12.10.2011
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu303-12-10-2011#Tertu303-12-10-2011.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Recordáis los que estábais conmigo estos días cómo habíamos pasado de esa especie de disolución del alma, psicoanálisis, que practicábamos sobre la Persona, sobre el Yo, habíamos pasado, por si podía el planteamiento ser más claro, más eficaz, a la cuestión en colectivo —digamos—, no en el uno sino en la colectividad, multitudes, conjunto, población, como queráis llamar a esto que las personas forman; y es ahí donde habíamos encontrado esta oposición entre ‘solidaridad’ y ‘comunidad’. Estuvimos recordando cómo el término ‘solidaridad’, que se emplea por todas partes en avatares políticos, más o menos revolucionarios o no, pero hablando siempre de eso de que… [interferencia del micrófono], pero hablando siempre en el sentido de que “la unidad da la fuerza”: eso es la solidaridad. [Interferencias del micrófono] Marchaba muy bien estos días, no tiene por qué no marchar ahora. Al mismo tiempo que también el término ‘comunidad’ os resulta conocido a través de términos como ‘el común’, tratando de las clases bajas de las poblaciones principalmente, ‘lo comunitario’, ‘el comunismo’ y demás, y estuvimos ya tratando de ver cómo las dos actitudes que responden a esos términos, a la solidaridad y a la comunidad, se contraponían entre sí, discutiendo cómo la una era lo contrario que la otra, y todo esto no quedó lo bastante claro; por eso, antes de seguir, voy a pedir a los que se hayan quedando pensando sobre esto, solidaridad/comunidad, que digan las dudas que tienen. Vivimos aquí de las dudas: el Poder vive del saber, de la opinión cierta, aquí, que estamos contra el Poder, vivimos de las dudas. De manera que eso es lo que os pido antes de nada qué habéis pensao acerca de la cuestión solidaridad/comunidad, las actitudes a adoptar en cualquier asunto pero también especialmente en el asunto de la rebelión contra el Poder, en cualesquiera asuntos, también en eso. ¿Solidaridad?, ¿comunidad? ¿Qué tienen que ver?, ¿cómo chocan? Bueno, algunos de los que estabais aquí tenéis que haberos quedado pensando en eso, de manera que no nos hagáis esperar más tiempo y soltad las perplejidades o dudas que eso dejara pendiente el otro día.
— Me acuerdo que yo me quedé pensando sobre alguien (me parece que era Jaime) que opuso a la solidaridad el apoyo mutuo, que no sé yo cómo se podría desarrollar esto, pero me parecía que en el apoyo mutuo hay una reciprocidad, que es aparentemente interés en un primer momento pero parece ser que más adentro es como si cada cosa, incluyéndonos también la cosa de los hombres, tuviera por sí algo... pues que florece y que se da. Entonces no sé yo si podría entenderse por apoyo mutuo, en contra de la solidaridad, que parece que era entre todos a arrimar el hombro y a ver cómo vamos tirando, pues como que en el otro caso hay… las cosas de por sí tienen su qué y…
AGC — Sí, que de por sí se produjera eso que llamas ‘acuerdo mutuo’.
— …Y entonces hay un…
AGC — Sí, es cuestión, es cuestión. Recojo más, algunas otras aparte de ésta que queda claramente formulada. Venga.
— Pues que de entrada parece como que solidaridad sea algo que tiene que estar dirigido a un enfrentamiento directo que depende de un Poder que reprime a eso que son los iguales o a los pares o a eso que puede haber por debajo del Poder; y entonces parece que el mecanismo es de asentamiento, es decir, de confirmación y de separación: el Poder es eso y aquí está esto y yo configuro aquello, lo de Arriba, y lo de Arriba configura lo de abajo. Por eso la solidaridad es la base de los movimientos sindicales, de las revoluciones cuando ya están estatuídas, etc., es de las clases sociales, etc., etc., en tanto que la comunidad parecería ser algo que está muy por debajo de esas configuraciones, que es algo como diríamos de aguas más bajas, que no tiene… no ha llegado todavía a la configuración de la solidez que significa la solidaridad, es decir, de ser cada uno el que es y por lo tanto representar a un conjunto. Yo veo que hay esa diferencia bastante notable.
AGC — Sí. ¿Dónde se situaría lo que decía Carmen del ‘acuerdo mutuo’?
— El acuerdo mutuo para mi caso se tiene que dar sin querer en la comunidad…
AGC — Bueno, sí, ya. Está claro. Está claro.
— …El acuerdo mutuo en la solidaridad siempre es un acuerdo planificado.
AGC — Está claro ya. Aclarado ya. ¿Más cuestiones?
— Sí. Yo pensaba que si pudiéramos darnos cuenta de hasta qué punto eso de la solidaridad es una cosa de los amos y que no puede ser eso algo que la gente maneje igual que los amos, pues que igual ganábamos bastante para las luchas políticas, porque se puede ver en muchos casos cómo eso de la solidaridad es una cosa que los que mandan, los que se supone que quieren repartirse cualquier pastel, pues entre ellos establecen como una condición primera lo de ser iguales y tener todos los mismos derechos y tener los mismos fines y eso, pero siempre entre una casta, digamos. Entonces…
AGC — Está bien. Es una recomendación la que hace Ana que parece que puede aplicarse casi a cualquier caso: lo que para ellos es bueno, para la gente no. Lo que sirve, cualquier cosa que sirva para la ordenación del Poder, para la marcha de la Empresa y de la Banca, para todo eso que está —podemos decir— Arriba, hay que desconfiar de ello sin más: no puede eso aplicarse también para la gente común, para la rebelión, para aquello que está oprimido por el Poder y que de vez en cuando habla, actúa contra el Poder. Más.
— Lo de solidaridad también me parece que viene de Arriba, ¿no?
AGC — ¿Qué?
— Que solidaridad es un término que viene de Arriba, del Poder. Resulta un poco falso, ¿no?, un poco…, a mí me resulta un poco de hipocresía, ¿no?, lo de la solidaridad, cuando no compartes.
AGC — Sí. Es un término muy culto ciertamente, es más culto que comunidad, que también en cierto modo lo es, pero…
— Entonces compartir sería lo más auténtico, ahí sí que se podría decir que viene de abajo, del pueblo; que yo me puedo sentir solidario de los de cualquier otro sitio, de aquél que sufre por cualquier historia, ¿no?, porque no tienen para comer, porque le falta amor, porque le falta tal, me puedo sentir solidario, pero…
AGC — ¿Y eso? Eso ¿qué?
— Pero que no me dice nada. Entonces me parece que tendríamos que llegar a un punto en el cual compartiéramos no solamente la cuestión material sino compartir más cosas: sentimientos, compartir… otra historia.
AGC — Sí. No sé…
— …Puede ser compartir. Yo me refería a una sociedad…
AGC — No sé si te sigo muy bien.
— …a la que se refería ella a lo mejor, donde funcionaría el apoyo mutuo, pues sería también el compartir.
AGC — Pero ¿eso no es solidaridad?
— No. No, para nada. Solidaridad yo lo veo como algo falso.
AGC — Bueno, sin embargo a lo que se dedican las asociaciones benéficas, los sindicatos incluso, es justamente eso.
— Bueno, pero es la caridad. Eso es caridad. Es otra cosa.
AGC — ¿Es caridad? ¿No se recomienda en esas asociaciones que sean todos solidarios con el pobre, con el desgraciao…?
— Claro, y entonces ya tengo mi conciencia tranquila, y pues hoy doy mi limosna o me solidarizo con…
AGC — Pero es una forma de solidaridad, que se recomienda también ahí. Sí.
— Bueno, en principio me parece que la solidaridad es una actitud personal: uno decide si es solidario o no, y lo común está un poco al margen de todo eso: uno tiene cosas en común incluso con alguien con el que no se siente solidario. Se me viene un ejemplo a la cabeza de un episodio que ocurrió en la Primera Guerra Mundial, en la que los alemanes y franceses en el mismo frente de batalla jugaron al fútbol. Y eso sería algo de lo común. Lo solidario sería que un francés se sintiese solidario con un francés y un alemán con un alemán, que tienen algo en común, o sea que tienen algo común uno con otro y lo sienten como tal, a nivel personal; pero eso de que se pusieran a jugar al fútbol allí sin que nadie lo planeara ni nada, pues sí parece que es algo más de lo común.
AGC — Habría que ver. Habría que haber visto el juego. Pero tu noticia la agradezco. Habría que haberlo visto y hasta qué punto se organizaba a escondidas de o en connivencia con los propios mandos militares. Habría que ver. Alguna connivencia tendría que haber.
— Bueno, a todos estos los fusilaron por confraternización con el enemigo, claro…
AGC — ¿Eh?
— A todos estos los fusilaron por confraternizar con el enemigo.
— Que fueron fusilados.
AGC — En todo caso algún tipo de permiso por lo menos es una intervención que no puede ignorarse en un caso como ése. No veo claro lo de que lo de solidario sea personal: es personal la decisión de tomar esa actitud tal vez y de denominarse a sí mismo como solidario, pero la [solidaridad] de la solidaridad está claramente mandada desde Arriba, es una especie de orden social, orden del Estado, orden del Capital, que la necesitan. Imagináos que ni los clientes del Capital ni los súbditos del Estado fueran lo bastante solidarios entre sí: está claro que ni Estado ni Capital iban a sostenerse mucho en pie.
— También creo que habría que tener en cuenta que a los Bancos se les exige por ley que sean solidarios, ¿no?, con esto de las obras sociales y todo esto que se han armado, ¿no?, que es algo a tener en cuenta, ¿no?, que es una cosa que está mandada, ¿no?
AGC — ¿Solidarios con?
— Pues con la gente más desfavorecida, ¿no?, tienen que hacer una… por ejemplo, comprar cuadros y abrir museos… Tienen que hacer cosas como éstas, ¿no? Creo que por ley, que el que tiene unas ganancias superiores tiene que hacerlo, ¿no? Y luego también tener en cuenta que creo que solidaridad implica otra cosa, ¿no?, que tiene como un fin: solidario ‘con’, ¿no? No se puede ser solidario “yo es que soy solidario”: no: tienes que ser solidario con alguien o con algo, ¿no?; si es una comunidad, no, porque se vive en comunidad y ya está.
AGC — Eso, sí. Sí, eso por supuesto. Eso ya está en la cuestión. Claro, hay que tener en cuenta que esas cosas que dices de los Bancos sería también lo que él decía que era caridad después de todo, que se está confundiendo aquí —parece— con solidaridad. De todos modos no hay que olvidar que un Banco lo que necesita es mover los fondos sea como sea, y que cuando los fondos se mueven de una manera caritativa o solidaria, se están moviendo fondos, y desde luego eso es lo primero. Sea para lo que sea, el Capital necesita moverse porque, si no, se hunde: sin movimiento no hay Capital, eso no se puede olvidar. ¿Quién más había?
— No sé si valdrá la pena advertir, porque está saliendo por aquí de cómo desde Arriba, creo, se ha ido cambiando el sentido del término solidaridad, que en principio quería decir algo así como solidaridad con el igual, de manera que un Banco si es solidario tiene que ser solidario con los otros Bancos, y ha venido a querer decir caridad, o sea, tal como se enseña la solidaridad ahora en las escuelas, que es uno de esos principios de la Democracia que hay que enseñar en las escuelas, quiere decir solidaridad con los pobres, con los que pasan hambre, con los que están peor que tú. Que antes quería decir algo así como darse cuenta…
— [Pero ser hombres, ¿no?]
— …Sí, sí. Sí. Desde luego la diferencia ésa con comunidad está, pero que ha habido un cambio dentro del propio término solidaridad, que antes quería decir ‘no se puede ir sólo a lo…’, ‘no puedo ir sólo a lo mío porque hay otro que es como yo, y entonces atiendo —digamos— a nuestros intereses comunes’, ¿no?: solidaridad obrera, pongamos por ejemplo; mientras que ahora eso ha casi desaparecido, ¿no?, y sobre todo pues la gente más joven lo está sacando en el otro sentido, en el sentido de solidaridad en el sentido de caridad con el pobre, con el que está por debajo.
