24.08.2011

Tertulia Política número 296 (24 de Agosto de 2011)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Odio de los hombres, en general y en particular.
  • El Dinero, “culpable” de la desgracia de los hombres, por tenerlo y por no tenerlo.
  • Conexión inmediata entre Dios, el Dinero, con la muerte sabida de antemano.

 

 

TRANSCRIPCIÓN:
 
 
Estamos tan pocos que se puede decir que estamos hoy en familia (que suele decirse así, “en familia”), y esto de estar en familia para esta tertulia política desde luego es peligroso hasta lo sumo: ya sabéis que las cosas marchan (lo bien que pueden marchar), cuando en la tertulia, o en una asamblea libre cualquiera, empezamos a ser tantos que no sabemos cuantos, porque las entradas y salidas son tan frecuentes que alteran el número costantemente, y para eso hace falta pues...........bueno, sí, tal vez con unos treinta y tantos basta, y normalmente en las tertulias corrientes durante el curso, de alrededor de cien, pues esa condición se cumple sin más: no se sabe cuantos somos, estamos entrando y saliendo, y naturalmente el no saber cuantos somos es muy importante, porque el no saberse cuantos somos es una especie de insinuación de que cada uno no sabe quién es.  Supongo que me seguís.  Es decir, es esactamente el reverso de lo que el Orden necesita, el Orden en general y el Orden democrático en especial, que necesita contarnos por número de almas, y al mismo tiempo tiene como primer artículo de la Fe que cada uno crea en sí mismo.  Supongo que ahí palpáis la conexión entre el cómputo y el número de almas, de personas, y eso de la identidad personal, que es la primera fe que el Poder necesita para establecerse: que cada uno crea en sí mismo, más o menos como en Dios.  Por eso, el que hoy me encuentre con que estamos reducidos casi a estar en familia, casi me quita las ganas de hablar con vosotros y haceros hablar un poco, porque somos demasiao pocos, se nos puede contar, cualquiera que se descuide puede contarnos sin más trabajo, y esto es muy malo, porque en familia ya sabéis lo que pasa; todos tienen esperiencia más o menos de lo que es en familia, y ya sabéis lo que en familia se puede decir, ya sabéis las idioteces más o menos sangrientas que en familia pueden decirse (aunque familia quiera decir también unos cuantos amigos o camaradas), y por esto es tan peligroso.  Cuando empieza a no saberse cuantos somos, y por tanto se desvirtúa un poco la necesidad de que cada uno sepa quién es, las probabilidades, siempre escasas, de que se pueda decir algo que no sean decir las idioteces habituales, aumentan un poco, y ésa es la gracia que esta tertulia viene teniendo, o que tienen las asambleas libres cuando se producen entre la gente.  Supongo que más o menos me seguís en esto; y si no me seguís, pues aunque sea los pocos que somos, dentro de un rato me lo diréis.

Lo que yo venía a deciros hoy, a pocos o a muchos, toca justamente a esta cuestión, que parece nada más preámbulo.  Venía a volver sobre esto, que los días pasados ha salido, de mi desesperación, mi irritación, contra los hombres, en general y en particular.  “En general” quiere decir desesperación, indignación, odio, contra el género humano, y “en particular” quiere decir, eso, lo que hace un momento decía: entre familia, entre los prójimos, entre los que lo conocen a uno, y a los cuales uno por tanto está obligado a conocerlos.  En ese sentido, contra los hombres en general y contra los hombres en particular es de lo que quería volveros a hablar.  Ya os preguntaréis dentro de un rato, más tarde (porque siempre viene a acabarse en eso), quién es el que se desespera contra, quién el que se irrita o se indigna contra; esa cuestión es la que queda abierta, claro está, y tal vez nunca se podrá cerrar, pero quiero seguir un rato invitándoos a que me acompañéis en esta hartura, odio, irritación, indignación, contra los hombres en general y en particular. 

Este tipo de bichos que somos se caracteriza frente a los otros, según hemos ido descubriendo, porque sabe su muerte, es decir, porque tiene un futuro; es decir, de otra manera, porque es un representante especialmente de Dios, del Ideal, de que el que es sea el que es y lo que es sea lo que es, que aparece en este tipo de bichos como especialmente impertinentes, haciendo un despliegue costante, en la vida cotidiana y en la Historia, de la idiocia, es decir, de la fe pertinaz a la que están condenados, como si tal cosa, como si eso fuera lo más natural del mundo.  En ese sentido es como se aparecen impertinentes, inaguantables, y todo lo demás que queráis decir en el mismo sentido.  Aquí, como la tertulia misma se celebra entre humanos, es bastante ‘natural’, digamos, que el tipo de bichos justamente al que se ataque en esta tertulia política seamos justamente nosotros; nosotros, los humanos, o como diablos queráis llamarlos, ésa costante atención, que podéis observar a lo largo de la Historia, a las cosas que a los hombres les pasan, a las guerritas más o menos tremendas que se han traído costantemente a lo largo de la Historia, al destronamiento de un prócer o al ensalzamiento del otro, a las disputas también, en los terrenos de la Cultura, acerca de la figura y la representación de un poeta de altos vuelos, de un artista de primer orden, o cosas por el estilo.  Todo el tiempo metidos en esto.  Si os dejáis llevar por los libros, y también por los recuerdos de los libros en la televisión, no encontraréis más que este interés impertinente en cosas como éstas que os estoy citando, y que os estoy citando para incitaros a acompañarme por un momento en mi odio de los hombres, porque si no hay una compañía sentimental será bastante en vano lo que por mi parte pueda deciros.

