13.09.2006
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
Tertu038-13-09-2006#Tertu038-13-09-2006.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Recordáis que estábamos atacando, en esta guerra perpetua, la Realidad por el camino de mostrar lo difuso -siempre indefinido- de sus límites con lo otro, es decir, lo que no existe pero lo hay, y está ahí haciendo lo que hace. Esa forma esquemática en que presentábamos el descubrimiento: las cosas -nosotros, entre ellas, como una clase de cosas- están continuamente cayendo en lo otro, lo cual quiere decir descubriendo la verdad; la verdad que es justamente lo desconocido, lo que nadie... lo que nadie sabe, es decir, descubriendo la propia mentira de las cosas, de uno, de la Realidad; y costantemente -en sentido inverso- las cosas están -nosotros, como una clase de cosas, estamos- defendiéndonos contra ese descubrimiento, contra el descubrimiento de la verdad que no se sabe, el descubrimiento de nuestra propia mentira, y defendiéndonos de ello por la costante introducción de nuevas cosas, nuevas ideas, que ya propiamente -como recordáis- no van a perderse nunca, van a seguir siendo parte de ese conjunto nunca cerrado que es la Realidad, porque esa -dado lo dicho- es su condición: conjunto, en cierto sentido, puesto que no pueden unas cosas, ni uno de nosotros, ni los otros o el hombre, separarnos del resto, todo está conjugado entre sí de alguna manera, pero al mismo tiempo -por lo dicho- nunca ese conjunto puede ser propiamente un conjunto, nunca puede estar cerrado, aunque eso sí, está gobernado por la Ley, y la Ley es el ideal, es decir, el llegar a un límite al que nunca se puede llegar, pero que como ideal, está ahí presente: llegar a todo, llegar a nada, llegar a la exactitud matemática de las medidas y relaciones de las cosas. Todos ideales irrealizables, pero que al mismo tiempo están -en su condición de ideales- rigiendo, gobernando, las cosas de la Realidad y de nosotros mismos.
Al encontrar todavía demasiado esquemático este esquema, era como en los últimos días nos estábamos dedicando a entrever o vislumbrar ámbitos de transición entre lo que existe y lo que no, entre la Realidad y lo otro -lo otro que no existe pero que hay y que actúa siempre-. Por un lado, el sentido de el ritmo antes que los números, es decir, una forma de cuantificación primaria, rítmica, porque sin cuantificación, sin Quanta -sin Quanta de las relaciones- no hay tampoco cosas; y por el otro lado, lo explorábamos utilizando los descubrimientos gramaticales de eso que en las lenguas hacen los indefinidos como 'aquí', 'a mi', 'tu', 'AHORA', cuando intentaban casarse con nombres de cosas, cuando se trataba de decir "Estos pies" o "Tú, Fulano de Tal", con una... una pretensión imposible propiamente, puesto que esas maneras de indicación proceden de actitudes distintas, vienen de reinos distintos, pero que como testimonio en las lenguas vulgares se está realizando costantemente, y dando lugar a esos engendros, híbridos, que al mismo tiempo pretenden estar señalando como en el acto, como con el dedo, un señalamiento que depende del acto de hablar. 'Aquí', de por sí, no apunta a ningún sitio, cobra sentido cuando como por ejemplo ahora digo "Estamos 'aquí' guerreando contra la Realidad"; entonces, sólo dependiendo de este acto de hablar 'aquí' toma un sentido, y al mismo tiempo se pretende hacer eso compatible con la denominación y con los nombres propios, y este casamiento propiamente imposible nos colocaba también en otro ámbito de indecisión entre lo que existe y lo que no existe.
Os recuerdo todo esto, así, brevemente, porque veo que hay también algunos nuevos y, por tanto, es preciso saber en qué momento de esta guerra estamos... estamos metidos, y de todas maneras, enseguida dejaré que la palabra corra y ya podréis preguntar lo que se os antoje respecto a estas cuestiones más generales o principales.
Pero -como recordáis- del último día, -según estábamos tratando de estas cuestiones, o a mí me sucedió al menos- intervino algo como una especie de indignación, de ira -como se quiera decir- con respecto a las apariciones actuales, diarias, de la Realidad, y especialmente de la d e s g r a c i a de la Realidad. Pero hoy, porque me acaba de [] si el término que Rosalía encontró una vez para designar aquello insoportable que se encontraba por fuera de ella misma según echaba la vista alrededor y también dentro de sí misma, de la misma manera: la d e s g r a c i a.
De manera que tenemos que entrar un poco a la política superficial, a la política inmediata, para tratar de la desgracia real, de la desgracia de la Realidad. Porque esta guerra que nos traemos contra el Poder que nos ha traído por sus caminos a hacer una guerra contra la Realidad, sin más, esta guerra no tendría sentido si la Realidad estuviera de alguna manera bien hecha, fuera soportable, fuera un mundo de alguna manera feliz. De manera que no está demás, en medio de la dialéctica y la consideración abstracta de las cosas, acordarse de lo que nos duele o nos debía doler; acordarse justamente de esta aparición -estas apariciones- de la desgracia por doquiera. Y es respecto a ellas como os propongo en primer lugar esto: que las desgracias evidentes, y las grandes desgracias, que todos los días se os presentan y se os echan encima, no desesperan (a mí al menos no me desesperan), no desaniman para seguir guerreando (a mí al menos, no me desaniman) por ellas mismas, -por las desgracias mismas-, no es directamente -las grandes hambrunas en el Senegal o casi todo el resto de África, que mueven a cientos y miles de intentos de inmigración al mundo feliz, al régimen bueno, con más o menos riesgos de muerte incluso: por poner... por poner un ejemplo-: No son las grandes... las grandes miserias, que también se nos presentan inmiscuidas necesariamente en el propio Régimen del Bienestar -en forma de los miserables que más o menos se han visto obligados o decididos a llevar una vida al margen relativamente pero pidiendo... pidiendo por las vías de todas las metrópolis del Bienestar, pidiendo sus diez centavos, su dollar o su... o su euro, para seguir tirando o por lo menos poder seguir durmiendo a la puerta de un Banco mientras el Banco tiene la amabilidad de dejarles que monten allí su tenderete-.
Os podía seguir contando -pero me eternizaría- todas las formas de desgracia que os echan encima todos los días. Supongo que con daros un par de ejemplos, ya sabréis de lo que estoy hablando, no hace falta demorarse... demorarse en esto demasiado.
No esas desgracias mismas, sino el hecho de que, por lo demás, mucha gente, la mayoría, se las arregla para vivir bien, feliz. Si feliz es demasiado insultante, digamos 'conforme', lo cual es evidente para cualquiera, es otro espectáculo, es la otra cara del mismo, pero es en el que os estoy haciendo parar mientes, porque esto es evidente: la mayoría -la gran mayoría- pone cara de -y no tenemos motivos para dudarlo, así, de raíz- pone cara de... de que está más o menos conforme con este mundo, con lo que le pasa, con lo que ve que pasa a su alrededor; que puede tener momentos de protesta, de disgusto, pero que todos ellos aparecen como resolviéndose o a punto de resolverse dentro de la generalidad del Orden, del Bienestar, y todo eso.
