27.08.2014

Tertulia Política número 324 (7 de Marzo de 2012)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • Oposición de oír contra ver.
  • Recordatorio de que cuantas cosas han pasado están pasando AHORA.
  • Cuidado de que AHORA no se confunda con el ‘ahora’.
  • Los registros como sustento del Hombre.
  • Una política contra el Poder tiene que romper con cualquier forma de Humanismo.
  • Necesidad de que el lenguaje de la Ciencia se avenga mal con los deícticos, AQUÍ, AHORA, YO, que entendemos que están queriendo apuntar al campo ‘en que’ en general, sacándolos de los usos particulares.
  • De ninguna manera podemos colocarnos fuera de las cosas, como Dios.
  • Libertad, si tiene algún sentido, niega las leyes de la causalidad y la condición de ente aislado.
  • Invitación a que nos encontremos con algo precioso: la incertidumbre.
  • Cuando se dice ‘ahora’ ya no es AHORA, y es el único sitio dónde encontramos de verdad movimiento.
  • No podemos atribuirle a las cosas la posesión del Tiempo espacial.
  • Las cosas de la Realidad -si pasar tiene un sentido- pasan AHORA.
  • YO se convierte en el ‘yo’, y AHORA se convierte en un ‘ahora’: la ideación, el tratar de verlo, es la principal dificultad para entender o poder oír ese razonamiento.



TRANSCRIPCIÓN:

 

A— Vengo hoy con un poco de… desesperación; vamos, quiero decir un poco… un poco más destacada de lo habitual, porque en la desesperación uno a poca cuenta que se dé de lo que pasa pues vive de todas maneras; pero hoy en especial porque, como habéis visto muchos de vosotros, intenté, para este descubrimiento, destapamiento, que estos días nos traemos, por una vez publicar en Google, en la Red, una especie de formulación mínima y clara, y la verdad, he encontrado que el resultado no ha sido que digamos muy bueno; que haya demostrao que a pesar de lo claro de la formulación, se entienda de qué se trata; y esto  me lleva también a pensar que probablemente aquí, entre la mayoría de los presentes, tampoco han acabado de entrar en ese descubrimiento, ¿tal vez porque es demasiado simple?, ¿porque es demasiado claro? No sé que hacer con ello.
 
Desde luego, por un lado se entiende bien la resistencia; es muy dificultoso esto de oír, y en especial cuando acudo a medios como ésos del escrito, la trasmisión por la Red, hacer que de ahí se pueda pasar a oírlo es sin duda difícil, duro. Aquí debería ser más fácil, porque al fin y al cabo, pues estáis oyendo directamente y por tanto hay menos escapatoria para no entender lo que estáis oyendo; hay menos escapatoria: los escritos permiten muchos más subterfugios, muchas más trampas, por eso son los medios que el Poder favorece, la escritura o sus prolongaciones en cualquier forma de radiofonía, de música grabada, o de estas cosas de la Red. Me paro un poco en esta queja para aprovechar y tratar de mostrar el sentido que tiene esto del oír, por oposición al ver. Desearía que con respecto al descubrimiento que nos traemos viérais cómo se enlaza esto: oír contra ver. Ver, como sabéis, son -como la etimología nos enseña-, las ideas; las ideas que se tienen, las ideas en las que se cree, las ideas que reinan en el mundo, las ideas que uno tiene acerca de sí mismo o se hace, eso es ver. [] para] Oír se refiere a la lengua en curso, al razonamiento en curso; lo que aquí se debería estar desarrollando en esta tertulia contra el Poder y contra la Realidad que nos traemos, en primer lugar contra la Fe. La Fe queda así del lado de las ideas, del lado del saber, del lado del ver;  pero la razón común en marcha, la lengua común en marcha, ésa, por algún motivo es de oír, de oír. Ahora si os recuerdo, especialmente para alguno que no estuviera, en qué consiste ése descubrimiento que nos traemos y para el cual buscaba esa formalidad del Google, veréis la relación. Era aquello de que “Cualesquiera y cuantasquiera cosas que hayan pasado, incluídas entre ellas, las esperanzas, espectativas, ideas, sueños, que se pudieran producir, que también son hechos, ésas están pasando AHORA; AHORA; y no tienen otro sitio donde  pasar, porque en el Tiempo, Tiempo, el de los relojes, el de los calendarios, no pasa nada”. De esto es de lo que he estao tratando de hacerlo sentir de la manera más simple. Efectivamente, pensad qué es lo que tenéis en el Tiempo de los relojes y los calendarios. Inmediatamente os daréis cuenta de que ahí no pasa nada, que ahí no hay más que registros, escrituras -por así decirlo- de cosas que pasaban, entre ellas esperanzas que se tenían, etcétera, que están ahí escritas, registradas ¿dónde las váis a buscar? El Tiempo éste Real es un espacio, que es como un plano, un mapa, en el cual por tanto se puede ir de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, introduciendo la noción vana, terrible, de la flecha del Tiempo; pero está todo ahí, está todo ahí registrado:  cualquier suceso, cualquier fenómeno, cualquier sentimiento, cualquier sueño, cualquier teoría, en la medida que los buscáis ahí, en el Tiempo, están registrados, escritos; si no no tendríais nada que ver, no tendríais página en la que buscar. Esto es lo que es demasiao simple, al parecer. Y supongo que ahora véis ya como eso tiene que ver con lo del ver, las ideas, y el oír, el razonamiento; el oír que tendería a referirse a eso de que “están pasando AHORA”; teniendo cuidado de que AHORA no se os confunda de ordinario con el ‘ahora’, un ‘ahora’, los ‘ahora’, que eso ya está domesticao, está dentro de casa, y se entiende muy bien, pero no es AHORA. Supongo que véis lo que tiene que ver y como yo razonaba diciendo que entiendo lo dificil que es, lo duro que es oír, es decir, abandonar las ideas que se tienen acerca de las cosas, principalmente ésta, la del Tiempo de los relojes y los calendarios donde no pasa nada, porque todo está escrito, y contra ello las posibilidades de oír lo que está pasando AHORA, que no es ningún ‘ahora’, es AHORA, que no es ningún momento, no es ninguna parte del Tiempo.

