27.08.2014

Tertulia Política número 350 (12 de Septiembre de 2012)
Tertulia Política número 350 (12 de Septiembre de 2012)
 
Agustín García Calvo
 
Ateneo de Madrid

 
 
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TRANSCRIPCIÓN:
 
Vamos a ver cómo me ayudáis a que nos “desprendamos” -digamos-, de una vez,  de todas las dificultades con que puedan haber tropezado estos últimos descubrimientos con los que tratamos de contrariar las ideas reinantes acerca de lo que es realidad, lo que es realidad humana, y lo que es “Hombre”, lo que es razón, lo que es lo contrario...............
 
A ver si me ayudáis un poco a esto.  No me estraña que a muchos de vosotros, a algunos, os hayan estrañado algunas de las conclusiones con que veníamos a parar a propósito de estos descubrimientos: por ejemplo es algo raro ya el venir a aceptar que una chaqueta es del mismo orden que el sueño que acaba de tener un niño, y que le ha hecho llorar, por ejemplo; por no hablar de que las ondas puedan ser lo mismo que las peñas, que eso ya queda muy atrasado, al menos sobre todo desde que Einstein encontró la fórmula por la cual energía y masa vienen a reducirse a lo mismo; un poco más allá están los sueños que hacen llorar, los sueños que hacen reír, las ocurrencias, los pensamientos, los razonamientos que se convierten en teorías, o al menos en ideas, y entonces, ¿cuáles son los inconvenientes con que podríais haber tropezado para asomaros a reconocer que todo eso son cosas, que es a lo que venimos a parar?
 
Al mismo tiempo tenemos que librarnos de las estrañezas que os pueda haber producido igualmente la presencia de esto que nos queda de “el Hombre”, porque hace ya mucho tiempo que hemos reconocido que para que algo se pudiera hacer que no fuera hacer lo que ya está hecho en una tertulia política como ésta, lo primero era librarse del Hombre, es decir, librarse de eso que tanto en la vida corriente como en los gobiernos como en la Ciencia sitúa al Hombre, n o s  sitúa, a este tipo de criaturas que somos, en una situación enteramente especial: en Ciencia es el Observador, en Filosofía es el Sujeto, y tantas otras cosas que a lo largo de los siglos se han venido diciendo acerca de esto.  Habíamos llegado a reconocer el estorbo insuperable que es esta situación del Hombre en el mundo, entre las cosas, para poder llegar a entender, y por tanto a destruir, algo de lo que sobre esas ideas está fundado, en las que trata de asentarse.  
 
No se trata sólo de una actitud teórica o científica: efectivamente, si os fijáis bien por un momento cada uno en lo que le pasa a sí mismo y a sus alrededores, tenéis que reconocer una vez más que cualquier cosa que sea, entra por, se percibe por, a través de mí, y de ninguna otra manera: todo esto a lo que generalmente se llama realidad solamente tiene alguna forma de existencia, que es lo mismo que realidad, en cuanto es con respecto a mí, que la veo, que la percibo, que me entra, que me viene.  De esta manera, esta necesidad humana de creer en mi muerte-siempre-futura, es decir, creer en el futuro, mantener esta fe que el Poder y la Ciencia y cualesquiera otras istancias necesitan, nos impide de verdad sentir el mundo, porque el hecho mismo de que sea a través de mí ya lo coloca en una situación más que sospechosa; de manera que es de estas creencias, con las que habéis venido aquí esta noche sin duda todavía en buena parte, de la que os pido ayuda para librarnos lo más pronto posible, y que me digáis ahora mismo, enseguida, en cuanto os deje pasar la voz, qué dificultades encontráis tanto en lo uno como en lo otro.  En cuanto a lo primero, recordad el reconocimiento de la condición de cosa por encima de cualesquiera nombres, cualesquiera ideas de las cosas; que va con los números, como recordáis, porque la realidad, esta especie de mundo moderno que nos hemos creado y en el que existimos -no nos atrevamos a decir ‘vivimos’-, está hecho justamente y a la vez por la entrada, desde el cerco superior, de cuantificadores que tratan de ser esactos, algo más esactos, más esactos cada vez, y al mismo tiempo por los significados que cada una de las lenguas de Babel tenga que usar para aplicarse a ello.
 