AGC — Bueno, ha desaparecido o se ha ampliado… Desde luego puede que no sean más que dos aspectos de la cosa, lo de solidaridad y lo de caridad, tal como en esas intervenciones se está manifestando, pero lo que es claro es que los dos están del mismo lado. ¿O no?
— Sí.
AGC — ¿No aparece claro, por la manera en que esto se presenta, que aunque tengan significados muy parientes y puedan ser hasta dos aspectos, dos maneras de mirar la misma cosa, lo que es claro es que los dos están del mismo lado, frente a lo otro, comunidad?, ¿sí o no?
— Sí.
AGC — ¿Aquí está lo bastante claro o no está?
— Que sí. Y vamos a ver…
AGC — Perdona que es que tengo…
— …El caso que sacó Osel…
AGC — …Tengo voces. Hay varios, no sé quién de los dos. ¿Qué?
— Sí. El caso que sacó antes Osel de los Bancos, por ejemplo, es muy significativo con respecto a esto de los llamados ‘desahucios’. Los desahucios éstos que ahora que están saliendo mucho adelante porque se están interrumpiendo [y tal], se presentan como actos de solidaridad con los desfavorecidos. Que ¿para qué vale esa solidaridad? En un principio es muy llamativo porque dicen “¡Uy!, han parao. A esta familia ya no la echan”. Pero ¿qué es lo que pasa?: que no se pone en tela de juicio ni el concepto de Dinero ni el concepto de Banco. Es decir que no se entra debajo de las cosas. La solidaridad es un trampantojo para no entrar de verdad en lo común —en lo común—, es un impedimento.
AGC — Sí, sí. Eso es, eso es. Y si la llamas…
— …Y antiguamente lleva-… Déjame que termine…
AGC — Y si la llamas…
— Déjame que termine! Que llevaba mucha razón Virginia cuando ha sacao antes que ha habido un cambio en la semántica del término solidaridad. Porque antes incluso solidaridad estaba confinado a los iguales (solidaridad obrera, por ejemplo) pero ahora no: pueden ser cosas tan diferentes como un Banco y un mendigo.
AGC — Y si la llamas caridad o [mutua ayuda], igual. Lo que estamos diciendo, lo que estaba yo proponiendo, parece que está claro, es que, sea como sea, las dos están del mismo lado: caridad, solidaridad…
— Yo la caridad no la metería ahí, es otra cosa.
AGC — Sí, se ha metido sola.
— No: no se han metido. Eso es Cáritas.
AGC — Se han metido solas aquí.
— Es otra cosa. Caridad es otra cosa.
— Bueno, lo que yo creo es que el apoyo mutuo no es un acuerdo, es una cosa que da espontáneamente entre distintos animales, distintas clases de animales para apoyarse en las emigraciones o para apoyarse a la hora de buscar comida o tal: es una cosa que no es por acuerdo, es espontánea, sale de por sí, probablemente genéticamente, porque no se les enseña a volar en forma de uve ni todas esas cosas, lo hacen los pájaros por herencia genética. Pero además he visto otra cosa…
AGC — Si es otra, si es otra, déjame que hable un poco sobre ésta para no armarnos líos, ¿no?
— Sí, que no es un acuerdo.
AGC — Es importante decidir este punto, yo creo. ¿Eso, según tú, haría que esas cosas que se dicen que pasan con los animales son comunidad?, ¿eso corresponde a la noción de comunidad?
— Sí, sí.
[— No sé yo...]
AGC — ¿O sigue siendo, aunque sea entre pájaros, entre ellos sigue siendo una cosa de ayudo mutuo, caridad o solidaridad? El punto es muy importante decidir porque nos traemos aquí todos los días la cuestión de dónde está la guerra ésta que nos traemos contra el Poder, y hemos visto que una vez que hemos renunciado al hombre y que le hemos echado por la borda y que tratamos de considerar que lo único verdadero es que somos cosas,, en ese sentido, tanto las cosas animales y astros como nosotros están sometidos, como reales que son (reales, no físicos o naturales: reales), como reales que son están y estamos sometidos a la lucha por la Existencia, y en la lucha por la Existencia efectivamente vemos que fuera de nosotros se producen, en casos como esos, las bandadas de emigración son una convivencia que está regida por la Ley de la y por la lucha por la Existencia o Subsistencia. Un paso más allá tendríamos lo que siempre se nos presenta como la última caricatura: las abejas o las hormigas. Las abejas o las hormigas, que tienen una organización social que los más férreos defensores del Poder, los más conservadores, presentaban como ejemplar para nosotros: lo bien regidas que están los enjambres de las abejas en las colmenas, con su reina; o lo bien regidas que están las hormigas en su tránsito, una detrás de otra. Yo creo que ya esto no te atreverías a llamarlo comunidad. ¿A que no?, ¿a que ya no suena bien en estos ejemplos estremos? De manera que no, yo me negaría (pero estoy pidiendo los pareceres), me negaría a tomar eso de que de una manera natural, sin acuerdo verbal ninguno, se produzcan esos casos de conjuntamiento, de... porque no me atrevería a decir que eso obedece a otra cosa que a la Ley por la Existencia, que vale para las abejas igual que para nosotros, igual que para los astros, igual para lo que es real porque forma parte de la Realidad está en contradicción y por tanto está obedeciendo a esta Ley de que, por un lado, hay que subsistir, como individuo, como conjunto (en el caso de las abejas ya se ve claro que ‘individuo’ y ‘conjunto’ vienen a confundirse en la organización más perfecta que se pueda imaginar), y por tanto yo no diría que esos ejemplos deben servirnos para el caso. Mucho de lo que entre nosotros hacemos naturalmente se hace por acuerdos verbales, porque es nuestra manera de lenguaje, pero en definitiva se trata de algo real, obedece a eso de la lucha por la Existencia: por un lado (aunque por el otro nos estemos deshaciendo), por un lado hay que mantenerse, y para mantenerse, pues muchas veces conviene apoyarse en otro, y desde luego al otro le conviene que te apoyes en él. Todo eso no obedece más que a la lucha por la Existencia.
Cuando os saco estos últimos ejemplos estremos de organización social fuera de los hombres es para que se aclare esto. Todos estos ejemplos de solidaridad, digamos, de los individuos para bien del conjunto y por tanto también para el bien de cada uno, todo esto no parece que tenga que ver con aquello otro a lo que nos suena por lo bajo todavía ‘común’, ‘comunidad’ —común, comunidad—, acordándonos del uso venerable de Heráclito con el xunón, que el otro día os recordaba, ¿eh?: lo público, “Si hay que atenerse a lo público —dice en los fragmentos— es porque lo público es común” (si es que las traducciones de lengua a lengua pueden valer en este caso), “porque lo público es común”. Y ‘común’ aquí desde luego quiere decir otra cosa muy distinta que todos esos casos de conjuntamiento, ayuda mutua, organización, que están regidos por la Ley de la Existencia.
Por tanto me paro aquí a preguntaros algo que entre los que me acompañan ya debía haber quedado claro a estas alturas: ¿cuál es la diferencia fundamental?, ¿en qué consiste la diferencia entre esto de solidaridad, caridad y demás de hombres o de animales y lo otro de comunidad, para más claridad?, ¿en qué dos reinos se presentan lo uno y lo otro, tan contrarios entre sí? ¡Venga!, ¿quién ayuda en este punto? ¡Ah!, ¿vas a volverme atrás?
— ¿Cómo atrás?
AGC — Porque es que has levantado el dedo antes de que yo hiciera esta pregunta.
— No, no. Déjalo, déjalo. Que no me acuerdo ya. Que me he hecho un lío yo.
AGC — ¿Eh?
— Que me he hecho un lío yo ahora. Que no, que ya no sé lo que quedó.
AGC — Habías levantado antes, por eso…
— ¿No será…? A ver, es que estoy dándole vueltas a esto de que quizás algo que expulsa totalmente la solidaridad es a la compasión?
AGC — ¿Es?
— A la compasión. La compasión.
AGC — ¿La compasión?
— Que la expulsa la solidaridad a la compasión. Que son como antagónicas.
— Está al lado de la comunidad la compasión.
AGC — Es importante el término. Ya hace dos días o tres salió: compasión os recordé que es un término reciente en latín, por tanto entre nosotros: parece que lo inventó San Agustín, muy tarde, para traducir en uno de sus significados el sympátheia, que es el término griego, el que ha venido a dar por otros derroteros nuestra ‘simpatía’, sympátheia: compassio es la traducción. Y es importante volver sobre el término; no me pesa. Al tenor de caridad, tú que lo has sacao esto de compasión, ¿tú no lo entiendes mejor ‘caridad’, tal como lo hemos venido tratando, con lo que ahora has llamado ‘compasión’?, ¿no te parece que sea lo mismo?
— Lo contrario.
AGC — No, no: porque lo que pasa con la compasión, y ya el otro día salía, es que, desde luego, se usa de dos maneras muy distintas: en una manera, efectivamente, viene a coincidir con la caridad y la solidaridad, es la participación en lo que está mandado que sea propio de las personas bien educadas y sometidas al Régimen; la participación en eso se la llama a veces ‘compasión’ y se confunde con ‘caridad’, desde luego; pero luego el término, que alude no a ningún tipo de acción ni organización sino al sentimiento, ‘pasión’, gracias a eso y al prefijo com-, syn-, que es el que tiene que ver también con lo de común y comunidad, gracias a eso tal vez nos deja un... otro sentido de la compasión que se acercaría a lo de lo común, lo de la comunidad. ¿Te suena bien esto?, ¿sí?, ¿y a los demás? Sí.
— Si hay algo común es lo que no es individual…
AGC — ¿Que haya?
— Bueno, yo creo que es que ya se ha dicho más o menos, pero que si hay algo común es lo que no es individual…
AGC — Sí.
— …y que en cambio en todas estas formas de ayuda mutua siguen permaneciendo eso de las fronteras entre unos y otros. Y ésa es la diferencia.
AGC — Sí, sí. Aún en el caso de las abejas: pueden ser, estar reducidas por la ley del trabajo a toda la degradación que le parezca a uno, pero son desde luego una cada una, claro, y eso va por su cuenta a libar, aunque luego lleve las cosas a la colmena. Pero preguntaba por algo todavía más simple, más profundo. ¿Cuál es el fundamento?, ¿en qué reinos distintos están lo uno y lo otro?
— Bueno, yo iba sencillamente a preguntar una cosa que me estaba sugiriendo todo esto. Y es verdad que dices que estos conjuntamentos de solidarios, por decir de una manera, obedecen pues a la lucha por la vida o lo que sea; pero hay otras cosas que a mí me sorprenden a veces, por ejemplo, se me ha venido a la cabeza: cuando sueltan las palomas y se ponen a volar haciendo esos juegos en grupos de palomas, o sea, esos juegos que hacen en el aire que te quedas asombrao viéndolos que parece que no obedecen ni a nada, ni que vayan a cazar ni a comer ni a nada, sencillamente, y que no sabes por qué de pronto todas cambian y van para acá, van para allá, o los estorninos, que también lo hacen cuando se juntan. Yo no sé si eso entraría dentro de este apartado o de esa parte de solidaridad, ¿no?, o ya rompe un poco con eso.
AGC — Es una cuestión interesante aunque tal vez se nos queda un poco marginal replanteando el tratamiento: es la cuestión de si los otros, los otros animales o bichos o lo que sean, juegan en el sentido en que nosotros jugamos, porque es una cuestión a la que difícilmente se puede llegar a resolución. Se parece a la de si la risa es una propiedad humana (y el llanto también), si es una propiedad humana, puesto que esas maneras no las vemos en otros, o si tenemos que reconocer que en los otros se dan también equivalentes, lo mismo que desde luego hemos reconocido que la lengua no es privativa, no es propia de nosotros, de los hombres, sino que simplemente es nuestra manera de hablar y que las demás cosas tienen la suya, que nos es desconocida, prácticamente intraducible. Sí, digo que tal vez queda un poco al margen de la cuestión aunque nada puede estar al margen del todo. Pero ¿en qué dos reinos distintos están la solidaridad y la comunidad?