Bueno, pues por ahí van los tiros, con eso es con lo que estamos luchando, para que []  Digo me esplico muy bien la resistencia porque cada uno de nosotros, en esas ideas que tiene acerca del Mundo, acerca del Tiempo (“nací en tal año” -lo ha escrito en su documento de identidad-, y “me pasó esto y lo otro” y “fuimos de veraneo” y “aquí tengo las fotos”, etcétera, etcétera) esas ideas, esas fotos de lo pasado, de lo soñado -da igual-, son nuestro sustento. En el tipo de cosas que somos, esto, en los hombres, es su sustento; estas ideas que se hacen acerca de la Muerte, y a partir de ahí, ya, del Tiempo real, y a partir de ahí del Mundo o de la Realidad en general, son el fundamento, el sustento de uno en cuanto existente. De manera que, claro, el aceptar algo que parece tan simple, tan evidente como lo que os digo, acarrea consigo una especie de renuncia a ese sustento, renuncia a las ideas que se tienen hechas, con las cuales uno existe. Sin embargo pues estamos aquí, en una tertulia política; aquí se viene a intentar no creer, a que cada vez que nos vamos de aquí, a lo mejor algo de las ideas recibidas ha salido mal parado, se ha roto un poco, se ha desleído un poco, la Fe ha perdido terreno, y eso es lo único que aquí se llama política: el intento de que la Fe se desmienta, y por tanto pierda terreno en muchos o pocos. De manera ya véis que atenernos a ese descubrimiento, cueste lo que nos cueste personalmente, es obligado por la lógica: no podemos eximirnos de ello. Ahora me seguiréis diciendo de estas dificultades que trato de recoger aquí y de justificar hasta cierto punto.

Entre tanto os voy a recordar que este problema de AHORA, o el viejo problema del Tiempo, sigue muy vivo entre los estudiosos físicos o filósofos de la Ciencia -como se llaman ahora muchos-; y todavía después de los que el otro día estuve usando un poco, Caramés, como siempre, con el mismo tino de olerle de que allí se estaba diciendo algo, de que también ahí se estaba diciendo algo pertinente al asunto, me ha pasado el de un señor que ya alguna vez creo que ya hemos citao aquí: Hartman Römer, uno que casi no me he leído, que estoy leyendo ahora, que se titula nada menos que “Now, factuality and conditio humana”, o sea, “Ahora, factualidad... -digamos la misma barbaridad que él dice en inglés-, “ahora, factualidad y  conditio humana” (‘conditio’ quiere decir, más que ‘condición’, ‘costitución’; aunque no sé si el autor se ha dado cuenta de esto ¿no?). Bueno, por lo que he leído hasta ahora, y podéis comprobar y acompañarme en esto, hay algo que viene a coincidir en el descubrimiento que nos traemos, viene a acompañarnos, que es el de mostrar la espacialización del Tiempo (estoy hablando del Tiempo real, falso, el de los relojes y los calendarios -supongo que es en el que él  está también pensando-), la espacialización del Tiempo, y seguir la progresiva espacialización del Tiempo, es algo que por lo que he visto le ocupa la mayor parte, el centro y la mayor parte del estudio. Y en esto, por supuesto, creo que, al menos hasta cierto punto, podemos contar con él como compañía, porque ¿qué es lo que hemos dicho aquí?: lo hemos dicho de una manera más simple -os lo acabo de repetir hace un breve rato-: en el Tiempo no pasa nada; en el Tiempo real, el de los calendarios, el de los relojes, el de los minutos, el de las eras geológicas, el de los milenios de años luz, real, en ése no pasa nada. Tiene efectivamente una condición de espacio, una condición de espacio plano, donde todo está; y no sé si Römer, porque no he seguido leyendo mucho, se da cuenta de esto; pero es por eso, cómo sólo a ese tiempo donde no pasa nada, donde todo está escrito, le puede surgir el problema de la flecha del Tiempo; porque, efectivamente, en lo que se ve, en el plano se puede tirar a izquierda, se puede tirar a derecha (normalmente así se representa el Tiempo en cualquier escuela para la pedagogía o para la teoría: una flecha) y por lo tanto presentarse esos problemas, estos tormentos seculares de si se pasa de lo pasado a lo futuro o, si más bien, es desde lo futuro, o es lo futuro lo que viene a hacerse pasado, y cosas por el estilo. De manera que esto que de una manera tan sencilla y en lenguaje corriente el sentido común encuentra parece una compañía en estas averiguaciones de Römer. En cambio, desde luego, ya he visto desde el principio que nos falla estrepitosamente desde el momento que distingue un tiempo interno (empieza a oponerlo al tiempo físico, que es el que he llamado falso) un tiempo interno que se caracteriza por un ‘now’, un ‘ahora’ que está costantemente dirigido hacia un futuro. De manera que ese ‘ahora’ viene a convertirse en una especie de serie de ‘ahoras’ en sucesión, una tras otra, hacia un futuro, hacia la realización del Futuro; y, efectivamente, eso no es AHORA: AHORA no es el ‘ahora’; AHORA no es unos cuantos ‘ahoras’; AHORA no es un ‘ahora’; y por tanto cuando se cae, como aparece también en Römer, en presentar las cosas así, pues la equivocación está clara: se ha reducido algo que de por sí es propiamente inconcebible, inasequible al Hombre o a cualquier cosa, como AHORA, que cuando se dice “ahora” ya no es AHORA, reducido a algo que ya se entiende muy bien: un ‘ahora’, el ‘ahora’, los ‘ahora’, uno detrás de otro. Eso ya no tiene problema porque mediante este uso en nuestras lenguas del artículo determinante puesto delante, pues ya está metido dentro lo visible, dentro de -por tanto- el Tiempo en el que no pasa nada. Figura allí como teoría, como sueño, como imaginación, que son también hechos igual que los otros: ésa no es AHORA, ya no es AHORA. Esto tiene que ver -lo que en el título dice este Römer respecto a la “conditio humana”-, tiene que ver con lo que en los estudiosos en general, incluído estos físicos, filósofos de la Ciencia, reconozco como una obsesión: es la obsesión con el Hombre. No se libran de ella; no se libran de ella, tampoco este señor, tampoco Römer, que hoy nos acompaña, que viene a colocar esa condición del tiempo interno como costitutiva de lo humano.

