25.01.2006
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
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El número y la constitución de la Realidad
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La serie de los números, contrapuesta a "todo"
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Ataque de "uno" mediante la necesidad de "pertenencia" de uno
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La teoría de conjuntos reduce la eventualidad a "todo" y a "uno"
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Patrias (Familia, Estado, etc.) y "Pertenencia"
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"Pertenencia" y "muerte"
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La salida de la propia lengua como medio para combatir las Patrias
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Los dos sentidos del tiempo real
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Y finalmente, aunque no lo menos importante:
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Del carácter femenino de la tertulia
Tertu005-25-01-2006#Tertu005-25-01-2006.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Pues continuando un poco primero con lo de la última sesión, recordáis que, a propósito de la necesidad y las contradicciones de que hayamos tenido que fabricar algo como una teoría de conjuntos como para dar razón de los números, planteaba este especie de axioma ó postulado que era que “desde el momento en que una cosa es una cosa, desde ese momento ya está en marcha la serie interminable de los números naturales”. Esto lo decía, y lo repito ahora para que se entienda bien la relación entre “definición” y “cómputo”, “definición exacta”, (una cosa es una cosa, ni más ni menos”, y “cómputo exacto”, que es el de los números naturales, que no es mas que el caso extremo de la relación que una vez y otra encontramos con respecto a la realidad, de la que decimos que no puede entenderse sino dándose al mismo tiempo “idea”, es decir, significado de las palabras que lo tengan, y “cuantificación”, cualquier forma de cuantificación. No vuelvo sobre ello, porque muchas veces lo hemos estado viendo aquí: “cuantificación” con “ideas” son los constituyentes por así decir de la realidad.
La significación de una palabra en los idiomas corrientes, en las lenguas vulgares, nunca es exacta, cerrada, nunca llega a dar un fundamento definitivo al ser de la cosa; ya recordáis que, siendo el vocabulario de cualquier idioma “nunca-cerrado”, como la realidad, cada palabra semántica de ese idioma igualmente tiene que estar “nunca-cerrada”, “nunca-bien definida del todo”; y de la misma manera, en “cuantificación” se encierran otras muchas maneras de cuantificación, como la de decir “mucho”, “super”, “poco”, “más”, “menos”, y entre ellas los números. De manera que lo que os proponía ahora es que el caso extremo de esa asociación necesaria entre significado y cuantificación es el que estamos proponiendo, el de la definición exacta ( una cosa es lo que es) y el surgimiento de los cuantificadores exactos, es decir los números. Ya veis, supongo, la relación que hay entre esta situación ideal, extrema, de la exactitud, y la situación normal y corriente de la realidad como constituyéndose por significados y por cuantificación juntamente, y si de esto que es tan tal vez de sobra sencillo queda alguna duda, ahora me lo direis.
En este asunto del surgimiento de los números y la serie interminable, lo que está jugando, precisamente para eludirlo, es el hecho de que nunca se acaba de contar, ni de vivir, ni de nada. Es lo que, empleando un término más bien gramatical, podemos decir “la eventualidad”: la serie de los números es interminable, no por ninguna razón de la que una teoría de conjuntos pueda dar razón, sino porque siempre se está contando. ¿Qué recordais acerca de esta imaginación nuestra, que no debía ser imaginación, de la realidad? : que la realidad es lo que ha pasado; “”hechos” quiere decir ya “hechos pasados”, y no hay cosa que se pueda ni medir ni contar mas que lo que ha pasado. “Hechos futuros” es una “contradictio in adiecto” con la que evidentemente el latín se tiene que jugar y la Banca también tiene que jugar, contar lo futuro como hechos, pero es simplemente una trampa muy fácil de ver: “hechos” no hay mas que los hechos, lo pasado, no hay mas realidad que la pasada; lo que pueda pasar queda justamente fuera de la realidad, y las posibilidades sin fin no se hacen hechos mas que cuando se realizan, cuando entran como nuevas y cada vez más cosas a formar parte de la realidad. De manera que hay un error, una equivocación pero muy importante en eso de creer que se puede contar las cosas que van a pasar como cosas que han pasado, lo que hace todos los días la Banca, el Comercio, cada uno de nosotros en su vida familiar, lo que tienen que hacer las teorías, pero lo que no se puede hacer. Las posibilidades sin fin abiertas están fuera de la realidad, y la realidad se constituye justamente por esa constante conversión de lo que podía ser en lo que ya es: un hecho, una cosa muerta. “Eventualidad” hace alusión justamente a eso que puede pasar pero que no ha pasado, y cualquier lengua del mundo cuenta con modos eventuales para hablar de ello: “si vienes mañana te dará un libro”, una promesa con su condicional y todo eso, y cualquier lengua la hace así. Pero confundir eso con la constatación y por tanto la medida, la apreciación, el cómputo de cosas que ya han pasado, es el error fundamental que estoy denunciando ahora.
