22.02.2012

Tertulia Política número 322 (22 de Febrero de 2012)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  Tertu322-22-2-2012#Tertu322-22-2-2012.mp3


TRANSCRIPCIÓN:

 

Bueno: pues -¡ánimos!- vamos a ver cómo se va consiguiendo entrar en esto que nos ha salido y que traemos entre manos del sentir –no diré entender- cómo las cosas que han pasado están pasando ahora. Ésta es la dificultad. Tened en cuenta (tengo que volver a la cuestión metódica) que no se trata de que creáis, de que creamos en esto: eso sería comparar cualquier cosa que aquí descubramos con los principios o axiomas que el Orden tiene establecidos y en los que hay que Creer, propiamente dicho. No se trata de creer sino de entender en ese sentido de que no sea uno el que entiende (porque uno en cuanto persona, como sabéis, no entiende bien nada, lo entiende todo turbio) sino que eso se remita a lo que nos queda de sentido común, de razón común, que es lo que a lo largo de estas tertulias está tratando de decir No a las mentiras del Orden, a las mentiras de la Fe. No se trata por tanto de que entendáis, pero hay que dejarse vencer por la evidencia de esta lógica común y recibirlo (“las cosas que hayan pasado están pasando ahora”) recibirlo como un descubrimiento que sobre todo vale por su función negativa, en cuanto que nace de la negación de las ideas que acerca de esto de ‘el Tiempo’ y por tanto de ‘la Realidad’ nos están infundidas y en las que estáis obligados a creer. Ése es el valor que tiene el darse cuenta de, el descubrir, el reconocer, no en uno sino en el sentido común, que es así, que es al revés de como lo cuentan: que las cosas que hayan pasado están pasando AHORA, y que AHORA es justamente la negación del Tiempo,  la negación del tiempo real, es decir el de la Fe, el de los relojes, los calendarios, las eras geológicas, las épocas históricas, las jornadas laborales, los ratos que lo pase uno más o menos bien... Desmontar ese tiempo es lo que hace AHORA, porque AHORA es la sola intimación de lo sin fin, de lo contínuo, de lo imposible en realidad que se nos da. Eso inconcebible de lo sin fin, eso inconcebible de lo contínuo, eso sin embargo se nos está revelando AHORA, a cada vez, a cada vez que se dice AHORA y resulta que ya no es AHORA. En ese sentido AHORA es justamente la negación, la muerte del tiempo, el tiempo real, en el cual está entre otras cosas, para el tipo de cosas que nosotros somos, la muerte siempre futura, la muerte a cuya administración el orden social de los humanos está entregado, y que trata de imponernos como necesidad y como resignación obligatoria.

Pues eso es lo que quiero hoy que sigamos intentando de ver cómo se entiende en lo común, es decir, cómo se atacan, cómo se demuelen muchas de las ideas que inevitablemente traéis aquí a esta sala, como las traigo yo, porque nunca se las acaba de quitar uno, cómo se demuelen, cómo se denuncian. Así que con ello vamos.
Primero: eso de las cosas que han pasado y pasan se refiere a las cosas realizadas, o sea propiamente realizándose, haciéndose y deshaciéndose, tratando de ser lo que son y dejando de ser lo que son, que es como las cosas están en esto que llamamos la Realidad. Entre las cosas, por supuesto, nosotros, que hace tiempo que nos hemos dictado la humildad de reconocernos como siendo sencillamente un tipo de cosas, y no ninguna cosa que se oponga a las cosas, no ninguna cosa especial. Esas cosas que se están realizando es a las que se refiere este descubrimiento: se refiere a la realidad, se refiere a las cosas en cuanto están haciéndose y deshaciéndose, tratando de ser lo que son y dejando de ser lo que son o descubriendo que no lo son. Pues bien, entre esas cosas hay que insistir ahora en que por un lado están las cosas que han pasado, lo cual quiere decir las que están registradas en el tiempo real, donde no pasa nada. Recordad: el tiempo real, contra el que aquí van nuestros descubrimientos, es como un espacio, como una plana donde escribir, donde tomar nota, donde registrar las cosas que pasan, que quedan entonces registradas, en su fecha, en su hora, más o menos fija, como un pasado. En el tiempo no pasa nada, porque, por más vueltas que le déis, no encontraréis de lo pasado más que registros, registros, huellas o marcas que están escritas en ese papel, eso en lo que estamos nadando. Y entre esas cosas que han pasado están también las esperanzas, los proyectos, ilusiones que puedan haber sucedido un día u otro; porque también las esperanzas, las ilusiones, como los sueños, pertenecen a las cosas que han pasado, y que por tanto descubrimos ahora que están pasando AHORA, que están pasando AHORA. Confío en que me sigáis bien: es -yo creo- importante, porque estoy hablando lo mejor que puedo contra el Futuro, que es el fundamento del tiempo. Digo para eso que las cosas que en el tiempo están registradas incluyen, entre otras, los ensueños, las ilusiones, las esperanzas, también las teorías de los físicos o los filósofos... todo eso son cosas que han pasado, y que ahora, como todas las demás, descubrimos que en verdad están pasando AHORA; porque hemos visto (ésa era la perogrullada) que si en el tiempo no pasa nada y por otro lado tenemos un sentimiento invencible de que está pasando contínuamente, eso sólo puede suceder AHORA, fuera del tiempo, AHORA. De manera que están incluídas ahí todas ésas: no sólo las historias, recordatorios, registros de los hechos pasados que puedan analizar las Ciencias o la Historia o la Memoria Conceptual de cada uno de nosotros, ahí están entre las demás registrados los deseos, las ilusiones, los ensueños, los proyectos que se tuvieron, y que son por tanto hechos.