Aquí por ejemplo me adelanto, para lo que ha de venir esta noche, a haceros volver la atención sobre “2”, y sobre “uno y otro”: si ahora yo os dijera “poneos a borrar todo; borrad todos los unos y los doses de las cosas existentes, incluidos vosotros mismos, haced desaparecer todo eso”, ¿qué sería lo último que quedara de “2”?  O del revés: ¿qué sería lo primero que tendría que volver a aparecer?  No sé si lo digo lo bastante claro, si lo pregunto lo bastante claro: puestos en esa actitud destructiva, borradora, ¿qué sería lo último que quedaría que todavía pretendiera ser “2”?  ¿Cuál sería lo primero que volvería a aparecer?  No van a ser desde luego los animales de un sexo y de otro, no van a ser los cometas por oposición a los planetas siquiera, no van a ser dualidades de este tipo a las que estamos acostumbrados.  ¿Cuál es la más elemental?  ¿Cuál es la primera?  ¿Quién me quiere decir algo?  Esto tiene que ver con la primera estrañeza que he sacado aquí de que un sueño que hace llorar sea lo mismo que una chaqueta; tiene que ver, aunque parezca que no, de manera que adelante.
 
-Podría ser “yo y lo otro”, yo y lo otro que no soy yo.
 
-¿Alguien más quiere acompañar?  ¿Modificar?
 
-Sería “tú y yo”.
 
-¿Tú y yo sería lo más elemental?
 
-Lo que existe y no.
 
-Lo que existe y lo que no existe, en el sentido que solemos decir aquí “existe” como el verbo que corresponde a realidad, a existencia.  Hay alguna razón, porque aquí ya hace unos pocos años que hemos descubierto (y ha sido uno de los descubrimientos más  g u i a d o r e s)  que la realidad no es todo lo que hay: estarían por un lado las cosas que hay, pero no son reales, como por ejemplo.................
 
-................................
 
-¡Vamos!
 
-Yo en cuanto que estoy hablando.
 
-Yo, en cuanto que estoy hablando.  Y hay muchas más cosas que las hay, innegablemente, están ahí, pero que no son reales, ¿no?  También los puros ideales, los puros números, pero está muy bien fijarse en el que tú has sacado, “yo, en cuanto que estoy hablando”.  Nos acercamos a lo más elemental, que todavía pretendería -mal, equivocadamente- llamarse “2”.
 
-Lo que habla y de lo que se habla.
 
-Lo que habla y de lo que se habla. Así.  Efectivamente, éste es un “2” que ninguna matemática podría aceptar, porque está por debajo de todas, pero que por otra parte es inegable, ya que de ninguna manera podemos pretender que el que está hablando sea lo mismo de lo que está hablando y se acabó, o que aquello de lo que está hablando uno sea efectivamente lo que está hablando.  ¿O sí?  ¿O hay algún motivo para corregir estas formulaciones?
 
-............................
 
-¡Venga!  Un poco más.
 
-Pero nosotros aquí hablamos de lo que habla; sin nombrarlo, porque es innombrable, pero hablamos de lo que habla. 
 
-Bueno, nombrable, es nombrable, porque por ejemplo decimos “una de las lenguas de Babel”, que efectivamente es un istrumento de hablar; y ya hemos dicho, por perífrasis, “yo cuando estoy hablando”, que es también una manera de decirlo.   ¿Qué más?
 
-El que habla puede ser el llanto del niño, y lo que se dice puede ser, de una manera u otra.........
 
-...........la chaqueta del padre; es decir, que estás reconociendo que ahí ves una gran diferencia entre un sueño que el niño tiene, y que puede estar hablando, y la chaqueta del padre, de la que parece que estás diciendo que ésa no habla de ninguna manera.  Pero ¿qué os sugiere esto a los que estáis acostumbrados a la tertulia, lo de “la chaqueta del padre no habla de ninguna manera”?  Aquí está el ataque al Hombre del que se trataba: las cosas.........................
 
-Hablan.
 