La teoría de conjuntos, como en general cualquier Ciencia, también juega con estos ideales que son “todo” y “uno”, como si tranquilamente se pudiera a esa eventualidad por la que estamos pasando ahora mismo, (en la que estamos cayendo constantemente y la realidad toda está hundiéndose continuamente en su no saber), como si a eso se le pudiera comprender y decir “todo”, hacer un “todo” de lo que está ahora mismo pasando, y no se sabe, y por tanto nunca puede ser un “todo”. Esta condición de “todo”, que es la que hemos presentado como esos entes ideales que nunca pueden realizarse, pero que constantemente están rigiendo la Fe, la Ciencia, y la realidad misma, se contrapone al reconocimiento de eso de la eventualidad, que quiere decir que “ahora mismo”, “ahora” que no hay quien lo coja porque “ahora” ya no es “ahora”, estamos cayendo, están pasando cosas, y por tanto es así normal que también en definitiva la serie de los cuantificadores exactos sea efectivamente interminable, porque se está contando, porque ahora se está contando y nunca se acabará de contar. Nunca se acabará de contar, porque acabar de contar sería otra vez creer en “todo”, y pensar que la realidad puede considerarse un “todo”, como muchos hablan de “El Universo”, por ejemplo, no son hablar como aquí de la realidad, sino del Universo como si fuera una especie de “todo” o “totalidad”, lo cual, si me seguís en lo que digo, no tiene sentido ninguno.
Ahora me lo diréis, pero de aquí quería pasar, antes de dejar correr la voz, al ataque de “uno”, que desde luego está inmediatamente ligado al de “todo”, y que por supuesto, en la teoría acerca de los números se manifiesta enseguida en cuanto que la diferencia exacta entre un número y su sucesor inmediato (“inmediato”, como se suele decir: ya veis con qué especie de trabajo se puede decir “inmediato”) esa diferencia se convierte en la razón de la serie, y acaba por colocarse como “uno”, como”el primero” de la serie, cosa que nunca había sido, por decirlo así en términos un poco históricos: nunca había sido hasta el momento en que la serie ya estaba bien constituida y marchando. “Uno”, en la lengua corriente, era la negación de número, “uno” quería decir “no número”, es decir, negación del cómputo, de “varios que son el mismo para que se puedan contar”; eso se convierte en “uno”, y eso no es mas que un símbolo que nos lleva a hablar del imperio de “uno” en general, no ya en matemáticas, sino fuera, en la vida corriente, en la política, en todos los sitios.
La noción de conjunto tiene un índice, que es todavía matemático, que es el de “pertenecer a”; por fortuna, en este caso la elección del nombreen esa técnica no se aparta de lo que en las lenguas vulgares se puede decir “pertenece a “, y es contra eso contra lo que vamos. Atacamos al “uno”, es decir, me ataco a mí mismo en cuanto “uno”; ataco al “uno”, porque no hay otra política que valga mas que la que ataca a “uno”, por la via de analizar, recordar, mi necesidad de “pertenencia”: “uno” efectivamente es un imperio, “uno” es como Dios, la creencia de que “es el que es”, y que es por tanto único e irrepetible, a pesar de que todos los días esté tropezando con la evidencia de que es un de tantos, como su documento de identidad mismo demuestra, puesto que se le ha podido contar con otros que son tan “unos” como “uno”, y sino no se les podría haber contado. “Uno” tiene esta pretensión de ser “uno”, de ser el que és, pero necesita para asegurarla constantemente el pertenecer a una especie de conjunto, “pertenecer a”.
Conviene contrastar la pretensión, casi diríamos la soberbia, de ser “uno”, con la necesaria debilidad e inseguridad que le obliga a estar continuamente asegurándose de que es uno por el procedimiento de “pertenecer a” alguna especie de conjunto. De manera que esto supongo que os explica porqué es tan poderoso eso de pertenecer por ejemplo a una familia, por colocarnos en lo más cercano: ¿cómo es que uno, tan seguro que está de ser el que és, sin embargo en seguida se siente desamparado, arriesgándose a la perdición, si no pertenece a una familia, si no es un elemento de una especie de núcleo social esencial? Habréis oído decir muchas tonterías acerca de esta institución de la familia, muchas superficialidades, pero desde luego la necesidad está en lo más profundo, es en cierto modo referente a esa especie de necesidad de ser el que se es, que al mismo tiempo está contradicha con la evidencia de que es mentira, que uno nunca es el que es. La necesidad de asegurarse así, de que la mujer, los hijos, lo llamen con su nombre una y otra vez, o con el nombre familiar que le han puesto para asegurar así su identidad, está todo los dias mostrándonos eso: que hay que ser para alguien; la pareja en primer lugar, los hijos, la familia en conjunto, vienen a ser esta especie de institución que está hecha para asegurarle a uno de que “pertenece”.
No es la única institución, porque esta necesidad es pervasiva, lo llena todo, llena toda la realidad; es necesario por ejemplo pertenecer a una tribu, a una Nación, a un Estado, y la pertenencia de esto es lo que suele llamarse y se llama tradicionalmente “Patria” , y todo el mundo recuerda cómo también por la Patria se muere, no solo por los hijos, por la mujer: por la Patria se muere, se moría siempre, y esta especie de entrada de la muerte, condena a muerte en relación con el asunto, no es nada advenedizo, sino que es intrínseco a la cuestión, esta intervención de la muerte. Por la Patria se muere, pero se muere pagando ese servicio inestimable que es el de pertenecer a ella, que ella me asegura el ser, me asegura que soy el que soy.
