05.10.2011
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu302-5-10-2011#Tertu302-5-10-2011.mp3
- La oposición incasable entre solidaridad y comunidad.
TRANSCRIPCIÓN:
Vamos a seguir con esta guerra. Ya recordáis, por lo menos los que estabais estos días, que todo lo que habíamos intentado hacer, acudiendo a los problemas físicos, a los problemas del análisis, del psicoanálisis, y demás, era para entender con más claridad cómo es eso de que uno, la persona, no es uno, sino en primer lugar dos, contrarios, siempre el uno contra el otro. Ya recordáis: la lucha de ser uno el que es, como Dios, eso es lo que nos viene de Arriba, la fe en sí mismo, que es por tanto el sostén de su propia persona. Eso es lo que nos viene de Arriba, y de abajo lo que nos queda de vivo, es decir, desconocido, no definido, lo que nos viene de abajo, lo que nos hace comunes con las cosas, que no son propiamente hombres como nosotros. Hacer ese análisis o disolución de la Persona, del Yo, descubrir con precisión cómo es que uno no es Uno, sino que está costituído en esa lucha entre el uno y el otro, es lo que desde el punto de vista político más importa, porque recordad que el enemigo público número uno es uno precisamente, y que la Democracia por ejemplo, el más avanzado o progresado de los regímenes, tiene como primer artículo de fe ése de creer en uno, de creer que uno es el que es, y demás; de manera que se entiende sin más, yo creo, el interés político primario de este análisis o disolución, de este descubrimiento de lo que pasa, de lo que se combate en la pretendida unidad de uno mismo.
Para que esto se entienda con más precisión, casi voy a invitar a imaginarlo gráficamente, por lo menos para corregir los errores que esta imaginación gráfica trae consigo. Tenéis que empezar por representaros lo que nos viene de Arriba, el afán de ser uno el que es, de ser como Dios, como una flecha en contra de otra flecha que viene de abajo, que es la flecha de la resistencia, de lo que nos queda como cosa, como vivo, a admitir ese dominio, a admitir la imposición de esa fe. Y si imagináis por un momento una flecha contra otra flecha, la flecha que viene desde Dios, desde Arriba, y una flecha que viene de abajo como resistencia en contra de su Orden, en contra de su Imperio, entonces tendríais que preguntaros por el punto en que las dos flechas se encuentran o chocan. Esto es la falsa imaginación que tengo que presentar para corregirla enseguida, y el punto en que las dos flechas se encuentran, en uno, es lo que en este momento tenemos que presentar a disputa.
Uno desde luego, en cuanto persona real, está como sabéis en el encuentro, es decir, en la dualidad, como todo el resto de las realidades, que no consisten en otra cosa que en un choque, en un encuentro, de manera que esto no es específicamente humano, esto les pasa a las cosas, que están costituídas por una guerra entre.............la Ley de ser quien es, la Ley de subsistencia, la Ley de mantenimiento de la vida como vida de cada ser, y algo que se escapa de eso, que lo diluye, que lo difumina, y que hace que esos mismos, las cosas, estén viviendo en una perpetua destrucción, en un perpetuo descubrimiento de la falsedad de sus pretensiones. Esto es el uno real, el yo real; el yo real, que no está en ningún punto de encuentro de las flechas, sino que está costituído justamente por el hecho mismo del encuentro, el hecho mismo de la dualidad de uno, dentro de uno, contra uno mismo. Eso es lo real, en eso nos parecemos a las cosas: estamos costituídos por una obediencia a la Ley de existir, de seguir siendo lo que somos, de mantener el ser de cada uno, y otra cosa que nos viene de más abajo y que no admite esa pretensión de seguir siendo uno el que es, y que obliga por tanto al perpetuo deshacimiento en el que estamos; a lo que solemos llamar morir, pero sin olvidarnos, como los que me acompañan sabéis bien, que el término “muerte”, como real, se refiere a otra cosa que no solo no es eso, sino que es de algún modo lo contrario.
Pues tras este recordatorio del esquema, volvamos al encuentro de las dos flechas. Ahí es donde ya se presenta el problema más específicamente humano. Si lo habéis presentado así, como flecha encontrándose con flecha (ya lo estáis dibujando en la mente, si no en el papel), hay que preguntar qué es lo que hay ahí, qué es lo que hay con eso. Y no es fácil encontrarle camino a esta pregunta; supongo que por lo menos está hecha lo bastante clara, lo que importa es la claridad de la pregunta, porque lo de la solución aquí no nos toca, nos toca preguntarnos y dejar que la duda florezca, que es lo que es activo, que es lo que hace cosas. ¿Qué hay con eso? ¿Qué hay ahí, en el punto de encuentro de una flecha con otra? No sé si a alguno de los que vienen conmigo todo el rato se les ha ocurrido ya algo que decir a ese propósito. Se os agradecería. Sí.
-A mí se me ocurre que ahí se habla; o se grita, vamos, también se puede gritar.
A-¿En ese punto?
-Porque la Ley también se recibe al hablar, o al oír, o al estar metido en un idioma, ¿no?
A-También.
-Sobre todo eso: al haber aprendido un idioma se recibe la Ley, y la información que hace falta para defenderse entre las otras criaturas que también se defiendan.
A-También, también hablando se reciben lo uno y lo otro, la Ley y la contraLey, y por tanto la cuestión del punto en que se encuentran el que quiere ser Yo con ese otro que no le deja ser Yo, que no le consiente la fe ni la mentira, sigue abierta. ¿Se os ocurre alguna cosa más a alguno?
-......................
A-Recordad que ya he quitado de en medio a El Yo real, la Persona, lo que tenemos de común con las otras cosas de la manera específicamente humana, porque ésa no está en el punto, desde luego, no tendría sentido, ésa es justamente la lucha, la contradicción, de manera que................
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A-Bueno, aunque parezca que no, este problema del punto de encuentro del que quiero ser el que soy contra el que no me dejo ser el que soy, ese punto de encuentro, que es tan claro, tiene que ver con la cuestión física que hace unos días hemos empleado de cuánto va desde el último momento en que el columpio se está moviendo todavía hasta el primer momento en que ya no se mueve, en que ya está parado. No es tan fácil ver el paralelo, pero supongo que los que habéis estado estos días lo vais encontrando, y veis cómo un problema tiene que ver con el otro; porque en ese problema, recordáis, no quedaba más remedio que decidirse por una de dos: o hacer caso a la Ciencia, a los saberes humanos, y encontrar, si no un número, por lo menos un cálculo satisfactorio que nos dijera cuanto va, o bien optar por la otra actitud, que era la de decir “no hay tiempo, no hay nada que vaya de un punto al otro”. No hay Tiempo, que equivalía justamente a negar el Tiempo real sobre el que toda la realidad humana está costituída; el Tiempo real, el de ayer/hoy/mañana, el del calendario, el del reloj, el Tiempo real, ése que nunca está aquí. Bueno, y el decidir una cosa u otra recordáis que implicaba ya la rotura de uno en dos; por ahí es por donde fuimos entrando al análisis, a la disolución: si había que decidir o por lo uno o por lo otro, eso ya traía consigo la rotura de uno en dos contrarios.
Recordáis que a ese propósito decíamos AHORA, que no es ningún punto, porque tiene la virtud de que se escapa de la realidad de inmediato, la virtud de que cuando se dice “ahora” ya no es AHORA, y de esa manera, decíamos, la continuidad, la infinitud, el sin fin, se presentaba de una manera inmediata dentro del problema del columpio, o del péndulo; ahí. AHORA no es ningún punto; no es ningún punto de la línea del Tiempo real; AHORA por el contrario niega, deshace, la ilusión del Tiempo. Bueno, pues supongo que ahora os es más fácil ver el paralelo con el problema que os estaba presentando como dándose dentro de uno, en el encuentro de las flechas del que quiere ser el que es, como Dios, y el que, o lo que, se resiste a admitir semejante cosa. En ese punto efectivamente lo mismo puede decirse que estoy Yo (Yo como Dios, Yo como Eterno, Yo como siendo de verdad el que soy), como puede decirse que ahí estoy yo deshaciéndome como cosa, el sin fin; el sin fin presentado en ese AHORA. Se pueden dar por tanto las dos respuestas contradictorias, esto ya se nos había ido apareciendo, y esto es justo. Esto no satisface desde luego cuando se trata de un problema dentro de la realidad, esto de que resulten dos respuestas contradictorias la una con la otra, pero así es, y lo mismo podéis decir lo uno que lo otro, que en ese encuentro ahí estoy Yo, Dios justamente, es decir, el que soy de verdad, como se puede decir “ahí estoy yo que me estoy perdiendo continuamente, que me estoy perdiendo sin fin”, como si eso fuera la verdad en el sentido contrario, el descubrimiento de la mentira de la realidad.
Bueno, no sé si este dilema está lo bastante claro para que pueda seguirnos midiendo, es decir, practicando lo que aquí se trata de hacer, que es justamente la disolución de uno, la disolución de uno como enemigo público número uno. Pero ahora, como ya os anunciaba, el esquema que os he hecho imaginar os lo he traído justamente para retirarlo, para borrarlo como mal establecido. También esto hay que admitirlo así, y con esto nos hemos encontrado más de una vez: es necesario, o oportuno, hacernos una imaginación de lo que se está diciendo o descubriendo, aunque sea para poder después, a continuación, rechazarla, descubrir que estaba mal imaginada. ¿Por qué estaba mal imaginado el esquema que os he presentado? Pues precisamente porque está planteado como dentro de uno y como referente a uno; es decir, que está presentado sometiéndose a la ideación, o por lo menos a la ilusión de ideación, de uno, cosa que desde muchos puntos de vista hemos visto que no puede ser. Está planteado dentro de uno, y como eso se descubre una pretensión falsa, pues no puede ser. Está presentado como dentro de uno, como si se hubiera dado por supuesto que lo que hay es uno. A los que me seguís esas palabras tan sencillas supongo que ya le están diciendo algo, y los demás, que lo entiendan ahora: la falsa presuposición es la de que lo que hay es uno.
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A-Ya entiendo que es demasiao sencillo; es demasiao sencillo, está dicho en lenguaje corriente, y en muy pocas palabras, pero ésa es la falsa pretensión, la de que lo que hay es uno. La pretensión de que lo que hay es uno es desde luego una obediencia a la Ley de Dios, el cual como sabéis no puede menos de estar costituído en esta Ley que dice que Él es uno, y que por tanto de alguna manera en Él están todas las cosas del mundo, en Él están encerradas todas y reducidas a ese uno; Él es la única causa, Él es la única Ley de ser que las cosas cualesquiera tienen. Fijaos que para que Dios pueda decir esto, y por tanto asentarse como uno, tiene que hablar de las cosas del mundo como todas, y esto es como recordáis una falsedad que va con la otra: quién llega a creer en uno está creyendo también en Todo, o en Nada, que da igual; en Todo o en Nada, ideales; es lo mismo, lo uno va con lo otro.