-¡Hablan!  Las cosas hablan, cualesquiera, y el hecho de que unas hablen en el idioma propio de esas cosas y de cosas, y entre ellas nosotros hablemos en otro tipo de lengua, no tiene por qué echarnos para atrás para nada.  Ésta es la manera de salirnos de cualquier Humanismo, de cualquier partetería humanística.  El encuentro de cosa con cosa, incluso hasta los choques imaginados para los átomos por los antiguos, la comunicación de energía (puesto que hemos descubierto que viene a ser lo mismo que la masa), cualquiera de esas cosas son efectivamente, no ya solo manifestaciones de cada cosa, que además no sabemos hasta qué punto es cada, cada una, sino que al mismo tiempo es comunicación, encuentro, lengua, en el sentido más amplio; y por tanto, tomado del revés, no cabe duda de que también este tipo especial de lengua que es la nuestra viene a consistir en encuentro, choque, comunicación o intento de comunicación, de cosas que no son comunes de por sí, pero que tratan de serlo en cualquier conversación, lo mismo que en cualquier choque de cosas.
 
-Yo tengo una pregunta: que respecto a esto de la historia de la chaqueta y del llanto del niño, de alguna manera estaba pensando que lo único que hablan son las cosas, si nos atenemos por ejemplo a este imaginario que se produce en cuanto el padre ve el kimono del niño muerto..........
 
-¡Vale, vale!  Vamos a dejar la Literatura.  Dejamos la Literatura, con la poesía incluida, no nos distraemos.  
 
-Es que tengo que acabar de contar la historia.
 
-Es que no interesa.  Es que distrae, es que no interesa.  Es la poesía de un haiku famoso, del kimono del niño colgado y todo eso, y distrae.  Aquí se trata de reconocer............
 
-Lo de las mangas del kimono, porque el padre no llora, no puede llorar, hasta que no ve las mangas del kimono, con las que habla, y esto es lo que produce la posibilidad de que la cosa haga hablar a lo que te queda de esas cosas.
 
-Intentemos reconocer así, en general, sin distraernos, que las cosas hablan y nuestro hablar es un tipo que tendría que intentar reducirse al de las cosas; tendríamos que tomarnos más en serio que la poesía () eso mismo, hablar de las cosas, es una de las cosas que dicen.  A cualquiera que estuviera un poco despierto no le haría falta que se tratara precisamente del kimono de un niño recientemente muerto: no, eso es, como todo el mundo reconoce, demasiado humano todavía: cualquiera que estuviera un poco despierto tendría que sentir, y percibir el sentimiento, en cualesquiera de las comunicaciones entre las cosas, porque estamos aquí justamente librándonos de los hombres.  Por si hacía falta aclararlo.  Las cosas hablan, no se sabe cómo, cada cuál a su manera, y nosotros, lo mismo que no entendemos casi nada de las otras lenguas de Babel humanas, entendemos menos todavía de las otras lenguas de las cosas, pero eso no quita, no quita para nada.  Generalmente estamos efectivamente a contentarnos tanto con sentimientos como con teorías que son nuestros, que son los humanos, y naturalmente así no hay tertulia política que valga, así no derribamos ni se derribará nunca el Poder, mientras siga reinando de esa manera lo humano sobre todo lo demás, sobre todas las demás cosas cualesquiera.  ¿Qué más se os iba ocurriendo por ahí?
 
-A propósito de que las cosas, cada una, habla a su manera, se me ocurre que entonces los dialectos de cada cosa pueden penetrar en los dialectos de otra cosa.
 
-Así es, y si sucede hasta con las lenguas humanas, que están todo lo más acondicionadas que pueden para que no suceda, para que no se confundan, ¿cómo no va a suceder con la manera de hablar de las cosas, que no está sujeta a código semejante?: naturalmente, pueden entrar unos en otros, confundirse, fundirse en uno, unos con otros.......................  Pero no olvidéis que, cuando aquí se está haciendo una tertulia contra el Poder y se reconoce que el Poder se llama en nuestros días sobre todo “Dinero” y que Dinero quiere decir la muerte de las cosas (porque todas pretenden haber quedado reducidas al mismo idioma: sólo el Dinero habla, y habla naturalmente como los entes ideales hablan: habla por cifras, con todos los líos que la Economía se trae), cuando se ha llegado a este estremo, no podemos andar perdiendo mucho tiempo en el ataque: tenemos que reconocer que las lenguas hablan, confundiéndose unas con otras, entrando sugerencias de las unas en las otras, entre ellas nosotros, que somos también cosas, y todo eso, pero que de ninguna manera eso las reduce al Dinero, al idioma dominante, que viene a ser Dios, que viene a ser el Hombre, y que es justamente contra el cual estamos aquí tratando......de dejarnos hablar, no como hombres, no como hombrecitos y mujercitas, sino dejándonos hablar de corazón, es decir, imitando de alguna manera a las cosas, dejando que lo que en nosotros quede de cosas hable.  Generalmente no es la situación: las tenemos muertas: nuestras cosas están convertidas en palabritas, sometidas a su idioma, incluidos los sentimientos, los sentimientos amorosos, familiares, que tienen su nombre, y que valen justamente porque tienen su nombre; es decir, lo mismo que las cosas, que se pretende que valen porque tienen su precio, tienen su dinero, y naturalmente esto es todo lo contrario de lo que aquí estamos intentando, que es librarnos, librarnos de eso, y así sentir lo que queda.  Pero algo más tal vez se os iba ocurriendo, antes de que pase a otra cosa.
 
