27.08.2014

Tertulia Política número 329 (11 de Abril de 2012)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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  • La libertad de las cosas, nosotros entre ellas, como rotura del trato económico en que toda la Historia y toda la Sociedad está fundada.
  • Relación de la cuestión con la del Tiempo real.
  • Falsa contraposición entre la voluntad humana y las leyes naturales.
  • De la condición finalmente económica del Amor y la Pasión.
  • La triple condición “yo cosa”/ “YO gramatical”/ “Yo como Dios”.  Relación del último con la Muerte Eterna.

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Pues en esta guerra que nos traemos, se supone, contra la Realidad, contra el Poder, contra el Dinero, contra el Hombre, contra todo aquello que nos mata como pueblo, no nos deja vivir, como tal vez se podía, vamos a ver si contribuyo a que nos aclaremos respecto a algunas cuestiones que me parece que andan algo enredadas.  Frente a todo eso, ya sabéis que el grito, la reclamación, es la de “¡libertad!”; libertad, que es algo que, por supuesto, clama el pueblo, eso que nos queda de vivo entre la gente, pero que al mismo tiempo también lo proclama y reclama el Individuo, uno, uno mismo, y eso es de por sí un lío, y es sobre él sobre el que trato de que nos aclaremos un poco. 

Libertad nuestra, de esta clase de cosas que somos los hombres, parece que no podía distinguirse para nada de la libertad o liberación en general de las cosas, de las cosas que también somos por debajo de ella, y antes que hombres; liberación de las cosas, lo cual quiere decir liberación de sus significados, de las ideas que costituyen esas cosas en cualquier idioma de que se trate, y es por tanto vano intentar separar una especie de libertad de uno, o nuestra, o de los hombres, respecto a esa liberación de las cosas; no puede menos de venir a ser lo mismo; esa liberación, ese libre albedrío, free will, de las cosas, que hasta la Física trata de descubrir, no puede consistir más que en algo negativo, en una falta, una indeterminación, en un descubrimiento de la falsedad de la determinación, del significado, y con respecto a nosotros, este tipo de cosas, resulta que esa liberación se nos descubre que no puede menos de ser doble: es por supuesto una liberación respecto a lo que la Ciencia viene llamando leyes, de la Naturaleza incluso, leyes físicas, leyes en general, que son las leyes que nosotros hemos impuesto, como manipuladores del Dinero, como teóricos de la Ciencia o de las religiones, y les hemos reconocido desde siempre y atribuimos a ellas todo lo que nos viene bien para nuestros manejos: leyes de la Naturaleza, leyes físicas: que las cosas son así como son viene en definitiva a querer decir que efectivamente obedecen a leyes.  Doble liberación, porque por supuesto quiere decir, para nosotros también, como para el resto de las cosas, una liberación de esas leyes, ideas, significados, un descubrimiento de su falta de fundamento, de que no eran verdad, y por otro lado quiere decir también liberación respecto a algo que es más específicamente humano, de uno, que es la propia voluntad; la propia voluntad, que en definitiva vendría a ser una forma de esas leyes, que es la forma justamente que nos sería propia a nosotros como ese tipo de cosas que somos, humanas, libres, de manera que por ahí está también el enredo: la liberación que se reclamaría desde acá, desde abajo, tendría que ser al mismo tiempo una falta de leyes, una indeterminación, que quiere decir al mismo tiempo una falta de leyes naturales, físicas, y al mismo tiempo una falta de fundamento de la propia voluntad de uno; estas dos cosas suelen contraponerse, parece como si la voluntad de uno, la voluntad humana, estuviera actuando contra o a pesar de las leyes naturales o de las cosas, y por tanto disolver esta confusión es de lo más urgente.

Las dos cosas tendrían que venir al mismo tiempo: el No, que es lo único que como pueblo sabemos decir, el No vendría a ser al mismo tiempo a las leyes que pretendían y pretenden seguir rigiendo el Universo, el Mundo, las cosas, y una liberación respecto a la voluntad de uno, a la creencia en que uno sabe, puede, hacer lo que hace, y que por tanto cabe alguna compatibilidad entre voluntad y libertad, y eso no puede ser: libertad, repito, es algo negativo, negativo de lo uno y de lo otro, no puede ser más que una liberación de las leyes que están impuestas, y entre ellas la Ley de Uno, la Ley de la voluntad, la fe en que uno sabe qué quiere, sabe qué quiere hacer; entonces a eso es a lo que vamos.