Os invito a eso: os invito a que al mismo tiempo que recorréis la Historia y encontráis esta repetición de la siempre-idiocia, de la siempre-fe en ideales de los hombres, para los cuales cualquier tipo de Poder hace morir por rebaños juventudes enteras en nombre de un ideal cualquiera de esos que a lo largo de la Historia misma veis cómo se han derrumbado (Esparta, Atenas, España, el Reino Unido, cualquier cosa que sea), pero que sin embargo en su momento dado encarnan un ideal, y por tanto sirven para llevar a muerte de una manera o de otra, en el campo de batalla o delante de la televisión, a los miles o millones de súbditos que haga falta.  A esto es a lo que asistís conmigo, no me digáis que no, porque lo estáis padeciendo todos los días, y me interesaba haceros costar que lo padecéis igualmente hablando de los hombres así en general, de su Historia sobre todo, de sus guerras, de sus tronos, de sus disensiones, de sus personajes,........ como en familia; como en familia, viendo lo que pasa con los cónyuges, con los hijos, con los padres y demás, y viendo cómo ahí se repite en el nivel particular lo mismo, la misma pertinacia en la fe en cosas que son insostenibles, pero en las que se sigue creyendo, y que cada uno sigue enarbolando como si fuera su razón de vivir, y poniéndola frente a la razón de vivir que pueda tener el cónyuge, la cónyuge, los hijos o los padres, da igual, pero siempre con la misma fe, la misma pasión falsa que está sostenida, alimentada, por esa fe.  De manera que por ahí tienen  conexión tanto la vista general de lo que se llama la Humanidad como el padecimiento particular que a cada uno le toque en familia, con los prójimos más o menos cercanos de que en cada caso se trate.  Lo uno tiene que ir con lo otro.  Ya me diréis dentro de un momento cuando os deje pasar la voz hasta qué punto me acompañáis o no me acompañáis en el reconocimiento de esta impertinencia de los hombres y del odio consiguiente que se merecen, el estorbo formidable que son para cualquier intento como el de esta tertulia política, que trataba de ser un sitio donde se deja hablar al que no existe, al pueblo, que no son desde luego hombres, ni mujeres, ni nada; un estorbo formidable para esto, por lo cual me estoy metiendo contra él.

Si alguno se preguntara, como se suele, cuál es la causa de que esto sea así, yo supongo que para los que me acompañáis está bastante claro qué es lo que hace que los hombres en general y en particular sean esta calamidad, esta desgracia que en la Historia y en la Familia se os revela a cada paso.  ¿Qué es lo que lo hace?  Es desde luego aquello contra lo que esta tertulia política va, es decir, la Fe, sin la cuál la Realidad no se sostiene, y estamos tratando de desprendernos de esa fe un poco cada día, un poco más.  Es la Fe...........es decir, es el Dinero, para no andarnos por las ramas demasiado rato: es el Dinero el que tiene la culpa.  Si me siguen las ganas dentro de un rato, trataré de esplicaros por lo metafísico, que es lo más importante, en qué consiste esta maldición del Dinero, pero al mismo tiempo tenéis que recordar cómo de hecho percibís, sentís, padecéis todos los días, esta maldición del Dinero en vuestra vida cotidiana, y si os fijáis un poco, no encontraréis ningún otro motivo que pueda compararse para nada en cualesquiera de las cosas malas, detestables, que os suceden en la vida particular a cada uno.  El Dinero es la maldición, insisto, y deseo que lo sintáis conmigo, que no sea esto una mera proclamación verbal, sino que lo sintáis: es la maldición, y lo mismo si se tiene que si no se tiene.   Recordad las desgracias que vienen de lo uno y de lo otro.  Recordadlas conmigo, no hace falta que aquí os ponga  muchos ejemplos, todos estáis llenos de esto, es una plaga de piojos propia de la Humanidad, la cantidad de desgracias que vienen por el tener dinero y por el no tenerlo.

El tener dinero es por supuesto una desgracia, y cualquiera que se haya visto con un poco más del término medio en las manos sabe qué desgracia es; se sabe por ejemplo que los prójimos, los más cercanos, que a uno le deben tal vez bastante, o mucho (que quiere decir “dinero”), no pueden quererlo a uno bien; lo malquieren por el contrario, uno no aguanta que al padre o a cualquiera otro se le deban muchos beneficios, esto es insoportable para la costitución humana, y por tanto nos ganamos así toda clase de malquerencias; de manera que nos encontramos por ejemplo que en el caso de la Familia estamos obligados a vivir entre gente que son a los que más debemos y los que más nos deben, es decir, los que están más ligados por la cuestión del dinero, y se pretende que al mismo tiempo esos padres y esos cónyuges sean los que se quieren mucho entre sí, y ésta es una de las barbaries de las que se nos hacen pasar como naturales a cada paso.

