27.08.2014

Tertulia Política número 316 (11 de Enero de 2012)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Mantenimiento del recuerdo de que la tertulia es una guerra contra la muerte impuesta desde Arriba.
  • De lo que ha de pagar uno como ente real por participar de corazón en esta especie de guerra o fiebre contra la Administración de Muerte.

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 Pues reanudamos esto con más o menos tropiezos, que espero que no importen mucho, y antes de proseguir con el ataque, costante, contra la Fe, contra la Realidad, a que esta tertulia se dedica o debía de dedicarse, voy a enlazar un poco con lo que ya el otro día os decía y luego la semana pasada habéis repasado respecto a “muerte”.  

No puede uno estrañarse, no puede nadie estrañarse, de que uno juegue con su muerte.  Se entiende, y espero que ya todos me seguís en esto, la muerte real, es decir, la futura, la que nunca está aquí, pero que por ello mismo como temor, esperanza, preocupación, nos acompaña, nos hace la puñeta costantemente todos los días.  No puede uno estrañarse de que uno juegue con su muerte.  En todo caso, creo que para cualquiera de vosotros es claro que no puede uno tenerle ninguna especie de respeto.  Uno tiene por fuerza que tomársela, tomársela su muerte, tomársela a mal; no faltaba sino que encima tuviéramos que recibirla con resignación, o como si fuera algo natural, o de cualquier otra manera que se os ocurra.  Pienso que me acompañáis en esto de que es natural que uno se la tome a mal: uno tiene que tomársela a mal, y tiene que tomársela a mal de cualquier manera que venga, lo mismo por ejemplo si le toca a uno repentina, de la especie repentina..............porque entonces se pierde uno el último acto de la función, lo cual evidentemente no es de ninguna manera deseable, porque ¿quién sabe si en ese último acto de la función había algo interesante, algo importante?  Y si no se le da de ese tipo, pues una muerte más o menos esperada, larga hasta a veces ser esperada como un alivio por los familiares o acompañantes: una muerte larga tiene el inconveniente de que puede que a uno le de por no portarse bien en el trance, no portarse bien en la muerte, lo cual tampoco es nada deseable, claro, porque cualquiera más o menos así honorable y cuidadoso tiende a portarse bien hasta el final, a no estropear la función con algún revés vergonzoso, indigno.  Es importante eso de mantener el tipo, ¿no?  Supongo que es Suetonio en “la vida los Césares” quien lo cuenta a propósito de Julio Cesar, tal vez lo habéis leído: que cuando en las Idus de Marzo famosas le asaltaron los últimos republicanos, entre ellos el propio Bruto, que lo reconocían como una forma de tirano, al asaltarlo y al apuñalarlo, pues dice él, el historiador, que tuvo cuidado de arreglarse la toga, de arreglarse la toga de manera que cayera de una forma decente y elegante.  Esto es evidentemente lo propio, y esto es lo que os presento como ejemplo para cualquier otra situación.

Esto se refiere, como os recordaba (y me temo que la división nunca acaba de estar lo bastante clara) a la muerte real, a la de uno como persona entre las personas, a la de uno como costitutiva de su futuro y también el Futuro del resto de la Sociedad.  Porque, como el otro día os recordaba, en cuanto a la muerte de verdad, es decir, la muerte de uno como siendo el que es, a la manera de Dios, ésa sencillamente es imposible; ésa es imposible, no puede ser, y es justamente este reconocimiento el que os presentaba como una especie de actitud política fundamental, esencial: no es posible.  Lo cual te coloca ante la situación de que o te crees solo y único, Dios Uno y Solo, y entonces, claro, eres eterno, porque la muerte está ahí escluída, o bien te arrepientes de semejante creencia, no te avienes a creerte uno como Dios, y entonces la muerte de verdad de uno no tiene sentido, porque uno no es de verdad, uno es simplemente real; como las cosas o incluso como cualesquiera de las cosas humanas, esta especie de cosas que somos, pero uno no es de verdad, uno no es el que es,  y por tanto este terror de lo imposible que se nos ha impuesto como pensando la muerte como la muerte de verdad, de uno que es todo, deja de tener sentido, se pierde sea por donde sea.  Ése es el sentido político de la cuestión.

Esto quería recordaros, porque si no se mantiene el recuerdo de que a lo que aquí estamos es a una guerra contra la muerte, entonces no sé para qué estamos aquí.  Hay que mantener este recuerdo, que se funda en el reconocimiento ya bien establecido de que la función del Poder (Estado, Capital, Autoridad, lo que sea) la sola función de verdad es la Administración de Muerte, de esta mentira y este lío que acabo de recordaros, establecido bajo el nombre de muerte.  Es su única función de verdad, y todos supongo que estáis conmigo acostumbrados a reconocer que lo que hace con nosotros y con el mundo entero el Poder es cambiarnos las posibilidades de vivir por Futuro, lo que te va a pasar, lo que vas a hacer mañana; que es justamente con lo único con que el Dinero, con que el Poder mismo por tanto, sabe jugar: el Futuro.  Y eso quiere decir “muerte”.  “Fin”, el fin al que todos los negocios de Estado y Capital se dedican, el fin que condiciona el éxito de todos esos negocios, es “muerte” por otro nombre y sin más, con todo el lío que está incluido en la palabra.  De manera que quien se da cuenta de eso y viene aquí, simplemente sabe, o mejor “siente” de alguna manera, que a lo que aquí estamos es a una guerra contra la muerte.  A una guerra contra la muerte, y que esto no es ninguna Literatura ni Filosofía ni nada.  Es justamente lo más inmediato y palpable que se puede decir si alguien os pregunta qué diablos estamos haciendo aquí.  Contra la muerte, estamos.  De esta manera, habiendo reconocido esta condición de la muerte, es como ya no hace falta recordaros lo que os he recordado, es decir, desanimaros de cualquier intento de tomar eso de la muerte con resignación, más o menos religiosa, o como si fuera natural. 

