25.08.2014

Tertulia Política número 31 (26 de Julio de 2006)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Para seguir con esta guerra que nos traemos, os recuerdo en primer lugar, cómo era, en las últimas sesiones, que a partir de un estudio de la negación -el decir que NO- habíamos llegado a unas consecuencias políticas en el sentido más cercano y rastrero.


El decir que NO, que dependía -en cuanto sus sentidos- al mismo tiempo, de 'qué es a lo que se dice NO' -sobre lo que la negación actúa- y 'quién'      -naturalmente- 'quién es el que dice NO' a lo que sea.


Lo esencial, yo creo que era esto, que NO puede decirse a un ente definido   -pretendidamente definido- uno de los entes ideales con los que tantas veces nos hemos encontrado aquí y que son ese tipo de seres que de por sí son irrealizables, en ese sentido, no son cosas -no se pueden confundir con las cosas- y sin embargo, están aquí, en la Realidad, y sosteniendo la Realidad misma, es decir, contribuyendo a la costitución y a la defensa de la Realidad.


Era el NO a entes ideales, definidos, como 'todo', o 'nada', o 'reposo absoluto', o 'movimiento', o 'movimiento rectilíneo uniforme', o cualquier otra cosa que pretenda 'saber qué es', 'estar definido'. Estos son los entes irrealizables, y a estos, desde luego 'se dice NO desde abajo' -por emplear esta metáfora tópica- es decir, se dice NO desde aquello que es de por sí indefinido -libre de definición- y que por tanto es así: capaz de levantarse contra la definición, contra el fin, y por tanto, contra el Poder -por emplear el término que más de cerca afecta a esto de la actividad política- en cambio, cuando 'dicen NO desde arriba', sea un NO de apariencia lógica, un NO predicativo, o sea, una prohibición, al estilo de las prohibiciones de las Tablas de Moisés, esto funciona de otra manera: la contraria -como recordáis- Cuando se dice NO a algo no definido, a algo que sólo aproximativamente -como es propio de todo lo real- se puede decir qué es lo que es, pero que nunca es de verdad lo que es, porque -como recordáis- ninguna cosa puede estar nunca definida del todo, porque el conjunto mismo no está cerrado, como no está cerrado el vocabulario semántico de un idioma cualquiera. Cuando se dice NO a cosas como 'verde', como 'casa', como 'gente', como 'matar', como 'gozar', como 'amor', cualquiera de los términos siempre mal definidos que costituyen la Realidad, entonces la negación desde arriba tiene la virtud, primero, de definirlo al negarlo; por medio de la negación darle una definición, apresarlo en un significado pretendidamente cerrado, y a partir de ahí, confiar que esto repercuta sobre el conjunto de tal forma que el conjunto vaya también resignándose a saberse, a que se sepa, a estar definido, a ser lo que es. Y esta es la operación del Poder sobre las posibilidades sin fin, sobre lo sinfín, sobre lo que no se sabe.


Esto -resumiéndolo así ahora- era lo referente a las dos maneras o vías de la negación, a las dos maneras o vías contrapuestas del 'decir que NO', y de ahí es de donde saltábamos a estas consecuencias inmediatamente prácticas o políticas -que los que estabais aquí recordáis bien- y que venían a deducirse de la actitud o sentimiento general de que la rebelión no puede emplear las armas del Poder para hacer lo contrario que el Poder.


Una trampa, un engaño en el que continuamente han venido cayendo y siguen cayendo todo tipo de rebeliones, que en el intento de romper el Poder, la cárcel que es la definición, creen que pueden acudir, no ya a las bombas y a las ametralladoras, sino también a las maneras de hablar, a los trucos retóricos que el Poder emplea, y que por tanto, se puede luchar contra el Poder, decir NO al Poder, empleando las armas, los términos, el dialecto, la retórica, que el Poder mismo emplea, lo cual no puede ser. Lo razonábamos el otro día y apenas hace falta volver a razonarlo.


Por tanto, veníamos a esta conclusión -conclusión aparente- aparentemente desoladora: no se puede ordenar ni pedir a nadie que se rebele, no se puede hacer por tanto, una retórica, una propaganda, una promoción de la rebelión, de la revolución, lo mismo que el Poder la hace de sus productos y de las cosas que impone a la gente. No se puede ordenar ni pedir a nadie que se rebele, que se levante, que niegue, que diga NO desde abajo al Poder y al fin -a la definición, al fin, a la muerte-.


A nadie se le puede pedir ni ordenar, es inútil y -como se ve enseguida- también contraproducente. Las armas del Poder, esa retórica, esas órdenes, esas istrucciones, están envenenadas de por sí, y por tanto, no pueden servir para hacer al revés de aquello que hacen, y con lo que continuamente están estableciendo y sosteniendo: la Fe, la mentira, la Realidad; que es para lo que directamente sirven.


Ni se puede -decíamos por tanto, pasando a este enconado campo de la educación-, ni se puede enseñar a los niños a que digan NO, a que digan NO a sus padres, a que digan NO al Poder, lo mismo que se les enseña por imposiciones y por prohibiciones a aceptar el mundo de los padres, el mundo de la Realidad, no se puede del revés desarrollar una educación que sirva justamente para enseñar a los niños a que sean anarcos, rebeldes, que nieguen y renieguen de todo el orden que los Padres y la Patria y el Estado y Dios les están imponiendo desde arriba; porque la imitación del procedimiento tiene las mismas consecuencias, resulta que esos procedimientos no pueden servir más que para lo que sirven cuando se emplean desde arriba, y por tanto, el intento de que se engendre, se desarrolle en los niños una especie de NO al Poder, una especie de anarquía, de rebelión, resulta frustrado desde la raíz, resulta inútil y se vuelve del revés, contraproducente.


Decíamos el otro día, al final, que esta cuestión tenía desde luego que ver con la situación que presentan los locos, es decir, aquella parte de la población que el Poder justamente, por el procedimiento que antes os he recordado, empieza por rechazar, por decirle NO: 'no normal', 'anómalo', para -mediante la negación misma- definirlo, catalogarlo, por ejemplo como loco, o paranoico, esquizofrénico, etc., etc., o cualquier otro de los términos que al Poder le venga bien para intentar esa definición, con la intención de que -como antes decíamos- al quedar definidos los locos, todo el resto quede a su vez bien costituido también: la normalidad, de alguna manera establecida, justificada y sostenida por la diferencia respecto a la locura declarada y definida.