A mí esto es lo que me encocora. A mí, si me dieran las desgracias desnudas, me arreglaría de otra manera, pero el espectáculo de la conformidad multitudinaria, de la conformidad de la mayoría, es lo que evidentemente tiende a desesperarme, sacarme de quicio y desanimarme para seguir y tratando de invitaros a seguir en esta guerra contra la Realidad. Porque, si efectivamente, es esa actitud mayoritaria de tragarse cualesquiera cosas y compensarlas con los beneficios que por otra parte le venden y arreglárselas para seguir viviendo, para seguir tirando, entonces, esta guerra contra la Realidad en general y sin más, no tendría mucho sentido. Es preciso pués, que reconozcamos que la Realidad es desgraciada -es decir, está mal hecha, carece de gracia, está necesariamente mal hecha- para que estos ánimos, para seguir guerreando contra ella, recobren su... recobren su sentido una y otra vez.
Por supuesto, vosotros que en general, mayoritariamente, os arregláis para seguir viviendo -y yo me incluyo entre vosotros, debía decir 'nosotros'- contamos con las grandes desgracias que acabo de recordar, por ejemplo: las hambrunas de África y la emigración en botes, los miserables escurriéndose costantemente por las calles de Nueva York, Londres o Madrid o cualquier sitio; forma parte y, de alguna manera, os arregláis -nos arreglamos- para colocar a eso en su sitio, porque si no, ¿cómo podríamos vivir?, ¿cómo, si no, nos hubiéramos arreglado para colocar el hambre de los pueblos negros, y las emigraciones semi suicidas, y la miseria que cualquier pordiosero que nos encontramos nos ofrece? Si no lo hubiéramos colocado de alguna manera, ¿cómo podríamos vivir? Forman parte de la Realidad y de alguna manera están... están colocados, y "Esto -dice el sentido común- no puede ser", "Esto no tiene sentido" Hay ahí una trampa evidente que sería justamente lo primero que habría que... que denunciar. La indignación -esta indignación que yo siento y que me encocora y que me desespera y que a muchos de vosotros les pasará lo mismo- la indignación va creciendo, por supuesto, según uno va subiendo en la escala social; cuando uno ve que no se trata ya de los prójimos sencillos que se las arreglan para vivir bien, para ir tirando y para colocar las desgracias en su sitio y que no pase nada del otro mundo, sino que se trata de periodistas, literatos, filosofantes, científicos de todas... de toda laya, que hacen lo mismo -que hacen lo mismo-, que están costantemente tratando de conseguir una especie de orden o de armonía, dentro del cual, las evidentes desgracias insoportables queden situadas, encuentren... encuentren su sitio y, ofreciéndonos por tanto, la visión del mundo que se os ofrece, y haciendo abstracción de los aspectos en los que haga falta hacer abstracción, haciendo las componendas de que se trate, para conseguir una visión, después de todo, armónica. Porque evidentemente ni los altos prohombres de la Política van por un momento a dudar de que, a pesar de todo, las desgracias quedan comprendidas dentro de 'un todo', que es en definitiva 'un Futuro', 'un ideal' en el cual todo se arreglará. Por ejemplo, en el nivel más bajo: no importa la invasión de automóviles que ya no caben, no importa el destrozo de las ciudades cada vez más y más con más obras inútiles para nada; tiene de alguna manera una justificación en un Orden Superior.
No sólo ello, sino también la Ciencia al servicio del Poder -después de todo, si bien se considera- viene a hacer lo mismo, es decir, a conseguir una explicación tranquilizadora después de todo; una visión del mundo que, por lo menos a la mayoría, y a la mayoría del alma de cada uno -el científico incluido-, le tranquilice respecto a que se sabe dónde estamos y qué es lo que hacemos. De manera que cuando uno toma así las cosas, desde abajo hasta arriba, es la indignación contra esa 'conformidad', que es la forma del bienestar o felicidad que se acepta como sustituto satisfactorio, se muestre una y otra vez y en los diferentes niveles.
La primera pregunta es ¿sentís vosotros las grandes desgracias? -las de las hambrunas de África, las de los mendigos que encontráis por la calle- ¿las sentís? o ¿las sabéis? Y éste es el punto... éste es el punto esencial, porque contra lo que aquí estoy ahora peleando en este momento es contra la idea de que efectivamente percibís de alguna manera 'directa' la Realidad y, por tanto, la desgracia.
La percibís a través de los Medios -apenas haría falta que os lo dijera- y evidentemente los Medios no pueden ser más que mentirosos, no pueden actuar de otra manera. Y cualquier simple encuadre de televisión, selección de una noticia o de otra, con letra más o menos grande, cualquiera de las maneras que os venden la Realidad todos los días, está ya condenada a no poder ser más que mentira []. Sin embargo, es a través de eso como las conocéis, ¿de dónde, diablos, conocéis vosotros lo que es el hambre, lo que es la inmigración, lo que es -incluso- el cáncer, cualquier cosa? ¿De dónde, diablos, lo conocéis? Pues a través de los Medios, para eso están, para informaros. Es decir, que contra lo que estoy luchando ahora, es contra esta función mortífera principal que es la información. Es contra la información contra lo que cualquier cambio de actitud -en contra de la que os he mostrado- podría darse -la información-.
Notad primero -esto es muy sencillo- que esos mismos Medios -televisión y demás- que os informan de la desgracia ajena, esos mismos son los que se han introducido en los senos de África y en la Polinesia y en cualquier sitio, para informar a las pobres gentes que allí vivían, de lo que era el mundo y, ante todo, el Mundo Primero, el Régimen del Bienestar. Esa información que a vosotros os engaña cada día, es la misma que ha engañado a los negros, a los polinesios y a quien sea, para hacerles creer en una meta -como a vosotros os hacen creer en una meta: el Madrid de mañana, cuando todas las obras hayan terminado y ya la ciudad esté bonita para siempre-; los engañan de la misma manera exactamente, haciéndoles creer en eso, en que al final de su embarcación y de los riesgos de naufragio y demás, está el Mundo de verdad, el Mundo Primero.
De manera que esa doble función de los Medios -esa doble función de la información- es lo que deseo ante todo que no perdáis de vista: son los mismos; los mismos que a vosotros os informan y os engañan, son los mismos que producen, efectivamente por lo menos, algunas de las más visibles de esas desgracias de las que estoy hablando; luego, entre ellas: las hambres en los mundos ajenos y las inmigraciones desmesuradas que tanto se discuten una vez... una vez dentro.
Esto es lo importante, y mi... mi indignación -que confío en que no sea ninguna indignación mía personal, sino que en ella esté latiendo algo de lo que me quede y nos quede de gente viva, de pueblo vivo-, mi indignación con vosotros -incluidos hasta vosotros, los queridos participantes en la tertulia, que son la gente que más quiero en el mundo, evidentemente porque es el único... la única cosa que yo conozco que funciona bien ¿no?, pero tampoco puedo (literalmente: la única cosa a la que puedo echar los ojos que funcione bien en este mundo, a pesar de todo ¿no?), pero tampoco puedo -como personas- excluiros de eso ¿no? Mi indignación con vosotros está en que seguís informándoos y seguís discutiendo las desgracias, las grandes desgracias ajenas, y más o menos lejanas o cercanas, como lo hacen ellos: dando por supuesto lo que haya que dar por supuesto, es decir, discutiendo todas las imbecilidades que continuamente discuten respecto a las medidas que se pueden tomar para solucionar el hambre -el hambre que el propio Régimen ha fabricado... ha fabricado en África mismo o en cualquier sitio-, las formas que se pueden elucubrar y que se pueden imponer desde arriba para solucionar los problemas de las desigualdades sociales, de también las enfermedades y la distribución de las enfermedades. Y seguís discutiendo eso -como lo hacen ellos-, es decir, como una distracción para no atacar nunca la... la Fe. Se da por supuesto que es que de alguna manera "las cosas son así". "Las cosas son así" y una vez que hemos decidido que "las cosas son así", pues entonces nos ponemos a discutir de cuáles son los medios que se pueden emplear, las actitudes que se pueden tomar para que las cosas hagan un poco menos de daño, marchen un poco mejor, y cosas por el estilo. Ese es el sentido de [mi indignación], es una distracción costante, perpetua.