No sé bien por qué me viene ahora, pero hay una de las canciones de Brassens en que el que canta, el “fossoyeur”, el enterrador, justamente toca a este punto, a ver si me acuerdo: “aunque digan que el Hombre es mortal,/ no lo puedo ver tan natural”.  Él en realidad en francés dice “j´ai beau m´ dir´ que rien n´est éternel:/ j´ peux pas trouver ça tout naturel”.  “Y no sé tomarme la/ muerte como viene, ca,/ soy un pobre enterrador” (“et jamais je ne parviens/ á prendr´ la mort comm´ ell´ vient./ j´suis un pauvre fossoyeur”).  Para esa negación de lo que, aparte de la resignación cristiana o religiosa, puede equivocarnos en cuanto a “muerte” como algo natural.  En esto quería insistir, y supongo que está bien claro entonces que si algún sentido tiene lo que aquí se haga (no “se diga”), o “se haga diciendo”, es ése de descubrir la mentira, lo no natural, lo impuesto, de la muerte, con todo ese lío en que, como al principio os he recordado, la real, la futura, se confunde al mismo tiempo con la muerte de verdad, la muerte de uno siendo uno lo que no puede ser: Dios, siendo El que Es. 

Aparte de recordaros esto, quería, venidos a proseguir, con algo que ya no es tan personal, tan referente a la persona, pero que toca, por ejemplo en mi caso, al deseo de averiguar, antes, si las ocurrencias, descubrimientos de mentiras, hallazgos, que uno haya encontrado en este mundo, eran de verdad algo común, no personal.  Esto es en uno un deseo comprensible, pero al mismo tiempo como veis es una aspiración harto difícil.  ¿Cómo se averigua eso?  ¿Cómo se averigua, hasta quedarse uno relativamente tranquilo o contento, que los descubrimientos que uno ha hecho, y que por ejemplo aquí he tratado a lo largo de estos catorce años no se cuanto de hacer vivir en la discusión, que eso no eran ocurrencias de un tipo, más o menos tonto o más o menos listo, que las tenía como una especie de Teoría, de Filosofía o de lo que sea, sino que eran descubrimientos de lo común, de lo que no es de nadie, que es de cualquiera justamente en cuanto uno no es decididamente el que es?  Y esto, bueno, se puede decir que he estado viniendo todos los días aquí para averiguarlo, a ver cómo sonaba lo que os soltaba y si encontraba verdaderamente un eco inmediato en los corazones, como diciendo “sí, eso es lo que yo había pensao, había querido decir, y no lo había visto claro cómo hacerlo”.  ¿Cómo hacemos para esto?  Esto es lo que os presento como pregunta, porque verdaderamente, aparte del interés en mi muerte misma, el hecho de averiguar con cierta certidumbre que uno no hace las cosas inútilmente, sino que esta guerra es de verdad una guerra, no es una Literatura ni es una Filosofía ni nada por el estilo, eso, pues bueno, puede servir como un cierto consuelo.  Ya me iréis diciendo ahora, en cuanto os deje suelta la palabra, que vuele por vuestras bocas, pero para este problema creo que debo recordar algunas cosas.

Si cualquiera de vosotros en estos debates se encuentra de acuerdo conmigo, no en el sentido de que acepte lo que yo diga, sino en el sentido de que ha reconocido en sí mismo lo que por lo bajo estaba pensando aunque no lo dijera, solamente en ese sentido de “estar de acuerdo”, debe saber con lo que carga, debe saber lo que eso le cuesta.  Estamos en la Realidad, en un mundo de negocios, y las cosas tienen que plantearse así, y si no se plantean es peor.  Tiene que saber lo que le cuesta.  Reconocer así estas cosas como algo que no es de nadie, algo común y que uno siente, en su corazón por así decir, implica ponerse contra el mundo, por decirlo en breve, estar contra el mundo.  Estar contra el mundo, ponerse contra el mundo, al menos en lo que al negocio importa, que es su mayoría aplastante.  Ponerse contra el mundo o su mayoría aplastante, porque es claro que ese mundo (el de la relaciones familiares, las estatales, los negocios, todo el mundo), está fundado en mentiras, que justamente tienen que sentirse amenazadas por cualquier descubrimiento como los que aquí estoy presentando.  Y no hace falta dar el ejemplo personal, pero vamos, si queréis os puedo decir también de paso que así me han ido a mí las cosas personalmente, ¿no?  Así me han ido a mí las cosas personalmente, y de tal forma, gracias a eso he conseguido que........ bueno, no me han hecho de momento desaparecer del todo, pero sí me han colocado en una situación en la que cualquier aparición de las cosas que me salen de la boca o lo que sea se tropieza con un rechazo por parte de los que están Arriba (en el Poder, en la Cultura, en la Administración), total, cerrado.  De manera que se puede decir que esto os pasará a cualquiera si me acompaña, y esto no creo que sea ninguna hipótesis exagerada.  Normal que sea así.

Voy a intentar mostrároslo con algunos ejemplos, por si no está lo bastante claro. Lo que estoy intentando haceros sentir juntamente conmigo es eso, qué es lo que cuesta.  “Lo que cuesta” es un término que ya claramente se refiere al mundo de los negocios, es decir, es lo que le cuesta a uno; le cuesta a uno para su acomodo, para su éxito, para su felicidad, para cualquiera de los fines en que uno como ente real está costituído.  Eso es “costar”, lo que le cuesta a uno.  De manera que es bastante normal que incluso los que habéis venido conmigo aquí más o menos asiduamente traten de evitar ese riesgo, es decir, no tomarse de verdad de corazón estas cosas que os he dicho, tomarlas después de todo como una Filosofía, como una Teoría, como una predicación, como Literatura, para después en la vida corriente seguir comportándose en obediencia a esas mentiras en que la Realidad se establece.  Es normal, no puedo enfadarme con ninguno de vosotros mucho.  Alguna vez me he enfadado con alguno o con alguna al darse cuenta de esta huída, de este intento de tomarse esto como algo filosófico o literario para evitar el peligro que he espuesto.  El peligro es desde luego serio: si lo sentís de corazón, si lo decís de corazón, si lo pensáis de corazón, eso quiere decir estar contra el Poder, y por tanto contra los intereses de uno mismo, que son inseparables justamente del Estado y del Capital y de las otras Istituciones.