Tampoco ahí, por desgracia, cabe emplear las armas del enemigo del revés; efectivamente, uno siente -a poco que se deje sentir- al encontrarse con la locura a su alrededor una tentación viva de darle razón a la locura -todos entendéis bien cómo se produce y qué sentido tiene- una tentación de darle razón a la locura, no tanto dar razón de la locura explicando cómo es doctamente, incluso convirtiendo en teoría los descubrimientos puramente negativos del padre Freud, convirtiéndolo en teoría qué es lo que no era, no dar razón y cuenta de ello, porque es el procedimiento justamente del enemigo, el procedimiento del Poder, sino darle razón, decir "Ahí está hablando algo que también en mí está hablando", "Ahí, en esa locura está hablando algo que en mí también está hablando". En ese sentido digo 'reconocer' no la normalidad de los locos -lo cual es una estupidez, es un contrasentido, porque los locos están justamente definidos para garantizar que se sepa qué es 'normal', qué es la 'normalidad'- no la normalidad de los locos, sino la  'c o m u n i d a d',  la comunidad de lo que hacen, de lo que dicen, de la locura, con algo que también está latiendo y viviendo en uno    -cualquiera- de los que no estamos catalogados como 'locos'. En ese sentido que explico es lo de 'dar razón a la locura'. Pero desde luego, esto no puede llevar a la conclusión de emplear la locura del enloquecimiento al contrario que el Poder que la produce y la administra -en el sentido contrario-, porque esto no puede ser así, la locura también está llena de normalidad, de sumisión -por desgracia-. Los locos están siempre demasiado normales, es decir, demasiado cargados de la idiocia que a cualesquiera individuos y súbditos del Régimen les está impuesta, y por tanto, desde luego no podríamos nunca presumir de que podemos tomar a los locos como una guía, como una guía para esta rebelión, para este decir NO al Poder. (Ya sabéis que a veces se producen entre la gente cosas parecidas a esto de tomar a ciertos locos como guías. No hace falta que os busque demasiados... demasiados ejemplos).


Pero esto, por lo que venimos diciendo, no tiene... no tiene mucho sentido por la misma razón... por la misma razón que he dicho. No se les puede tomar como guías, no podemos directamente tampoco istruirnos, aprender de los locos directamente, es decir, otra vez tratando de hacer lo que la educación del Poder hace, sólo que al revés; no podemos tampoco hacer eso, y por tanto, por mi parte me siento siempre inclinado a tener muy poca estima por todos esos aprecios que se hacen de vez en cuando, en la Literatura, en la Poesía, en la Filosofía, por todas partes, acerca de extravagancias y genialidades y cosas que se aproximan a lo de la locura, esto es otro tipo de error contra el que también teníamos que prevenirnos. Lo único que debemos hacer es, con la locura, lo mismo que con la desgracia en general, es decir, sentir la comunidad de los que no estamos catalogados, lo común, lo que queda de pueblo, de sometido, con lo que... con lo mismo que queda en los locos, igual que no podemos usar la desgracia de las gentes, de los prójimos, de las poblaciones, no la podemos usar los que somos felices -es decir, con la felicidad que nos venden como tal –vamos- no vamos ahora a pararnos en tiquismiquis ¿no?-, no podemos hacer otra cosa los felices, más que lo mismo: sentir lo común, sentir la comunidad entre ellos y nosotros, entre las desgracias que nos rodean y que los medios no se hartan de comunicarnos a diario, y la felicidad en la que vive uno: el bienestar -como se dice bajo el Régimen que hoy padecemos- el bienestar, la felicidad en ese sentido, de la felicidad que se puede comprar -comprar y vender-.


Esto es -este reconocimiento de no poder emplear las armas del enemigo- es   -como os decía- en principio al menos, desolador, parece, siempre surge la pregunta "¿Qué diablos se puede hacer, si no se puede emplear las armas, las armas del enemigo?".


Esta desolación, este descubrimiento de la vanidad de nuestras ilusiones -por ejemplo: la ilusión de que se pueden emplear las armas del enemigo sólo que del revés- como cualquier descubrimiento de la vanidad de nuestras ilusiones, aunque a primera vista parezca desolador, es siempre alegre -alegre- en el sentido de que -como alguna vez hemos tenido que recordar para no hundirnos en desánimos prematuros- que por más que todo lo que en esta tertulia se esté haciendo trate de ser puramente decir que NO,  -n e g a t i v o- ser un puro ejemplo de negación, ello no implica -como cualquier prójimo os puede decir, incluso bienintencionadamente-, no implica la caída en la desolación desesperada, en la pena, en la tristeza, sino al contrario -como cualquiera de los que habéis andado conmigo aquí todos estos años y cualquier día puede haber notado- sino al contrario: da alegría.


La negación cuando se hace en el segundo sentido que he dicho, y a pesar de todos los reconocimientos de nuestras impotencias -como las que he citado- nuestros reconocimientos de lo tremendo del Poder, no lo omnipotente, pero sí lo tremendo del Poder, a pesar de todo ello, el sólo aliento de que se pueda decir que NO de vez en cuando, que se pueda decir que NO desde abajo, es una fuente de alegría. Y cualquiera de vosotros, es decir, los que todavía tenéis un corazón lo bastante sensible que [tenemos] una razón para distinguir entre la alegría que os venden: las diversiones -las diversiones, el entretenimiento- y una alegría de verdad, pues cualquiera lo tiene que sentir conmigo en ese sentido.


Todo esto sin embargo, no implica que a uno, por ejemplo, a servidor mismo, la consideración de la desgracia del mundo y sobre todo de la incapacidad para sentir de veras esa desgracia, pueda a uno indignarlo, encocorarlo, hacerlo salir de quicio, a mí casi me hace salir de quicio el considerarlo, y fijaros lo que he dicho: no tanto la desgracia que el Poder acarrea consigo por todas partes y de maneras distintas -la desgracia de que los medios os llenan los ojos y los oídos cada día y no se hartan de venderos desgracias para horrorizaros debidamente, a las horas de comer, entre las comidas, en vuestra felicidad de gentes del Bienestar- no eso, sino sobre todo, la consideración de cómo se toma eso, de cómo la inmensa mayoría de las poblaciones -y, sin ser demasiado pesimista, puedo decir, la mayoría de los mismos que aquí estamos reunidos, siendo y todo esto una tertulia política del decir que NO- se toma esa desgracia; esto reduplica la pena y la indignación y es incluso más triste que la desgracia misma.


Es por eso por lo que, antes de haceros pasar la palabra acerca de todas estas cuestiones, dejaros pasar la palabra acerca de todo esto, pues me sentiría casi animado si fuera... si tuviera fuerzas para hacer una arenga contra esta idiotez con que se recibe -recibimos incluso muchos de nosotros- las noticias de los horrores de las guerras, de los bombardeos, de las matanzas, de las violaciones, de los asesinatos en masa, que los medios os sirven cada día. ¿Cómo es que nos engañamos -os engañáis- en mayoría, mayoritariamente, cada uno de nosotros?, pues simplemente porque habéis aceptado como inocentes los medios que el Poder emplea para la divulgación de la desgracia; los habéis aceptado como si los medios no hicieran nada, como si los medios se trasmitieran limpiamente la desgracia de las guerras, bombardeos, horrores, violaciones y muertes de todo tipo. Los habéis aceptado, y esta es nuestra idiotez primaria y la que es la fuente mayor de tristeza. Aceptáis los términos: la prensa, la televisión, os ha enseñado a llamar a esas cosas con nombres comunes como... como por ejemplo, fundamentalismo, democracia, o con nombres propios de sitios, de personas, como Irak, Estados Unidos, Andorra, o los nombres de cualesquiera de los prohombres que en este momento, por casualidad y durante unos pocos añitos, están pretendiendo regir los destinos del mundo. Los habéis aceptado, os parece que es inocente, os parece que tragarse todo eso, leeros los periódicos, informaros -que es a lo que os invitan todos los días- es decir, llenaros de formación, formaros, es algo que puede ser útil, quién sabe si incluso, para remediarlo, para remediar la desgracia, para levantarse contra ello.