Las Patrias han cambiado con la Historia como sabéis de títulos, de formas, pero en definitiva esta necesidad de pertenecer a un conjunto sigue siendo no sólo la misma de siempre, sino de alguna manera perfeccionándose y progresando, y desde luego de una manera o de otra la intervención de la muerte en el asunto sigue siendo la misma de siempre: te mata, pero, amigo, es tu nación, es tu Patria, perteneces a ella, con todos tus derechos. Lo que importa es adaptar esto no sólo como una necesidad o truco que las instituciones tengan para sostenerse, imponerse, a poblaciones enteras a las cuales en vez de dejarlas andar sueltas, libres, indefinidas, como cosas eventuales en las que se entra y se sale, se las quiere convertir en “todos” cerrados. No solo esa labor mortífera, sino sobre todo cómo es que uno responde de una manera tan tremenda y maravillosa, cómo uno, como “uno”, padece esta necesidad. Todas las tonterías que estos días sin ir más lejos habéis visto acerca del nombre de nación o de Estado con motivo del Estatuto Catalán y todo eso es un hecho trivial, pero que viene a demostrar lo mismo: hay mucha gente, no voy a decir “todos” ni mucho menos, pero mucha gente, la mayoría, que efectivamente ha estado y sigue estando muy interesada en el asunto, como si fuera algo que le tocara, como si eso de ser Español o de ser Catalán fuera una condición, no voy a decir de vida, porque es una tontería, pero si una condición de existencia, como si en ello se estuviera jugando uno la existencia; la existencia de uno mismo depende en gran medida de ahí, y sólo eso explica este tremendo éxito de las denominaciones, de las fabricaciones de conjuntos que le incluyen a uno, y que por tanto contribuyen a darle el ser, a sostener su existencia.
Podría seguir con la escala: el escalón al que salto en cuanto conjuntos es, como ya los que me habéis acompañado podéis suponer, es “el hombre”, y más, “la humanidad”. No podemos cansarnos de repetir esto: esto de “la humanidad” es una especie de Patria, y todo el enorme interés que los individuos suelen mostrar en eso de “el hombre”, y que les lleva hasta a hacerse “humanistas” y cosas por el estilo, y hablar del humanismo como una virtud, todo eso es en definitiva un Patriotismo, es un Patriotismo tan necio y tan vano como los demás, pero enormemente poderoso. No tiene ningún fundamento mayor “el hombre”, que “España” o que cualquier otra forma de Patria, o que mi familia, o que cualquier otra forma de familia, no tiene ningún fundamento más allá; inútil buscarle a esas cosas fundamentos naturales, es decir, extrarreales: no tiene mas que necesidades reales, y estoy hablando sobre todo de esas necesidades tomadas desde el punto de vista de “uno”.
De manera que supongo que desde aquí se entiende tal vez a lo mejor lo que todos estos días hemos venido diciendo cuando partíamos de los estudios físicos, de que una gran parte de los perdederos, de los errores, está en que a eso de “el hombre” se le da siempre una importancia excesiva. Se le da una importancia excesiva, porque incluso cuando los propios físicos vienen a reconocer la necesidad de tener en cuenta al observador, por ejemplo, y cosas por el estilo, pues resulta que el observador, cuando uno lo mira, resulta que tiene cara de hombre, que es un hombre, y que no se les ocurre otra posibilidad, y que incluso cuando mandan en viajes astrales a buscar restos, rastros de conciencia por alguna otra parte del sistema estelar y galáctico, pues lo que encuentran, como dicen en las películas de Ciencia-ficción, tienen cara de hombre todos, más o menos feos o más o menos deformados, pero desde luego nada nuevo, ni en las caras, ni en las actitudes, ni en los sentimientos.
Hay que entender pues que efectivamente “hombre”, esto que nos toca a nosotros lo más de cerca y más inmediato, no es mas que un caso entre los casos interminables de contar de cosas de la realidad; reconocerse como un caso de cosas es desde luego una vía que parece elemental para cualquier forma de acción política y descubridora que no sea seguirse ateniendo siempre a lo mismo: un caso de cosas. De manera que todo esto que nos parece a nosotros tan fundamental, como la conciencia, la forma de las lenguas humanas, las religiones, la creencia en la libre voluntad, las democracias y cosas por el estilo, todo esto son rasgos de la familia; son todo rasgos de la familia, pero todos estos rasgos de la familia no son mas que un caso de la realidad, y si queremos superar la mentira, la falsedad, de cualquier forma de Patria, desde luego tenemos que superar esta también, tenemos que dejar claro que cualquier consideración que hagamos de los hechos humanos es una manifestación, un caso, de todo eso que hemos presentado directamente como realidad, “conjunto nunca-cerrado” de cosas, múltiples, que están cada una a su manera aspirando a superar su falta de ser, su falta de definición total y cerrada por la vía de reproducirse en formas nuevas que a su vez tratan de alcanzar a esa perfección, a esa definición, no somos mas que un caso de eso mismo. La necesidad de las cosas cualesquiera de defenderse, y por tanto de mentir y de transformarse, esa es general a cualesquiera cosas, y nuestros hechos de voluntad y demás son un caso, y nuestras religiones y nuestras teorías también.