No me quiero detener, porque os iba a distraer, en lo que los que me acompañan han descubierto hace tiempo, que justamente en el sueño se nos da una imagen que ayuda a entender esto, porque evidentemente cuando en un sueño de dormido se producen ensueños, hay dos realidades que vienen a juntarse armoniosamente, la del que está dormido y se rebulle más o menos en el lecho, la de la figura que está viendo y que es él mismo, y aparte de esas dos queda otro, que es el que sueña, que no es ninguno de los dos, y que por supuesto se refiere a esto de AHORA, a lo que ahora nos estamos refiriendo. Un paréntesis de recordatorio, y sigo por tanto.

Están pasando, por tanto, cualesquiera cosas que han pasado, y entre ellas también las esperanzas, las teorías, los deseos, los sueños que se hayan producido en las otras cosas o entre las otras cosas. Si me habéis seguido, ahora os fijaréis en lo que se concluye o, mejor, que está implícito en esto: no hay Futuro, no hay Pasado, no hay ningún pasado o futuro. En verdad no hay nada de eso: eso sólo lo hay en el registro, en la plana del Tiempo Real donde se van escribiendo las cosas. Ahí sí, ahí tenéis una región del plano que se llama pasado, otra región que se llama futuro y que, como pertenecen al mismo plano, los filósofos o físicos tendrán que después pararse a preguntar si se puede ir de la una a la otra o de la otra a la una, con eso de la Reversibilidad del Tiempo y cosas por el estilo, y ahí está también la necesidad de contraponerlos, que vendría a traducirse en un Presente, que en ese tiempo real no es ningún presente que valga, no es más que una especie de apreciación milimétrica –digamos- del antes y del después, de lo pasado y lo futuro: no es AHORA, no es AHORA de verdad. Pues es ahí donde estaban el Pasado y el Futuro, es ahí donde estaban; pero, cuando hemos venido a este descubrimiento, ya véis que pasado y futuro se han hecho desaparecer: cualesquiera y cuantasquiera cosas que hayan pasado están pasando AHORA; así que, como véis, no hay ni pasado ni futuro que valga. Es tan importante desde el punto de vista político esto de que haya un futuro con respecto al cual se establezca un pasado como sostén y se haga creer en un presente falso, que no hace falta insistir mucho en ello para que os déis cuenta de cuánto toca a esta tertulia política, porque el Poder está justamente fundado en la fe en una realidad que está fundada en esa fe en un tiempo, en ese tiempo donde no pasa nada ni puede pasar nada, puesto que no hay más que registros de lo que haya pasado o lo que se haya esperado.

En verdad ¿qué hay? En verdad no hay más que un sentido: lo que no ha pasado viene a pasar; lo que no ha pasado, que quiere decir las posibilidades sin fin, lo no sabido, el sin fin de lo no sabido. De ahí, vienen a pasar cosas, se dan sucesos, hechos, se convierten en sucesos. De lo que no ha pasado se viene a pasar. A nadie se le ocurre el absurdo de que se pueda pasar de lo no pasado a lo pasado, ni de lo pasado a lo no pasado, cosas que en el tiempo real suceden, con grandes tropiezos: pasado a futuro, futuro a pasado. En el tiempo real donde están los registros, sí sí, está muy claro que se va de hechos pasados a hechos futuros, y también al mismo tiempo se pasa de hechos futuros a hechos pasados, porque es así como en el tiempo real se conciben las cosas, de las dos maneras contradictorias. Pero aquí, ahora, no ha lugar, no ha lugar: nadie puede pensar que se esté distinguiendo entre un ir de lo no pasado a lo pasado ni de lo pasado a lo no pasado; esas cosas se presentan desde ahora sin más, con este golpe de sentido común, como absurdas, como imposibles.
 