-Respecto a esto de las cosas, yo quería decir que cuando un niño se encuentra de repente con cosas definidas semánticamente, por ejemplo “cuchara”, o un carnicero se encuentra con que tiene que descuartizar un buey, ahí sucede un fenómeno curioso, que es el que va a hacer una especie de unión o de fusión que rompe la dualidad o separación radical entre hombre y cosa, como por ejemplo cuando el carnicero quiere descuartizar el buey y coge el cuchillo, la actividad de desbrozar y buscar los tendones, es decir, el oficio de carnicero, o el niño coger la cuchara bien y no derramarse la comida, en el momento en que existe el uso o función de la cosa, la cosa termina con la dualidad hombre/cosa, y eso es interesante, porque es la cosa ahí la que va gobernando......
 
-Lo siento, Isabel, basta; he entendido muy poco, y me parece que los demás no me han adelantao mucho, pero en cambio voy a aprovechar la entrada para recordaros a lo que iba, que es algo que ya el otro día os planteaba, y que no se refería a carniceros ni a descuartizamientos, ni se refería a niños vivos ni a pelotas; muchos de vosotros os acordáis de a qué se refería: ¿cuál era la pregunta con que os dejé el otro día?  ¿Hay alguien que se acuerde de cuál fue ésa primera cuestión con la que os dejé los últimos minutos, y que era una cuestión humana?
 
-Pues yo creo que lo que dice Isabel es muy interesante, porque introduce el hombre y la cosa, esa relación de deseo y de violencia, que además yo creo que lo del carnicero no es una cosa baladí, porque entronca con el tema del sacrificio, y podríamos hablar de la religión dionisiaca, y es justamente en lo dionisiaco donde encontramos esa relación del hombre y de la cosa, el hombre que se funde................
 
-Pues gracias en nombre de Isabel, y, desde luego, no, la tertulia política no va por ahí.  He hablado de dinero, la muerte de las cosas, y distraerse con el engañito de bueyes, desde luego, cuando se está haciendo política, no es ni mucho menos aconsejable. No, no es por ahí por donde hay que tirar.  ¿Qué es lo que os había planteado el otro día como una especie de  e j e m p l o  que era humano, que tocaba a todo esto?
 
-............................
 
-¡Venga!  Fue a última hora.
 
-Una mujer embarazada y el aborto.
 
-¡Eso!  Recuérdalo, porque parece que han sido muy pocos los que se acordaban de esto.  Estamos volviendo por este camino a la cuestión del “2”, y del “2” contra “1”.  ¿Cómo era?  Recuérdaselo.
 
-Pues eso, que la mujer se encuentra en la tesitura de si son dos o uno, y que si se hace desaparecer al que se llama “dos”, lo mismo ocurre, se encuentra sin uno, al desaparecer el dos.
 
-¿Alguien recuerda más datos, un poco más de datos?
 
-Que estaba preñada y había llegado a nombrar al niño, que ya lo llamaba “niño”, y entonces parece que tenía la duda de si era ella sola o si, al tener al niño consigo, no podía ser una.
 
-¿Algún dato más?  Era muy tarde, el otro día.
 
-Que si abortaba se quedaba sola.
 