Por ejemplo: estos días pasados con motivo del cambio de año, con motivo del fin de año.  La inmensa mayoría comiéndose las uvas contadas, una tras de otra las doce, la inmensa mayoría acudiendo a la Puerta del Sol a celebrar el acontecimiento de la caída del reloj, como cada año.  ¿Qué es esto?: pues es lo que pasa, es algo corriente, y yo podría intentar que os dejarais tomarlo así: “no tiene importancia, son costumbres que la gente tiene, son ideas que la gente se hace, ya se les pasará, no tiene importancia”.  Pero mi intento aquí es haceros sentir la importancia que tiene.  A cualquier cosa como esa desde luego a mí no se me ocurriría darle peso, darle importancia, pero cuando me pongo a recordar detrás de eso la cantidad de dinero, y por tanto de organización que se mueve, cuánto es lo que están moviendo por el mundo esas uvitas y ese reloj de la Puerta del Sol, cuando recuerdo eso entonces me echo a temblar, porque estoy reconociendo ahí mismo todo lo que está pesando sobre nosotros; el volumen, la masa inmensa de lo que se mueve con motivo de esas aparentes, inocentes, supersticiones, manías de la gente, es aterrador cuando uno lo considera.  De manera que es en ese sentido en el que quería que os tomarais estas cosas.  Cuando no paro mucho mientes, digo “¡joer, qué hartura, qué manías de la gente!”, pero luego me acuerdo de lo que eso está moviendo, me acuerdo del volumen inmenso de Dinero, y por tanto de gentes y de vidas, que eso está moviendo, y entonces me echo a temblar. 

Otro: por ejemplo el del progreso de los medios de trasporte, los nuevos trenes; los nuevos trenes, con los del tipo del AVE a la cabeza, y todo lo demás, y todo aquello que va en el sentido del progreso de los medios de trasporte de personas o de mercancías.  Todo ello, cada año, en cada nueva disposición, en cada nuevo contrato y cada nuevo negocio que la RENFE o las otras compañías realicen, va en el mismo sentido; y el sentido en el que va es, como ya sabéis, el de la velocidad.  Ya a otro propósito lo hemos comentado así: no hay otro, no hay otro justificante del Progreso que la velocidad, llegar cuanto antes, llegar más pronto.  Eso era todo.  En tiempos lejanos, cuando todavía el Automóvil personal estaba en todo su florecimiento (que lo sigue estando, porque lo sigue abarrotando, sigue cargando el mundo de cosas), también eso justamente era el Progreso, de esa manera el Automóvil personal, y a reata suya los autobuses y los camionazos, se cargaban los medios de trasporte sensatos previamente establecidos, tranvías, metros incluso, y demás.  En el caso del progreso de los trenes (trenes cada vez más rápidos, que llegan más pronto), ya veis lo que se está jugando, que es justamente lo de la llegada, es decir, la muerte, el Futuro.  Y es lógico que el progreso vaya en ese sentido, porque como hemos dicho todo el Aparato se sostiene en la Administración de Muerte, y por tanto es lógico también que todo vaya en el sentido del Futuro, cada vez más Futuro; “cada vez más Futuro”, eso es muerte, cada vez más Futuro quiere decir “para que cada vez se pueda vivir menos”.  Cada vez más Futuro, y por tanto es lógico lo que pasa con los trenes.  En cuanto al Automóvil personal, pues ya sabéis, está ligado con lo del tiempo, pero bueno, ahí estaba Uno.  Es que ésta es la Fe democrática: uno sabe adonde va, sabe qué quiere, se guía a sí mismo, y eso es el Automóvil.  Reíros si tenéis ganas con la tristeza que esto trae consigo para el que lo considere, pero ése es el fundamento del Automóvil personal.  Son patrañas.  Distraído, uno puede decir que tanto la invasión de los automóviles como el TALGO, pues son cosas que pasan.  No sé si alguien se atrevería a decir en este caso “naturales”, como la muerte: “son cosas que pasan, unos siglos tiran por un lado, otros siglos tiran por el otro, la Humanidad es cambiante, las formas de Poder cambian, y entonces unas veces toca esto, otras veces toca lo otro..........”.   Pero cuando considero la cantidad de Dinero, y por tanto de Poder en todas sus formas, de ocupación del tiempo de millones de personas en llevar a cabo esos progresos, en la fabricación imperturbable de automóviles cuando ya el automóvil está en su fracaso, en la fabricación de nuevas locomotoras y de nuevos vagones de trenes, y sobre todo en la manera en que eso acarrea consigo toda una trama de Agencias de Diversión, de Viajes, de Información de un tipo o de otro (que es después de todo la principal industria de este mundo, la información de lo que pasa), si lo considero, entonces me echo a temblar.  Me echo a temblar.  ¿Qué estoy haciendo aquí yo, que pretendo ser pueblo, que pretendo ser algo vivo, cuando no me rebelo cada día contra este Poder y estas mentiras que se nos están imponiendo?  Así va la cosa.