El no tenerlo por supuesto quiere decir que se trata de la aspiración perpetua a llegar a tenerlo, es decir, de una sumisión al Futuro que hace que el trabajador que se queda sin trabajo tenga que buscar, con el intermedio de pasarse al paro o de otra manera, un nuevo trabajo.  No quedarse así, sin trabajar, ¡no, no!: buscarse otro, porque por supuesto se le ha hecho creer que la vida consiste en eso, es decir, que consiste en futuro, que es lo que nos venden en lugar de vida; que consiste en futuro, y por ejemplo que consiste en dinero.  Esto es lo que nos pasa, esto es lo que pasa a cada paso, y cuando después tratáis de verlo también en planos más amplios, en la Historia, o recorriendo los Medios de Formación de Masas que a lo mejor os caen cada día delante de los ojos, lo que leéis, los diarios, no podéis encontrar otra cosa que lo mismo: bajo grandes nombres de otro tipo cualesquiera lo que se está jugando ahí es siempre una cuestión de dinero, y de un tenerlo o no tenerlo.  Y tenerlo o no tenerlo, ¿quiénes?: pues por ejemplo Estados, o estatículos de esos que el Poder se inventa, con sus fronteras, con sus unidades, con sus separaciones, y de los cuales se empieza a decir lo mismo que en familia: “este tiene poco”, o “debe mucho, tiene muchas deudas”,  o que al otro en cambio le sobra y podía acudir a los otros Estados.........  Como en familia, repitiendo, al nivel del juego éste maldito de los Estados, lo mismo que percibís en la familia de cada día, y da lo mismo por un lado que por el otro, por tenerlo o por no tenerlo, de las dos maneras es una maldición.

Bueno, pues ahora, antes de dejaros correr la voz, paso a recordaros lo que ya hemos venido descubriendo acerca de esto que ahora he llamado Dinero, que es lo mismo que también se llama Dios, o que se llamaba Dios en otros tiempo en que el nombre estaba más de moda, pero que es efectivamente lo mismo: lo que mata las cosas, y por tanto también no deja vivir a las personas, lo que mata a las cosas es el que se las compra y se las vende.  El gran truco del Capital, del Estado, consiste en haceros pasar el sustituto de las cosas como si fuera cosa, haceros pasar el Dinero, que nunca se palpa, que es siempre un futuro, hacéroslo pasar como si fueran cosas, mientras que es justamente eso lo que está matando a las cosas, a lo que podía quedar de las cosas vivas, y por tanto indirectamente haciendo también imposible vivir a las personas de esta especie que lo manejan, o más bien a las que Él maneja, a las que el Dinero maneja de una manera o de otra.

El Dinero, Dios, la cara de Dios que en el estado actual de Estado y Capital más luce y más nos importa, el Dinero, Dios, consiste justamente en este ideal, en esta mentira, que es el Futuro: es inseparable de Dios la condición de promesa de postrimerías o de gloria eterna, y es inseparable del Capital en su estado actual la promesa costante de un futuro, la promesa costante de que las cosas se van a arreglar, ya sea por algún manejo de las finanzas que a algún genio se le ocurra, ya sea por alguna nueva ordenación de los Estados, de un Estado o otro, que arregle la Economía de una vez para siempre.  Estas estupideces con las que os entretienen, estas promesas, son justamente la sola cosa en la que de verdad consiste esto de lo que estoy hablando: Dinero, Dios.

Bueno, y ya sabéis que este tipo de bicho que somos, como recordaba al principio, se distingue de los demás solamente porque sabe su muerte, porque tiene un futuro.  Supongo que no os parecerá ningún malabarismo que me traigo esto de ver la conexión inmediata que se da entre Dios, el Dinero, con la muerte sabida de antemano, que es nuestra característica, lo que nos hace propiamente mortales; porque las demás cosas, como también nosotros por lo bajo, nos estamos muriendo a cada paso, sin darnos cuenta, sin darse cuenta ellas, pero saberlo, saber que te vas a morir, eso es humano, y ésa es la peste de la Humanidad.  De manera que supongo que la conexión entre lo de el Dinero, Dios, y esto de la muerte-siempre-futura, tiene que aparecérseos clara; tenéis que sentirla conmigo, sentirla de corazón conmigo, y si no, las especulaciones se vuelven inútiles.

Para asegurarme un poco de que es así voy a proceder entonces ahora a un esperimento respecto a la muerte entre los pocos que hoy somos, de manera que estad preparados a decir lo que os sale por esas bocas.  Se trata de que, como una especie de liberación o consuelo de esta peste de la muerte futura de uno, siempre ha habido, no solo apóstoles de religiones, sino filósofos, y hasta científicos, que han estado tratando de sacar argumentos para alivio, para consuelo.  Muchos de ellos tienen que haberos llegado a través de vuestra educación.  Son de muy diverso tipo, pero hoy me voy a centrar en uno que me es especialmente cercano, que es el que está representado en la actitud de Lucrecio en el De Rerum Natura.  Él, como muchos otros de los filosofantes, ha hecho bien conocida por todos los medios esta sandez: “la muerte no me importa, porque donde está ella no estoy yo, y donde estoy yo no está ella”.  Os suena, ¿no?, porque estas filosoferías se han divulgado mucho, y a ninguno le han convencido de verdad ni le han consolao nunca, pero eso no quita para que se sigan repitiendo de libro en libro a lo largo de la Historia: “la muerte no importa, porque cuando está ella no estoy yo, y cuando estoy yo no está ella”.  No quiero pararme a preguntaros todavía, porque los que me acompañáis sabéis hasta qué punto llega el absurdo de esta proclamación, porque cuando yo soy de verdad yo, cuando soy el que soy, como Dios, no solo es que la muerte no quepa, sino que en su lugar se cuela la Eternidad.  Dios es así, el Dinero en movimiento es así, es eterno, de manera que ya veis cómo eso mismo, el recordar eso mismo, desbanca y quita valor al argumento ése consolador que os traía: si yo soy el que soy, como me quieren hacer creer, incomparable, irrepetible, insustituible, único, singular, entonces soy eterno.  Soy eterno, y es justamente de esta eternidad de la que os voy a hablar un poco más y a preguntaros enseguida.