-Era una chica de quince años, y la traía porque era mi actual lectura de una novela de una norteamericana, Julia Greeen, que es la que lo cuenta en “Blue moon”, en la novela ésa de “Luna Azul”.  Se encuentra preñada con un novio de su mismo curso en el Istituto, una cosa muy inocente y muy deleitosa, y en cuanto se queda preñada, pues claro, ya las sabidurías humanas caen sobre ella todas, las de la Medicina: tiene un manual de preñez para leérselo, tiene la esperiencia que los Medios le comunican, y le hablan de que cuando llega a las seis semanas o siete aquello tiene ya una forma, es ya humano, empieza a tener hasta unos muñoncitos que amenazan con ser brazos y piernas alguna vez, y ésta, que no debe de ser el caso general, pues naturalmente lo empieza a sentir enseguida así: enseguida, no sólo es que le coja cariño al Baby, al bebé, que ya es un bebé, sino que a lo largo de todas las idas y venidas de la novela, pues se refiere a él con cariño (“my little bean”, es decir, “mi alubita”, “mi frejolito”, llamándolo así, y todo el tiempo de esa manera), y las dudas a que ella queda sometida de tomar una decisión o la contraria, naturalmente están jugando con la relación con el Baby:  ¿son dos, o son uno?   Para los casos normales, no hay la menor duda: no hay más que una, que es la preñada, y lo otro es un accidente que le ha sucedido.  Lo notable de este asunto es cuando se produce una equiparación, por lo menos a medias, un intento de equiparación, de manera que haya que reconocer que son dos; dos en una, si se quiere decir, pero que son dos: ¿cómo puede ser semejante cosa?, ¿cómo puede darse algo como eso de que sean dos en una?  Siento tener para esta consulta que acudir sólo a una mitad de los asistentes; es una injusticia, una desigualdad, eso de que los de este sexo no podamos aportar nada un poco más de dentro, pero os pregunto a las demás, a las mujeres, es decir, os pido reacciones frente a este cuento; y como inevitablemente algunas de vosotras han pasado por el trance del embarazo y tal vez incluso el del aborto o no aborto, pues es ahí donde van mis peticiones: ¿cuál es vuestra reacción cuando me oís referir semejante novelita,  y lo que la novela a su vez refiere?   Eso es lo que os pido.  ¿Qué recordáis, las que lo hayan pasado, de sus propias reacciones, sentimentales, teóricas, aritméticas...........?
 
-Pues que es una reacción muy femenina, pero eso de que haya uno dentro de otro a mí no me parece un problema muy grave ()  
 
-Eso de por sí no tiene mucho misterio, pero por eso estoy tratando de acudir a las que hayan pasado algo semejante y se hayan encontrado con alguna dificultad para la  i d e n t i f i c a c i ó n.  Con este caso os estoy llamando a lo que empezó hace unas semanas, aquí, en la tertulia, cuando hablábamos de “identidad”, “identificación”, y demás, y cuando veníamos a parar al problema de “identidad con otro” (de lo cual se habla mucho más de la cuenta, sin duda), o “identidad consigo mismo”, de lo cuál tal vez no se hace más que filosofar.  Sí.
 
-Que si alguien se queda embarazada y no le cuentan que se queda embarazada, ni sabe lo que va a pasar, ni lo que le ha pasado, ni lo que está pasando, no creo que identifique su pequeña judiíta, ni su alubita, ni nada, tiene que saber lo que va a pasar después de alguna forma, para ponerle nombre, y para..............
 
-A lo mejor te entiendo mal: ¿quieres decir que la actitud normal es la de tratar al feto como feto?  ¿No?  Pues entonces esplícate mejor, porque entonces entendía yo mal.  Se entera de que está preñada, en tu hipótesis.  ¿Sí, o no?
 
-No, la hipótesis es que no se entera de que está preñada, y que si no se lo hubiesen contado lo que le está pasando, lo que le va a pasar, pues que no le pondría nombre a eso.
 
-¿Cómo?  ¿Qué me dices?  O sea, que si le dicen que se llama “feto” en la lengua de los adultos, y que incluso se lo esplican con un análisis y le esplican dónde está, ¿sólo así es cuando le coge cariño?
 
-No, no digo eso.
 
-Ya me estrañaba, me estrañaba mucho.  Venga, repite.
 
-Que si no le dijeran todo eso de que está embarazada, y que tiene un feto que va a nacer y que va a hacerse un niño y nosequé, que entonces no le pondría nombre..........
 
-No, si el nombre se lo dan ya: se llama “feto”.
 
-()  
 
-¿Tú recuerdas, no digo en ti, sino en cualquiera de tus amigas, algún caso en que la duda de que “¿soy dos, o soy una?”, haya asomado?
 