— Si abundamos un poquito en la compasión, quizá veamos que, por ejemplo, en la compasión yo me acerco a lo que hay, a lo indefinido, a lo palpable, a lo misterioso, pero desde la solidaridad ya no. Desde lo solidario voy a lo que es lo que es.
AGC — Bueno, no, no: mi actitud ha sido —yo creo— clara, ¿no? He dicho que el término compasión está partido: tiene claramente dos usos que no van el uno con el otro. Se emplea en los dos usos corrientemente, pero hay uno en que efectivamente no se trata de participación en lo que le pasa al otro en cuanto que tanto el otro como yo somos personas bien costituidas de una organización social establecida, no se trata de eso: hay algo más en el sentido que sugieres, efectivamente. Vamos, no es que haya ningún término, ni siquiera no ya éstos que son relativamente inventados, como compasión, sino ni siquiera los corrientes, no hay ningún término que tenga un reglamento de uso rígido, que haría que la significación del término estuviera bien definida: eso no puede ser. Pero, bueno, en algunos casos es útil descubrir esta contradicción en el uso del término. Y entre tanto ¿qué es lo que separa solidaridad de comunidad en la medida en que los estamos tratando con cierta claridad?
— Agustín, aquí. Me estaba acordando de una película que vi hace tiempo que se llamaba Crash, y que eran unos personajes que se encontraban…, la situación que se les daba era de enemigos en principio, ¿no?, y entonces algo inesperado ocurría de manera que se encontraban hermanados, o sea, como salvándose la vida uno al otro. Entonces estas situaciones en las que uno de repente se puede encontrar pues dando incluso su propia vida, ¿no?, por salvar a alguien que se ve que se está ahogando en las olas o incluso un perro que se haya caído..., y que uno, pues yo no sé, esto que sale ahí de la compasión… No sé, que lo veo como…
AGC — ¿Qué tiene que ver eso con la cuestión que estoy planteando? ¿Para qué lao queda eso?
— Pues yo lo veo… Esto lo veo pues que está en…
AGC — ¿Para qué lao queda?
— Pues a lo común, ¿no?, digamos. Más a la… Lo veo en el otro reino, lo veo muy diferente a esto que se estaba hablando de los Bancos, que son…
AGC — Cuando uno se tira a salvar a uno que se está ahogando ¿eso os suena a comunidad o a solidaridad?
— Solidaridad.
AGC — Bueno, entonces […]... desde luego, a comunidad no suena. Vuelvo a la cuestión, porque si no tendré que tomarla yo por mi cuenta.
— Sí. Vamos a ver: yo, me ha venido, cuando hablabas de las abejas y estas cosas, que solidaridad tiene que ver con lo que ya se sabe, y comunidad con lo que no se sabe. Y poniendo un ejemplo: solidaridad lo hacen las abejas porque saben lo que están haciendo…
AGC — Bueno, “saben”…
— Más o menos. Bueno, lo que venimos diciendo que es ‘sabiendo’. Y yo creo que nosotros venimos aquí por comunidad, porque no creo que ninguno venga por solidaridad de escucharte. Eso para mí es comunidad.
AGC — Bueno, bueno, no saques conclusiones de esta tertulia, que es peligroso. Pero lo que has dicho va en el sentido que yo pedía…
— Es un pelota.
— ¡Pelota!
— No, no: pelota no.
AGC — …Tal vez se puede decir de una manera más clara todavía. Pero habéis oído lo que él ha dicho, ¿no? Repítelo.
— Pues que solidaridad va de lo que se sabe, algo de lo que se sabe, y comunidad pues como que no se sabe por qué se está ahí.
AGC — ¿Eso qué quiere decir?, ¿cuáles son los dos reinos de que estamos hablando?
— El de la necesidad o realidad. El reino de la necesidad. Parece que la solidaridad pertenece al reino…
AGC — Sí, o más en general todavía, más claro.
— De la Realidad. De la Existencia.
— El mundo.
— Pues lo mismo: del que no sabe y…
AGC — No, es que es muy difícil... No, no: aquí no tenemos ninguna manera especial de hablar, pero librarse de los usos que los términos reciben de ordinario, o en la conversación o en los libros o donde sea, es duro, es difícil. Simplemente la solidaridad, caridad y todo lo demás pertenecen a la Realidad (“se saben”, quiere decir. Lo sabido es la realidad; lo sabido es siempre más […]), pertenecen a la Realidad, lo comprobáis a cada paso. En la lucha contra el Poder, en la organización de la lucha ¿qué es lo que suele perder la mayor parte de las acciones y las hace al fin no valer sino quedar sumisas?: el afán de realismo. Efectivamente: en Realidad los realistas, los sindicatos, los organizadores tienen razón, dentro de la Realidad. Es un mal sitio para tener razón, pero dentro de eso se puede decir: lo práctico para conseguir los fines que sea, es efectivamente la solidaridad, el convenio de acuerdo mutuo, el apoyo mutuo, y lo podéis reconocer desde las más altas esferas del Poder y su organización, la de los jefes, la de los empleados y demás, hasta estos movimientos de rebeldía que, por afán de realismo muy comprensible, acuden a lo mismo: a la solidaridad; a la solidaridad, al convenio de acuerdo mutuo, a apoyarse como individuos los unos a los otros, a que si en un sindicato los hay más pudientes y menos pudientes, se haga un reparto de bienes, por igual. ¿Qué otra manera de algo práctico hay en este mundo? Se requiere. ¿Cómo se puede hacer nada práctico en la Realidad si no es contando con todo eso de que la unidad da la fuerza, contando con el valor de la caridad y apoyo mutuo y todo lo demás?
— Entonces ¿la familia?
— No, espera, espera, que hay allí…
— ¿Yo? Bueno, yo tengo que decir que no existe, y lo sé por mí, por mi experiencia propia: ni la solidaridad ni la caridad ni la humanidad ni nada, todo son palabras abstractas y no existentes. Yo he tenido ahora…, la semana antepasada me caí en Atocha; me caí en Atocha por culpa del alcalde, porque ha quitado la luz, había un hoyo, no lo vi y caí. Caí sobre unos hierros de un andamio, me di un corte en el brazo de catorce centímetros y en la rodilla. Nadie, absolutamente nadie en la glorieta de Atocha (a las diez menos cuarto, que está así) acudió ni a levantarme, ni a decirme “¿qué le ha pasao?” ni nada, absolutamente nada. Tuve yo que buscarme un teléfono público para llamar al Samur, y ahí sí: gracias a ellos estoy aquí porque estaba muy mal. Así es que esa experiencia tengo y tengo que decir que no existe, existe si hay un interés para el individuo pero como allí no había ningún interés, no me iba a pagar nada, pues, claro, no apareció nadie.
AGC — Bueno, nos alegramos, yo creo, todos de que la caída no te haya impedido volver a la tertulia. Eso es lo primero porque tu presencia es muy [querida]. Por lo demás, lo siento, pero el ejemplo no es muy significativo: igual podrías haber encontrao, como sucede a cada paso, algunos, unos cuantos, que se lanzan a la ayuda; lo encuentras igual. Hay que reconocer…
— Se lanzan si hay un interés para ellos, si no, no.
AGC — No, no. No. No. No, no: se encuentra de todo. No, no: no te hagas ilusiones, se encuentra de todo. Tuviste mala suerte. Fue un despoblao de ayuda poco habitual. Pero te voy a decir: ¿y pasaban muchos?, ¿pasaban muchos?
— En la glorieta de Atocha, a las diez menos cuarto, está así.
AGC — Muchos, lleno. Pues lo que sí te voy a decir es que los que no se ponen a ayudar al caído (que yo creo que muchos se ponen a ayudar al caído), pero los que no se ponen lo hacen porque piensan que ya hay organizaciones que se encargan de eso. Ése es el principal motivo que impide la práctica, y resulta que tanto lo uno como lo otro aquí se nos aparece del mismo estilo. Acababa de presentaros esto de que... con lo que tenemos que irnos haciendo ya de que lo uno pertenece a la Realidad y que siendo realista y en este mundo, tal como está organizao, no hay nada práctico más que eso: la solidaridad, el apoyo mutuo. Eso es la Realidad.
— Hay dos palabras más. Ahí, ahí: Jon y esa chica.
— Por allí querían hablar.
— Te voy a utilizar la mitología: imagínate que estamos en una camada de lobos donde directamente el macho…, normalmente en una camada de lobos el que ataca para coger la comida es el lobo grande, el lobo antiguo: él aúlla y la demás comanda van a él. La solidaridad entre las personas ¿podría ser como eso?
AGC — Pues sí: lo hemos dicho, hemos puesto todos los ejemplos y la solidaridad entre los hombres es del mismo orden, son cosas promovidas por la ley de la lucha por la Existencia, la Realidad. Estamos diciendo eso. ¿Y quién quedaba?, por favor.
— Yon.
AGC — Sí.
— A mí me pareció interesante lo que dijo el hombre sobre la solidaridad que se refiere a lo que se sabe y que la comunidad es por algo que no, justamente porque si atendemos a qué momentos se saca el término solidaridad se suele utilizar justamente para referirse a un objeto sobre el cual hay que ser solidario, entonces siempre, claro, de algún modo se está mandando ya sobre…
AGC — A un fin. A un fin.
— La cuestión, lo interesante de la comunidad que, yo, si no te entiendo mal, por lo que la sacas de la Realidad es justamente porque uno nunca sabe en torno a qué se funda comunidad, nunca sabe cuando… si hay... Si aquí se puede hablar de comunidad, nunca se sabe en virtud de qué es, ¿no?, qué es aquella cosa que nos reúne.
AGC — No se sabe el fin, el objeto: se sabe que NO. Lo único que en una rebelión se sabe es que NO, que NO a la Realidad, en bloque; pero de lo demás no se sabe, sería absurdo, porque entonces estaríamos metiendo la rebelión dentro de la Realidad, como se la mete con demasiada frecuencia: porque se sabe, efectivamente. Hay incluso doctrinas respecto a las formas de la rebelión, a las tácticas, y que desde luego todas ellas no pueden menos que incluir un éxito, una victoria del movimiento en su día, y para ello, lo mismo que en una empresa bancaria, exactamente igual: tácticas de solidaridad, apoyo mutuo y demás.
— Aquí, aquí. Aquí, aquí. No, no: perdona, aquí.
— Bueno, era un poco… [] para decir más o menos lo mismo, ¿no?: que ese sentimiento de comunidad o de que la gente se junte o que haga cosas así de una manera más…, que pasa, ¿no?, que sucede, y lo otro que está un poco ya dado, ¿no? Pero lo que quería decir ahora sobre todo es que están saliendo casos de eso de lo de salvar la vida y yo creo que, aunque por esa definición que estamos haciendo, que parece bastante ajustada, de que lo de la supervivencia está al lao de la solidaridad, sin embargo en esos casos de que ves a alguien que está necesitando y se te van las manos a ir allí, no sé yo si será ese interés de decir “Bueno, yo soy uno de los mismos y si me pasase lo mismo querría que me hiciesen lo mismo”, sino que es algo que yo creo que ahí también hay algo de eso de comunidad, o no se sabe, ¿no?