Esta es la ilusión, esta es la idiotez contra la que os estoy echando esta arenga antes de dejaros... antes de dejaros pasar la palabra. Eso no puede ser. Las guerras, las muertes, los asesinatos, los horrores en general, que los medios trasmiten, por el hecho mismo de trasmitirlos, se están convirtiendo en una Realidad que ellos no tenían por qué ser antes de recibir los nombres que los medios les ponen encima. No hay ni rastro de inocencia en la trasmisión de las noticias y de la información por parte de los medios; todo es formación primero de la Realidad misma, conformación de la desgracia, denominación, saber qué es; y en consecuencia naturalmente, pues formación también de vuestras almas, formación que quiere decir 'sumisión' por la vía... por la vía misma ésta aunque sólo sea de la información.


Lo que nos queda de eso que no existe -a lo que aludimos a veces como  pueblo, que es lo contrario de masas de individuos- lo que nos queda de lo que no existe y que tiene precisamente su gracia y su fuerza en que 'no existe' y sólo así puede hacer algo -siempre puede hacer algo contra lo existente, contra la existencia- lo que nos queda de razón común y de corazón -que vienen a ser lo mismo- se da cuenta -no hacía falta que yo os lo dijera en esta arenga- de la mentira que hay en esa manera de tomarse las desgracias tal como los medios os las sirven, porque efectivamente, esa manera de tomaros las noticias implica que esa desgracia se refiere a algo que accidentalmente está pasando en Irak, en Palestina, en China, en Méjico, y justamente en el año 2006 después de Cristo; que... que se refiere a eso sin más, y que por tanto, pues prohombres habrá, o Doctores de la Iglesia, que busquen maneras de enfrentarse por vías diplomáticas, humanitarias, sociedades de naciones, ong, o cualquier otra cosa, enfrentarse a ellos, actualmente, y por tanto, remediarlos de alguna manera. Ese remedio, como sabéis, tiene la consecuencia de siempre: la del cambio para la renovación de la desgracia, para seguir igual, y no puede ser ninguna otra cosa. Lo que nos queda de corazón sensible siente esto; yo creo que no hace falta que yo lo estuviera proclamando ahora; siente... siente la mentira que hay en eso; uno tendría que reconocer en las desgracias siempre lo común: esto no es lo que está pasando el año 2006, no es lo que pasa en Palestina, no es lo que pasa en Estados Unidos, esto es lo que está en la esencia misma de la Realidad, en la falsificación misma a la que estamos sometidos. Una falsificación de la que formamos parte indisoluble tanto los desgraciados y masacrados de cualquier sitio del mundo, como los que estamos disfrutando del Régimen del Bienestar -por igual- la misma... la misma mentira nos recubre a todos, de la misma desgracia participamos.


Esto es así, habría-... tendría que ponerme un poco más pedagógico y acudir a la Historia -cosa que no me hace mucha gracia de por sí-. Para sentir algo ¿no debía por lo menos bastar, junto a las informaciones de la actualidad que la televisión os da todos los días, recordar lo que los libros de Historia os han contado de esas otras épocas que hay por ahí? ¿No bastaría para reconocer que desde que hay Historia, desde que se han empezado a historiar hechos y a dejarlos por escrito, siempre ha sido lo mismo? -siempre ha sido lo mismo-. ¿Cuál ha sido -esto que digo- "lo mismo"?: la administración de muerte, el imperio del ideal, la aspiración al ideal como justificación para matar, para arrasar, para acabar con cualquier cosa que sea. Esto se ha producido una y otra vez, y tenéis ahí hasta los libritos de Historia -por más que lo quieran disimular- esto es lo que pasaba cuando el Bonaparte estaba formando el Imperio francés -no se sabe para qué, para que queden unas cuantas gentes  que hablen un cierto francés en algunas islas del Caribe o en el Quebec del Canadá, o cosa así- estaba formando el Imperio francés, y eso bastaba; esa Fe bastaba para matar, machacar, arrasar, miles y miles de muchachos en los campos de batalla o en cualquier otro sitio, tranquilamente, porque la Fe, la aspiración al ideal, justifica cualquier cosa.


Eso pasaba anteayer cuando... cuando Roma misma empezó a tener que fabricar un Imperio que debía ser el mundo entero, con la consecuencia de que -bueno- hay una gran parte del mundo que hablamos un latín estropeado y más o menos parecido, no se sabe cuál es la gran ventaja que esto tiene, pero... pero así es, y para fabricar ese Imperio, con los resultados que haya tenido, pues evidentemente no se paraba en gastos. Nunca el Poder se ha parado en gastos. "En gastos" quiere decir: en gastos de vidas, de vidas humanas. Las vidas, las gentes importan -le importan al Poder- un bledo y siempre le han importado, porque lo que importa es 'la idea'; 'la idea', 'el ideal' y eso basta para justificar toda clase de muertes.

 

Eso ha pasado más de cerca cuando se desarrollaron las formas de Poder extremadas -que tanto les gusta recordar a los demócratas para compararse-: las formas fascistas, cuando surgía el ideal de la raza aria, el ideal de aniquilar a todos los judíos, cuando surgía cualquier cosa de esas, y extenderse... extenderse sobre el mundo el Imperio de lo que fuera: 'un ideal', otro ideal irrealizable. Se han venido renovando costantemente a lo largo de toda la Historia, uno detrás de otro, pero todos han tenido el mismo... el mismo destino: en virtud del ideal ¿qué gente?, ¿qué vida?, ¿qué es eso de 'gente'?, ¿qué es eso de 'vida'?, acabar con todas las cantidades de población que se quiera, masacrar, humillar, no sólo matar así físicamente, sino someter a las formas de vida más indignas y más repugnantes que se puedan imaginar, todo está justificado; todo está justificado, cualquier forma de Poder lo justifica.


Si tengo que seguiros abriendo más el libro de la Historia, recordad -ya que tenemos ahora esparcidos por ahí, por el Oriente Próximo y cerca, los miserables restos del antiguo Imperio Islámico que se extendió por una buena parte del Asia y el Mediterráneo- recordad que efectivamente esa extensión del Imperio -que duró lo que duró- desde más allá de Siria hasta España, se hizo de la misma manera, acabando, a tajo de sable o de cualquier otra manera, con cualquier otra cosa que pudiera oponerse al triunfo de la Fe en Dios, de la Fe en Alá. Era la Fe que guiaba todas las guerras. No hay ninguna guerra, ningún Imperio, que se haya establecido de otra manera que en nombre de una Fe como esa.