Bueno, un último ejemplo: estaba estos días releyendo, volviendo sobre los diálogos de Platón (el Parménides, el Filebo), que para mí son un placer que por repetido no deja de ser muy valedero.  La habilidad con que Platón, la soltura sobre todo, la soltura, que es pluscuanmoderna, con que hace que el personaje de Sócrates con los otros personajes se dediquen a diálogos interminables y a vueltas sobre lo uno o lo otro, es para gente del tipo que soy yo, más o menos curiosa y todo eso, pues un placer, ¿no?  Bueno, esto no me impide, naturalmente, evitar y reconocer ahora mejor que antes todas las argucias y falsedades que se practican a lo largo de esos diálogos de Platón, especialmente a partir de ya los más platónicos que socráticos, como esos, como el Parménides o el Filebo.  Hay una argucia en la que os quiero hacer parar mientes, porque ya la conocéis de otros casos: cuando decimos “El Yo no soy yo”, “El Yo no es yo”, “yo no soy El Yo”, “El Yo no es yo”, por ejemplo entre otras cosas.  Supongo que los que me habéis acompañado lo recordáis bien, ¿no?, cómo se establece esa división, enemistad, decisiva, entre mí y mi Yo, El Yo, entre mí y El Yo.  Y también lo hemos aplicado cuando se trata de la acción que esta tertulia misma pretende tener por suya, que es la acción de negar la mentira, la acción de descubrir la mentira y de esa manera contribuir a derruir la Fe, la negación: “El No” no es “no”, porque una cosa es hacer, que es decir, “no”, y otra cosa es hablar como un político, como un filósofo, de El No, de la negación del Orden, de la Anarquía, del Anarquismo, y de cualquier otra cosa por el estilo.  Una y otra vez soltamos aquí  que “El No” no hace nada, no hace lo que “no” está haciendo cada vez que se produce, y que si se dice “El No”, eso ya forma parte de la Realidad tranquilamente, y por tanto no hace nada, no puede confundirse lo uno con lo otro.  Bueno, pues en el Parménides y por ahí encuentro que se hace lo mismo con uno: se dice en ático “Tó Hén” una y otra vez, es decir, “El Uno”.  El problema de uno y de El Uno se las trae, y aquí nos ha salido en muchas cuestiones políticas y de otro orden, y ya comenté el juego que se puede hacer.  Ya hemos recordado aquí que cuando hemos descubierto que la Realidad consiste en una imposición de los ideales sobre cosas en  p l u r a l i d a d   i n d e f i n i d a, estábamos descubriendo que en esa pluralidad indefinida las cosas desde luego ni son todas ni son una, y eso quiere decir indefinición, cuando () negación no está partida.  De manera que “uno” no se puede aplicar ahí, y cuando se aplica a la persona de uno o sus alrededores, ya os encontráis: unas veces uno es El Yo, es decir, una cosa real, descriptible, y otras veces “uno” es, en castellano, un impersonal, uno no sabe lo que pasa, y desde luego ahí “uno” no es nadie, y todas otras clases de diferencias.  En la fundación misma de la Aritmética hemos contrapuesto un uno que quiere decir simplemente “no pluralidad”, “singularidad”, “negación de la pluralidad” (todos son uno, todo es uno), y un uno que por el contrario sirve como razón de ser de la serie de los números y se coloca como el origen de la serie.  No quiero más que recordaros un poco por encima estas cosas para haceros notar que el truco de jugar con “El Uno”, “Tó Hén”, por ejemplo en esos diálogos, solamente se puede hacer, también ahí, por medio del uso del artículo determinante.  En ático, que tiene artículo (hó, hé, tó) solamente ahí se pueden hacer juegos que contraponen “hén”, lo que se diga “uno”, se declare “uno”, con “Tó Hén”, que es justamente El Uno, la Humanidad.   Eso requiere el artículo.  Como en español, donde también tenemos artículo, y entonces podemos decir enseguida “El Uno”, como Platón, en ese sentido.  “El Uno”, que evidentemente se ha salido de todas las contradicciones que en “uno” se nos presentaban.  Lo mismo que en los ejemplos que antes he dado (El Yo, El No), ésta es una función mortífera del artículo determinante.  Nos parece, comparando el caso de los diálogos platónicos con nuestra habla corriente, que eso solo puede hacerse gracias a que estas lenguas da la casualidad de que tienen artículo determinante.  Nos parece, de tal forma que uno puede preguntarse cómo diablos se las arreglarían los romanos para hacer esto con una lengua como el latín, que no tiene artículo determinante, como tantas lenguas hay por el mundo que no tienen el artículo determinante.  Hasta tal punto parece que esta curiosidad, propia del ático y del español, se nos pierde en cuestiones respecto a cómo el mismo truco, los mismos embustes se pueden hacer (como se han hecho, en latín mismo), sin necesidad del artículo. 

Bueno, pues alguien puede decir “esto es porque tú eres un aficionao a los diálogos de Platón, y esto es una cuestión meramente lingüística, o filosófica, metafísica”.  Efectivamente es así como todo esto viene a considerarse, y entonces eso políticamente quedaría, pues sin interés, sin ser una gran cosa, y se reduce a aficiones de literatos, de filosofantes, a discusiones entre gramáticos, más o menos avenidos, entre intérpretes o hermeneutas de filósofos antiguos y modernos...........  Bueno, ¿a quién le interesa esto?  Por ejemplo en esta sala seguro que la gran mayoría ni siquiera tiene esas dedicaciones ni esas aficiones.  No son nada, son aberraciones incluso, diversiones, de gente.  Pero cuando me acuerdo del dinero que esas tonterías han movido y están moviendo, el dinero en cantidades inmensas, la reedición una y otra vez de los testos mismos de Platón o de cualquier otro, acompañados cada vez más, gracias al ordenador, de una acumulación de Literatura acerca de eso, lo cual implica ya una labor de imprenta o de informática que resulta casi increíble, y cada año más, y de más en más, y me acuerdo cómo eso se está introduciendo en el Aparato de la Educación, cómo todas esas mentiras, todos estos apaños, todas estas........ estupideces de filósofos y gente así, vienen sirviendo para distraer a los niños y a los chicos a lo largo de la Enseñanza Primaria y Media, y por tanto sosteniendo gracias a ellas el Sistema Educativo con la seguridad de que ni en las Escuelas ni en los Istitutos ni en la Universidad va a pasar nunca nada, porque todo estará distraído por la examinación destinada a dar cuenta de las pijoterías que a Platón o a cualquier otro a lo largo de la Historia se le hayan ocurrido, y a intervenir y a tomar opinión respecto a las discusiones que incluso en los suplementos de los diarios puedan aparecer cada día, que junto con las de los políticos o entre pensadores de un tipo o del otro.................  Cuando me acuerdo de este volumen, cuando me acuerdo de esto, me echo a temblar; entonces yo ya no puedo tomarme eso de cualquier manera. 