Evidentemente a la gente -si todavía sigo pensando en gente viva, en gente que siente, en gente no matada ya por la mediación de las informaciones-, a la gente no le hace falta nada de lo que esas desgracias ocasionan: nada. Ni hacen falta las obras que destrozan Madrid y cualquier sitio, ni le hacen falta las desigualdades de la gran consumición -o mejor dicho, venta por doquiera- de todos los Medios en el Primer Mundo, naturalmente 'compartida con' y 'sostenida por' las hambres y miserias arcaicas en otros mundos. A la gente no le hace falta nada de esto, al único que le hace falta es a Dios -al Capital-.
Solamente al Capital le hace falta. Al Capital sí le hace falta, porque el Capital no puede sostenerse -se hundiría en su propia miseria- si no estuviera continuamente moviéndose con motivo de todas esas Empresas que son evidentemente las que de una manera directa 'ocasionan' las desgracias del mundo. Pues a ese es al que no se... al que -con las discusiones de políticos, filósofos y demás- no se llega nunca a atacar. "Las cosas son así" y cada vez que se está discutiendo una opinión respetable respecto a lo que es un enfrentamiento Oriente/Occidente, de lo que es este tipo de Democracia o el otro tipo de Democracia, pues se está colaborando en esa distracción. Se está colaborando en que no se debe nunca hacer lo que en esta modesta tertulia llevamos nueve años haciendo: atacar al sitio directamente: atacar a Dios, atacar al Capital, porque este es el punto -después del cual, os voy a dejar ya, que sigáis soltando por esas bocas lo que os venga-.
Este es el punto que a mi indignación le aparece como un crimen: distinguir y disputar entre unas maneras de opinión, de actitud: ¡uno es libre! -o la Democracia-, ¡puede pensar lo que quiera!, ¡tener las actitudes que quiera!, discutir entre unas... entre unas y otras, discutir por tanto entre unos y otros planes para la mejora del mundo dentro del reconocimiento de que "las cosas son lo que son", "las cosas son así", y de esa manera, impidiendo que lo que nos queda de sentido común, de pueblo-que-no-existe, lance la pregunta a quien debe: al Capital, al Dinero, que es al único al que le hace falta todas estas cosas. Por supuesto que no tengo que recordaros a los que estáis conmigo desde hace tiempo que cuando digo 'el Capital' estoy diciendo 'el Estado', porque todo es lo mismo, es el Poder; el Poder en general, que es la muerte de las posibilidades. La muerte de las posibilidades sin fin convertidas en -ya sabéis- convertidas en Futuros, que es con lo... con lo que el Poder tiene que jugar para vuestro... para vuestro engaño perpetuo.
Cada vez que veo de reojo- porque sólo de reojo lo puedo ver- en un diario alguna discusión respecto a la t o l e r a n c i a de otras religiones -en Francia, aquí-, la tolerancia con respecto al islamismo o cualquier otra tontería por el estilo, eso, la verdad es que casi hace reventar la bilis, porque todo eso se hace como dando por supuesto que aquí en el Primer Mundo no tenemos religiones, estamos en la pura Realidad que la Ciencia nos informa. No hay que olvidar que t o d o s o n r e l i g i o n e s y que la dominante es un caso de Religión, porque el Dinero -igual que Dios- no se sostiene solo, ni nunca se ha sostenido solo, requiere la Fe. Si no se cree en el Dinero, si no se cree en el Futuro, eso ya se ve -no hace falta ser muy listo para preverlo- eso se hunde -eso se hunde-. El Dinero sólo vive de Futuro, de crédito, por tanto, hace falta Fe, igual que en cualquier otra Religión, y distinguir entre unas y otras, no ser capaz de decir "El Corán es una mierda y un río de engaños", "El Antiguo Testamento, lo mismo", si algo se escapaba en los Evangelios que pudiera ser una rebelión contra esa... contra esa acumulación de barbaries y de cosas, pues ya se ha cuidado la Iglesia después de ocultarlo y que no se entere mucho nadie. Decir todo eso y diciendo: "Esta Fe la primera, la Fe en el Dios de verdad -en el Capital- es simplemente otro caso de lo mismo", simplemente el caso más actual y el más terrible que... que padecemos. En lugar de tolerancia con todas las Religiones, una intolerancia con cualquier forma de Fe, incluida -en primer lugar- la nuestra, la más inmediata: la Fe en el Futuro -la Fe en el Futuro-, la Fe en el Dinero.
Esta... esta intolerancia que viene de reconocer que es la Fe (antes he dicho la información, que es simplemente una hija suya), es la Fe la que fabrica todas las desgracias más cercanas y más lejanas que se nos echan encima a cada... a cada momento.
Hay... hay que hacer -es necesario hacerlo- un pequeño apartado respecto a esto: hay que, de alguna manera, hacernos sentir eso de que "a la gente no le hace falta para nada el Capital y sus [trampas]", que sólo es al propio Capital al que []. Es decir, que la gente podía vivir sin eso. Esto corre el peligro de convertirse en una especie de esquema utópico o de paraíso, y -o como suele decirse rousseauniano- hay que evitar que se convierta en tal cosa, pero desde luego, hay que hacer sentir que "a la gente no le hace falta para nada", es decir, que para hacer eso que se llama 'vivir' y 'andar', y 'entenderse', 'comer' y 'trepar por los árboles' y cualesquiera cosas de las que se llaman 'vida', no hace falta para nada esta organización del Poder que nos está m a t a n d o cada día, que está haciendo una Administración de Muerte diaria, desde cerca y de lejos.
No hace falta [], en tiempos muy lejanos, cuando yo andaba más o menos desterrado por París, sacamos el Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana, que tenía por fin sobre todo esto, de una manera bastante ingenua -el año 71 todavía- pero [entendías bien esto ya que] daba unos ejemplos de cómo se puede vivir sin Estado. Cómo se puede vivir sin Estado, cómo se puede vivir sin Capital, es decir, me insistía una y otra vez, en que a lo que a uno le queda de gente y de vivo, no le hace falta para nada -con el... con el proviso éste de evitar que eso se confunda nunca en una especie de mito, de utopía, porque [] porque eso es una cosa que no sabemos-. Sólo he enunciado la negación: no hace falta, es mentira que haga falta.
Bueno pues con este sermón, nacido de mis indignaciones más inmediatas, dejo ya correr la palabra entre vosotros, de manera que cualquiera de los aspectos de lo que he sacado u otros, puedan servirnos para seguir con esta guerra. Así que, adelante.