De manera que eso por un lado, pero por el otro lado aquello desconocido que se resiste siempre a la Ley de Dios, las cosas sin nombre, no contadas, entre las cuales estamos también nosotros en cuanto hombres, y ésas no solo no son todas, sino que no son en ningún número determinado: son muchas, son más y más, o menos y menos, cualesquiera cosas indefinidas, pero de ninguna manera un número, ni uno, ni todos; ni uno, ni todo, ni un número cualquiera. Por tanto, ya veis que no puede sostenerse la pretensión de que lo que hay es uno, pero tampoco, da lo mismo, la pretensión de que lo que hay son todas las cosas, un conjunto de todas las cosas, que vendría a ser lo mismo. Por eso el esquema estaba mal planteado, de manera que vamos a tender, no a retirar del todo el esquema, sino a trasladarlo a una imaginación abierta (que ya no puede ser ni propiamente imaginación) a las muchas cosas, a las cosas incontables, a las cosas todavía no definidas, sin nombre ni número, de manera que ahora ya las dos flechas contrarias en este nuevo campo se nos han convertido en una multitud incontable de flechas que se encuentran las unas con las otras. Ésta es la corrección más elemental del esquema: como no se puede plantear ni para uno ni para todos, que da lo mismo, parece que lo más honrado es plantearlo así, para los muchos sin cuento, que es lo que son y somos las cosas. Ahí veis una lluvia innumerable de flechas que vienen del Cielo, de Arriba, y que a las cosas tratan de encontrarles a cada una su definición, su nombre, en el idioma que sea, y por tanto poder contarlas, y flechas que vienen de abajo, que son flechas más bien fluctuantes, borrosas, que son las de la resistencia de lo vivo, de lo que queda por debajo vivo, a admitir semejante imperio, semejante decisión. “Multitudes” es una cosa vaga, pero comprenderéis que en el trance en que estamos siempre es menos mala que “uno”, o que “todos”, o que “nada”, una vez que hemos descubierto la falsedad de la presuposición contraria. De manera que solo en ese sentido nos vamos arreglando para convertir en esto otro el problema: multitud incontable de flechas encontrándose con la multitud de resistencias que desde abajo vienen.
Ahora ya no se puede buscar, como antes os hice hacer, una respuesta dentro de uno, en lo que a uno le pasa, sino que justamente nos hemos salido de ahí, y esto es justamente el paso a lo que vulgarmente se llama política. Supongo que muchos de vosotros lo habrán percibido según lo estaba diciendo, aunque lo estuviese diciendo en términos tan alejados de la política corriente. El problema viene a ser éste, que pertenece a la política más trivial y más de cada día, que es el problema de la comunidad o la solidaridad. Ya recordáis que este problema, como de política humana, pues se refiere a las cosas que somos nosotros, a las cosas humanas: una política con los animales, o los árboles, o los astros, que se podría hacer, generalmente no se hace, y referimos la política justamente a este tipo de sociedad, a la Sociedad Humana, que está así costituída, pero no importa, porque la cuestión del encuentro de las múltiples, incontables, flechas de Arriba, con las muchas, incontables, flechas de abajo, se sigue planteando para nosotros, y da lugar a estos consabidos problemas solidaridad/comunidad. Son justamente los términos de la lucha política cotidiana, elemental, los que tienen que surgir en cualquier reunión en que se empieza a hablar de cosas públicas; no pueden menos de surgir, y surgen, y estamos hartos de oírlos surgir. Solidaridad/comunidad, representa dos actitudes que aquí quiero ver hasta qué punto se combaten la una con la otra; son incasables, y no pueden tener sentido juntamente, pero al mismo tiempo por ahí, en cualesquiera formas de partidos o de intentos de gobernación o de desgobernación, se emplean como si fueran compatibles, como si casi vinieran a decir lo mismo: solidaridad, comunidad.
Supongo que estáis viendo el salto desde el problema general tal como lo he planteado con la cuestión política. Solidaridad quiere decir, pues eso que sabéis: que entre todos, todos juntos, tendremos más fuerza, que podremos oponernos al Poder de una manera más eficaz, no cabe duda, si somos muchos, cuantos más mejor, pero sobre todo que si nos iscribimos, afiliamos, clasificamos y organizamos, con todo eso estaremos presentándole al Poder un grave problema, la resistencia popular por así llamarla se habrá hecho más fuerte, y por tanto no se le puede pedir otra cosa. Los que emplean la palabra pueblo, mal, dicen cosas como “el pueblo unido”, y eso quiere decir solidaridad. No sé los que inventaron este eslogan lo que entendían por pueblo, pero desde luego lo seguro es que no entendían lo que aquí solemos entender cuando hablamos de pueblo-que-no-existe; ellos entenderían una colectividad cualquiera, que no hace falta que fuera nacional, ni que fuera necesariamente sindical o de trabajadores, pero en todo caso, pues algo real y humano: “unidos entonces, organizados en conjunto, seremos más fuertes y podremos hacerle frente al Poder, derrocarlo, si llega el caso, y sustituirlo por algo que sea para la gente, pues más tolerable, que le permita de alguna manera vivir mejor que en el régimen actual”.
Esto es lo que os he presentado como contrario, incasable, con “comunidad”. Ya os las podéis ir arreglando por vuestra cuenta, porque os voy a preguntar enseguida, para que ayudéis conmigo a desenredar el problema; ya podéis irle dando vueltas a eso de hasta qué punto os sentís conformes al oírme hablar de esa oposición incasable entre solidaridad y comunidad, o no os encontráis a gusto, si se os ocurre algo más. Desde luego ya comprendéis que la cuestión implica descubrir para la palabra “común”, o la que en cualquier otro idioma se emplee, un sentido que no sea el que muchas veces aparece, es decir, librarla de los sentidos con que torpemente suele usarse de vez en cuando, y saber decir “¡no, no, común no es eso!”. Si alguien dice “¿quieres decir que común se opone a lo individual, a lo singular, y que por tanto es la colectividad, lo social?”, y decir “¡no, no, no es eso!”; y cualquier otra cosa que se os ocurra respecto a los usos habituales, pues lo mismo, someterlo al mismo examen implacable. ¿Qué os parece por tanto (y ya os dejo correr con esto la palabra) de estas dos actitudes, o reacciones, o como se quieran llamar, que en la política corriente y vulgar aparecen cada día, de “solidario”/“común”, “solidaridad”/“comunidad”? Fuera de la tertulia ya, al encontrarlos todos los días de una manera o de otra, no podéis menos de haberos planteado un poco la cuestión, de manera que no la traigo aquí como de nuevas, sino como algo que supongo que a cualquiera que se ha venido tropezando, en su esperiencia, en los Medios, en cualquier otro sitio, con estas dos actitudes, tiene que haber pensado, o sopensado, algo acerca de ello. Así que adelante. Sí.
-Yo creo que lo que está claro es que en lo común el uno desaparece, mientras que en la solidaridad.............
A-Te interrumpo, Jaime: eso es lo que dije, una de las propuestas que te puedes encontrar, es decir, es contra la singularidad, contra la individualidad. ¿Qué es lo que se opone a eso?
-.........................
A-¿Qué es lo que se opone a eso, a la singularidad, a la individualidad?
-Es que el ser común abarca todo.
A-¿Si? ¿El ser común abarca todo? ¿Quién hay que le dice a Jaime que eso no pué ser?
-No hay todo.
A-No hay todo, ésa es la cuestión. ¡Vamos, más!
-...........................
A-Venga, que quien sea ha pensao en esto hartas veces. ¿Qué pasa?: ¿somos solidarios? ¿Somos lo contrario?
-Parece que hablando de solidaridad es fundamental la creencia en la realidad, porque cuando se habla de solidaridad se puede oír decir “solidaridad obrera”, “solidaridad entre mujeres”, etc., y entonces eso implicaría que aquellos que participan en esa solidaridad son cada uno un obrero, son cada una, una mujer. Y si lo común lo estamos oponiendo a eso, tiene que ser algo que no tenga nada que ver con la realidad.
A-Bueno, esto último ya, como dice (), pues tendrá mucho que decir. Lo demás parece bastante claro: los que hablan de solidaridad, de hacernos solidarios, y todo eso, desde luego están no solo aceptando la realidad, sino la realidad humana; la realidad humana o social, y la realidad de las cosas múltiples y perdidas no contaría aquí. Implica la aceptación de la realidad humana tal como establecida por el Poder desde el comienzo de la Historia, implica que hay necesidades, no las ha impuesto ningún () nacido de la tierra, necesidades sociales, desigualdades sociales, de clase, o de ocupación, que los unos tienen más capacidades, que los otros menos, que los unos tienen más necesidades, los otros no tantas, y es respecto a eso de lo que se dice solidaridad. ¿Respecto de qué otra cosa se habla de solidaridad? Solidaridad quiere decir ponernos todos de acuerdo para combatir las necesidades separadas, individuales, porque se supone que justamente si atendemos a todas ellas, un partido popular, un sindicato popular, tenemos muchas más probabilidades de hacerlas valer, o por lo menos hacerlas valer contra los que mandan, contra el Poder. Todo eso se reconoce en “solidaridad”. Estoy () por tanto que en comunidad no se reconozca nada de la necesidad, inevitabilidad, dado por sí, de las necesidades humana. ¡Más!
-Que la solidaridad implica la solidez, que haya un conjunto de elementos, y que cada uno sea el que es, y cada uno pertenezca a su conjunto, y ahí puede ser que haya un plazo, un negocio, una economía, entre ellos, para llegar a acuerdos, programar futuros, etc., etc., etc. Entonces se cuenta con que cada uno tiene que ser el que es. En cambio lo de la comunidad es una liquidación, que sería un anti-Estado, una licuefacción en el sentido de que ................
A-Bueno, muy realista y físico está eso. Las virtudes con las que se predica la solidaridad, así, si las tomamos en conjunto, son que somos más fuertes, ofrecemos una resistencia más segura al Poder. Somos sólidos en ese sentido, de manera que simplemente lo de la licuefacción te ruego que lo dejes, y dejemos lo de la comunidad con un NO, porque en la comunidad hemos dicho que no parece que se implique nada de eso.
-¿Puedo terminar?
A-No, no, no termines, la comunidad queda escluída.
-El tema es que para pasar a eso que se llama la comunidad..............
A-No, a la comunidad déjala.
-...........es necesario pasar por lo que es la solidaridad, y este es el tema que está muy bien planteado en Simone Weill por ejemplo, cómo se llega a eso de lo común sin traspasar el uno, es decir, sin contar con que uno es una persona traspasada, y que ha llegado a lo común a fuerza, no de negar el ser uno, sino de traspasarlo. No hay posibilidad de llegar a lo común si no se pasa por lo antipersonal.
A-Desde luego, lo de que lo común implica la no personalidad, la no-persona, al estilo ése, está claro, pero yo no quería hablar de lo común ni de cómo se llega a ello, quería seguir hablando de la oposición, y hasta qué punto la oposición se considera incasable, intolerable. Efectivamente no hace falta que Simone Weill ni nadie diga que haya que pasar por la organización social pa llegar a lo otro, que es una tontería que la han dicho muchos, pero lo que importa es que no se trata de eso, no se trata de llegar a la comunidad a través de uno: partir, se parte siempre de la realidad, y no solo en este plano de la realidad, sino de la realidad HUMANA, y se parte de la costitución más o menos lograda, más o menos desastrosa, de los gobiernos, de las asociaciones que desde el comienzo de la Historia nos han acompañado............ De ahí se parte, porque no estamos en otro sitio, y ahora nos estamos planteando la cuestión de cómo para ir en contra de esta costitución que se nos ha dado, lo que llamamos El Poder, puede plantearse el problema de juntarnos, hacernos solidarios, igualar nuestros derechos los unos con los otros para que todos sean los mismos derechos, o por el contrario no; o por el contrario no plantear semejante cosa.
