastas y tal, y he visto caras de miedo, digo “Pobrecillos, tan jóvenes y tan guapos y tienen miedo”.

          AGC — ¿Y cuándo ha sido?

          — Ahora, al venir para acá.

          AGC — ¿Cuándo has encontrado un cambio y por qué?

          — Ahora, porque íbamos llamándoles pederastas, hijos de puta, cagándonos en Dios en la manifestación…

          AGC — Claro, pero pobrecillos…

          — Y entonces… Pero es que venía tres días viéndoles gritando, en el metro, felices, guapísimos, medio desnudos… Pues les he visto acojonaos.

          AGC — …Si los insultáis de esa manera, es normal que se asusten. Pero tu confesión de la alegría que te daban a la vista antes, es muy útil y hay que unirla junto a la impresión de susto que otros han recibido. No se puede olvidar.

          — Pues yo, Agustín, estoy con el compañero: que yo de todo esto pensé “¿Y si me queda a mí mucho de esto y no lo sé?”.

          AGC — ¿“Si…”?

          — No, no he dicho nada, no he dicho nada. ¿Si me queda de esto algo y no lo sé?  

          AGC — Bueno, bueno, sí, eso, lo del miedo puede ser. Pero, vamos, podemos asegurar de antemano que a cualquiera algo nos queda, porque si no, uno sería un perfecto no creyente, la negación habría llegao a tener éxito en una persona y eso no casa con lo que hemos descrito como Realidad. De manera que uno siempre está en contradicción consigo mismo. Claro que eso a estos chicos se les debe aplicar también al revés: como nadie puede ser perfecto creyente, alguna cosa le tendrá que quedar por bajo. Pero éste es el fenómeno. Es notable que en una cantidad inmensa de gentes jóvenes eso otro que anda por bajo no asome, que esté lo bastante cubierto para que dé esa impresión de contento, que no se puede negar, esa impresión de contento multitudinario. Tenéis que, tenemos que, calar más en esta impresión, esto tiene más secreto que el que a primera vista parece.

          — Yo otra vez soy pesada: yo tengo una amiga mía, mayor, como yo, o sea, que yo soy mayor que vosotros, y nosotras que somos de Salamanca y de Valladolid, que poco creyentes somos (era un poco a título de todo esto), dice, “Bueno, porque cuando uno es un joven —dice— eso luego se va quitando con la edad”. Dice “¿Qué te crees tú que estos no se les va ir quitando ”? Claro, ahí ya empecé a pensar que la edad de los que han venido son 18 ó 20…

          AGC — Pero, bueno, Isabel, pero es que esto no se refiere al fenómeno actual: la edad quiere decir que los chicos y las chicas pasan por una fase en que efectivamente están muy declaradamente a favor, muy declaradamente en contra, son apasionaos y, como se sabe, post iucundam iuventutem, pues pacatam senectutem. Eso ya se sabe. Pero el hecho de que a tantos, que parecen mayorías aplastantes, de estos jóvenes les dé por el lao bueno, les dé por tirar por el lao bueno en su pasión, en su apasionamiento, eso no deja de ser notable

          —  Estamos ahora en el enfrentamiento. El enfrentamiento va a quedar las cosas en su sitio: se van a declarar mártires y ya está. Se va a [crear] la verdadera… lo auténtico, lo desde abajo.

          AGC — Deja el futuro. Deja el futuro porque aquí estoy tratando de usar el fenómeno para lo que se usan las cosas en esta tertulia, ¿eh?: para descubrir las mentiras y trampas en que la realidad humana está asentada. De manera que dejemos lo que pueda suceder. Más, más reacciones. Sí.

          — [] vamos, a mí me parece muy bien que las chicas liguen…

          AGC — ¿Que “las qué”?

          — Que las chicas liguen. Porque aquí hablamos de las monjitas, de las chicas [] en un lenguaje totalmente machista. O sea, porque las monjitas son las que [potencian]…

          AGC — ¿Quién ha sacao aquí a las chicas?

          — No, digo que las monjitas…

          AGC — Pero ¿quién ha sacao aquí a las chicas?