En ese sentido, en días pasados ya, se nos apareció la relación que tiene esta cuestión con la cuestión del Tiempo, con el gran fantasma del Tiempo, de la manera que ahora os recuerdo en breve: se trata de que se contraponían AHORA.......................AHORA, que es justamente un decir que se confunde con el hacer, con el hecho, AHORA, y que en ese sentido mata al Tiempo, al Tiempo real, es decir, al Tiempo ideado y contado, al tiempo de los relojes y los calendarios; AHORA nos saca fuera del Tiempo, AHORA no es ningún momento del Tiempo ni ninguna porción del Tiempo; AHORA de esa manera está fuera del Tiempo, nos saca fuera del Tiempo, mata al Tiempo, y recordáis también conmigo que este Tiempo real, el de los relojes, los calendarios, la Historia, y ante todo el Futuro, el saber lo que va a pasar, saberlo como si hubiera pasado, todas esas cosas quedan efectivamente amenazadas de inmediato de muerte por AHORA, cada vez que se dice AHORA, y que no cabe dentro de Tiempo ninguno, y que sin embargo está aquí, en nuestras bocas, en nuestros oídos, a cada paso, AHORA...............  Y esto de AHORA se contraponía a la falsificación general, normal, que es “El Ahora”, es decir, el paso por el cual esa maravilla de AHORA que mata el Tiempo se convierte en “un Ahora”, en “El Ahora”,  en “los Ahora”, es decir, algo trivial, sumiso, momentos de la Realidad, momentos del Tiempo real, que por tanto quieren decir otra vez una sumisión de AHORA a eso. 

Pues bien, el paralelo contra eso se daba conmigo, con MI, con mi YO: por un lado tenéis YO, que cada vez que se dice se produce esta maravilla de que al poder apuntar a cualquier sitio no apunta a ninguno; YO, que no se sabe quién es ni puede saberse quién es, eso que se produce cada vez que uno de nosotros habla y dice YO, ME, MI, CONMIGO, y que inmediatamente queda dominado otra vez, domesticado, por el procedimiento de convertirse en “El Yo”, que es ya una cosa trivial, como los momentos del Tiempo: es ya el Individuo, el Sujeto, el Yo, como puede decir cualquiera en lenguaje más o menos pretendidamente psicológico, psicoanalítico incluso, y pedante; El Yo, en el cual YO he quedado encerrado, YO he quedado convertido en un Sujeto cualquiera, es decir, un Objeto que participa del mismo engaño, de la misma falsificación que cualesquiera sujetos de la Realidad.  Supongo que este paralelo que os recuerdo entre AHORA frente a “El Ahora”, YO frente a “El Yo”, está lo bastante claro para cualquiera, y si no, ahora me lo haréis saber enseguida.

Me importaba recordaros esto, porque, como recordáis, Tiempo real, ese tiempo al que AHORA está denunciando de continuo, es el fundamento de la Realidad misma, de toda la Realidad; es decir, que por otro lado (esto a algunos todavía puede que les resulte inesperado) viene a ser lo mismo que Dinero, que ya se sabe que es Tiempo: no hay ninguna forma de Dinero que no pueda reducirse a Futuro, por tanto a Tiempo real, al tiempo de las horas, los meses, las semanas, los minutos; eso es Dinero: Tiempo; y por otro lado es como la cosa de las cosas, es decir, ninguna cosa, puesto que las es todas, cualesquiera que se le presenten, todas las cosas se compran y se venden; con ésa aparente inocencia del comprar y vender sobre el que nuestras vidas están asentadas quiere decirse que efectivamente las cosas se reducen a algo que por serlas todas no es ninguna: no puede en modo alguno ser que Dinero, siendo como es el cambio de cualesquiera cosas, sea a su vez una cosa como las demás; cuando os lo presentan así, como si al mismo tiempo que se habla de las mercancías, de los bienes, etc., de las cosas, se pudiera hablar de Dinero como una cosa más, os están engañando de la manera más descarada: Dinero tiene esta virtud de que en Él se reducen a lo mismo (por tanto quedan perdidas de cualesquiera condición de diferencia, de inesperado), las cosas múltiples, multicolores; quedan reducidas a lo mismo, y Él no es cosa.  Eso es Dinero.  De manera que veis bien cómo por lados distintos Tiempo y Dinero vienen a aparecérsenos en este descubrimiento como falsedades, fundamentales, pero las primeras de las que tenemos que descubrir para seguir adelante en esta guerra, que es justamente contra el Tiempo, contra la Realidad.  Contra eso.