-¿Pero cómo se da la disolución?
A-Otra vez te vuelvo a pedir que la dejemos de lado. Venga, más cosas. Sí.
-A mí lo que me parece es que la contradicción entre comunidad y solidaridad está coja, en el sentido de que solidaridad es por la parte de la realidad, y comunidad, en el uso que le solemos dar aquí, pues no, y me parece que nos falta el complementario de la solidaridad.
A-Eso para mí no es nada claro, y ya se lo dije a él cuando dijo “nada”. Dentro de la realidad se plantea el problema, y aquí de momento, en esta realidad política, no se trata de salirse de la realidad, sino concretamente de ir contra el Poder, de derrocar al Poder establecido.
-Sí, pero para derrocar al Poder establecido parece que lo interesante políticamente es ver que a lo que se opone solidaridad es a competencia. Una oposición falsa, por otra parte, que es justamente lo que comunidad viene a disolver en el sentido de que la competencia es la lucha de unos con otros, que le favorece al conjunto. Esa concepción, y frente a ésa la solidaridad como la unión de unos con otros favorece también a todos. Son dos concepciones que en ese sentido son iguales, en el sentido de mantener el uno y el todos, y frente a eso, rechazando y negando tanto al todos como al uno, está la comunidad.
A-Bueno, lo planteas de una manera que parece que todavía no da cuenta de la guerra entre los términos. Imaginad que estáis en una asamblea de gente, y que tenéis que asistir a las dos maneras que se presentarán enseguida de ponerse de acuerdo, por ejemplo por votación y cómputo de votos respecto a una acción, frente a otros que no se sientan contentos con esa forma de organización, que se nieguen a que haya votación en la asamblea. Imaginaos en situaciones como éstas, que es ahí donde, si como los que han hablado hasta ahora parecen sugerirlo, hay que combatir la solidaridad, la idea e ilusión de solidaridad, hay que ver cómo hacerlo. Ahora contra ella se han dicho algunas cosas útiles, que pueden demostrar hasta qué punto cualquier solidaridad es sumisa, y que se puede demostrar incluso que hasta los éxitos posibles de la solidaridad, como se dan, son éxitos en la sumisión al Poder y en la colaboración con el mantenerlo; porque ¿cómo coños un sindicato puede, a fuerza de solidaridad, conseguir que se mejoren los reglamentos u órdenes que rigen el mercado social, si no es contribuyendo simplemente a la mejora de esa organización del Poder social, de tal forma que entonces la pretendida victoria no ha sido victoria, sino todo lo contrario, una sumisión? Todo esto podéis decir, y no me atrevo por tanto a decir nada a favor de la comunidad, basta con que se nos vaya sugiriendo que no: está claro que comunidad implica no personas humanas, está contra la personalidad, está claro que por tanto implica la no propiedad; eso está claro, y por tanto que implica no Dinero, que ya se sabe que es después de todo lo mismo que el Poder. Implica todas esas cosas, implica el no repetir lo que en la ordenación social está ya dado. No me atrevo yo a decir nada positivo acerca de eso de comunidad, lo importante es despojarla de sus malas ideas. Adelante.
-¿Y cómo se esplica que el vocablo comunidad sea lo más prostituído que hay ahora mismo, por ejemplo la Comunidad de Madrid, la comunidad de vecinos, lo comunitario....? Es quizás lo que más se usa en el mundo de la comunicación, y lo más prostituído. Tanto como el término pueblo, igual.
A-Eso, y por la misma razón. Venga.
-Y por la misma razón es conveniente que se analice eso.
A-De la prostitución de los términos estamos ya al cabo de la calle, es normal. ¿Qué quiere decir felicidad? Has cogido algo que sonaba a bueno, felicidad, y entonces así lo emplean en los Medios, con ese éxito, y desde luego con pueblo, con comunidad, lo mismo, sin duda: han cogido algo que sonaba a bueno, y que sigue sonando a bueno, y efectivamente por eso lo saco aquí, si no, no me molestaría en buscar un contrario, que es la organización. Han cogido ellos, los del Poder, algo que sonaba a bueno, como la felicidad, y lo han convertido en lo que sabéis, en lo que se llama comunitario, comunidad, y todo eso. Sí.
-Es que por lo que está saliendo se ve que comunidad es lo que la realidad niega, lo que está negao, que está ahí, o está aquí, pero negao, y cuando tratan de costruír todo eso de la solidaridad, que es muy trabajoso, que hay que costruírlo entre todos, y todas esas propagandas que nos hacen, están dando por hecho que no hay comunidad, que eso está muerto y que por tanto no hay más que costruír la solidaridad. Se me ocurría compararlo con cuando se saca la cuestión de la huelga general, si no os parece mal, que sacan una huelga general de la llamada política que consistía en eso, en presionar al Estado para que haga concesiones y por ese lado reconocerle su papel, mientras que estaba lo que la gente entendía por una huelga de verdad, que se podía siempre hacer, que era desobedecer para siempre, o sea, desobedecer para no volver nunca al trabajo ordenado ni a la diversión organizada por ellos, pero esa huelga no necesita ni propaganda ni nada, porque está ahí, porque todo el mundo entiende que ésa es la manera de librarse del Poder, y frente a eso.............
A-Gracias, Ana, no hables más, porque si no, nos vas a convencer. En este caso vuelvo a decir lo mismo: estoy no queriendo decir nada positivo acerca de comunidad, estoy viendo cómo lo limpiamos de las falsas ideas y de las confusiones con lo contrario; que desde luego yo pienso que por mal utilizada que esté la palabra, como sabéis (comunidad, comunitario, Comunismo, etc.), pues no la han matao del todo; si no, eso sí, no me atrevería a traerla aquí. La traigo, y no solo por recuerdo de lo que la razón nos dice en fragmentos del libro de Heráclito a propósito de “xunón”, que es una de las cosas que se pueden traducir por común, “xunón”, especialmente en el fragmento donde, () la dedicación a lo privado, dice que hay que seguir a lo público (“koinón”), porque lo público es común, “xunón”. En ese sentido también en esos fragmentos está la cosa ya lo bastante clara; sin embargo este problema está tan claramente planteado para cualquiera de vosotros, y sin duda tenéis tantas cosas que pensar, que voy a cortar aquí este problema; voy a cortar aquí, y lo voy a dejar para que traigáis el día que viene, si nos toca, todas las ocurrencias que os vengan acerca de esto que hemos dicho de solidaridad, organización, etc., y de lo que más bien no hemos dicho acerca de comunidad y todo lo demás.
Lo voy a dejar, porque para que se entienda mejor y se vuelva un poco al comienzo de lo que he sacado hoy, es tal vez oportuno volver a la Teología, y no solo a la Teología cristiana y católica, sino también más en general antes de los padres de la Iglesia. Esa Teología regía, y en ella se establecía el problema que todos conocéis de cómo es que a los buenos les ocurren desgracias, siendo así que Dios es la bondad misma. ¿Lo recordáis, verdad? Desde niños, y desde antes de niños, lo conocéis. En términos de esa época el bueno sería el sabio, a su estilo. ¿Y cómo es que siendo el Señor, Dios, el ordenador, el fabricador de todas las cosas, consiente que al bueno, al sabio, le pasen desgracias, sufra tanto, se encuentre con eso? Fijaos bien que es un problema que se plantea naturalmente solo desde esta actitud propiamente humana que es la de creer en Dios, ORGANIZADOR de las cosas. Los que acompañáis recuerdan que por el contrario en los versos del poema de Lucrecio la cuestión del rayo se plantea de una manera muy distinta, y para demostrar que los dioses no intervienen, que el rayo no lo manda Júpiter por su mano, pues se muestra eso, cómo el rayo cae INDISTINTAMENTE, sin ninguna distinción, en los buenos y los malos, en los ciudadanos perfectos y en los malhechores, y hasta cae en los propios templos de los dioses de vez en cuando; de manera que mostrando esta indiferencia, y ésa es la actitud contraria: él no estaba obligado a una Teología que contara con un ordenador, aunque naturalmente la doctrina de Epicuro, la de Lucrecio, cae por otras partes en lo mismo, pero por lo tanto ahí está esa indiferencia. En cambio, quien parte de un Organizador Sumo de las cosas tiene que preguntarse cómo es que le pueden caer desgracias al bueno, al sabio, ésta es la cuestión.
Fijaos bien, para que veáis lo que eso tiene que ver con el problema: esto implica que se reconocen, en el mundo, imperfecciones. Uno está dispuesto a renunciar a la idea de Cosmos, a la idea de que el mundo es una ordenación, es un Cosmos, y está dispuesto al reconocimiento de lo que es evidente: las imperfecciones, las roturas, los quiebros, las caídas, las desgracias, y todo lo demás que queráis decir. Pero si está Dios en lo alto, entonces tendría que ser que la perfección de Dios abarca o implica TODAS las imperfecciones también. Desde luego eso vienen a decir las monsergas que a los que se planteaban, paganos o cristianos, el asunto, se les planteaban, que les decían por ejemplo “hay que entender el sufrimiento del sabio, o el sufrimiento del bueno, como algo que Dios le envía a modo de ejercicio, para que por medio de él se haga más bueno y más sabio de lo que era antes”. Estas monsergas os suenan, ¿no?, a cualquiera le suenan, se oyen por todas partes, y ésa es la manera que tendría que llevarse al estremo diciendo eso: Dios es tan perfecto que en Él están también incluidas todas las imperfecciones posibles. Esto supongo que os suena enseguida, y hay un enlace con los problemas que os estaba planteando, y si no os suena todavía, pues en cuanto lo penséis un poco os sonará. Supongo que está bien claro cómo esta cuestión, planteada de esta manera, tiene que ver con eso. De manera que esas cuestiones dejo abiertas, salvo que el rato que nos queda respecto a algunas de ellas se os ocurran cosas que decir.
-Sobre lo que estás hablando, de los términos ésos de bueno y malo, eso es una recreación de nosotros, ¿no?, de los llamados humanos.
A-No sé, ¿tú qué crees?
-Yo creo que sí, que es una cuestión nuestra, que si por ejemplo un rayo como dices cae, pues la llamada Natura no hace distinciones, que lo mismo le cae el rayo a uno que es rico como a uno que es pobre.
A-Sí, ésa es la actitud de Lucrecio, pero no sé qué tiene que ver con lo de bueno o malo.
-Pues que no existe lo de bueno ni lo de malo.