Entonces, soy eterno.  No me voy a acordar tanto de los argumentos que os quieren hacer pasar esto de la muerte futura como si no consistiera más que en la de los animalitos, que no saben nada de futuro, o que consiste en cualesquiera otra promesa, pero sí quiero pararme en lo que Lucrecio hace (podéis encontrarlo al final del libro tercero del De Rerum Natura), cuando se está metiendo con los hombres en general, que por un lado no saben vivir, porque claro, no les ha iluminado la visión de Epicuro, la Ciencia.  Hago este paréntesis, malévolo para Lucrecio, para que las cosas estén en su sitio: “los hombres corrientes, los que no se han visto iluminados por la Ciencia, no saben cómo vivir, se aburren, y apenas se han marchado de la ciudad a la finca a pasar un día ya están otra vez enganchando los caballos para volver a la ciudad”.   Todo esto lo esplica él muy bien.  “Y al mismo tiempo que no saben qué hacer con la vida quieren vivir más, es decir, están muy en contra de que la muerte se les eche encima, y tratan de buscar todos los medios para que no sea tan encima, y que puedan efectivamente seguir durando y ‘tirando palante’, como se dice”.  Esto es más o menos la sustancia de las caricaturas y argumentos que Lucrecio lanza contra los hombres que ansían vivir más, y que aunque no saben qué hacer con la vida, no quieren morirse; y sus argumentos terminan más o menos en el tono de decir “¿qué más da morirte mañana que haberse muerto, como tu vecino, hace 27 años, que haberse muerto, como Escipión, hace dos siglos?  Da lo mismo.  Da lo mismo”.  Os estoy haciendo palpar lo que sacaba antes, la cuestión de la Eternidad.  Así que preparáos, contad con cuidado, porque enseguida viene el problema.  Éste es el argumento que el buen Lucrecio saca: “¿qué más da?, ¿para qué querer tanto seguir viviendo?  Da lo mismo, porque de todas maneras estáis condenados a una muerte eterna, y esto lo mismo si vivís 300 años más, que si os habéis muerto, como el vecino, hace treintaitantos años, o si os habéis muerto unos cuantos siglos atrás, como Anibal.  Da igual, da lo mismo, ésta es la cuenta, y de todos modos lo que nos queda es una muerte eterna”.

El término “muerte eterna” supongo que a alguno de vosotros...............bueno, no sé, le suena de los ritos de la Iglesia.  Había uno, en los ritos de los difuntos, donde justamente se decía “muerte eterna”: “libérame, Dómine, de morte eterna”.  Al Señor, al Dómine, se le dice que te libre de la muerte eterna, que ¿quién la puede haber fabricao más que él?  Pero ahí está también, no solo en Lucrecio, esa cuestión, y entonces mi pregunta es ésta: ¿qué os parece de ese cálculo?  ¿Da igual, da lo mismo más años de vida que menos años de vida, haberse muerto mañana que haberse muerto hace tres siglos?  ¿Está bien el cálculo?  ¿Da lo mismo, dado que de todas maneras lo que nos espera, lo que nos toca, es una muerte eterna?  Así de sencillo, no digáis que os complico mucho la pregunta.  De manera que no podéis menos de responder cosas, porque ya veis que no estoy hablando de ninguna cosa que yo me invente, sino de lo que nos toca a cada uno y al conjunto de los cada unos en cuanto a esta cuestión del Futuro, la muerte, y demás.  De manera que procurad acompañarme en esta averiguación, no desviaros mucho de la cosa; tratad de decir al pronto si en otras ocasiones por vuestra cuenta os lo habéis planteado, que seguro que sí que en alguna ocasión os lo habéis planteado.  ¿Qué pasa con ese cálculo?  ¿Está bien hecho?  ¿Qué le encontráis?   A ver.

-A mí no me da lo mismo morirme dentro de diez años que ahora mismo.

A-Sí, a estos hombres con los que se mete Lucrecio tampoco les da lo mismo: no saben qué hacer con su vida, pero están deseando vivir más años, y él los ataca de esa manera.

-Tampoco ardo en deseos, ni pienso en ello por la mañana, y no me aburro, yo particularmente no me aburro mucho.

A-¿Y cómo respondes al argumento entonces? ¿No es verdad que de todas formas lo que nos toca es una muerte eterna, y que con respecto a una muerte eterna el que sean unos años o unos siglos más, da lo mismo?  Parece un razonamiento muy fuerte, ¿no?  ¿Cómo te las arreglas para sostener tu deseo sin embargo de vivir más?

-.......................

A-Y si no quieres tú, otro, venga, pero...........

-No sé, lo aprendido ya que tienes, que te gusta el sol por la mañana, o yo qué sé.

A-Generalmente estos hombres de los que Lucrecio habla, pues ya digo: generalmente se aburren; y no lo quiero decir de ti, pero desde luego de la generalidad de los hombres y de los habitantes del régimen del Bienestar, me permito decirlo: generalmente se aburren.  Es decir, que todo eso que tu citas ahora de los pajarcillos del primer albor, o las ondas de los aires, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿dónde se siente o se produce eso?  De ordinario uno está ocupado con cosas que hacer para el futuro, y por tanto está condenado al vacío, al aburrimiento; pero de todas formas no quiero quitarte ni a ti ni a mí mismo la posibilidad de que de vez en cuando efectivamente uno se quede sorprendido por un pajarcillo cantando al primer albor; pasa alguna vez eso, pero de todas maneras no olvidéis que lo general es el aburrimiento; el Capital necesita eso, porque sin aburrimiento y la consiguiente diversión que trata de taparlo y que lo mantiene, el Capital no tiene nada que hacer.  Sí.

