27.08.2014

Tertulia Política número 337 (13 de Junio de 2012)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

       -A.- Bueno, como hoy no estoy precisamente en ánimos de echaros un sermón con todas las de la ley como otras veces, sino  más bien de procurar que me habléis desde pronto y por tanto me hagáis hablar, voy a tirar por esos caminos. Tengo noticia de las veces que he estado ausente, de que seguía habiendo grandes dudas o disturbios en torno a las cuestiones del hombre y no el hombre, es decir, lo que en las cuestiones de dinero y las demás relacionadas con ella está necesariamente ligado con nosotros, con nosotros hombres, o si hay que pensar algo distinto; también respecto a lo que esos días os llamaba la ley de la realidad o de la esistencia, la ley de la esistencia y otras cuestiones también que puedan andar más o menos oscuras. De manera que, para que me habléis lo primero, os voy a plantear alguna cosa que toca a eso de una manera central y que puede ser así:

 esto era una tertulia política, es decir, una tertulia, como desde el principio nos la tomábamos, una tertulia de la gente, de la gente corriente, de la gente común, y por tanto distinta de la política de los políticos. Esto era, por tanto, una tertulia política y deducíamos de alguna manera de eso, sin más, que tenía que ser una tertulia contra la muerte.
Esto es lo que os presento un poco así a bocajarro: del hecho de que se trate de una tertulia de la gente común, una tertulia política, ¿se deduce efectivamente y podemos pasar sin más a darlo por hecho que se trata de una tertulia contra la muerte?  ¿Qué es lo que a cada uno de vosotros, ante esta formulación o reformulación, le choca, o le invita a decirme algo?
Eso es lo que os pido para ver si eso, en mi desánimo, me anima, para seguir adelante planteando los problemas que a eso tocan, una tertulia contra la muerte.

    ¡¿A ver…?!
   
    -Yo creo que sí. No sé muy bien como decirlo, pero yo cuando pensaba en una política de la gente, me parecía que tenían que quedar fuera las personas de cada uno, porque cada persona tiene sus intereses según su edad, según su … pues eso, la [nación] que sea, y en la gente -siempre me salía decir- pues siempre hay niños, siempre hay viejos, siempre hay gente de todas las edades, pero se trata de gente, no… Entonces ahí parecía que la muerte no tocaba, porque gente siempre hay, como si dijeras.

    -A.- La noción de persona parece que, según lo que dice ahora Ana, quedaba escluída cuando se decía gente: era una gente no personal, gente no hecha de personas. Mirad a ver cómo eso se relaciona con el uso de la palabra muerte, y decidme si con eso basta para confirmarnos en que hacemos bien al entender que una tertulia política es una tertulia contra la muerte. Lo normal es que haya dudas, que encontréis grandes tropiezos en eso…

    - Yo así directamente contra la muerte, es decir, con todos sus términos, la palabra, tal como suena, pues directamente se me ocurre que no es directamente, es de una manera mucho más profunda, porque directamente contra la muerte, pues no hay mucho que hacer, y además lo que se haga es darle guerra, es decir constituir algo que realmente es lo que nos constituye; entonces hay otro modo de acercarse, de pelear contra eso de la muerte, contra el miedo…

    .A.- Que no es esta tertulia, que no es esta tertulia.

    -¡No!, ¡no!: déjame que te esplique!
 
    .A.- ...que no es una tertulia política: otro modo que no es una tertulia política.