A-¿Hablando de hombres? Sí, generalmente se suelen llamar buenos (“un buen ciudadano”, “un buen padre”, “una buena madre”), a los que cumplen con sus leyes respectivas de padre, de madre, de ciudadano, y eso es lo que se suele decir. En cambio, malo suele decirse de los que llama malos la Ley, de los que llaman malos los Medios de Formación de Masas, es decir, de los que infringen, de los que roban, de los que violan, de los que llevan una mala vida en general. Esto es lo general, pero no es cierto que esa oposición se agote ahí: ésa es la manera en que se usan, pero tengo que decir de “bueno” lo mismo que he dicho de “común”: que si lo traigo aquí, es porque considero que la prostitución no llega a tanto que ya no sea verdad que lo bueno, que bueno, sigue sonando a bueno, y que común por tanto sigue sonando a bueno. No es verdad, y es bastante fácil para el pueblo-que-no-existe denunciar la manera en que esos adjetivos los emplea el Poder, y además lo hace de vez en cuando, a cada paso: cuando el Poder, o los Medios, te presentan como bueno, o ejemplar, algo, o condenan a veces como malhechor, como detestable, a otro, hay algo todos los días entre la gente que protesta, que no está conforme, lo cual quiere decir que todavía bueno les sigue sonando a bueno, lo mismo que aquí procuramos que común siga sonando a bueno en contraposición a “legal”, “legalizado”, “solidario”, “establecido”, etc. ¡Más! ¡Más ocurrencias, antes de que os deje con los problemas abiertos para otro día! ¡Más! Sí.
-A mí se me ocurre pensar en el eslogan que tienen en Francia, que es “libertad, unidad, fraternidad”, que eso no engaña ya a nadie. Eso será bueno, pero no se lo cree absolutamente nadie en Francia.
A-Hay que decir en honor de () que “fraternidad” todavía era relativamente inocente con respecto al término que he sacado aquí, que es “solidaridad”. Desde luego engañoso del todo, porque hermanos se llaman en primer lugar a los que por ley pertenecen a la misma casa, a la misma familia; o por estensión, bienvenida para la Iglesia, hermanos, frailes, se llama a los que están también perteneciendo a la misma Orden, de manera que de ordinario, claro, “hermano” se ha malempleado para tantos usos que desde luego pretender los revolucionarios que con “fraternidad” estaban diciendo algo de los que los frailes decían, era muy vano. Pero desde luego el progreso es el progreso, y la solidaridad que os he propuesto es todavía mucho que peor que hermandad en ese sentido: la gente todavía, pues le conserva usos, y a veces llama hermano o hermana a gente que no es ni hermano ni hermana, y se le llama hermano o hermana de vez en cuando, en alguna ocasión, por un golpe de afecto, o por lo que sea. Pero bueno, a otra cosa.
-Yo es que creo que lo común tiene que estar más cerca de lo imperfecto, y perderse en ello, porque si no te pierdes.............
A-Yo de lo común he preferido no hablar, ¿eh?, y os he recordao a este propósito todas estas monsergas de los moralistas y teólogos acerca de las imperfecciones del mundo, al reconocimiento del (), que para mantener a Dios en su sitio obliga a reconocer que su totalidad, su perfección, encierra, implica en sí, TODAS las imperfecciones. Es esto lo que os he pedido que sigáis pensando lo que tiene que ver con lo anterior. Pero antes de que nos vayamos............
-Yo no sé si sirve, pero me estoy acordando del pasaje éste del evangelio donde dice Cristo que Dios hace llover y salir el sol sobre justos e injustos; que parece que ahí se consideraba a lo mejor un poco lo mismo que se decía por allí, que eso de justos e injustos es una cosa que no le toca mucho a Dios, como si fuese una cosa más bien humana, y que Dios no se parara a hacer esas distinciones. Vamos, que me parece que esa afirmación va un poco en contra de la Teología tradicional, de la manera de entenderlo tradicional.
A-Hombre, si tomáramos el término “justo” y lo tradujéramos a la lengua de Cristo, al arameo o lo que fuera, es decir, que aceptáramos el “iustus” de la vulgata, o el “díkaios” de la traducción griega, así, como si en arameo significara lo mismo, nos veríamos un poco apuraos, porque tendríamos que reconocer que ahí Jesús está, aunque sea para hacer esta disolución, admitiendo términos como “justo”, como “iustus”, como “díkaios”, que desde luego comprometen.
-Pero parece que dice que esa distinción a Dios no le atañe, que.........es que no me acuerdo del contesto.
A-Es que además habría que partir de que a lo mejor “justo” se dice un poco en el sentido que estoy diciendo de “bueno”, y que Dios llueve o tira rayos igual sobre los buenos que sobre los malos. Desde luego, sí, está dicho para anular, desde ese punto de vista, la distinción, pero vamos, desde luego admitiendo, tal vez demasiado, Dios, Justicia, y tal vez no hace falta, quiero decir, que tal vez no hace falta para desnudar el problema. ¡Más todavía!
-Hay una cosa que me gustaría dejar como apunte para seguir con lo de la solidaridad y comunidad para la próxima semana, que sería la siguiente: hay dos corrientes de pensamiento científico, y opuestas: la de los Maswelianos y los discípulos de Darwin, que creen que en la lucha por la subsistencia el mejor se desarrolla y crece, y luego hay otra, que es la que cree que el apoyo mutuo, bien canalizado, es lo que hace desarrollarse a las especies, y que las especies que más adelante salen son aquellas que practican el apoyo mutuo. Bueno, pues esta es una discusión que aporta muchos datos a la hora de plantear estos problemas, porque es considerarnos como un animal más, como una especie más entre las cosas. Pero es un dato para el tema.
A-No podemos apreciar mucho lo que los científicos digan, ¿verdad? Es como los teólogos: ellos están obligados a sus imaginerías justamente para contribuir al mantenimiento del Poder. Lo primero que hay que decir en contra, es que ahí lo de la lucha por la existencia, como he dicho, eso no es específicamente humano, que a eso estamos condenados las cosas, las cosas cualesquiera; estamos condenados a estar en una contienda costante entre el afán de subsistir, de seguir siendo el que es, y la resistencia a ello, el deseo más bien de deshacerse, de desprenderse, de uno mismo, de su obligación. Mientras que lo que estamos planteando se refiere a la realidad humana propiamente dicha, es político en ese sentido restringido, de manera que solo indirectamente la cuestión de la lucha por la existencia y del apoyo que los animales puedan prestarse unos a otros podría entrar aquí, muy indirectamente. ¡Más!
-A mí me parece que hay como fondo de la cuestión una creencia que es muy básica y que está en todas partes, que es como que uno tiene lo que se merece, o que tiene que haber una correspondencia entre un movimiento o una acción en un sentido, con un movimiento o una acción en el sentido como contrario pero esactamente igual, y el problema es el mismo que el de que los malos queden sin castigo. Eso es como que el que la hace la paga, ¿no?, o que bien por bien y mal por mal, como si hubiera una Ley que rigiera el mundo, cuyo garante puede ser a veces Dios, o la justicia de los hombres, o lo que sea, que exigiera eso. Pero esa creencia no sé en que se puede asentar.
A-Está fundada en la propia realidad humana: “mérito”, y términos semejantes, implican la Justicia, son comerciales y jurídicos; son términos comerciales y jurídicos, son de la realidad humana, y no pueden tener ningún otro fundamento, no puede haber méritos. Por ejemplo si alguien en este trance me dijera que lo de ser bueno es un mérito, pues le diríamos “no digas ridiculeces, porque lo de ser bueno es un mérito para la Ley, para la Justicia, para el Cuartel, para el Comercio; para eso es para lo que es bueno que uno sea hasta buenecito, pero vamos, de por sí que eso sea un mérito no puede caber de ninguna manera”. Sí.
-Que me parecía que esto de la solidaridad, pues en cualquier momento trae sacrificios para alguien, y entonces quien tiene que hacer el sacrificio pues está disgustao; que viene a ser la misma petición como de la otra parte, que también te pide sacrificios o cosas, pero claro, metido como en un conjunto más estrecho, y con otras aspiraciones o afanes.
A-Sí, que reproduce en la revuelta contra el Poder los mismos mecanismos que en el Poder se dan. Desde luego..............
-Pero con menos defensa en el segundo caso.
A-Sí, menos defensa, porque los que participan se creen que están luchando de veras contra el Poder. Es más fácil para lo que nos queda de pueblo rebelarse contra los Ministerios y contra la Banca, que no rebelarse contra la propia organización popular de la lucha contra el Poder, es más difícil, ¿no? Hay que tener en cuenta esto: si hay moral (mérito, compensación, etc.) no hay política de pueblo que valga; si hay moral no hay más que moral, y por tanto está claro que si en una reunión popular sindical se plantea la cuestión y se va a la solidaridad, todo el mundo sabe que eso va a producir disgustos, sacrificios, y que además de momento estará aburriendo a la gente con la organización misma y con la pretensión; está aburriéndolos, y entonces viene Dios, el Poder, y te premia, premia el sacrificio, premia esos aburrimientos, porque después de todo, todo eso, que es evidentemente aburrimiento, sacrificio, disgustos, sirve para llegar a un fin. Es la moral, y si se mete dentro, pues política de pueblo no cabe. Sí.
-¿Y por qué se dice, o por qué la Iglesia misma dice a veces que Dios es perdón? Es que me parece que eso puede ir en contra de la moral, y que da igual hacer bien que mal, porque si todo luego se iguala o se redime, no entiendo por qué han hecho algo como eso, es decir, cambiar el Dios castigador por el Dios que lo perdona todo.
A-Es lo lógico, El Uno va con El Otro: si Dios no es un dios perdonador, no puede ser un dios castigador. Lo uno va con lo otro, y efectivamente es notable: ya sabéis que uno puede ser un malhechor, un pecador, estar haciendo mal toda la vida, pero si en el último momento se arrepiente, pues viene el perdón de Dios. ¿Qué tiene esto que ver con lo que os proponía?: la perfección de Dios incluye dentro de sí todas las imperfecciones. Tiene naturalmente que ver, y es en ese sentido, lógico. Venga.
-Pero si Dios dice “yo soy”, ¿no se está diciendo a sí mismo que no es defendible por nadie más que por Él?
A-Bueno, es que la manera en que Dios, en el Éxodo, le dice a Moisés eso, generalmente se entiende mal. En el libro “de Dios”, si le quieres echar una ojeada, he desarrollao toda esa cuestión de la manera en que Dios viene a decir lo que aquí también decimos, la fe de que el que es, es el que es, y naturalmente, pasado a primera persona, “Yo soy el que soy”. Pero es complicao, conviene esas fórmulas estudiarlas, sí. Bueno, pues nada............ A ver.
-Sobre esto que has dicho de que la perfección de Dios incluye todas las imperfecciones, yo creo que hay una que se queda fuera, que es la imperfección humana, y por eso se inventa la cosa del libre albedrío.
A-No entiendo.
-Sí, la intervención de la persona como tal, que no está bien hecha, que no es una, y por eso se inventan la cosa del libre albedrío.
A-¿A ver, a ver?
-Quiero decir que dentro de las imperfecciones, pues si le cae un rayo a uno que es bueno, pues Dios no hace nada mal a sabiendas, y tendrá una finalidad; pero sin embargo lo que no admite Dios es que uno coja y se suicide, y eso ya pertenece al libre albedrío de uno, cuando en realidad, si uno se suicida, si Dios verdaderamente tuviera control sobre tal imperfección, se moriría si Él quisiera, porque hay gente que intenta suicidarse y no lo consigue.