-Yo he pasado por la esperiencia de estar embarazada, y lo que sí recuerdo es darme paseos, y de broma, para dar la noticia, decía: “hola, soy dos”.   Es que es una sensación rara.
 
-Es duro, porque si la Sociedad toda te ha educado para que consideres aquello un ser vivo, y te dice que están asomándole los bracitos y los pies, ¿cómo quieren que, en cambio, te tomes aquello como un feto?, ¿cómo pretenden que las dos cosas sean compatibles una con otra, para que procedas en consecuencia?  Sólo puedes proceder al aborto si estás convencida de que aquello es un feto, una cosa no humana, porque, si no (ya tenéis por ahí todas las campañas danzando por el mundo), si no, ¿cómo vas a cometer un asesinato?  En esta novelita de la Green esto se hace de una manera honrada, pero esto, hecho de una manera deshonesta, es lo que está en las campañas pro-vida que por todas partes os asaltan de vez en cuando (supongo que es lo mismo), entendiéndose que “pro-vida” no quiere decir “pro-vida de cochinillos que asar” ni nada de eso, que “pro-vida” quiere decir “pro-vida de seres humanos”, que es lo que generalmente no se molestan en decir.  Pero quiero oíros más respecto a esto todavía.  Deseamos oíros, venga. 
 
-Pero es que las campañas ésas lo que hacen es que en vez de a la señora le preguntan al fetito ya; es decir, que es como si ahora mismo tú le hubieras preguntado eso mismo a la habichuelilla: “¿eres uno, o eres dos?”.
 
-No me he enterao mucho, Isabel.
 
-Estoy diciendo que la pregunta que les has hecho tú aquí a las mujeres son preguntas que se le hacen a la habichuelilla, al embrión.
 
-No, si yo lo que he preguntao es si recuerda alguna, del caso suyo o de amigas, un caso similar al de la novela, en que, en lugar de tomarse simplemente aquello como una cosa que a una le ha sucedido, un feto, se lo toma enseguida como si fuera otro: otro que ella, pero otro.  Sí.
 
-¿Pero el feto no es otro?
 
-“Feto” es un nombre escogido por la Medicina para que sea lo más repulsivo posible, para que sea una cosa que declaradamente no es humana: es una defensa, y la reacción de esta chica está contra esa defensa.  ¿Qué más?
 
-A ver si habla alguien que tenga un recuerdo más directo, pero yo lo que oigo es que casi siempre le dicen a la que está así “ya no estás tú sola”; y no sé cómo se lo tomará, pero les suelen decir eso, y se lo suelen decir con una intención que parece que tienes que saber cómo interpretarlo, es decir, que tienes que ser responsable y todo eso.  Pero no sé cómo se lo tomará, claro, porque se lo dicen con esa intención, pero lo que le dicen es muy ambiguo. 
 
-Sí, efectivamente, la intención social está clara, que es una intención económica, es decir, “tienes que ser responsable, porque ahora tienes que alimentar a dos, primero directamente con tus pechos, y luego vas a tenerlo que alimentar más en general”.  Es efectivamente Economía lo que ahí está jugando, pero el trance que yo he presentao está antes que todo eso, no se da así.
 
-Pero cuando se le dice “tú eres la dueña de tu cuerpo, tú sola eres la que tiene que decidir”, se supone que no hay más que ella, identificación total de ella con su cuerpo.
 
-Sí, eso es lo corriente, que es lo que tiene de notable el caso de la novelita ésta.  Sí.
 
-()  Entonces, ¿qué pinta él?
 
-El otro día os lo recordé: esta niña ha tenido el niño con un compañero de curso, tan cándido, tan inocente como ella, y lo primero que se le ocurre cuando se entera, cuando le informan, es echar la vista alrededor sobre quienes la van a acompañar en el trance: la madre se ha escapao de la casa hace mucho tiempo, pero está el padre, que es muy afectuoso, y está la profesora del Istituto, parientes, alguna tía.............  Los va recordando, y los va rechazando (a ninguno se atreverá ni siquiera a contárselo), y acaba con el chico, y efectivamente tampoco a él se atreverá ni a contárselo, por pudor; y es en ese momento, en que los acompañantes de la Sociedad parecen abandonarla, cuando encuentra allí su única compañía: el Baby, la alubita.  De manera que, cuando llegan trances posteriores, en que primero se decide por el aborto, después se escapa del hospital en el último trance, y cosas por el estilo, el juego del niño como cosa con el niño como niño está vivo costantemente.  ¿Qué más?  No vamos a resolver esta noche el problema, pero quiero que esta vez sí quede bien planteao, dentro de lo posible.  Nos lanzamos otra vez al mundo más allá del Mundo, porque lo del...........
 