Y ahora sólo tengo que recordaros, para los que me acompañáis desde hace tiempo, que, cuando hay un sentido pero falta otro sentido que se oponga a ése, como en la realidad se dan, ya lo de uno, uno solo, pierde a su vez su sentido. Si no hay más que un sentido, eso quiere decir que no hay ningún sentido, con el significado con que eso se usa cuando se habla de realidades, cuando se habla del tiempo real. Una vez que nos desprendemos de pasado y futuro y por tanto de los posibles líos de la marcha de lo uno a lo otro o de lo otro a lo uno, entonces no nos quedamos más que con esta evidencia de que lo que no ha pasado, las sin fin posibilidades, viene a pasar; y eso es un solo sentido, eso es lo que pasa sin más; y como a ese sentido no hay ningún otro que se le oponga, porque aquí no tenemos inventos y engaños como lo de ‘Realidad’, eso quiere decir que no hay ningún sentido, con el significado real del término; no hay más que eso: lo que está pasando.

Bueno, no sé si dejaros ya la voz o esperar un poco más. Por un lado supongo que esto que trato de decir de una manera tan simple, sin embargo, por la propia simplicidad, no deja de prestarse a dificultades que nacen de las ideas que cada uno traemos a esta sala inevitablemente. Pero voy a advertir un poco más antes de daros la voz (espero que no nos desvíe demasiado), prolongando lo que al principio os decía de que no se trata de creérselo, de creerse que sea así, sino de entender, no uno, sino remitiendo a lo que a uno le quede de sentido común.

Ahí he estado tratando sin nombrarla la cuestión de ‘verdad’, sobre la que quería por eso volver un momento. Bueno, los que me acompañáis hace tiempo ya lo han visto, porque alguna vez incluso, el año pasado o hace dos, hice un esquema: este nombre peligroso, venenoso, de ‘verdad’ se emplea de tres maneras, es decir, en tres sitios: por un lado en el ámbito suprarreal, el sitio del Dios matemático, el sitio de Dios matemático, desde donde nos vienen y se nos imponen todas las leyes y las ideas acerca del mundo, de nosotros y de las cosas; y ahí, en el mundo de los puros números, es donde decimos que ‘verdad’, la ‘verdad matemática’ como suele decirse, tiene su lugar, a costa de que esas verdades en principio se reducen a tautologías, es decir, que vuelven sobre la definición, que el Predicado estaba ya inserto en el Sujeto, por emplear los términos, los viejos términos, de la lógica escolar. Sobre eso, para no detenerme ahora mucho, si nos da tiempo discutiremos después: si es verdad que en Matemáticas, en puras Matemáticas, no aplicadas a la Física, no se puede dar nada nuevo, no puede nunca aparecer una verdad nueva, porque cualquier verdad nueva nos remite, nos hace volver  a la definición de los términos, a la tautología. Esto es discutible, y se me ha aparecido todavía, ahora una vez más, como discutible. Volveremos sobre ello.

Entre el ámbito suprarreal, del dios matemático, y el ámbito subrreal... donde hay cosas  en una pluralidad indefinida pero que es desconocida, inconcebible desde el punto de vista de la realidad, ¿cómo se puede decir que hay verdad?: ahí la verdad no puede tener ningún sentido más que la anulación de la creencia de que son tal o cual cosa, de que lo que es es lo que es; no cabe más que ésa, porque en un maremágnum de cosas indistintas confundidas no se puede ni siquiera pensar que pueda haber la formulación de algo verdadero. Eso sí: la negación de lo que pasa como verdad en otras partes.

Bueno, y finalmente en el sitio donde estamos, es decir, en la Realidad, que está entre lo uno y lo otro, aquí a cada paso estamos hartos de oír verdad, se llama o se dice “verdad” de hechos reales: lo dicen los padres, lo dicen los jueces, lo dicen los policías, lo dicen las leyes y se pretende por todas partes que hay efectivamente verdades en las relaciones entre nosotros, en la costitución de las cosas, en cualquier sitio, hay verdades. Los que me acompañáis hace tiempo ya sabéis que estas verdades en la Realidad consisten en una fabricación, una creación, un hacer. Ninguna verdad puede haber en la Realidad: simplemente cuando se le dice “verdad” es que se la está haciendo verdad, se la está haciendo verdad, y ninguna verdad dentro de la Realidad puede tener otro sentido. Es un hacer: se nos vende como una cosa lógica, como si perteneciera al reino de los ideales, pero no es ninguna cosa lógica, es una cosa accional, se está efectivamente haciendo que sea verdad; y cada vez que de un hecho se dice que es verdad, se está procurando más y más conseguir que sea verdad, cosa que nunca va a alcanzar, por supuesto: en la Realidad no hay verdad; pero las verdades de la Realidad consisten justamente en ese empeño en atribuírselas a las cosas y a los hechos como si nada.