Pues estos son los ejemplos que os quería dar antes de dejaros pasar la voz.  Cualquiera que me quiera ayudar a pensar que todo esto que aquí se ha estao haciendo estos años es algo común, de cualquiera, no personal, cualquiera que quiera esto y que por tanto piense que está participando conmigo en esta especie de guerra o fiebre contra la Administración de Muerte, ya sabe lo que le cuesta.  Ya sabe lo que le cuesta, ya sabe que efectivamente no puede tranquilamente aquí en la tertulia venir un miércoles que otro a decir “pues sí, está bien, puede que haya alguna razón en esto”, y luego salir de aquí y hacer todo lo demás como si fueran monadas de las que están mandadas, pero que después de todo no son más que pequeñas supersticiones, condiciones pasajeras de la Historia, del Progreso, etcétera. Es lo que quería recordaros, y con esto me callo por ahora y os dejo ya pasar la palabra, de manera que adelante para el rato que nos quede.

-Yo quería comentar algo que me ha inquietao mucho, cuando el otro día fui a una asamblea de estas de Sol, que era en la Tabacalera en vez de en Sol, y asistí a todo eso que tú decías de aburrirse, del Futuro y de tal, y allí todos que no había forma de pasar de lo que era la forma, de la organización, de la burocracia.  No había manera.  Entonces allí se discutía “pero compañera, ¿esto es un disenso, o un matiz?” , y yo decía “¡esto es que nos estamos aburriendo, que están todas las sillas vacías!”.  Pues abucheada fui; abucheada fui como si fuera fascista o como si fuera yo qué sé.

-Es muy importante, sí, lo del aburrimiento.  Yo muchas veces ya hace tiempo que me he permitido en cualquier sesión pública el decir que conmigo no se aburre nadie.  Y además, es verdad, conmigo no se aburre nadie, pero no es justamente lo que estaba diciendo: ahora estamos aprendiendo a ver lo que cuesta el reconocer de corazón, como comunes, estas negaciones, estos descubrimientos que aquí se están haciendo.  Desde luego, sí, tienes razón, lo que ha llevao a todos estos chicos a los que el 9 de Mayo saludé como la alegría de lo inesperado, ha sido lo mayoritario, la Fe: se creen que lo práctico es hacer como hacen los que están en el Poder, como hacen sus padres: organizarse, hacer proyectos para mañana, jugar con el Futuro, como si eso no fuera el juego del Poder..........  Pero bueno, más, más, tratando de entrar en...............  Sí.

-Sobre la cuestión ésta de lo que cuesta, que yo no sé muy bien en qué sentido la sacas, porque yo no sé si es como un aviso, o como..........  Quiero decir que uno no necesita ni siquiera planteárselo como un “estoy dispuesto a perder estas cosas o a renunciar a estas otras”, sino que son cosas que a uno le van pasando como sin darse cuenta.  No hace falta ni siquiera planteárselas desde antes, porque si te las planteas desde antes te puedes equivocar y puedes pensar “no, no estoy dispuesto”, y luego son cosas que te van llegando, se van haciendo, y entonces ciertas cosas las dejas de hacer, o ciertas cosas se te mezclan con otras, o ciertos caminos se te cierran, y no hace falta como una decisión previa o un estar dispuesto.

-Es verdad, sí, tiene razón Virginia.  Tal vez incluso era escesivo que yo le diera tanta importancia a deciros esto.  Era como para...........asegurarme en lo posible, metiendo un poco de miedo, que aquí se está haciendo algo, no hablando, no haciendo Literatura, y que por tanto el de verdad estar aquí, acompañarme en esto, quiere decir ponerse contra el mundo.  Esto no sé si hacía falta decirlo o no, pero es posible que no apareciera para muchos tan claro hasta qué punto se da esa contraposición.  Por lo demás, lo que ha dicho Virginia es claro: el proceso no es ni de decisión repentina ni nada; si uno ha llegado, aunque sea por vía racional o política, a descubrir el error del Automóvil personal, ese descubrimiento poco a poco se le va trasformando en un asco, en un asco de tripas, y naturalmente eso es lo que hace que la actitud sea eso, y así en todo lo demás. Sí, si se hace algo, se hace poco a poco.  No sé hasta qué punto era muy necesario recordar que cuando uno se deja llevar por ese camino está arriesgándose a ponerse en contra de la Mayoría, y por tanto del mundo.  ¡Más!

-Que el mundo tiene esa manera de intentar que las cosas que te salgan sean tuyas personales, de neutralizarte así.  A veces cuando estás hablando o razonando o pensando en voz alta, te dicen “claro, es que sí todos pensaran como tú”, y entonces yo suelo decir “pues todos piensan como yo: pensando”.  Te encuentras con que eso de pensar nos está como prohibido, porque hay que tener ideas propias, que a uno le valgan y eso, pero vamos, eso es mentira, y las cosas que venimos tratando aquí son comunes.

-Sí, sí, así pasa: uno de los medios más seguros para que los miembros de la Mayoría (cualquiera de vosotros, si me permito sospechar de él que es un miembro de la Mayoría), uno de los medios que tiene es ése: “eso son ideas de Fulano, de Mengana”.  Incluso por ejemplo a las mías: esto que se dice aquí, pues se dice “¡joer, a don Agustín, qué idea se le ha ocurrido!”.  Pues con eso ya, inutilizao todo; desde ese momento ya no hay peligro de que a uno le de por reconocer en su corazón alguna comunidad con lo dicho, no, ya son de Fulano, son las ideas de Fulanita, que ¡qué revoltosa es, las cosas que se le ocurren!, o cualquier cosa así, y ya..........  Sí, son los procedimientos habituales.  ¡Más, por favor!