Es cierto que, como el otro día Ana me hizo recordar respecto a la entrada del señor Primas de Zürich que estuvimos aquí usando, allí había algún atisbo, por lo menos de que negativamente se dijera que “no me refiero a la conciencia humana”, dando a entender lo que aquí también por otros lados ha salido algunas veces: que esa especie de tiempo o contratiempo espiritual, interno, del otro mundo, que estos señores tratan de tocar, es algo general, no humano, y por tanto empieza a parecerse a la aparición de ‘logos’ en Heraclito, que no es ninguna conciencia humana ni personal, sino que justamente se refiere al mundo, a lo que pasa.

Esta obsesión con el Hombre se paga muy cara. Es verdad que la Ciencia en principio, por vocación, está destinada a servir al Poder, y el Poder, Dios mismo, tiene un interés primario en que el Hombre esté ahí, y en que el Hombre se separe de las cosas, se ponga frente a las cosas, sea el hablante, el observador, o lo que sea, el que habla de las cosas, el que las ve, el que las observa, el que las estudia, el que hace teorías acerca de ellas; o sea, fuera siempre. Es por eso por lo que yo creo que lo más vivo del aliento político que en esta tertulia rige, es el desengaño respecto a esto, respecto al Hombre, el reconocimiento de que todas esas declamaciones de que el Hombre aparte de las cosas o enfrente de las cosas, no son más que mero patriotismo, muy esplicable, tan falso como cualquier patriotismo, y que por tanto el camino del pueblo-que-no-existe pero que lo hay, el camino de esta política que nos traemos, consiste, al revés, en aprender a considerarnos como cosas, como cosas entre las demás; como cosas entre las demás, y, de esta manera, de paso, reconocer a las otras cosas cualidades que tradicionalmente -como el hablar, el llorar, el reír-, tratan de hacerse pasar como humanas, como propias y esclusivas de nosotros. No sé si todos los presentes lo entendéis en qué sentido la política, una política contra el Poder, tiene que ir por ahí, tiene que romper con cualquier forma de Humanismo, como de cualquier otro patriotismo y todo eso.

Por eso es por lo que saco el caso de los científicos, o filósofos de la Ciencia, como víctimas de esta obsesión humana, de esta obsesión con el Hombre, que es lo que les hace perder muchas veces el tino. Aquí no; en este descubrimiento cuando se dice “cualesquiera y cuantasquiera están pasando AHORA”, AHORA no es ninguna cosa del Hombre; no es ninguna cosa del Hombre ni de la lengua humana, ni de la conciencia humana; nada: se dice así, sin ninguna especie de referencia a quien lo está diciendo, ni a quienes lo están oyendo ni nada: están pasando AHORA. Lo dice cualquiera; lo dice cualquiera, no falta que quien lo diga sea éste o el otro.

Bueno, esta equivocación que estoy denunciando ahora, desde luego es más amplia y se justifica, se comprende de la misma manera: para atacarla. Generalmente, los científicos y los filósofos del Mundo no se las entienden bien con algo tan corriente en la lengua habitual, en la lengua común, como son los elementos que en cualquiera de los idiomas, en cualquiera de las lenguas de Babel se encuentran, y que los gramáticos llaman deícticos; es decir, esos índices como YO, TU, AQUÍ, AHORA, ESTO, AQUELLO, que no tienen significado (tratad de buscarlos en el diccionario del español mismo, y veréis que chasco os lleváis), no tienen significado porque en lugar de significar, lo que hacen es apuntar en el habla misma, apuntar al campo en el que se está hablando, que desde luego en cada conversación humana, por ejemplo, es un caso particular, pero que desde luego puede generalizarse, y eso es lo que con este descubrimiento precisamente intentamos. Os lo esplico todavía: los científicos [modernos] no cuentan con esto; fijáos que para la Física, el único lenguaje valedero es el matemático. Ninguno puede poner esto en duda: cualesquiera formulación que se mantenga lo bastante vaga para no poder llegar a dar lugar a formulaciones, a ecuaciones, no es válida. Y es notable que, precisamente, en el lenguaje matemático no hay deícticos: nunca podréis encontrar en una fórmula o en una ecuación ni YO, ni AHORA, ni ESTO, ni AQUÍ, ni ALLÍ; no hay, no están. De manera que esto esplica de la manera más general cómo es que el discurso de la Ciencia, o de esta filosofía de la Ciencia, tiene que habérselas mal con la presencia de estos deícticos, es decir, la presencia de MÍ, la presencia de AQUÍ, la presencia de AHORA, la presencia de ESTO, tiene que habérselas mal (¿qué diablos están haciendo aquí?), y que por tanto caiga en la equivocación que acabo de denunciar, es decir, convertirlos en palabras con significado: el ‘yo’, ¡ah!, eso sí: eso ya lo entiend: YO no hay manera de que lo entienda, pero el ‘yo’ sí: ése ya es asequible al sicoanálisis, y no sólo al sicoanálisis, a la Ciencia en general, el ‘yo’. AHORA, no puedo hacer nada con ello, me mata, me arrebata;  ahora el ‘ahora’ ya lo entiendo; el ‘ahora’ es una cosa que tiene su significado, y que puede llegar a dar lugar a lo que ya una vez el otro día os recordaba en estas disputas entre físicos y filósofos, dar lugar a lo que llaman ya el Presentismo, por oposición a la otra postura que es la  del Eternalismo, en esto del Tiempo: Presentismo frente a Eternalismo. De manera que están convirtiendo eso de AHORA, intratable (intratable, asesino de toda humanidad), convirtiéndolo en algo bien tratable como es el ‘ahora’, el Presente; y sostener que lo único que pasa de verdad es lo presente, que no es lo que aquí estamos diciendo, porque aquí el Presente, como el Futuro y el Pasado, lo tenemos en el plano ése, en ese encerado de la escuela, en ese mapa de los viajes humanos donde todo está escrito y nada pasa. De manera que también el Presente ése está escrito: AHORA lo mata.
 