Una aclaración, y enseguida os dejaré pasar la voz, sobre la tentación de imaginar las cosas en el mundo subrreal: se ha descubierto (ya recordáis los que me acompañáis hace tiempo) “hay cosas”, como una especie de resultado de que no puede no haber nada, primero, que eso se destruye a sí mismo en el decirlo, el “no hay nada” se destruye a sí mismo en el decirlo; y después, que tampoco puede haber uno, porque eso del Uno pertenece al ámbito superior donde ‘el que es es el que es’, donde están Todos y Nada, y en este ámbito subrreal no tenemos tal cosa. No puede haber uno, de manera que, cuando hablamos de “cosas”, y empleamos este vago plural que en nuestra lengua tiene el índice de plural, que no es ningún número, es un índice de vaga pluralidad, estamos simplemente obedeciendo al descubrimiento de que no puede no haber nada y, tampoco, no puede haber una cosa, uno, tampoco puede haber uno, simplemente así: un descubrimiento. Pues bueno, entonces no nos podemos [... ]en la tentación que aquí ha aparecido también alguna vez, en tropiezos, la tentación de intentar imaginar el ámbito de lo desconocido, el ámbito de las posibilidades sin fin, el ámbito de esa pluralidad indefinida. Hay que... si os empeñáis en imaginar, tenéis que corregir la imaginación: esas cosas que no están todavía realizadas, que hay en pluralidad indefinida, no pueden ser distintas unas de otras, con la distinción que en la realidad le damos a las cosas y a los hechos; no pueden ser distintas unas de otras: pueden ser más o menos parecidas, más o menos semejantes, en un puro más o menos, pero nunca pueden distinguirse por una frontera, un límite, lógico, entre lo que es ‘lobo’ y lo que es ‘perro’, entre lo que es ‘monte’ y lo que es ‘montaña’, como lo tenemos cuando hablamos de la realidad. Nada de eso podemos tener. Y luego viene el problema de Leibniz que tantas veces hemos tratado: “dos” cosas indistinguibles una de otra, ¿se puede concluír que son la misma?
Ése era el problema que Leibniz planteaba bastante bien.

Tenemos que añadir aquí que para que no sean la misma, para que siendo indistinguibles no sean la misma, tiene que pasarles ¿qué? Tiene que pasarles que estén separadas. Véis cómo aquí de la lógica se salta al espacio. Es aquí donde entran los números, con los cuales, naturalmente, vuelve a presentarse el mismo problema que los números tienen para las cosas. Sobre esto volveremos más tarde, si hay tiempo, y si no, otro día, porque también aquí hay mucho discutible sobre eso de cómo la ‘indistinción’, un hecho lógico, viene a producir una ‘separación’, un hecho espacial, ‘la una detrás de la otra’. Lo que quería simplemente era ayudar a corregir esa tentación de imaginación de lo de abajo, de las cosas que no están realizadas, de las cosas en pluralidad indefinida, en ese sentido: no están distinguidas, no pueden caer por ahí en la tentación de que entonces son la misma, porque eso pertenecería al reino superior, pero tampoco pueden estar separadas, que es la solución que los números aportan al problema ése de la indistinción. Tampoco pueden estar separadas. Si queréis entreteneros sólo por un momento en intentar imaginar eso que está por debajo de nosotros, imaginad así: no sólo no se distinguen bien unas de otras, su [relación] siempre es vaga, sino que están montándose unas en otras, metiéndose unas en otras, de cualesquiera maneras que vuestra imaginación quiera alcanzar. Esto la verdad es que no parece que tenga mucha gracia, pero es simplemente una corrección para los que más de una vez han intentado aquí plantear el problema respecto al descubrimiento de que por debajo de nosotros está lo no sabido, tratando de plantear acerca de esta subrrealidad, de esta pluralidad indefinida, cuestiones tal como se aplican a la realidad. De este mal me temo que no acabaremos nunca de librarnos en esta tertulia, dure lo que dure: la tentación, no sólo de los físicos y de los científicos en general, sino también de la gente corriente, es plantearse los problemas como problemas que tienen que resolverse dentro de la Realidad; con lo cual, obedeciendo a Dios, de la manera que él quiere, lo que se consigue es que naturalmente no se pueda descubrir nada ni darse cuenta para nada de la mentira de lo que dice. La Ciencia misma cae en esto, lo mismo que caía la Religión, lo mismo que cae cualquiera en cuanto se descuide: tratar de plantearse estos problemas,  como los que aquí están saliendo y nos están asaltando, plantearlos en términos más o menos científicos, es decir, tratar de resolverlos dentro de la Realidad; lo cual, si hubiera éxito, querría decir condenarlos a ser lo que no eran. Estas cosas que están surgiendo aquí tienen la gracia de que NO eran reales: nos ayudaban así a entender la situación de la Realidad. Si se las concibe, si se las esplica en términos reales, si el problema se [resuelve] en términos reales, ya no hace nada, ya no tiene nada que hacer, ya estamos dentro de la Realidad otra vez, y de nada ha servido toda la guerra que nos traíamos para descubrir las mentiras de la Fe en las que estamos metidos.