-Yo suelo emplear la palabra quizás en el sentido opuesto, un poco irónico: cuando alguien me cae gordo le digo “te estás perdiendo la vida eterna”.  He cambiado lo de muerte por vida.

A-Sí, pero no lo entiendo.

-Sí, porque estoy diciendo que la vida eterna es distinto a la muerte eterna, por lo menos sicológicamente.

A-¿Sí?

-Para la gente sí, la muerte eterna es el infierno.

A-Yo no creo que los conmuevas mucho con eso, porque ahí el punto no está ni en ‘vida’ ni en ‘muerte’: está en ‘eterno’.  El punto está en ‘eterno’, y por lo que os estoy preguntando es por un cálculo que dice que puesto que lo que nos toca es una muerte eterna, ¿qué mas da unos años más, unos años menos, unos siglos más, unos siglos menos?  ¿A qué vienen todas las pretensiones de la Ciencia, de los Medios, por enseñaros cómo vivir más tiempo, y mejor incluso?  Eso os lo cuentan los Medios y todo eso, y es lo que estoy preguntando, ¿eh?, no os desviéis mucho.

-Es que la vida ésta que tenemos realmente es una muerte eterna.  Vivir como estamos.........

A-Bueno, por favor, lo que estoy preguntando es qué os parece de ese cálculo.  Es que parece no he acertao a presentaros el cálculo como es.  A ver, os lo voy a presentar, para que no os distraigáis más, en Matemáticas: tomemos el término tal como suelen usarlo vulgarmente los científicos, con el signo de infinito.  Lo que el argumento dice es que infinito (la muerte eterna, infinito), menos 27, es lo mismo que infinito menos 350, porque de todas formas infinito menos 27 o infinito menos 350, da igual, son lo mismo.  A ver si de esta manera el argumento queda lo bastante claro.  Es por eso por lo que estoy preguntando, y no por otra cosa.  ¿Lo aceptáis?  ¿Os conmueve?  ¿Os convence?  ¿Lo rechazáis?  ¿Cómo lo rechazáis?  Todo eso.

-Es que muerte eterna significa muerte segura.  Es que a mí muerte eterna no me cabe en la cabeza, y muerte segura, pues sí.

A-Muerte eterna, Tiempo eterno.  No he introducido el término ‘tiempo’, pero se trata de eso, ¿eh?: os he hablado del Dinero, consistente en Futuro, y de Dios sosteniéndose en la promesa de vida eterna, pero muerte eterna, lo mismo que vida eterna, eterno, quiere decir el Tiempo todo.  El Tiempo todo.  ¿Qué más?

-¿Pero qué quiere decir muerte eterna?  Porque yo por lo menos no me he enterado, no sé qué quiere usted decir con muerte eterna.  Esplíquemelo, por favor: ¿qué es muerte eterna?

A-Pues deberías haber pedido que te lo esplicara cualquier cura o cualquier filósofo que emplea justamente ese término y lo hace pasar todos los días, porque ellos parece que lo saben.  Quiere decir Tiempo todo, quiere decir una muerte que no dura; que no dura tantos años ni tantos cuantos años, sino que dura todo el tiempo.  Puede que no te lo tragues, pero entenderlo......

-Entonces es igual muerte eterna que vida eterna.  Le cambia el nombre, pero viene a ser lo mismo.

A-Es lo mismo, se trata del Tiempo todo, y el Tiempo todo tal vez no te lo tragas, pero desde luego entenderlo..............

-Pero vida eterna no existe, en el sentido de que la vida cambia, de que no es igual siempre.  O sea, lo que nos demuestra la esperiencia es que las cosas cambian, que no puede haber una cosa que sea toda la eternidad esactamente igual, eso es un absurdo.

A-A los que te hablan de Eternidad los ibas a conmover muy poco con ese razonamiento, me temo, porque para ellos es perfectamente compatible reconocer el cambio costante con el Ideal de que lo que es es lo que es, que es ahí donde está el Tiempo todo, la Eternidad.  El Estado y el Capital mismo están cambiando continuamente, no pueden menos de cambiar; no pueden menos de cambiar, y imitar a las cosas llamada naturales en ese cambio, porque es la sola manera que tienen para seguir siendo el Capital, el Estado, Dios, el Dinero.  Esos ideales que nos consumen, y de los que maldigo, se mantienen justamente así, con la apariencia del cambio, con la apariencia de la renovación para seguir igual, así que buscar alguna otra manera de combatir el Tiempo todo.  Hay que buscar otra manera.  Sí.

-Donde se ve bastante bien la falsedad de este cómputo es cuando la Iglesia hablaba de lo de la condena eterna, y luego tenías que comprar las bulas, o la indulgencia plenaria, y te restaban unos cuantos años de la Eternidad, y eso a los niños, por ejemplo a mí en La Serena, allí en mi pueblo, me escandalizaba mucho que mi padre me mandara a comprar unos años de restar de la Eternidad.

A-¡Indulgencias!