Si queréis, en cambio, acordaros de los judíos, de los judíos, no tenéis más que abrir la Biblia, sólo tenéis que darle un repasito al Antiguo Testamento, no hace falta siquiera... no hace falta siquiera abrir los libros de la Historia, la propia Escritura ispirada por el Señor lo cuenta -porque en otros tiempos no se recataba de contar las cosas, tan como se recata ahora de contarlas tan claramente-: "Jehová quiere que se destruya a los infieles, que se les haga desaparecer", le importa más incluso que el beneficio que sus fieles puedan obtener, le importa más la destrucción de los infieles, arrasar, dejar limpio, dejar limpio el territorio para la extensión del pueblo elegido.

Cuando, por ejemplo, el rey Saúl, acaba con un pueblo de los alrededores y mata a todo Cristo, hasta perro y gato, después sin embargo, le da por salvar algunas partes de las ovejas, que eran especialmente lustrosas, y salvarle la vida también al rey Agat, -al rey Agat- O por lo que le cayó simpático o por codicia de la riqueza, Saúl prevarica y allí aparece un profeta: la voz del Poder que siempre acompaña al Jefe: el profeta -lo mismo que el vate y el científico en todas las épocas: al lado del jefe- aparece el profeta Samuel que le dice "No has cumplido la orden de arrasar del todo, has guardado riquezas, has perdonado la vida al rey Agat, y entonces, el reino de Israel va a pasar a otro". Le interroga a Saúl y entonces, dice: "¿Dónde está ese rey que has salvao?". Hace salir al rey Agat, y el propio profeta agarra un hacha y, delante de todos, lo reduce a pedacitos con [] hachazos, para que el rey y los demás aprendan cuál es la voluntad, cuál es la voluntad de Jehová: más que las riquezas incluso. Aunque hay que decir que, con el Progreso, la atención al Dinero y la administración de la muerte, cada vez se compaginan mejor la una con la otra. Bajo el reino de Saúl esto estaba todavía muy imperfecto, pero se ve... se ve bien lo que quiere decir: cualquier forma de Fe.


Y no tengo por qué pararme ni en los mahometanos ni en los judíos, porque podía seguir recorriendo el mundo igual. Ahí tenéis a nuestros católicos, ahí tenéis la conquista de América. No, no hace falta que recorráis las denuncias tímidas del Padre de las Casas y algunos otros, recordando lo que se estaba haciendo con los indios para extender -españoles y portugueses- el Poder sobre aquellas regiones. No hace falta, todo el mundo lo conoce y sabe que se trata de la matanza, pero era la Fe, el Imperio Español y además la Cruz -la Cruz con el Imperio-. La Fe, una vez más, en la extensión de un nuevo Dios.


No querréis que os esté horrorizando un rato más recordando las cosas que me vienen a las mientes porque [], pero no hay excepción, no os dejéis engañar, no hay excepción: siempre que se ha establecido algo como un Estado, siempre que ha dominado una Fe verdaderamente poderosa, el resultado ha sido el mismo: la aniquilación, el arrasamiento de gentes y de vidas en nombre de esa... en nombre de esa Fe. Es algo así lo que tal vez se podría usar (aunque ya os digo que no es lo que más me gusta, acudir a la Historia escrita) para hacer sentir esto en lo más presente, para que no os dejéis engañar y no os aprendáis los nombres, ni los nombres propios de las cositas que están pasando ahora, sino que en cada cosita reconozcáis esto que es propio del mundo entero, del establecimiento de la Realidad, encontréis lo común -lo común- en ello.


Alguno de vosotros me podrá decir que, desde luego, entre Poderes y Poderes hay grados. Efectivamente, ha habido formaciones de población que nos cuentan que no eran tan horrorizantes, eran más bien pacíficos, o a medias: decenas y decenas de miles de años estuvieron allí al lado del Nilo los egipcios casi como esperando a ver qué pasa, cometiendo horrores pequeñitos. Pequeñitos, como por ejemplo martirizar decenas de miles de esclavos para fabricar las Pirámides que hoy sirven para alimento de los turistas y de las Agencias por todas partes ¿no? Pero -vamos- horrores pequeñitos en comparación ¿no? y, efectivamente, parece que fueron miles y miles, decenas de miles de años. Y luego, desde luego ha habido sitios de muy poco Poder donde no pasaba nada malo. Cuando la etnógrafa Margaret Smith, hace un siglo más o menos, se fue a recorrer ejemplos de tribus por las islas de la Indonesia y de la Polinesia, en parte, encontró que efectivamente había junto a tribus de muy poco Poder  -donde los hombres casi no mandaban, donde los hijos ni siquiera sabían quién era su padre, y donde por tanto, no se mataba a nadie, ni pasaba nada grave- otras tribus que tenían un gran Poder, tribus guerreras que reproducían en pequeño todos los horrores que acabo de contaros en grande ¿no? Y por todas partes la diferencia, la única diferencia es llegar a algo. Cuando el Poder es poquito, es inseguro, pues desde luego, hace menos daño, eso es casi como una regla de tres, no hace falta darle muchas vueltas. Y por el contrario, en la medida justa en que el Poder se va haciendo imponente, en que la Fe se hace segura, inviolable, la administración de muerte funciona a marchas forzadas y de una manera cada vez más tremenda.


Esto es lo que os quería soltar como arenga, hoy venía [] a soltaros como arenga. Esto -antes de pasaros la voz ahora- os lo doy como ejemplo modesto de qué es lo que se puede hacer en vista de que no podemos enseñar a los niños ni a nosotros mismos a decir NO, a estar contra el Poder, a ser anarcos: hacer lo que he estao haciendo este ratito es la sustitución. A nadie se le puede enseñar a ser anarco, a decir que NO, pero en cambio, tal vez se puede   h a c e r   s e n t i r. Hacer sentir qué es lo que pasa con la Realidad, qué es lo que pasa con el Poder, y de eso se desprende inmediatamente que lo que nos queda de vivo y de pueblo, no puede menos que declarar la sinrazón de toda esa justificación que los ideales, que la Fe, imponen sobre el mundo. Y con eso basta, sin que nadie le enseñe a uno el catecismo del rebelde ni del anarquista; con eso basta, con esta vía meramente negativa para que eso que nos quede de lo no existente -de vivo, de pueblo- pueda siempre hacer algo.


Me callo ahora y sobre cualesquiera de las cuestiones más generales que antes he planteado o también acerca de los temas de esta última arenga, pues os dejo que soltéis todo lo que se os vaya ocurriendo y sigamos intentando practicar esto que decimos que es la técnica de la tertulia que es dejarse hablar, en lugar de soltar doctrinas y ideas. Adelante.


- Acabas de decir "hacer sentir", a nadie se le puede enseñar a ser rebelde, no se puede.... sí se puede ayudar a sentir o...


AGC - Bueno, ya he dicho que, como modesto ejemplo, he puesto mi arenga, eso se puede hacer. Evidentemente eso se puede hacer.


- Ya. Pero es importante -para mí, para que yo lo pueda entender, al menos-  que porque... porque resulta que parece ser que ese ayudar a sentir (porque el otro día precisamente, en lo que yo dije, en lo que yo pregunté, aquello del Mundo al revés) resulta que tanta gente ha tal vez empezado a sentir, o tal vez ha sentido viendo... viendo cosas semejantes ¿no? Por ejemplo, viendo los horrores de la propia Historia, viendo estas formas, que si no van -digamos- al cogollo de la cosa de decir NO, al menos, plantean la duda, plantean el mundo como... como otra cosa, como que puede ser de otra manera...