A-No, el atentao ahí que recuerdas es más profundo: es que Dios, o uno cuando uno es Dios, es el que es, y ése tiene la condición de que la muerte para él es inconcebible; de manera que la amenaza es que el suicida (confundiéndose, por supuesto), pretenda que el que es eterno e inmortal pueda morir y matarse. Enseguida se confunde, porque cree que él, ente real, puede hacer eso; y a Dios le disgusta, pero ¡amigo!, no le queda más remedio, hay suicidas en el mundo, y entre los católicos. De manera que todo tiene que caer debajo de la perfección de Dios. Sí.
-Yo creo que lo que sería más bien un atentado sería que uno fuera cualquiera, ¿no?
A-Sí, el deshacerse, el dejarse uno perder, es lo contrario de suicidarse. Bueno, hay que cortar. Os he dejao los problemas abiertos, ¿eh?, de manera que si el Señor por su parte nos deja seguir con estas indiscreciones, dentro de 7 días ya me contaréis qué es lo que pensáis de todo esto alrededor de solidaridad y comunidad.
Para que esto se entienda con más precisión, casi voy a invitar a imaginarlo gráficamente, por lo menos para corregir los errores que esta imaginación gráfica trae consigo. Tenéis que empezar por representaros lo que nos viene de Arriba, el afán de ser uno el que es, de ser como Dios, como una flecha en contra de otra flecha que viene de abajo, que es la flecha de la resistencia, de lo que nos queda como cosa, como vivo, a admitir ese dominio, a admitir la imposición de esa fe. Y si imagináis por un momento una flecha contra otra flecha, la flecha que viene desde Dios, desde Arriba, y una flecha que viene de abajo como resistencia en contra de su Orden, en contra de su Imperio, entonces tendríais que preguntaros por el punto en que las dos flechas se encuentran o chocan. Esto es la falsa imaginación que tengo que presentar para corregirla enseguida, y el punto en que las dos flechas se encuentran, en uno, es lo que en este momento tenemos que presentar a disputa.
Uno desde luego, en cuanto persona real, está como sabéis en el encuentro, es decir, en la dualidad, como todo el resto de las realidades, que no consisten en otra cosa que en un choque, en un encuentro, de manera que esto no es específicamente humano, esto les pasa a las cosas, que están costituídas por una guerra entre.............la Ley de ser quien es, la Ley de subsistencia, la Ley de mantenimiento de la vida como vida de cada ser, y algo que se escapa de eso, que lo diluye, que lo difumina, y que hace que esos mismos, las cosas, estén viviendo en una perpetua destrucción, en un perpetuo descubrimiento de la falsedad de sus pretensiones. Esto es el uno real, el yo real; el yo real, que no está en ningún punto de encuentro de las flechas, sino que está costituído justamente por el hecho mismo del encuentro, el hecho mismo de la dualidad de uno, dentro de uno, contra uno mismo. Eso es lo real, en eso nos parecemos a las cosas: estamos costituídos por una obediencia a la Ley de existir, de seguir siendo lo que somos, de mantener el ser de cada uno, y otra cosa que nos viene de más abajo y que no admite esa pretensión de seguir siendo uno el que es, y que obliga por tanto al perpetuo deshacimiento en el que estamos; a lo que solemos llamar morir, pero sin olvidarnos, como los que me acompañan sabéis bien, que el término “muerte”, como real, se refiere a otra cosa que no solo no es eso, sino que es de algún modo lo contrario.
Pues tras este recordatorio del esquema, volvamos al encuentro de las dos flechas. Ahí es donde ya se presenta el problema más específicamente humano. Si lo habéis presentado así, como flecha encontrándose con flecha (ya lo estáis dibujando en la mente, si no en el papel), hay que preguntar qué es lo que hay ahí, qué es lo que hay con eso. Y no es fácil encontrarle camino a esta pregunta; supongo que por lo menos está hecha lo bastante clara, lo que importa es la claridad de la pregunta, porque lo de la solución aquí no nos toca, nos toca preguntarnos y dejar que la duda florezca, que es lo que es activo, que es lo que hace cosas. ¿Qué hay con eso? ¿Qué hay ahí, en el punto de encuentro de una flecha con otra? No sé si a alguno de los que vienen conmigo todo el rato se les ha ocurrido ya algo que decir a ese propósito. Se os agradecería. Sí.
-A mí se me ocurre que ahí se habla; o se grita, vamos, también se puede gritar.
A-¿En ese punto?
-Porque la Ley también se recibe al hablar, o al oír, o al estar metido en un idioma, ¿no?
A-También.
-Sobre todo eso: al haber aprendido un idioma se recibe la Ley, y la información que hace falta para defenderse entre las otras criaturas que también se defiendan.
A-También, también hablando se reciben lo uno y lo otro, la Ley y la contraLey, y por tanto la cuestión del punto en que se encuentran el que quiere ser Yo con ese otro que no le deja ser Yo, que no le consiente la fe ni la mentira, sigue abierta. ¿Se os ocurre alguna cosa más a alguno?
-......................
A-Recordad que ya he quitado de en medio a El Yo real, la Persona, lo que tenemos de común con las otras cosas de la manera específicamente humana, porque ésa no está en el punto, desde luego, no tendría sentido, ésa es justamente la lucha, la contradicción, de manera que................
-.....................
A-Bueno, aunque parezca que no, este problema del punto de encuentro del que quiero ser el que soy contra el que no me dejo ser el que soy, ese punto de encuentro, que es tan claro, tiene que ver con la cuestión física que hace unos días hemos empleado de cuánto va desde el último momento en que el columpio se está moviendo todavía hasta el primer momento en que ya no se mueve, en que ya está parado. No es tan fácil ver el paralelo, pero supongo que los que habéis estado estos días lo vais encontrando, y veis cómo un problema tiene que ver con el otro; porque en ese problema, recordáis, no quedaba más remedio que decidirse por una de dos: o hacer caso a la Ciencia, a los saberes humanos, y encontrar, si no un número, por lo menos un cálculo satisfactorio que nos dijera cuanto va, o bien optar por la otra actitud, que era la de decir “no hay tiempo, no hay nada que vaya de un punto al otro”. No hay Tiempo, que equivalía justamente a negar el Tiempo real sobre el que toda la realidad humana está costituída; el Tiempo real, el de ayer/hoy/mañana, el del calendario, el del reloj, el Tiempo real, ése que nunca está aquí. Bueno, y el decidir una cosa u otra recordáis que implicaba ya la rotura de uno en dos; por ahí es por donde fuimos entrando al análisis, a la disolución: si había que decidir o por lo uno o por lo otro, eso ya traía consigo la rotura de uno en dos contrarios.
Recordáis que a ese propósito decíamos AHORA, que no es ningún punto, porque tiene la virtud de que se escapa de la realidad de inmediato, la virtud de que cuando se dice “ahora” ya no es AHORA, y de esa manera, decíamos, la continuidad, la infinitud, el sin fin, se presentaba de una manera inmediata dentro del problema del columpio, o del péndulo; ahí. AHORA no es ningún punto; no es ningún punto de la línea del Tiempo real; AHORA por el contrario niega, deshace, la ilusión del Tiempo. Bueno, pues supongo que ahora os es más fácil ver el paralelo con el problema que os estaba presentando como dándose dentro de uno, en el encuentro de las flechas del que quiere ser el que es, como Dios, y el que, o lo que, se resiste a admitir semejante cosa. En ese punto efectivamente lo mismo puede decirse que estoy Yo (Yo como Dios, Yo como Eterno, Yo como siendo de verdad el que soy), como puede decirse que ahí estoy yo deshaciéndome como cosa, el sin fin; el sin fin presentado en ese AHORA. Se pueden dar por tanto las dos respuestas contradictorias, esto ya se nos había ido apareciendo, y esto es justo. Esto no satisface desde luego cuando se trata de un problema dentro de la realidad, esto de que resulten dos respuestas contradictorias la una con la otra, pero así es, y lo mismo podéis decir lo uno que lo otro, que en ese encuentro ahí estoy Yo, Dios justamente, es decir, el que soy de verdad, como se puede decir “ahí estoy yo que me estoy perdiendo continuamente, que me estoy perdiendo sin fin”, como si eso fuera la verdad en el sentido contrario, el descubrimiento de la mentira de la realidad.
Bueno, no sé si este dilema está lo bastante claro para que pueda seguirnos midiendo, es decir, practicando lo que aquí se trata de hacer, que es justamente la disolución de uno, la disolución de uno como enemigo público número uno. Pero ahora, como ya os anunciaba, el esquema que os he hecho imaginar os lo he traído justamente para retirarlo, para borrarlo como mal establecido. También esto hay que admitirlo así, y con esto nos hemos encontrado más de una vez: es necesario, o oportuno, hacernos una imaginación de lo que se está diciendo o descubriendo, aunque sea para poder después, a continuación, rechazarla, descubrir que estaba mal imaginada. ¿Por qué estaba mal imaginado el esquema que os he presentado? Pues precisamente porque está planteado como dentro de uno y como referente a uno; es decir, que está presentado sometiéndose a la ideación, o por lo menos a la ilusión de ideación, de uno, cosa que desde muchos puntos de vista hemos visto que no puede ser. Está planteado dentro de uno, y como eso se descubre una pretensión falsa, pues no puede ser. Está presentado como dentro de uno, como si se hubiera dado por supuesto que lo que hay es uno. A los que me seguís esas palabras tan sencillas supongo que ya le están diciendo algo, y los demás, que lo entiendan ahora: la falsa presuposición es la de que lo que hay es uno.
-......................
A-Ya entiendo que es demasiao sencillo; es demasiao sencillo, está dicho en lenguaje corriente, y en muy pocas palabras, pero ésa es la falsa pretensión, la de que lo que hay es uno. La pretensión de que lo que hay es uno es desde luego una obediencia a la Ley de Dios, el cual como sabéis no puede menos de estar costituído en esta Ley que dice que Él es uno, y que por tanto de alguna manera en Él están todas las cosas del mundo, en Él están encerradas todas y reducidas a ese uno; Él es la única causa, Él es la única Ley de ser que las cosas cualesquiera tienen. Fijaos que para que Dios pueda decir esto, y por tanto asentarse como uno, tiene que hablar de las cosas del mundo como todas, y esto es como recordáis una falsedad que va con la otra: quién llega a creer en uno está creyendo también en Todo, o en Nada, que da igual; en Todo o en Nada, ideales; es lo mismo, lo uno va con lo otro.
De manera que eso por un lado, pero por el otro lado aquello desconocido que se resiste siempre a la Ley de Dios, las cosas sin nombre, no contadas, entre las cuales estamos también nosotros en cuanto hombres, y ésas no solo no son todas, sino que no son en ningún número determinado: son muchas, son más y más, o menos y menos, cualesquiera cosas indefinidas, pero de ninguna manera un número, ni uno, ni todos; ni uno, ni todo, ni un número cualquiera. Por tanto, ya veis que no puede sostenerse la pretensión de que lo que hay es uno, pero tampoco, da lo mismo, la pretensión de que lo que hay son todas las cosas, un conjunto de todas las cosas, que vendría a ser lo mismo. Por eso el esquema estaba mal planteado, de manera que vamos a tender, no a retirar del todo el esquema, sino a trasladarlo a una imaginación abierta (que ya no puede ser ni propiamente imaginación) a las muchas cosas, a las cosas incontables, a las cosas todavía no definidas, sin nombre ni número, de manera que ahora ya las dos flechas contrarias en este nuevo campo se nos han convertido en una multitud incontable de flechas que se encuentran las unas con las otras. Ésta es la corrección más elemental del esquema: como no se puede plantear ni para uno ni para todos, que da lo mismo, parece que lo más honrado es plantearlo así, para los muchos sin cuento, que es lo que son y somos las cosas. Ahí veis una lluvia innumerable de flechas que vienen del Cielo, de Arriba, y que a las cosas tratan de encontrarles a cada una su definición, su nombre, en el idioma que sea, y por tanto poder contarlas, y flechas que vienen de abajo, que son flechas más bien fluctuantes, borrosas, que son las de la resistencia de lo vivo, de lo que queda por debajo vivo, a admitir semejante imperio, semejante decisión. “Multitudes” es una cosa vaga, pero comprenderéis que en el trance en que estamos siempre es menos mala que “uno”, o que “todos”, o que “nada”, una vez que hemos descubierto la falsedad de la presuposición contraria. De manera que solo en ese sentido nos vamos arreglando para convertir en esto otro el problema: multitud incontable de flechas encontrándose con la multitud de resistencias que desde abajo vienen.