Espero que esto sea lo bastante claro, ya me lo diréis.  Voy a entrar un poco en las cuestiones económicas, pero aunque os sorprenda algo, en primer lugar a través de cosas que se dicen en los evangelios, y hasta en los hechos de los apóstoles.  Estos días pasados, con motivo de las festividades de la Semana Santa, que me tocó, aunque muy indirectamente, percibir..............percibir más bien cómo el mal tiempo que el Señor les mandaba impedía que las procesiones se celebraran en casi todos los sitios donde anteriormente se celebraban; pero a ese fracaso de la Semana Santa también me tocó asistir, más o menos de lejos, y con ese motivo no pude menos de volverme a pensar en lo que generalmente los que gozan de las vacaciones de Pascua y se van por ahí con su Auto o con el del vecino no piensan jamás, es decir, en la pasión, en la pasión de Jesús que da motivo a todas esas festividades, y de la cuál parece que bajo el Régimen del Dinero nadie o prácticamente nadie se acuerda; estando por tanto en esa especie de ocio y asistiendo a ese fracaso no podía menos de volver sobre ello, y especialmente volvía sobre la condición de la redención y del redentor, es decir, no me detenía tanto en los aspectos de la pasión misma..............que son de por sí muy importantes a nuestro propósito: recordáis lo que a veces hemos dicho de “compasión”, la traducción latina del griego “sympázeia”, “simpatía o compasión”, es decir, la participación con Jesús de los sufrimientos y muerte que los evangelios cuentan.  No me detenía tanto en eso, sino en el aspecto económico, que se revela justamente en esos términos como “redentor”, “redención”, y demás.  Esa pasión era, como todos sabéis, una redención: el término latino “redémptio” es la traducción del griego “lýtrosis”, que quiere decir justamente “liberación de un contrato”, “rotura de un contrato”, “vuelta atrás de un contrato económico”; es un término claramente económico, de manera que nuestra redención se presenta ya, desde esta lengua de los evangelios, como un acto comercial, económico. 

Efectivamente, “redímere”, “redémptio”, quiere decir volver atrás una compra, una venta, recomprando, y de esa manera rompiendo la compra: se ha comprado por ejemplo una casa, un esclavo; se le recompra, alguien lo recompra, y de esa manera deshace la condición de cosa comprada, de esclavo, de propiedad privada; la recompra, la compra de la compra, se presenta así como una especie de rotura de la condición económica en que se nos hace vivir, y por tanto es en ese sentido una liberación, liberación de un trato, liberación de un contrato social; se parte de ahí, y el redémptor, el lýtrope, como se llama en los testos a Jesús, es justamente el que realiza esa operación de vuelta atrás de la compra; vuelta atrás de la compra, es decir, vuelta atrás de la venta de uno mismo, que aparece, en cuanto Sujeto humano, por tanto económico, como una especie de posesión al mismo tiempo que posesor, y por tanto metido en todo el lío, en toda la máquina dineraria que costituye el fundamento mismo de la Realidad en la que estamos en su forma más avanzada; en definitiva alguien, el esclavo o algo de esclavo que nos quede por debajo de las condiciones de posesión y de posesor, lo que está reclamando es una liberación de eso, que se rompa el trato, que se vuelta atrás el trato de la compra o de la venta.  Espero que esto, aunque no tengáis delante en este momento los evangelios, os resulte suficientemente claro. 

Tengo que hacer un paréntesis, para que a nadie le estrañe que acuda a testos como éstos de los evangelios para tratar de cosas como éstas.  Es verdad que en general los testos de cualquier Doctrina, de cualquier Religión, de cualquier Ciencia, están destinados a mentir, a engañarnos, esto es así; están destinados a ganarnos una conformidad, una conformidad con las cosas tal como son, y por tanto en ese sentido de engañarnos y volvernos a la función de esclavos que es propia nuestra.  Sin embargo, las virtudes del........verbo, las virtudes de la palabra de por sí, son tales que nunca pueden, ni dentro de cualquier idioma determinado, reducirse a ese engaño: siempre dicen más de lo que debían, siempre, para quien quiera leer, los evangelios o cualquier otro testo por el estilo, dicen más de lo que debían, y por tanto no solo sirven a ese engaño, a ese restablecimiento de la conformidad, sino también, como en el caso que estoy sacando, a lo contrario, al descubrimiento de una reclamación, oculta en este caso, pero la reclamación de rotura del trato, rotura del trato social, rotura de la compra y venta, es decir, una reclamación contra el Dinero, y que por lo tanto va en el sentido que al principio os he recordado de liberación de las cosas respecto a su significado, respecto a todo eso, que es lo único que puede contar como liberación también para nosotros en cuanto cosas.

Este paréntesis es para que os animéis un poco conmigo a tomaros cualesquiera testos, si han querido decir algo grande y revelador, como es el caso de los evangelios de la Fe Cristiana, como algo que no sólo puede leerse del derechas, sino también del revés, que siempre se dejan leer del revés lo mismo que del derechas, que nos ayuda a descubrir algo como esto que ahora estoy entre vosotros tratando de descubrir respecto a la redención y al redentor y todo lo que significa de económico ahí; y algún testo de San Mateo dice incluso “et dare ánimam súam” (“y dar su aliento, su vida”) “redemptionem”, (“como redención”, es decir, recompra, liberación), “pro multis”, “para el caso de muchos”, “en el caso de muchos”.  Esto es lo que él dice que habría sido la función de Jesús, que de sí mismo, como en otras ocasiones en los evangelios, habla diciendo “filius hominis”, “el hijo de hombre”, o si queréis “el hijo del hombre”; él habla de sí mismo una vez y otra de esa manera, “el hijo del hombre”.  Ya veis que no habla para nada del hijo de Dios, porque el hijo de Dios ya sabemos quién es, es el Hombre, naturalmente, y el Hombre no puede ser más que un esclavo, un sometido, un vendido y comprado en esta feria, sino lo más humilde que se le puede ocurrir: el hijo de ése, el hijo del hombre, que al mismo tiempo no puede menos de poderse entender también como el verbo, la razón común encarnada, puesto que del hijo del hombre sale. 