          — No, no. Bueno, no, alguien ahí dijo que no le gustaba que las chicas iban como alardeando, ligando, que tal. Que para mí es uno de los aspectos más positivos que tiene esto, ¿no?, pues que liguen, que se lo pasen bien, que se diviertan si pueden.

          AGC — Vamos a ver si entiendo: ¿a ti te parece mejor que las monjitas traigan a las niñas, a las chicas de aquí, que no que los frailes traigan los chicos allá?   

          — Me da igual. Me da igual.

          AGC — Pues [¿qué has] hecho con sacar la diferencia?

          — Hay cosas que en la Iglesia…

          AGC — Venga, deja a las chicas en paz, no nos perdamos…

          — Digo que en la iglesia las monjitas son las que están siempre ocultas y los que mandan son los curas. O sea, digo yo por…

          AGC — Bueno, aparte de que ya he dicho que no puede uno consolarse pensando que la incitación es directa, como si fueran los cuarteles y como si fuera entre los nazis, porque…

          — Me parece que para remover la fe, puesto que parece que siempre crece, no es muy… no lo considero muy positivo, porque la fe…

          AGC — ¿El qué?

          — Remover la fe que dicen que tienen, como a despertar a aquellos y remover la fe de los que no creen y de los que… Entonces yo no creo que para eso tengan que…

          AGC — Pero si yo no te pregunto si aciertan o no aciertan, te pregunto cómo te lo tragas, ¿cómo te tragas esto?, ¿cómo te tragas el fenómeno?

          — Pues como los partidos de fútbol, que me los tengo que tragar igual, también me los veo.

          AGC — Ya, pero éste es más notable, porque esos por lo menos pasan todas las semanas o más.

          — Más. Pero los otros son todos los fines de semana.

          AGC — Eso, y esto no.

          — Agustín, no hay que olvidar que esto está enfocao como cruzada.

          AGC — Bueno, venga, que… Un momento: que había alguna otra voz por ahí.

          — …Desde las cruzadas…

          AGC — No, no: hay que pedir la voz.

          — …[] como en las cruzadas.

          AGC — Hay que pedir la voz. Hay que pedir la voz. Hay que pedir la voz.

          — Pues eso: tienes que ser riguroso en el orden de las…

          AGC — No, no: lo que puedo.

          — []

          AGC — Lo que puedo.

          — []

          AGC — Lo que puedo.

          — []

          — Yo cuando me lo he encontrao, que venía de  fuera, se lo he dicho al que venía conmigo la rabia que era, como… lo primero he pensao “Otra vez están reclutando a los jóvenes de todas partes para lo mismo de siempre, porque los tienen que machacar en esos años, y [], como ya no hay guerras de ésas grandes, pues ahora con la paz; pero la cosa es que machaquen siempre a los de esas edades y les machaquen con el turismo y con la paz y con todo eso a lo que los llevan”. Pero la impresión que me ha dao, lo primero que me ha salido, era eso, pensar en los contingentes ésos de los…

          AGC — A mí también. Creo que esto es útil: la falta ya de hace muchos decenios de ejércitos, de reclutas y demás y de gran mayoría de jóvenes muertos en guerra. Esa ausencia desde luego tiene que ver y por eso no me estraña, y yo percibo el sentimiento, de reconocer en estas manifestaciones multitudinarias, alegres y contentas, como si fuera la otra cara de lo mismo, que, aunque nada más sea por la Historia o las películas, y los más viejos también lo podemos reconocer por esperiencia directa, eran aquellas multitudes del antiguo Régimen arrastradas para la guerra o para otros fines, que también. O ¿notáis la diferencia? A primera vista también cuando desfilaban las juventudes, pues desfilaban cantando alegremente y en todo caso con entusiasmo. Esto sólo algunos lo hemos vivido directamente, el antiguo Régimen, pero los demás lo conocéis de sobra por la Historia, por las películas. ¿Notáis en ese entusiasmo de las filas de las juventudes falangistas, fascistas, nazistas y de tipos semejantes del antiguo Régimen y esta alegría, tal vez menos entusiástica pero también llena de contento, que habéis percibido ahora mismo estos días en Madrid, notáis diferencia?, ¿no notáis diferencia?, ¿estáis más bien inclinados a descubrir en esto aquello? No es fácil porque la primera impresión efectivamente es decir “¡Qué buenos chicos!, ¡qué contentos están!, ¡qué sanos! ¡Qué sanos parecen la mayoría!, ¿eh? ¡Qué sanos parecen la mayoría! Y ¿cómo es que tantos han decidido tirar por la buena vía?”      