También aquello que nos hace todos los días maldecir de las cosas que más de cerca nos tocan, maldecir del aumento constante de obras en Madrid y en cualquier sitio que hace que las ciudades desaparezcan y se conviertan simplemente en una especie de campo de obras y cosas por el estilo, maldecir de la producción de automóviles, que parece que no hay quien la pare, y que está acabando con la vida de la gente, todas estas cosas son una peculiaridad nuestra, pero no propia. Tengo un escrito que me acaba de llegar de Carlos Fontales, que hoy no puede estar entre nosotros, donde, dando razón a estas cosas justamente se le planteaba esto y decía que no comprendía bien cómo se puede no atribuir al hombre una especie de perversión o de soberbia especial, que tal vez lo único que es propio es precisamente eso, la percepción de que nuestra manera de habérnoslas con la perdición; y nuestra manera de mentir es importante, peculiar, invasora, pero “no”, hay que decir, también nuestras perversiones, también los errores de la producción sin parar de automóviles, también cualesquiera otra cosa que se os ocurra como perversiones y desastres, son simplemente una manera humana, muy humana, de habérselas con el problema general, que no es nuestro, sino que es general, de las cosas, de las cosas mismas. Por eso es por lo que decíamos que hay que extender la noción de “lengua”, y la noción de “mentir” por tanto, a cualesquiera cosas, y encontrar que esa manera de mentir de las cosas consiste simplemente en defenderse del descubrimiento de que no están bien hechas del todo, del descubrimiento de su falsedad; eso es lo que nos pasa a nosotros como a un mosquito y como a un planeta perdido por los ámbitos, nos pasa igual, a nuestra manera, como a cada uno por supuesto puede pasarle igual.
Contra cualquier humanista hay que romper con este patriotismo último o penúltimo, y todavía os hablo un poco contra él ligándolo con la cuestión que acabo de sacar de la lengua: ya sabéis que la labor mortífera y siniestra del Poder consiste en creerse que son propietarios de un idioma, de una lengua determinada, y que por tanto pueden hacerla una lengua nacional, una lengua por supuesto oficial y nacional. Esta manera de tratar a las lenguas desde fuera, a los idiomas, sirve como sabéis de la manera más eficaz, más que ninguna otra arma, para sostener la creencia en la Naciones, Estados, Patrias, y lo que sea; la lengua, el idioma, uniformizado, oficializado, se convierte en el arma más poderosa para sostener esa mentira, la mentira de las Patrias y los Estados, la “pertenencia”.
Y otra vez volviendo a lo que uno le pasa, pues ya sabéis: ahí se entiende el afán, que cada uno, obedeciendo a las Autoridades y a las Academias, esté dispuesto a defender lo que llama “su lengua”, a defenderla como suya y por tanto como definitoria; eso es lo que le está dando ser, es normal que se sienta dispuesto a morir también por su lengua, que es lo mismo que morir por la Patria; es normal, porque forma parte de la necesidad que estoy denunciando.
Es preciso pues recordar que los idiomas no son la lengua de verdad, que la lengua de verdad, razón común, no se realiza, no se deja realizar: ni en ninguna parte del mundo ni en ninguna época aparece ni aparecerá la lengua de verdad, no aparecen mas que las lenguas de Babel, y son a cada una de esas lenguas de Babel a las que los Estados y los demás manejadores aplican esa técnica de convertirlas en carácter distintivo de una población de personas para someterlas al régimen, es preciso recordar eso.
Claro, desde luego un camino modesto, sencillo, para empezar, es salirse de la propia lengua nacional que a uno le haya tocado. Como sabéis algunos de vosotros, yo me he pasado largos años de mi vida enseñando latín, a veces a pequeñitos y otras veces a estudiantes mayorcitos de Universidad, pero de una manera o de otra enseñando latín, y aparte de que en este momento me sienta un poco cargado de conciencia de haberle dedicado a ese empeño tanto tiempo, tantos años, (es inevitable que por motivaciones externas como las de ganar el dinero, sostener la familia y cosas por el estilo haya tenido que seguir tantos años, tanto como sesenta y tantos años dedicado a esa labor de enseñar latín), aparte de eso, ya cuando estaba metido en ello, pues de vez en cuando me venían las dudas, y dejando de lado otras pretensiones de utilidad que podía tener el estudiar el Griego y estudiar latín, como ejercicios del espíritu, del desarrollo de las habilidades lógicas, apertura al Mundo Antiguo y a la Cultura y cosas por el estilo, la verdad es que con lo único que ya entonces me quedaba era con esto: “por lo menos a los niños los meto en una lengua que es extraña, verdaderamente extraña, que no es la que hablan por la calle; si consigo que se den cuenta de que hay una lengua tan extraña como eso del latín, (que cuidado que es una lengua extraña a las nuestras, con una sintaxis que no tiene nada que ver, con la sustitución del orden de las palabras, con concordancias, los hipérbaton y cosas por el estilo), si consigo que alguien de verdad sienta que hay una lengua tan extraña como el Griego antiguo y como el latín, pues bueno, por lo menos un pasito para salirse de la propia a lo mejor se puede haber dado”. Es mejor con las lenguas muertas, porque estudiar idiomas, que es lo más corriente, también puede servir, pero en general los idiomas que se estudian, salvo quien se dedique a estudiar Chino ó Japonés o cosas así, pero los idiomas que se estudian se parecen todos demasiado en la maquinaria, el Griego antiguo ó el latín son mucho más raros, y desde luego el (chi) y también otros como el Chino ó alguna lengua bantú pueden servir también para el caso.