Esto os quería recordar, y con esto quedan (ya lo he advertido) unas cuantas cuestiones sueltas sobre las que volver, pero ahora el rato que nos quede querría que planteárais todavía cualesquiera dificultades.

-A ver: es sobre lo de lo indistinguible. Que parece (por lo menos yo lo siento así) que cuando hablamos de cosas indistinguibles estamos hablando desde un cierto patriotismo humano, que es algo contra lo que se está siempre aquí ¿no?; porque las cosas se distinguen ¿para el observador?; porque a lo mejor no quiere decir nada: el que yo no las distinga no quiere decir que sean iguales o que sean la misma. O ¿hablando de la indistinción como una cualidad de cada cosa?

-Normalmente es así, y tendría razón eso. Cuando alguien se plantea la cosa, como Leibniz mismo, más arriba, trata de evitar eso: él no se está refiriendo a “observables”, como diría hoy un científico, no se está refiriendo a observables sino a cosas que aquí tendrían que llamarse más bien “entes”, se está refiriendo a entes, entes que por ejemplo podrían estar idealmente... como se tiende idealmente a la representación de un ‘átomo’, de una ‘mónada’, de las de Leibniz mismo. Se refiere a eso, y entonces la condición de indistinguible hay que entenderla ahí en el sentido de que son indistinguibles para cualquiera, son indistinguibles de por sí, como entes. Por ejemplo en el mundo ideal, un triángul y otro triángulo, una esfera y otra esfera, no tendrían sentido, serían la misma, el mismo ente ideal: ‘Triángulo’, ‘Esfera’.
Bueno, como digo, esto es de las partes que he dejado abiertas para discusión. Ya volveremos sobre ello.

-Perdona otra vez. Es volviendo al libre albedrío que pueden tener las cosas: entonces ¿una esfera puede confundirse con otra esfera ella misma? Una que tuviese cosciencia de sí misma y dijera: “yo no sé si soy yo o la otra”.

-¿Confundirse?: ser, ser la esfera. No puede librarse de eso. Cualesquiera triángulos que uno desde la realidad trata de imaginar no pueden menos de ser El Triángulo; cualesquiera triángulos rectángulos que en la realidad imagina uno no pueden menos de ser El Triángulo Rectángulo; cualesquiera circunferencias que uno trate de imaginar de la realidad son La Circunferencia. Pero, como digo, sobre esto hay discusión, de manera que no quiero que nos perdamos este rato, en el cual desearía que, de las demás cosas que he dicho más o menos en firme, me dijérais todas vuestras dificultades y resistencias para entender en el sentido ése de referir al sentido común, a la razón común.

-Sí, las resistencias, como has dicho, al final son reales. Pero es que yo, entre la primera parte del discurso, que todo lo que pasa, pasa ahora, y la última de la indistinción...

-Todo lo que pasa, no: todo lo que ha pasado, porque en el tiempo no pasa nada. Todo lo que ha pasado, incluídas las esperanzas de lo que va a pasar, todo eso está pasando ahora.

-Claro, es que no puedo separar... (ya lo has dicho tú, así que supongo que es hacerse una ideación real) pero separar ‘pasar’ de ‘modificar’, y ‘modificar’ de ‘distinguir las cosas’, es que es donde vuelvo a confundirme.

-Sí, eso pasa. En la Realidad, sí. En la Realidad, el pasar en la Realidad son cambios, en los cuales se implica este problema de lo indistinto y por tanto separado y lo mismo: todo eso son cuestiones de la Realidad. Pero cualesquiera que hayan quedado registradas, como tú lo estás haciendo ahora mismo, como hechos, como contradicciones de hechos, como diferencias, ésas están pasando AHORA; están pasando AHORA, donde el Tiempo queda anulado, como un mero plano donde escribir.

-Una dificultad que a mí me surge para eso es la de que parece que entonces tendrían que estar pasando varias cosas a la vez; y eso no parece que pueda ser.

-Eso es una regla del Tiempo ¿no?

-Claro. Es que es como si se colara el Tiempo...

-Eso es una regla del tiempo: AHORA no conoce esto. ¿O sí?