Ésas son algunas de las cosas que me parecía que incluso los evangelios podían revelarnos respecto a lo que es liberación, libertad; no puede serlo respecto a ninguna otra cosa entre los hombres, puesto que Dinero es la cosa de las cosas, y en el mundo éste en que vivimos, y en el que vivía Jesús por supuesto ya también, las cosas han quedado reducidas a la compraventa, están sujetas a un trato, y entre las cosas estamos naturalmente contados nosotros, las almas de los Estados o de cualquier cosa sin ninguna distinción, y con la misma condición de quedar sometidos a que nos compren, a que nos vendan, y cosas por el estilo; de manera que, sin que nos importe cuál era la intención del evangelista por debajo de los testos, lo que aparece es esta reclamación de la libertad, que quiere decir rotura del trato, rotura del trato de compraventa, y ninguna otra cosa; eso es redención, si queréis seguirme por un momento, y si no os gusta, pues ahora me lo haréis saber, pero eso es tal como lo vengo entendiendo.

Es un caso no del todo aislado éste de que en testos en que se trata de decir algo descubridor, profundo, respecto al sufrimiento, respecto a la pasión, se vienen a emplear términos financieros, bancarios, económicos.  Esto os sucederá más de una vez, y si me seguís un poco en lo que os digo no os estrañará tanto; por ejemplo, entre los sonetos de amor de Shakespeare, en los sonetos de la última parte de la colección, donde la mujer oscura que ha aparecido no sólo lo ha cautivado al propio autor, al propio yo de los poemas, sino que además de propina ha cautivado también al amigo, al verdadero y gran amor del poeta, y por tanto se ha formado ahí ese trato de a tres que viene a dar las consecuencias más desastrosas y dolorosas que los sonetos nos dejan ver.  Pues en ese trance en la colección están sobre todo estos fragmentos, el 133 y 134, dirigidos a la mujer, a la mujer que ha aparecido oscuramente para formar ese trío intratable, imposible; y el segundo de ellos, que es una continuación del primero, dice algo así como esto:

“Así ahora he confesado que él es prenda tuya”..........“Prenda” es el primer término económico; “él” naturalmente es el amigo, del que la mujer se ha apoderado más o menos.  “Así ahora he confesado que él es prenda tuya,/ y que yo hipotecado estoy a tu albedrío. / Me enajeno a mí mismo, porque restituya/ tu banca a ése otro mí, y consuelo sea mío”.  No respondo de la esactitud de los términos financieros que empleo en la traducción, pero espero no equivocarme demasiado; “confío también que yo hipotecado estoy a tu albedrío, es decir, que me enajeno a mí mismo para que tu banca restituya a ese otro mí, al amigo, al amado, y con ello me consuele, sea mi consuelo”.
 “Mas no lo harás, ni él por libre quedaría:/ pues tu eres avarienta, y él, dulce y discreto, / sólo supo firmar por mí una garantía/ con cláusula que a él lo deja a ti sujeto”.   Supongo que habéis más o menos seguido el enredo económico: ha convertido a la mujer en la banquera, en la bancaria, y por tanto la ha puesto en el origen de todos los males, según lo voy presentando.  “Más no lo harás, ni él por libre quedaría”, libre de eso que en la primera estrofa se ha dicho; “ni él por libre quedaría, es decir, que seguiría atado económicamente a ti, pues tu eres avarienta, y él, dulce y discreto, sólo supo firmar por mí una garantía” (otra vez un término económico) “con cláusula” (otro término económico) “que a él lo deja a ti sujeto”; es decir, que lo único que ha podido hacer es esa operación bancaria que reconocéis bien, y que ya podemos directamente, saltando de la cuestión de Amor a la del Dinero sin más, reconocer como inútil, no va a servir para nada. 
“Tú ganarás de tu hermosura deuda y réditos,/ oh tu usurera, que a interés todo lo pones,/ y aún metes al amigo en pleito por mis débitos,/ que así lo pierdo por mis torpes transacciones”.  Los débitos y las transacciones son términos económicos, la desesperación de que el poder de la mujer, de la banquera convertida en encarnación del Poder, pueda más que todo lo demás: “así lo pierdo por mis torpes transacciones”.
“Yo lo he perdido a él; tu a él y a mi nos tienes,/ paga él todo, y con todo, sigo yo en rehenes”.  Éste es el desastre económico del último pareado:  “yo lo he perdido a él, a mi amado; como tu a él y a mí nos tienes, al mismo tiempo él y yo, como si fuéramos efectivamente el mismo, sometidos a la misma suerte, nos hemos convertido en posesión tuya; es verdad que tu a él y a mí nos tienes”.  Paga él todo, y parece que al pagar, con esa garantía de liberación para el poeta, lo habría pagado todo: ¿qué más podría dar que la propia persona que ha dado?  “Paga él todo, y con todo, sigo yo en rehenes, es decir, sigo aquí quedando como una posesión, que igual que todas las demás posesiones de este mundo no son más que una especie de motivo, de objeto, para asegurar el dinero que de ella depende”: las prendas, los rehenes, las posesiones, en el mundo éste económicamente regido, no son más que eso, motivos o puntos para asegurar que el Dinero va a seguir funcionando, que va a seguir entrando en la Caja o saliendo como debe, y todo lo demás. 