Esto, para ayudarnos a entender que incluso pensadores bastante agudos como los que aquí Caramés y yo hemos traído en estos avatares, se sientan todavía presos en general de esta necesidad de convertir los deícticos, YO, AHORA, AQUÍ, convertirlos en cosas con significado y tratables ¿no?: es una de las grandes perversiones de la Ciencia, pero muy necesaria para Ella, y como aquí a lo que venimos es a luchar contra el Poder, y la Ciencia, en principio, salvo equivocaciones y herejías, que las hay, pero la Ciencia, en principio, está al servicio del Poder, pues tenemos que ir contra esto de la manera más decidida.

Ahora os voy a preguntar, sobre todo, cuando os deje pasar la voz, os voy a pedir colaboración en entender las dificultades que encontráis cada uno en sí mismo para entender las cosas más simples de las que he dicho, como ésas de que en el Tiempo real no pasa nada, y AHORA están pasando cualesquiera cosas que pasen, incluídos los sueños y las esperanzas, y todo eso: voy a preguntar eso. Pero os voy todavía a apuntar antes que todas estas cuestiones se enlazan también con la famosa cuestión del libre albedrío, o sea, dicho en el lenguaje actual, del ‘free will’, la libre voluntad, ‘will’, la libre voluntad que ha cundido estos años entre los físicos mucho. Lo enlazo sobre todo porque aquí me importa que veáis cómo viene a darnos ejemplo de eso que decía de invertir por rebeldía contra el Poder la relación entre Hombre y cosas, y en contra de cualquier Humanismo, tratar de sentir que somos cosas; que somos cosas, y que de ninguna manera podemos colocarnos, ni el Hombre en general, ni yo en particular, podemos colocarnos fuera, como Dios, como Dios creador. En la cuestión de la libre voluntad se plantea esto. Ya hace meses, tal vez el año pasado, la sacamos aquí. Siento no acordarme, Caramés, de cómo se acordaba aquel hombre que llegó a la formulación ésa de que… vulgarizadora: “Si yo soy libre para levantarme de esta silla e ir a buscar un vaso de agua, entonces los electrones también son libres”. ¿Te acuerdas, verdad? Se me ha ido el nombre.

—¿No era Conwey?

—Conwey dice este chico.

C—No, ése era de los que hicieron el teorema, Conwey y... Era otro.

A—Bueno, ya lo buscaremos, y además lo tenéis ya porque se usó hace tiempo aquí. Bueno, ya véis a qué estremos... Naturalmente, aun dentro de las condiciones que la Ciencia tiene que cumplir, de estar al servicio del Poder, esto es una vuelta del revés de la actitud habitual, porque de ordinario uno tiende a pensar que las otras cosas, incluídos los animales, los otros animales, se mueven por leyes, las supuestas leyes naturales, que en definitiva son la ley de la causalidad, pero que en cambio nosotros tenemos el privilegio de ser libres, poder decidir respecto a nuestro futuro y nuestro destino. Por otros caminos, [...] aquí se está proponiendo de considerarnos cosas, y por tanto renunciar a cualquier cosa como esa especie de libre albedrío humano; pero éste otro que estos físicos han seguido, que es el inverso, no deja de ser útil por lo mismo: otro camino es atribuirle a los entes subatómicos por lo menos las condiciones que tradicionalmente se le atribuyen al Hombre y a cada uno de nosotros. Eso, en principio, llevado al estremo, nos cura bastante bien de esto. No puedo menos de recordar, cuando saco estas investigaciones recientes, acordarme del viejo Lucrecio (que por cierto es él, no el maestro, Epicuro, de cuyos escritos no hemos conservado sobre esta cuestión nada apreciable, es él en el libro segundo de De rerum natura, quien lo cuenta, quien lo espone)  cuando descubre la necesidad de la indeterminación o incertidumbre para la costitución misma de la Realidad, porque no hay más por debajo de la Realidad y para esplicarla que átomos, absolutamente duros, y vacío, absolutamente no resistente, y que para que la Realidad surja, lo único que hace falta es que los átomos se encuentren y choquen, y por tanto vengan a producir redes, redes de choques más o menos espesas, que serán las cosas reales, “res”; y, para que puedan chocar, hace falta el principio de incertidumbre: si siguieran la ley de su movimiento, que es caer por su propio peso, en vertical, diríamos, todos por tanto en absoluto paralelo, no habría choques, y por tanto no habría Realidad, no tendríamos ninguna esplicación para la Realidad. Por tanto “en momento incierto y en lugar incierto”, el átomo tiene que desviarse un mínimo, tan mínimo que baste para decir que el movimiento ha cambiado; tiene que desviarse para que de esa manera y dada la infinitud del espacio y la multitud de los átomos, los choques estén ya garantizados y por tanto la creación, la creación de la Realidad.