-Bueno, quería añadir que sobre todo lo que no se quiere pensar es lo que estabas diciendo tú de cualquiera de estas cosas que venimos sacando, por ejemplo cómo se usa eso de El Yo así a la filosófica o se habla de El No así también a la filosófica, que no se quiere pensar en lo que estabas diciendo, en las implicaciones que tiene, en todo el rollazo que hay que soportar porque eso no se ha aclarao.

-Sí, sí, pero el medio para no pensar en eso es inmediatamente identificarlo como ideas de alguien, ideas que andan por ahí; tan dignas, en buena ley democrática, como las de cualquiera otro, porque cada uno piensa distinto, sí.  A ver.

-Que a mí no me indigna por ejemplo lo de las uvas, que yo me las como y tan tranquila, y vengo aquí todos los miércoles, que es una costumbre, pero que creo que es algo que igual salgo alguna vez con eso de lo que queda de pueblo, y eso me hace venir a esta rutina de todos los miércoles, y no una vez al año, y vengo también muy contenta.

-Bueno, pero volvamos a las uvas.  Pero volvamos a las uvas, porque si no te me vas a perder.

-Quiero decir que son rutinas, y también vengo en el metro, que es un medio de trasporte que me permite..............

-Sí, pero basta con que nos detengamos en las uvitas.  Cualquier ejemplo sirve.

-Quiero decir que si de alguna forma vengo aquí a la tertulia para conseguir alguna vez, sin llegar a ningún sitio, pero elucubrar un poquito qué es eso de lo que queda de pueblo, pues utilizo la realidad como el trasporte y no me obsesiono, ni me deprime la cantidad de..........

-No tiene importancia, eso no tiene importancia.  Eso es contra lo que he estao luchando aquí.  Cualquier cosa, por pequeña que sea, está reflejando la imposición de la mentira.  Yo no te he pedido, ni se me ha ocurrido, que a ti te de asco la superstición de las uvas de fin de Año, pero me has oído cómo lo he presentado: “puede pasar como rutina, pero cuando me pongo a pensar en lo que eso está moviendo, entonces me echo a temblar”.  He visto que no te has echao a temblar, no por las uvas.  Hombre, uno puede llegar hasta el estremo de que una vez reconocida la cantidad de Capital que eso está moviendo y la cantidad de Muerte, uno le coja directamente asco a las uvas, pero eso, bueno, es muy secundario.  De momento lo que me importaba era, junto al tomarse como una rutina, una superstición, esas cositas, que el sacar lo de “cuando me pongo a pensar en lo que eso está moviendo”, eso, yo creo, nadie puede pensarlo bien sin temblar.

-Pero se tiembla solo cuando se observa, no desde lo que queda de pueblo, sino desde lo que se llama “persona”.  O sea, la observación de la Realidad, esa identificación tan fuerte con la Realidad, pienso que si......................

-¡Venga, venga, no!  Tú no hables de pueblo, porque no sabes lo que es, y yo tampoco, de manera que no saques aquí el pueblo.  Todo lo que he dicho es actitudes que las personas tienen y eso.  Venga, vamos a ver.

-A mí me parece que uno no puede estar contra el mundo, es imposible.  Entonces, uno podrá tener unas determinadas actitudes, que estarán catalogadas de más rebeldes o más nosequé, pero no puedes estar contra el mundo.  Lo que es evidente es que uno viene aquí y que se dicen cosas que uno no puede negarlas, no puede obviarlas, uno no puede decir “esto es un discurso filosófico que no me atañe, o un discurso científico”, y eso hace en cada cosa que haces, comiendo las uvas, viniendo en coche, viniendo en metro, yendo a trabajar.  Está ahí haciendo, uno no puede negarlo, no puede negar ese descubrimiento.

-Bueno, lo que pasa es que, como has dicho “uno”, tenías que haberte acordao de todo el tinglao que hoy mismo he vuelto a recordar acerca de uno.  Lo recuerdo en breve: uno, siendo una persona, la persona que es, como un ciudadano cualquiera, uno desde luego no puede estar contra el mundo.  Eso lo hemos dicho, y esto el Estado y la Democracia lo saben bien, porque el primer Artículo de Fe de la Democracia es la Fe en la Persona, en que cada uno sabe qué quiere, adónde va, qué vota, qué compra.  Ésta es fundamental, de manera que uno, en ese sentido, no.  Uno de verdad es el que he dicho que la muerte simplemente es que no puede ser, no tiene sentido.  Uno como Dios, ése desde luego estaría plenamente de acuerdo con todo lo que pasa en el mundo, y no solo estaría de acuerdo, sino que, como Dios, lo estaría patrocinando.  Cuando se rompen esas cosas y en uno queda algo roto, que es lo que nos queda de pueblo, común, que no existe, eso es lo que puede ponerse contra el mundo, porque está contra el mundo; porque el mundo, el Poder, está dedicado justamente a oprimir, a aniquilar lo que nos queda de pueblo vivo que no existe, lo que nos queda de gente.  Sí.

-A mí hay una cosa que me hace temblar y que me revuelve más que incluso el ver la cantidad de negocio que puede haber detrás de la historia de una tontería aparente como lo de las uvas, y es lo siguiente: es ver la cantidad de negocio que hay detrás de la utilización del Yo, o lo Uno, o esas cosas, sea menos común, o haya menos gente que nos paremos a pensar en eso, ¿no?  Pero la tontería que significa y el peso que tiene, el coste, y la cantidad de negocio que soporta la tontería de todo el rollo del Fin de Año, o Navidad, o no sé cuanto, eso hay muchísima gente que lo siente, y entonces a mí lo que me echa a temblar es que esa bola de nieve sigue creciendo pese a eso, pese a ser tan evidente, pese a ser algo que no hace falta mucho esfuerzo para que cualquiera se pare a pensar en ello y lo sienta y lo comprenda.  Pero a mí me revuelve, quizás sea porque a lo mejor sigo teniendo el vicio de esperar que a partir de pensar así algo cambie, sigo teniendo el vicio de esperar que cambien, o algunas de esas tonterías, o algunas supuestamente más importantes, como la de ir a trabajar todos los días por un salario para poder vivir, que en definitiva es la base del gran negocio, ésa si que es la base de todos los demás negocios.  Entonces a mí lo que me revuelve es que ante cosas que parecen más comunes que otras, pues uno sigue igual de solo frente al mundo, o quizá cada vez más solo.

