27.12.2006

Tertulia Política número 53 (27 de Diciembre de 2006)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

 

  Tertu053-27-12-2006#Tertu053-27-12-2006.mp3

 

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Recordáis, los que estabais conmigo estos últimos días y, si no, lo digo pa los nuevos, que a propósito de la cuestión -misterio intrigante- de cómo es que una gran Empresa viene a ser eso: una gran Empresa, en el sentido que a partir de un cierto momento parece que ya no hay que trabajar, no hay nada que hacer, porque la Empresa marcha sola, rodada. A propósito del misterio de dónde está la clave, dónde se encuentra ese punto en el que se pasa del nivel normal en que la gran mayoría de las empresas fracasan, pero algunas tiran para arriba, a propósito de eso -como a mí, al menos, me resultaba no sólo intrigante, sino en cierto modo inexplicable, cómo eso se puede producir-, veníamos a dar en la mano de Dios. La mano de Dios era el término que a mí se me ocurrió para indicar ese punto, ese punto clave, a partir del cual empieza el éxito, y ya las cosas marchan solas. Término que se me ocurrió como si en ese momento la mano de Dios se hiciera cargo de la Empresa.


De manera que esa era la... esa era la cuestión, y se trataba de afrontar la impresión que eso puede dar de ser una cosa teológica, metafísica, fantástica, o como queráis decir, eso de introducir la mano de Dios en la Realidad. Es preciso pués, entender con precisión el sentido que tiene eso de introducir la mano de Dios en la marcha de las Empresas y en plena Realidad. Desde luego, yo podía salvar la apariencia teológica y formularos eso mismo de una manera más laica. Evidentemente se trata de que esa Empresa acierta, por lo que sea, a tirar por el camino y tomar las medidas que al Capital le hacen falta para seguir en su movimiento y mantener su reino. La mayor parte de las Empresas, pues sin duda se pierden porque dejan introducir criterios que a lo mejor son más personales, más superficiales, no han acertado... no han acertado sus ejecutivos a darse cuenta de qué es lo que al Capital le hace falta, qué es lo que el Dinero necesita, y por eso fracasan, y hay estos casos en que la Empresa acierta a hacer lo que tiene que hacerse, es decir, acierta a hacer lo que el Capital necesita, lo que el Dinero quiere. Así se puede decir la mano de Dios, supongo que muchos de vosotros, al menos, se dan cuenta de que no hay una gran diferencia, pero por si acaso, vamos a clararlo ahora.


Dicho de otra manera, eso quiere decir que lo mismo en las Empresas políticas, que en las industriales y comerciales, que en las culturales de cualquier tipo, hasta una editorial o un periódico o una revista, lo que importa para el éxito es la obediencia, la obediencia estricta, que es lo que el Señor manda siempre: fidelidad, obediencia. Ese parece ser el secreto del éxito. Si se acierta con esa actitud, que es la de la obediencia, la fidelidad, a lo que está mandado desde arriba, es decir, a lo que el Dinero necesita, entonces, todo va a marchar como la seda, todo va a marchar [bien]. A propósito del terreno político, hemos dicho muchas veces que mandan los que obedecen, que ascienden en la pirámide del Poder justamente los que son capaces de una obediencia más estricta y una fidelidad al Poder mismo, da lo mismo que el Poder tome la forma de Estado o la forma de Capital, ya sabéis que eso es una cuestión menor, porque de todas formas, el Estado, la Empresa estatal misma está al servicio del Capital siempre, de tal manera que distinguir esos terrenos mucho es más bien impertinente que otra cosa.


Pues eso se puede extender también a cualesquiera otras empresas, es la obediencia a lo que está mandado desde arriba, es decir, a lo que el Dinero necesita, donde sin duda hay que situar la clave del éxito. Me parece que eso es a lo que yo llamaba la mano de Dios. Si alguno tiene dificultades para este trance y pasar del uno y del otro, ahora me lo diréis en cuanto deje correr la voz.


Pero sigo un poco todavía, porque sin duda, cualquiera de vosotros, cuando cambio la fórmula teológica 'la mano de Dios' por esta formulación laica que os he presentado de lo que el Dinero manda y la obediencia que el Dinero manda, me puede decir que estoy haciendo lo mismo, porque estoy personalizando el Dinero -por decirlo así-, haciéndolo una persona, por supuesto divina, para identificarlo con el Dios de la otra fórmula, de forma que es como si pensara que efectivamente es el Dinero en persona, el Dinero por sí mismo, el que dicta sus órdenes, formula sus necesidades, y da lugar a que la Empresa obedezca de una manera suficiente, y por tanto la premia, también en persona -él, el Dinero-, la premia con el éxito, con el desarrollo ese tremendo, inexplicable, que nos ha planteado el problema.
 

Pues sí, es así efectivamente. Estoy, en algún sentido, tratando al Dinero como si fuera una persona, una alta persona (como Dios), y como si fuera él el que muestra sus necesidades, da sus órdenes y premia a la Empresa que sabe obedecerlas estrictamente. Efectivamente, y no me arrepiento de estarlo tratando así. Os propongo en esta tertulia política: hay que tratarlo así al Dinero y no de otra manera -al Dinero en sí mismo- aparte de otros argumentos, porque si no, vais a caer en el peligro en el que caéis -en el que se cae- costantemente que es sustituir el Dinero, confundirlo con los ejecutivos, los ejecutivos de la Banca, de la Empresa, del Estado, como si fueran ellos los que lo hacen. Hay que decir que la rabia popular, la protesta desde abajo, se ha venido equivocando siempre a lo largo de los siglos por esta equivocación, ha atribuido a los mandamases en política, a los grandes banqueros, a los burgueses -como en tiempo de Marx se decía-, es decir, a estas personas, los manejos; los manejos del Capital y por tanto del Estado. Y esto es una confusión tremenda sobre la que desde otros puntos de vista hemos tenido que lanzar ataques una y otra vez. Lo que os estoy proponiendo es un intento de evitar esta equivocación, es (por volver a la Teología), es confundir al Señor con sus sacerdotes o incluso sus monaguillos. Para que la cosa se os aclare, es exactamente como si en una visión teológica del asunto, en lugar de pensar que es la mano de Dios, Dios mismo actuando, el que promueve los éxitos en caso de obediencia, se cree que son los grandes banqueros, los presidentes de los Estados, los empresarios más o menos iluminados y más o menos tratados casi como Dioses por los medios de formación de masas de individuos, por las revistas y demás, que son ellos los que lo hacen.


Esta tontería es lo primero con lo que querría acertar a desanimaros. Estos ejecutivos o monaguillos del Señor es imposible que hagan nada de un prodigio como el que aquí nos está preocupando, que es el de conseguir que una Empresa se lance desde un momento determinado a marchar sola, y a ganar todos los éxitos y a volverse mundial, si hace falta, y todo lo que queráis. Es imposible, uno conoce... conoce las personas de los altos cargos, lo mismo en los Estados que en la Banca, que en el mundo financiero industrial, que en el mundo cultural, los directores de todo tipo... de todo tipo de grandes istituciones, y uno se encuentra pues como era la mayoría de sus compañeros de la Escuela o del Istituto, pues más bien... más bien memos que otra cosa ¿no? Esa es la cosa, y desde luego, sin nada... sin nada notable que pueda permitir semejante creencia, ni en cuanto a eso que llaman inteligencia, ni en cuanto a fuerza de carácter, ni en cuanto a ninguna otra cosa, son tipos corrientes.