-Una indulgencia, que muchas veces se llamaba indulgencia plenaria, y entonces plenaria me sonaba a mí a que era ya de todo.  Pero el año siguiente había que volver a comprar la indulgencia plenaria, y es como si cada año hubiera que llevar con la Eternidad una contabilidad....

A-Ya, ya, algunos de los mas viejos lo hemos padecido igual, la bula, lo de la Iglesia vendiendo indulgencias.  Es relativamente llamativo, pero a mí desde luego para indignarme con los hombres no me hace falta acordarme ni de los curas, ni del Papa, ni de la Iglesia del antiguo régimen, ¿eh?; os recomiendo que, como superadores que sois del antiguo régimen, porque vivís en el actual, no os entretengáis demasiado con las historias de otros tiempos, con la Iglesia y el Papa, que son lo mismo que todo lo demás, que el Estado y el Capital.  Pero no está mal lo que ha hecho Isabel, sacar este recuerdo, porque esta caricatura, por así decir, puede ser útil.  Desde luego tu sabes, y los demás sabéis, cómo se las arreglaban, porque las indulgencias eran..........

-..........................

A-Eran para quitar...........................

-Para quitar años del Purgatorio.

A-¡Eso! Para quitar a los difuntos queridos años del Purgatorio, de manera que de esa manera se saltaban el argumento tan simple de que restaban de la Eternidad; y no restaban de la Eternidad, porque en cambio cielo y infierno eran eternos.  Eternos, ¿eh?  Ya recordáis la entrada escrita en la puerta del infierno por el Dante, el “per me si va ne la cittá dolente”: “dinanzi a me non fuor cose create/ se non etterne, e io eterno duro”.  Eso es lo que dice la puerta del infierno, lo que dice el infierno: “antes de mi no se crearon cosas ningunas más que las eternas, como Dios, y yo duro eterna igualmente”.  De manera que el infierno era una cosa seria, ¿eh?, de ahí no se podía restar nada, ni se podían vender indulgencias.  Pero ellos habían encontrado el truco del Purgatorio, que era temporal, y que por tanto era una condena, no a cadena perpetua, sino condena del otro tipo, y con ella se podía operar para vender indulgencias.  La caricatura puede tener cierta incidencia en lo que estamos diciendo, pero yo os sigo preguntando directamente qué es lo que a cada uno os parece y sentís respecto al cálculo en sí.

-Que es imposible, porque en ‘Eternidad’ no hay tiempo, no hay duración, la Eternidad no tiene...............

A-Eso es lo que dice Lucrecio, que cuando maldice de los hombres dice “¿qué coños estáis queriendo restar de la Eternidad, si a lo que estamos condenados es a una muerte eterna?”.  El propio Lucrecio, científico, iluminado por Epicuro, sigue teniendo que reconocer la eternidad del Tiempo, es decir, el Tiempo todo de la muerte, cosa que, aunque ahora os queráis escurrir, a todos de primeras os tiene que parecer que es así.  ¿Qué limite puede haber?   ¿Qué límites puede haber?  Es el Tiempo todo, y el no estar aquí nosotros es algo que seguirá sucediendo eternamente: seguiremos no estando aquí nosotros por una Eternidad, muerte eterna, y eso es lo que le servía también a Lucrecio para maldecir de los hombres, que quieren restar a esa Eternidad el vivir unos cuantos años mas, algo.  Es con lo que os pido que os debatáis, con este problema; es una pregunta simple.

-Sí, pero es que ese tiempo es falso.

A-‘Falso’, no sé muy bien qué quiere decir ahora.

-Que es un tiempo ideado, y como tal, falso.

A-Que es ideal, por supuesto: ‘todo’, lo mismo que ‘nada’, son entes puramente ideales.  Que son puramente ideales, eso ya lo sabemos, y que por tanto pertenecen al reino de Dios matemático en sentido estricto, es decir, El que es que es.  Solo respecto a eso se pueden enunciar, y se han enunciado, esos ideales, como ‘todo’ y como ‘nada’.  Y esto es así, pero en la Realidad.............  ¿O es que esta muerte de la que Lucrecio habla, y los curas, y nosotros, no se refería a la Realidad?  En la Realidad, en la vida cotidiana, donde efectivamente no hay ‘todo’, lo mismo que no hay ‘nada’, sin embargo esa idea de todo y de nada, por ejemplo en forma de muerte eterna, está actuando, y nos está atormentando; de forma que es un puro ideal, que no es real, pero está actuando en la Realidad como lo más elemental, que es la muerte futura que a uno le han anunciado desde pequeño, el “te vas a morir mañana”.  Eso efectivamente nunca está aquí, pero el anuncio, la promesa, la esperanza, el miedo, de eso, está actuando aquí, realmente, en la Realidad.  Por tanto hay que buscar maneras de habérselas, aceptar o rechazar el cálculo: infinito menos 27, ¿es lo mismo que infinito menos 3554?  ¿Es lo mismo, o no es lo mismo?

-Pero si no hay vida eterna ni muerte eterna, porque es una ideación, entonces ¿qué es lo que hay?

A-Haber, lo hay, como ideal: ‘todo’, ‘nada’, ‘muerte eterna’.  Pero luego está lo desconocido, lo que no sabemos, y en medio, como recuerdas, estamos nosotros con el resto de las cosas; estamos la realidad, la existencia, donde efectivamente no hay ideales, pero los ideales están actuando; de una manera especial, porque somos los hijos predilectos de Dios, los que hemos aprendido ese truco de saber lo que no está, de saber la muerte.  A ver.