A lo mejor tanto trabajo como es el de estudiar el idioma o incluso el de intentar meter a los niños en Griego ó en latín, tanto trabajo no se justifica con esa posible utilidad, pero en todo caso, si sirve para algo es para esto, que desde luego si que os presento como algo que es fundamental para cualquier política: salirse de la propia lengua, porque eso, si de verdad se sale uno, si se sale uno de su lengua, se está de alguna manera saliendo de las lenguas en general, de los idiomas, por tanto está combatiendo decididamente la noción de Patria y el imperio de las Patrias, que a su vez han demostrado sostenerse con las lenguas. No olvidéis que he contado entre los idiomas también los idiomas especializados, es decir, la propia lengua matemática en lo fundamental de la física y de las otras Ciencias, de manera que lo que digo de salirse de un idioma y no creer en ningún idioma como si fuera la lengua de verdad se aplica a ese tipo de idiomas lo mismo que a los demás. Pienso que por desgracia en general los físicos se creen que hay una especie de lengua general más o menos asistida por trucos matemáticos, pero no, no es más que un idioma, un idioma entre los idiomas.
Bueno, pues todo esto contra “uno”, por las vías de luchar contra la necesidad de la pertenencia, la necesidad de “pertenecer” a familia, a Patria, a Humanidad, a cualquier cosa de esas. Ya sabéis que todo esto es la tertulia política, estamos metidos en una guerra interminable, y esta guerra es contra la realidad, y a uno por supuesto, en cuanto uno, le va la existencia, tiene todo el interés en que la realidad sea un “todo”. Uno es, en cuanto es uno el que es, necesariamente un súbdito, un esclavo, y todo su interés puede estar, todo su interés está, como la Banca le dice, en el mismo sitio que el Interés del Capital, es decir en la fe en que la realidad se siga manteniendo como un todo, y todo lo demás.
Hay algo que tal vez se sale de esos intereses, algo que nos queda de desconocido, de “yo” que no soy nadie , de “pueblo que no existe”, que no se acaba de conformar con ese sumo interés que cada uno tiene en “pertenecer a” y en “ser el que es”, y por eso estamos aquí luchando. No tengo que recordaros que cuando a alguien se le presentan dudas respecto a esta guerra, o se pregunta por el sentido de esta guerra, hay que decirle siempre esto: “después de todo, ¿cuánto te van a pagar por seguir mintiendo?”, esta es la pregunta. Hay que reconocer que a uno ya le han cambiado todo, le han cambiado la vida por “existencia”, que quiere decir “tiempo”, que quiere decir “dinero”; se la han cambiado, es decir, han hecho de su vida una imitación de muerte, está condenado a muerte, y por tanto le han hecho de la vida un futuro, un puro futuro, que es el sitio donde no se vive, es el sitio donde sólo se muere, cuando llega. Pero le han convertido la vida en un futuro, y si uno recuerda esto así, entonces de eso un cierto ánimo para la guerra yo creo que puede venir: “¿cuánto te van a pagar por seguir mintiendo?”
Bueno, pues con esto ahora me callo, os dejo pasar respecto a cualquiera de los múltiples puntos en que a lo mejor algo no está lo bastante claro, dejo pasar las voces, y adelante.
-...lo que no acabo de entender es eso de........perseverar en ... no es una forma de humanismo. Por ejemplo, ¿hay que pensar que cuando un árbol está muy florido está perseverando en ser el que es?
A-Si, si, está buscando maneras de serlo mejor.
-¿Y eso no es una forma humanista de ver lo que está haciendo el árbol?
A-Bueno, es decir, puedes llamar a los pajarcitos, a los gorriones los puedes llamar “hombres”, y a los átomos también, hasta a los entes de la física, por algo se dice “dondequiera que haya un átomo, allí estoy yo”; pero ¿porqué hay que llamarlos así, porqué no es mucho más sensato y honrado decir que eso de los hombres no es mas que nuestro caso de cosas, que las demás efectivamente pertenecen a esta condición de la realidad que no tenemos que llamar “humana”, a esta condición de la realidad de las cosas, que efectivamente están condenadas a perseverar en sostener una identidad que no pueden sostener? El llamarlo a eso “humano” es ya efectivamente otra vez caer en el mismo patriotismo, no hay porqué. Si, perdón.
-.....pertenece al propiedad al objeto
A-No, no, “pertenencia” quiere decir pertenencia a un conjunto, a un vago conjunto.