Tengo que añadir en paréntesis, que tal vez, si pensáis en otros tiempos, en hace cien años o doscientos, la cosa no apareciera tan clara, porque efectivamente el prestigio de las grandes mentes, grandes banqueros, grandes sabios, grandes literatos, o sea, el genio, se manifestaba de una manera tan notable que parece que todo el mundo cedía a ello, creía en el genio, que había genios, en la Banca, en la Literatura y en cualquier otro sitio: genios. Por fortuna, el progreso del Capital -con el Estado a su servicio- a estos últimos tiempos hasta colocarnos en el Régimen que hoy padecemos y que es propiamente el que atacamos, el del desarrollo y la Democracia desarrollada, ese propio progreso ha puesto las cosas más claras porque la memez, la imbecilidad, la calidad no notable de los dirigentes, tanto en los Gobiernos de los Estados como en las Empresas, como en también las empresas culturales, desaniman mucho de que nadie los llame genios, hasta tal punto el progreso ha hecho que tengan que ser cada vez más grises, y por tanto que en su grisura denuncien debidamente su intercambiabilidad perpetua, es decir, que da lo mismo quien esté ahí.


Esto... esto es lo que tenemos que agradecer al progreso del Capital, que hoy es bastante más fácil no engañarse y reconocer la inanidad, lo poco que pintan los ejecutivos o monaguillos del Capital: son intercambiables, da lo mismo uno que otro. Es muy difícil que alguien sea tan tonto, a estas alturas, que crea que quien sea personalmente el Presidente de los Estados Unidos de América, va a influir en algo, va a cambiar en algo; o quien crea que cualquier directivo de una Banca o de Consorcios Bancarios de los que tienen el éxito más total, efectivamente, no se puede cambiar al día siguiente por otro sin que a la Banca le pase nada, el Consorcio Bancario va a seguir igual si está en la línea del éxito. Es difícil ser muy tonto para creerse eso todavía.


Tal vez cuesta un poco más, o a muchos de vosotros os cueste un poco más, reconocer lo mismo para los talentos de la cultura, los grandes científicos, los grandes físicos, vamos a decir: todos aquellos que han recibido el premio Nobel después de Einstein -después de recibirlo Einstein-, para poner la cosa un poco delimitada cronológicamente. A mí no me cuesta ningún trabajo reconocer esa misma condición también en el caso de estos supuestos genios de la Ciencia o de la Física, y desde luego no me cuesta tampoco reconocer lo mismo para los genios de las Artes, Arquitectura, Artes Plásticas, Música, Música también callejera, es decir, de los divos autores de canciones de éxito arrollador por todas partes; no me cuesta nada reconocer la mentira, la falsedad de todo el prestigio con que los medios juegan alrededor de estas personas.


No voy a insistir más, para daros un poco enseguida la voz, pero este era el peligro que trataba de evitar diciéndoos "No nos queda más remedio que en cambio tratar como un Dios personal al Dinero mismo". Son las istituciones abstractas -el Estado, la Empresa, pero sobre todo el Dinero, el Capital- los que efectivamente tienen que tener esta condición personal, para que no caigamos otra vez en esta equivocación tradicional ya en las luchas de los de abajo contra los de arriba: no son los sirvientes -obedientes, por supuesto; brillantemente obedientes, en muchos casos- del Capital los que cuentan, es el Capital el que lo hace, él es el que se mueve, él es el que tiene voluntad, él es el que da órdenes, él es el que manifiesta sus necesidades a la población y a los empresarios para que le obedezcan o no le obedezcan, él mismo, él es el que premia a las Empresas que más han acertado a obedecer esas disposiciones suyas.


De manera que os animo a que no os dé mucha vergüenza acompañarme en esta forma de tratamiento del Dinero. Es de esa manera como la formulación laica que he empleado viene a casar bien con la teológica, la de la mano de Dios, viene a ser lo mismo. Son seres, por supuesto inexistentes, en el sentido que existen las cosas y nosotros -y nosotros entre las cosas-, pero que rigen la existencia, sin cuya regencia las cosas mismas -nosotros entre las cosas- no podrían ni siquiera concebirse, juntándose y formando Sociedades y dando lugar a Empresas. Son los seres ideales (como hemos dicho muchas veces) los que rigen las cosas; ellos no son cosas evidentemente, es inútil la pretensión de que estos ideales [sean] una cosa, eso no puede ser. Pero están ahí y están rigiendo la existencia misma, rigiendo la Realidad y su... y su mantenimiento, [trance] que en la Edad Media se introdujo esta noción de Realidad de maneras más o menos confusas, cuando la cosa se refería al nombre que entonces se solía usar, que era Dios, venía el planteamiento en su relación con la Realidad, y claro, Dios aparte de ser todopoderoso y omnisciente y todo, tenía que ser real de alguna manera, ens reallissimum o reallissimus (según se refiera decirlo en neutro o en masculino, da igual), pero esto no quería ser más que lo mismo cuando se dice del Dinero, que es el término que he empleado ahora en lugar de Dios. Dinero no es una cosa, y no es una cosa precisamente porque es la cosa de las cosas, como Dios. Dios no podía ser real, como son reales las cosas, pero podía ser la Realidad de las Realidades: la Realidad de las Realidades, es lo que le pasa al Dinero; el Dinero evidentemente no es una cosa, nadie puede pensar esta tontería -vamos, yo creo-, pero precisamente es la cosa de las cosas, todas las cosas cualesquiera que vayan siendo, son reductibles a Dinero sin más, se traducen en Dinero; el Dinero las representa a todas, el Dinero puede, si le parece, manifestarse por la compraventa en diferentes cosas multicolores y distintas, que todas no son más que Dinero. Y es en ese sentido como tenéis que concebir esta presencia entre nosotros de los entes ideales, no como cosa pero como unos elementos ideales que rigen necesariamente la realización, el sostenimiento, de las Realidades, de las cosas... de las cosas mismas.


Esto para que os vaya extrañando un poco pero, antes de pasar más adelante, os voy a dejar ya que respecto a las dificultades con que tropecéis para sentir -no vale entender así teóricamente, porque eso es fácil, porque yo hablo claro y teóricamente se entiende sin más, pero sentir-, es decir, dejaros penetrar por este cambio de la visión, es por lo que voy a dejar ya pasar un rato la voz, de manera que cualquier duda, dificultad, objeción, que frente a esto se presente será sumamente útil. Así que, a ello. Adelante.


-  Agustín.


AGC - Creo que ha sido ella antes.


- No: es que el otro día que hablabas también de esto, y con Rosa en un bar -no sé si te acuerdas- que el dicho aquél de... un dicho que ha estao  muy relacionao con lo que dices, no sé si es escocés o irlandés, o tal, pero bueno, el caso es que dice "Cuida de los peniques que las libras se cuidan solas". Un poco como eso, que el Capital, el Dinero se mueve solo, lo que viene a decir.


AGC - No, no: eso se dice cuando la Empresa tiene éxito ¿eh?


- Sí, pero por eso, la Empresa tiene..., o sea, hay un punto...