-Si te entiendo bien, tú dices que cuando yo he dicho de pensar, casi como si fuera un cálculo, la enorme cantidad de negocio, que eso la gente corriente no lo piensa, pero que en cambio la gente corriente sí que piensa o se da cuenta de que con el paso de los años las cosas van siempre a mantenerse igual, o a peor.  Si te he entendido bien.

-No, no ha dicho eso.

-No esactamente, vamos a ver: la manipulación de algo aparentemente inocente (como el cambio de año, o el nacimiento de Jesús, yo qué sé) eso incluso organizaciones cristianas lo denuncian que se usa para hacer negocio y convertir un acontecimiento en una fuente de dinero, y eso, a poco que lo comentes, lo entienden muchas personas.  Pero se sigue manteniendo, y además cada vez digamos que se refina más el negocio, no hay nada que veas que funciona en sentido contrario.

-............”mientras que lo que sí se siente”......................

-Que a uno le gustaría notar que si el común de la gente comprende, siente, se tradujera en que eso perdía digamos negocio, o perdía nosequé.

-¡Ah!  Son dos planes, pero hay un poco de contradicción: si tú crees que eres, y que la gente es, sensible a que con el tiempo que pasa las cosas en lugar de ir como dicen “para mejor”, van para peor, es que también eres sensible y la gente es sensible, aunque no lo calcule numéricamente, a lo que hay detrás de cualquiera de las supersticiones o de las costumbres o de las rutinas.  Desde luego, sí: la desesperación que puede movernos aquí es justamente en contra de  l a  e s p e r a  que Palacios ha recordado, como algo que a pesar de todo cargamos con ello, de que con el tiempo las cosas vayan para mejor, que esto está siempre bien recordarlo.  ¿Qué más?

-Yo lo que creo es que esto del uso del término “mundo” es muy arriesgado, porque ya lo han usado siempre las religiones cuando decían lo de estar contra el mundo con sus obras y sus pompas, y entonces lo que hacían era que uno se metía a clausura, monje para toda la vida, y renunciaba a eso que se llamaba mundo, que quería decir lo de afuera.  Entonces, a mí me parece que decir eso así es como reducir la posibilidad de la pluralidad indefinida, es decir, del sentirse uno un caso de cosas, porque..............

-¡No, no, no mezcles!  Estás mezclando dos cosas que no tienen nada que ver, y no es conveniente.  Si quieres partimos y luego sacas la segunda, pero no armes lío.

-Aquí el problema fundamental es que soy yo, el Individuo, la reducción de Mundo al Individuo, eso es lo que es tremendo, porque antes mundo podía ser más o menos no se sabía qué, pero ahora es la suma de individuos totalmente fabricado.  Yo reproduzco al Ideal, al mundo ése ideal, que es el que se ve todos juntos tomando delante del Televisor las uvas, pero no solamente las uvas como un fruto o una tradición, sino con la Pantoja y el Paquirrín viendo lo que una madre hace por un hijo, aunque sea.......

-Los adornos, sí, sí, pero no sé bien adonde vas con todo eso.  Bueno, voy a dedicarme a lo primero que has dicho.  Desde luego aquí nadie puede haberse tomado la palabra “mundo” en el sentido de los anacoretas que se retiraban del mundo, porque aquí la palabra “mundo” la he empleado en el sentido de “tol mundo”, como se dice en la lengua corriente, que “tol mundo” efectivamente quiere decir, porque mayoritariamente lo es, Estado, Capital, el Poder, y sus súbditos; lo que está conforme con eso es “tol mundo”, y es contra eso contra lo que se puede levantar el corazón.  Bueno, ¿alguna cosa más, por favor?

-Yo ahora mismo tengo un problema muy gordo con los Bancos, que yo en mi deambular por la vida me he enfrentado a ellos, y me he enfrentado sin buscarlo, ellos me han buscado a mí para pegarme el palo y yo no tenía ningún trato ni ninguna gana de tratar con ellos, pero claro, aguanto el tipo.  Aguanto el tipo, pero te hacen todas las putadas imaginables.  Entonces, si niegas el Dinero y ellos se enteran, no te creas que te van a dejar en tu casa aunque tú no cojas créditos ni cojas nada.  No te lo pienses: te van a perseguir allí donde estés aunque no tengas ningún trato con ellos.  Pero ellos se lo hacen de tal manera que eso es así, y es lo que decíamos antes de que sin buscarlas, como te identifiquen como el enemigo, te la has ganao.

-Sí, desde luego el Ideal que sigue la Mayoría actual es que los Bancos sean, igual que los automóviles, natural; es algo natural, por supuesto, con eso se cuenta.  Ahora, una cosa hay que advertir, porque el otro día en alguna radio de taxista o por ahí que me tocó oír oí hablar de Bancos, y cómo se discutían las normas que un Banco aplicaba frente a las que otro no aplicaba, o cómo uno las aplicaba mejor o peor respecto a tanto por ciento de préstamos o eso, y entonces me di cuenta de que eso forma parte también del bulto que me hace temblar: aparte del negocio mismo del Banco, ¡lo que eso da de información, de gente dedicada a saber si tal Banco te da el tres y medio por ciento, y si por tanto tienes que cambiarlo y eso!  ¡Cuánta gente!  ¡Cuántos de vosotros mismos estaréis libres de esto!  A lo mejor ni la mitad, de manera que eso es un peso.  A ver.