-Si, pero que el conjunto, la institución cualifica, identifica, determina, etc, pero esa pertenencia a la....
A-Es la necesidad de uno, la necesidad de “pertenecer” a algún sitio.
-Pero como pertenecer significa también otras cosas, en este caso, ¿qué significa “necesidad de pertenecer”?
A-“Ser el que es”, “ser el que se es: para ser “uno” se ve que por más que esté soberbiamente creído de que él es el que es y nadie más, sin embargo le falla, y entonces tiene que sostenerse con la pertenencia, “pertenecer a”.
-¿Y qué es a lo que pertenece?
A-Es lo que emplea la gente. ¿No recuerdas una malagueña que decía “estando de guardia un día me preguntó el Capitán que adónde pertenecía. Yo le dije: “a Andalucía, puñetas”, y después especifica más: a Andalucía, Málaga y la calle cual?: “Pertenecía”, lo dice la gente, de manera que aparte de pertenecer a la teoría de conjuntos pertenece al lenguaje corriente, y expresa bien esa necesidad.
-Si por ejemplo se reúnen un grupo de cuatro, cinco ó seis para algo, y en principio son iguales, no hay ni siquiera concepto de equipo, ¿y eso pertenece al conjunto?
A-Eso, ya ves que ni siquiera se emplea en español el verbo, a eso no se le llama “pertenecer”.
-Que yo quería enlazar con la primera de las intervenciones: eso es inacabable porque uno se asombra algunas veces de oír un gorrión o de ver una flor abierta, eso de que no tiene nada que ver con uno, es decir, que te está diciendo “la rosa no está envidiando tu longevidad”, y es lo que a ti te pregunto: ¿cómo esta rosa que va a desaparecer y no ha entrado en esto que se llama “tiempo”, y el pájaro cuando está por la mañana despertándote con su ruido, que no entiendes lo que dice, porque no es semántico su canto, y lo que se está diciendo te es desconocido, por lo tanto es porque es desconocido, en el sentido en que nosotros podemos hacer que las cosas sean “humanistas”, “humanizar” las cosas es en el sentido de que las nombramos, por lo tanto, ¿no sería un humanista aquel que nombra?
A-Si, no te sigas armando líos, porque estaba muy claro. No es que te corte, pero es que eres muy elocuente y ahora lo has dicho bastante claro, y me temo que si sigues hablando, vas a empezar más líos.
-¿Pero porqué vas a saber tú cuando ....
A-Porque conozco un poco los mecanismos.....Tu has entendido su....y has entendido lo que le dije yo. Es que es justamente lo contrario de lo que tú estás diciendo.
-Pero es que tú piensas, tú estás sintiendo que hay esa intemperancia en el ser de las cosas, y yo te digo que si algo en una cosa te asombra es esta poca importancia que tiene de la disolución. Cuando uno ve la nube en el cielo, lo que te está (apuntando)la nube es que no se deshace sin pena ni gloria....
A-¿Ves como te decía yo que te ibas a salir de......? porque la cuestión era esta, y a él le respondía la duda que tenía diciéndole que precisamente si se considera que lo nuestro no es más que un caso, cuando después queremos ver también como hombres y entender como hombres, con nuestras relaciones, a los gorriones y los pajaritos, nos estamos equivocando, entonces le estaba respondiendo a eso. Eso no quiere decir que lo que nos deleita tanto en que los otros sean otros y los pajarcitos sean otros, les vaya a librar de su condena a la realidad: están sin nada humano..........
-......... que se llama rosa...
A-No, hija, ahí es que eso, es que no has oído lo que he vuelto a recordar ese propósito, que para entender esto había que reconocer que todas las cosas están hablando, no nuestra lengua, que nuestra lengua es un caso ......
-Que no es un idioma, por lo tanto no están hablando.....
A-Están hablando cada una en su idioma, sosteniendo todo esto. Esto es una discusión ya vana, simplemente se trata de no llamar a eso “lengua humana”: hay que no llamar a eso “lengua humana” para reconocer que lo nuestro no es mas que un caso de lengua, y que por tanto podemos librarnos de esta Patria que es “el hombre”. Eso no quiere decir que abandonemos la guerra contra la realidad y que pensemos que los pajarcitos del campo son de verdad libres, y que eso es lo que nos deleita, porque no hay nada libre, todo está condenado a ser “real”; no “humano”: “real”
-Vuelvo un momento a la primera parte de la tertulia, porque cada vez que planteas esta situación de pasar del futuro, a mí me cuesta bastante entenderlo, y por si a alguien también le pasa, voy a exponerlo una vez más: dices que el pasado es porque el pasado es lo que se sabe, en cambio futuro sería como una especie de hechos interminables que nunca se acaban de contar....
A-Que no serían “hechos”.
-.... y por tanto fuera de la realidad. Entonces no puedo entender cómo el futuro, que es constitutivo de la realidad, al mismo tiempo puede estar fuera de la realidad; es como si a veces usáramos dos acepciones distintas: unas veces decimos “futuro” a secas, ideal, constitutivo de la realidad, futuro una e () por tanto considerar el sinfín, por tanto fuera de la realidad ()“Futuro” como ideal constitutivo de la realidad que al mismo tiempo está fuera de la realidad; y para terminar, no entiendo tampoco cómo las posibilidades sin fin se pueden identificar con el futuro, por más que sean las que...