AGC - Sí, sí. Está bien, está bien. Sí. No: es una exageración utilizar los peniques y las libras, pero va sin duda en ese sentido. Ese es el problema que se nos ha planteao, es del que parte todo lo que he soltao: el misterio de que se pueda pasar, sin saber cómo, de peniques a libras. Que la Empresa pueda llegar al momento en que en lugar de ser trabajosa, hacerle a cada uno levantarse temprano para ver si [] una cosa, buscar la ayuda de esto, pedir una subvención del Ministerio, fracasar en la petición, tal..., en lugar de eso, nada. Ese es el misterio, es de ahí de donde sale todo esto.


- Agustín, que ¿por qué Dios tiene manos?


AGC - Y ¿por qué no?


- Sí, es que ¿por qué?... parece que en todas las religiones Dios se personaliza y tiene que ser persona, y tiene que tener manos, y tiene que tener...


AGC - Hombre, no. No es en ese sentido.


- ¿Por qué el Dinero?, ¿por qué el Dinero en persona hereda...?


AGC - Aquí estamos personalizando de una manera mucho más grave ¿eh?


- Sí, sí, sí. ¿Por qué el Dinero tiene que heredar esta cualidad también?


AGC -¿Cómo?


- ¿Tiene que ver con el lenguaje, con la costrucción de sujeto...?


AGC - No, no, por favor. Esto apenas hace falta decirlo: Mano, quiere decir lo que actúa, porque para nosotros es el istrumento esencial de actuación: la mano [], como lo que queremos decir es que Dios, es decir, el Dinero mismo el que actúa, pues lo decimos así -vamos, sin más-.


- Pero dándole forma...


AGC - No, no: no le damos ninguna forma, le damos lo que estoy diciendo, nada más. Tiene actuación, por tanto tiene manos, es él el que actúa, por tanto tiene manos en ese sentido.


- Quiero decir, que si para que nos sea concebible, explicable, tal, ¿necesitamos el lenguaje, y por tanto su Gramática, y por tanto es entonces una explicación...?


AGC - Pero no: el lenguaje en el sentido que he dicho ¿eh? Lo que no nos hace falta es tener que hablar de Dios como de... como de Siva o de la divinidad de los cien brazos, o cualquier cosa, eso no nos hace falta, porque se puede decir muy bien como lo he dicho en abstracto y empleando la mano de una manera que evidentemente es un recurso para decir eso: órgano de actuación, para decirlo más en abstracto, sí. Sí


- Digo que Dios ha salido de los que inventaron el libro, porque son la Religión del libro, la Religión de ese Dios que está separado de nosotros, fuera de nosotros, es los que han invent-..., se llama la Religión del libro. O sea, claro, lo mismo ese Dios está fuera, y el Dinero tenemos que concebirlo también como algo fuera de nosotros. Nosotros no tenemos arte ni parte en nada de eso, más que soportar lo que ocurre o obedecerlo ciegamente.


AGC - Nosotros, por supuesto, pero esos señores de los que me hablas también.


- ¿Cómo?, ¿cómo?


AGC - Esos señores de que me has hablao: "los que", "los que escribieron el libro".


- No: digo que tenemos o que obedecerlo ciegamente o...


AGC - No, no: digo que tampoco esos señores de los que me has hablado: "los que escribieron el libro". Te has equivocao justamente en el sentido que he estao diciendo. No señor, no señor, no hay que creer en Moisés, ni hay que creer en Isaías: no, no; no hace falta. No hace falta atribuirles a ellos la habilidad, el genio para la formación de una escritura divina, y por lo tanto de Dios. No: es Dios; Dios mismo el que cogió a sus siervos -esos u otros-, les mandó escribir, les hizo escribir como él creía y necesitaba, y lo hicieron obedientemente, porque por eso tuvieron el éxito que tuvo por ejemplo esa Religión, entre otras ¿no?: obediencia, pura obediencia. Son los ejecutivos o monaguillos del Dinero los que nos distraen; el que importa es el Dinero. El que importa es el Dinero: esa condición -sobre la que he tratado de volver- de ente que no es cosa pero que rige las cosas, ese ente ideal. Sí.


- Pero lo rige porque está fuera de nosotros.


AGC - ¿Perdón?


- Si estuviera dentro de nosotros no nos podría regir.


AGC - ¿"Si estuviera entre nosotros"?


- Si formara parte nuestra...


AGC - ¿Quién?


- ... formaría parte de lo común.


AGC - Pero ¿qué?, pero ¿quién?


- La cosa, eso que está fuera, eso que representa o Dios o el Dinero.

AGC - ¡Ah!, no, no, no; no, no, no. No, no: en eso no tienes razón, ya te he dicho, y además volveremos sobre la exterioridad. No está ni mucho menos dentro de nosotros.


- O sea, eso es lo que nos quita lo común.


AGC - ¿Cómo los iba a mandar a los...?


- Eso es lo que nos quita lo que tenemos todos de común...


AGC - ¿Cómo les iba a mandar a los banqueros hacer lo que tienen que hacer, si estuviera dentro de los banqueros? No, eso no. Está fuera y sobre esa exterioridad todavía tenemos que hablar, si nos queda tiempo hoy, si no, otro día. Sí.


- Que volviendo a lo de los peniques, entonces la clave estaría en la avaricia, porque si yo tengo que cuidar de los peniques porque las libras ya vienen, entonces, es ir contando y un penique yo lo cuido, y...


AGC -No hija. Nada, nada, para nada. Tú sabes muy bien que ha habido cantidad de avaros que han fracasao, que no han trepao ni se han desarrollao.


- Habrá cantidad de avaros que hayan fracasao, pero a lo mejor, todos los que han tenido éxito son avaros.


AGC - No, no: pero sobre todo han tenido éxito porque tenían Fe, obediencia, es la clave, está ahí. El ser avaro, no, es una tontería. Eso es una cualidad personal que se tiene más o menos y que ni siquiera se sabe bien qué es, pero en cambio, obediencia, fidelidad, eso sí se sabe lo que es.


- Agustín.


AGC - Sí.


- Pero para obedecer a un Dios, hay que saber que ese sea el único Dios verdadero. Y caben dudas de que ese sea un Dios relativamente moderno, que haya usurpao el puesto de algún otro Dios, y todavía no está la cosa tan clara, en fin.


AGC - No sé si te sigo en este paso a la Historia. No veo bien cómo haces la conexión.


- ¿No es un Dios, quizá, demasiado moderno en su mistificación actual, como para no tener alguna desconfianza?


AGC - Hombre, ya he cambiao -ya hace un poco- de la Edad Media -donde se  empleaba el término 'Dios'-  a nosotros -donde propongo emplear el término 'Dinero', ya, pero por supuesto, son transformaciones para lo mismo, para seguir lo mismo: Religiones, Imperios, Empresas, han tenido que estar costantemente cambiando y cambiando nombres, para ser lo mismo siempre, que es justamente de lo que trato de hablar. Más dificultades.