Ahora ya no se puede buscar, como antes os hice hacer, una respuesta dentro de uno, en lo que a uno le pasa, sino que justamente nos hemos salido de ahí, y esto es justamente el paso a lo que vulgarmente se llama política. Supongo que muchos de vosotros lo habrán percibido según lo estaba diciendo, aunque lo estuviese diciendo en términos tan alejados de la política corriente. El problema viene a ser éste, que pertenece a la política más trivial y más de cada día, que es el problema de la comunidad o la solidaridad. Ya recordáis que este problema, como de política humana, pues se refiere a las cosas que somos nosotros, a las cosas humanas: una política con los animales, o los árboles, o los astros, que se podría hacer, generalmente no se hace, y referimos la política justamente a este tipo de sociedad, a la Sociedad Humana, que está así costituída, pero no importa, porque la cuestión del encuentro de las múltiples, incontables, flechas de Arriba, con las muchas, incontables, flechas de abajo, se sigue planteando para nosotros, y da lugar a estos consabidos problemas solidaridad/comunidad. Son justamente los términos de la lucha política cotidiana, elemental, los que tienen que surgir en cualquier reunión en que se empieza a hablar de cosas públicas; no pueden menos de surgir, y surgen, y estamos hartos de oírlos surgir. Solidaridad/comunidad, representa dos actitudes que aquí quiero ver hasta qué punto se combaten la una con la otra; son incasables, y no pueden tener sentido juntamente, pero al mismo tiempo por ahí, en cualesquiera formas de partidos o de intentos de gobernación o de desgobernación, se emplean como si fueran compatibles, como si casi vinieran a decir lo mismo: solidaridad, comunidad.
Supongo que estáis viendo el salto desde el problema general tal como lo he planteado con la cuestión política. Solidaridad quiere decir, pues eso que sabéis: que entre todos, todos juntos, tendremos más fuerza, que podremos oponernos al Poder de una manera más eficaz, no cabe duda, si somos muchos, cuantos más mejor, pero sobre todo que si nos iscribimos, afiliamos, clasificamos y organizamos, con todo eso estaremos presentándole al Poder un grave problema, la resistencia popular por así llamarla se habrá hecho más fuerte, y por tanto no se le puede pedir otra cosa. Los que emplean la palabra pueblo, mal, dicen cosas como “el pueblo unido”, y eso quiere decir solidaridad. No sé los que inventaron este eslogan lo que entendían por pueblo, pero desde luego lo seguro es que no entendían lo que aquí solemos entender cuando hablamos de pueblo-que-no-existe; ellos entenderían una colectividad cualquiera, que no hace falta que fuera nacional, ni que fuera necesariamente sindical o de trabajadores, pero en todo caso, pues algo real y humano: “unidos entonces, organizados en conjunto, seremos más fuertes y podremos hacerle frente al Poder, derrocarlo, si llega el caso, y sustituirlo por algo que sea para la gente, pues más tolerable, que le permita de alguna manera vivir mejor que en el régimen actual”.
Esto es lo que os he presentado como contrario, incasable, con “comunidad”. Ya os las podéis ir arreglando por vuestra cuenta, porque os voy a preguntar enseguida, para que ayudéis conmigo a desenredar el problema; ya podéis irle dando vueltas a eso de hasta qué punto os sentís conformes al oírme hablar de esa oposición incasable entre solidaridad y comunidad, o no os encontráis a gusto, si se os ocurre algo más. Desde luego ya comprendéis que la cuestión implica descubrir para la palabra “común”, o la que en cualquier otro idioma se emplee, un sentido que no sea el que muchas veces aparece, es decir, librarla de los sentidos con que torpemente suele usarse de vez en cuando, y saber decir “¡no, no, común no es eso!”. Si alguien dice “¿quieres decir que común se opone a lo individual, a lo singular, y que por tanto es la colectividad, lo social?”, y decir “¡no, no, no es eso!”; y cualquier otra cosa que se os ocurra respecto a los usos habituales, pues lo mismo, someterlo al mismo examen implacable. ¿Qué os parece por tanto (y ya os dejo correr con esto la palabra) de estas dos actitudes, o reacciones, o como se quieran llamar, que en la política corriente y vulgar aparecen cada día, de “solidario”/“común”, “solidaridad”/“comunidad”? Fuera de la tertulia ya, al encontrarlos todos los días de una manera o de otra, no podéis menos de haberos planteado un poco la cuestión, de manera que no la traigo aquí como de nuevas, sino como algo que supongo que a cualquiera que se ha venido tropezando, en su esperiencia, en los Medios, en cualquier otro sitio, con estas dos actitudes, tiene que haber pensado, o sopensado, algo acerca de ello. Así que adelante. Sí.
-Yo creo que lo que está claro es que en lo común el uno desaparece, mientras que en la solidaridad.............
A-Te interrumpo, Jaime: eso es lo que dije, una de las propuestas que te puedes encontrar, es decir, es contra la singularidad, contra la individualidad. ¿Qué es lo que se opone a eso?
-.........................
A-¿Qué es lo que se opone a eso, a la singularidad, a la individualidad?
-Es que el ser común abarca todo.
A-¿Si? ¿El ser común abarca todo? ¿Quién hay que le dice a Jaime que eso no pué ser?
-No hay todo.
A-No hay todo, ésa es la cuestión. ¡Vamos, más!
-...........................
A-Venga, que quien sea ha pensao en esto hartas veces. ¿Qué pasa?: ¿somos solidarios? ¿Somos lo contrario?
-Parece que hablando de solidaridad es fundamental la creencia en la realidad, porque cuando se habla de solidaridad se puede oír decir “solidaridad obrera”, “solidaridad entre mujeres”, etc., y entonces eso implicaría que aquellos que participan en esa solidaridad son cada uno un obrero, son cada una, una mujer. Y si lo común lo estamos oponiendo a eso, tiene que ser algo que no tenga nada que ver con la realidad.
A-Bueno, esto último ya, como dice (), pues tendrá mucho que decir. Lo demás parece bastante claro: los que hablan de solidaridad, de hacernos solidarios, y todo eso, desde luego están no solo aceptando la realidad, sino la realidad humana; la realidad humana o social, y la realidad de las cosas múltiples y perdidas no contaría aquí. Implica la aceptación de la realidad humana tal como establecida por el Poder desde el comienzo de la Historia, implica que hay necesidades, no las ha impuesto ningún () nacido de la tierra, necesidades sociales, desigualdades sociales, de clase, o de ocupación, que los unos tienen más capacidades, que los otros menos, que los unos tienen más necesidades, los otros no tantas, y es respecto a eso de lo que se dice solidaridad. ¿Respecto de qué otra cosa se habla de solidaridad? Solidaridad quiere decir ponernos todos de acuerdo para combatir las necesidades separadas, individuales, porque se supone que justamente si atendemos a todas ellas, un partido popular, un sindicato popular, tenemos muchas más probabilidades de hacerlas valer, o por lo menos hacerlas valer contra los que mandan, contra el Poder. Todo eso se reconoce en “solidaridad”. Estoy () por tanto que en comunidad no se reconozca nada de la necesidad, inevitabilidad, dado por sí, de las necesidades humana. ¡Más!
-Que la solidaridad implica la solidez, que haya un conjunto de elementos, y que cada uno sea el que es, y cada uno pertenezca a su conjunto, y ahí puede ser que haya un plazo, un negocio, una economía, entre ellos, para llegar a acuerdos, programar futuros, etc., etc., etc. Entonces se cuenta con que cada uno tiene que ser el que es. En cambio lo de la comunidad es una liquidación, que sería un anti-Estado, una licuefacción en el sentido de que ................
A-Bueno, muy realista y físico está eso. Las virtudes con las que se predica la solidaridad, así, si las tomamos en conjunto, son que somos más fuertes, ofrecemos una resistencia más segura al Poder. Somos sólidos en ese sentido, de manera que simplemente lo de la licuefacción te ruego que lo dejes, y dejemos lo de la comunidad con un NO, porque en la comunidad hemos dicho que no parece que se implique nada de eso.
-¿Puedo terminar?
A-No, no, no termines, la comunidad queda escluída.
-El tema es que para pasar a eso que se llama la comunidad..............
A-No, a la comunidad déjala.
-...........es necesario pasar por lo que es la solidaridad, y este es el tema que está muy bien planteado en Simone Weill por ejemplo, cómo se llega a eso de lo común sin traspasar el uno, es decir, sin contar con que uno es una persona traspasada, y que ha llegado a lo común a fuerza, no de negar el ser uno, sino de traspasarlo. No hay posibilidad de llegar a lo común si no se pasa por lo antipersonal.
A-Desde luego, lo de que lo común implica la no personalidad, la no-persona, al estilo ése, está claro, pero yo no quería hablar de lo común ni de cómo se llega a ello, quería seguir hablando de la oposición, y hasta qué punto la oposición se considera incasable, intolerable. Efectivamente no hace falta que Simone Weill ni nadie diga que haya que pasar por la organización social pa llegar a lo otro, que es una tontería que la han dicho muchos, pero lo que importa es que no se trata de eso, no se trata de llegar a la comunidad a través de uno: partir, se parte siempre de la realidad, y no solo en este plano de la realidad, sino de la realidad HUMANA, y se parte de la costitución más o menos lograda, más o menos desastrosa, de los gobiernos, de las asociaciones que desde el comienzo de la Historia nos han acompañado............ De ahí se parte, porque no estamos en otro sitio, y ahora nos estamos planteando la cuestión de cómo para ir en contra de esta costitución que se nos ha dado, lo que llamamos El Poder, puede plantearse el problema de juntarnos, hacernos solidarios, igualar nuestros derechos los unos con los otros para que todos sean los mismos derechos, o por el contrario no; o por el contrario no plantear semejante cosa.
-¿Pero cómo se da la disolución?
A-Otra vez te vuelvo a pedir que la dejemos de lado. Venga, más cosas. Sí.
-A mí lo que me parece es que la contradicción entre comunidad y solidaridad está coja, en el sentido de que solidaridad es por la parte de la realidad, y comunidad, en el uso que le solemos dar aquí, pues no, y me parece que nos falta el complementario de la solidaridad.