    - Sí, no: como tertulia política, lo que a mí esto me produce, del enfrentamiento con la muerte, es el “enfrentamiento al miedo”, es decir, al miedo que es lo que de alguna manera… o el olvido: sería una “tertulia del olvido del miedo o del olvido del futuro”. Yo  por ejemplo -hablo personalmente- estoy muy obsesionada con la idea de la muerte desde niña, de todos lo miedos que acompañan al miedo central, que es el miedo de la muerte. A mí la tertulia, lo que me vale, es fundamentalmente de un enfrentamiento a ese miedo por la vía de… en primer lugar de un desprecio, de un olvido y de algo que me produce un resquicio, un resquicio que es de otra índole…

    .A.- Lo has dicho antes un poco más claro. Eres, me parece, para hacerme hablar en esta ocasión en que hoy me encuentro, eres demasiado elocuente, Isabel. Por ese camino no nos vas a hacer hablar ni a mí ni a nadie. Lo que os estaba preguntando era simplemente si una vez más o menos tocado lo que es una tertulia política, que es lo que era esta tertulia, se puede sin más saltar a decir  “es decir, es una política contra la muerte”. Tú has hecho como si supieras lo que quiere decir la palabra, has procedido adelante, le has buscado otras definiciones, otros usos; es decir: lo que no os pido. Os pido que os atengáis a lo que se os dice.

    -Bueno, de una tertulia política que se dice que está contra la muerte, surge algo como que hay que dejarse morir; y a resultas de dejarse morir, resulta que estás contra la muerte dejándote morir. Lo  que parece...

    .A.- ¿Que estás...?
    .- ...que estás contra la muerte, dejándote morir, ¿no? Es algo que sale de esta tertulia, lo de dejarse morir. Y dejándose morir uno está contra la muerte ¿no?: parece algo contradictorio.
    .A.- ¿Pero es lo mismo lo que yo he preguntado de que esta tertulia sea sin más una tertulia contra la muerte que eso que tú dices de no dejarse morir?
    .-No: dejarse, dejarse morir. De la tertulia sale “dejarse morir”, algo como eso.
    .A.- ¿De la tertulia sale dejarse morir?
    .-Y ese dejarse morir resulta que es enfrentar la muerte, o perderle el miedo a la muerte. Y no es un suidicio.
    .A.- ¿Sí? bueno; mirad si por ahí o por otro camino hay…
    .-Yo veo lo de la tertulia política contra la muerte un poco en plantearse la muerte... o sea, como nos la plantea siempre el poder  es la muerte como amenaza ¿no?. Yo no sé si va por ahí... Y  entonces, claro, se trata de desmontar esa amenaza que siempre está ahí como una espada de Damocles, ¿no?, de la muerte futura, de la muerte más presente, o…
    .A.-Sí, eso parece que empieza a deshacer la palabra, por lo menos en dos. Lo habíais recibido de mí como si tuviera un significado claro. Ya se va viendo que no: por un lado se trata evidentemente de eso, la muerte amenazante, futura, que no está aquí, y luego a lo mejor hay otras muertes que pueden entrar en el término...       
    .-El otro día hablábamos del dinero, y veníamos a decir que  ahora se está continuamente hablando de salvar a la cosa, ¿no?, al sistema con una […] Salvar una cosa que ya está muerta, en el fondo, es meter miedo a los que no están muertos, ¿no?.   
    .A.- Eso sería justamente lo contrario: esa tentativa de ir contra la muerte sería lo contrario de lo que dices y se nos pregona de “salvarnos”, el sistema -tú lo has dicho-, el sistema o incluso la banca o la persona o otra clase de persona o... Salvarnos sería esactamente lo contrario -¿no?- que ir contra, que ir contra la muerte  ¿o no?
.-Sí, sí, es justo lo contrario. Por ejemplo... [porque tiene..]
.- Yo pienso que se puede afirmar de algún modo de que hay vida antes de la muerte, y no después; mientras que también hay una forma de pensamiento, dominante, que opina de que hay vida después de la muerte; y de algún modo eso se traduce en actitudes y se traduce en la venta, en lo que nos venden, esto de la muerte futura. Y ahí me quedo.
    .A.- ¿Muerte futura en este caso quiere decir la muerte con que remata la vida, es decir, que viene como el último instante de la vida?, ¿o se trata de una vida futura que viene después de eso?
    .- Se trata de una vida futura que viene después de la muerte.