- Yo, me parecía, no sé, en esta presentación que nos has hecho del Dinero, esa especie de personificación suma para quitar del medio  a los monicacos que lo representan, pues yo, no sé por qué esta presentación la ponía en paralelo, cuando el otro día nos hablabas de esa teoría fabulosa de un científico de querer dotar de una fisicalidad a unos entes como las probabilidades, y no sé por qué yo, me parece que como [], así como por esa parte intentan esa... que por otra parte me parece una superchería vieja ¿no?, en la parte de fabricar hasta personas a la carta, bueno, y lo ponía yo en relación con el ideal del Dinero...


AGC - Sí. No sé si nos va a distraer un poco, pero de todas formas es razonable que lo saques: se puede referir sin más a lo que sabemos que son las dos caras de la Realidad, que es la Semántica -los significados- y la cuantificación, sin esas no hay cosas. A eso, supongo, que estáis ya acostumbrados conmigo. Sin esa colaboración entre significado -o sea, ideas- en el idioma que sea, y la cuantificación numérica, preferiblemente no numérica,  sin eso no hay cosas. De manera que la relación es esa. Lo que yo estaba diciendo se refería a esa cosa que ya no es cosa. Lo que tú dices se refiere a los números elevados a esa condición, es en cierto modo divina, del Cálculo de probabilidades, como lenguaje de la Ciencia, de manera que hay motivo para establecer una relación. Por supuesto, uno es el ser, el otro es el istrumento, pero bueno, ahí esa relación está bien sentida.


- ¿Me permite?


AGC - Le toca, le toca.


- ¡Ah! La Banca es una canción de Jorge Negrete que dice "Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata".


AGC - No lo he oído bien. Repítalo.


- La Banca, esa canción de Jorge Negrete que dice "Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata".


AGC -¿"Salí"?


- Jalisco.


AGC - ¿"Jalisco"?


- Nunca pierde...


AGC - "Nunca pier-...", ¡ah!, "Nunca pierde". ¿"Jalisco nunca pierde"?


- "Y cuando pierde arrebata".


- Y Dios estará en el cielo, pero el Dios de la tierra, para mí, respetando a tos ustedes, es el Dinero.


AGC - Eso es lo que he estao diciendo. Pero es que..., a lo mejor es que no oye Vd. bien ahí. Es lo que hemos estao diciendo: cambiando lo de la mano de Dios por el Dinero mismo, como actuando por sí mismo.


- Dios en el cielo y el Dinero en la tierra.


AGC - No, no: deje Vd. de cielo y tierra; estamos diciendo el Dinero y Dios como lo mismo. Póngase un poco más cerca, que a lo mejor si no nos perdemos. ¿Qué más hay por ahí? Sí.


- Lo de la obediencia como único criterio o ingrediente del éxito, no lo acabo de ver, porque me parece que pudiera haber varios con el mismo grado de obediencia y que sólo tiene éxito uno. Por ejemplo, volviendo a un ejemplo que has puesto, pero desde otro punto de vista, el de la presidencia de Estados Unidos, pues no veo que... que vamos a pensar ¿que el que gane las elecciones tiene más Fe que el que las pierde?, que el que las pierde es más desobediente, y que cuando baja un partido de los que están en el Poder ¿es que ha desobedecido en algo?, porque se van turnando ¿no?, parece que hay un turno que [parece que no tiene que ver con eso]. Desde luego la empresa de Estado Unidos, esa va bien, independientemente de quien esté allí, pero alguien tiene que estar.


AGC - Sí, y está el que obedece mejor.


- ¿El que obedece mejor?


AGC - Claro, no cabe duda. Eso es así.


- Y cuando entonces sube otro al Poder, ¿es que ese...?


AGC - La intervención de las elecciones y la supuesta voluntad de las masas, es muy secundaria, es que ellos mismos, las masas (que ellos dicen), es decir, las mayorías -que son necesariamente idiotas porque si no, no hay Democracia que valga-, las mayorías naturalmente, si intervienen por medio de la votación, no hacen más que corroborar el mismo procedimiento: van a votar al más obediente porque la mayoría son obedientes.
 

- Conoce la voluntad del Dinero.


AGC - ¿Eh?


- Conoce la voluntad del Dinero. La mayoría...


AGC - "Conocer" es un poco... un poco decir. Bueno, creen, creen. Creen, creen en... creen que el Dinero es la Realidad misma, que el ascender en la pirámide es el destino de cualquier persona, que cuanto más suba, mejor. Creen todas estas cosas y entonces naturalmente también en su votación no hacen más que corroborar. Da lo mismo que Dios -como en otros tiempos- se sirviera de procedimientos que ahora nos parecen muy arcaicos -como designar casi con el dedo y caprichosamente al monarca-, que pasar por el procedimiento democrático que hoy se... que hoy se usa, viene a ser lo mismo, porque las mayorías no pueden sino corroborar el mismo procedimiento: elevar al Poder al que más y mejor va a obedecer a Dios.


- Pero parece que tienen un tiempo determinado para obedecer, vamos, que nunca están... en estas Democracias nunca están mucho rato obedeciendo, ya de repente empiezan a desobedecer.


AGC - Eso es lo que hace más distraída la cosa, por desgracia. Son intercambiables, pero la gente en cambio tiene que cambiar de cara, la televisión tiene que cambiar de cara, las planas de las revistas tienen que cambiar de cara y de nombre, y armar todo el barullo... armar todo el barullo informativo de caras y de nombres que es a su vez no sólo una industria, sino la principal de las industrias [], el movimiento del Capital por la información, para la cual por ejemplo eso, el cambiar las caras y los nombres de los directivos de la Banca o de los Estados, pues sirve como nada ¿no?, [es un cebo], lo que mueve de Dinero ya de por sí el solo intercambio de información, el tener que hacer a las poblaciones que se aprendan un nombre nuevo y detallitos respecto a donde tiene el rancho o con quien está casado, o cualquier otra tontería por el estilo; ¡el Dinero que mueve eso!: la industria de la información, la industria de los Medios.


- Agustín, pero lo curioso sería también, por una parte parece obvio ¿no?, que se mueven solas estas Empresas, por la mano de Dios, no hace falta hacer nada, y que aunque esto parezca muy claro tampoco se dé todo el mundo cuenta ¿no?, o nadie se quiera dar cuenta, porque -tú lo has dicho aquí algunas veces- ya no hay ricos, que cada vez se trabaja más, la gente que tiene mucho Dinero [] trabajan todos, trabajan cada día más, y los presidentes del Gobierno, estos que son intercambiables, y da lo mismo uno que otro, tienen agendas apretadísimas, están todo el día haciendo cosas ¿no?, los ejecutivos también, están todo el día trabajando todos. Si vas solo por un lado y si todas esas Empresas parece que van solas, ¿cómo es que al mismo tiempo está todo el mundo...?