AGC — No, es demasiao rápido. La reacción...ya he dicho que las reacciones en la calle de ordinario, pues lo mismo pueden tirar pa un lao que pa otro, lo mismo hay gente que efectivamente de una manera casi espontánea se muestra dispuesta a ayudar, que hay gente que no, escudándose tal vez en que no... Y en el caso de tirarse al que se está ahogando, la cosa es tan rápida que efectivamente ahí no puedes ni distinguir, es tan rápida, evidentemente resulta que tú eras de los que en cualquier momento por la calle están dispuestos a ayudar. Resulta; pero en ese caso el mecanismo ha actuao de una manera rapidísima. Y desde luego no creo yo que esto tenga mucho que ver con la comunidad: está plenamente dentro de la Realidad, lo mismo que las demás cosas, y lo que os estaba proponiendo ahora para que la distinción fuera clara es que de lo otro, de lo de comunidad y eso, de momento no sabemos, pero que todo esto otro que hemos estado analizando es real, pertenece a la Realidad y que dentro de la Realidad no se puede ni hacer ni entender nada que no sea ajustándose a las normas de solidaridad. Di.
— Yo donde más odio he visto es en las comunidades de vecinos. De verdad, lo digo en serio, parece una broma, un chiste…
AGC — Sí, quieres decir que están mal tituladas.
— No.
AGC — Que están mal tituladas.
— Exactamente, o están mal tituladas… Comunidades de vecinos, guerra segura.
AGC — Sí, están mal tituladas en nuestro sentido. Que no es de eso de lo que estamos hablando…
— Ya, pero vale.
AGC — …Habría que haberlas titulado “solidaridades de vecinos”.
— Agustín: se llaman “comunidades de propietarios”
AGC — Ella. ¿Quién quedaba por aquí?, por favor.
— Es que lo que decías antes de que no era comunidad eso de salvar a alguien, tampoco lo tengo claro porque yo creo que hay… podía haber una manera de entender la cosa que es como que los límites de uno no están tan definidos, o sea que…
AGC — ¿Por qué?
— Los límites de uno no están tan definidos: que igual que si algo me quema, yo me quito la mano, pues si le están haciendo algo al de al lao... como que no está tan claro dónde acabo yo o dónde… O sea, que en ese sentido podría aproximarse a lo de…
AGC — No. No veo nada claro eso.
— ¿No?
AGC—En todo caso, ese acto es perfectamente real, no tiene nada de solidario, no se sale para nada de la Realidad.
— Pero ¿cómo se sabe que un acto no se sale para nada de la Realidad? Es que eso es una afirmación totalitaria.
AGC — A ver.
— ¡Que un acto pertenezca por completo a la Realidad! Es que estaríamos dando por supuesto que hay actos perfectamente reales y perfectamente definidos, y eso es una perfección…
AGC — Sí. No, efectivamente es una exageración, tal vez me he pasao en lo de decir “total” o “perfectamente”, lo que haya dicho, pero desde luego pertenece a la Realidad. El acto de por sí no da señas de llevarnos a otro sitio.
— Pero pertenecerá a la Realidad cuando hablemos de él, cuando le demos una medalla al tío y todo eso, pero ¿de dónde sale el impulso de ir a…?
AGC — Que le demos la medalla después es una especie de confirmación de lo que estoy diciendo. Pero yo, desde luego, (lo siento: a lo mejor soy incompasivo para el supuesto caso), pero en el acto mismo reconozco ya que hay resortes que pertenecen justamente a eso. Lo que actúa de una manera más lenta de ordinario, cuando da tiempo a acercarse al caído o no acercarse, ahí, por las circustancias, tiene que actuar o no actuar de una manera rapidísima y la decisión se impone, que unos se tiran y otros no se tiran. Y, la verdad, yo no condenaría al que no se tira, por el hecho de no tirarse, como más incomún que el que se tira. La cuestión la sigo viendo práctica, es una cuestión práctica…
— Agustín: yo creo que no hay que tirar a saco sin fondo la observación que me parece que se relaciona, la observación de Penélope y lo que ha dicho ahora Virginia, con lo que él decía que uno de los rasgos esenciales de la solidaridad es que se sabe, y de lo común sería que se hace sin querer, que casi no se sabe; porque lo que pasa precisamente, lo que ella dice, cuando uno tiende a salvar a alguien, aún con peligro de su propia vida, es porque uno no es uno del todo, porque en el momento en que pare a repensar que uno es quien es, se llama Fulano…
AGC — Basta, basta …
— Déjame que termine.
AGC — Basta, basta. Basta.
— No. No lo hace: en cuanto tarde dos minutos no se tira al agua…
AGC —Basta, basta, que es muy tarde.
— …Eso hay que hacerlo prescindiendo de la reflexión y del juicio…
AGC — Basta, basta, que es muy tarde.
— …De la reflexión y del juicio. Cuando antes…
AGC — Basta, basta, que es muy tarde.
— No, no me callo. No. Y estoy siguiendo. Mira: cuando antes Carlos hablaba lo de las palomas, tenía mucho que ver: el juego ése de las palomas que no se sabe qué sentido es, es porque el límite del cuerpo de la paloma no se termina en la paloma: la paloma es la bandada de palomas. Y esa bandada de palomas tiene algo de despistación del concepto.
AGC — Bueno, gracias, Isabel, pero no hacía falta porque aquí todos sabemos ¿qué es lo que viene ahora?...
— Pero no, pero sí. Pero vamos a ver…
AGC — ¿Qué hemos descubierto? [] que la Realidad no es todo lo que hay. Una de las consecuencias triviales es la que estás diciendo y la que aquí aparece, por tanto uno no es nunca uno del todo. Lo que estos días antes hemos estao viendo y eso vale para el uno que se tira al ahogao y para el que no se tira. Uno nunca está hecho del todo.
— Deja de hacer el pregonero. Deja de hacer el pregonero. Mira: si estuvieras un poco más seguro de lo que estás diciendo no tendrías que pregonar, sencillamente razonar…
— No le dejas, Isabel.
— …Te digo una cosa, vamos a ver (espera que te diga una cosa): aquí lo que nos interesa fundamentalmente es saber que la solidaridad es una istrucción que viene desde el Poder (el acto de la solidaridad), y que precisamente a un mendigo que está en la puerta de nuestra casa pudriéndose, no se le atiende porque piensas que hay istituciones como el Samur social o como el Samur de no sé qué, o de vez en cuando que se van a encargar de ello. Son istituciones solidarias que vienen desde Arriba que lo que hacen es cortar cualquier asoma de esa abundancia del corazón, cualquier asomo de caridad o de compasión.
AGC — Lo único importante que había en esto desde luego era eso: descubrir, a recordar que a lo que hemos…
— ¡Es que no es así. ¿Y qué coño de que sea real?: pero es que no hay nada puramente irreal.
AGC — …recordad que a este tratamiento de solidaridad que hacíamos hemos venido, pasando a lo colectivo, de lo que en sesiones anteriores se había estado haciendo, que era un psicoanálisis, y un psicoanálisis nos dice que uno no es uno, que sólo por un lao pretende ser el que es, y por otro lao no lo es, no puede serlo. Eso lo traíamos ya reconocido, y desde luego al caso concreto del que se lanza a salvar [al ahogao], no se le puede dar ninguna condición especial, porque eso a todos nos pasa…
— ¿Cómo que a todos?: a ti no te pasa jamás. Eso te lo digo yo.
AGC — …es mentira que uno sea uno, el que es, y uno está en perpetua contradicción consigo mismo. ¿Cómo fue lo que encontramos días pasados?: que el problema físico de ¿cuánto va desde el último momento que el columpio se está moviendo al primer momento en que no se mueve?, ése problema, que era físico, nos saltaba al psicoanálisis porque uno, como hombre, se veía obligado a elegir un camino u otro. Somos contradictorios y lo teníamos ya muy descubierto de mucho antes. Uno es mentira que sea uno: por un lado tiene que ser uno como Dios, por otro lado es mentira: nunca puede ser uno como Dios. Y las dos cosas están juntas, y las dos cosas se combaten en uno mismo.
— Bueno ¿y qué?
— Una pregunta…
— No están. Están ahí las dos cosas…
— A mí el caso éste de las bandadas de pájaros como el caso de los remolinos y estos asuntos me parecen interesantes y yo te quería hacer una pregunta sobre ese asunto…
AGC — Sí, sí.
— …Cuando decías que quizá pudieran jugar los pájaros cuando están en bandada o hacen figuras en grupo, ¿se podría decir que ésos son juegos de ordenamiento? Están jugando con el ordenamiento. Del mismo modo que hay ordenamiento… los astros o…
AGC — Bueno, me parece que eso lo sacaba para casos en que justamente no se podía descubrir un criterio de ordenación. Me parecía que se lanzaban a volar (como se dice) a lo loco.
— Pero parece que no es tan a lo loco, porque surgen cosas que cualquiera reconoce como…
— Triángulos…
— …hacen figuras de repente, parece que están funcionando…
AGC — Desde luego uno reconoce la geometría en las bandadas ordenadas, por ejemplo, para la emigración. Pero en el caso que ponía pretendía ser contrario, ser un caso en que no se reconocía nada de eso.
— Bien, pero si en las bandadas de pájaros no se puede reconocer un ordenamiento, tampoco podríamos reconocer ordenamiento en ninguna otra clase de entes que aquí decidamos.
AGC — Sí. Sí, porque eso a ellas les podría pasar pues algún rato mezclado con otras cosas como en nosotros, como a nosotros, que por un lado estamos ordenaditos en la Sociedad y cumplimos, y luego por otro lado parece que nos olvidamos por un rato, nos salimos de madre.
Bueno, se va acercando el tiempo de cerrar esto un poco. Recordad que todo esto, este reconocimiento de las cosas que hemos llamado de solidaridad, caridad, ayuda mutua, incluso las más estimables, pertenecen a la Realidad, nos hace volver ahora al descubrimiento fundamental: pero la Realidad no es todo lo que hay. Lo mismo que uno mismo nunca es del todo el que es. Todo y nada no pertenecen a la Realidad. Eso son imposiciones desde Arriba. Y lo desconocido, por abajo, igualmente no pertenece a la Realidad, porque ¿quién se atreve a negar que hay siempre mucho que no se sabe? Sólo un imbécil estremadamente exaltado puede llegar a decir esas cosas, pero la gente común lo reconoce sin más, ¿no?: siempre hay mucho que no se sabe. Y eso, claro, no pertenece a la Realidad, porque la Realidad es lo que se sabe, lo que se maneja, en lo que se actúa. Entonces ¿cuál es el sentido de una lucha como ésta en que venimos aquí a ver si por un rato nos descuidamos de la persona y dejamos que lo que nos queda de pueblo, de común —de común— hable por nuestras bocas?, ¿qué sentido tiene esta guerra que aquí nos traemos? es la pregunta que inmediatamente viene detrás de ésta. Desde luego se le está negando un sentido práctico, se le está negando a esto que pueda ni llegar a ningún fin ni servir para algo determinado dentro de la Sociedad humana y de la Realidad, eso es claro, pero nada más.