Pues bueno, después de ese pasaje el propio Lucrecio viene, el hombre, a poner eso en relación con la libertad entre los seres superiores, caballos, hombres, y esos por el estilo, y  pone algunos ejemplos; pero lo importante es que lo que está buscando es algo que no sea ni las leyes del choque entre los elementos, ni la condición del propio peso de cada elemento; algo que no sea ni lo uno ni lo otro; traduciendo al lenguaje de sitios más avanzados, que no sea ni las leyes de la Causalidad rigiendo el Universo, ni sea tampoco el propio peso de uno, es decir, la condición interna y rígida de la propia voluntad. Eso es lo que se busca, lo que se echa de menos, y lo que hasta ahí, en la Ciencia antigua, aparece como indeterminación, incertidumbre.
No os entretengo ya con las obras en que esto ha vuelto a aparecer en las formas de incertidumbre de la Física reciente y actual; pero tened en cuenta eso: se trata de huir de que todo quede reducido o a las leyes de la causalidad -choques mutuos entre elementos-, o a la admisión del propio peso de uno como una condición que al mismo tiempo introduce resistencia al choque con otros, pero que de esa manera viene a formar parte de eso. Algo que no sea ni lo uno ni lo otro: eso es el “free will”, si me lo permitís; eso es el “free will”. Y si alguno de vosotros, cuando habla de Libertad o se hace libertario, o grita “¡Viva la Libertad¡”, no se encuentra conforme con esto, pues ya sabe lo que esa disconformidad trae consigo: sigue queriendo seguir pensando que la libertad es cosa de uno; por tanto, condenándose a la esclavitud desde el principio, desde la raíz. Libertad, si tiene algún sentido, por supuesto niega las leyes de la causalidad, rigiendo a Natura, pero niega al mismo tiempo de la condición del ente aislado como dotado de un principio de libertad. ¿No? Tan forman parte de la estructura del Poder, tanto lo uno como lo otro. Es otra cosa lo que hace falta: la incertidumbre: gracias a que ni todas las cosas son todas, ni cada una está hecha del todo, ni uno de nosotros está hecho del todo, gracias a que fallan, gracias a que fallan más o menos gravemente de un lado o de otro en sus relaciones, gracias a que rompen los itinerarios previstos de una u otra manera, gracias a eso, estamos aquí tratando libremente, tratando de que sea libremente como hablamos contra el Poder. Si no, no tendría sentido. Se ve que si hablamos contra el Poder, no es porque ni yo ni cualquiera de vosotros, lo diga o lo crea o lo sostenga, ni porque esté escrito en el libro de Natura del que la Ciencia habla, sino gracias a que nos equivocamos, que fallamos, que uno y cada uno de nosotros no está del todo ni convencido, ni creído, ni del todo hecho como a las cosas en general sucede, que gozan de esta libertad que es la incertidumbre. Digo: si alguno no se contenta con este sentido de la libertad, y quiere buscar otra cosa, quiere volver a buscar una que sea Libertad del Individuo, o la Libertad de las Colectividades, o la Libertad de los Pueblos para organizarse, ya sabe dónde va a ir: va a ir al mismo tiempo que el resto de las políticas rebeldes que vienen a incorporarse a la marcha tranquila de la Realidad y del Poder justamente por esto, porque siguen creyendo demasiado en estas cosas. Es una invitación a que apreciéis, os contentéis, encontréis como algo precioso, eso de la incertidumbre.

Y volviéndose aquí al principio, pues ya sabéis que a eso ha venido este descubrimiento de que en el Tiempo de la Realidad, donde todas las empresas pasadas o soñadas están, no pasa nada, nada se mueve, nada vive, y que es AHORA -que no sabemos de ninguna manera qué es AHORA-, cuando están pasando cuantas y cualesquiera cosas. Supongo que véis como lo de la libertad se relaciona con esto sin más. En todo caso ya no me toca insistir más por hoy. Me voy a callar y vuelvo a deciros que, aunque podéis soltar por esas bocas lo que os parezca, lo que más os pido es que contribuyáis a decirme qué trabajo os cuesta entender cosas tan sencillas. Prefiero que me las digáis ahora, que no que me las escribáis en el Google. Prefiero que me las digáis directamente ahora, y será una contribución muy apreciable. Adelante por tanto!

—Aquí hay una palabra.

—Bueno, una pregunta sobre eso que estamos diciendo de Lucrecio: y es que esa incertidumbre que comentabas que se buscaba ¿no es ya de algún modo la propia desviación?; porque ¿a cuento de qué algo que está destinado a caer se desvía?

A—A ningún cuento. Eso se llama incertidumbre.

—Pero está ya ahí entonces dado ¿no?

A—Sí, sí, lo dice: “En lugar incierto, en incierto lugar”, algo inesperado, no previsto por ninguna costitución del átomo, ni menos por la del vacío, pero que se produce, porque si no se produce nos quedamos sin Realidad: si los átomos no chocan no hay cosas. Así es, al revés.  Bueno, contribuciónes a vuestra dificultad para… ¡Venga!

—¡Habla, habla hombre, no te dé miedo!

—Habla alto, ¡eh¡

—Yo tengo un par de preguntas respecto a…, si cualquier cosa que pasa, pasa AHORA,…

A—Perdona, tienes que esforzarte un poco. Ponte en pie un momento! ¿Qué trabajo te cuesta?  ¡Asómate y que te oigan! Es que si no me haces repetir a mí, y trabajo mucho.

—Que si cualquier cosa que pasa, pasa AHORA, me pregunto dos cosas: primero, la Realidad, o las realidades, la realidad de cada uno, o la Realidad en general, o la realidad de los pueblos, la Realidad ¿pasa AHORA, también?; o sea, la misma Realidad tendría que pasar AHORA, porque la Realidad consiste en cosas, que se hacen, se producen, o que... Entonces, no sé, lo pienso por si podría ayudar. Y luego...

A—Sí, sí, el otro día además lo decía espresamente: éste descubrimiento se refiere a la Realidad, es decir, se dice que cuantas y cualesquiera cosas que se hayan realizado, o estén realizándose, o se sueñen con realizarse, todas, en el Tiempo ése dónde están, no pasan; no pasan. En el Tiempo no pasan. Por el contrario, te acordarás que hemos dicho que el fundamento de la Realidad [en cierto] sentido es justamente ese Tiempo, ese Tiempo que es un espacio. Y, por tanto, decimos  “…cuantas quiera de ellas, cualesquiera de ellas, pasar, están pasando AHORA”.