-Me estaba acordando de un ejercicio que me mandaron una vez en el colegio, que era escribirle una carta a Dios, y a partir de ahí podías preguntarle o decirle lo que quisieras, ¿no?  Y me acuerdo de que eso te obligaba a imaginarte la Eternidad de alguna forma, y yo siempre me lo he imaginado como algo estático, donde no puede pasar nada, y claro, la pregunta que me surgía era “y cuando te aburres, tu aburrimiento es eterno”.   Como te dicen que cuando te mueres dejas de morirte, y que ya es el fin, te imaginas ya que a partir de ese momento, o bien has alcanzado ya la felicidad ésa que te prometen, y entonces es un estado, y es un estado en el que vas a estar siempre, y entonces muy bien, porque es el estado de felicidad, o bien te aburres, y te aburres siempre.

A-Ya, pero te has desviao mucho últimamente.  Con lo que arrancabas era un recuerdo útil.  Más que estática, la Eternidad lo que tenía que parecerte era inimaginable.  Vamos, que si intentaras imaginarte la Eternidad, lo primero que tenías que descubrir es que es inimaginable; pertenece a los ideales, lo cual no le quita de seguir haciéndonos la puñeta en la Realidad, que ésta es la condición de los ideales, de cualesquiera ideales.  Sí.

-Yo lo que iba a decir es que la muerte eterna, interpretada como la carencia de vida, nos permite decir que todos tendemos a tener vida cero.  Luego digamos que la trayectoria de todos es la condena a la ausencia de vida.  Pero sin embargo, si queremos sumar, por así decir, lo vivido, esos istantes iniciales del comienzo de la gráfica hacen un cómputo diferente desde el punto de vista de la suma de lo vivido, y aunque todas las vidas tienden a cero, ese deseo de decir “pues yo cuanto mas tarde mejor” de alguna manera vendría justificado por esa interpretación.

A-¿Y te tranquiliza mucho esto que me cuentas, o no?

-No, simplemente es una forma de interpretar..............

A-No creo que pueda tranquilizarte mucho ni librarte del problema, porque parte de la noción de vida, que es una noción puramente científica.  Aquí para evitar eso de la muerte como carencia de vida y meternos con la noción de vida, que es un problema muy embrollado por todos los costados, como sabes, hay que decir lo que he estao diciendo hace un momento: no estar aquí.  Por ejemplo nosotros, los que estamos ahora.  No estar aquí, que eso es una cosa que está sucediendo eternamente, no en un momento dado; es que tiempo de no estar aquí, tenemos tanto tiempo de no estar aquí, que da pie para que efectivamente cualquiera (científico, cura, o lo que sea), te diga que es la Eternidad.  Estamos condenados a perpetuidad, a eternidad, a no estar aquí, y esto de que estemos ahora aquí parece una cosa incongruente, parece que no viene a cuento: a no estar aquí, estamos condenados a Eternidad.  ¿O qué más os parece?

-Que ahí por debajo están las posibilidades sin fin, y entonces ahí no se puede entrar con la Eternidad.

A-Ése es un punto por donde podéis atacar, sobre todo si os fijáis en el término matemático, seudomatemático, que he utilizado: infinito menos 27.  ¡Mas!

-Entonces sería la muerte eterna menos algo, es decir, que no sería eterna, porque entonces.......

A-Si no era eterna, no era la muerte a la que estamos condenados, porque ésa requiere ser eterna: cualquier ideal requiere Eternidad, y no sólo el Dinero, el Capital, el Estado..........que como veis actúan todos los días partiendo de que son eternos, porque si no, ¿qué coños de sentido tendría lo que nos hacen sufrir y nos matan todos los días?  Solo tiene sentido pensando en un tiempo futuro, tan largo que efectivamente podríamos decirles que es eterno.  Pero las posibilidades sin fin y lo de Eternidad efectivamente se chocan, y eso es útil: la fórmula que he empleado, “infinito menos 27 es infinito”, solo tiene sentido si infinito quiere decir...........

-Números.

A-O sea...............

-Cantidad.

A-“Todo”.  Solo tiene sentido si han hecho la trampa, que desde luego está hecha, por doquiera, en la Ciencia, y en la Teología, de confundiros infinito con ‘todo’; y entonces efectivamente respecto a ‘todo’ tendría algún sentido, pero respecto a un sin fin no tendría sentido, porque un sin fin no se trata con los números: el ideal ‘todo’ se trata con los números, y podéis decir “menos 27”, o “3550”, pero a un sin fin, que no saben cuántos son, que no saben por tanto qué es lo que es cada uno, a ése ni lo podéis contar ni le podéis plantear esto.  De manera que parece que Lucrecio, al atacar de esa manera a los prójimos, a esos creyentes que quieren vivir más, de hablar de muerte eterna estaba usando lo de “infinito” solamente en el sentido de ‘todo’.  Esto la Ciencia lo hace costantemente, y la propia Ciencia de Epicuro, que Lucrecio canta, lo hace.  Y respecto a lo que se oye llamar Universo y así, infinito se confunde con todo, infinito es como si fuera una totalidad; y mientras no os acostumbréis a ver esta contradicción, que rige, por la Ciencia y en todas partes, entre sin fin y todo, desde luego la cuestión que os he planteado va a quedar atascada: no hay compatibilidad entre todo y sin fin.  Ahora, alguien podría decir “bueno, si es sin fin, tampoco tiene sentido querer vivir un número de años más o menos”.  Y es verdad, pero de otra manera, que es en lo que os pido pensar ahora.