-Has pronunciado la palabra “temblar” con las uvas, con el AVE, y con no se qué más, y ahora ha salido el Dinero, que forma parte de todo el mogollón..............

-Ése estaba antes, ése es el primero de todos.  Ése está antes, ése está siempre, ése no hace falta sacarlo, es lo que he llamado “el negocio” y todo eso.

-Yo quería preguntar nada más que del temblor adónde se va, o cuál es tu temblor.

-Bueno, eso ya lo verás.  En ti, o en mí.  Me importa un bledo, a mí el Futuro no me ().  Venga, no te engañes, no me traigas ahora futuritos.  ¿Qué más?

-Yo me había quedao pensando también en lo del “contra el mundo”, y como que notaba una contradicción en el sentido de que también se echa en falta algo que yo a veces (y el término “mundo” a lo mejor no es el más apropiado) echaba en falta o echaba en sobra lo de esta separación a la que yo estoy condenada, y echaba en falta algo de mezclarme con algo de fuera que no sé si llamar mundo o a lo mejor es eso que se llama aquí mezclarse con las cosas o algo así.  Que ese mundo contra el que se está supongo que es ése que nos manda estar separados, ¿no?,  como cosas distintas.  No sé si son cosas contradictorias, o qué. 

-Es también el que te manda, con el artículo democrático, ser parte, y que tiene su fe en ti, tiene una fe en que vas a obedecer, en que vas a formar parte.

-Pero es una condena a ser una cosa separada.

-Esto es una cosa muy práctica.  Desde luego, vamos, yo me he encontrao con el problema práctico cada vez que se me ha producido una rotura más o menos seria con el mundo, el problema de cómo llevarlo.  Uno tiene que, en esos trances, acudir a una cierta astucia (¿por qué no?) con el mundo.  Una vez que lo esencial, que es la negación, el rechazo, el descubrimiento de la mentira, se da, los trasteos que eso te produzca personalmente con el mundo, pues son cosas también que, aunque son lo contrario de los negocios de la Banca, forman parte de los negocios, y requieren eso, astucias y maneras.

-Pero yo me refiero a una cosa que le puede pasar a cualquiera independientemente de que se lo plantee más o menos: que está condenado a ser el que es, y eso le impide como un trato cercano con algo distinto, el mundo, las cosas, o como le queramos llamar.  Eso es una condena a una separación.

-Lo separa de una especie de acciones o de deleites o de cosas, que son en los que tú estás pensando ahora por contraposición.   Pero al contrario: es el Documento de Identidad lo que te permite disfrutar de todos los bienes que el Régimen del Bienestar te proporciona, eso no se puede olvidar.  La rotura entre () es inevitable.  Sí.

-Yo la verdad es que desde que salí del vientre de mi madre tengo la sensación de que nunca he tomado ninguna decisión, que me lo han dado todo decidido, que he ido por donde me han guiado.  Cuando me he planteado hacer algo el azar (que supongo que debe ser el azar, por poner nombre a algo, porque tampoco creo que el azar exista) pero la realidad es que nunca he podido ir más que por donde he tenido que ir, y he hecho esactamente lo que tenía que hacer.  Sin saber por qué lo hacía, pero lo he hecho.

-¿Y echas de menos lo otro?

-Es que las veces que me he planteado hacer algo distinto, es que no sé lo que se ha confabulado contra mí, que me ha salido mal.

-Sí, pero en todo caso ten en cuenta que si uno se rebela contra hacer lo que los Padres le han mandao, uno tiene que rebelarse también contra lo que uno mismo se manda, y si uno contrapone a eso una posibilidad de hacer uno personalmente algo, se está equivocando.  Tú puedes echar de menos todo lo que quieras, como yo lo echo de menos.  Echas de menos, porque efectivamente toda esta organización es falsa, y cualquier corazón bien nacido echa de menos todo lo que hay que echar, todo lo que podía haber sido vida.  Pero no te equivoques pensando que, en contra de hacer lo que te ha sido mandado por Padres o Autoridades, tú personalmente puedes por decisión propia hacer algo bueno, porque tú eres como tus padres, como el Estado.  La libertad es una mentira, la libertad personal es una mentira.  Libre es pueblo, pero uno nunca es libre.  La libertad personal es una mentira.  ¿Algo más?

-A mí sí me parece pertinente decir lo que cuesta rebelarse en contra de lo que está mandao y por donde nos llevan.  Empieza a lo mejor desde los quince años o dieciséis, que el muchacho empieza a rebelarse en su pueblo contra cualquiera de las cosas esas, y se le echan encima no solo las estructuras directas del Estado, como puedan ser los profesores, sino el vecino de al lao, y el otro, y empiezan a llamarle o “A” o “B”, o “estás chalao”, o “estás chalada”, o cosas de este tipo.  Sí que cuesta a lo largo de la vida combatir en contra de las ideas dominantes y combatir en contra del Estado, y es pertinente lo que dijo Agustín.  Si acaso advertir un poco, o decir, como señas en el camino, que efectivamente a cualquiera que se oponga al Estado, que se oponga al Poder, a esas creencias, sí que le cuesta, claro que le cuesta.  A unos a lo mejor más que a otros, pero sí que le cuesta, y cuesta mucho.  Si se siente de verdad el combate, si se está en la guerra de verdad y no se está a (), y a recibir Cultura revolucionaria, claro que cuesta.  Y en cuanto a la otra cosa de la decencia, una anécdota simplemente: me contaba nuestro amigo común Fernando Fernández Castro, allá por el 69 en París, que había un amigo de él que se le había detectao un cáncer de piel, y como no sabía cuando iba a morir, que llevaba siempre una sabana envuelta por si le venía la cosa y taparse en la calle.

-Como Julio Cesar, teniendo cuidado por la decencia y la elegancia.  Bueno, creo que por hoy hemos tenido bastante de debate.  Vamos, nunca sería bastante, pero es tarde.  Si no nos pasa nada grave, si el Señor nos deja, pues aquí andaremos dentro de 7 días.