—Pero las cosas a las que se refiere la Realidad ¿pasan ahora?

A—Realidades, sucesos reales, hechos, hechos reales, en el Tiempo no pasan. Es un descubrimiento elemental: en el Tiempo no pasan, en el Tiempo están escritos.

—Y luego, no sé si ayudaría el pensar que… porque a mí lo que me sugiere es la pregunta inmediatamente de si cualesquiera cosas que pasan, pasan AHORA, la Realidad pasa AHORA también, o las cosas de la Realidad pasan AHORA, ¿dónde pasan?…

A—AHORA.

—…no sé si ayudaría.

A—AHORA, porque eso de la división entre el Espacio y el Tiempo es justamente de la Realidad. Es ahí, en ese tiempo que es en verdad un espacio, donde trata de ponerse ‘aquí’; pero AHORA…, AHORA es AQUÍ sin necesidad de decirlo; y AQUÍ y AHORA no son en ningún sitio.
¡Gracias, porque esto se me había olvidado, y es una aclaración que tengo que hacerla. Las lenguas de la Ciencia y de la Filosofía y la lengua matemática no conocen los deícticos, no saben qué hacer con ellos. Esto está claro. Tengo que decir que lo que hacemos con este descubrimiento al decir AHORA, AQUÍ, YO, es, justamente, con ellos, referir, apuntar, pero no como en una conversación cualquiera, a un campo ‘en que’ particular, sino al campo ‘en que’ sin más; al campo ‘en que’ sin más, sin ninguna referencia particular. Esto era importante. Y por tanto AHORA, AQUÍ, YO, todos vienen a situarse de esa manera. No sé…

—Era eso: aquí ¿dónde? Para mí era importante, porque...

A— AQUÍ, tomado sin referencia ninguna, es lo mismo que AHORA tomado sin referencia ninguna, lo mismo que YO tomado sin referencia ninguna.

—Porque por contra, la Realidad parece como que pasa en un espacio ¿no?

A— La Realidad está en el Tiempo, que es un espacio. En el tiempo que es un espacio con su pasado y su futuro, y todas las demás mandangas. Más por favor…

—Yo quería preguntarte una cosa. Vamos a ver...

—Las cosas que han pasado, por lo que venimos diciendo, están escritas en ese libro de Historia o en ese mapa; pero han pasado, y han pasado ¿AHORA?, ¿en un ahora pasado?

A— ¡No, no, no! Han pasado en su tiempo, que es el que está ahí escrito, y que además puede tener su fecha; es decir, pues, 754 antes de Cristo. Ha pasado. ¿Eso es pasar?: han pasado. La... Roma se fundó en ese año; ahí está escrito. Desde luego no se está fundando, no; no se está fundando cuando lo digo: de eso no cabe duda. [Me alimento] de que esperanzas, espectativas, sueños, son también sucesos, también ésos están escritos. No tienen por qué ser la fundación de Roma, ni mi nacimiento personal. Están escritos, no pasan por eso mismo. En el Tiempo no pasa nada. Es duro de tragar, pero...

—Agustín, parece que eso de que “En el Tiempo no pasa nada”, más o menos va calando, o me va calando.

   (risas)

— Pero, pero, yo con AHORA… es como si tuviera que contar ‘ahoras’. El ‘ahora’ de la Revolución francesa…

A—No, eso ya es un ‘ahora’; ya es el ‘ahora’; ya he estao contra eso. Pasa lo mismo que conmigo: YO no soy nadie, pero si soy alguien, soy ‘el yo’, mi personalidad. No sé si te queda algo más respecto a eso.

—Ya para terminar: ¿AHORA no tiene ni principio ni fin?

A—No, no, claro. AHORA lo estás usando a cada paso, y generalmente lo usas con falsificación, porque dices “ahora te traigo el libro”, queriendo decir “dentro de un rato”, “Ahora acaba de marcharse” [ya estoy aquí], pero a pesar de eso, aunque normalmente se usa falsificadamente, mantiene, en español, en inglés con el ‘now’ famoso, mantiene el sentido común de que en verdad, no en realidad, apunta de tal manera que apunta AHORA que es AHORA que se está diciendo, y que cuando se dice ya no es AHORA; y a eso es... es el único sitio donde encontramos de verdad movimiento; no tenemos otro sitio. Porque después de creernos en la Historia y en la Sicología y en la Filología y en la Física, de creernos todo eso que nos cuentan respecto al Tiempo real, donde están escritos todos -cómo los monos se hicieron poco a poco hombres, cosas por el estilo ¿no?-, después de creernos todo eso, sin embargo, pues no puede menos de quedarnos la duda, que es la que lleva a todo este descubrimiento. Ahí no pasa nada; ¿pasar? AHORA; y puesto que en el Tiempo no pasa, no nos queda más tiempo de sitio que AHORA; que AHORA; es decir, que lo de ‘pasar’ viene a ser lo mismo que AHORA, en ese sentido. Adelante!

—Yo quería decir que si AHORA es el asesino de los hombres…

A— ¿Si ahora que…?

—…si ahora es el asesino de los hombres…

A—¿De qué?

—Si AHORA es asesino de los hombres, como has dicho tú ¿cómo no va a ser asesino de las cosas, cuando encima estimamos que ‘hombre’ es un caso de cosa? No lo entiendo.

A—No, no, efectivamente, esto que estamos desmintiendo aquí es un pecado humano ¡eh! No podemos atribuírles, de ninguna manera a las cosas…, no tenemos derecho a atribuírles ese plano o mapa del Tiempo real de los relojes y calendarios. ¿Por dónde tendríamos derecho a atribuirles a los lobos o a las rosas la posesión de semejante Tiempo espacial? No, no: el pecado es (tenía que haberlo subrayado) efectivamente, como dice Römer, aunque lo refería a otra cosa, la conditio humana, es de la costitución humana; pertenece a eso. Por tanto AHORA nos sirve de tal manera que si, inconcebible como es, inasible como es para nosotros, sin embargo lo dejamos que viva aquí, entonces está matando a la idea de Hombre, está matando a esa separación que he denunciado del Hombre frente a las cosas, a la idea de Hombre. A ver:

—Ahí hay una palabra.