-No lo sé. A mí es que... yo no... como que no me cabe en la cabeza que puedan pasar varias cosas a la vez, pero no sé si es una cosa realista o...

-Yo es lo que te preguntaba: si no te parece que eso es realista, si eso de cosas a la vez se refieren al Tiempo.

-¡Hombre! se refieren a veces ¿no? Pero...

-Se refieren a veces, especialmente esa ‘vez’ en que los filósofos de la Ciencia, los físicos, se dedican a hablar en la Realidad de ‘simultaneidad’, o de que la simultaneidad es imposible, que son dos actitudes que han surgido y que cunden todavía y siguen cundiendo. Pero AHORA se libra de eso: AHORA es una muerte del tiempo. Ya os dije que, si tenéis la dificultad de que, cuando se dice AHORA, pensáis que AHORA se refiere a “ahora que yo lo estoy diciendo”, que se refiere a mí, libraros de ella, porque AHORA se dice en general. Y si se dice en general, la dificultad de que eso no valga para nadie en particular yo creo que se reduce a la misma, a la misma dificultad de que puedan pasar muchas cosas a la vez. Bueno, no estoy seguro: tú verás, o decidme. A ver.

-En la realidad pasan muchas cosas a la vez.

-Aquí hay una voz.

-Me llama mucho de lo que usted ha dicho hablando del Ahora ¿no?

-¿De la?

-Del Ahora.

-Sí. No, no: el Ahora no es AHORA, no. El Ahora es un término filosófico. Aquí se ha hablado de AHORA.

-AHORA. Ese Ahora, que está fuera del tiempo, usted ha dicho que ese Ahora está fuera del tiempo, ¿no?, del tiempo como lo entendemos; tal vez, como usted ha dicho un poquito más tarde, como el que soñamos...

-Sí, el tiempo real, con pasados y futuros...

-como el que soñamos ¿no?, partiendo de la persona que está soñando ¿no? Entonces...

-No, eso una ilustración nada más. Puedes utilizarla, porque aquí la hemos utilizado, pero está dicho más en general ¿eh? Eso era para decir que también entre las cosas que están pasando ahora están pasando los ensueños o esperanzas que se hayan tenido en otro tiempo: también ésos están pasando ahora.

-Sí, pero ese tiempo, ese mismo tiempo que sucede cuando estás soñando, cuando sueñas, el acto de la voluntad de que tú estás soñando en un ahora/ en una hora, en una realidad, que deja fuera, fuera del tiempo, ese istante, y además en ese lugar no existe ni pasado ni futuro ¿no?

-No sé: la verdad es que no estoy seguro de entenderte bien. Tal vez...

-Trato de esponer el hecho de que si ese lugar del Ahora es realmente esa Realidad...

-No, no: no hay ninguna realidad ni nada. AHORA espulsa la Realidad, AHORA se sale de la Realidad, AHORA mata el Tiempo, lo está matando: es inconcebible dentro del Tiempo. Tiene la virtud...

-Sí, porque el Tiempo es algo que tiene que ver con el pasado y con el futuro.

[Ag. no oye el principio de la frase, se ve por la respuesta:]

-No no, al contrario: no tiene que ver: está contra ellos. AHORA, como he esplicado también, no hay más que esto: que lo que no ha pasado está viniendo a pasar. Y no hay otro sentido del paso, ni por tanto cabe reversión ni nada. Las posibilidades sin fin, lo que no ha pasado, está viniendo a pasar, a realizarse; porque –os vuelvo a insistir- este descubrimiento se refiere a las cosas ya reales, o, mejor dicho, realizándose, haciéndose y deshaciéndose. Trata de pinchar tu duda o dificultad lo mejor posible, sí. ¿Qué más?

-Oye, Agustín: las cosas que están pasando, podemos decir que ni se repiten, ni son nuevas: no vale ninguna de las dos... digamos, términos reales: ni se repiten ni son nuevas; son dos cosas que quedan desfasadas; vamos: que no te puedes quedar con ninguna.

-Efectivamente, repetirse no pueden; “nuevas” puedes decirlo, si quieres, para este único sentido: las posibilidades sin fin vienen a realizarse. Eso, si quieres, eso es una novedad, una novedad que está mucho más encima de todas las novedades que se dan dentro de la realidad. ¡Más!

-Según lo que se está diciendo, a mí se me aparece que lo que está pasando es contradictorio.

-A ver.

-Si yo digo “ahora son las diez de la noche”.

-No: eso simplemente es mentira, no contradictorio.

-Pero está pasando.

-Es que eso simplemente es mentira.

-Pero está pasando.

-No, no. ¡Qué va! Las diez de la noche es algo que no puede pasar jamás

-Está pasando que yo lo digo.