          — []

          — []

          AGC — A ver. Perdona un momento. ¿“Que era”?

          — Lo que quiero decir es que aunque esto que tú dices es verdad de hecho y siempre ha sido históricamente verdad, ahora la diferencia que veo es que se le ha planteao a los chicos esta guerra como una cruzada, la cruzada de la paz que es la guerra de ahora mismo, queriendo contraponer por un lao el materialismo del Dinero, el Capital, la crisis [], y por el otro lao lo que ellos llaman el espíritu, la espiritualidad…

          AGC — No, no te estiendas. No te estiendas.

          — No, déjame que estoy terminando. Y hacer esta confrontación es la falsedad más absoluta porque hoy día el Dios verdadero es el Dinero y eso no se lo quieren… Ellos piensan, lo contraponen costantemente. Por eso ni consumen, toman sólo agua, van en plan… en eso. Es decir, que lo primero que hacen es que son como convencidos de una cruzada espiritual                —espiritual—. Y eso lo… ¿Qué  pasa?, pero ¿por qué haces así?

          AGC — Que no te estiendas.

          — No, no, pero tú, pero déjame terminar de hablar.

          AGC — Ya, lo has dicho ya. ¿Lo has dicho ya?

          — No, no. No he terminao de hablar. Quiero decir que esto es un simulacro de disociación entre espíritu y materia, que es lo que les han metido desde Arriba y eso sí, ha sido un diseño desde Arriba…

          AGC — Lo estás repitiendo…

          — …desde la Fundación Botín, de los Bancos, de la crisis, de todo eso, y los tíos estos, como palomitos, pues han creído que efectivamente por un lao está el Dios verdadero, el espíritu, la entrega y la generosidad y la paz, y por otro lao está lo material, el Dinero. Cuando resulta que es lo mismo, que es lo que lo mueve.

          AGC — Ya. Ya. Ya. Lo has dicho por tercera vez. Déjalo ya. Lo has dicho tres veces. Supongo que todos te han entendido. Y repito que no es eso lo que estoy buscando. No es cierto del todo, como ninguna cosa de la Realidad puede ser cierta del todo, esto que dice Isabel. No creo que la prédica de una campaña contra el materialismo y las chorradas que decían los Papas antaño…

          — Y los de ahora.

          AGC —…haya jugado un papel importante en esto; es más bien una cruzada positiva, es decir, porque es que estos chicos y chicas son buenos y han tirado por la buena vía, y entonces se les anima a tirar por ahí, porque no hace falta que les hablen de espíritu siquiera pero mucho menos que se les diga que van a una cruzada contra el materialismo que es el Dinero ideal, que en lo cual ni se molestan los Papas actuales.

          — Pero, bueno, ¿tú has escuchao lo que se dice en las misas éstas en los que hay un millón de niños adolescentes aplaudiendo? “La familia”, representantes de la familia perdonando a las abortistas…

          AGC — Eso es más aterrador, sí. Eso es más aterrador y no hay que defenderse tanto. Venga, a ver.

          — No, no, es que eso es lo que mueve, ésa es la bandera.

          AGC — Eso es más aterrador. Basta.

          — Ésa es la bandera.

          — Es que yo no sé lo que estás buscando, Agustín. Creo que buscas algo así como que somos muchos, somos buenos, somos jóvenes, somos guapos, ¡qué guay! Creo que andas buscando algo así. O sea, que lo que sentimos cuando []…

          AGC — ¿Buscando? ¿Cómo?