Os traía el soneto (podéis leerlo junto con el anterior, con el 133, en el que ya esta situación desastrosa del Amor se reduce a términos económicos) para que vierais bien cómo es esta relación.  El mundo trata de presentaros cosas como la pasión, de Jesús por ejemplo, o como el Amor o los amores de Shakespeare por ejemplo, como el ámbito opuesto a la Economía, a la Banca, al Dinero, a las Finanzas, como si lo uno fuera contra lo otro; es por tanto muy importante aprender a ver cómo la pasión, la misma pasión de Cristo, el Amor de sea quién sea, pueden reducirse a términos económicos: sólo quien aprende a descubrir, por debajo de lo que aparentemente dicen los testos, esta conexión, podrá seguirme un poco más y seguirnos en esta lucha contra el Poder, que es justamente la reclamación de la liberación, de la rotura del trato, del no aceptar como infalible, como imposible de romper, el trato económico en que toda la Historia y toda la Sociedad está fundada; es preciso acostumbrarse a reconocer, en el Amor y en la pasión, éstas propias condiciones económicas, justamente porque en la Literatura suelen tratar de presentársenos como opuestas las unas a las otras.

Tengo que pararme ahora un poco para recordaros algo que los que habéis estado conmigo sin duda recuerdan: que respecto a este tipo de cosas que somos los hombres, con su fe en la propia voluntad de cada uno y todo lo demás, la cosa está complicada, porque por un lado efectivamente es inegable que uno es una cosa como cualquier otra cosa en lo esencial (como cualquier otra cosa, y por eso al principio os he recordado que liberación nuestra nunca podría ser otra cosa que una liberación de las cosas respecto a su significado), y por otro lado soy YO, lo que antes os he vuelto a presentar en comparación con AHORA, YO que no es nadie; lo mismo que AHORA no era ningún punto, ningún momento del Tiempo real, YO no es nadie, YO es el que habla, cualquiera que habla en cualquier momento, y por tanto gracias a eso no es nadie; es diríamos casi el YO gramatical de las lenguas que conocen términos (pronombres, verbos, da igual) que apuntan al punto en que se está hablando, y cuando ese punto en que se está hablando no es ningún punto determinado en el mundo real, sino un punto en cualquier mundo real, es decir, desprendido de todo condicionamiento real: YO. 

Bueno, entonces ya sería trabajo para cualquiera de nosotros tenernos que entender con esta doble condición, reconocer que uno es una cosa y que es el Sujeto de todos los sujetos, y tratar de hacerlas componerse; pero, como recordáis, hay además un tercer yo, una tercera manera, que es la que envenena la cosa de la forma más poderosa: Yo como singular, el único; no el YO gramatical, que es simplemente el que dice, sino alguien de que se dice también y se cree que es el único, el único que hay, el singular, ningún otro como él, Yo, y eso nos pasa a cada uno, ¿no?; ¿o no os estáis removiendo algunas cenizas, algunas ascuas debajo de las cenizas?  Hay todos los motivos, porque efectivamente cualquiera cosa que sabemos del mundo, incluido el Dinero y las mujeres y los niños y los astros, cualquier cosa que sabemos del mundo la sabemos a través de uno mismo, porque uno las sabe, así que hay todos los fundamentos; por eso en alguna ocasión decíamos, al arrostrar este problema, que el Solipsismo tendría todas las razones del mundo para sostenerse: “no hay más que Yo”, “no hay más que Yo mismo”; contra esto hemos luchado en otras ocasiones, pero ahora convenía recordarlo.  Está pues este tercero, este Yo que es como Dios, es decir, que es como si fuera Dios puesto en Primera Persona, para no armarnos líos: tiene esas condiciones de pretender seguir existiendo, siendo real, como el Dinero, como lo que he dicho, el Dinero que pretender seguir siendo una cosa, mentirosamente, puesto que las es todas; pretende seguir siendo algo real (como en la vieja Teología Dios era real, era incluso el Ens Realíssimum, el Ser más real de todos los seres), y al mismo tiempo esto otro: seguir siendo único, singular, incomparable con nada, y al que todas las cosas se reducen, Uno y Todo.  Ésas son las dos cosas que no caben, y en ese sentido digo que ese sentido que tiene Yo para uno es como su equiparación con un Dios, con el Dios de la vieja Teología. 