-No, no: las diez de la noche es algo que no puede pasar jamás. Y desde luego, tu dicho de eso, sí: ahora lo recuerdo y, si quieres, lo repito: tu dicho era que ahora son las diez. Pero vamos, eso es tu dicho; es tu dicho, que es un suceso como otro cualquiera, es un dicho.

-No deja de estar pasando: ¿por qué lo vamos a eliminar?

-Es un dicho, del cual yo he dicho también “eso simplemente es mentira”, y no tiene que ver nada con AHORA en que no puede estar pasando ninguna cosa como la de ser las diez, nunca. Porque las diez pertenecen a la Realidad íntegramente, al Tiempo Real  en que  [...] De manera que querer casar las dos cosas es lo que a tí te parece una contradicción. No es que sea una contradicción, es un casamiento imposible.

-¿No están pasando las ilusiones?

-Han pasado, ha habido ilusiones; y por tanto, las ilusiones de antaño, de ayer, de hace un rato, todas ésas están pasando como los demás hechos, como los sueños, están pasando todas ellas ahora, ahora, ahora, donde no hay más que eso: que lo que no ha pasado está viniendo a pasar, a realizarse; vamos: a irse realizando, a hacerse y deshacerse. Sí.

-Podría decirse entonces que ahora se da lo que se llama sentido común, verdad...

-¿Que ahora...?

-Ahora se dan todas las posibilidades, sin fin.

-No, no: nada de todas. ‘Todo’, como sabéis, pertenece al piso de arriba: ‘Todo’ pertenece íntegramente al piso de arriba, Dios matemático. No hay todas las posibilidades. He dicho, si te acuerdas bien, las posibilidades sin fin, y las posibilidades sin fin no....

-Que es donde se da el Sentido Común Verdad o Pueblo. Estaría ahí, en AHORA.

-¿Cómo? Pueblo es el sometido al Orden, el que se rebela contra el Orden, llamamos esto así, decimos que esta tertulia política es una tertulia del pueblo, del sentido común, contra el Orden, y por tanto, cualquier descubrimiento como éste, que implica una negación del Tiempo real, efectivamente, es cosa del sentido común, cosa del pueblo,  tiene sentido político. Pero no olvidéis que la función primera es siempre la negación: descubrir esto que pasa con AHORA, esto que pasa AHORA, es sobre todo la manera más directa tal vez de desmontar la fe en el tiempo, el tiempo real, que es lo que importa, la negación. ¿Qué más?

-Yo no sé por qué, pero lo que se ha estado diciendo aquí me ha recordado, aunque no sé muy bien por qué ni en qué sentido, la formulación de Zenón sobre el móvil, pero yo no sé si es muy a propósito o tiene alguna relación con el Tiempo, con el Tiempo real, pero tampoco sé muy bien por qué.

-La formulación efectivamente va contra el movimiento, en el sentido de que la idea de ‘movimiento’, lo mismo por otra parte que la idea de ‘estado’, son ideas que tratan de imponerse en la realidad, y sin las cuales no habría ni Realidad ni Ciencia. De manera que es del sentido común el que en las formulaciones de Zenón de Elea descubre la mentira de eso, por un sentido común que aquí se hace una lógica, se demuestra con la disyunción: los móviles no pueden moverse ni en el sitio donde están, por razones obvias, ni en el sitio donde no están, por razones más obvias todavía. De manera que, una vez que se descubre esa doble imposibilidad, pues (átame la mosca por el rabo!) se está descubriendo la falsedad de las convenciones reales sobre ‘tiempo’ y sobre ‘movimiento’. Tiene que ver. Como el movimiento, desde Aristóteles por lo menos en adelante, se ha introducido justamente muchas veces como si por el movimiento se pudiera esplicar el tiempo, que resultaba más inesplicable. Nos pasa... ¿queríais algo?

-Nada. Que ya se lo he esplicado yo.

-Ah, pero si tienes algo que no entiendes bien. ¿No?

-Ella me lo ha esplicado, lo del movimiento.

-Hay que acostumbrarse a hablar en público ¿eh? ¿Algo más?

-Si la realidad no existe, ¿existe algo?

-Es lo que existe, la realidad es lo que existe. Por eso tienes que tener mucho cuidado, cuando emplees ese término filosófico y peligroso del existir, de referirlo a la Realidad: existen sólo las cosas reales. En cambio, hay, además de eso, lo sin fin, hay AHORA, que no es de la Realidad, hay; pero “hay” no es “existe”: “existe” sólo se debe aplicar para las cosas reales ¿eh? Si te parece, los leones existen; incluso puedes llegar al estremo de creer que tú existes, y cosas por el estilo. Sí.

-Yo no sé por qué hay una cuestión que, tal vez porque el término “ahora” digamos que esté un poco...
 