          — Que lo que ves [al verlos] es que piensan “¡cómo mola ser muchos, ser guays, ser buenos, estar aquí todos reunidos, como una cosa buena, cómo mola sentirse buenos y muchos y juntos y alegres y cantando! Eso es lo que uno más o menos ve. Creo que eso es lo que más o menos buscas y que te digamos. Eso, yo creo, que lo ve cualquiera, así se ve.

          AGC — Lo ve cualquiera. Y lo único que yo preguntaba es cómo cada uno se toma eso. Ya unos cuantos lo han dicho con relativa claridad y me parece que eso es lo que es importante. El fenómeno lo ve cualquiera, es así. Es así.

          — Luego también, Agustín, yo lo que me parece que… Bueno, no, “que me parece” no, que yo veía ahí una venta de felicidad y de amor. Les han puesto la felicidad y el amor en lo más alto y venden eso. Y vendiendo eso…

          AGC — Bueno, la mayor parte de los que habláis, lo siento, pero tratáis de interpretar defensivamente para no tragar toda esa felicidad que se os ha echado encima. Yo os pido que os abstengáis en lo posible y que sigáis diciendo más de a fondo cómo sentís las cosas, ¿no? No, estos chicos (¿no los veis la mayoría de ellos?), si tienen en todo caso… de tener cara, tienen un poco de cara de tontos, ¿cómo van a creerse… cómo van a tener ningún ideal ni ninguna aspiración de que están metidos en una empresa ni espiritual ni nada por el estilo?  No les hace falta nada, no les hace falta nada, es que son buenos chicos y han tirao por la buena vía. ¿Esto es aterrador o es deleitoso?   

          — Es aterrador.

          — Es más aterrador…

          AGC — Bueno, por favor, no habléis confusamente.

          — Pero bueno, si parece que crees en… que pareces Rousseau, hijo. ¡Anda ya!, no se puede creer lo que estás diciendo.

          — Si no hay que creer.

          — Que creer… Encima creer en lo bueno y lo [], lo bien educados que están.

          AGC — No, si eras tú misma la que se estrañaba de no haber encontrao a algunos reunidos en corrillos discutiendo casi de Teología…

          — [] porque por abajo se ve claramente eso.

          AGC — …Eso demuestra la tontería que acabo de denunciar. Hay que verles las caras. No les hace falta. No les hace falta ni discutir, ni discutir de Teología ni tener ideales que ellos puedan formular. ¿Tú crees que si le preguntas a cualquiera de ellos “¿Qué es lo que buscáis?, ¿a qué estáis aquí?”, te van a responder?

          — Tienen de memoria el decálogo, vamos, que tienen octavillas, lo llevan escrito aquí “el amor universal”, “la paz”, “el beso eterno”. Incluso hay uno que se dedica a darle besos a []

          AGC — ¡Ah!, son así. A ver.

          — Yo veo que tienen respuestas. Que han encontrao las respuestas a sus preguntas, a sus dudas, que ya no tienen dudas, que vienen aquí y ya está todo solucionao

          AGC — ¿Crees que las tuvieron antes?

          — No sé.

          AGC — Es que ése es un problema interesante. ¿Es que éstos eran chicos y chicas que andaban más o menos descarriáos, que tal vez estaban tirando al escepticismo o a la droga o cosas por el estilo y que luego encontraron a alguien que les enderezó el camino? Pues no, no me suena mucho. No me suena mucho de que eso sea tampoco la mayoría. No me suena. Por las caras que yo veo por ahí no han pasado nunca por ningunas dudas ni pasiones. Que hay muchos niños y muchas niñas que son buenos, que tiran por el buen camino.

          — Sí, que no es como yo me lo tomo. Es que ahora al decir por allí una voz que venía de Inglaterra, y al estar hablando aquí de los buenos chicos, es como… es muy curioso, ¿no?, esto de que haya salido esta invasión de buenos chicos aquí y en Inglaterra esa invasión de malos chicos, ¿no?, a la vez, ¿no? Y que por las… bueno, aquí nosotros lo estemos viendo y por las noticias nos esté llegando lo otro (bueno, en la medida en que nos llegue), es muy curioso, ¿no? Esto está… No se me había ocurrido hasta ahora. No sé si puede ayudar para algo la comparación.