Voy a recordaros, para que quede pendiente sobre todo, un suceso: una chica que conocía yo entonces, en los años ’60, una chica bastante joven, de quince o dieciséis, se vio metida en la revuelta (envuelta más que metida), en la revuelta de estudiantes [que hubo en su día], aquí en Madrid, por ejemplo, [qué queréis], se vio envuelta en ello y estuvo pues naturalmente dedicándose a las acciones que los partidos, sobre todo los partidos clandestinos, ordenaban que se llevaran a cabo y que desde luego desde el punto de vista de los partidos tenían que ser acciones prácticas, que sirvieran para algo, como ahora está [sucediendo]. Bueno, decir que estaba más o menos de acuerdo pero estaba metida en la revuelta y la agarró la policía, la agarró la policía de una manera bastante seria, en momentos en que estaba ella muy agresiva, por tanto se la llevaron, la encerraron en el calabozo, en los calabozos que en aquel entonces estaban todavía (yo los visité muchas veces) en los sótanos de la Puerta del Sol, debajo de la casa del Gobierno, se la llevaron, para echarla en el calabozo, como de ordinario, y tenerla con focos, despierta para llevarla al interrogatorio y tal. El padre de esta chica era poderoso, era un hombre rico, era un hombre rico y con influencias, no es que estuviera directamente en el Poder pero un hombre rico y con influencias, y entonces él acudió a la comisaría, a la jefatura de policía más bien, para conseguir que por lo menos dejaran a la chica subir un rato a tener con él una conversación (¡qué menos se podía pedir!, ¿no?), pero, bueno, a él se lo concedieron y la chica subió y tuvieron una conversación que ella me ha referido: el padre le decía “Pero ¿por qué esto?”. “¿Por qué esto y para qué?, una cosa que con lo poco que duran los Estados, con lo poco que duran las organizaciones políticas, que dentro de diez años o de cien años, si miras el mapa, va a estar completamente trastocao, ya los Estados habrán desaparecido, se habrán [] confundido los unos con los otros, se habrán puesto de un color o del contrario, las capitales habrán cambiado de un sitio al otro, de manera que no tendrá ni sentido en ese momento ya nada de lo que estáis haciendo. Y para conseguir una cosa tan pasajera, que el tiempo mismo con pocos años corrige, estáis llevando una vida miserable, una vida que vosotros os creéis heroica, a lo m
— Me acuerdo que yo me quedé pensando sobre alguien (me parece que era Jaime) que opuso a la solidaridad el apoyo mutuo, que no sé yo cómo se podría desarrollar esto, pero me parecía que en el apoyo mutuo hay una reciprocidad, que es aparentemente interés en un primer momento pero parece ser que más adentro es como si cada cosa, incluyéndonos también la cosa de los hombres, tuviera por sí algo... pues que florece y que se da. Entonces no sé yo si podría entenderse por apoyo mutuo, en contra de la solidaridad, que parece que era entre todos a arrimar el hombro y a ver cómo vamos tirando, pues como que en el otro caso hay… las cosas de por sí tienen su qué y…
AGC — Sí, que de por sí se produjera eso que llamas ‘acuerdo mutuo’.
— …Y entonces hay un…
AGC — Sí, es cuestión, es cuestión. Recojo más, algunas otras aparte de ésta que queda claramente formulada. Venga.
— Pues que de entrada parece como que solidaridad sea algo que tiene que estar dirigido a un enfrentamiento directo que depende de un Poder que reprime a eso que son los iguales o a los pares o a eso que puede haber por debajo del Poder; y entonces parece que el mecanismo es de asentamiento, es decir, de confirmación y de separación: el Poder es eso y aquí está esto y yo configuro aquello, lo de Arriba, y lo de Arriba configura lo de abajo. Por eso la solidaridad es la base de los movimientos sindicales, de las revoluciones cuando ya están estatuídas, etc., es de las clases sociales, etc., etc., en tanto que la comunidad parecería ser algo que está muy por debajo de esas configuraciones, que es algo como diríamos de aguas más bajas, que no tiene… no ha llegado todavía a la configuración de la solidez que significa la solidaridad, es decir, de ser cada uno el que es y por lo tanto representar a un conjunto. Yo veo que hay esa diferencia bastante notable.
AGC — Sí. ¿Dónde se situaría lo que decía Carmen del ‘acuerdo mutuo’?
— El acuerdo mutuo para mi caso se tiene que dar sin querer en la comunidad…
AGC — Bueno, sí, ya. Está claro. Está claro.
— …El acuerdo mutuo en la solidaridad siempre es un acuerdo planificado.
AGC — Está claro ya. Aclarado ya. ¿Más cuestiones?
— Sí. Yo pensaba que si pudiéramos darnos cuenta de hasta qué punto eso de la solidaridad es una cosa de los amos y que no puede ser eso algo que la gente maneje igual que los amos, pues que igual ganábamos bastante para las luchas políticas, porque se puede ver en muchos casos cómo eso de la solidaridad es una cosa que los que mandan, los que se supone que quieren repartirse cualquier pastel, pues entre ellos establecen como una condición primera lo de ser iguales y tener todos los mismos derechos y tener los mismos fines y eso, pero siempre entre una casta, digamos. Entonces…
AGC — Está bien. Es una recomendación la que hace Ana que parece que puede aplicarse casi a cualquier caso: lo que para ellos es bueno, para la gente no. Lo que sirve, cualquier cosa que sirva para la ordenación del Poder, para la marcha de la Empresa y de la Banca, para todo eso que está —podemos decir— Arriba, hay que desconfiar de ello sin más: no puede eso aplicarse también para la gente común, para la rebelión, para aquello que está oprimido por el Poder y que de vez en cuando habla, actúa contra el Poder. Más.
— Lo de solidaridad también me parece que viene de Arriba, ¿no?
AGC — ¿Qué?
— Que solidaridad es un término que viene de Arriba, del Poder. Resulta un poco falso, ¿no?, un poco…, a mí me resulta un poco de hipocresía, ¿no?, lo de la solidaridad, cuando no compartes.
AGC — Sí. Es un término muy culto ciertamente, es más culto que comunidad, que también en cierto modo lo es, pero…
— Entonces compartir sería lo más auténtico, ahí sí que se podría decir que viene de abajo, del pueblo; que yo me puedo sentir solidario de los de cualquier otro sitio, de aquél que sufre por cualquier historia, ¿no?, porque no tienen para comer, porque le falta amor, porque le falta tal, me puedo sentir solidario, pero…
AGC — ¿Y eso? Eso ¿qué?
— Pero que no me dice nada. Entonces me parece que tendríamos que llegar a un punto en el cual compartiéramos no solamente la cuestión material sino compartir más cosas: sentimientos, compartir… otra historia.
AGC — Sí. No sé…
— …Puede ser compartir. Yo me refería a una sociedad…
AGC — No sé si te sigo muy bien.
— …a la que se refería ella a lo mejor, donde funcionaría el apoyo mutuo, pues sería también el compartir.
AGC — Pero ¿eso no es solidaridad?
— No. No, para nada. Solidaridad yo lo veo como algo falso.
AGC — Bueno, sin embargo a lo que se dedican las asociaciones benéficas, los sindicatos incluso, es justamente eso.
— Bueno, pero es la caridad. Eso es caridad. Es otra cosa.
AGC — ¿Es caridad? ¿No se recomienda en esas asociaciones que sean todos solidarios con el pobre, con el desgraciao…?
— Claro, y entonces ya tengo mi conciencia tranquila, y pues hoy doy mi limosna o me solidarizo con…
AGC — Pero es una forma de solidaridad, que se recomienda también ahí. Sí.
— Bueno, en principio me parece que la solidaridad es una actitud personal: uno decide si es solidario o no, y lo común está un poco al margen de todo eso: uno tiene cosas en común incluso con alguien con el que no se siente solidario. Se me viene un ejemplo a la cabeza de un episodio que ocurrió en la Primera Guerra Mundial, en la que los alemanes y franceses en el mismo frente de batalla jugaron al fútbol. Y eso sería algo de lo común. Lo solidario sería que un francés se sintiese solidario con un francés y un alemán con un alemán, que tienen algo en común, o sea que tienen algo común uno con otro y lo sienten como tal, a nivel personal; pero eso de que se pusieran a jugar al fútbol allí sin que nadie lo planeara ni nada, pues sí parece que es algo más de lo común.
AGC — Habría que ver. Habría que haber visto el juego. Pero tu noticia la agradezco. Habría que haberlo visto y hasta qué punto se organizaba a escondidas de o en connivencia con los propios mandos militares. Habría que ver. Alguna connivencia tendría que haber.
— Bueno, a todos estos los fusilaron por confraternización con el enemigo, claro…
AGC — ¿Eh?
— A todos estos los fusilaron por confraternizar con el enemigo.
— Que fueron fusilados.
AGC — En todo caso algún tipo de permiso por lo menos es una intervención que no puede ignorarse en un caso como ése. No veo claro lo de que lo de solidario sea personal: es personal la decisión de tomar esa actitud tal vez y de denominarse a sí mismo como solidario, pero la [solidaridad] de la solidaridad está claramente mandada desde Arriba, es una especie de orden social, orden del Estado, orden del Capital, que la necesitan. Imagináos que ni los clientes del Capital ni los súbditos del Estado fueran lo bastante solidarios entre sí: está claro que ni Estado ni Capital iban a sostenerse mucho en pie.
— También creo que habría que tener en cuenta que a los Bancos se les exige por ley que sean solidarios, ¿no?, con esto de las obras sociales y todo esto que se han armado, ¿no?, que es algo a tener en cuenta, ¿no?, que es una cosa que está mandada, ¿no?
AGC — ¿Solidarios con?
— Pues con la gente más desfavorecida, ¿no?, tienen que hacer una… por ejemplo, comprar cuadros y abrir museos… Tienen que hacer cosas como éstas, ¿no? Creo que por ley, que el que tiene unas ganancias superiores tiene que hacerlo, ¿no? Y luego también tener en cuenta que creo que solidaridad implica otra cosa, ¿no?, que tiene como un fin: solidario ‘con’, ¿no? No se puede ser solidario “yo es que soy solidario”: no: tienes que ser solidario con alguien o con algo, ¿no?; si es una comunidad, no, porque se vive en comunidad y ya está.
AGC — Eso, sí. Sí, eso por supuesto. Eso ya está en la cuestión. Claro, hay que tener en cuenta que esas cosas que dices de los Bancos sería también lo que él decía que era caridad después de todo, que se está confundiendo aquí —parece— con solidaridad. De todos modos no hay que olvidar que un Banco lo que necesita es mover los fondos sea como sea, y que cuando los fondos se mueven de una manera caritativa o solidaria, se están moviendo fondos, y desde luego eso es lo primero. Sea para lo que sea, el Capital necesita moverse porque, si no, se hunde: sin movimiento no hay Capital, eso no se puede olvidar. ¿Quién más había?
— No sé si valdrá la pena advertir, porque está saliendo por aquí de cómo desde Arriba, creo, se ha ido cambiando el sentido del término solidaridad, que en principio quería decir algo así como solidaridad con el igual, de manera que un Banco si es solidario tiene que ser solidario con los otros Bancos, y ha venido a querer decir caridad, o sea, tal como se enseña la solidaridad ahora en las escuelas, que es uno de esos principios de la Democracia que hay que enseñar en las escuelas, quiere decir solidaridad con los pobres, con los que pasan hambre, con los que están peor que tú. Que antes quería decir algo así como darse cuenta…
— [Pero ser hombres, ¿no?]
— …Sí, sí. Sí. Desde luego la diferencia ésa con comunidad está, pero que ha habido un cambio dentro del propio término solidaridad, que antes quería decir ‘no se puede ir sólo a lo…’, ‘no puedo ir sólo a lo mío porque hay otro que es como yo, y entonces atiendo —digamos— a nuestros intereses comunes’, ¿no?: solidaridad obrera, pongamos por ejemplo; mientras que ahora eso ha casi desaparecido, ¿no?, y sobre todo pues la gente más joven lo está sacando en el otro sentido, en el sentido de solidaridad en el sentido de caridad con el pobre, con el que está por debajo.
AGC — Bueno, ha desaparecido o se ha ampliado… Desde luego puede que no sean más que dos aspectos de la cosa, lo de solidaridad y lo de caridad, tal como en esas intervenciones se está manifestando, pero lo que es claro es que los dos están del mismo lado. ¿O no?
— Sí.
AGC — ¿No aparece claro, por la manera en que esto se presenta, que aunque tengan significados muy parientes y puedan ser hasta dos aspectos, dos maneras de mirar la misma cosa, lo que es claro es que los dos están del mismo lado, frente a lo otro, comunidad?, ¿sí o no?
— Sí.
AGC — ¿Aquí está lo bastante claro o no está?
— Que sí. Y vamos a ver…
AGC — Perdona que es que tengo…
— …El caso que sacó Osel…
AGC — …Tengo voces. Hay varios, no sé quién de los dos. ¿Qué?