A-Casi te lo has dicho tú solo juntando esto último con lo anterior; casi te lo dices tú sólo: “posibilidades sin fin” quiere decir que están fuera de la realidad, que no son hechos, que son posibles, y eso es lo que nos permite entender la realidad como un “conjunto nunca-cerrado” que está cayendo en las posibilidades. ¿Cómo se defiende?: convirtiendo posibilidades en nuevos hechos, en hechos, en cosas, convirtiéndolos; cuando se realizan, dejan de ser posibilidades: si algo que era posible se realiza, ya no es posible, la contradicción es neta: se ha realizado. ¿Qué es lo primero que se realiza?: eso en alguna de las sesiones en que se tocaba tu tema lo hemos estado diciendo bien: lo primero que se realiza es justamente “el momento”;“ahora”, que no hay quien lo coja, se convierte en “un momento”, que es también algo equivalente a lo que en las lenguas vulgares se llama “vez”, “una vez”, que será lo que aparezca cuando a las cosas se las cuente y por tanto tengan que darse “veces” de la misma cosa. Los números se puede decir en cierto modo que lo primero que cuentan son “veces”; cosas, indirectamente: “veces” de la misma cosa. Entonces ahí se produce esa realización, y eso quiere decir que ese “ahora” que se ha convertido en “un momento”, en algo perfectamente real, es al mismo tiempo el pasado más inmediato, es el momento que está precedido por otros momentos que en cada estado de una lengua se identifican, y eso es lo único real que hay, lo pasado, pero que ha estado regido desde ese momento mismo del surgimiento por la conversión de lo posible en futuro. Eso es lo que va a permitir que el tiempo real se desarrolle, y, como en aquella ocasión os presenté con la imagen, que no se si es muy de fiar o no, de los “momentos” que van desde el “momento” uno, que es el que era “ahora mismo” y que ha dejado de serlo, hasta el “momento” dos que era más atrás () esquema, es decir, yendo las cosas como van, desde posibles que se han convertido ya en reales, en futuros por tanto, desde futuros a pasados es el sentido en que realmente el tiempo real marcha; al mismo tiempo están, como por espejo intercalado en el camino, que presenta la marcha como un espejo hace, justamente al revés, están regidas por la idea del “futuro” y por esta noción del tiempo que se os impone, que es justamente la contraria, la de que vamos hacia el futuro desde el pasado.
De manera que supongo que el esquema puede ayudar a entender lo que dices: “futuro” no es un “hecho”, no hay ninguna cosa futura; no hay ninguna cosa futura, las posibilidades se hacen “cosas”, y en el momento en que se hacen cosas dejan de ser posibles. Y esto que recordaba hoy tiene más relación con lo de la eventualidad que he sacado a propósito de los números; la eventualidad, es decir, la negación de que haya “hechos futuros”, sino que hasta el hablar los deja encomendados a lo que vaya pasando, a lo que vaya a pasar. No hay cosas reales, no hay hechos futuros, una mentira fundamental, pero fundamental, la de que os hagan creer que sí. Y no sólo es que la Banca no funcionaría sin hechos futuros, sin créditos, sin contar con el futuro, no solo esto no funcionaría así, sino que la Ciencia misma, con la técnica de la demostración por predicción, tampoco podría funcionar si no contara de alguna manera con que el resultado eventual del experimento va a dar razón a lo que ya estaba previsto en cierto modo como hechos por la teoría. De manera que no creo que haya inconveniente; esta ideación del futuro, que es la que he presentado con lo del espejo entrecruzado en el camino, evidentemente está rigiendo la realidad de una manera especial, pero al modo de esos otros entes ideales, como “todo”, “nada”, “uno”: la está rigiendo, pero cosas no tiene, está rigiendo la realización de las cosas, está rigiendo la falsificación necesaria sin duda de la realidad, pero cosas no tiene. Y no se si te sigue todavía hurgando la contradicción o no, porque ...
-No, me parece bastante ilustrativa cosas no tiene...
A-No, no , no hay cosas futuras, pero en cambio la idea de que las hay es fundamental, sin esa idea de que hay cosas futuras, (que arrastra consigo la inversión del sentido del tiempo real, hacernos creer que vamos hacia el futuro desde el pasado), sin eso no hay realidad que se sostenga, eso es una necesidad constitutiva, si.
-.....qué cansado es el hombre, porque siempre tenemos que estar luchando con él, con este humanismo, porque no paramos!
A-No sólo cansado, sino “embrollado”, porque imagínate que por el contrario el estudio ese del Griego y del latín fue lo primero que se llamó “humanismo”, las humanidades letras fueron en primer lugar el Griego y el latín, después vino todo lo demás, así que no ya el cansancio, sino el embrollo y la confusión no te quiero decir cómo son. No por eso hay que dejar de darse cuenta de la mentira de las Patrias: toda patria es mentira, por tanto el hombre también, el hombre es mentira.