AGC - Porque los hay que gozan... que gozan obedeciendo. Que gozan con la liturgia, esos son los creyentes. ¿Qué importa que se haya hundido -como efectivamente se ha hundido- la vieja imagen del burgués que disfrutaba de su riqueza?, sí, sabemos que hoy no hay, sabemos que hoy los ricos -igual que los de abajo- no saben qué hacer con su Dinero, y por tanto hacen cualquier idiotez indiferentemente ¿no?, les da lo mismo un safari que comprarse una astronave, que... da igual, lo mismo ¿no? Sabemos que eso de disfrutar no saben,        -disfrutar tal como a lo que nos queda de pueblo lo entiende-, pero amigo, está el disfrute del servicio. Está el disfrute del servicio, los  hay que les parece que están viviendo cuando se están pegando esas palizas que dicen, madrugando más que si fueran peones, y todo eso, porque eso es lo que les da vida, no hay otra vida más que esa para ellos, eso es lo que les da vida, es decir, servir al movimiento del Capital ¿eh?: el gozo... el gozo de sentir que uno está sirviendo al movimiento del Capital, creyéndose incluso que lo mueve él, de vez en cuando, bueno, eso ya... eso ya es lo de menos, pero el gozo de estar sirviendo al movimiento del Capital. Muchos de vosotros como yo, a lo mejor, no conocéis mucho de este gozo, pero, alguna puntita, probablemente, sí; como para entenderlo: alguna puntita probablemente sí, para daros cuenta de cómo el disfrute de las cosas se puede cambiar por esto, por esto: el gozo de obedecer, de servir al Capital. Una puntita bastante grande porque la mayoría de nosotros -ya sabéis que mayoría quiere decir también la mayoría de cada uno, porque cada uno también mayoritariamente es idiota, eso no... conviene no olvidarlo- pues parece como si no que disfruta, pero algo sustitutivo hace cuando contribuye a mover Dinero: señoras comprando... comprando más o menos lo que sea también, por todas partes; el derroche, derroche de regalos en estas Fiestas; jubilados acudiendo sin mucho por qué a los ambulatorios para mover el aparato de la Medicina. Bueno, las maneras de obedecer y disfrutar -no disfrutar, pero hacer un sustituto- son muchas, sí. Algo conocemos de esta trampa, sí.


- Que yo quería decir que cuanto más divino es el Dinero, más visible, más ideal, más necesitado está de la contraposición de la ilusión de lo corpóreo, de las figuraciones, de los rostros, de... de los rostros sencillamente acelerados moviéndose de un sitio a otro, no es que vayan ellos a mover el Dinero, es que son el Dinero mismo. Una Miss moviéndose un día de París a una pasarela de Tokio es un ejemplo de una... ejemplo del Dinero vivo ¿no?, el Dinero  moviente y más divino ¿no? Y sin embargo es la efigie la que se vende ¿no? Y porque probablemente el fenómeno éste de la comunicación o de información que realmente -junto con... inseparable de la esencia de la divinidad del Dinero-, es realmente... esa Administración consiste en eso, en ese movimiento uniformemente acelerado y vertiginoso y que lo curioso es eso, que precisamente mientras más divino es, más necesitado está de estampas, de efigies.


AGC - Sí. Ésta es la ley que no acaba de estar clara. Porque evidentemente cuando se trataba no del Dinero sino de otra forma del Señor, parece que esa necesidad de manifestarse con estampas, con imágenes, era también muy viva, harto viva, pero progresamos en el mismo sentido -en el mismo sentido-, progresamos para seguir lo mismo. De manera que se puede decir que siempre ha habido esa necesidad de engañar con estampas, siempre la ha habido. Siempre la ha habido. Entre nosotros se ha hecho una cosa muy...


- Sí, pero las estampas de antes eran los cromos, Santa Rita, el Niño Jesús de Praga, eran como muy inocentes...


AGC - Movían poco Capital.


- ... ahora son perversas porque son los representantes mismos, es el Dinero mismo el que toma...


AGC - No es que sea el Dinero mismo, es que es otro (como acabo de estar diciendo ahora), es otro de los motivos de industria, es decir, de Empresa, de éxito: las estampas, la repartición de estampas. La repartición de estampas, de manera que cumple las dos funciones: la de siempre, que es engañar, engañar con imágenes, las de las estampas, y al mismo tiempo hacer eso, convirtiéndose, no en pequeños negocios como lo de las [mocitas] de antaño, de estampitas, eso no: grandes negocios, los principales del Régimen.

- Lo de la obediencia es lo que no veo muy claro, porque...


AGC - Pues eso es lo esencial.


- Sí, porque por eso digo, porque la obediencia... la obediencia consiste en obedecer al movimiento, pero no a ninguna esencia de nada, sino como eso que una bola necesita seguir moviéndose para seguir siendo la que es.


AGC - No, no: ya veo que tú es que no quieres... no quieres tratar como un ser activo y personas que muevan el Dinero, no, no: obedecer quiere decir obedecer órdenes que se reciben de una manera más o menos sucinta...


- De la mecánica.


AGC - No, no: órdenes que se reciben...


- ¿De quién?


AGC - ... del Señor, de Dios.


- Pero ¿es que también Dios está esquizofrénico...?


AGC - No, no está nada esquizofrénico, simplemente necesita...


- Es que mira, cuando un esquizofrénico dice "Se nota la esquizofrenia porque recibe órdenes divinas, de trasladarse, de moverse, de decir mata a este, mata lo otro". Es que puede ser que en un grado...


AGC - ¿Qué tendrá que ver eso...?, no, no.


- ... de perversión ideal máxima, Dios se haya costituido de una especie de esquizofrénico de sí mismo...


AGC - No, no: no hilvanes cosas... 

- ... que se oiga, se dé instrucciones a sí mismo.


AGC -Es preciso insistir en esto que hemos dicho todo el rato ¿eh? Ahora os voy a... voy a intentar deciros cuál es la dificultad de tragar esto de 'la mano de Dios', de que el Dinero mismo sea el que dé sus órdenes y premie a los obedientes, pero a esto hay que irse acostumbrando.


- Y ¿por qué pasa que la cosa es cada vez más fea?, aunque cueste lo mismo. Quiero decir, ahora mismo... les cuesta ahora mismo hacer una cosa horrenda que algo agradable a la vista. ¿Por qué tiene que ser todo tan feo? Yo me estoy fijando ahora mismo simplemente en las hojitas... es impensable que nadie se ponga a hacer unas hojitas de esas de madera para agradar a nadie, costando nada. ¿Por qué?, el gusto ¿qué juega ahí?, porque algo tiene que jugar, es que es inexplicable si no que todo sea tan horrendo y tan caro.

AGC - No: no es nada inexplicable. Tal vez haces mal en plantear la cuestión diciendo "Cada vez son más feas". No olvidéis que la Realidad que estamos padeciendo es ésta, el Régimen que estamos padeciendo es éste, y todos los demás son recuerdos de la Historia o de las tradiciones. Todo hay que referirlo a éste, porque el Régimen que nos toca es el que estamos padeciendo ahora, que no nos deja vivir.


- [] con fluorescentes, por ejemplo, que es la luz más horrenda que puede haber, y ¿que te maten de esa manera con una luz?


AGC - No: digo simplemente que haces mal de plantear la cuestión de esa manera de "Cada vez más fea", pero por lo demás... por lo demás, el secreto está bastante claro. A medida que progresa el Régimen del Bienestar, a medida que Dios es el Dinero, en la misma medida, lo que queda de calidad, de tacto de las cosas, va siendo más indiferente, da igual. De manera que no es que haya una voluntad de hacerlas feas, es que evidentemente da lo mismo, porque las cosas cada vez son más desnudamente Dinero, y cualquier cosa es Dinero, y hasta a un niño le puedes educar de tal manera que conque sepa lo que le ha costao lo que le has comprao, le da igual, el caso es que... el caso es que sea de ese precio, ese precio está evidentemente ahí, es decir, la indiferencia respecto a eso. Que después se den muestras como las que has sacao de las iluminaciones o las costrucciones geniales de los arquitectos de más renombre (para poner ejemplo de feo, puesto que sacabas estos adornos)...