AGC - No, no. No: la labor es puramente negativa, no nos engañemos. Se trata de intentar curarnos de esta idiotez que nos hace hablar de la actualidad y la Historia Contemporánea como si se tratara de eso, como si por el hecho de que nos haya tocao vivir en este cacho de época de la Historia, pues ya con eso estuviera justificao todo: quitar de en medio; quitar de en medio estorbos. La labor es puramente negativa. Para sentir no hace falta hacer sentir, basta con quitar estas convicciones imbéciles con las que estamos cargados y que nos hacen todavía aprendernos nombres de los dirigentes de los cuatro añitos que nos han tocao y escuchar las informaciones de la televisión y tragarnos opiniones de los projudíos y de los propalestinos, y toda la cantidad de imbecilidades con que nos cargan todos los días: esta labor negativa, con ésta basta. Con ésta basta porque aquí en lo que se confía es en que la Realidad no es todo lo que hay, y que por tanto, siempre queda algo que no existe, como pueblo, sentimiento, lo que sea.


- Agustín, yo es que no sé, se me ha ocurrido varias veces, cuando hemos hablao esto, que... la cosa es como peor todavía, por..., no sé, yo pienso muchas veces, cuando hablamos de la negación, en un grabado de Durero que se titula La melancolía, -no sé si os acordáis de él- es un ángel, pero es un ángel como poco angelical, que está sentado en esta postura, y tiene a los pies una figura de madera que ha dejado de hacer, atrás una especie de bloque de piedra que ha dejado de hacer, encima tiene un reloj de arena -no, no: no es de arena, es otro reloj- y en la mano tiene un compás. Entonces, yo en ese grabado, aparte de... de todo lo que pueda haber (que yo no lo sé) lo que sí me resulta muy llamativo es que no suelte el compás -que no lo pueda soltar- parece que no lo puede soltar, es decir, parece que no puede negarse del todo. Y ahí la negación tendría una profundidad mucho más allá de la que habitualmente aquí hablamos -creo yo-.


AGC - ¿Sin soltar el compás?


- Sin poder soltarlo.


AGC - No: pero que ¿tendría más profundidad si soltara...?


- El no poder soltarlo, para mí, es el problema, es que no lo deja, se ve que ha dejado todo lo que ha podido, pero el compás lo tiene cogido por la punta. No se sabe si lo va a dejar, o si lo acaba de coger, pero en cualquier caso, no lo deja.


AGC - Ya. Eso que plantea Rosa es una cosa bastante complicada con la que me he debatido. Por no detenernos demasiado: hay que saber a qué se dice NO -contra qué- y desde luego, 'contra qué' es contra la Realidad, contra lo que existe, contra la mentira en general. Luego hay que dirigir primariamente el ataque, la negación, a los ideales, a los entes irrealizables pero que rigen la Realidad, los ideales de 'todo', de 'Poder absoluto', de 'Imperio' y demás.


Y lo contrario, es lo que hace el Poder, es decir, decir NO para intentar definirlo a lo que nos queda de vivo. Pero resulta que entre un reino y el otro hay intermedios, y tu compás se refiere bastante de cerca a eso. Con lo mismo que el compás de la música y las artes en general que se han desarrollado, ¿está incluido en el decir que NO a la Realidad y a la Fe, el decirle NO a la música, el decirle NO a las artes, por ejemplo incluso, Matemáticas -con tal de que no sirvan para nada, por supuesto-?, ¿está incluido?, pues no, eso está ahí. Eso está ahí en una especie de limbo, de manera que tu ángel, tal vez, tenía bastante razón al vacilar en soltar también ese compás. De esto hay mucho que hablar, ya comprendéis, pero no estamos ahora metidos en esta vía y no quiero detenerme demasiao. Volveremos sobre esta especie de limbo, que nos vemos obligados a reconocer entre la Realidad propiamente dicha, a la que se dice que NO, y lo no existente, no cosciente, sinfín, perdido y perdición del todo. Bueno, que sobre eso volveremos algún otro día. Sí.


- Sí, pero es que eso del compás -el compás a lo que se refiere Rosa- es no solamente algo que tenga que ver con las artes temporales o las artes espaciales, sino que ya en todas las Biblias ilustradas se pone, se ve a Jehová por encima del mundo informal, de esa bola informando  en el [caos] que hay allí. Él aparece siempre con un compás [...], para la fabricación de la Realidad: el tomar medidas.


- Pero a éste le pesa el compás en la mano...


- El tomar medidas es costitutivo de la Realidad.


AGC - Sí. Esa es una trampa que se merece...


- [...] la Realidad es una definición del Espacio y del Tiempo...


AGC - Bueno, decía que hoy no nos tocaba mucho entrar por ahí. Pero desde luego, es una trampa bien conocida. A Dios, en la vieja Religión, se le representaba, de vez en cuando, como un artista y un matemático, las dos cosas se han dicho. Recordáis que alguno de nuestros filósofos...


- Pero no es por ahí, éste se llama La melancolía.


AGC - Llegó a decirlo así: ho theós arithmetízei, es decir, declarando que esto de la Realidad -la creación- estaba hecha por vía aritmética, y otras veces como un artista, como un creador. Esta trampa se ha hecho así para engañar, porque Dios -el Poder- no opera propiamente como un músico, ni como un matemático [desprevenido]. La Realidad se fabrica con ideas, con numeraciones aproximativas que nunca pueden ser de verdad, y con ideales que no se realizan pero que rigen esa Realidad. Así es como Dios de verdad opera, pero es normal que la vieja Religión se engañara a los niños y a los mayores presentándolo de esa manera, porque además esto tenía su contrapartida utilísima para el Poder, que es la de hacer pensar que el poeta a su vez -el autor- era también lo mismo que Dios, que era él el que fabricaba los productos de las artes de la Realidad. Esta Fe; esta Fe en el autor que padecemos de una manera tan flagrante bajo el Régimen de la Democracia: creer que del poeta dimana la producción, que es él el que las hace, cuando el imbécil del poeta en general, sólo acierta cuando se descuida y le sale algo en lo que no pensaba. ¿Qué más otras cosas había por ahí?


- [Agradezco la propuesta de Rosa, que [...] un dulce residuo sobre ese grabado. Yo no veo en el compás el arte, ni temporal ni espacial, se conoce que el rasgo de la melancolía de ese grabado es  -aludiendo al compás, por ejemplo- según lo vas interpretando, cognoscible, o sea, es como el logos y...]


- Lo tiene cogido con hastío, o sea, no es lo mismo sujetar un compás con firmeza que dejarlo suspendido.


- Pero ¿cómo decir?, si lo único que tenemos es pensar....


- Le pesa; le pesa muchísimo.


AGC - Aparte de la relación que tenga con la condición melancólica del ángel, desde luego, un compás -mírese como se mire- tiene que ver con la Matemática y la Música, sin lugar a dudas. No se puede hablar de otra cosa.


- Sí, lo de la Música es...


AGC - Y la Matemática.