-()
 
-Sí, sí, tienes razón, no hemos subrayao eso lo bastante: no sólo.............
 
-()
 
-Y no hay que olvidar que en la Sociedad, por más que llamen “patriarcal”, de nuestro Estado del Bienestar, la posición de madre, y de madre responsable, se acerca mucho a la del padre, es decir, que está cerca de ocupar el mismo grado de poder, y eso por tanto no puede menos de jugar por uno de los lados.
 
-Yo por otro lado es que no veo, cuando dices que no tiene a quién contárselo y se lo cuenta al Baby, yo creo que se lo cuenta a ella misma, que no creo que haya tanta diferencia entre estar embarazada y no estarlo; quiero decir que en el momento en que tienes conciencia, en el momento en que hablas tú solo, entonces ya parece que hay dos  ()
 
-Pero de otra manera: no tienes que olvidarte que una cosa es “hablar con”, y otra cosa es “hablar de”: a cualquiera otro que se lo cuenta le estaría hablando “de”, pero lo que ella hace es hablar, de vez en cuando, con el bebé, con el frejolito.  Lo vamos a dejar, aunque el problema me interesa, pero tenemos que ampliarlo a más allá del Universo, si no, no estamos haciendo nada: la diferencia es entre lo que se da en eso que hay por debajo de nuestra realidad, humana y no humana.........que lo hay, como hemos tenido que reconocer, porque la pregunta “¿hay algo?” está ya contestada sola: ahí, hemos tenido que reconocer que no podemos menos de contar con una pluralidad: “hay por ahí muchas cosas, hay mucha gente, por debajo de la realidad”.  Muchas cosas, mucha gente, y esto desde luego no se parece en nada a los números de la realidad; no se parece en nada, está muy lejos.  Pero está ahí, está eso, que implica separación, relación, mezcla, confusión: antes de pasar a la realidad, antes de que las cosas indefinidas, el sin fin, se vuelvan cosas reales del mundo del Trabajo, antes de eso hay que contar con la separación, la relación, porque, si no, ¿cómo eso podría ser pluralidad?  ¿Y por qué tiene que ser pluralidad?, ¿por qué tiene que haber muchas cosas y mucha gente?; pues los que me acompañan lo recordarán bien: porque sencillamente no puede ser una, no puede haber una, sería un absurdo, porque si se supusiera que esa masa, indistinta todavía, fuera una, nos habría lanzado al piso de arriba, por así decir, al Reino de Dios matemático, que es donde está “1”, lo mismo que los números.  De manera que, ¿qué hemos aprendido, si hemos aprendido algo, acerca de esto de la realidad?: que no puede entenderse de otra manera más que como una lucha entre lo que anda por debajo, que es así de indefinido, de sin fin, y lo que le viene desde arriba, donde está la Ley del Poder, la Ley de Dios, y que no puede intentar entenderse la realidad, la existencia, de otra manera más que así.  
 