-No quiero caer en feminismos, pero a veces () decía nosequién que para el hombre la Patria () y para la mujer la Patria sería donde mejor está, donde más a gusto está. La Patria no tiene tanto que ver para la mujer como el hombre, ese sentir patriótico que tiene el hombre, y la mujer, donde más a gustito está.
A-No hay que exagerar, pero hay algo razonable; no hay que exagerar, pero desde luego, tradicionalmente los que mueren directamente por la Patria son los del sexo fuerte; pero pensar que la Patria de la mujer es donde mejor está es demasiado halagador para las mujeres, todo el mundo sabe que tradicionalmente la Patria de la mujer es la Patria donde la lleva el marido, por desgracia esa es la realidad inmediata, siempre ha sido así. Una cosa que caracterizaba a las mujeres tradicionalmente en la Historia, era que tenían los resortes mejor dispuestos, una mayor facilidad para cambiar de Patria lo mismo que cambiaban de familia: en virtud de la sagrada institución del Matrimonio: “en donde tú estés, de donde tú seas, esa es mi Patria” dice una mujer sumisa como Dios manda, eso es lo tradicional que se venía diciendo, por desgracia eso es así.
Aparte de hombres y mujeres, que efectivamente son () de poca monta y al mismo tiempo muy molestas, aparte de eso ya sabemos que en esta forma nuestra de (habernos) con la realidad que se declara con el comienzo de la Historia, la sumisión de las mujeres es la primera forma de institución, sin la cuál no se explica ninguna otra, la primera forma de sometimiento de lo que nos queda de pueblo. Por tanto, lógicamente se puede decir que en la medida en que esta tertulia política o cualquier guerra es de lo que queda de pueblo frente al Dominio, se podía decir que las mujeres, como sexo sometido desde el principio, deberían estar más cerca de eso que nos quede de pueblo, y por tanto más cerca de cualquier arranque de rebelión; y en alguna medida puede ser, me gustaría poder decir: “esta tertulia política, aparte de ser popular, del pueblo que no existe, es también muy femenina, de las mujeres que no existen” Esa es la relación, porque lo uno va con lo otro, lo de “popular” y lo de “femenino”.
-De la misma manera que se dice de las mujeres que no suelen ir a morir por la patria, ¿no se puede decir esto también de los pájaros o de las cosas, que no se defienden tanto, no defienden tanto la realidad como los hombres? Que esa defensa consiste en una producción constante de automóviles.....
A-Entiendo muy bien y compadezco que lo que nos toca más de cerca nos resulte especialmente terrorífico, aplastante, imbécil y todo lo que se pueda decir; lo comprendo, pero hasta estos horrores, que son propios de nuestra manera de realidad, hay que considerarlos un caso; después de todo, en las visiones tradicionales de pájaros y de bestias ya se sabe que los hombres, aplicándo (este criterio), han descubierto en ellos la lucha por la vida, la lucha por la existencia, y han descubierto constantemente horrores en los animales, horrores tanto en la mutua destrucción como en la reproducción y las técnicas de reproducción y demás. No es que yo pueda decir que esa estampa horrible de los animales por ejemplo, sin pasar un poco más allá , sea verídica, pero sí puede ser sugerente de que si uno fuera por ejemplo un pato salvaje, seguro que las cosas con las que tiene que habérselas a su alrededor le dolerían de una manera especial, ante las que el pato estaría especialmente horrorizado, como nosotros lo estamos del hombre. Esto no quiere decir que no haya que intentar lo primero salirse de esta forma, de la que nos ha tocado, salirse de ella, pero la manera de salirse es generalizando la cuestión de la realidad a cualquier cosa que forma parte de la realidad, no confundirnos demasiado en esto.
-Las mujeres que no existen evidentemente no morían por la Patria, pero las que existen no iban a la guerra a morir por la Patria porque eran parte del sistema reproductivo necesario para producir soldados.
A-Bueno, le echas al Estado demasiado cálculo; era así, estaba condicionado desde antes, desde eso que he llamado “comienzo de la Historia con la sumisión de las mujeres”, que implicaba lo que los marxistas, Marx, llamaba “la división del trabajo”; y dentro de la división del trabajo estaban esas cosas por tanto, la dedicación a la guerra, la dedicación a ciertas tareas, administrativas incluso, del hogar y de la paz , que correspondía a las mujeres, entre ellas la reproducción de hijos, pero vamos, no solamente. “División del Trabajo” lo primero, y lo tremendo es que las mujeres no iban directamente a morir en la guerra, pero estaban colaborando y no podían eximirse de la condición patriótica del todo tampoco, como actualmente está pasando todos los días con la división esa de trabajo, mucho más borrosa, (ese es el Progreso) pero de todas formas manteniéndose tanto para unos como para otras esta condición de Servicio, servicio a la propia realidad, que es la del Estado y la del Dinero, de esas no hay quien se exima en virtud del sexo.
Bueno, pues nada, entonces tenemos que cortar. Tratad de recordar, algunos por lo menos, alguna de las cuestiones que han quedado abiertas, porque tal vez he sacado unas cuantas seguidas, para traerlas aquí y ayudarme a reanudar esta guerra.