- Se llama compás, pero...


AGC - Y la Geometría.


- Pero ¿es la medida?, ¿es la inteligibilidad?...


AGC - La Geometría. Bueno, ya decía que más valía que eso lo dejáramos, porque es una cuestión muy importante, para otro día. Desde luego hay una falsificación cuando al Creador se le presenta como haciendo las cosas, porque las Realidades no se hacen así, no se hacen de verdad, ni a compás, ni con exactitud, ni nada. Todo eso ya son ideas que se imponen después. La Realidad, aparte de ser falsa, está hecha manga por hombro; esto hay que decirlo, y todas las interpretaciones que intentan convertir la Realidad en algo matemático, perfecto, pues son falsificaciones. Sí. (Fuerte).

 

- Yo quería decir siguiendo un poco el tema de..., que se nos ha quedao así, en el aire, que [] contra el Poder sin utilizar las armas del Poder, que aunque sea desesperanzador, muy, muy desolador, lo que se puede hacer con respecto a ello, y que uno de los ejemplos, por ejemplo, o sea, en este tipo de reuniones, la gente intente de alguna manera negar ese Poder sin utilizar las armas del Poder, pues yo quería decir que... que sí que la alegría es un factor muy importante, porque hay muchas maneras de combatir al Poder sin utilizar las armas del Poder, lo que pasa que son, si no poco efectivas, sí son lentas, pero sí son seguras, porque lo que se genera es poco pero muy valioso, y entonces siempre hay ese tira-afloja -si no mágico- natural, que genera siempre gérmenes que se contraponen al Poder y son verdaderamente muy valiosos. Y que uno de ellos, por ejemplo, podría ser el ejemplo que uno da con su actitud, el verdadero cambio de conciencia que uno empieza por hacer en sí mismo, y luego se lo traspasa a sus hijos sin tener que decirles..., el meterles la rebelión en la cabeza, ni el Anarquismo, ni ningún tipo de..., con su propia actitud, viendo cómo su progenitor -que es el ejemplo que él tiene- se toman ese tipo de cosas, pues ahí se produce un cambio de conciencia, y a lo mejor es en su familia. Pero en su familia, en otra familia de otro que haya logrado primero hacer una revolución en sí mismo para poder aplicarla fuera, porque si no es...


AGC - Ahora te estás... en el final te estás poniendo un poco educadora a tu vez, crees demasiado en la trasmisión de cosas...


- No. Pero []


AGC - No: fíjate que -por ponértelo un poco en ridículo- querría decir que los padres rompiendo el televisor y negándose a comprar un periódico, les están enseñando a los niños a no tragarse las noticias de la actualidad: por desgracia, no; por desgracia, no; porque como los padres a su vez son para el niño los primeros representantes del Poder y, por tanto, la táctica ingenua, insuficiente, que les sale la primera es llevarles la contraria a los padres. El ejemplo puede volverse del revés, y el niño convertirse en un furibundo amante de la información diaria.


- Pues no se le tira la tele, pero uno no la ve; y el hijo ve que el
padre no le hace caso a...


AGC - Y puede volverse del revés, por desgracia. Más vale que no te lo plantees realistamente, porque hay que plantearlo...


- No realista, sino empezar [] dar ejemplo.


       AGC - No: realistamente es una desgracia, es desolador; pero en cambio, lo que has dicho -y conmigo también eso es así- aparte de las otras armas, más o menos dudosas, simplemente el descubrir la mentira, el decir que NO, como ahora mismo he intentao hacerlo un rato: el descubrir la idiotez de la información diaria -por decirlo en dos palabras- la idiotez sangrienta en la información diaria. Todo eso que cualquier realista viene y te dice "¡Que negativo es Vd.!, nos hunde en la desolación": Mentira; porque luego uno ve a la gente -a lo mejor a ese mismo- y ve que, por el contrario, le está brotando, de esa misma actuación de la negación, algo de eso que he llamado 'alegría' por no encontrar otro nombre más adecuado. A ver.


- Entendí... entendí bien, creo que al principio hablabas de que los entes ideales -no sé si te entendí- como por ejemplo la esfera, y -digamos- que...


AGC - No: estuve... se podría meter la esfera, el triángulo... se podría poner la esfera, el triángulo, pero se pierde mucho tiempo, si se utilizan. Si se quiere buscar entre los geométricos, hay que elegir el punto -punto-. Punto es un ente completamente inexistente, incapaz de realización, pero al mismo tiempo necesario para todo el establecimiento de una Geometría. A lo que me refería eran esos que son claramente incompatibles con la Realidad, irrealizables: 'todo', 'todos', nunca es 'todo'.


- O sea, pero estos entes entran dentro -estos ideales- los entes ideales entran dentro de lo directamente negable.


AGC - No son cosas y están sin embargo rigiendo y sosteniendo la Realidad, las cosas.


- ¿Y los fonemas?


AGC - Bueno, los fonemas son desde luego entes abstractos, desde luego no hay por qué asimilarlos a los que estoy llamando ahora 'entes ideales', no es lo mismo. Los entes abstractos de la lengua que solamente se realizan mediante Realidades que nunca son los fonemas, no conviene confundirlos con el tipo de ideales que aquí he sacado a plaza, por lo que no importan.


- Es que aquí se ha dicho que los fonemas son ideales.


AGC - Sí. Vamos a dejarlo porque es también otra cuestión; lo de la lengua y la condición abstracta de los fonemas es otra cuestión. He sacado a plaza algunos entes ideales irrealizables pero regentes, sin necesidad de acordarme de la lengua de momento. Sí.

 

- Has puesto dos ejemplos de Poderes con poco Poder, que desde mi punto de vista eran muy distintos: has puesto a los egipcios que hacían pequeñas barbaridades, como torturar a miles de esclavos durante miles de años...


AGC - Pero que eran a lo largo de diez mil años y se dice "bueno...."


- Y hablabas de un ejemplo que yo no conozco bien, pero bueno, siempre se oye hablar de esas cosas, de pequeñas tribus donde uno no sabe quién es su padre, que no se mata a nadie, y diciendo que la diferencia es sólo de grado; pero yo pensando en esas pequeñas tribus, casi que se me hace la boca agua, y el grado se me convierte en algo más.


AGC - Sí. No: y efectivamente el Egipto con sus cien mil años de Historia [], no, he exagerao un poco, pero bueno, con los muchos, decenas, cien mil años: no, no apetece lo mismo, no. No apetece lo mismo.


- Sí. No: pero, sobre todo, me refería a este último ejemplo...


AGC - Claro, lo que os quería hacer notar que efectivamente hay grados; que la capacidad de matar, aniquilar, sin miramiento, va creciendo cuanto más el Poder es fuerte, la Fe es segura. Por ejemplo, Estados Unidos, el Imperio del Estado de Estados Unidos, su capacidad para administrar muerte, para matar a mansalva, dependerá de la Fe, es decir, si efectivamente la Fe en el propio Estado y en -sobre todo- en el Capital -que es lo mismo que el Estado- se mantiene firme, pues entonces, la capacidad de matanza puede ser incalculable, y no, no me refiero sólo a guerritas en Irak y cosas así, sino a otras muchas maneras de administración de muerte. Todo depende de eso, depende del grado: del grado de la seguridad de la Fe.