Me tengo que ir acercando a cerrar antes de dejaros un poco más la palabra.  En las investigaciones de muchos de los filósofos de la Ciencia y físicos, la mayor parte de las cuales conozco a través de Caramés, estos problemas no han dejado de penetrar; penetran, tratan de resolverse.  Por ejemplo, uno de los últimos que he leído (se me ha ido el nombre, lo siento), se ocupa de algo que nos es tan familiar como lo de la idealización, la presencia de entes ideales, y la presencia de entes astractos.  Toda nuestra actividad como políticos, contra el Poder, es astracción, es intentar desnudar lo más posible a los datos que se nos ofrecen, y que la Ciencia recoge, desnudarlos de datos que no hacen más que estorbar, que estorban a cada paso, que distraen y todo eso.  Pues aquí aparece también justamente entre ellos, y igualmente en este otro problema, que era el de.................la disputa, que viene desde mucho tiempo atrás, entre el considerar las cosas como..............como simples, no numéricas o eso.  Bueno, ya nos acordaremos del artículo en cuestión, pero se trata de eso: de que la Ciencia misma recoge estas cuestiones, que son las que aquí se nos presentan como disputa, pero que el mal, el gran mal, que es lo que no nos hace podernos quedar con nada de estas investigaciones como algo firme, es que se trata siempre de  r e s o l v e r  el problema, resolver el misterio de la existencia, de la realidad,  d e n t r o  de la realidad; de manera que todas estas nuevas doctrinas que aparecen naturalmente son doctrinas que se ajustan a lo que está mandado, a cumplir con los términos de una investigación que por lo menos parezca hasta cierto punto científica, o por lo menos filosófica; y entonces ya no sirve de nada, porque cualquier teoría, como también cualquier sentimiento, de los que antes hablábamos, que se sabe a sí mismo, cualquier teoría, cualquier sentimiento sabido, que se resuelven dentro de la realidad, no hacen más que aumentar la potencia de la realidad, al tratar de ayudar a sostenerla, y por tanto son lo contrario de lo que aquí intentamos hacer una vez y otra.  De esto es de lo que quería, si es que se nos da, que sigamos hablando otro día; y ahora, antes de marcharnos, simplemente sobre las últimas cosas os pido que saquéis lo que os venga, y con eso nos vayamos retirando.  Sobre cualquiera de los temas, aparentemente algo diversos, que han salido.
 
-Sobre lo de ser uno, o sentirse solamente uno en el embarazo, yo nunca he sentido esta sensación de uno, sino que siempre me he sentido como dos, porque creo que la Sociedad se encarga de eso, porque tienes que educar a los niños en ser independientes.  Entonces creo que lo llevamos dentro.  Es, sería el sentir que es uno solo, que tenga un problema de identidad, o sea, sería realmente eso está menos cerca de la realidad, digamos que es como si aquí, () ¿por qué no todos sentirnos uno también?
 
-Bueno, esto último desde luego es algo en que no puedo permitirme acompañarte para nada, porque no hay cosa que en la Sociedad y en su Política tenga tanto poder como la identidad de uno consigo mismo; tú llevas tu Documento de Identidad, y ése no te lo has inventao tú, ése te lo han impuesto desde arriba, lo mismo que el dinero.  De manera que dejemos eso aparte, que creo que es una equivocación, pero por lo demás ha estado bien recordar que la Sociedad te enseña a reconocer y desarrollar la personalidad del niño lo más pronto posible, y por tanto hacerlo ser uno; de manera que, si lo haces ser uno, no te queda más remedio que ser dos.  Lo que pasa es que este problema solamente se palpa bien en las semanas y meses anteriores a la decisión de si tenerlo o no tenerlo, abortar o no abortar: ahí es donde puedes coger al Gobierno y a la Sociedad, sólo ahí: efectivamente, están “los defensores de la vida” que llaman, con lo de las piernecitas y los deditos, y están todos los demás, con lo del feto, mientras dura eso, de manera que el problema de la educación en general se reserva para algo más tarde, donde desde luego uno y una tiene que ser idéntico consigo mismo, tener su identidad, igual que los demás, contra la que estamos aquí.  Estamos contra la identidad.  Sí.
 
-() le habla a una calabaza.   Recuerdo una película de un naúfrago que se queda solo en una isla, y que con un coco, le pone nombre, le dibuja una cara, y habla con él.  Es que parece inevitable que tenga que haber dos, que es costitutivo.  (), es estar uno aislado, sin ninguna referencia de ningún tipo. 
 
-Sin cosas
 
-() ahí es donde se evidencia que uno no es uno.
 
-Sí, eso conviene notarlo; lo que pasa es que esta especie de cosas que nosotros somos es tan hábil, es tan astuta, para vérselas con toda clase de engaños, que puede tratar de valerse de las otras cosas, especialmente los animales, a la manera que se usan en los cuentos, en los desgraciados cuentos que a los niños se les suministran entre nosotros.  De otra manera algo distinta, en la que no voy a entrar, a la manera de los fabulistas, donde efectivamente se usan las máscaras, de los animales sobre todo, para determinados fines, que hasta pueden ser políticos.
 
-Y luego una cuestión que me suscitaba todo esto: ¿cómo se puede sentir dos?....................