    .A- Según las doctrinas del antiguo régimen, evidentemente: la muerte que era vida, la muerte que era la vida gozosa o gloriosa o como la llamaran, ¿no? Pero hay que distinguir, claro. Desde luego, una muerte que viene inmediatamente después de la  vida como remate, eso no es de ningún régimen, eso es lo que de ordinario se cree. ¿Quién de vosotros está del todo libre de la creencia de que la vida, el curso de la vida remata en una muerte, que es precisamente además la muerte de uno? ¿Quién de vosotros está del todo libre de esto? No creer en la vida gozosa y gloriosa del antiguo régimen es para nosotros bastante fácil, y nos es muy fácil (ya lo habéis, supongo, visto estos días) gracias a que nos han desarrollado otra forma de paraíso o gloria futura, que es justamente la que consiste en el dinero y a la que se refiere esa salvación a que los medios nos están llamando todos los días; gracias a eso nos es tan fácil no creer en los arcángeles del ultimo día y Jesucristo juzgando al mundo y los buenos gozando para siempre y los malos para siempre condenados; resulta relativamente fácil. Repasemos más en nuestras creencias…
    - Es sólo recordar una nota, que es que... puede parecer un poco contradictorio, pero eso de decir No a la muerte nos venía también por la vía del reconocer que estamos constituidos por ella personalmente; es decir, que se le dice también No de esa manera, reconociendo la constitución pero tan grande que tenemos personalmente hecha por ella.
    .A.-Nuestras vidas: nuestras vidas reconocidas como una muerte.
    - Una muerte siempre futura...
    A.- Siempre futura, organizada...
- personal, pero que por otro lado la llevamos como si nada.
    .A.- Ya. Desde luego, parece que algo político como esta tertulia, es decir, que fuera contra la muerte, tendría por lo menos que pasar por ese análisis, es decir, por el descubrimiento de cómo son nuestras vidas, y cómo y cuánto es la vida que se nos dice que vivimos. Más, sí.
- Creo que, aparte que la muerte que nos constituye, como se decía, igual que la realidad es donde aparecemos, aquí en la tertulia hemos estado contra muchas cosas, contra la realidad, por tanto, contra la pareja, contra la paz, contra la democracia, y parece que todos esos contras, pues eran... la lucha contra eso era  porque eran falsos, estaban muertos de alguna manera, eran como sustitutos de lo que podría ser otra cosa, que era la vida; y entonces la muerte, en ese sentido, es como si resumiera todos ellos: todos tienen en común esa falsedad, esa sustitución que también le aplicamos a la muerte, en este sentido que estoy diciendo ahora, como oposición o como contrario de lo que podría estar vivo o podría ser otra cosa en nuestra vida.
    A.- Se lo aplicará alguno, pero desde luego eso no va con el uso corriente del lenguaje: no es normal que la paz, por ejemplo, la paz prometida se identifique, se la llame “muerte”; es bastante raro más bien encontrar que promesas como ésas, como la paz y la riqueza futura o la [calma] o el dominio o el gobierno o el buen orden, es muy raro que a esas cosas se las llame muerte. Tendría que formar parte de la trama de esta tertulia que se cogiera a la paz, al orden público y esos otros, se les desnudara y se les descubriera como lo que de ordinario no se dice que son, como muerte. ¿Qué os parece de eso?
.-Pues bien. Sí: eso podíamos desarrollarlo, sí.
.-A mí me da por pensar que no nos queremos..., no nos planteamos, o no queremos plantearnos que vamos a morir, sino que vamos a perdurar: creo que éste es un pensamiento de alguna manera bastante generalizado entre la gente común, entre la gente del pueblo también. Estando acostumbrados como estamos a ver cómo desaparecen gentes de nuestro alrededor, ya sean familiares, amigos, etc.
.A.- Entonces ¿en qué quedamos?: ¿nos lo planteamos o no nos lo planteamos?
.- Sí: yo me lo planteo como una injusticia. Me gustaría “más”, por eso todos queremos más; y claro, ¿qué es lo que hacemos ante ella?: no podemos hacer prácticamente nada, políticamente hablando, sino que es un discurso de la naturaleza.