- Es que es hiriente, es peor que feo.


AGC -Sí, sí, hiriente, aplastante. Eso lo que está aprobando costantemente es la sustitución, es que cada vez de cosa importa menos qué queda o si queda algo, lo que importa es el Dinero que está en ella encarnado de alguna manera, y que hace que las cosas más feas puedan ser igualmente geniales, y todo eso.


- Pero además de la fealdad, una de las condiciones sine qua non para que una cosa tenga éxito, no es la de la avaricia sino el despilfarro, el que sea muy cara: si tú presentas tres proyectos -sea un Ministerio, sea lo que sea, oficial y privado, lo que sea-, tres proyectos, te conceden el más caro, el que más despilfarre, no sólo el que sea más feo y más inútil, sino la condición del despilfarro es fundamental.


AGC - Eso hay que referirlo a lo que estamos tratando de la condición de la obediencia.


- Pero será porque el Dinero es virtual. Como el Dinero es virtual, el Dinero no existe, el despilfarro pues...


AGC - Bueno, es una consecuencia de lo de la obediencia. Evidentemente lo que el Dinero manda es que se le mueva. El Capital perece si no se mueve, y además, esto implica que cada vez tenga que ser más deprisa, y por tanto a quienes va a premiar más es a los que más sirven... a los que más sirven a ese movimiento del Capital. Así de sencillo. Sí.


- En las misiones, en la expansión de una nueva creencia, quizá no sea tan importante el negocio momentáneo que se haga por procedimientos de la estampita o la compraventa de edificios, y tal, sino el que cuanto más gente se convenza de lo mismo, más creo yo en lo que creo. O sea, que se necesita que haya asentimiento de más gente para convencerme de mis creencias.


AGC – Esa relación que hay entre el uno... entre el uno y los conjuntos de individuos, ya la hemos sacado. Efectivamente ahora he vuelto a decir: no sólo es que las mayorías de las poblaciones tienen que ser idiotas (si no, no habría Democracia), sino que la mayoría de uno tiene que ser también idiota, si no, no podía susistir en medio de esta Realidad. Yo mayoritariamente soy idiota, como... como cualquiera; menos mal que sólo es mayoritariamente, pero eso mismo se puede decir de las poblaciones: menos mal que sólo es mayoritariamente, que nunca hay todos, que como he descubierto, no hay todos que valga en esto. De manera que de eso es de lo que se trata. Uno encuentra su apoyo en las mayorías de la población porque la mayoría de uno -su alma, la mayoría de su alma- está hecha para eso, participa en la misma condición de idiotez, que quiere decir Fe, fidelidad, obediencia.


- O sea, ¿podrías desarrollar un poco más, lo que creo que está vinculado, por lo que has expuesto, que es la cuestión esa de la indiferencia ¿no? que da en la fealdad o en el fastidio de las cosas que se hacen porque llegan a ser sólo Dinero absolutizado, por decirlo así, y lo que... aquella referencia que has hecho a Einstein, o a las Artes, las Letras, y tal, que vendría a pasar un poco lo mismo ¿no?, que es que los individuos que son teóricamente los nombres propios actuales, que sustituyen a la idea de genio, son alfeñiques más claros que antes ¿no?, ¿podrías desarrollarlo un poco más?

AGC - Sí, sí. No: tú mismo lo has dicho bastante bien: las dos cosas... las dos cosas están relacionadas de una manera muy clara: en la medida en que lo que vale es justamente el Dinero, lo que cuesta en la compraventa, lo que se gana en la carrera, en esa misma medida, lo que quedara de palpable en las cosas, lo que quedara de sensible, inteligente de veras, en uno, cada vez es menos importante: vale, puede incluso en el caso de los ascensos a los premios Nóbeles, una cierta inteligencia servir para el caso, pero después  da lo mismo, se puede cambiar la inteligencia por otras condiciones y eso puede servir lo mismo para el éxito. Lo que pasa con esto, con los autores, es lo mismo que pasa con las cosas: esa pérdida, esa reducción a indiferencia, porque lo que vale -lo que vale- es, para las cosas, el Capital que mueve, lo que cuesta, lo que llaman la compraventa; para las personas, el premio que reciben; el premio que reciben en Dinero metálico, o en honores, o en lo que sea.


- A mí me gustaría que si pudieses aclarar una especie de ... así como de inquietud que me ha entrao a raíz de una conversación que he tenido con Merche ha salido el tema del éxito, de la que parece también intervención [] de la mano de Dios en el éxito que tiene que tener la gente, o sea, digamos ya no el éxito social, sino cuando se empieza a aprender algo, como puede ser un especialista en Matemáticas, en Lógica, un oficial de albañilería, o un escultor, que llega un momento en que parece como que le sale solo...


AGC - ¡Ah!, ya, sí.


- ... [] y es muy inquietante, claro, porque pensar que también eso tenga que ver tanto como el éxito de la Empresa...


AGC - No, no: no había yo caído en esa trampa, pero haces muy bien en sacarla -o habéis hecho bien en sacarla- porque no se trata, por supuesto, de eso ¿no? No tiene nada que ver, pero por desgracia, sí, en las apariencias tiene algo que ver. En la rutina, en la práctica o ejercicio que lleva a las habilidades en las Artes y [] ahí no hay nada de intervención de obediencia, ni de Dinero, ni nada. Eso es una cosa que sabemos bien por otra parte, efectivamente la repetición... la repetición bien ordenada, la práctica, el ejercicio, de cualquier Arte, pues...


- Un bailarín.


AGC - Un bailarín, cualquier cosa. No tiene nada que ver con lo que estamos aquí sacando ¿eh? Para que esta apariencia engañosa no nos perturbe... no nos perturbe demasiado. Otra cosa es que uno no esté haciendo ejercicio de su arte para hacerlo mejor, sino que lo esté haciendo para trepar en el escalafón. Eso ya entra en la cosa, se cruza con lo otro, y ahí ya veis también qué intercambiables son, porque todo -por ejemplo en las artes pictóricas, o eso- ¿qué más da, para efectos de tener un cierto éxito o trepar, que uno haya desarrollado unas técnicas con mucho ejercicio, puntillosa, de filigrana, o que sea un creyente en el genio que piensa que es, y le sale de dentro sacar []? Bueno, resulta que asombrosamente, como veis, cuando os metéis en cualquier exposición o Museo: da lo mismo, ahí tenéis, uno al lado del otro, borrones... borrones hechos por un genio que no presentan el menor cuidao ni requieren desde luego ningún ejercicio, y al lado de eso, maravillas, de filigrana, de perfección, de otros artistas, da igual. Da igual, hasta ese punto el dominio del Dinero introduce la indiferencia, también ahí, respecto a lo que hay por abajo. Adelante.


- Que yo, del principio, no he entendido que hayas unido a Dios con el Capital, o sea, yo negaría la mayor, porque...


AGC - Que he confundido ¿qué?