A-Eso para mí no es nada claro, y ya se lo dije a él cuando dijo “nada”. Dentro de la realidad se plantea el problema, y aquí de momento, en esta realidad política, no se trata de salirse de la realidad, sino concretamente de ir contra el Poder, de derrocar al Poder establecido.
-Sí, pero para derrocar al Poder establecido parece que lo interesante políticamente es ver que a lo que se opone solidaridad es a competencia. Una oposición falsa, por otra parte, que es justamente lo que comunidad viene a disolver en el sentido de que la competencia es la lucha de unos con otros, que le favorece al conjunto. Esa concepción, y frente a ésa la solidaridad como la unión de unos con otros favorece también a todos. Son dos concepciones que en ese sentido son iguales, en el sentido de mantener el uno y el todos, y frente a eso, rechazando y negando tanto al todos como al uno, está la comunidad.
A-Bueno, lo planteas de una manera que parece que todavía no da cuenta de la guerra entre los términos. Imaginad que estáis en una asamblea de gente, y que tenéis que asistir a las dos maneras que se presentarán enseguida de ponerse de acuerdo, por ejemplo por votación y cómputo de votos respecto a una acción, frente a otros que no se sientan contentos con esa forma de organización, que se nieguen a que haya votación en la asamblea. Imaginaos en situaciones como éstas, que es ahí donde, si como los que han hablado hasta ahora parecen sugerirlo, hay que combatir la solidaridad, la idea e ilusión de solidaridad, hay que ver cómo hacerlo. Ahora contra ella se han dicho algunas cosas útiles, que pueden demostrar hasta qué punto cualquier solidaridad es sumisa, y que se puede demostrar incluso que hasta los éxitos posibles de la solidaridad, como se dan, son éxitos en la sumisión al Poder y en la colaboración con el mantenerlo; porque ¿cómo coños un sindicato puede, a fuerza de solidaridad, conseguir que se mejoren los reglamentos u órdenes que rigen el mercado social, si no es contribuyendo simplemente a la mejora de esa organización del Poder social, de tal forma que entonces la pretendida victoria no ha sido victoria, sino todo lo contrario, una sumisión? Todo esto podéis decir, y no me atrevo por tanto a decir nada a favor de la comunidad, basta con que se nos vaya sugiriendo que no: está claro que comunidad implica no personas humanas, está contra la personalidad, está claro que por tanto implica la no propiedad; eso está claro, y por tanto que implica no Dinero, que ya se sabe que es después de todo lo mismo que el Poder. Implica todas esas cosas, implica el no repetir lo que en la ordenación social está ya dado. No me atrevo yo a decir nada positivo acerca de eso de comunidad, lo importante es despojarla de sus malas ideas. Adelante.
-¿Y cómo se esplica que el vocablo comunidad sea lo más prostituído que hay ahora mismo, por ejemplo la Comunidad de Madrid, la comunidad de vecinos, lo comunitario....? Es quizás lo que más se usa en el mundo de la comunicación, y lo más prostituído. Tanto como el término pueblo, igual.
A-Eso, y por la misma razón. Venga.
-Y por la misma razón es conveniente que se analice eso.
A-De la prostitución de los términos estamos ya al cabo de la calle, es normal. ¿Qué quiere decir felicidad? Has cogido algo que sonaba a bueno, felicidad, y entonces así lo emplean en los Medios, con ese éxito, y desde luego con pueblo, con comunidad, lo mismo, sin duda: han cogido algo que sonaba a bueno, y que sigue sonando a bueno, y efectivamente por eso lo saco aquí, si no, no me molestaría en buscar un contrario, que es la organización. Han cogido ellos, los del Poder, algo que sonaba a bueno, como la felicidad, y lo han convertido en lo que sabéis, en lo que se llama comunitario, comunidad, y todo eso. Sí.
-Es que por lo que está saliendo se ve que comunidad es lo que la realidad niega, lo que está negao, que está ahí, o está aquí, pero negao, y cuando tratan de costruír todo eso de la solidaridad, que es muy trabajoso, que hay que costruírlo entre todos, y todas esas propagandas que nos hacen, están dando por hecho que no hay comunidad, que eso está muerto y que por tanto no hay más que costruír la solidaridad. Se me ocurría compararlo con cuando se saca la cuestión de la huelga general, si no os parece mal, que sacan una huelga general de la llamada política que consistía en eso, en presionar al Estado para que haga concesiones y por ese lado reconocerle su papel, mientras que estaba lo que la gente entendía por una huelga de verdad, que se podía siempre hacer, que era desobedecer para siempre, o sea, desobedecer para no volver nunca al trabajo ordenado ni a la diversión organizada por ellos, pero esa huelga no necesita ni propaganda ni nada, porque está ahí, porque todo el mundo entiende que ésa es la manera de librarse del Poder, y frente a eso.............
A-Gracias, Ana, no hables más, porque si no, nos vas a convencer. En este caso vuelvo a decir lo mismo: estoy no queriendo decir nada positivo acerca de comunidad, estoy viendo cómo lo limpiamos de las falsas ideas y de las confusiones con lo contrario; que desde luego yo pienso que por mal utilizada que esté la palabra, como sabéis (comunidad, comunitario, Comunismo, etc.), pues no la han matao del todo; si no, eso sí, no me atrevería a traerla aquí. La traigo, y no solo por recuerdo de lo que la razón nos dice en fragmentos del libro de Heráclito a propósito de “xunón”, que es una de las cosas que se pueden traducir por común, “xunón”, especialmente en el fragmento donde, () la dedicación a lo privado, dice que hay que seguir a lo público (“koinón”), porque lo público es común, “xunón”. En ese sentido también en esos fragmentos está la cosa ya lo bastante clara; sin embargo este problema está tan claramente planteado para cualquiera de vosotros, y sin duda tenéis tantas cosas que pensar, que voy a cortar aquí este problema; voy a cortar aquí, y lo voy a dejar para que traigáis el día que viene, si nos toca, todas las ocurrencias que os vengan acerca de esto que hemos dicho de solidaridad, organización, etc., y de lo que más bien no hemos dicho acerca de comunidad y todo lo demás.
Lo voy a dejar, porque para que se entienda mejor y se vuelva un poco al comienzo de lo que he sacado hoy, es tal vez oportuno volver a la Teología, y no solo a la Teología cristiana y católica, sino también más en general antes de los padres de la Iglesia. Esa Teología regía, y en ella se establecía el problema que todos conocéis de cómo es que a los buenos les ocurren desgracias, siendo así que Dios es la bondad misma. ¿Lo recordáis, verdad? Desde niños, y desde antes de niños, lo conocéis. En términos de esa época el bueno sería el sabio, a su estilo. ¿Y cómo es que siendo el Señor, Dios, el ordenador, el fabricador de todas las cosas, consiente que al bueno, al sabio, le pasen desgracias, sufra tanto, se encuentre con eso? Fijaos bien que es un problema que se plantea naturalmente solo desde esta actitud propiamente humana que es la de creer en Dios, ORGANIZADOR de las cosas. Los que acompañáis recuerdan que por el contrario en los versos del poema de Lucrecio la cuestión del rayo se plantea de una manera muy distinta, y para demostrar que los dioses no intervienen, que el rayo no lo manda Júpiter por su mano, pues se muestra eso, cómo el rayo cae INDISTINTAMENTE, sin ninguna distinción, en los buenos y los malos, en los ciudadanos perfectos y en los malhechores, y hasta cae en los propios templos de los dioses de vez en cuando; de manera que mostrando esta indiferencia, y ésa es la actitud contraria: él no estaba obligado a una Teología que contara con un ordenador, aunque naturalmente la doctrina de Epicuro, la de Lucrecio, cae por otras partes en lo mismo, pero por lo tanto ahí está esa indiferencia. En cambio, quien parte de un Organizador Sumo de las cosas tiene que preguntarse cómo es que le pueden caer desgracias al bueno, al sabio, ésta es la cuestión.
Fijaos bien, para que veáis lo que eso tiene que ver con el problema: esto implica que se reconocen, en el mundo, imperfecciones. Uno está dispuesto a renunciar a la idea de Cosmos, a la idea de que el mundo es una ordenación, es un Cosmos, y está dispuesto al reconocimiento de lo que es evidente: las imperfecciones, las roturas, los quiebros, las caídas, las desgracias, y todo lo demás que queráis decir. Pero si está Dios en lo alto, entonces tendría que ser que la perfección de Dios abarca o implica TODAS las imperfecciones también. Desde luego eso vienen a decir las monsergas que a los que se planteaban, paganos o cristianos, el asunto, se les planteaban, que les decían por ejemplo “hay que entender el sufrimiento del sabio, o el sufrimiento del bueno, como algo que Dios le envía a modo de ejercicio, para que por medio de él se haga más bueno y más sabio de lo que era antes”. Estas monsergas os suenan, ¿no?, a cualquiera le suenan, se oyen por todas partes, y ésa es la manera que tendría que llevarse al estremo diciendo eso: Dios es tan perfecto que en Él están también incluidas todas las imperfecciones posibles. Esto supongo que os suena enseguida, y hay un enlace con los problemas que os estaba planteando, y si no os suena todavía, pues en cuanto lo penséis un poco os sonará. Supongo que está bien claro cómo esta cuestión, planteada de esta manera, tiene que ver con eso. De manera que esas cuestiones dejo abiertas, salvo que el rato que nos queda respecto a algunas de ellas se os ocurran cosas que decir.
-Sobre lo que estás hablando, de los términos ésos de bueno y malo, eso es una recreación de nosotros, ¿no?, de los llamados humanos.
A-No sé, ¿tú qué crees?
-Yo creo que sí, que es una cuestión nuestra, que si por ejemplo un rayo como dices cae, pues la llamada Natura no hace distinciones, que lo mismo le cae el rayo a uno que es rico como a uno que es pobre.
A-Sí, ésa es la actitud de Lucrecio, pero no sé qué tiene que ver con lo de bueno o malo.
-Pues que no existe lo de bueno ni lo de malo.
A-¿Hablando de hombres? Sí, generalmente se suelen llamar buenos (“un buen ciudadano”, “un buen padre”, “una buena madre”), a los que cumplen con sus leyes respectivas de padre, de madre, de ciudadano, y eso es lo que se suele decir. En cambio, malo suele decirse de los que llama malos la Ley, de los que llaman malos los Medios de Formación de Masas, es decir, de los que infringen, de los que roban, de los que violan, de los que llevan una mala vida en general. Esto es lo general, pero no es cierto que esa oposición se agote ahí: ésa es la manera en que se usan, pero tengo que decir de “bueno” lo mismo que he dicho de “común”: que si lo traigo aquí, es porque considero que la prostitución no llega a tanto que ya no sea verdad que lo bueno, que bueno, sigue sonando a bueno, y que común por tanto sigue sonando a bueno. No es verdad, y es bastante fácil para el pueblo-que-no-existe denunciar la manera en que esos adjetivos los emplea el Poder, y además lo hace de vez en cuando, a cada paso: cuando el Poder, o los Medios, te presentan como bueno, o ejemplar, algo, o condenan a veces como malhechor, como detestable, a otro, hay algo todos los días entre la gente que protesta, que no está conforme, lo cual quiere decir que todavía bueno les sigue sonando a bueno, lo mismo que aquí procuramos que común siga sonando a bueno en contraposición a “legal”, “legalizado”, “solidario”, “establecido”, etc. ¡Más! ¡Más ocurrencias, antes de que os deje con los problemas abiertos para otro día! ¡Más! Sí.