En esto de que Yo sea Dios, que de verdad no haya más que Yo, ¿me seguís cada uno de vosotros?; porque esto le pasa a cada cual, no lo sacaría en esta tertulia política si no supiera que esta enfermedad teológica es de cualquiera, vivís con ella: “no hay más que Yo, y todas las demás cosas que haya son las que Yo tengo, las que Yo sé, las que Yo manejo, pero nada más”.  Esta condición de ordinario nos pasa desapercibida, porque bastante tenemos ya con tener que arreglárnoslas con eso de que yo sea una cosa como otra cualquiera, y me pasen cosas como a las cosas y todo lo demás, y tenga enfermedades, me compren y me vendan y me casen, etc., etc., y al mismo tiempo usar el índice de una lengua cualquiera YO como valiendo en cualquier ocasión para cualquier caso y sin ninguna distinción; bastante tengo con eso para de ordinario plantearme el problema del Solipsismo, el problema de que en verdad no hay más que Yo.  De ordinario no aparece mucho, pero al considerar mi muerte siempre-futura, entonces suele aparecer enseguida.  Ya sabéis que esto es lo que hemos considerado como característico, como rasgo del tipo de cosas que somos los hombres: saber mi muerte, es decir, saber lo que no hay, lo que no hay ni nunca puede haber, saber el Futuro; esto es lo humano, éste es el error, la falsedad y la condición humana, contra la que aquí estamos, y por la cual podríamos decir que lo de la libertad o liberación sería liberarnos del Hombre, liberarnos justamente de esta condición humana que acabo de descubrir, liberarnos del Hombre; y de una manera muy contradictoria pero muy útil, Jesús mismo habría venido a este mundo, siendo Dios, para hacerse hombre, justamente para rescatarnos, redimirnos, es decir, liberarnos de esta condición que ahora estoy denunciando.  Cuando nos da por dejarnos pensar en nuestra propia muerte de cada uno siempre-futura............que nunca está aquí pero que no podemos menos de pensar en ella, porque vivimos en un mundo donde nos han enseñado a hablar del Tiempo como futuro, y por tanto nos han puesto la muerte ahí, en el calendario, aunque sea en fecha indefinida; cuando nos da por ahí (y a cualquiera le puede dar por ahí en cualquier momento), entonces esa aparición de que Yo, como Dios, es lo único que hay, entonces revive y nos puede atormentar seriamente.

Por eso antes de pasaros la voz me parece que conviene también, tengo ganas, de fijarme en otro testo.  Me acuerdo, pero me acuerdo mal, lo siento (alguno de vosotros, si esto se publica en la Red, podrá ayudarnos), de una parte del Oficio de Difuntos que todavía se cantaba en las iglesias en latín cuando yo era niño, y al que asistí de vez en cuando; una parte del Oficio de Difuntos que empieza con esta palabra “libera me”, y por tanto viene a cuento con lo que estamos diciendo.  Naturalmente el himno no puede menos de dirigirse al Señor, pero eso vamos a dejarlo de lado como una especie de necesidad, es otra cosa lo que me interesa.  “Libera me, Domine, de morte aeterna, in die illa tremenda quando coeli movendi sunt et terra, cum ueneris iudicare saeculum per ignem.........”.  Ahí me falla la memoria, no me acuerdo más, y ahí pido auxilio de los que lo recuerden mejor.  “Líbrame, libera me, Señor, de morte aeterna, de la muerte eterna”.  Naturalmente, en la manera de entender estos testos, que ya cuando yo era niño regía, la muerte eterna pues se entendía de formas más o menos fantasmales; muerte eterna quiere decir como la Condenación, el Infierno, el no poder ver a Dios y todo eso, pero ahora quiero que lo entendáis más directamente, más a pulso: muerte eterna, se pide “líbrame de la muerte eterna”, y que entendáis entonces el absurdo tal como ahí se nos presenta y se nos quiere hacer vivir, por lo menos mientras dura el cántico del Oficio de Difuntos: muerte eterna, es decir, Todo el Tiempo, Todo el Tiempo sin nada, ésa es justamente la negación que corresponde a eso de que Yo sea uno y singular, a eso correspondería como negativo la muerte eterna, una muerte en la que no hay nada, ni Infierno, ni Condenación, ni nada.  Nada. 