.A.- Ya. ¿Qué os parece: una tertulia política que va contra la muerte estaría tratando de luchar contra esta amenaza que él nos presenta como corriente y vulgar, de que estamos condenados a morir, y que vamos a morir? ¿Estaría contra eso...
-…vulgar, como Machado decía, la paletada cuando cae sobre el ataúd.
.A.-¿Estaría contra esto una tertulia política? Una tertulia política ¿estaría contra eso? ¿o no?.
.- ¡Sí!
.- ¡No!
.- Yo creo que estaría contra el miedo a la muerte, como amenaza.
.A.-¿No contra la muerte?
.-No contra la muerte, sino contra el miedo a la muerte.
.A.- Si es verdad que contra la muerte no podemos hacer nada, …
.-Estoy contra la muerte, pero no se como será mi reacción, mi conciencia en el impás.
.A.-¿Por qué no te preocupa más cómo es ahora, no en el impás, cómo es ahora tu conciencia y tu reacción? Es lo que te estamos diciendo. No te preocupe...
.- Ah pues entonces no hablemos de la… Ya se sabe que es un futuro, un futurible...
.A.- Sí, sí; pero no –vamos-: me parece que es más interesante que cómo te vas a sentir,  lo que vas a pensar en el momento de tu muerte, es más interesante pensar ahora mismo cómo te encuentras y cómo te sientes respecto a esa muerte que tienes establecida y garantizada.
.- Me parece injusta, me parece injusta la vida, porque se muere.
.A.- ¿Porque se muere la vida? ¿Se muere la vida o se muere uno?
.- Me parece injusta la.
.A.-¿Se muere la vida o se muere uno?
.- Porque uno se muere. Y es el gran problema que tenemos, nuestra falacia de individuos: nos creemos individuos.
.A.- Luego volveremos sobre eso. ¿Qué más?
    .-Ha dicho una cosa el compañero que creo que tiene razón, y es que todo el mundo asume la muerte, pero todo el mundo tiene afán de perdurar en la realidad. O sea, todo el mundo asume la muerte pero siempre la asume en el futuro; y por eso en la realidad, a lo mejor, lo que hacemos verdaderamente es luchar siempre contra la muerte, y por eso tiene tanto éxito la profilaxis, el prevenir la muerte, por enfrentarse a la muerte en vez de dejarte morir, que es lo que se oye aquí en la tertulia.
    .A.- Según lo que dices, el hecho de que la tertulia política estuviera contra la muerte sería lo mismo que hacer lo que hacemos todos los días de todas maneras.
    .- No, no, porque no es lo mismo dejarse morir que luchar contra la muerte.
    .A.-¿Cómo?
    .- No es lo mismo dejarse morir que luchar contra la muerte.
    .A.- No, parece que no es lo mismo; pero aclárate entonces…
    .- ¡Hombre!, luchar contra la muerte implica una creencia en el futuro, y por eso tiene tanto éxito la profilaxis como he dicho, ¿no?  y el prepararse para que no me… me vacuno y me lavo los dientes y no sé cuántas cosas, para que no me invadan los gérmenes y no acaben conmigo.
    .A.-Bueno, pero la palabra muerte en los dos sitios ya significa dos cosas distintas, ¿no? Como siempre, hemos venido ya, hasta ahora, tratando de descubrir en qué dos sentidos o tres se emplea la palabra.
    .-Lo que pienso no sé si es político o no, pero vamos: lo que me surge es, cada día: si no pienso en la muerte, tengo que pensar en la muerte, y cuando pienso en la muerte, tengo que huir del pensamiento de la muerte. Es un contínuo...
.A.-Sí, eso coincide con lo que él y algún otro ha descrito, pero aquí lo que se estaba discutiendo es si una rebelión, una tertulia que se llama política y, en ese sentido, común, quiere decir sin más algo que va contra la muerte. Es lo que se estaba… Y si no nos distraemos, mejor.