-A mí se me ocurre pensar en el eslogan que tienen en Francia, que es “libertad, unidad, fraternidad”, que eso no engaña ya a nadie. Eso será bueno, pero no se lo cree absolutamente nadie en Francia.
A-Hay que decir en honor de () que “fraternidad” todavía era relativamente inocente con respecto al término que he sacado aquí, que es “solidaridad”. Desde luego engañoso del todo, porque hermanos se llaman en primer lugar a los que por ley pertenecen a la misma casa, a la misma familia; o por estensión, bienvenida para la Iglesia, hermanos, frailes, se llama a los que están también perteneciendo a la misma Orden, de manera que de ordinario, claro, “hermano” se ha malempleado para tantos usos que desde luego pretender los revolucionarios que con “fraternidad” estaban diciendo algo de los que los frailes decían, era muy vano. Pero desde luego el progreso es el progreso, y la solidaridad que os he propuesto es todavía mucho que peor que hermandad en ese sentido: la gente todavía, pues le conserva usos, y a veces llama hermano o hermana a gente que no es ni hermano ni hermana, y se le llama hermano o hermana de vez en cuando, en alguna ocasión, por un golpe de afecto, o por lo que sea. Pero bueno, a otra cosa.
-Yo es que creo que lo común tiene que estar más cerca de lo imperfecto, y perderse en ello, porque si no te pierdes.............
A-Yo de lo común he preferido no hablar, ¿eh?, y os he recordao a este propósito todas estas monsergas de los moralistas y teólogos acerca de las imperfecciones del mundo, al reconocimiento del (), que para mantener a Dios en su sitio obliga a reconocer que su totalidad, su perfección, encierra, implica en sí, TODAS las imperfecciones. Es esto lo que os he pedido que sigáis pensando lo que tiene que ver con lo anterior. Pero antes de que nos vayamos............
-Yo no sé si sirve, pero me estoy acordando del pasaje éste del evangelio donde dice Cristo que Dios hace llover y salir el sol sobre justos e injustos; que parece que ahí se consideraba a lo mejor un poco lo mismo que se decía por allí, que eso de justos e injustos es una cosa que no le toca mucho a Dios, como si fuese una cosa más bien humana, y que Dios no se parara a hacer esas distinciones. Vamos, que me parece que esa afirmación va un poco en contra de la Teología tradicional, de la manera de entenderlo tradicional.
A-Hombre, si tomáramos el término “justo” y lo tradujéramos a la lengua de Cristo, al arameo o lo que fuera, es decir, que aceptáramos el “iustus” de la vulgata, o el “díkaios” de la traducción griega, así, como si en arameo significara lo mismo, nos veríamos un poco apuraos, porque tendríamos que reconocer que ahí Jesús está, aunque sea para hacer esta disolución, admitiendo términos como “justo”, como “iustus”, como “díkaios”, que desde luego comprometen.
-Pero parece que dice que esa distinción a Dios no le atañe, que.........es que no me acuerdo del contesto.
A-Es que además habría que partir de que a lo mejor “justo” se dice un poco en el sentido que estoy diciendo de “bueno”, y que Dios llueve o tira rayos igual sobre los buenos que sobre los malos. Desde luego, sí, está dicho para anular, desde ese punto de vista, la distinción, pero vamos, desde luego admitiendo, tal vez demasiado, Dios, Justicia, y tal vez no hace falta, quiero decir, que tal vez no hace falta para desnudar el problema. ¡Más todavía!
-Hay una cosa que me gustaría dejar como apunte para seguir con lo de la solidaridad y comunidad para la próxima semana, que sería la siguiente: hay dos corrientes de pensamiento científico, y opuestas: la de los Maswelianos y los discípulos de Darwin, que creen que en la lucha por la subsistencia el mejor se desarrolla y crece, y luego hay otra, que es la que cree que el apoyo mutuo, bien canalizado, es lo que hace desarrollarse a las especies, y que las especies que más adelante salen son aquellas que practican el apoyo mutuo. Bueno, pues esta es una discusión que aporta muchos datos a la hora de plantear estos problemas, porque es considerarnos como un animal más, como una especie más entre las cosas. Pero es un dato para el tema.
A-No podemos apreciar mucho lo que los científicos digan, ¿verdad? Es como los teólogos: ellos están obligados a sus imaginerías justamente para contribuir al mantenimiento del Poder. Lo primero que hay que decir en contra, es que ahí lo de la lucha por la existencia, como he dicho, eso no es específicamente humano, que a eso estamos condenados las cosas, las cosas cualesquiera; estamos condenados a estar en una contienda costante entre el afán de subsistir, de seguir siendo el que es, y la resistencia a ello, el deseo más bien de deshacerse, de desprenderse, de uno mismo, de su obligación. Mientras que lo que estamos planteando se refiere a la realidad humana propiamente dicha, es político en ese sentido restringido, de manera que solo indirectamente la cuestión de la lucha por la existencia y del apoyo que los animales puedan prestarse unos a otros podría entrar aquí, muy indirectamente. ¡Más!
-A mí me parece que hay como fondo de la cuestión una creencia que es muy básica y que está en todas partes, que es como que uno tiene lo que se merece, o que tiene que haber una correspondencia entre un movimiento o una acción en un sentido, con un movimiento o una acción en el sentido como contrario pero esactamente igual, y el problema es el mismo que el de que los malos queden sin castigo. Eso es como que el que la hace la paga, ¿no?, o que bien por bien y mal por mal, como si hubiera una Ley que rigiera el mundo, cuyo garante puede ser a veces Dios, o la justicia de los hombres, o lo que sea, que exigiera eso. Pero esa creencia no sé en que se puede asentar.
A-Está fundada en la propia realidad humana: “mérito”, y términos semejantes, implican la Justicia, son comerciales y jurídicos; son términos comerciales y jurídicos, son de la realidad humana, y no pueden tener ningún otro fundamento, no puede haber méritos. Por ejemplo si alguien en este trance me dijera que lo de ser bueno es un mérito, pues le diríamos “no digas ridiculeces, porque lo de ser bueno es un mérito para la Ley, para la Justicia, para el Cuartel, para el Comercio; para eso es para lo que es bueno que uno sea hasta buenecito, pero vamos, de por sí que eso sea un mérito no puede caber de ninguna manera”. Sí.
-Que me parecía que esto de la solidaridad, pues en cualquier momento trae sacrificios para alguien, y entonces quien tiene que hacer el sacrificio pues está disgustao; que viene a ser la misma petición como de la otra parte, que también te pide sacrificios o cosas, pero claro, metido como en un conjunto más estrecho, y con otras aspiraciones o afanes.
A-Sí, que reproduce en la revuelta contra el Poder los mismos mecanismos que en el Poder se dan. Desde luego..............
-Pero con menos defensa en el segundo caso.
A-Sí, menos defensa, porque los que participan se creen que están luchando de veras contra el Poder. Es más fácil para lo que nos queda de pueblo rebelarse contra los Ministerios y contra la Banca, que no rebelarse contra la propia organización popular de la lucha contra el Poder, es más difícil, ¿no? Hay que tener en cuenta esto: si hay moral (mérito, compensación, etc.) no hay política de pueblo que valga; si hay moral no hay más que moral, y por tanto está claro que si en una reunión popular sindical se plantea la cuestión y se va a la solidaridad, todo el mundo sabe que eso va a producir disgustos, sacrificios, y que además de momento estará aburriendo a la gente con la organización misma y con la pretensión; está aburriéndolos, y entonces viene Dios, el Poder, y te premia, premia el sacrificio, premia esos aburrimientos, porque después de todo, todo eso, que es evidentemente aburrimiento, sacrificio, disgustos, sirve para llegar a un fin. Es la moral, y si se mete dentro, pues política de pueblo no cabe. Sí.
-¿Y por qué se dice, o por qué la Iglesia misma dice a veces que Dios es perdón? Es que me parece que eso puede ir en contra de la moral, y que da igual hacer bien que mal, porque si todo luego se iguala o se redime, no entiendo por qué han hecho algo como eso, es decir, cambiar el Dios castigador por el Dios que lo perdona todo.
A-Es lo lógico, El Uno va con El Otro: si Dios no es un dios perdonador, no puede ser un dios castigador. Lo uno va con lo otro, y efectivamente es notable: ya sabéis que uno puede ser un malhechor, un pecador, estar haciendo mal toda la vida, pero si en el último momento se arrepiente, pues viene el perdón de Dios. ¿Qué tiene esto que ver con lo que os proponía?: la perfección de Dios incluye dentro de sí todas las imperfecciones. Tiene naturalmente que ver, y es en ese sentido, lógico. Venga.
-Pero si Dios dice “yo soy”, ¿no se está diciendo a sí mismo que no es defendible por nadie más que por Él?
A-Bueno, es que la manera en que Dios, en el Éxodo, le dice a Moisés eso, generalmente se entiende mal. En el libro “de Dios”, si le quieres echar una ojeada, he desarrollao toda esa cuestión de la manera en que Dios viene a decir lo que aquí también decimos, la fe de que el que es, es el que es, y naturalmente, pasado a primera persona, “Yo soy el que soy”. Pero es complicao, conviene esas fórmulas estudiarlas, sí. Bueno, pues nada............ A ver.
-Sobre esto que has dicho de que la perfección de Dios incluye todas las imperfecciones, yo creo que hay una que se queda fuera, que es la imperfección humana, y por eso se inventa la cosa del libre albedrío.
A-No entiendo.
-Sí, la intervención de la persona como tal, que no está bien hecha, que no es una, y por eso se inventan la cosa del libre albedrío.
A-¿A ver, a ver?
-Quiero decir que dentro de las imperfecciones, pues si le cae un rayo a uno que es bueno, pues Dios no hace nada mal a sabiendas, y tendrá una finalidad; pero sin embargo lo que no admite Dios es que uno coja y se suicide, y eso ya pertenece al libre albedrío de uno, cuando en realidad, si uno se suicida, si Dios verdaderamente tuviera control sobre tal imperfección, se moriría si Él quisiera, porque hay gente que intenta suicidarse y no lo consigue.
A-No, el atentao ahí que recuerdas es más profundo: es que Dios, o uno cuando uno es Dios, es el que es, y ése tiene la condición de que la muerte para él es inconcebible; de manera que la amenaza es que el suicida (confundiéndose, por supuesto), pretenda que el que es eterno e inmortal pueda morir y matarse. Enseguida se confunde, porque cree que él, ente real, puede hacer eso; y a Dios le disgusta, pero ¡amigo!, no le queda más remedio, hay suicidas en el mundo, y entre los católicos. De manera que todo tiene que caer debajo de la perfección de Dios. Sí.
-Yo creo que lo que sería más bien un atentado sería que uno fuera cualquiera, ¿no?
A-Sí, el deshacerse, el dejarse uno perder, es lo contrario de suicidarse. Bueno, hay que cortar. Os he dejao los problemas abiertos, ¿eh?, de manera que si el Señor por su parte nos deja seguir con estas indiscreciones, dentro de 7 días ya me contaréis qué es lo que pensáis de todo esto alrededor de solidaridad y comunidad.