Pero -vamos- mi actitud y mi arenga eran sobre todo negativas: el reconocimiento de la idiotez de ocuparse de las cositas de nuestra Historia Contemporánea por la tontería de que a nosotros nos haya tocado precisamente este cachito de Historia, y la incapacidad de reconocer aquí, en este cachito, lo de siempre, es decir, lo desde el comienzo mismo de la Historia del Poder.


- Con respecto a los ejemplos estos, me refería hasta qué punto se puede atacar como una simple diferencia; se puede pensar en una simple diferencia de grado, pensando en que es así, tal como tú las has presentado, o se las puede atacar de la misma manera que se puede atacar al Estado del Bienestar, o..., que me parece una diferencia bastante grande. Podemos decir que tienen otra Realidad -porque tendrán un vocabulario semántico y todo eso- pero, no sé, una Realidad mucho más, no sé, mucho menos totalitaria o poderosa -parece- si se dice que no se sabe...

 

AGC - Sí. Menos imponente, más llevadera para la gente.


- Pero más llevadera no como podría uno decir que esto es más llevadero que -como se te dice a veces- que peor es vivir en Egipto o ser un esclavo en Egipto que..., sino que me parece una diferencia sustancial, cualitativa más que cuantitativa, quiero decir.


 AGC - Es notable, la hay, hay que reconocerla y yo no sé hasta qué punto las imágenes de algunas son muy científicas, como las que he utilizado de la Margaret Smith, las imágenes de islas o sitios que parecen exentos o casi exentos de las lacras del Poder, no sé hasta qué punto no hacen una labor más bien deteriorante en contra, porque aquí cualquiera puede entonces venir al deseo de fundar un Partido para conseguir un tipo -¿cómo digamos?- un tipo de Democracia Anarco comunitaria, donde no haya comisión, cualquier otra tontería ¿no? Cualquier otra tontería, lo cual evidentemente sería una desgracia. Por eso, está bien recordar que nada hay necesario en el establecimiento de los Poderes fuertes, que la gente ha vivido hasta hace poco, por todas partes, sin necesidad de ningún Poder fuerte. Está bien, pero tomar eso como una especie de situación a la que aspirar por vía práctica es...


- Sí. Yo pienso que respecto a estas contraposiciones que ha [] aquí sobre la cuestión de grados y el hallar el Poder incluso en el paraíso, el ejemplo que veo más elocuente y que es más plástico además, es aquella película de Murnau-Flaherty, la de Tabú. Tabú -como conocéis vosotros bien- es la historia de cómo una niña de quince años o catorce años es ofrecida por la tribu al patriarca en..., y sucede una historia muy, muy hermosa porque está contada todo entre cantos, entre juegos, es coral, una película coral en que participa toda la gente o pueblo-que-no-existe, pero parece que se lo pasan muy bien, y sucede allí, precisamente en Moana, en el río Pacífico; y por otro lao, pone la contraposición de enfrente, estalla la invasión de los americanos y de sobre todo del poderío inglés que han introducido la escritura y los números; y cogen por los números y por la deuda al pobre [] éste, [], bueno, es la contraposición de los modos de Poder: uno que ya está el germen ese del Bienestar, y el otro que parece que está más lo que tú proponías de Margaret Smith y toda la cuestión de las Islas de Samoa; sin embargo, en esta película se ve claramente, muy claramente, y es conmovedor cómo el hecho del tabú y la entrega del Poder al patriarca, es tan fiera o más precisamente en esa Sociedad en que se ve más claramente, porque es como un sacrificio evidente, y es un hecho real, está sacado de una historia [verídica, no te digo de verdad], es una historia real. Quiero decir que [eso] en todas partes cuecen habas, y la cuestión del grado es una cuestión muy relativa.


AGC - Algunos ya la habrán visto. La chica virgen ha sido -según los ritos de la tribu- elegida para que venga a ser posesión y servidora del patriarca; del patriarca representante al mismo tiempo del Poder y de la Fe. Bueno, la película [], la película es curiosa, no me fío de la fidelidad de las noticias, a pesar de que algunos de los fotogramas están tomados directamente, pero lo tremendo es eso, efectivamente, se presenta en toda su ferocidad el Poder de un rito, de un tabú, que puede condenar a una mujer sin atención ninguna, ni a sus posibles sentimientos, ni nada -porque la chica tiene sentimientos, como lo demuestra enamorándose de otro: del chico- sin respeto a nada. Por desgracia, los americanos que entonces todavía no se presentan como invasores o colonizadores, más bien ellos y los chinos a su servicio, se dedican a entrar por vía del Comercio, pero -como os digo- son los salvadores de ese horror; vienen a ser los salvadores de ese horror y, por tanto, nos presentan antes que nada y sobre todo, la virtud incomparable de la actitud occidental, democrática -o como se quiera decir- que es capaz de salvar de horrores mucho más terribles todavía.


- Es que te dormiste al final [], no te has enterao del final. Es costantemente la contraposición entre los dos modos de horror: el modo teológico -encarnao en el patriarca y la prohibición: el tabú- y el modo el otro, el otro es la trampa, el jolgorio, el...


AGC - Sí, sí. Pero el salvador de la..., los salvadores de la chica son los salvadores de la chica.


- No, no. No hay ningún salvador. La chica... ¡qué va!, si es una tragedia; es una tragedia, no hay ni pizca de azúcar en la película. Es que te dormiste un poco...


AGC - Hay buenos. Hay blancos buenos. Hay blancos buenos.


- Y hay gusano en la manzana; en el paraíso...


AGC - Hay blancos buenos. Hay los magos de la tribu, malos; los chinos que se aprovechan, malos; hay también blancos malos...


- []


AGC - Bueno, venga. No merece la pena darle más importancia. Ya con eso sabemos que...


- Esa gente....

 

AGC - Sabemos que..., la única cosa que hay que saber es que cualquier Fe -cualquier Fe- es capaz de suscitar la administración de muerte, de justificar cualquier cosa: cualquier Fe, y es muy vano contraponerlas demasiado a la una con la otra. Eso es lo que se hace, es lo que suscita las guerras, los horrores que tanto os entretienen, pero es importante que   c u a l q u i e r   F e   sirve para eso, que es indiferente: el contenido preciso del credo puede cambiar, es igual, el caso es que esté bien establecido, que domine una población, y con eso basta para justificar lo que sea. Sí.


- Yo, antes cuando hablabas sobre la información y la falta de inocencia de la información, pues he recordao una cosa que estoy viendo en las noticias -y a pesar de las charlas también veo las noticias- bueno, pues resulta que están hablando o vengo oyendo -y por esto es lo del hilo éste del que cuento- vengo oyendo que, pues en el pai-... en Cataluña los asaltos que hay a hotelitos, a casas y tal, y la seguridad o la inseguridad de todas esas personas; les hacen entrevistas, y salen contando ahí la inseguridad que tienen en sus casas y lo que están haciendo; bueno, pues acaba la noticia ésta, acaba el telediario una fase, y yo no sé si será casualidad o qué, pero resulta que hay una empresa de seguridad que anuncia sus servicios y lo bien y lo a gusto que se van de vacaciones porque se van seguros y tal.