- Que a mí sí que me indigna cuando veo las noticias más allá, porque veo que los mismos que están informando de esa noticia son los que también están poniendo fuego ahí, en esa desgracia. Sí que se ve que el Capital está también en la falta de comida, de comida de aquellas gentes, que a los pobres están cambiando armas por árboles para dar sus... emplear papel para imprimir sus noticias. Sí que me indigna, aunque a pesar de todo, me tire ver el periódico, o incluso tenga el mal gusto de pinchar un telediario. Sí, me sucede. Y me indigno y el doble juego, para mí, queda... queda visto. ¿Por qué?, ¿por qué busco, a pesar de todo, además de tener mi propia desgracia, y ver que estoy rodeada de desgracias?, y por supuesto que pienso en aquella persona que ha venido o en ese pobre, o en esa persona que ha venido de mala manera, más allá de una imagen -como se suele utilizar- porque estas cosas de la miseria pueden ser muy estéticas para las fotos, dan una imagen fotográfica que les gusta a los Medios...
AGC - Dan mucho juego.
- Sí, sí, siento indignación. Y, ¿por qué continúo? Acaso cuando yo discuto estas cosas con la gente -que por supuesto son temas de conversión-, ¿cuál es el último punto en el que me apoyo para decir que no ante... ante...? Hoy ha estado el señor Presidente en mi trabajo, y ha habido gente que ha salido allí, y que le ha aplaudido, y me han contado que ha dicho... le han preguntado "Ah, Señor Presidente, siga Vd. haciendo las cosas tan bien. Y ha dicho "El mayor problema que tengo ahora son el tema de la inmigración". Si todos esos dineros que emplean para barcos, gentes, aviones... se lo dieran, se lo dieran (el Dinero es dar a la máquina). No entiendo por qué no dan a la máquina, de verdad, no lo comprendo. Y yo lo digo así, digo, "pues que se lo den todo, es más, que den [a] la máquina", ¿por qué no?
AGC - Gracias, Rosa. Sí, sí. Alguien, entre los allegados, me decía el otro día "Pero con el mismo Dinero ¿no podrían estar montando las mismas pestes de fábricas y de bloques que tienen montadas en Europa, para que la gente se pudiera [establecer] directamente allí y entrar directamente?". Esto es lo que nos has dicho y en lo que yo he insistido. Mi indignación nace del mucho tiempo que se pierde discutiendo los medios por los que se podría paliar o remediar. Eso es... eso es fatal, porque es un engaño y una mentira. Eso es entrar en el juego de la información, porque se trata de discutir de medios para paliar esas miserias pero -naturalmente no hay que decirlo- dentro de que "las cosas son como son", no nos vamos a salir del tiesto, no vamos a salir a otro mundo. Se discute de una manera realista; realista, es decir, con una sumisión ciega a la Realidad. Y esa es la... esa es la parte de mi indignación. Claro, alguno podréis decir "Entonces la otra cara de esto ¿es la desesperación, el reconocer que no hay nada que hacer?". Es importante el reconocer que dentro del Sistema no hay nada que pueda arreglar el Sistema. Eso es importante, pero eso no quiere decir todo; siempre se puede atacar directamente al Sistema y al Capital ¿no? No confundamos lo uno con lo otro. Pero una desesperación respecto a los medios por los que se puede arreglar la desgracia d e n t r o d e, dentro de la Realidad esencialmente desgraciada, eso es esencial. Evitar esa distracción me parece muy importante. Adelante.
- Pero yo creo que el problema, y lo que realmente da bastante rabia, es lo de las apariciones de Dios, que se supone que en un caso -en el caso del Islam, por ejemplo- pues exige unos ciertos sacrificios y una Administración de Muerte de alguna manera -como se ha visto con los ataques terroristas- y se supone que en esto que llamamos Occidente o Régimen del Bienestar, el sacrificio o de los cuerpos, de la vida, por ejemplo, está representado por el automóvil, la necesaria sangría esa semanal, que equivale a una muerte... a una guerra permanente, de una guerra abierta, una guerra... un terrorismo sistemático ¿no? Y uno podría pensar "Bueno pues cada Dios de éstos -estos Dioses- cada uno tiene su especialidad en sacrificio. Pero el tema está cuando tú entras dentro del propio Islam y de esos pueblos o [], donde sea, y te das cuenta que es una suma de ambos sacrificios: el que ya de por sí impone la Religión férrea de la matanza o del terrorismo en sí, y además, las miríadas enormes de coches por las carreteras, las calles de Irán, de Teherán, los muertos sistemáticos. Entonces digo yo, que hay como una acumulación de... de la... de la Administración de Muerte en estas alternativas que se quieren imponer, y entonces, si echas cuentas, y como en esto de la Muerte, pues ya estaba de antes, estaba inventada, ahora quizá no nos queda nada más que la cuestión de lo cuantitativo, ¿qué produce más muertes?
AGC - Y por tanto, ¿con qué Religión nos vamos a arreglar mejor?, ¿cuál es la menos mala? Pues esta es...
- No, no, no, no.
AGC - Esta es la cuestión para que no sigas adelante. ¿Eh?, lo importante es reconocer...
- Pero ¿no es verdad lo que te estoy diciendo?
AGC - Reconocer que es la Fe; que es la Fe, sea cual cualquiera.
- Sí. Pero ¿no es verdad que hay una Fe que se suma con la otra?
AGC - Y por tanto...
- Que ¿no exime una Fe de la otra?
AGC - Si. Por tanto distraerse...
- Entonces, ¿qué pasa?
AGC - Distraerse con el análisis -digamos- histórico social contemporáneo de las formas en que la Fe aparece en este sitio o en el otro, incluida...
- Pero hay que verlas. Hay que verlas.
AGC - Incluida esa compaginación...
- Porque lo que aquí está claro, que la opción...
AGC - Esa compaginación entre las barbaries del velo de las mujeres de los musulmanes...
- Quiero decir que esas barbaries...
AGC - ... y el auto que esas mismas mujeres tienen que comprar, porque si no, no se podría [], todo eso incluido, no debe distraer respecto a la condición de la Fe cualquiera.
- Pero digo yo (mi pregunta es a ti que lo conoces, que puedes tener alguna idea respecto a esto): ¿por qué esa Administración de Muerte no espanta, o quita, o se separa de la otra Administración de Muerte?, ¿por qué el modelo primero -el modelo éste del Régimen del Bienestar- englo-... es el que se impone a la barbarie que ya ellos proponen de por sí, y se hace una suma de barbaries?, ¿por qué? Esto es también... porque lo que está claro es que la opción Tarzán -que es la que tú parece que dices- es la opción...
AGC - ¿La qué?
- La opción Tarzán. Has dicho lo de subirse a los árboles.
AGC - ¿Cómo?
- Yo te he oído lo de subirse a los árboles.
AGC - Pero ¿qué eso de la opción Tarzán?
- El disfrutar subiéndose a los árboles.
AGC - No, no, no. No hables con mala intención.
- No, no: la opción de subirse a los árboles.
AGC - No, no: hablar con mala intención aquí, no.
- No, no: el de subir a los árboles.
AGC - Hablar con mala intención aquí, no.
- He dicho la cosa polinesia, lo de subirse a los árboles...
AGC - No, no. No: risas, no, ¿eh? Chistes, no.
- No, no: te digo que esa opción ¿no te la podemos plantear ahora mismo?
AGC - La pregunta que has hecho...
- Es la suma de las barbaries.
AGC - ... no tiene que ver nada con esto. La pregunta que has hecho puede convertirse en esta otra ¿por qué habiendo sabios, científicos ilustres premiados, tiene al mismo tiempo que seguir habiendo imbéciles de segundo y de tercer rango?, ¿no podrían haber ya... no podrían haber ya convencido a todos, convertirlos en una masa de ilustrados, de manera que no tuviera que haber ninguna necesidad de que quedaran pobres imbéciles danzando de un lado para otro? Es la misma pregunta.