          AGC — Sí. Además ya ha salido antes un poco… de manera un poco distinta. Empieza en la infancia: hay muchos chicos buenos, muchos niños buenos y muchas niñas buenas, y allí hay niños malos y niños que desde pequeñitos son muy malos y se empeñan en ser malos. No sé si algunos de vosotros, por eso de estar aquí, os consideráis herederos de vuestro niño cuando era malo, un niño que llevaba la contraria a los padres y a la orden, que tenía siempre que ser del revés. En todo caso la coincidencia no es meramente temporal, es así. La coincidencia, lo que lleva, por ejemplo, y sobre todo llevaba más esos decenios pasados, a muchos chicos a esas edades al consumo de la droga y por tanto al mercado de la droga, no puede ser algo tan distinto, tan del otro mundo, que lo que lleva a todos estos buenos chicos por esta vía. No puede ser que sea tan distinto, ¿no?, sería muy insensato pretenderlo. Yo no sé si os acordáis sólo algunos de los que estabáis conmigo entonces cuando utilizamos una película de los años 90 respecto a adolescentes entrando en el mundo de la droga y en el mercado de la droga. Allí también el origen, el motor, tiene que ser, como para esto, el tiempo vacío. El vacío, desde luego aunque sea dicho tan en general, es un motor. Ya sabéis que la Sociedad humana, que está fundada en el Futuro, en la muerte futura, se caracteriza por eso, por la creación, mantenimiento por todos los medios del tiempo vacío. Ése es el motor, porque ‘tiempo vacío’ quiere decir que hay que hacer algo. Eso es lo que te enseñan para bien y para mal, para ser bueno y para ser malo, da igual. Pero desde luego, aunque sea muy en el fondo, el vacío, la conversión de la vida que podía haberse vivido, en una vida ordenada hacia el Futuro —el cambio de la vida posible por un Futuro, que es lo que a los adolescentes les dan, en lugar de vida, futuro— esta gran mentira y esta vaciedad desde luego tiene que tener un poder dinámico muy grande y,  aunque los caminos sean tan distintos, desde luego el que eso lleve al “vivir de veras” con el shut de heroína, que es un ideal, y que lleve a adorar al Papa y cantarle, no son cosas tan distintas, no parece. No parece que sean cosas tan distintas: hay que hacer algo.

          — El motor.

          — Pero no creo que se tratara de drogas. Yo no he oído nada así.

          — No: es el vacío. El vacío.

          AGC — ¿Qué “Se tratara de”? Que se tratara ¿de?

          — ¡Ah!, es que entonces te he entendido mal. Que me parecía que lo estabas relacionando con lo de las drogas. Con lo…

          AGC — También, también, pero no sólo lo de las drogas. Es que en las drogas con todo lo demás... He dicho que cualesquiera de las cosas…

          —  Ahí lo que está pasando no es eso, ¿no? Lo que está pasando…

          AGC — Los que cuentan de Londres, ¿dices? Sí, sí, pero es igual, ¿qué más da?

          — []

          AGC — ¿Qué más da las grandes mafias de mafiosos juveniles de hace 30 años que estos otros que se han dedicao a montar los alborotos de Londres?: hay que hacer algo, simplemente.  

          — La diferencia, por ejemplo, me parece que está en la desorganización, ¿no?  

          AGC — ¿Eh?

          — Una diferencia sería, de una mafia con esto, es la desorganización, ¿no? Como yo no sé, porque no he oído mucho, sólo he oído algunas cosas, ¿no? Me parece una cosa como más o menos desorganizada lo que ha pasado ahí, ¿no?, una especie de pillaje…

          — ¿En Inglaterra?