Isa.- No: es que hay dos caminos que uno sería el de tener siempre presente lo de la constitución de la muerte, como muy bien ha dicho Álvaro (y contra eso está lo del “velad” que dice don Antonio Machado, “velad” despiertos, estad despiertos contra esa que se cuela, una muerte que se cuela para no dejarnos vivir, una muerte, ésa futura, que se cuela aquí y ahora, en este momento, ¡vamos!, en cualquiera, en cuanto te descuidas), y luego está la otra,  que es la que a mí me parece que quizás sería más eficaz, que sería “el olvido”, el olvido. ¿Por dónde, por qué camino el olvido?, porque ése de la pelea constante de la vigilancia, del sueño vigilado, de la muerte vigilada, como constitutiva, y por lo tanto que hay que estar desmontando la idea ésta que se cuela, es una… tiene un riesgo, tiene un peligro…
-A.- Algunos de los que no tiraban por ahí, te han dicho simplemente que “quiero olvidarme, borrarlo y no puedo”, y te lo han dicho sin partir de tertulia política ni nada. De manera que vamos a no distraernos demasiao. ¡Más por favor!
- No sé, yo no... Bueno, voy a hablar un poco por mí: es que a mí me pasa que el nombre éste de “muerte” no lo tolero casi de ninguna manera; me cuesta tanto vivir con él que me es casi imposible, y en ese sentido yo pediría… no sé: me parece que una negación, o negarse, algo que hiciese la gente contra la muerte sería sobre todo no admitirla ni siquiera como nombre, es decir que te  aparezca como una cosa que se pretende que se sabe, como un nombre, como los otros nombres. No sé. Es que ¡vamos...
.A.- No! El no admitirla, una de las maneras de no admitirla, es reconocer que no sabemos lo que es, y que cuando empleamos la palabra, la empleamos con sentidos que no casan entre sí: ésa es una de las maneras ¿no? –supongo- de no aceptar el uso habitual del término.
.- Sí, porque convertirlo en tabú tampoco ayuda.
.A.- Decir “prohibido no sólo recordarlo sino nombrarlo”, no: no parece que ayudara mucho.
.- Yo creo que hay dos cosas ¿no?: la muerte como estamos hablando en la acepción política de desmontar esa amenaza, esa muerte como futurible, y luego está cómo se toma una la muerte personal, la muerte del que se muere, de tu padre o tu madre que se mueren al lao. Yo, personalmente, para mí la muerte me ha enseñao muchas cosas: que toda la familia se me ha muerto, y yo, cada vez que se moría uno, más ganas tenía de vivir la vida intensamente como si en cada momento se estuviera terminando, como si me estuviera muriendo en cada momento. O sea, a mí me parece eso interesante. Ahora, me parece muy interesante lo que tú has dicho de desmontarlo, o sea de la tertulia política contra la muerte.
.A.- ¿Estáis de acuerdo con eso de que en todo caso tendría que separarse la cuestión de la muerte personal y de los parientes que van cayendo, de la cuestión que se ha dicho de la muerte en general, especialmente, como se ha sugerido, la muerte siempre futura? ¿Habría que separarlos?, ¿son distintos fenómenos? Yo creo  que por lo menos algo tienen que tener que ver entre sí, ¿no?; yo no diría que esas cosas que nos pasan cuando se nos mueren los hermanos o los padres o los tíos, no tienen nada que ver con la cuestión que aquí estoy planteando; no lo diría, que no tiene nada que ver; algo por lo menos tiene que ver…
.- Yo no decía que no tuvieran nada que ver, sino que estábamos planteando esas dos cuestiones, que son complementarias...
A.- Sí, sí. Bueno, estabas diciendo que no tenían nada que ver. No te... Estabas diciendo que no tenían nada que ver, que eran dos cuestiones.
- Es que yo no veo la diferencia: quiero decir que la muerte como amenaza es la muerte como amenaza de muerte personal de cada uno, cada uno estamos amenazados personalmente de muerte, y las muertes ajenas, vienen a confirmarnos esa amenaza, vienen a recordarnos que nos vamos a morir, y por eso a veces se reacciona de esa manera, como “tengo la muerte delante; esto me lo recuerda;   voy a  intentar aprovechar lo más que pueda antes de que venga la muerte”. O sea que lo veo que todo tiene que ver con esa amenaza que tú decías, con eso de que todos sabemos, cada uno sabe que se va a morir y eso es la base sobre la que se asienta el régimen.