Lo que seguía en la parte que yo recuerdo dice, volviendo sobre la cosa del Juicio Final, “en aquel día tremendo, cuando tienen que moverse los cielos y la Tierra”; cosa que de por sí no tiene mucho sentido, porque ya sabéis que los cielos y la Tierra se están moviendo costantemente, y ésa es la condición además de que los cielos y la Tierra sean algo reales, de manera que sería muy impropio amenazar con un momento del Juicio Final en que tienen que moverse, y hay quien lee el “movendi” como un “amovendi”: “han de quitarse de en medio, han de desaparecer, junto conmigo, naturalmente.  Nada, la muerte eterna, en el día tremendo en que tienen que quitarse de en medio, tienen que desaparecer, los cielos y la Tierra”.  Eso es la manera en que en el Oficio de Difuntos venía a recordarse esto.  Lo de “cuando hayas venido a juzgar al mundo con tu fuego”, son imaginaciones ya respecto al Juez, a la segunda venida de Cristo como Juez, en las cuales no debéis parar atención, porque están hechas nada más como para consolarnos y meternos en casa otra vez; pero por debajo de ello y a pesar de esa intención, quedan siempre estos descubrimientos, éste de la Nada, que corresponde al que “Yo soy El que soy, y nadie más que Yo, y no hay nada más que Yo”, y entonces hay un grito que verdaderamente se vuelve inútil al Señor, sea quien sea, “líbrame de la muerte eterna, de esa Nada”.

Esto, aunque no sea ordinario en la vida de cada uno, desde luego forma parte de los miedos, de los terrores, que en torno a la palabra muerte nos rigen por todas partes; uno de ellos, el más profundo, es éste que incluye el ser nada y que no haya nada.  Aquí en esta tertulia política, naturalmente nos hemos de ordinario desentendido de todas estas grandes fantasías y grandes rigores del antiguo Régimen y del actual, pero conviene volver a ello de todas maneras; aquí hemos dicho al principio, respecto a libertad, liberación, que no nos cabe más que el dejarnos ser no más que cosas como cualesquiera cosas, pueblo, gente y cosas sin más, porque ése es el camino de la indeterminación, eso es lo único que podría gritarse, reclamarse como libertad; si no, ya veis adónde puede llevarnos la Fe, la Fe reinante; reinante, porque es la misma del antiguo Régimen cuyo Oficio de Difuntos he sacado, y es la misma que hoy día rige los manejos financieros, los de la Banca y los de todas las cosas que os cuentan, las trapacerías que os cuentan todos los días más o menos económicas en los Medios; sigue rigiendo eso, de manera que era una vez más por convencerme y convenceros de que no hay salida más, no hay libertad más que la de las cosas, el dejarnos ser como cosas; si no, viene todo esto que os he sacado, incluida la muerte eterna.

Voy a terminar acordándome, porque me han venido, de unos versos de Don Antonio Machado, que tal vez también puedan animarnos en el mismo sentido; son unos versos relativamente tempranos, de cuando había muerto su mujer, Leonor, el gran amor de por lo menos esos tiempos, y entonces él, muy poco después del trance, publicó estos versos, que seguro que no os cito literalmente, pero es que a veces citando, no sólo a Machado, sino a Shakespeare y al evangelio, me permito tranquilamente alterar los testos, porque puedo considerar que San Mateos o Antonio Machado se pueden haber equivocado, y que era mejor decirlo de otra manera; de manera que con esa prevención, eran así estos cuatro versos: “Señor, ya me has quitado lo que yo más quería/ Oye otra vez, Señor, mi corazón bramar/  Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía/  Señor, ya estamos solos.................”.

-....................................

-“Señor, ya estamos solos..............”.   ¿Sabéis cómo termina?

-“mi corazón y el mar”.

-“Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar”.  Hay cosas que tocan de cerca a la cuestión económico-político-sentimental que hoy he sacado, especialmente lo de “tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía”.  Todos los cuatro versos están dirigidos al Señor, no de una manera insultante, pero acercándose: “ya me has quitado lo que yo más quería”, “oye otra vez mi corazón bramar”, “tu voluntad se hizo contra la mía”, y en el último verso lo que hace es negarle a Dios la condición de compañía, porque claro, a un cliente le podía haber dicho “ya estamos solos tú y yo”, pero eso no se le ocurre, no se le ocurre para nada, sería efectivamente improcedente, Dios no es compañía ninguna: en el sentido que hemos ido descubriendo la cosa, Dios es lo mismo que Yo, pero mi corazón no es Yo.  Y supongo que los que me acompañáis sabéis lo que dice cuando dice “ya estamos solos mi corazón y el mar”: el mar es la manera en que en él y en muchos sitios se habla de eso de las cosas, las cosas desparramadas, indefinidas, indeterminadas, las cosas a las cuales en buena política, en política del pueblo, no nos quedaría más que reducirnos, convencernos de que somos así; a eso se llama mar, es un término adecuado, y mi corazón por tanto es lo que formaría parte de ese mar, solos mi corazón y el mar de las cosas, de las cosas entre las cuales yo, mi corazón, no sería más que una de ellas.  Bueno, con esto me contento, y ya está bien, yo creo, por hoy, de manera que..................