— Sí. El caso que sacó antes Osel de los Bancos, por ejemplo, es muy significativo con respecto a esto de los llamados ‘desahucios’. Los desahucios éstos que ahora que están saliendo mucho adelante porque se están interrumpiendo [y tal], se presentan como actos de solidaridad con los desfavorecidos. Que ¿para qué vale esa solidaridad? En un principio es muy llamativo porque dicen “¡Uy!, han parao. A esta familia ya no la echan”. Pero ¿qué es lo que pasa?: que no se pone en tela de juicio ni el concepto de Dinero ni el concepto de Banco. Es decir que no se entra debajo de las cosas. La solidaridad es un trampantojo para no entrar de verdad en lo común —en lo común—, es un impedimento.
AGC — Sí, sí. Eso es, eso es. Y si la llamas…
— …Y antiguamente lleva-… Déjame que termine…
AGC — Y si la llamas…
— Déjame que termine! Que llevaba mucha razón Virginia cuando ha sacao antes que ha habido un cambio en la semántica del término solidaridad. Porque antes incluso solidaridad estaba confinado a los iguales (solidaridad obrera, por ejemplo) pero ahora no: pueden ser cosas tan diferentes como un Banco y un mendigo.
AGC — Y si la llamas caridad o [mutua ayuda], igual. Lo que estamos diciendo, lo que estaba yo proponiendo, parece que está claro, es que, sea como sea, las dos están del mismo lado: caridad, solidaridad…
— Yo la caridad no la metería ahí, es otra cosa.
AGC — Sí, se ha metido sola.
— No: no se han metido. Eso es Cáritas.
AGC — Se han metido solas aquí.
— Es otra cosa. Caridad es otra cosa.
— Bueno, lo que yo creo es que el apoyo mutuo no es un acuerdo, es una cosa que da espontáneamente entre distintos animales, distintas clases de animales para apoyarse en las emigraciones o para apoyarse a la hora de buscar comida o tal: es una cosa que no es por acuerdo, es espontánea, sale de por sí, probablemente genéticamente, porque no se les enseña a volar en forma de uve ni todas esas cosas, lo hacen los pájaros por herencia genética. Pero además he visto otra cosa…
AGC — Si es otra, si es otra, déjame que hable un poco sobre ésta para no armarnos líos, ¿no?
— Sí, que no es un acuerdo.
AGC — Es importante decidir este punto, yo creo. ¿Eso, según tú, haría que esas cosas que se dicen que pasan con los animales son comunidad?, ¿eso corresponde a la noción de comunidad?
— Sí, sí.
[— No sé yo...]
AGC — ¿O sigue siendo, aunque sea entre pájaros, entre ellos sigue siendo una cosa de ayudo mutuo, caridad o solidaridad? El punto es muy importante decidir porque nos traemos aquí todos los días la cuestión de dónde está la guerra ésta que nos traemos contra el Poder, y hemos visto que una vez que hemos renunciado al hombre y que le hemos echado por la borda y que tratamos de considerar que lo único verdadero es que somos cosas,, en ese sentido, tanto las cosas animales y astros como nosotros están sometidos, como reales que son (reales, no físicos o naturales: reales), como reales que son están y estamos sometidos a la lucha por la Existencia, y en la lucha por la Existencia efectivamente vemos que fuera de nosotros se producen, en casos como esos, las bandadas de emigración son una convivencia que está regida por la Ley de la y por la lucha por la Existencia o Subsistencia. Un paso más allá tendríamos lo que siempre se nos presenta como la última caricatura: las abejas o las hormigas. Las abejas o las hormigas, que tienen una organización social que los más férreos defensores del Poder, los más conservadores, presentaban como ejemplar para nosotros: lo bien regidas que están los enjambres de las abejas en las colmenas, con su reina; o lo bien regidas que están las hormigas en su tránsito, una detrás de otra. Yo creo que ya esto no te atreverías a llamarlo comunidad. ¿A que no?, ¿a que ya no suena bien en estos ejemplos estremos? De manera que no, yo me negaría (pero estoy pidiendo los pareceres), me negaría a tomar eso de que de una manera natural, sin acuerdo verbal ninguno, se produzcan esos casos de conjuntamiento, de... porque no me atrevería a decir que eso obedece a otra cosa que a la Ley por la Existencia, que vale para las abejas igual que para nosotros, igual que para los astros, igual para lo que es real porque forma parte de la Realidad está en contradicción y por tanto está obedeciendo a esta Ley de que, por un lado, hay que subsistir, como individuo, como conjunto (en el caso de las abejas ya se ve claro que ‘individuo’ y ‘conjunto’ vienen a confundirse en la organización más perfecta que se pueda imaginar), y por tanto yo no diría que esos ejemplos deben servirnos para el caso. Mucho de lo que entre nosotros hacemos naturalmente se hace por acuerdos verbales, porque es nuestra manera de lenguaje, pero en definitiva se trata de algo real, obedece a eso de la lucha por la Existencia: por un lado (aunque por el otro nos estemos deshaciendo), por un lado hay que mantenerse, y para mantenerse, pues muchas veces conviene apoyarse en otro, y desde luego al otro le conviene que te apoyes en él. Todo eso no obedece más que a la lucha por la Existencia.
Cuando os saco estos últimos ejemplos estremos de organización social fuera de los hombres es para que se aclare esto. Todos estos ejemplos de solidaridad, digamos, de los individuos para bien del conjunto y por tanto también para el bien de cada uno, todo esto no parece que tenga que ver con aquello otro a lo que nos suena por lo bajo todavía ‘común’, ‘comunidad’ —común, comunidad—, acordándonos del uso venerable de Heráclito con el xunón, que el otro día os recordaba, ¿eh?: lo público, “Si hay que atenerse a lo público —dice en los fragmentos— es porque lo público es común” (si es que las traducciones de lengua a lengua pueden valer en este caso), “porque lo público es común”. Y ‘común’ aquí desde luego quiere decir otra cosa muy distinta que todos esos casos de conjuntamiento, ayuda mutua, organización, que están regidos por la Ley de la Existencia.
Por tanto me paro aquí a preguntaros algo que entre los que me acompañan ya debía haber quedado claro a estas alturas: ¿cuál es la diferencia fundamental?, ¿en qué consiste la diferencia entre esto de solidaridad, caridad y demás de hombres o de animales y lo otro de comunidad, para más claridad?, ¿en qué dos reinos se presentan lo uno y lo otro, tan contrarios entre sí? ¡Venga!, ¿quién ayuda en este punto? ¡Ah!, ¿vas a volverme atrás?
— ¿Cómo atrás?
AGC — Porque es que has levantado el dedo antes de que yo hiciera esta pregunta.
— No, no. Déjalo, déjalo. Que no me acuerdo ya. Que me he hecho un lío yo.
AGC — ¿Eh?
— Que me he hecho un lío yo ahora. Que no, que ya no sé lo que quedó.
AGC — Habías levantado antes, por eso…
— ¿No será…? A ver, es que estoy dándole vueltas a esto de que quizás algo que expulsa totalmente la solidaridad es a la compasión?
AGC — ¿Es?
— A la compasión. La compasión.
AGC — ¿La compasión?
— Que la expulsa la solidaridad a la compasión. Que son como antagónicas.
— Está al lado de la comunidad la compasión.
AGC — Es importante el término. Ya hace dos días o tres salió: compasión os recordé que es un término reciente en latín, por tanto entre nosotros: parece que lo inventó San Agustín, muy tarde, para traducir en uno de sus significados el sympátheia, que es el término griego, el que ha venido a dar por otros derroteros nuestra ‘simpatía’, sympátheia: compassio es la traducción. Y es importante volver sobre el término; no me pesa. Al tenor de caridad, tú que lo has sacao esto de compasión, ¿tú no lo entiendes mejor ‘caridad’, tal como lo hemos venido tratando, con lo que ahora has llamado ‘compasión’?, ¿no te parece que sea lo mismo?
— Lo contrario.
AGC — No, no: porque lo que pasa con la compasión, y ya el otro día salía, es que, desde luego, se usa de dos maneras muy distintas: en una manera, efectivamente, viene a coincidir con la caridad y la solidaridad, es la participación en lo que está mandado que sea propio de las personas bien educadas y sometidas al Régimen; la participación en eso se la llama a veces ‘compasión’ y se confunde con ‘caridad’, desde luego; pero luego el término, que alude no a ningún tipo de acción ni organización sino al sentimiento, ‘pasión’, gracias a eso y al prefijo com-, syn-, que es el que tiene que ver también con lo de común y comunidad, gracias a eso tal vez nos deja un... otro sentido de la compasión que se acercaría a lo de lo común, lo de la comunidad. ¿Te suena bien esto?, ¿sí?, ¿y a los demás? Sí.
— Si hay algo común es lo que no es individual…
AGC — ¿Que haya?
— Bueno, yo creo que es que ya se ha dicho más o menos, pero que si hay algo común es lo que no es individual…
AGC — Sí.
— …y que en cambio en todas estas formas de ayuda mutua siguen permaneciendo eso de las fronteras entre unos y otros. Y ésa es la diferencia.
AGC — Sí, sí. Aún en el caso de las abejas: pueden ser, estar reducidas por la ley del trabajo a toda la degradación que le parezca a uno, pero son desde luego una cada una, claro, y eso va por su cuenta a libar, aunque luego lleve las cosas a la colmena. Pero preguntaba por algo todavía más simple, más profundo. ¿Cuál es el fundamento?, ¿en qué reinos distintos están lo uno y lo otro?
— Bueno, yo iba sencillamente a preguntar una cosa que me estaba sugiriendo todo esto. Y es verdad que dices que estos conjuntamentos de solidarios, por decir de una manera, obedecen pues a la lucha por la vida o lo que sea; pero hay otras cosas que a mí me sorprenden a veces, por ejemplo, se me ha venido a la cabeza: cuando sueltan las palomas y se ponen a volar haciendo esos juegos en grupos de palomas, o sea, esos juegos que hacen en el aire que te quedas asombrao viéndolos que parece que no obedecen ni a nada, ni que vayan a cazar ni a comer ni a nada, sencillamente, y que no sabes por qué de pronto todas cambian y van para acá, van para allá, o los estorninos, que también lo hacen cuando se juntan. Yo no sé si eso entraría dentro de este apartado o de esa parte de solidaridad, ¿no?, o ya rompe un poco con eso.
AGC — Es una cuestión interesante aunque tal vez se nos queda un poco marginal replanteando el tratamiento: es la cuestión de si los otros, los otros animales o bichos o lo que sean, juegan en el sentido en que nosotros jugamos, porque es una cuestión a la que difícilmente se puede llegar a resolución. Se parece a la de si la risa es una propiedad humana (y el llanto también), si es una propiedad humana, puesto que esas maneras no las vemos en otros, o si tenemos que reconocer que en los otros se dan también equivalentes, lo mismo que desde luego hemos reconocido que la lengua no es privativa, no es propia de nosotros, de los hombres, sino que simplemente es nuestra manera de hablar y que las demás cosas tienen la suya, que nos es desconocida, prácticamente intraducible. Sí, digo que tal vez queda un poco al margen de la cuestión aunque nada puede estar al margen del todo. Pero ¿en qué dos reinos distintos están la solidaridad y la comunidad?
— Si abundamos un poquito en la compasión, quizá veamos que, por ejemplo, en la compasión yo me acerco a lo que hay, a lo indefinido, a lo palpable, a lo misterioso, pero desde la solidaridad ya no. Desde lo solidario voy a lo que es lo que es.
AGC — Bueno, no, no: mi actitud ha sido —yo creo— clara, ¿no? He dicho que el término compasión está partido: tiene claramente dos usos que no van el uno con el otro. Se emplea en los dos usos corrientemente, pero hay uno en que efectivamente no se trata de participación en lo que le pasa al otro en cuanto que tanto el otro como yo somos personas bien costituidas de una organización social establecida, no se trata de eso: hay algo más en el sentido que sugieres, efectivamente. Vamos, no es que haya ningún término, ni siquiera no ya éstos que son relativamente inventados, como compasión, sino ni siquiera los corrientes, no hay ningún término que tenga un reglamento de uso rígido, que haría que la significación del término estuviera bien definida: eso no puede ser. Pero, bueno, en algunos casos es útil descubrir esta contradicción en el uso del término. Y entre tanto ¿qué es lo que separa solidaridad de comunidad en la medida en que los estamos tratando con cierta claridad?