-No te oyen allí abajo. ¡Por favor, compañero!

-...que, quizá porque “ahora” esté un poco más contaminao de tiempo real...
[-“a estas horas”]
 ... no lo sé, no sé muy bien por qué, pero cuando dices o decimos que si algo está pasando pasa AHORA, me rechina un poquito.

-No hemos dicho eso. No hemos dicho eso, Palacios. Cualesquiera y cuantasquiera cosas que hayan pasado están pasando AHORA.

-Bueno, sí. Pero yo entiendo mucho mejor cuando se habla de la formulación de que están pasando fuera del tiempo real, porque en el tiempo real no pasa nada. Eso, como que lo entiendo mejor. Pero cuando se introduce la cuestión de que están pasando AHORA, pues ahí como que me rechina un poquito más eso. No sé a qué..., no sé por qué ¿no?

-Es razonable, Palacios. Lo entiendo. Lo entiendo, porque uno tiende a recaer en lo mismo: a intentar imaginar lo inconcebible como real. Cuando dices que están fuera del tiempo real, tú estás ya imaginando un tiempo real, algo que está fuera, te estás fabricando un espacio, y por tanto lo entiendes muy bien. Por tanto en falso. Ésa no es la manera de entenderlo. El descubrimiento de que AHORA, en contra de todas las creencias, están pasando cualesquiera y cuantas cosas quiera que hayan pasado, no está más que para impedir que AHORA vuelva otra vez a meterse dentro del tiempo: está negando en bloque el tiempo. Lo está negando de por sí: no hace falta que ni yo ni tú lo neguemos.

-Perdón: ¿has dicho que si lo entiendo muy bien es que es falso?

-No. No: he aclarado lo del entender en el sentido de que no lo entienda uno,

-¡Ah!

-que sea remitirlo a lo que a uno le quede de sentido común. ¡Ah! a lo mejor lo estás diciendo por lo que decía Palacios ahora, que es que él decía que entendía mejor lo de decir que AHORA estaba fuera del tiempo real, y le he dicho que lo entendía mejor en el sentido de que venía a tratar de entenderlo como si hubiera un espacio con dentro y fuera y AHORA estuviera fuera de la realidad. No es así.

-Agustín, yo con esto de AHORA trato de –no sé: oyendo aquí a los compañeros y tal- de dar una respuesta o entenderlo, verle una respuesta, y lo único que me sale, si lo pienso así un poco, es que me mata: el ahora me mata. Bueno –el ahora-, perdón: AHORA me mata. Tratar de ponerme ahí, en ese punto que no es ni pasado ni futuro, que no puedo dar una respuesta...

-Razonablemente. Razonablemente. No vamos a ponernos melodramáticos, pero tengo que aprovechar esto que dices. Nos mata en el sentido de que nos da la vida. Este descubrimiento, como cualquiera que acabe con la creencia en el tiempo real, nos mata en el sentido de que nos da la vida. Supongo que ya lo estás entendiendo conmigo. Lo estás entendiendo conmigo, porque uno dentro de la Realidad, como cosa y, encima, cosa humana, está determinado por su muerte futura; y no hay otra muerte de uno dentro de la realidad más que su muerte futura, la que nunca está aquí, pero en la que se cree firmemente. Eso es en el tiempo real. AHORA, que se carga el tiempo real, se carga a la muerte, al futuro, y se te carga a tí... bueno: en la medida en que tú seas un ente real, nada más, nada más. Como luego te queda algo, algo que no es sólo eso, pues, de eso decimos “te da la vida”. Te da la vida. Éste es el sentido político también de cualquier rebelión como ésta. La Administración de Muerte es la función del Estado, del Poder, de cualquier manera que sea. Ésa es la forma en que nos convierten la vida en Existencia, te hacen vivir en el Futuro, donde nada puede vivir, como tampoco en el Pasado, donde viven los muertos, te la convierten en eso, y de esa manera imponen la Fe, la Realidad, el Tiempo real, el Orden. De manera que cualquier rebelión viene solamente de que, por fortuna, (esto nos da la vida) eso no es todo; que siempre queda más en uno y en general que no es eso, que no es la obediencia a ese orden impuesto, y que puede por tanto descubrir, caiga quien caiga, cosas como las que ahora estamos diciendo, haciendo, descubriendo.

Bueno, tal vez hace demasiado calor para seguir en esto, de manera que...

-¡La hora, la hora! Ahora.

...nos entregamos al tiempo real en forma de “¡muerte de la tertulia!”, que está a punto de llegar: dentro de un momento, ¡muerte de la tertulia! Bah! falsamente diremos “ahora”. Si el Señor nos deja dentro de siete días, recordad que he dejado unos cuantos cabos sueltos para discutir. Vendremos a ellos.