- Que no he entendido por qué unes a Dios con el Capital, o sea, [] la obediencia del Dinero. Porque yo creo que si la Historia se mira un poco honestamente, se ve que es lo contrario, la idea de el Dios que buscaba la Ilustración, por ejemplo, da la idea de que fuera el hombre capaz de ser igual, de todas esas cosas. Entonces, ¿no será lo contrario?


AGC - Lo del hombre...


- La idea del Poder establecido desde el principio de la Historia a través del Dinero, se está rompiendo, lo que pasa es que el hecho de que se haya... en un siglo y medio la revolución industrial haya generao que el Dinero sea lo más importante, no requiere que uno lo dé como... como hecho, al contrario, se sigue luchando para que lo que pueda hacer el Poder material que da el Dinero quede en un segundo plano con respecto al Poder del conocimiento, por ejemplo. 


AGC - Bueno, desde luego, no te olvides de que el Régimen que padecemos es el que padecemos, y que la Historia es una cosa que nos cuentan y que está en los libros y pertenece a este Régimen. De manera que no hay que entretenerse demasiao con esos cambios históricos. Eso en primer lugar, después, el hombre -el hombre, el de la revolución, el de la Ilustración, o cualquier otro- no te preocupe mucho, porque el hombre es un imbécil medio sustituto de Dioses, una cosa entre las cosas, y en realidad cuando se le mira, lo mismo que Dios, lo que quiere decir es Dinero: el hombre: Dios, da lo mismo, son formas de apelación, a las cuales, de la manera más laica, he venido a parar diciendo Dinero, pero el hombre no introduce nada nuevo. Y sobre eso vamos a volver ahora, si nos da tiempo. A ver.


- Se me ocurría, Agustín, que parece que no hay actos revolucionarios, no se nos suelen ocurrir actos [] importantes, pero por ejemplo, si un Comité, que tuviera que dar el premio Cervantes o el Nobel, o así, decidiera honestamente dejarlo desierto, porque considera que no ve nada notable que merezca tal galardón, [probablemente] sería algo tan... tan chocante como que el periódico no saliese porque el Comité de Redacción ha decidido que tampoco tienen claro qué poner en él, o que hubiera, por ejemplo, una gran lotería y el ganador se negase a ir a recoger el premio. Cualquiera de esos actos serían chocantes y [] a ver qué pasa, porque esto... esto no puede ser.


AGC - Eso a las Empresas que marchan con éxito no les puede ocurrir, por eso son lo que son. Es impensable que en la redacción de un Diario que marcha millonariamente con éxito, ni se le pueda ocurrir a nadie dejar de publicarlo un día -vamos, salvo el día de Navidad, que está previsto-, ni se le ocurre dejarla de publicarla un día... un día cualquiera, es impensable. Es decir, el Capital tiene que estarse moviendo costantemente, y si entre sus necesidades consiste lo incesante... lo incesante, pues los que...


- El suceso sería automáticamente integrado, encontraría un montón de Dinero, porque la tal noticia sería un prestigio tal, y habría un montón de periódicos que ganarían tanto Dinero diciendo eso, que el Sistema no se vendría no solo no tocao, sino ganaría. Cualquier subversión dentro del Sistema está amortizado por el Sistema.


AGC - Yo creo que no os van a hacer mucho caso muchos de los que os oyen.


- Desde luego no pasaría, pero caso de pasar, a lo mejor... dice "Gracias a Dios" -decía Dios al enemigo- "Gracias por haberme ayudado".


AGC - Es el secreto del éxito. Eso puede pasar como una ocurrencia extravagante, genial, en alguna Empresa, con riesgo. No digo que a lo mejor eso no contribuya al éxito posterior, pero en las que están marchando con éxito, es que está excluida la ocurrencia; no se les puede ocurrir otra cosa, no sólo dejar el periódico en blanco, sino publicar algo -en un Diario en marcha-, algo en cuanto a informaciones, en cuanto a lo que sea, que se salga de lo que publican todos los días, es decir, con la misma retórica, el mismo lenguaje. Eso es una condición que no se puede romper así como así. Y desde luego, utilizar... utilizar eso de ocurrencias extravagantes como medio de alcanzar éxito, en estas Empresas no se puede hacer; ahora, eso sí es verdad, dicho de otra manera, en general, lo que decían ellas, es verdad, dicho en abstracto, la extravagancia, el hacer una cosa contracorriente puede -se ha visto muchas veces- que con la debida asimilación, puede convertirse en un elemento de obediencia, y por tanto de éxito, porque hay efectivamente extravagancias, salidas de tono, en las revistas de moda, en las revistas de señoras, lo veis todos los días, hasta qué punto se alaba, se le dedican críticas elogiosas a formas de extravagancia en la vestimenta, en el comportamiento personal de una actriz, en el Arte, en cualquier cosa. Evidentemente tienen que ser extravagancias que se dejan ¿eh?, extravagancias que se dejan... que se dejan someter a eso, pero una vez que sean de las que se dejan someter a eso, es evidente que a veces, sin ninguna garantía -a veces, sin ninguna garantía- pueden ser también, por asimilación, elementos que conduzcan al éxito.


- Sé un poco humilde, Agustín, tú mismo has dicho que algún día quizá en el Valle de Josafat...


AGC - Ay, por favor, no, no, no, no.


- ... Dios Padre te dirá "Gracias, porque has hecho por mí... ".
 
 
AGC - No viene a cuento. No viene a cuento.


- Sí viene a cuento. Hasta la subversión, tal y como está de cerrao el Sistema, es sospechoso.


- No, no, no, no, no, no, no.


AGC - Bueno, evidentemente. Ya lo ha sacao y el poco rato...


- Lo dice él mismo.


- ¿Cómo va a ser sospechosa la subversión si de lo que se trata es de subvertir lo que está aquí? ¿Pa qué estamos aquí? ¿Cómo sospechosa?


- No te pongas de lugarteniente, por favor.


- Si él mismo lo ha dicho.


- Puede realizarse, entonces, desaparece como tal subversión, pero eso no quiere decir que []...

AGC – Déjalo, Galín, déjalo.

- No, no: hay que intentarlo. Hay que intentarlo a pesar de todo eso. Hay que intentarlo...


AGC - Ay, qué coño, con perdón. Ay, qué coños.


- Un momento.


AGC - No, no: ya que lo ha sacao... ya que lo ha sacao tengo que sacarlo bien, porque si no es peor todavía. Efectivamente, en más de una ocasión, ella, y tal vez alguno de vosotros, me lo ha oído decir, cuando se corre el peligro de que se me esté considerando una especie de subversivo incondicional, una especie de revolucionario, una vez de crítico acervo y todo eso, entones claro, eso hay que corregirlo ¿no? Es por lo que digo "Cabe siempre, siempre puede ser que el día del Juicio Final el Señor me tome y me diga "Has cumplido tu papel de subversivo de la manera más perfecta y admirable y, entonces, te has ganado la salvación". Lo dicho, por supuesto, es preciso corregir esa ocurrencia, es preciso corregirla, aunque... aunque no hay que olvidar también lo que añado siempre después, ¿qué es?


- Por si acaso.


AGC - Al terminar eso, que el Señor me diga "Hijo mío, has cumplido tu función de subversivo [] de una manera perfecta y admirable, y por tanto, recibe el premio". Evidentemente a eso añado otra frase.