- No, no.
AGC - ¿Qué respondes a eso?
- No.
AGC - ¿Por qué? ¿Por qué... por qué tiene que seguir habiendo imbéciles al lado de grandes cerebros que se saben todo respecto al mundo, tanto en la Política mundial como en la Física?
- Pero esos son... ese es el... ese es el proyecto de Dios. Es el proyecto de...
AGC - ¿Por qué?
- Lo que pasa que Dios...
AGC - ¿Por qué?
- ... está tan arriba...
AGC - ¿Por qué? ¿Por qué?
- Déjame que te diga: Dios está tan arriba que ni siquiera con ningún arma, ni ningún baz-... tirachinas te lo puedes cargar...
AGC - Basta. Basta.
- ... entonces, de paso, vas tirando a los bartolitos...
AGC - Bueno. Esa es la misma pregunta...
- ... a los representantes de Dios.
AGC - La misma pregunta que respondía a la tuya, que es ¿por qué, efectivamente, la Fe dominante, que es la del Capital, no ha barrido sin más a todas las otras Fes más imbéciles, arcaicas y desastrosas? La misma de la que te he hecho a mi vez. ¿Por qué tiene que seguir, al lado de grandes cerebros, tiene que seguir habiendo una gran compañía de imbéciles?
- Eso digo yo ¿por qué?
AGC - ¿Por qué?
- ¿Por qué?, te pregunto. No sé, ¿porque las cosas son así?: naturales, ¿o qué?
AGC - ¿"Porque las cosas son así"?
- ¿Por qué? ¿Por qué se tiene que sumar a una barbarie a la otra barbarie nuestra? ¿Por qué?
AGC - Son cosas muy evidentes, hombre. Si no...
- Vamos a ver: tú viste el otro día la película esa de los hombres...
AGC - Si una verdad...
- ...que están en el avión que van a cargarse, los islámicos...
AGC - Si una verdad o Sumo Poder...
- Esos señores iban con automóvil y van con sus horarios, van con sus cosas...
AGC - Si una verdad o Sumo Poder -en hipótesis- se impusiera, entonces, en ese mismo momento desaparecería, porque para imponerse una verdad como verdad, necesita que haya un contraste con otras maneras, otras formas de pensar, otras teorías, desviadas, arcaicas, imbéciles, si no, no se sostiene. Porque en la Realidad no cabe verdad, no hay ninguna verdad; y el Supremo Poder y la Suprema Ciencia no dejan nunca de necesitar que haya opiniones más imbéciles a las que combatir, Religiones más arcaicas a las que derribar.
- Pero el contraste ese de pareceres y de opiniones es algo de una minoría dirigente que gobierna y manipula eso, pero...
AGC - Es una necesidad, y no hay ni minorías ni nada.
- Cuando te [echas] entre la gente; entre la gente te das cuenta que es lo mismo. Tú te vas ahora mismo a Irán, a Teherán, y es la misma barbarie, igual, sólo que con velo, con velo hasta aquí.
AGC - Bueno. Ya, ya.
- Con velo hasta aquí.
AGC - Estamos ya. Estamos.
- Ya está.
AGC - Bien. Más cosas por ahí.
- Contando que hay superposición de barbaries.
- Yo quiero contar una cosa, a propósito de esto que dice Isabel de... del contraste de pareceres: a mí me ha pasado esta mañana, que han estado repartiendo horarios en el Instituto (y es que yo estoy muy desesperada con eso).
AGC - "Repartido" ¿qué?
- Horarios. Horarios. Entonces, o sea, aparte de que les va la vida en tener quince, dieciséis o diecisiete horas -que yo es que no lo puedo comprender-, es que cuando ya te vas y dices "mirad, me da lo mismo ocho que ochenta. Me da igual catorce, que quince, que dieciséis, dadme los cursos que os dé la gana y las horas que queráis". (Pues no me han dejado irme): "Hacer lo que os dé la gana, yo me quiero... quiero dar este papel y marcharme a mi casa", ¡pues no!
AGC - Tenían que discutir. Contradicciones les hacía falta.
- No, no, no, no. Es que no había forma de irme. Pero con una sonrisa se lo decía: "Mirad, yo me voy. Si queréis hacer algún apaño, lo hacéis, y me dais lo que os parezca".
AGC - Es ilustrativo, Rosa. Es que forma parte de eso. Es lo que he llamado...
- Pues me han tenido hasta las dos de la tarde.
AGC - Lo que he llamado... lo que he llamado la funesta... la funesta discusión de pareceres, de opiniones, ahí como en cualquier sitio. Con eso, es la manera en que jamás -ni en tu Istituto ni en ningún sitio- nadie se pregunte de repente ¿qué estamos haciendo aquí? ¿Qué es esto de la educación? ¿Quién coño nos ha mandao montar esto? ¡Nada!, discutes de horarios, discutes de lo que es mejor incluso para la Psicología infantil o adolescente, discutes cualquier chorrada, y mientras estás discutiendo eso, pues no haces nada, no hay peligro de que hagas nada. Esa es... esa es como marcha la cosa. Y más.
- Sí. Aquí: es que me parecía a mí que ni siquiera hace falta leer periódicos para ver la desgracia. Yo que viajo a casa en tren, pues no paro de... miro la vista al horizonte y no hay nada más que calvas, y ha aparecido otra calva, y están amueblando con paneles para construir al lado del tren, y están echando escombros al río, y también se ve a todos esos que vienen de países del hambre, pero que se les ve plenos de vida y de... y cómo se van deteriorando en toda esa basura de los trabajos y de la vida que les hacen llevar. Y de esa guerra que parece que nos ha llegao bastante por toda esa pantomima que han hecho de entrarse en la guerra y salirse, y ver esa... esa Fe de los unos en Dios, de los otros en el Progreso y de los dos en la persona. Y en medio, el pueblo -como aquí- también machacándole, y no dejándole vivir. Y ni siquiera hace falta ver, tener, [eso es lo que pienso] para sentir la desgracia de la Realidad.
AGC - Pero ellos creen que tienen que informarte, que no te has enterao bastante de la desgracia, tienen que informarte. Notad que cuando os hablo de esto que a mí me indigna más, que es 'la información de las desgracias' -más que las desgracias- estoy... estoy como tocando un punto que -en términos morales, bastante detestables- se puede llamar 'compasión'. En alguna otra ocasión lejana en la tertulia ya salió lo de la compasión, que es la versión griega de la synpatheia...la versión latina de la synpatheia griega: la participación en el padecer, en el sentir que se había convertido después [militarmente] en una virtud moral. Cualesquiera de todos los muchísimos -que por todas partes hay- que ante las desgracias ajenas, por supuesto, tratan de hacer lo posible para aliviarlas, mejorarlas, movidos por una compasión -me da lo mismo si cristiana o de otro tipo- esos efectivamente no están -con eso mismo harán lo que hagan, y no hay por qué desdeñarlo- pero se están cerrando el paso para llegar a una compasión de verdad. Porque la compasión de verdad es la que ha roto toda distinción entre unas formas de desgracia y otras, es decir, entre una manera de Fe y la otra, no consienten que las desgracias se presenten como ajenas, porque son las mismas que las propias, y entonces, eso quiere decir 'comunidad', que es lo que nos queda de pueblo, de común, que es lo que... que es lo que alguna manera puede sentir: sentir compasión. Porque la personita de uno -¡válganos Dios!, ya se sabe a lo que... a lo que obedece una y otra vez- puede llegar a haber vislumbrado -como tal vez aquí mismo hoy- algo de los engaños que están ligados a la desgracia y a la información, pero luego tiene que seguir manteniendo su propia Fe personal, haciendo su vida, creyendo en sí mismo.