Barullo
.A.- Hay que añadir que tiene que ver, pero efectivamente pero de una manera bastante torpe; porque la verdad es que lo más corriente es que se divida, en el sentido en que ella decía: que a lo mejor se viene a una tertulia que, vaya usté a saber por qué, se llama una tertulia contra la muerte y se lo pasa un rato de tertulia…. y luego está el momento de ir a dar el pésame por la tía que murió anteayer. La verdad es que lo uno debía estar recordándonos lo otro de una manera viva, y no digamos la amenaza de la propia muerte, pero lo hace… mal: tiene que ver, nos lo recuerda de una manera muy torcida, parece, o algo así.
- Lo interesante también es el momento en... cuando uno se enfrenta de modo digamos casi alegórico con la muerte desnuda, como el caballero del séptimo sello, que juega al ajedrez con la muerte, y hace como una especie de juego de movimientos, y ese encuentro con la muerte va jalonado… bueno, diríamos que es como el hito que resume esquemáticamente todos los avatares del suceder histórico, de la vida de este hombre en la película ¿no? Pero de vez en cuando aparece la muerte desnuda vestida de negro, que se pone con el tablero a jugar con él; y esto es muy interesante, porque este movimiento es el se nos da a nosotros…
.A.- Y todavía sucede que la película se corta y que aparece la muerte, “Isabelita” misma, que ni es el caballero, ni es el caballero ni es la otra, ni nada. Bueno, ¡fuera películas ya! Venga, más, que ya con la esperiencia cotidiana tenemos bastante para alimentar estos…
.- Yo creo, Agustín, que estamos diciendo que aprendemos o que al ver la muerte de alguno de los que nos rodean, parece que queremos vivir, o vivir más intensamente: a mí me parece que eso no va por ahí, porque, con la cantidad de muertos que hay, los que estamos vivos tendríamos que vivir pegando botes de alegría y tal. Tendríamos suficientes motivos...
.A.- Sí, desde luego es evidente que no ayuda mucho a las ansias de vivir, y desde luego mucho menos, como muchos filosofantes y poetas han pretendido, a las ansias de vivir “bien”; pero también es verdad que no ayuda para nada a aquello que decíamos antes de volverse a entender y a sentir el problema de la propia muerte futura de uno: tampoco ayuda. Evidentemente todos los parientes que se me han muerto, habré tenido alguna conmoción de vez en cuando en su día, pero empujarme a pensar más de veras en la mía, no, o casi no.
.- Yo creo que un inconveniente es que sabemos demasiado de la muerte. Y eso de saber tanto nos impide pues eso, lo primero estar en contra. ¿Cómo se está en contra de la muerte? Pues desaprendiendo o no sabiendo.
.A.- Eso es: sabemos demasiado, y lo que sabemos, ya sabéis qué es: lo que se refiere a esta muerte que es la que nunca está aquí, la futura. ¡Sabemos demasiado! Las noticias que me llegaban estos días es de que la cosa había girado en gran parte sobre el dinero, y desde luego si el sentido de una rebelión contra el dinero es algo relativamente claro, ahí en ese trance parece que  dinero y muerte se convierten en lo mismo, justamente por la condición futura. Sabemos demasiado de futuro, es decir: sabemos demasiado de todas las cosas que los medios nos cuentan respecto a lo que va a pasar con roturas de bancas, con eso, y sabemos también demasiado  respecto a la muerte de uno. ¿Es verdad o mentira? Hemos dicho antes que el no creer en las cosas del antiguo régimen es relativamente fácil, pero no creer en la persona de uno, no creer en la persona de uno, que es como si dijéramos su capital, que está constituída por eso, dejar de creer en eso es bastante más difícil que dejar de creer… ¿O no?, ¿o no es, efectivamente, difícil dejar de creer en la persona de uno, que es de alguna manera su capital, su futuro, la persona de uno, que es su futuro, su capital? Si fuera fácil dejar de creer en eso, yo creo que la propuesta de la tertulia política ni siquiera tendría sentido. Solamente si es algo muy difícil…
.- ¡Muy difícil!