— Agustín, aquí. Me estaba acordando de una película que vi hace tiempo que se llamaba Crash, y que eran unos personajes que se encontraban…, la situación que se les daba era de enemigos en principio, ¿no?, y entonces algo inesperado ocurría de manera que se encontraban hermanados, o sea, como salvándose la vida uno al otro. Entonces estas situaciones en las que uno de repente se puede encontrar pues dando incluso su propia vida, ¿no?, por salvar a alguien que se ve que se está ahogando en las olas o incluso un perro que se haya caído..., y que uno, pues yo no sé, esto que sale ahí de la compasión… No sé, que lo veo como…
AGC — ¿Qué tiene que ver eso con la cuestión que estoy planteando? ¿Para qué lao queda eso?
— Pues yo lo veo… Esto lo veo pues que está en…
AGC — ¿Para qué lao queda?
— Pues a lo común, ¿no?, digamos. Más a la… Lo veo en el otro reino, lo veo muy diferente a esto que se estaba hablando de los Bancos, que son…
AGC — Cuando uno se tira a salvar a uno que se está ahogando ¿eso os suena a comunidad o a solidaridad?
— Solidaridad.
AGC — Bueno, entonces […]... desde luego, a comunidad no suena. Vuelvo a la cuestión, porque si no tendré que tomarla yo por mi cuenta.
— Sí. Vamos a ver: yo, me ha venido, cuando hablabas de las abejas y estas cosas, que solidaridad tiene que ver con lo que ya se sabe, y comunidad con lo que no se sabe. Y poniendo un ejemplo: solidaridad lo hacen las abejas porque saben lo que están haciendo…
AGC — Bueno, “saben”…
— Más o menos. Bueno, lo que venimos diciendo que es ‘sabiendo’. Y yo creo que nosotros venimos aquí por comunidad, porque no creo que ninguno venga por solidaridad de escucharte. Eso para mí es comunidad.
AGC — Bueno, bueno, no saques conclusiones de esta tertulia, que es peligroso. Pero lo que has dicho va en el sentido que yo pedía…
— Es un pelota.
— ¡Pelota!
— No, no: pelota no.
AGC — …Tal vez se puede decir de una manera más clara todavía. Pero habéis oído lo que él ha dicho, ¿no? Repítelo.
— Pues que solidaridad va de lo que se sabe, algo de lo que se sabe, y comunidad pues como que no se sabe por qué se está ahí.
AGC — ¿Eso qué quiere decir?, ¿cuáles son los dos reinos de que estamos hablando?
— El de la necesidad o realidad. El reino de la necesidad. Parece que la solidaridad pertenece al reino…
AGC — Sí, o más en general todavía, más claro.
— De la Realidad. De la Existencia.
— El mundo.
— Pues lo mismo: del que no sabe y…
AGC — No, es que es muy difícil... No, no: aquí no tenemos ninguna manera especial de hablar, pero librarse de los usos que los términos reciben de ordinario, o en la conversación o en los libros o donde sea, es duro, es difícil. Simplemente la solidaridad, caridad y todo lo demás pertenecen a la Realidad (“se saben”, quiere decir. Lo sabido es la realidad; lo sabido es siempre más […]), pertenecen a la Realidad, lo comprobáis a cada paso. En la lucha contra el Poder, en la organización de la lucha ¿qué es lo que suele perder la mayor parte de las acciones y las hace al fin no valer sino quedar sumisas?: el afán de realismo. Efectivamente: en Realidad los realistas, los sindicatos, los organizadores tienen razón, dentro de la Realidad. Es un mal sitio para tener razón, pero dentro de eso se puede decir: lo práctico para conseguir los fines que sea, es efectivamente la solidaridad, el convenio de acuerdo mutuo, el apoyo mutuo, y lo podéis reconocer desde las más altas esferas del Poder y su organización, la de los jefes, la de los empleados y demás, hasta estos movimientos de rebeldía que, por afán de realismo muy comprensible, acuden a lo mismo: a la solidaridad; a la solidaridad, al convenio de acuerdo mutuo, a apoyarse como individuos los unos a los otros, a que si en un sindicato los hay más pudientes y menos pudientes, se haga un reparto de bienes, por igual. ¿Qué otra manera de algo práctico hay en este mundo? Se requiere. ¿Cómo se puede hacer nada práctico en la Realidad si no es contando con todo eso de que la unidad da la fuerza, contando con el valor de la caridad y apoyo mutuo y todo lo demás?
— Entonces ¿la familia?
— No, espera, espera, que hay allí…
— ¿Yo? Bueno, yo tengo que decir que no existe, y lo sé por mí, por mi experiencia propia: ni la solidaridad ni la caridad ni la humanidad ni nada, todo son palabras abstractas y no existentes. Yo he tenido ahora…, la semana antepasada me caí en Atocha; me caí en Atocha por culpa del alcalde, porque ha quitado la luz, había un hoyo, no lo vi y caí. Caí sobre unos hierros de un andamio, me di un corte en el brazo de catorce centímetros y en la rodilla. Nadie, absolutamente nadie en la glorieta de Atocha (a las diez menos cuarto, que está así) acudió ni a levantarme, ni a decirme “¿qué le ha pasao?” ni nada, absolutamente nada. Tuve yo que buscarme un teléfono público para llamar al Samur, y ahí sí: gracias a ellos estoy aquí porque estaba muy mal. Así es que esa experiencia tengo y tengo que decir que no existe, existe si hay un interés para el individuo pero como allí no había ningún interés, no me iba a pagar nada, pues, claro, no apareció nadie.
AGC — Bueno, nos alegramos, yo creo, todos de que la caída no te haya impedido volver a la tertulia. Eso es lo primero porque tu presencia es muy [querida]. Por lo demás, lo siento, pero el ejemplo no es muy significativo: igual podrías haber encontrao, como sucede a cada paso, algunos, unos cuantos, que se lanzan a la ayuda; lo encuentras igual. Hay que reconocer…
— Se lanzan si hay un interés para ellos, si no, no.
AGC — No, no. No. No. No, no: se encuentra de todo. No, no: no te hagas ilusiones, se encuentra de todo. Tuviste mala suerte. Fue un despoblao de ayuda poco habitual. Pero te voy a decir: ¿y pasaban muchos?, ¿pasaban muchos?
— En la glorieta de Atocha, a las diez menos cuarto, está así.
AGC — Muchos, lleno. Pues lo que sí te voy a decir es que los que no se ponen a ayudar al caído (que yo creo que muchos se ponen a ayudar al caído), pero los que no se ponen lo hacen porque piensan que ya hay organizaciones que se encargan de eso. Ése es el principal motivo que impide la práctica, y resulta que tanto lo uno como lo otro aquí se nos aparece del mismo estilo. Acababa de presentaros esto de que... con lo que tenemos que irnos haciendo ya de que lo uno pertenece a la Realidad y que siendo realista y en este mundo, tal como está organizao, no hay nada práctico más que eso: la solidaridad, el apoyo mutuo. Eso es la Realidad.
— Hay dos palabras más. Ahí, ahí: Jon y esa chica.
— Por allí querían hablar.
— Te voy a utilizar la mitología: imagínate que estamos en una camada de lobos donde directamente el macho…, normalmente en una camada de lobos el que ataca para coger la comida es el lobo grande, el lobo antiguo: él aúlla y la demás comanda van a él. La solidaridad entre las personas ¿podría ser como eso?
AGC — Pues sí: lo hemos dicho, hemos puesto todos los ejemplos y la solidaridad entre los hombres es del mismo orden, son cosas promovidas por la ley de la lucha por la Existencia, la Realidad. Estamos diciendo eso. ¿Y quién quedaba?, por favor.
— Yon.
AGC — Sí.
— A mí me pareció interesante lo que dijo el hombre sobre la solidaridad que se refiere a lo que se sabe y que la comunidad es por algo que no, justamente porque si atendemos a qué momentos se saca el término solidaridad se suele utilizar justamente para referirse a un objeto sobre el cual hay que ser solidario, entonces siempre, claro, de algún modo se está mandando ya sobre…
AGC — A un fin. A un fin.
— La cuestión, lo interesante de la comunidad que, yo, si no te entiendo mal, por lo que la sacas de la Realidad es justamente porque uno nunca sabe en torno a qué se funda comunidad, nunca sabe cuando… si hay... Si aquí se puede hablar de comunidad, nunca se sabe en virtud de qué es, ¿no?, qué es aquella cosa que nos reúne.
AGC — No se sabe el fin, el objeto: se sabe que NO. Lo único que en una rebelión se sabe es que NO, que NO a la Realidad, en bloque; pero de lo demás no se sabe, sería absurdo, porque entonces estaríamos metiendo la rebelión dentro de la Realidad, como se la mete con demasiada frecuencia: porque se sabe, efectivamente. Hay incluso doctrinas respecto a las formas de la rebelión, a las tácticas, y que desde luego todas ellas no pueden menos que incluir un éxito, una victoria del movimiento en su día, y para ello, lo mismo que en una empresa bancaria, exactamente igual: tácticas de solidaridad, apoyo mutuo y demás.
— Aquí, aquí. Aquí, aquí. No, no: perdona, aquí.
— Bueno, era un poco… [] para decir más o menos lo mismo, ¿no?: que ese sentimiento de comunidad o de que la gente se junte o que haga cosas así de una manera más…, que pasa, ¿no?, que sucede, y lo otro que está un poco ya dado, ¿no? Pero lo que quería decir ahora sobre todo es que están saliendo casos de eso de lo de salvar la vida y yo creo que, aunque por esa definición que estamos haciendo, que parece bastante ajustada, de que lo de la supervivencia está al lao de la solidaridad, sin embargo en esos casos de que ves a alguien que está necesitando y se te van las manos a ir allí, no sé yo si será ese interés de decir “Bueno, yo soy uno de los mismos y si me pasase lo mismo querría que me hiciesen lo mismo”, sino que es algo que yo creo que ahí también hay algo de eso de comunidad, o no se sabe, ¿no?
AGC — No, es demasiao rápido. La reacción...ya he dicho que las reacciones en la calle de ordinario, pues lo mismo pueden tirar pa un lao que pa otro, lo mismo hay gente que efectivamente de una manera casi espontánea se muestra dispuesta a ayudar, que hay gente que no, escudándose tal vez en que no... Y en el caso de tirarse al que se está ahogando, la cosa es tan rápida que efectivamente ahí no puedes ni distinguir, es tan rápida, evidentemente resulta que tú eras de los que en cualquier momento por la calle están dispuestos a ayudar. Resulta; pero en ese caso el mecanismo ha actuao de una manera rapidísima. Y desde luego no creo yo que esto tenga mucho que ver con la comunidad: está plenamente dentro de la Realidad, lo mismo que las demás cosas, y lo que os estaba proponiendo ahora para que la distinción fuera clara es que de lo otro, de lo de comunidad y eso, de momento no sabemos, pero que todo esto otro que hemos estado analizando es real, pertenece a la Realidad y que dentro de la Realidad no se puede ni hacer ni entender nada que no sea ajustándose a las normas de solidaridad. Di.
— Yo donde más odio he visto es en las comunidades de vecinos. De verdad, lo digo en serio, parece una broma, un chiste…
AGC — Sí, quieres decir que están mal tituladas.
— No.
AGC — Que están mal tituladas.
— Exactamente, o están mal tituladas… Comunidades de vecinos, guerra segura.
AGC — Sí, están mal tituladas en nuestro sentido. Que no es de eso de lo que estamos hablando…
— Ya, pero vale.
