07.02.2007
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
- El Amor como caso de ideal.
- Contradicción y doble falsedad de la persona.
- La cuestión del conocimiento en el amor.
Tertu059-07-02-2007#Tertu059-07-02-2007.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Vamos a reanudar esta guerra interminable contra el Poder, contra la Realidad. Os recuerdo un poco la situación en que lo dejábamos el último día, que es que nos había surgido usar el ejemplo, el caso del Amor, como ilustrativo para algo que en este descubrimiento nos interesaba especialmente, que era la función de los ideales como no siendo propiamente existentes, no siendo cosas, pero rigiendo las cosas, el movimiento, las contradicciones de las cosas, es decir, sosteniendo la realidad, ocultando su falsedad y sosteniéndola. Esta es la función de los ideales, “todo”, “uno”, y entre ellos también eso de “el Amor”, especialmente en los casos en que se tiende a escribirlo con mayúscula entre nuestros usos, “el Amor” como objeto de fe, de creencia.
Ya el otro día saqué aquí, aprovechándolo para esto, una de mis últimas lecturas de Damas Inglesas, que era la novela de la St.John “The essence of the thing”, “La esencia de la cosa”; y en especial en el debate, que ya no voy a repetir ahora, se trataba de que cuando El llega a declarar “ya no te quiero”, “ya no la quiero”, en cierto modo está participando en la fe; aún con la negación está participando en la fe, en la fe que en Ella era entera y le ocasionaba todos los trastornos que la novela desarrolla; pero al decir “ya no te quiero”, “ya no la quiero”, al mismo tiempo se está participando en la creencia, por que se le daba a este “quiero” un sentido ideal, metafísico, como queráis decir, al mismo tiempo que se cometía la blasfemia de decir “ya no”, es decir, de intentar someterlo y hacerlo compatible con el tiempo real; el tiempo real, que es el fundamento mismo de la realidad, de las cosas y sus movimientos; el tiempo real, que consiste primariamente en “miedo”, (o “esperanza”, da igual), en “futuro”; que consiste primariamente en “futuro”, y que a partir de ahí obliga también de alguna manera a decidir respecto a la Historia, respecto al pasado.
El sometimiento a este tiempo real ocasiona todos los conflictos de que ya hablábamos. Efectivamente, el ideal rige las realidades, pero intentar convertirlo a él en una realidad es algo que parece que no tiene buen sentido:si es “el Amor”, si “es”, entonces ya no puede ser ni “antes” ni “ya”, ni “después”: es “eterno”, trata de contener en sí este otro ideal que es justamente el del “siempre”, el del “todo”, o sea, una especie de idealización de ese tiempo montado sobre el fin, sobre el futuro, y que a partir de ahí trata de configurar también lo ya pasado. Lo primero, por si se os olvida, es hacer la trampa, cometer la falsedad de hacer que lo que no ha pasado sea un hecho; esto es “futuro”, este absurdo es “futuro”, y sobre él vivimos. A partir de ahí, por supuesto, tiene que venirse a la configuración del resto del tiempo real. Bueno, pues esto era lo que habíamos empezado a utilizar ya con respecto a un análisis lo más despiadado posible de lo que pasa con esto del Amor, en primer lugar entre uno y una, después más en general, y vamos a seguir con ello si os parece.
El Amor, la fe en el Amor, sea a otro, sea a sí mismo, implica una especie de fe en que se sabe quién es uno o quién es otro, pero en último término quién es uno; y en el amor a otro sucede que él o ella de alguna manera están seguros de que el otro o la otra es el que es, y sólo así puede entenderse la pretensión que en lo de “Amor” se implica.
Nosotros por aquí hemos venido descubriendo (y espero que este descubrimiento está vivo, por lo menos en los que me han venido acompañando más de continuo) que en uno hay una contradicción, o una doble contradicción, que os voy a recordar en un momento, porque esto es cosa ya repetida en la tertulia desde diferentes puntos de vista. Porque se trata de que uno sea “uno” en el sentido de “singular”, “él sólo”, “como ningún otro”, “irrepetible”, pero que “es”, según el modelo del Dios en la vieja Teología. Esta es la pretensión, y al mismo tiempo la pretensión se acompaña del reconocimiento de que “uno” es “uno de tantos”, es decir, es un caso de algo más general, en que cada uno es cada uno, y por tanto se pretende que uno puede tranquilamente participar en lo uno y en lo otro.
Recordáis bien que tanto el uno como el otro, (el “singular”, “único”, “irrepetible”, que trata de eximirse en cierto modo de la realidad y del tiempo, porque, como en otra ocasión hemos recordado, el caso singular se exime del cálculo de probabilidades, que es justamente el tipo de teoría que se aplica al conocimiento de la realidad, tanto más cuanto más la Ciencia progresa; el caso singular se escapa a la Ciencia, porque se escapa al campo de probabilidades), y al mismo tiempo, esto, que es falso por un lado, es falso por el otro, por el hecho de que uno sea uno de tantos, simplemente, y se pueda reconocer así que efectivamente un conjunto de “yoes” puede distribuirse de tal manera que uno sea uno de ellos, que yo, real, sea uno de ellos.