—Yo quería preguntar: es que yo es que al hilo de todo esto del Tiempo que estás contando, que me ha venido a la cabeza todo esto que hablamos otras veces de que el Poder o el Estado hace la Administración de la Muerte (creo que también hace la administración del Tiempo, igualmente) entonces me resulta…

A—Sí, un paréntesis. La Administración, como sabéis los que me acompañáis es primero, lo primero, Administración del Futuro, que es donde está la Muerte. Ahí empieza, por el Futuro. Luego se completa con la Historia, es decir, con los cuentos acerca de lo pasado; pero empieza por el Futuro. Adelante!

—Claro; entonces a mí me resulta dificil enlazar eso... ¿Cómo enlazas tú el Poder con el Tiempo éste que se inventa en la Realidad y tal, con “cualquier cosa que pase, cualesquiera cosas que pasen están pasando AHORA”? Porque a mí me gustaría poderlo vivenciar eso, porque de alguna manera al poderlo vivenciar es como podemos desmontar el Poder, también  el Poder dentro de nosotros, que nos han metido.

A—Es que está... me parece que está de sobra evidenciao, y a lo mejor por eso es por lo que te cuesta. Que no hace falta más que echar la mirada alrededor: todos los días te están haciendo creer, como cosas humanas, en sucesos, en los acontecimientos pasados y futuros. Todo es información. El otro día lo estuve diciendo: información quiere decir el arma principal del Poder, sin el cual ni podría mantener la Fe en nada, y por tanto Muerte, como todo lo que se refiere a este Tiempo donde en verdad no pasa nada, pero que está lleno de escrituras, de hacer como que va a pasar, como que ha pasado, como que se espera, como... justamente para la falsificación. Cualquier rebelde de verdad ante todo eso que le cuentan de futuros y de pasados dirá: “No pasa nada de verdad, no pasa nada de verdad; esto es un engaño para hacerme creer que estamos cambiando y de esa manera seguir lo mismo”. No hace falta ser un rebelde muy istruido ni muy fino para sentir esto ¿no?: es mentira, no pasa nada. Pasar no pasa más que AHORA. Bueno, más!

—Allí.

—¿Qué importancia tiene la especialización del Hombre en el Trabajo? Porque a mí me da la impresión de que eso es lo que costituye la medida del Tiempo, y ahí el Hombre está dejando de hacer lo que... nunca ha hecho; o sea, lo que le resulta desconocido, lo que no sabe; y ya desde miles de años o siglos nos vamos especializando en algo y dejamos de hacer cosas que nunca hemos hecho, y que nos sorprenderían ¿no?

A—Me parece que estás, me parece que estás hablando del Hombre como si todavía te creyeras…

—Quiero decirte eso…, que a mí me parece que ya el Tiempo, lo que has hablado antes de la espacialización,... yo creo que tiene mucha importancia la especialización…

A—Me da la impresión de que cuando te refieres a nosotros estás pensando en el Hombre, y en su Trabajo y todo eso. No, no, no: ésos son cuentos de dentro de la Realidad.

—Estoy pensando en… yo como en cualquiera. El hacer algo ya determinado en la vida ¿no?, en mi vida, en mi tiempo...

A—No te sigo muy bien.

—[que me está llevando] a medir el tiempo ése: estoy haciendo tiempo ya ahí, [] y dejo de...

A—Claro, por eso es fundamental en la Realidad, ese Tiempo en que no pasa nada. No sólo el del Trabajo; he dicho el de los relojes y los calendarios; puedes decir... antes del Trabajo  podrías decir, es el del Dinero, por supuesto; es el del Dinero, y por tanto, sí, a continuación es el del Trabajo. Y todo eso forma parte…

—Yo soy…, yo que sé, yo soy albañil, yo soy fontanero, y es que ni por asomo se te ocurre de que a lo mejor si te pusieras a hacer otras cosas…

A—Cuidao ¡eh¡, que una vez que se desengañe de ser fontanero y albañil, tiene que desengañarse de ser Hombre. Porque si no, no hemos hecho nada ¿eh?. Hay que dar el otro paso. A ver, adelante!

—Que no sé si la dificultad de entender lo que estábamos hablando aquí, yo no sé si tiene que ver más con cómo entender, o cómo se debería entender eso del ‘pasar’.

A—Sí.

—Ahí es dónde se genera más confusión.

A—Me he permitido emplear el verbo con mucha confianza, y tienes razón: a lo mejor no se puede tener tanta confianza. Yo pienso que la manera en que lo he usao en esa frase no puede dar lugar a mucha confusión, pero puede que esté equivocao. Desde luego ninguno lo ha sacao, ninguno me ha preguntao qué es pasar, eres el primero. Eres el primero.

—Sí porque hasta dónde yo, si no he entendido mal, veo que, o entiendo que hay que entenderlo como venir de... sí: venir de no ser a ser: realizarse.