- Sí.


AGC - ¿Cuál?


- No me acuerdo. A ver.


AGC - ¡Ah!, pues debías, ya que tanto te acuerdas. Lo que hay que añadir es "Menos mal que a lo mejor no hay Juicio Final".


- Pero no está garantizado.


- Un segundo: ¿"Y por tanto, hijo mío..."?


AGC - "Recibe el premio", que es la salvación, evidentemente.


- Yo quería sólo acabar esto que yo decía antes un poco, de la extravagancia...


AGC - Pero, perdona un poco, Galín, porque es que estaba también Antonio queriendo decir algo ¿no?


- Bueno, era en torno a lo que has dicho sobre los premios y es una observación, la que has hecho tú, que me ha parecido muy inteligente, porque cada vez se calcula y se vigila más, hoy es muy difícil que ocurra -haciendo la salvedad de lo de la extravagancia que decías- pero que ocurra, por ejemplo, lo de Samuel Beckett con el Nobel, porque costantemente se oye decir a los jurados que a Fulano, a Mengano no se le va a dar porque no lo recogería o no lo aceptaría. Total, que hay una precaución, y se pueden citar muchos nombres dentro de la relatividad de estas historias que siempre son un poco tontas, pero se pueden citar muchos nombres que se barajan en esos conciliábulos, en esos establecimientos, precisamente con esa intención, de decir, no vamos a desprestigiar esto haciendo que no vayan a recoger el premio o que no... porque no respondan a esa convocatoria.


AGC - Lo de Beckett ¿te acuerdas de qué año era, más o menos?


- Eso debió ser en el setenta y pico, y creo que...


- Sesenta y nueve.


AGC- O sea, más o menos, ¿cuando lo de Sartre?


- Elías Canetti, ¿qué año? No, pero ¿cuándo se lo dieron?


- No, pero Elías Canetti no... no lo despreció como Samuel Beckett ¿no?, me parece. Lo que me parece sintomático de lo que decías antes de Eisntein como ejemplo, en el caso de Beckett se produce como la última posibilidad de decir NO a ese tinglado.


AGC - Sí, te preguntaba porque deben ser los años de Sartre ¿no?


- Eso es, sí, sí. Sartre, claro, todo el mundo sabe...


- Sartre no lo recogió.


AGC - Por eso; es que por eso lo he dicho.


- Sí, pero fue contradictorio.


- Fue contradictorio pero no lo recogió.


AGC - A ver, Galín.


- No: quería decir para esto de la extravagancia y que decía Isabelita que no hay que tener Fe, Fe en la... en alguien extravagante, que sí, que la hay que tener. Recuerdas que tenemos un amigo que había llegado a París y dijo "Yo voy a ser pintor famoso", y se hizo todo lo extravagante del mundo y está vendiendo los cuadros a seis, diez millones, veinte, treinta...


AGC - En algunas ocasiones. No está garantizao, pero a veces marcha, con tal de que sea una extravagancia tratable, sometida a la obediencia. Hay que tener, al mismo tiempo que el ansia de la extravagancia, hay que tener un olfato respecto a lo que el Mercado pide, o lo que el Mercado rechaza, si no, no...


Bueno, con estas cosas se nos ha ido el tiempo. Os voy a anunciar, puesto que es muy tarde, os voy a anunciar... A ver. Sí.


- Sí. Yo.


AGC - Sí.


- ¿Puedo?


AGC - Sí, sí. Claro.


- Se me ocurre que tal vez podíamos formular la obediencia al Dinero como diciendo... expresando o reconociendo su capacidad de conformar bien opiniones, bien gustos, o crear necesidades [], que me surgió un poco a raíz de oír a Virginia que ¿por qué cambian en las elecciones?, ¿son las mayorías?, ¿por qué votan al más obediente?, y ¿por qué uno sabemos que es más obediente y tal? Yo recuerdo que hace muchos años, porque esto lo dijo Adolfo Suárez, en su día me sorprendió porque yo creo que no eran épocas que estuviéramos acostumbrados a esa desfachatez absoluta, yo creo que se le escapó, porque habría códigos secretos que no se deberían decir, se le debió escapar y dijo "Sí, está estimado que sacar un diputado más cuesta en torno a setenta y tantas mil -o no sé cuántos miles- de pesetas". Bueno, aquella época, que yo también era más joven, dije "¿Cómo?", o sea, "¿Cómo?, ya está contabilizao en Dinero lo que te vas a gastar". Entonces, a mí me han ayudao mucho estos días de charla a sintetizar, porque ahora veo que lo que tú formulas como "el Dinero es el que lo hace", pues también te explica muchas cosas, que en el fondo son lo mismo, fácilmente. Porque me deja ver bien: el Dinero ha decidido a quién va a votar la mayoría, invirtiendo de la manera que corresponde. Y es el mismo fenómeno que para mí el éxito en la Empresa, que es creación de gusto o...


AGC - Bueno, no: no te vayas a creer del todo que el Dinero personalmente señala con el dedo. Eso en la Biblia aparece como si Jehová buscara al rey o al profeta que le corresponde. En realidad, Dios al que busca es al que mejor le obedezca, al más obediente. De manera que no es ninguna especie de preferencia personal, la preferencia está fundada en eso. Es así.


A lo que tenemos que pasar y teníamos que haber pasado, porque si no esto queda un poco [], pero os lo anuncio para que los que estéis, podamos tal vez seguir: es en ahondar en la dificultad que cuesta tragarse eso de sustituir a las personas, a los hombres, a los ejecutivos, a los sacerdotes y monaguillos, sustituirlos por el Dinero mismo, como si fuera Dios actuando, la mano de Dios.


La dificultad, desde luego, consiste en que nos hacemos -nos han hecho hacernos- una Fe en la Realidad. Creemos que la Realidad es la Realidad, y entonces, nos desarrollan todas esas otras cosas que dicen que son ficciones, que son fantasías, para distinguirlas de la Realidad real, todas esas tonterías. Nos han desarrollado una Fe, es decir que creemos que la Realidad es verdad, que la Realidad es verdadera. Toda la guerra que nos traemos en esta tertulia es entender en qué sentido se dice "la Realidad es falsa". Pero esta Fe en la Realidad, esta Fe en que la Realidad es verdad, es justamente la que os impide -y le impide a cualquiera- entender lo que estoy diciendo: esta mala manera en que os han hecho creer en eso de las cosas y de... y de la Realidad.


Es por ahí por donde tenemos que seguir de alguna manera tirando, es decir, después de todo, venir a dar en esto ¿no?: sin rotura de la Fe no se puede ni siquiera mencionar una protesta, un levantamiento, una subversión, desde abajo contra el Poder. La rotura de esa Fe es lo primero. No sólo nos han hecho creer que la Realidad es verdad -toda la Realidad es verdad-, sino que además nos lo han hecho creer que eso es conforme a la idea 'nuestra', es decir, de los hombrecillos, la idea de los hombres, que la Realidad es lo que nosotros, los hombres, vemos y pensamos de la Realidad. Esta Fe es la que hay que romper, y si el Señor a su vez -el Dinero o quien sea- nos deja todavía vivos siete días, pues en eso seguiremos los que queráis entre vosotros. De manera que, ¡hasta entonces!