AGC — …Habría que haberlas titulado “solidaridades de vecinos”.
— Agustín: se llaman “comunidades de propietarios”
AGC — Ella. ¿Quién quedaba por aquí?, por favor.
— Es que lo que decías antes de que no era comunidad eso de salvar a alguien, tampoco lo tengo claro porque yo creo que hay… podía haber una manera de entender la cosa que es como que los límites de uno no están tan definidos, o sea que…
AGC — ¿Por qué?
— Los límites de uno no están tan definidos: que igual que si algo me quema, yo me quito la mano, pues si le están haciendo algo al de al lao... como que no está tan claro dónde acabo yo o dónde… O sea, que en ese sentido podría aproximarse a lo de…
AGC — No. No veo nada claro eso.
— ¿No?
AGC—En todo caso, ese acto es perfectamente real, no tiene nada de solidario, no se sale para nada de la Realidad.
— Pero ¿cómo se sabe que un acto no se sale para nada de la Realidad? Es que eso es una afirmación totalitaria.
AGC — A ver.
— ¡Que un acto pertenezca por completo a la Realidad! Es que estaríamos dando por supuesto que hay actos perfectamente reales y perfectamente definidos, y eso es una perfección…
AGC — Sí. No, efectivamente es una exageración, tal vez me he pasao en lo de decir “total” o “perfectamente”, lo que haya dicho, pero desde luego pertenece a la Realidad. El acto de por sí no da señas de llevarnos a otro sitio.
— Pero pertenecerá a la Realidad cuando hablemos de él, cuando le demos una medalla al tío y todo eso, pero ¿de dónde sale el impulso de ir a…?
AGC — Que le demos la medalla después es una especie de confirmación de lo que estoy diciendo. Pero yo, desde luego, (lo siento: a lo mejor soy incompasivo para el supuesto caso), pero en el acto mismo reconozco ya que hay resortes que pertenecen justamente a eso. Lo que actúa de una manera más lenta de ordinario, cuando da tiempo a acercarse al caído o no acercarse, ahí, por las circustancias, tiene que actuar o no actuar de una manera rapidísima y la decisión se impone, que unos se tiran y otros no se tiran. Y, la verdad, yo no condenaría al que no se tira, por el hecho de no tirarse, como más incomún que el que se tira. La cuestión la sigo viendo práctica, es una cuestión práctica…
— Agustín: yo creo que no hay que tirar a saco sin fondo la observación que me parece que se relaciona, la observación de Penélope y lo que ha dicho ahora Virginia, con lo que él decía que uno de los rasgos esenciales de la solidaridad es que se sabe, y de lo común sería que se hace sin querer, que casi no se sabe; porque lo que pasa precisamente, lo que ella dice, cuando uno tiende a salvar a alguien, aún con peligro de su propia vida, es porque uno no es uno del todo, porque en el momento en que pare a repensar que uno es quien es, se llama Fulano…
AGC — Basta, basta …
— Déjame que termine.
AGC — Basta, basta. Basta.
— No. No lo hace: en cuanto tarde dos minutos no se tira al agua…
AGC —Basta, basta, que es muy tarde.
— …Eso hay que hacerlo prescindiendo de la reflexión y del juicio…
AGC — Basta, basta, que es muy tarde.
— …De la reflexión y del juicio. Cuando antes…
AGC — Basta, basta, que es muy tarde.
— No, no me callo. No. Y estoy siguiendo. Mira: cuando antes Carlos hablaba lo de las palomas, tenía mucho que ver: el juego ése de las palomas que no se sabe qué sentido es, es porque el límite del cuerpo de la paloma no se termina en la paloma: la paloma es la bandada de palomas. Y esa bandada de palomas tiene algo de despistación del concepto.
AGC — Bueno, gracias, Isabel, pero no hacía falta porque aquí todos sabemos ¿qué es lo que viene ahora?...
— Pero no, pero sí. Pero vamos a ver…
AGC — ¿Qué hemos descubierto? [] que la Realidad no es todo lo que hay. Una de las consecuencias triviales es la que estás diciendo y la que aquí aparece, por tanto uno no es nunca uno del todo. Lo que estos días antes hemos estao viendo y eso vale para el uno que se tira al ahogao y para el que no se tira. Uno nunca está hecho del todo.
— Deja de hacer el pregonero. Deja de hacer el pregonero. Mira: si estuvieras un poco más seguro de lo que estás diciendo no tendrías que pregonar, sencillamente razonar…
— No le dejas, Isabel.
— …Te digo una cosa, vamos a ver (espera que te diga una cosa): aquí lo que nos interesa fundamentalmente es saber que la solidaridad es una istrucción que viene desde el Poder (el acto de la solidaridad), y que precisamente a un mendigo que está en la puerta de nuestra casa pudriéndose, no se le atiende porque piensas que hay istituciones como el Samur social o como el Samur de no sé qué, o de vez en cuando que se van a encargar de ello. Son istituciones solidarias que vienen desde Arriba que lo que hacen es cortar cualquier asoma de esa abundancia del corazón, cualquier asomo de caridad o de compasión.
AGC — Lo único importante que había en esto desde luego era eso: descubrir, a recordar que a lo que hemos…
— ¡Es que no es así. ¿Y qué coño de que sea real?: pero es que no hay nada puramente irreal.
AGC — …recordad que a este tratamiento de solidaridad que hacíamos hemos venido, pasando a lo colectivo, de lo que en sesiones anteriores se había estado haciendo, que era un psicoanálisis, y un psicoanálisis nos dice que uno no es uno, que sólo por un lao pretende ser el que es, y por otro lao no lo es, no puede serlo. Eso lo traíamos ya reconocido, y desde luego al caso concreto del que se lanza a salvar [al ahogao], no se le puede dar ninguna condición especial, porque eso a todos nos pasa…
— ¿Cómo que a todos?: a ti no te pasa jamás. Eso te lo digo yo.
AGC — …es mentira que uno sea uno, el que es, y uno está en perpetua contradicción consigo mismo. ¿Cómo fue lo que encontramos días pasados?: que el problema físico de ¿cuánto va desde el último momento que el columpio se está moviendo al primer momento en que no se mueve?, ése problema, que era físico, nos saltaba al psicoanálisis porque uno, como hombre, se veía obligado a elegir un camino u otro. Somos contradictorios y lo teníamos ya muy descubierto de mucho antes. Uno es mentira que sea uno: por un lado tiene que ser uno como Dios, por otro lado es mentira: nunca puede ser uno como Dios. Y las dos cosas están juntas, y las dos cosas se combaten en uno mismo.
— Bueno ¿y qué?
— Una pregunta…
— No están. Están ahí las dos cosas…
— A mí el caso éste de las bandadas de pájaros como el caso de los remolinos y estos asuntos me parecen interesantes y yo te quería hacer una pregunta sobre ese asunto…
AGC — Sí, sí.
— …Cuando decías que quizá pudieran jugar los pájaros cuando están en bandada o hacen figuras en grupo, ¿se podría decir que ésos son juegos de ordenamiento? Están jugando con el ordenamiento. Del mismo modo que hay ordenamiento… los astros o…
AGC — Bueno, me parece que eso lo sacaba para casos en que justamente no se podía descubrir un criterio de ordenación. Me parecía que se lanzaban a volar (como se dice) a lo loco.
— Pero parece que no es tan a lo loco, porque surgen cosas que cualquiera reconoce como…
— Triángulos…
— …hacen figuras de repente, parece que están funcionando…
AGC — Desde luego uno reconoce la geometría en las bandadas ordenadas, por ejemplo, para la emigración. Pero en el caso que ponía pretendía ser contrario, ser un caso en que no se reconocía nada de eso.
— Bien, pero si en las bandadas de pájaros no se puede reconocer un ordenamiento, tampoco podríamos reconocer ordenamiento en ninguna otra clase de entes que aquí decidamos.
AGC — Sí. Sí, porque eso a ellas les podría pasar pues algún rato mezclado con otras cosas como en nosotros, como a nosotros, que por un lado estamos ordenaditos en la Sociedad y cumplimos, y luego por otro lado parece que nos olvidamos por un rato, nos salimos de madre.
Bueno, se va acercando el tiempo de cerrar esto un poco. Recordad que todo esto, este reconocimiento de las cosas que hemos llamado de solidaridad, caridad, ayuda mutua, incluso las más estimables, pertenecen a la Realidad, nos hace volver ahora al descubrimiento fundamental: pero la Realidad no es todo lo que hay. Lo mismo que uno mismo nunca es del todo el que es. Todo y nada no pertenecen a la Realidad. Eso son imposiciones desde Arriba. Y lo desconocido, por abajo, igualmente no pertenece a la Realidad, porque ¿quién se atreve a negar que hay siempre mucho que no se sabe? Sólo un imbécil estremadamente exaltado puede llegar a decir esas cosas, pero la gente común lo reconoce sin más, ¿no?: siempre hay mucho que no se sabe. Y eso, claro, no pertenece a la Realidad, porque la Realidad es lo que se sabe, lo que se maneja, en lo que se actúa. Entonces ¿cuál es el sentido de una lucha como ésta en que venimos aquí a ver si por un rato nos descuidamos de la persona y dejamos que lo que nos queda de pueblo, de común —de común— hable por nuestras bocas?, ¿qué sentido tiene esta guerra que aquí nos traemos? es la pregunta que inmediatamente viene detrás de ésta. Desde luego se le está negando un sentido práctico, se le está negando a esto que pueda ni llegar a ningún fin ni servir para algo determinado dentro de la Sociedad humana y de la Realidad, eso es claro, pero nada más.
Voy a recordaros, para que quede pendiente sobre todo, un suceso: una chica que conocía yo entonces, en los años ’60, una chica bastante joven, de quince o dieciséis, se vio metida en la revuelta (envuelta más que metida), en la revuelta de estudiantes [que hubo en su día], aquí en Madrid, por ejemplo, [qué queréis], se vio envuelta en ello y estuvo pues naturalmente dedicándose a las acciones que los partidos, sobre todo los partidos clandestinos, ordenaban que se llevaran a cabo y que desde luego desde el punto de vista de los partidos tenían que ser acciones prácticas, que sirvieran para algo, como ahora está [sucediendo]. Bueno, decir que estaba más o menos de acuerdo pero estaba metida en la revuelta y la agarró la policía, la agarró la policía de una manera bastante seria, en momentos en que estaba ella muy agresiva, por tanto se la llevaron, la encerraron en el calabozo, en los calabozos que en aquel entonces estaban todavía (yo los visité muchas veces) en los sótanos de la Puerta del Sol, debajo de la casa del Gobierno, se la llevaron, para echarla en el calabozo, como de ordinario, y tenerla con focos, despierta para llevarla al interrogatorio y tal. El padre de esta chica era poderoso, era un hombre rico, era un hombre rico y con influencias, no es que estuviera directamente en el Poder pero un hombre rico y con influencias, y entonces él acudió a la comisaría, a la jefatura de policía más bien, para conseguir que por lo menos dejaran a la chica subir un rato a tener con él una conversación (¡qué menos se podía pedir!, ¿no?), pero, bueno, a él se lo concedieron y la chica subió y tuvieron una conversación que ella me ha referido: el padre le decía “Pero ¿por qué esto?”. “¿Por qué esto y para qué?, una cosa que con lo poco que duran los Estados, con lo poco que duran las organizaciones políticas, que dentro de diez años o de cien años, si miras el mapa, va a estar completamente trastocao, ya los Estados habrán desaparecido, se habrán [] confundido los unos con los otros, se habrán puesto de un color o del contrario, las capitales habrán cambiado de un sitio al otro, de manera que no tendrá ni sentido en ese momento ya nada de lo que estáis haciendo. Y para conseguir una cosa tan pasajera, que el tiempo mismo con pocos años corrige, estáis llevando una vida miserable, una vida que vosotros os creéis heroica, a lo m