-¿Y tiene sentido decir “un número de vidas”?  ¿Se podría decir lo mismo de vivir un número de vidas?   Porque has dicho “un número de años”.

A-No, la multiplicación del caso de uno para un plural no nos saca del problema; lo confirma.  Es como cuando en lugar de hablarte de un Universo te invitan a que hables de los universos, o de los multiversos, como dicen a veces algunos, y no te sacan del problema; no te sacan del problema, que es el de la infinitud combatiéndose con ‘todo’, un sin fin de veras combatiéndose con ‘todo’, y por tanto la cuestión de la duración y cómputo de los años de uno se plantea de dos maneras distintas, según y cómo.  Desde luego, respecto a una Eternidad que es un todo, parece que no tendría sentido, porque la Matemática se ha visto obligada a reconocer que los números son compatibles con ‘todo’, y que aunque los números sean todos los cardinales que quieran, eso no quiere decir que no haya un número de números, y que por tanto la diferencia quede anulada.  En cambio, sin fin, que vendría a aludir a lo de abajo de nosotros, lo de debajo de nosotros............. ¡naaada de “muerte futura”!: nos estamos muriendo AHORA, con las cosas, con cualesquiera cosas; nos estamos muriendo AHORA, y todo lo demás es un cuento; todo lo demás es un cuento: nos estamos muriendo AHORA, reconoced esto, que es lo importante, y todo lo demás es un cuento.  Y naturalmente con respecto a eso no cabe nada más que lo mismo que hacen las cosas, los animalitos, de vivir lo mejor que pueden, y vivir bien, y siguiendo lo que nos queda del istinto de placer, pues muchas veces se vive más tiempo sin necesidad de pretenderlo, ¿no?  Es un resultado trivial y insignificante de dejarse vivir, pero eso es lo primero.  Te corté antes, perdón.

-Yo lo que quiero decir es que indiscutiblemente es eterno, y que en el momento en que la gente muere la energía desaparece.  La energía, que es la vida.

A-¿Qué energía?

-Y después de la energía, cada parte del cuerpo pasa a su origen natural, y no se van a integrar nunca.

A-Por favor, no te me pongas científica; eso te lo han contao, pero es mentira, todo es mentira.  No solo la Iglesia cuenta mentiras, también la Ciencia en la Escuela cuenta muchas.  ¡”Energía”!  ¡Por favor!  Ya antes le decía al compañero que no hablara de vida, pero energía es peor todavía, es como si supieras de verdad cómo es la muerte, como te la esplican en Biología o en Física.  Mentira todo.  El problema se nos está planteando aquí.  Sí.

-Que digo que sin embargo esas cosas que no saben su muerte futura, por ejemplo un mosquito, o una tortuga, ¿por qué vistos desde fuera su vida consiste en un cómputo de tiempo?

A-Porque somos humanos, y nosotros somos los que lo contamos.

-¿Pero no será porque..........? 

A-No, no, contar, solo nosotros.  Contar solo contamos nosotros, no le des más vueltas.

-Ya lo sé, pero ¿no será que la función del contar, o de la muerte, está relacionada precisamente con la formulación de que yo creo que soy yo siempre?  Quiero decir, vamos a ver..

A-Eso es lo humano.

-Pero es que en ese irse muriendo costantemente en que consiste la vida, estamos costantemente dejando de ser costantemente cada segundo el que se es.

A-¡Eso es!  Lo contrario del ideal.

-Y por lo tanto ésa es la contradicción, y si no se formula eso.........

A-Lo que estaba diciendo: lo primero es reconocer que es un cuento, que todo lo que el Mercado, el Capital y los Medios os cuentan, todo es algo inventado en esa base, sobre la muerte futura, sobre la ingerencia del Ideal en los asuntos de la vida corriente, y naturalmente mientras no se reconozca esta condición, no hay nada que hacer.  Estarse muriendo sin fin es una especie de negación del Hombre, porque el Hombre consiste en esa fe, que es la fe de Dios, de creer que uno es el que es, y por tanto su muerte se le hace inconcebible.  El estarse muriendo costantemente quiere decir renuncia al Hombre, porque lo característico de este tipo de bicho, de el Hombre, es justamente la fe en que cada uno se cree que él es el que es; por lo cual la Democracia naturalmente, al servicio de Dios, tiene que creer que cada uno sabe qué compra, sabe qué quiere, sabe adonde va, y todos los demás negocios de la Realidad.  Bueno.

-A mí siempre me ha llamado la atención esa frase de Jesús en el Evangelio de “yo os daré vida eterna”.  Entonces, ¿cómo hay que entender ‘vida’?   ¿Quizá como ese morirse continuamente, que entonces es contradicción, “yo os daré contradicción”?

A-Ni siquiera sé cuál es el término griego que aparece en el Evangelio, cuanto menos el arameo, que podían haber traducido los Padres, de manera que vaya usté a saber qué coños puede ser lo que te han traducido como ‘eterno’, que puede ser casi cualquier cosa, más vale no acordarse, ¿no?

Bueno, se ha hecho muy tarde y el problema queda abierto, lo cual tal vez era deseable, de manera que si el Señor no se enfada mucho, dentro de 7 días seguiré volviendo a preguntaros cómo os las habéis con el cálculo que he sacado como ejemplo para penetrar en el problema.