Sólo lo que rompe todas las diferencias entre una Fe y otra, entre cualquier creencia y otra creencia, puede ser una... puede convertirse en una especie de c o m p a s i ó n, de p a r t i c i p a c i ó n directa y sin más, en la supuesta desgracia ajena, que es la misma que la propia: lo que hoy, en la escasa medida de mis fuerzas, he estado -estoy- haciendo, es decir, una participación directa y una compasión; que después las personas benévolas, caritativas, o que las asociaciones, o que los Estados mismos y el Capital, se compadezcan en el sentido de tratar de mejorar y aliviar las condiciones de los miserables de los otros mundos, eso es de por sí un engaño, una distracción. Eso no es compasión, no es comunidad.
- [...] es un ejemplo casero [] el otro día, estando en casa de mi hermano...
AGC - ¿"En casa"?
- En casa de mi hermano. Tenía una gatita por allá, y de pronto un día salimos, y cuando volvimos se había escapao, y el perro del vecino la pilló y la destrozó. Entonces, cuando llegamos ahí, nos encontramos una gata agonizante, con la..., o sea, muy doloroso [era aquello] porque tenía la columna rota, o sea, la verdad es que fue terrible (recordarlo hasta me... me emociono). Y lo curioso fue que al ver aquello, y ver cómo entre estertores se estaba muriendo la pobre gata, apareció la dueña de la perra, y lo único que se le ocurrió decir era que ella... que no nos preocupáramos. Primero intentó excusar a su perro, pero después, dice "No os preocupéis, yo os compro otro gato". Entonces, bueno, el dolor era mayor aún, porque [] esta mujer no está viendo nada -no está viendo nada-, de hecho, prácticamente no miraba ¿no? aquello. Pero por otro lao, se... se conjugaba -o digamos- se peleaba con una especie de dolor, es decir, yo... (no sé cómo decía [...] "Yo no soy capaz de vivir en un mundo en que pasan estas cosas".
AGC - Evidentemente, algo nos llega de... de verdadera compasión, a pesar de todo. Sobre la... la actitud de la vecina y demás, es también característica de cómo son... de cómo son las cosas. Esto... esto de la equivalencia de uno por otro "Yo os compro otra gata", esto es desde luego, algo muy... muy importante, porque esta es nuestra vida, nuestra desgraciada vida: de un lado, funciones del Capital, imponen eso: 'que da lo mismo uno que otro' con tal de que respecto a mí cumpla la función necesaria, pero al mismo tiempo, esto hay que ocultarlo, hay que hacer creer en la singularidad.
Estoy pensando casi inevitablemente en el caso de una muchacha o mujer tradicional que sigue creyendo en que el destino de su vida es encontrar a su hombre (cosa que ni mucho menos ha muerto en el Régimen del Bienestar, -vamos- sigue tal vez tan viva como en otros tiempos). Pues ya veis, efectivamente, en principio, su hombre puede estar costituido por uno u otro equivalente que reúna ciertas condiciones, y cuando se dirige a la busca a las calles o en los bailes, lógicamente está contando en un... con esta... con esta condición: 'que es esencialmente sustituible', "Basta que sea el que mejor cumpla las funciones que para mi destino son necesarias, porque yo sigo creyendo en que tengo que tener un hombre, y con tal de que cumpla más bien satisfactoriamente las condiciones de ser el que va a cumplir esa misión, basta". Pero esto, al mismo tiempo, tiene que ocultarse, esto no se puede decir nunca. Esto que es así, y que funciona de esa manera, no se puede decir nunca, sería un sacrilegio contra el amor en el sentido tradicional. Por el contrario, ella, y en general, tiene que decirse... tiene que partir [de] la singularidad y la unicidad: "Descubrió a su hombre, era el único que podía ser; el único que podía ser en el mundo".
Bueno, pues esta... esta locura que ahora os presento con un poco de caricatura, es sin embargo el tipo de locura que reina por todas partes, y esa condición de que la sustituibilidad -da lo mismo uno con otro- sea costituyente de la Realidad, y que al mismo tiempo tenga que ocultarse con ideas, con ideales, acerca del 'único', es revelador también.
¡Uy!, no: pero yo creo que el caso que plantea Carlos es muchísimo más interesante. Porque eso que estás diciendo, pues ya... ya se sabe ¿no? El tema...
AGC - ¿Qué?
- Que eso ya se sabe, se sufre, se ha padecido...
AGC - ¿El qué se sabe?
- Estas cosas que estás diciendo. Lo de la gata es realmente interesante...
AGC - ¡Ah!, entonces ¿para qué coños las he dicho?
- No: que lo de la gata... Pues yo no sé para hacer un chiste, para que no se te olvide.
AGC - Me digo yo que ¿para qué coño las he dicho?
- No: yo... No sé, tú verás, es que...
AGC - ¡Ah!, bueno. Pero...
- Yo me refiero a lo de la gata, que realmente es impresionante, porque ahí sí que habla de lo de la desgracia y de qué es la desgracia -de qué es la desgracia-. Y en ese aspecto, la reducción a objeto de propiedad, que por lo tanto es cuantitativo y sustituible una cosa por otra, puesto que cualquier cosa que es objeto de propiedad es sustituible; es lo que la vecina inmediatamente hace la contabilidad ¿no? y lo allana todo... se tranquiliza, tranquiliza la situación en cuanto jamás se pone en lugar de la gata, no se pone en el sufrimiento, no se hace gata ella, no se mete en otro, no compadece. No, porque compadece al objeto de la pérdida de... como objeto de propiedad al... al propietario, que dice "Yo te compro otro", pero no se hace gata ella. No sufre como la gata.
AGC - Bueno, estás diciendo una cosa bastante trivial. Únicamente...
- No: quiero decirte... Déjame que termine. Agustín, ¿me puedes dejar?
AGC - Únicamente tengo que decirte que para ponerse en el lugar de la gata ¿sabes lo primero que hay que hacer?
- Pues andar a cuatro patas y destrozar.
- AGC - Es que seas capaz de ponerte en el lugar de la vecina. Eso es lo primero. Si no eres capaz de ponerte en el lugar de la vecina, nunca llegarás a lo que he llamado 'compasión'.
- Pero escucha una cosa: la vecina lo primero que hace es que se pone en lugar de ella, y eso lo estropea.
AGC - No, no: ponerte tú en el lugar de la vecina.
- No, no: ahora estoy aquí. Mira, vamos a ver []. No hace falta ponerse en el lugar de la vecina, de momento; estoy intentando escucharle a él. No: lo que quiero decir, que eso sí que me remite mucho a la cuestión de la desgracia, tal y como lo plantea Simone Weil -en la cuestión suya- cuando habla de lo de las... ella le llama 'la persona y lo sagrado', que habla de la cuestión de 'lo impersonal' como 'lo común'; 'lo común' es 'lo impersonal', no 'lo personal'. Y de tal manera, que lo personal sería lo solidario. Es esa distinción entre solidaridad como simpatía entre las personas, o acuerdo entre las personas, negocios entre las personas y complicidad entre las personas, en tanto que 'la comunidad' sería una serie de sentido de lo impersonal, de la cuestión de lo impersonal. Pero digo yo, ¿cómo esta mujer, cuando-...? Lo impersonal es que es muy difícil de llegar a ello ya entre humanos, cuánto -imagínate- entre un humano y un animal; ahí sí que lo impersonal ya, es realmente un grado mucho más primitivo, por eso me ha impresionado mucho la historia de Carlos, porque realmente es muy... muy honda, toca mucho...