A—No, no “realizarse” precisamente, que es entrar en la Realidad. Cuando se dice “AHORA tiene esta virtud de que cuando se dice “ahora” ya no es AHORA”, eso es lo que está dando la sensación más inmediata de paso; es decir, de paso, de aparecer y desaparecer, de aparecer y desaparecer al mismo tiempo, como diría en lenguaje vulgar. No sé si he puesto mucha confianza en el verbo ‘pasar’. Yo creo que la gente…, la gente lo usa de maneras que me ha  sugerido que se podía confiar en él. Desde luego, cuando he dicho, he evidenciado que en el Tiempo real no pasa nada, parece que aparte de otras dificultades, en eso no se ha tropezao mucho. Cuando he dicho que de ahí se desprende sin más que cuantas y cualesquiera cosas están pasando AHORA, estoy usando hasta el presente de los verbos, “están pasando”, el presente además en el aspecto ‘estar’. Claro, son, son abusos; uno tiene que hablar en español, o en alguna cosa por el estilo, y eso tiene sus dificultades. ‘Pasar’ se opone desde luego…, ‘pasar’ se opone tanto al ‘estar’ como al ‘moverse’, porque eso son cosas de la Realidad ¿eh? Que se entienda bien que lo de estar quieto y moverse son cosas que son inventos de vuestra imaginación o ideación de la Realidad. Esto en verdad no puede entenderse ni como estar, desde luego, ni como moverse. Por tanto, la bendita aporía de Zenón de Elea viene a servir también para aclararlo, cuando se mete con el movimiento: “Un movil no se mueve ni donde está ni donde no está”. Sí:

—A mí se me ocurría esta semana, cuando me llegó esto por Google, pues bueno, pensar precisamente en lo que es pasar ¿no? Y se me ocurría que cuando se habla de ‘pasar’, inevitablemente se tiene que referir a algo a lo que es referencia ese pasar, que es algo que es quieto o fijo.

A—Ya lo he dicho [] las cosas de la Realidad, se refiere a la Realidad. Salvo que se dice que   las cosas realizándose, realizadas, que vienen a realizarse, la Realidad, y se dice que ésas no pasan en el Tiempo real, en contra de lo que pretenden. Pasar, si pasar tiene un sentido, pasan AHORA. Se refiere a los hechos, a los hechos reales, a los que nos cuentan en la Historia, en las previsiones de Futuro, en cualquier cosa: escritas, están escritas, no pasan, pero nos cuentan costantemente cómo se mueven, cómo se trasforman; nos lo cuentan, y está escrito, y hay que contarlo. Los sueños…

—Agustín, suponte que estás oyendo una música, una música... En un momento determinao estás oyendo una música ¿qué incompatibilidad en cuanto al movimiento y al tiempo se produce entre eso que es AHORA y la música?

A—¿Incompatibilidad?

—Sí, ¿qué incompatibilidad? Porque hay algo que o AHORA o música.

—Claro pero [has dicho en un momento determinado]…

—No, no, que yo estoy oyendo música, y de repente me da en pensar, en decir “Ahora... Ahora”: ¿qué pasa con la sucesividad temporal de la música, la sucesividad de la música?

A—No sé si te sigo, pero voy a echar un tiento por si acaso te entiendo. Hay dos maneras muy distintas de escuchar música. Una es la manera por la cual se dice “he estado escuchando música”, y además uno puede decir “he escuchado esto”, y “tengo ganas de oír tal canción y tal”. Todo eso son músicas que se sabe. Y si las pone uno en una grabación, se supone que vuelven a reproducirse las mismas (no es verdad), y mientras sea así, uno no está oyendo de verdad, porque está sabiendo, se está haciendo... porque se está…

—Pero si yo no estoy hablando de eso, Agustín.

A—…porque se está, porque se está haciendo ideas.

—No, no [] pues un canto de los pájaros.

A—Si... si interviene, por ventura, el principio de incertidumbre, y, en un momento, deja de saber que está oyendo música, en ese momento oye, AHORA.

—Ya, pero…

A—No, no, no; no lo estropees, no lo estropees! AHORA.

—Pero pasa igual con el lenguaje.

A—AHORA, AHORA. ¡Deja el lenguaje en paz! Venga, a ver!

—AHORA, es incompatible con hablar. O hablo, o ahora.

A—Sí.

—Es que yo creo que la dificultad viene en querer concebir una cosa que no se puede concebir.

—Claro

A—Pero no hace falta concebirla.

—Por eso. Pero hay un interés en intentar comprender y llevar al concepto algo que no puede ser llevado. Es una obsesión.

A—Muy bien dicho. Es que... No; lo justifiqué, lo justifiqué al principio: es que las ideas que nos hacemos de eso son el sustento, nuestro sustento. Por tanto es normal que cueste mucho  no hacerse una idea o concebirlo: hay que intentar hacerse una idea, concebirlo. Por eso YO se convierte en ‘el yo’, y AHORA se convierte en un ‘ahora’. Efectivamente: por ahí está la principal dificultad. Pero si me decís alguna otra dificultad, también se agradecerá.

—[]…que las cosa pasan en la medida en que…

A—Empieza otra vez, por favor.

—¿Se podría decir que las cosas pasan en la medida en que no se saben, y cuando ya se saben forman parte de la Realidad?

A—Sí, cuando las sabemos forman parte de la Realidad. La Realidad se sabe: la Realidad son ideas. Es por eso es por lo que no pasa nada en la Realidad, no pasa nada en el Tiempo real. El saber, las ideas, van junto con eso. La Realidad no se mantiene si no es por medio de una fe, que es un saber, que son ideas acerca de sí mismo, y eso es justamente lo que da su condición visual, espacial y por tanto garantiza que ahí no pasa nada. ¡Más dificultades!

—Nada.

A—Bueno, pues si no nos cansamos…

—Es un intento con respecto a lo de ‘pasar’: que se me ocurría que le veo un par de inconvenientes... si... me parece que puede venir a ser… decir “algo pasa” ser como otra manera de decir “algo hay”; que lo de ‘pasar’ es como otra manera de decir lo de ‘haber’.

A—Sí, es verdad, pero yo os he dicho…, os he dicho también el primer día que empezó a surgir esto, os he dicho que, por un lado, tenemos el descubrimiento de que en el Tiempo real no pasa nada, pero, por otro lado, tenemos algo que nos impone el pasar: no podemos renunciar; y por eso desde ahí decimos que, como no pueden pasar en otro sitio, pasan AHORA. De manera que sí, es HAY, pero es HAY incorporando esta especie de sentido común o sensación común de que, efectivamente, pasar pasan; no pasan en el Tiempo real, pero pasan.
Bueno, si no nos pasa nada, que es mucho preveer, dentro de siete días seguimos dándole vueltas.