A.-… tiene sentido lo de esta pretensión de desengañarse de ese saber, de esa creencia. O bien, ¿qué decís?, ¿qué se os ocurre?
.- Una cosa: ¿creemos cosas de la muerte o sabemos? Porque me da la impresión que la gente tiene su propia idea de la muerte, cree, pero en realidad ¿sabe?, ¿sabemos sobre la muerte?
.A.- Todo lo que te cuentan.   
.- Sabemos que un ser pues que te abandona y que no lo  vas a ver más en esta vida; pero no tenemos ni idea de lo que nos va a pasar cuando nos morimos.
.A.- No, no...
.- Yo creo que hay muchas clases de muerte: el miedo a la muerte es una clase de muerte, yo creo que morimos todos los días cuando… cuando nos desconectamos de las cosas, de la vida...
.A.- Ésa es la que está inmediata. ¿No te parece que ésa es la que tenemos primera, la  que no esta aquí, la futura, la de uno?
.- ¿La futura? No: yo digo la de todos los días. Por ejemplo, el miedo a la muerte es una clase de muerte.
    .A.- Es la de todos los días porque es la de uno, y porque la muerte futura de uno es su propia persona, que es lo que estaba tratando de recordar ahora: es su persona, es su capital, la propia muerte, la que va a venir. Pero por lo demás, saber, saber, las bibliotecas están llenas, los periódicos: te contarán biólogos, sicólogos, teólogos, te contarán montones de las cosas que es la muerte y las que no es, empezando por eso, por los biólogos, que por algo tienen...
    .- Desde el punto de vista científico, parece que se ha demostrado que existen unas “hormonas de la muerte”.
    -A.- ¿Que hay una...?
-Sí, sí: que hay hormonas de la muerte que se activan en determinados momentos de la vida
    .A.- Hasta eso! No me estraña. No tenía noticia, pero me lo trago: hasta eso se cree. Se habrán demostrado las hormonas de la muerte.
(Barullo)
    .A.- ¿Qué más?
.-En los últimos años, Agustín, en los úlimos años, es verdad,  bueno, es verdad… que del dinero es de lo que más se habla, de lo que más se sabe. Yo por lo menos estoy aprendiendo del dinero más que en toda mi… no sabía tanto, ni me preocupaba tanto. Y sin embargo, parece que va a peor.
    .- ¡claro!
    A.-Que va a peor ¿en qué sentido?
.-En el sentido de la realidad, en el sentido de que...
.A.- ¿En el sentido que lo dicen los medios cuando se ponen pesimistas o en otro sentido?
.-En ese sentido, sí. Lo que quiero decir es que hay como un... no sé si contrasentido o que es así: cuanto más se sabe, parece que aquello de que más se habla o más se sabe es aquello que está... pues  peor. No sé cómo decirlo, de otra manera no sé decirlo.