AGC - Está bien, aunque... aunque sea un poco [...] que hayas vuelto a sacar a Simone Weil, porque el descubrimiento de la rebelión contra la persona, es algo que le debe mucho. Efectivamente, lo que he llamado una 'compasión' que sea 'comunidad', tiene que ver con eso; mientras que la persona no es capaz de otra cosa más que eso: la caridad cristiana, las ONGs, lo []. Pero respecto a eso -a la pretensión-, ya te digo, que en cuanto a ponerte en el lugar de la gata, lo primero es saberse poner en el lugar de la vecina, es decir, no creer que uno... que uno se ha escapado de la Ley del Mercado por las buenas: no se ha escapado de la Ley del Mercado.
- Pero para cualquier reflexión de este tipo es necesario distancia, y no puede ser, al mismo tiempo tienes que ponerte en el lugar y tomar distancia; y si no hay distancia...
AGC - ¿De la gata o de la vecina?
- ... no habrá tampoco pensamiento.
AGC - ¿De la gata o de la vecina?
- De la vecina, ahora mismo; de la gata no me importa.
AGC - A la vecina, aquí -como la propia persona de cada uno- estamos tratando de matarla todos los días en esta... en esta especie de tertulia que está contra el Poder. De manera que ese es nuestro objeto -ese es nuestro objeto-: reconocer la condición personal y, por tanto, insoportable de uno. ¿Qué más cosas por ahí?
- Con la... con la cosa esa de lo de la 'compasión como comunidad de verdad' -o algo así-, a mí me pasó una vez -bueno, que vamos-, que me pasó una vez mirando un telediario en un bar -hace bastante tiempo-, salió... salió gente del mar que había pasao bastante tiempo, salieron, pues eso: sin... [], o sea, estaban... el cuerpo había estado en el mar como una semana o una cosa así; yo, la verdad, que me quedé bastante maravillao, porque no sabía que, en principio, a un cuerpo le pudiese pasar eso. Y entonces, todo el mundo empezó a decir "Pobre gente, no sé qué, y tal y cual". Claro, la cosa es que la solución estaba bien clara para que no pasase eso, es decir, la solución -cuando no hay componendas con una cosa, con la Realidad, o con el Régimen, o con el Capital o con Dios- está bien fácil: porque lo manda Dios. En este caso, lo que... lo que se le ocurría -o se me ocurrió a mí, y me parece que era la solución- era "que se fuese a tomar por culo, España". Que no existiese España, y que abriesen las fronteras, y ya está; y a ver qué gente iba a morir en el mar.
AGC - Por lo pronto.
- Por lo pronto: empezar por ahí. Bueno, pues no. Claro, eso no. Eso no. O sea, aquí la limosna sí, y la caridad bien, pero cuando la limosna duele: no. Es decir, cuando uno tiene que prescindir de una cosa que se supone que le duele a uno -porque se librarían ellos de España, pero ellos piensan que no, que... que España les hace bien- eso, ya no.
AGC – No: pero, antes... antes he puntuao otro caso que tampoco pueden hacer y que es más impresionante, porque parece que está a la mano, ¿por qué no se lanzan rápidamente -con la rapidez que lo hacen todo- las grandes Empresas del Régimen a montar los negocios de todo tipo, los negocios químicos, y tal, en África, en Polinesia, o donde sea? ¿Por qué no lo hacen?, y eso parece que es, sin necesidad de derribar...
- Pero es porque el Capital... el capital no tiene [], es muy conservador, no se atreve.
AGC - Sin necesidad de derribar a España ni al Régimen, eso, uno diría "Pueden hacerlo": no pueden. Tampoco pueden hacer eso porque, a su vez, el Capital...
- [También lo hacen los Medios]
AGC - El Capital, que pretende ser una marcha vertiginosa hacia el Futuro, a su vez no puede menos de ser... de estar lento por sus propios mecanismos, es decir, una cierta fidelidad; una cierta fidelidad a las ideas. Y sin ningún cambio en la Fe, el Capital no marcha, y el Capital no puede cambiar de Fe de la noche a la mañana, y eso le endentece. Con las mejores intenciones nunca podrá lanzarse a hacer de repente ese cambio de establecimiento de sus negocios, que es mucho más elemental.
- Lo más económico es la liturgia; la liturgia del Vaticano, y la liturgia del Capital tiene su orden. Leyes.
AGC - Pues ni eso puede hacer. ¿Qué más había por ahí? Tal vez como hoy he enunciado estas cosas entre vosotros, de una manera un poco, así, sermonaria y tal, a lo mejor eso, a muchos les desanima de hablar, pero es importante también alternar lo uno con lo otro, no podemos estar todos los días haciendo análisis de los más serenos y abstractos, sino que hay que recordaros al mismo tiempo dejar alguna salida a esta indignación, a este desánimo que uno se encuentra por todas partes, en cuanto salga de aquí, en cualquier sitio.
- A mí me parece que casi me pongo realista si digo que... que no hay arreglo mientras reine el Dinero, o que me parece como que... que eso lo digo porque... yo tengo ya conocimiento mucho de negocios de ver cómo funciona y como arruina cualquier intento de hacer las cosas bien, y entonces, pues casi, a mí me sale decir eso; no, no: veo ningún arreglo mientras reine... reine [el precio], pero por otro lao...
AGC - "Realista" porque, bueno, porque debe tener sentido de que reconoces la presencia de la Realidad o del Capital. No creo que debas sentir mucho ponerte un poco realista en cuanto a mirarlo tal como es. Es que el Dinero es un ideal irrealizable, es un mero Futuro. No es de ninguna manera compatible con ninguna otra manera de vivir, funciona como los otros ideales -siendo irrealizable- para gobernar las cosas y que sigan siendo las cosas como son. De manera que evidentemente, eso de... eso de que el Capital puede -en general o en un Futuro- conseguirlo todo y arreglarlo, eso es una estupidez, eso es contra la propia... la propia costitución del Capital.
- Sí, pero a mí lo que más me preocupa es el tema ese que has hablao de la información; porque la información misma, con lo que trafica es con la información, es el objeto. El Dinero de la información es la información misma, es el movimiento de la información. Se me da que esa costrucción del mundo por la información íntima, necesita de las desgracias, porque si no, el silencio no es informativo. Entonces... pero me parece que eso mismo ya se da en el hecho mismo del lenguaje. El hecho mismo de la palabra 'desgracia' emitida y formulada, "yo ya sé lo que es la desgracia".
AGC - Sí. Pero si te parece, vamos dejar al lenguaje tranquilo ¿eh? Efectivamente, con la información...
- ¿Por qué no?, porque se produce ahí.
AGC - Con la información nos basta y nos sobra, y tienes razón...
- No: pero se produce debajo también...
AGC - Es la industria...
- El hecho mismo del lenguaje.
AGC - Es la industria principal del Capital: la información, y por tanto, se cumple eso que dices: Necesita... necesita la desgracia tanto como la desgracia la necesita a ella. Porque -como al principio os dije- vosotros no sentís las desgracias directamente, sino a través de los Medios. De manera que la necesidad es mutua.