-Ya no hay coloquio, esto se ha terminao.

-Se me ha ido el santo al cielo de tal manera..............  ¿Qué hora es?

-Las diez.

-Bueno, pues a lo mejor no está mal que por hoy, por una vez no haya coloquio; si seguimos vivos y el Señor no se enfada demasiado, dentro de 7 días podríamos hacer el coloquio correspondiente.

-¡Son menos diez, son menos diez!  

-A ver, hay algún deseo por ahí, venga.

-............................

-Sin duda que hay algún deseo por ahí, venga.  ¿Qué tenéis por tanto que decir?

-Pues que sobre el evangelio se me ha ocurrido una cosa que me parece curiosa, porque por una parte parece que Jesús se levanta contra la Ley, la Ley ésa de Moisés que era la Ley de la Venganza, la Ley del Talión, pero luego, en la Santa Cena, dice “un mandamiento nuevo os doy, el mandamiento de Amor”, y con eso parece que lo acaba de apañar ya, que si iba contra la Ley, por otra parte impone otra Ley todavía más sutil quizá.

-Bueno, respecto a la vieja Ley, ya sabéis cómo más de una vez aparece en los evangelios: “no he venido a negar, rechazar, abolir, la Ley, sino a cumplirla, es decir, llevarla a las últimas consecuencias”; una actitud irónica, por parte del verbo encarnado, porque sabe que el llevar a sus últimas consecuencias la pretensión de la vieja Ley sería efectivamente volverlo todo del revés, volver la Ley del revés.  Efectivamente, que el Amor sea un mandamiento es simplemente un error, sea de los evangelistas o sea de alguien antes de ellos.  ¿Qué más?

-Pero la redención se entiende de modo popular como la redención de no tener que cumplir los demás la penitencia del pecado; el pecado es la espulsión del Paraíso, es condena a muerte, a muerte de verdad, y entonces ahí lo que Jesús hace es morirse, no de muerte eterna, porque hace la operación del morirse, pero luego no es eterna, puesto que resucita al tercer día, y es lo que él pretende.  Es lo que entiende la gente.

-Es lo que se suele entender, sí, y es falso.  He tratado de recordar la condición económica del término, que es esencial.

-La condición económica de verdad es la deuda del pecado.

-Eso ya son menudencias, lo importante es que, mientras el trato rija, yo estoy obligado, soy un servidor, sirvo, cumplo con mis obligaciones.........por tanto la reclamación de libertad es comprar la compra, es decir, deshacer el trato.  Bueno, ¿qué más, por favor, antes de que nos vayamos?

-Viene Jesucristo a rendirse a los hombres, pero digamos que luego parece como si esto no hubiera sido así, porque sigue el pecado, y sigue la confesión y la penitencia.

-Ah, por supuesto, en la Historia no podéis encontrar más que tristezas; antes de Cristo y después de Cristo, en la Historia no podéis encontrar más que tristezas, y por eso es por lo que os he dicho, en cuanto a método, que aunque los testos, ésos y cualesquiera otros, estén teñidos de una intención domesticadora, conformista, sin embargo no pueden por menos de vez en cuando de decir cosas que no deberían haber dicho, y ésas son las que os estoy invitando a buscar, ¿no?  Naturalmente la Iglesia y el resto de la Historia se ha quedao con lo que interesa para que la verdadera Religión siga funcionando, que es la del Dinero: ¿cómo la Iglesia, estando en este mundo y en esta Historia, podía pretender otra cosa que nos sacara del Reino del Dinero?

-Solo un detalle: en los Hechos de los Apóstoles, al principio, hay una historia que cuentan, que es que San Pedro, el lugarteniente, mata a un hombre y a una mujer que vivían juntos por no haber entregado todo el dinero a la comunidad cristiana de la venta de sus pisos, de sus fincas. Es decir, que lo que tú dices del Dinero, efectivamente el propio...............

-Bueno, no hace falta que fuera verdad esa anécdota de San Pedro: el imperio del Dinero es algo palpable, en sus tiempos, en nuestros tiempos y donde sea, y la liberación no puede ser otra más que liberación de eso.

-Pero la contraposición que hace Machado entre el Jesús del madero y el que anduvo sobre el mar..

-Otro rato, sí.

-El oponerse al que cargó con la cruz, el que no se quiso descargar de la cruz, en beneficio del que anduvo sobre el mar, eso sí que es interesante respecto a la cuestión de la Fe.

-Sí, eso sería tal vez interesante para otro día.   Mal hizo el cantaor en cantar eso, pero bueno.  Bueno, ¿algo más por ahí?

-.......................

-Bueno, pues entonces lo dicho: si nos dejan ya lo discutiremos dentro de 7 días.