AGC - Eso está muy bien. Está muy bien. Algo se saca. Espero que, sin embargo, lo mismo tú que Isabelita, después de la arenga de hoy, os desaniméis de volver a ocuparos de la actualidad. Pero eso está muy bien: lo que importa es que, entre las desfiguraciones que el medio produce, que está la de no relacionar con la Fe reinante. Por ejemplo, esto de los atracos en Cataluña o en Guadarrama a los hotelitos es como un sarpullido; es un sarpullido que ha salido, no tiene que ver nada; no tiene que ver nada con el Capital y su desarrollo, esta es la estupidez mostruosa, cuando es fácil ver cualquiera -cualquier niño puede ver el relacionamiento ¿no?- es lo mismo que las obras públicas, la producción de automóviles, se discute dentro del hecho como si el hecho estuviera ya dado de por sí: la conveniencia de si se deben hacer las obras por aquí o por allá; si los autos conviene hacerlos de esta manera o de otra; inventar una manera para que el tráfico se fluidifique, sin reconocer que la ligazón de estos horrores de las obras públicas -cada vez más y para nada- o la producción de automóviles -cada vez más en masa y cada vez más incapaces de sostenerse- son manifestaciones del Poder mismo, son efectivamente enfermedades. Si al Poder no le pasaran estas cosas, como caer en estos horrores como la producción de autos o la proliferación de las obras, estaríamos en el Futuro que ellos dicen, porque para ellos el paraíso está en el Futuro, y estaríamos en el paraíso y no pasaría nada y todo iría  -como decían- sobre ruedas. Efectivamente, al Poder le pasan cosas de esas, tiene estos inconvenientes; estas cosas desarrolla nuevos tipos de rateros de hotelitos, es normal: todo va con el mismo Régimen ¿no? Lo importante es no tratar -como la tele lo hace- estos asuntos como si fuera un capítulo; un capítulo más de la actualidad: "Y ahora -después de haber hablao de la invasión de Líbano- y ahora les hablamos de rateros de hotelitos Andalucía", "Y ahora les diremos de las violaciones en Zambia", "Y ahora..."; como si fueran trocitos de la actualidad que se producen cada uno por su cuenta, segando al reconocimiento de que todo viene del mismo sitio: el Capital; el Capital lo hace todo -la Fe en el Dinero- lo hace todo y por vías bastante directas.


- Es un poco [], a lo mejor demasiado sencillo que a la gente se le pueda ocurrir que todo viene del mismo sitio; a lo mejor es algo demasiado sencillo.


AGC - Sí, no hay más remedio. Hay que decirlo: es -hay que decir- la Fe. La Fe en este caso -la Fe reinante en este mundo primero- es la Fe en el Dinero; porque Dios, el Dios que ha tomado el trono es ese ¿no? Pero en todo caso, sea cual sea, es la Fe la que autoriza y promueve cualquier forma de administración de muerte. Hay que hacerlo así de simple, y después mostrarlo de las maneras más concretas, pero sin perder la generalidad de la cosa, es algo que pertenece a la istitución misma de la Realidad.


- Quería comentar en relación con lo que relacionabas de la percepción o no de la desgracia: Es como si cada Sociedad tuviese un grado de anestesia apropiado a la desgracia que les rodea: cuando alguien, por ejemplo, viaja a un país sudamericano y queda enamorado del país, yo he oído el comentario "Me encanta y me gustaría vivir, pero no resisto la pobreza o la injusticia de ese país"; es decir, que hay momentos en los que se constata el nivel de desgracia con unos niveles de vivencia que para lo que es la vida habitual de alguien son [] intolerables, mientras que hay  un grado de anestesia por otro lado notable. Y aparte de dejarse -digamos- sentir la desgracia desde ese..., en esa faceta o en esa posibilidad, que también estaba yo un poco pensando, con relación a la necesidad de la administración de muerte desde el Poder, [] que has puesto del rey Saúl de la orden de Jehová de exterminar a los que no creen, es como si hubiera un pánico que tuviera otras posibilidades que la de abrazar la Fe que...


AGC - Si. Dios tiene que ser siempre único, por tanto, tiene que eliminar cualesquiera otros. Sólo entre tribus de muy poco Poder, los Dioses de una y otra, pueden gastarse bromas entre ellos, [] relaciones. -Vamos- un Dios de verdad no puede consentir... no puede consentir rivales, es como el matrimonio: es único; el marido es uno, la madre es una, como Dios, [y por tanto no se pueden sentir rivales]. Lo que ha sacao Joaquín respecto a las diferentes maneras que las poblaciones desarrollan para soportar el tipo de Poder que les toca, es muy interesante: han hecho una anestesia, tal vez 'anestesia' es un poco exagerado, pero en fin, una capacidad para aguantar lo que tienen y así se ve, según que estemos en el primer mundo o en el tercero, pues vemos que las poblaciones han desarrollado, para el horror que les ha caído encima, maneras de aguantar, maneras de ir tirando; y las del turista del primer mundo que cae por allí, pues no son las mismas y, por tanto él, reconoce que él no sería capaz de aguantar aquello por más que el paraje le resulte maravilloso. Por desgracia, esas diferentes formas de aguantar el Poder, se intercambian bastante rápidamente ¿no?, aquí lo vemos con los inmigrantes cómo cambian de una manera de aguantar a otra en menos de una generación; en menos de una generación y los cambios de administración de muerte vienen a equivalerse y a intercambiarse con rapidez.

 

- A mí me parece que es clave la falta de sensibilidad para entender la desgracia en que estamos envueltos. [] Me parece muy bien el que haya insistido en las dosis de adormidera, Joaquín, al hablar de eso, de que no se tiene la misma sensibilidad según en qué sistema. Pero además, según en qué tiempo, porque por ejemplo, cuando uno lee la Biblia y ve la limpieza étnica de que hay que marcar en las puertas con una cruz para poder matar a los primogénitos que es -se entiende- la parte del  pueblo educado por las personas que las han tenido más jóvenes y han dedicado más energías para la educación de sus hijos, y todas estas cosas, se da uno cuenta de que la limpieza étnica no es una cosa de ahora, y se da uno cuenta de que el ángel exterminador no es un ángel que ha venido de [Jovai] y que es de... de..., el superman del pueblo judío, sino que es un auténtico canalla, que es un asesino -vamos-.


AGC - Cambian los nombres. Es importante reconocer, bajo los varios nombres y figuras, reconocer que...

 

- Y el ser guapo, ese no tiene nada que envidiar a Adolfo.


AGC - Desde el comienzo mismo de la Historia...


- No tiene nada que envidiar. O sea, que las cosas -claro- están como están.


AGC - Bueno, esto debería continuar porque la cosa está muy viva, pero yo por mi parte estoy ya un poco harto de sudar y de pasar calor, de manera que vamos a tener que cortar, y seguiremos dándole vueltas a estas diferentes cosas, si el Señor nos deja, dentro de siete días.