- Sí, pero el objeto con que trafica, no es la información, es con la audiencia.
AGC - ¿Es?
- La audiencia. La audiencia es realmente el objeto que trafica la información y con los Medios.
AGC - No. No: la audiencia es el consumidor.
- No: la audiencia es realmente la mercancía.
AGC - Bueno, la mercancía directa es desde luego información, ¿eh?
- No. []
AGC - Pero es que, efectivamente, cosas como el cálculo del (debes estar pensando en eso), casos como el cálculo del número de oyentes de un programa, que a su vez se convierta en mercancía...
- Eso es lo que se vende realmente.
AGC - No. Bueno, eso es lo..., pero es secundario. Es importante, pero desde luego lo... el primer producto es la información.
- No: secundario, no. Pero es la audiencia.
AGC - El primer producto es la información.
- Influye la audiencia.
- Es la audiencia.
AGC - La audiencia -lo mismo que en general la imbecilidad humana- se puede convertir para el Capital en una mercancía, eso lo hace todos los días. Y eso es ya... eso es ya secundario. La audición y número de auditores que la imbecilidad humana, en general, se deja muy bien convertir en mercancías, eso sí lo sabe hacer el Capital bien.
- []
AGC - Perdón. Es que... Bueno, es igual.
- Bueno, decir que, además dentro de las desgracias y de los Medios de comunicación, me ha llamado la atención -ahora hace poco- una chica de Austria fue secuestrada con diez años, y ha estado [muchos] años, ha estado cautiva de un hombre, y lo que más ha sorprendido es que esa chica, al salir, sus primeras declaraciones que hizo, ella decía que no había estado mal, o sea, no... decía que... incluso decía que ella había hecho el amor con este hombre por propia voluntad. Sin embargo, los Medios de Comunicación decían "No sabe lo que dice", "Está trastocada" [], todo eso ¿no? Y luego al final dice la chica, luego creo que decía que [] ha asumido el papel que los Medios de Comunicación querían hacer... querían hacerla una víctima, que ha sido liberada, y tal ¿no? Pero llama la atención porque los Medios de Comunicación estaban como trastocados, porque decían "No puede ser: esta chica es una víctima, es una desgraciada, pero ella no se da cuenta"...
AGC - Parece bastante ilustrativo, sí. Efectivamente, de todas maneras, ya sabes que, antes de... antes de sus primeras declaraciones y de las segundas, está el hecho de que se decidió a convertirse en un objeto de la información. Se decidió a convertir su secuestro en un objeto de la información, eso ya llevaba enredado todo. [Esa es] una decisión anterior, previa ¿no?, fundamental. Después lo otro, claro: la primera versión ofrecida a la información. Pero sí, parece la más natural, ¿por qué tenía que pasarlo mal, si estamos acostumbrados a que todo Cristo se las arregla para vivir en condiciones... en condiciones verdaderamente miserables y... y llamando 'libertad' a lo que no lo es? Pues lo mismo, lo mismo. Pero efectivamente, sí, tienes razón claro, eso para los Medios en general, eso no era fácilmente tratable, había que... había que reducirlo a los esquemas... a los esquemas precisamente establecidos, sí.
- Quería meterme -aunque no sé muy bien cómo- con la cuestión de la justicia, sobre todo por lo de "Yo os compro otra gata", la... en la manera de esta sustitución de la compasión por la justicia como medio de solucionar los problemas, intentando dar una compensación o un castigo, intentando imponer un castigo que se corresponda exactamente con la desgracia causada; o sea, que hay un ideal de exactitud en...
AGC - Sí: la balanza de la justicia.
- Sí. Y que incluso se llega a hablar ni siquiera-... no sólo con delitos, sino que hay un ideal también con esto que se llaman 'Justicia Social', el ayudar a los más desfavorecidos, y todas esas cosas. Que es una cuestión muy ideal, y que es muy parecido al Comercio. O sea, se paga...
AGC - Claro, va con ello inmediatamente. Además, el hecho de que a la justicia le pusieran una balanza -que es un instrumento comercial, para empezar- ya es muy... es muy revelador; lo mismo que, por otra parte, le pusieron una espada para que no quedara ninguna duda de lo que es la justicia: con la espada y con la balanza, todo junto.
- No sé. Parece que [....]
AGC - No. No, no, no: de arreglar dentro de... de arreglar dentro de la Realidad. Arreglar: establecer la armonía, el equilibrio, las compensaciones.
- No querer sufrir, o sea, negarse al sufrimiento, negarse a que..., o sea, querer que el sufrimiento tenga un arreglo.
AGC - Eso: que no haya ningún sufrimiento que pueda atentar contra Dios mismo; todos son remediables. Remediables, compensables, dentro del Orden. Eso, la vieja Teología de la antigua Religión sabía mucho de cómo podía Dios mismo arreglárselas con esos manejos.
- Lo que ha contado Carlos no... no me ha hecho ninguna gracia, ha sido tristísimo y muy tremendo. Creo que -uniendo con lo que dice Virginia de la justicia- parece que demuestra, es un ejemplo, que demuestra que la Realidad se monta de manera muy importante en la... en la pretensión de reversibilidad, es lo mismo que la justicia, o sea, que hay como... como... pensar que algo es reversible y que se puede resolver, y es una de las funciones del Dinero: hacer que todo sea equivalente y permita esa reversibilidad, como cuando hay un incendio, cuando hay un asesinato; de manera que... que el Dinero y la estructura de la Sociedad está fundamentado en esa pretensión de reversibilidad, en esa ilusión, en esa fantasía de reversibilidad.
AGC - ¿Qué?
- Que está fundamentado la Realidad, el Dinero, en esa pretensión, en esa fantasía de reversibilidad.
AGC - Bueno, sí. De lo que hemos dicho de compensación con motivo del Comercio y de la justicia, sí. Las cosas se remedian dentro de esto.
- [...]
AGC - Es lo de reversibilidad... es un poco peligroso, porque introduce el Tiempo, y ya sabes que para el Capital no hay más que un Tiempo, que es el Futuro. De manera que cualquier... cualquier compensación que el Capital pueda ofrecer en definitiva, si la... si la examinas, es la gloria eterna, el Futuro, el Madrid de mañana por el cual estamos trabajando y haciéndoles la puñeta a Vds. Siempre, siempre la compensación está en el Futuro, no puede consistir en ninguna otra cosa.
- Pero ¿qué [conceptos equivalencia el] Dinero []?
AGC - El Tiempo es el Dinero. Y el Tiempo, en primer lugar, el Tiempo real es el Futuro: la muerte.
Bueno, pues...
- Yo quería, un ejemplo -yo no sé si tiene que ver, pero-: estos casos, cuando un perro mata... cuando, si en vez de ser un gato hubiera sido un niño, normalmente a esos perros los matan ¿no? Y a mí... yo me pongo en la piel de ese perro, que digo, "joder, qué culpa por haber matao a un niño", ¿no? Digo "¡qué putada!" ¿no? -No sé si tiene que ver-.
AGC - Cuando yo hacía el Servicio Militar, eso estaba reglamentado, había juicios a los mulos... a los mulos que habían cometido un crimen y los ejecutaban. Estaba reglamentao también.
Bueno, pues, nada. Seguimos indignaos o de otro tono, si nos deja el Señor, dentro de siete días, a ver qué pasa.