    .A.- Es que lo de peor implica eso. No, yo desde luego acepto bien que se haga este intermedio acerca del dinero, porque pienso que aunque no dé tiempo hoy a recordarlo bien, están íntimamente relacionados. La situación actual de los medios y de la fe en la banca y en las finanzas me parece que es interesante. Por eso me he metido con ella varias veces, hasta una vez salí en el País con un artículo mostrando cómo todas estas tácticas de recorte y ahorro que nos predicaban en estos días eran nada más que una vuelta atrás al antiguo régimen en que había que había que apretarse los cinturones, lo cual quiere decir que era un fracaso del régimen inmediato anterior, que era el del bienestar, donde la táctica era el despilfarro: cuanto más dinero se mueva, mejor. Esa táctica la habéis  vivido conmigo de pequeños muchos de vosotros; ése era el régimen del bienestar; y por tanto, en efecto, lo que estos días estáis viviendo es un fracaso declarado y una vuelta  a tácticas como las del ahorro, las de apretarse los cinturones, que eran de tiempos de mis abuelos, o poco menos. De manera que en este sentido yo podría tomar tu término y decir “va mal” no en el sentido del pesimismo de los periódicos, sino en el sentido de que efectivamente esta vuelta del dinero sobre sí mismo es una declaración de fracaso, y difícilmente va a poder salir ni estado ni banca ninguna bien de un sistema en el que al mismo tiempo se compaginan las viejas tácticas de pagar deuditas, hacer recortes, hacer pequeñas deudas, con la pervivencia –que ésa tiene que seguir- del régimen del bienestar, en el que lo esencial es mover dinero, y por tanto querría decir hacer compatible el ahorro con el despilfarro. Como paréntesis
    Vamos a tener que cerrar, pero os quiero recordar que cuando traía esto de la muerte es porque daba por supuesto que estos días pasados de mi ausencia tenía, quieras que no, que haber salido,  cuando se trataba por ejemplo del Hombre (el Hombre, la Humanidad, ese ente del que aquí hemos, hace mucho tiempo, renegado fervientemente) y se trataba de ver si efectivamente la entrada del reino de la muerte futura en la realidad es, como a veces hemos dicho, una cosa del hombre, la trae el hombre consigo, o si antes de la muerte futura que el hombre trae consigo, había que tratar de alguna forma de advertencia o aviso de muerte que dominara en ciertas capas de la realidad constituida. Todo mi intento era que se distinguieran capas en la realidad y en lo del hombre. Efectivamente puede que lo que os llamaba la ley de la existencia implique ya una forma de muerte, por ejemplo visible en los animales, pero que no es la muerte de verdad, la siempre futura, que ésa ya la trae el hombre consigo. Este intento de colocar o descolocar al hombre estaba entre mis intentos de los días anteriores. Otro era la cuestión de la masa. Efectivamente es fácil descubrir que las unas se comen a las otras: como Lucrecio decía de rerum natura, no puede crear cosa ninguna si no es gracias a la muerte de otra: ésa es la ley, la ley de natura. Eso quiere decir como que la  ley de la muerte, la ley, se está imponiendo a costa de una cierta masa de vida. ¿Hay vida? Tendríamos que preguntarle “¿hay vida?, ¿hay algo que se pueda llamar una masa de vida de la cual la muerte, la ley, se va alimentando?” Ésta es otra cuestión que os propongo: ¿hay algo que lejanamente pueda llamarse una masa de vida, a costa de la cual las leyes en general, la ley de la muerte en primer lugar, se va estableciendo? Porque ahí tenéis que la pregunta de decir “¿cuando se acabe todo ...?” o por ejemplo respecto a mí mismo “¿cuando se me acabe todo ...?” queriendo decir, o para mí o para el mundo, “el hilo, la masa de vida, cuando se acabe todo, entonces ¿qué?” Porque pensad que si os planteáis, en vez de como lo hacéis de ordinario, el problema de vuestra muerte, de la muerte de cada uno, de esta manera, “se le acaba a uno todo, ya no hay masa, ya no hay hilo”, entonces os daréis cuenta de que, efectivamente, uno era nada; lo cual por otra parte no podía ser, volviendo sobre los principios, porque no es posible que no haya nada; pero en ese caso mi muerte me estaría descubriendo que no era nada, o, dicho del revés, que eso me descubre que no podía ser verdad que yo era uno, porque aquí hemos rozado, pero sólo rozado, la cuestión de Uno junto a la del Hombre.
    Bueno, esto era un recordatorio, algunas de las cuestiones que en mi deseo tenían que haber ido surgiendo los días pasados, y que si puede ser deberán surgir los que viene, por lo menos si hay algo de verdad en eso de que esta tertulia política es contra la muerte, en el sentido de la muerte futura. Éstos eran. De manera que, nos sigamos viendo más o menos, mucho o poco, hasta otro día que sigamos con ello, ¡SALUD!