          — Sí, una especie de pillaje ahí que ha saltado, que ha salido una cosa que ha reventao, ¿no?, un poco a lo bestia, aprovechando en un momento dao una gota que colma el vaso y no relacionada… Hombre, “relacionada” se puede decir con la miseria, con la pobreza, ¿no? Por ejemplo estos que vienen aquí, no, parece que estén así, pues…

          AGC — Eso es lo que yo quería que se dejara un poco de lao porque evidentemente la raíz… Yo no conozco tampoco cómo han sido las cosas en Birmingham, en Londres y todo eso. Me temo que sí, desorganizadas, pueden haber sido bastante desorganizadas, tampoco las bandas juveniles de mafiosos estaban, que digamos, muy bien organizadas, ¿no?, funcionaban, los mercados también. Y que en esto, que es lo que parece que quieres decir, que en estos movimientos haya habido algo de verdaderamente… de decir NO al Régimen, pues cabe; cabe pero desde luego mezclado con lo que tiene que haber sido la mayoría de las acciones, que se han condenado a no poder tener mucho éxito precisamente por eso: porque han sido acciones del tipo, por ejemplo, delictivo, que al Orden le gustan mucho para que se las pueda aplacar y dominar. Pero, bueno, efectivamente hay que dejar siempre la posibilidad de que ahí, más bien que en estas manifestaciones de fe, haya algo de un NO contra lo que estoy diciendo. Lo que estoy diciendo es que a los adolescentes en general, a los jóvenes (que son los que [] nos interesa) lo primero que se les ofrece es un tiempo vacío, un porvenir, que algo hay en ellos que no puede recibir como un contento y que de ahí pueden surgir diversidad de cosas.

          — Agustín.

          AGC — Sí

          — Estoy completamente de acuerdo con eso que has dicho; lo que pasa es que hay una cosa, efectivamente una especie como de horror al vacío, hay que llenar los cuadros de paredes, hay que llenar tu alma de algo, ¿no?, sea bueno o sea malo o lo que sea, eso viene después, el juicio de si eso es ético, estético o lo que sea.  La pregunta que te hago yo es ¿ese vacío de dónde surge?, ¿puede ser en relación con la sociedad líquida de Bauman, Zygmunt Bauman?

          AGC — No, hombre, no. Eso muchos de los que nos acompañan te contestan enseguida, y yo lo he dicho, aunque brevemente: es el fundamento mismo del Orden social humano que está fundado en la muerte futura, la que nunca está aquí, y que por tanto tiene, para funcionar, Capital y Estado, que convertir eso de la vida posible, que es muy peligrosa, convertirlo en algo ordenado hacia el futuro. Eso ya crea todos los vacíos de calendario y de reloj que quieras imaginar. Y ése es el Orden mismo. Ése es el Orden mismo. Tal vez esto nos ha alejado un poco de los buenos chicos de las manifestaciones, a lo mejor hay que volver a aprovecharlos un poco más todavía.

          — Por eso, Agustín, yo que fui a un colegio de curas y tal, recuerdo que cantábamos cuando los curas nos llevaban a un sitio eso de “Qué buenos son los curas del colegio, qué buenos son que nos llevan de excursión”. Y yo eso lo veo mucho en los chavales, es decir, hay un equívoco por las dos partes, los organizadores y los participantes: los participantes van básicamente a pasárselo bien, que los otros monten una excusa que les permita sentirse, pues eso, ¡qué guays somos, estamos aquí juntos…! (y esos viven el presente), estamos aquí juntos cantando, haciendo un bien y nos sentimos bien… Los chavales van a eso, y por otro lao, a los otros les da igual que los chavales vayan a eso porque como van a aplaudir en el momento oportuno y se van a dejar contar y van a ser un éxito para la fe, pues da igual que los chavales se lo pasen bien. Entonces hay aquí un ten con ten en que los unos se dejan arrastrar porque al fin y al cabo lo que les mola es sentirse juntos y sentirse bien. Y a los otros les da igual que vayan en realidad a eso, que no sepan responder a un catecismo elemental, porque como hacen número y dan impresión de éxito, ¡qué más da!, para ambas partes es todo beneficio.

          AGC — Sí. No sé si te sigo bien. Desde luego yo no creo que ni el Papa ni las mentes de los otros superiores tengan una idea clara con la que pudieran responder a lo que yo estoy diciendo ahora. Ellos se hacen sus ideas, pero esos son mayores, esos ya son generalmente los señores mayores que tienen sus ideas respecto a lo que es una misión en este mundo y todo eso. A los chicos desde luego (lo que has dicho) es que u