Estas son las dos maneras de falsedad: .uno es contradictorio, pero falso por un lado y por el otro, porque luego estoy “yo” que no existo, “yo” que no soy nadie, que dependo del acto mismo de hablar acerca de la realidad, acerca de mí, acerca de ti, acerca de cualquier cosa; es el que habla, el que habla en cada acto de hablar, que nunca es el mismo. En esas condiciones, “yo” naturalmente no puedo existir, ni ser el que soy, ni estar aquí ni (). Este es el “yo” de verdad, es decir, ninguno de los dos, en realidad, tengo que ser “yo” de verdad, ninguno de los dos, en realidad, tengo que ser “yo” para ser real, para existir. Os lo saco ahora para que contrapongáis esto a lo de “el ideal”, “el amor”, el “siempre”, el “todo”, porque “yo” de verdad no soy ningún ideal, como “el amor”, “el Estado”, el todo”, etc., sino todo lo contrario: “yo” me salgo de la realidad, no formo parte de ella, no entro a regirla, mientras que “todo”, “uno”, “siempre”, “el amor”, “el Estado”, etc, aun no siendo cosas, están constituyendo la realidad, las cosas. De manera que conviene mucho que frente a la doble falsedad de uno no deje de contraponerse siempre esta aparición, inevitable a cada acto de hablar, de “yo” de verdad; “yo” de verdad, que no soy nadie, que no existo.
Está claro que la contradicción entre “yo único” y “yo uno de tantos” es una contradicción que pertenece a la realidad: tengo que cargar con esa contradicción para existir, mientras que “yo” de verdad me salgo, estoy fuera, amenazo; a cada acto de hablar, amenazo desde fuera esa realidad. Voy a dejar ahora que especialmente los que no me han acompañado tanto saquen sus dudas y sus dificultades respecto a esto, pero se me ocurría volver a usar para ello también aquellos versos que los que me habéis acompañado por lo menos desde hace un año ó dos ya conocéis, que eran tres versos que Don Antonio Machado dejó escritos sueltos, que dicen literalmente: “Oh, que yo pueda asesinar un día/ en mi alma al despertar esa persona/ que me hizo el mundo mientras yo dormía”, y que me pareció que era evidentemente el terceto último de un soneto, que lo reconstruí, creo que me he traído unos ejemplares de la edición que la Cacharrería de Sevilla tuvo a bien hacer hace un año ó dos , de manera que en ese sentido es el soneto que estoy yo () Don Antonio Machado.
“Que ya no puedo más, tal vez me digo,/ cansado de esta guerra que en mi pecho/ muevo contra mí mismo, y doy por hecho/ que soy yo el que no puedo y yo el que sigo.// Pero ése no soy yo, y con mi enemigo/ vivir no quiero bajo el mismo techo,/ cielo falso que él pinta, me sospecho,/ para que aquí yo muera al par consigo.// No, que alguien me arranque esta corona/ que me pusieron cuando aún crecía/ y ya contra las sienes se me encona.// Oh, que yo pueda asesinar un día/ en mi alma al despertar esa persona/ que me hizo el mundo mientras yo dormía!”
Los tres últimos versos dejados por Machado. Os reparto los que me quedan por ahí, a alguno, y a los que no les llegue, que se hagan fotocopias.
Desde luego, se puede aprovechar bastante a nuestro propósito. Simplemente os pido que os fijéis un poco más en algunos de los puntos para que el análisis del descubrimiento de la contradicción de uno esté lo más vivo posible, y cómo esa contradicción real entre dos, uno que pretende ser “singular”, “incasable”, “irrepetible”, y el otro que se reconoce como “uno de tantos”, viene contrapuesta a una verdad, que en el soneto en todo caso sólo aparecería en el último “yo” en lo de Machado: “Oh que yo pueda asesinar un día” a la persona; a la persona, que está constituida en la contradicción. Bueno, pues antes de seguir adelante ahora os dejo correr la voz, las voces, y claro, procurando como siempre que en vez de dar opiniones os dejéis hablar, que es lo que yo mismo intento, dejarme hablar en lugar de dar opiniones a lo que salga Respecto a todo esto de “el Amor” como revelador de la contradicción de “uno”, venga.
-Parece que hay una contradicción, uno que duerme y otro que mientras tanto construye el mundo....(..)
AGC-No, bueno, no saquemos fábulas, porque en los versos de Machado efectivamente está eso: “yo dormía” quiere decir “yo de verdad”....(“dormía” no está muy bien dicho, porque dormir es una cosa de la realidad, pero difícilmente había otra manera de hacerlo) mientras “yo de verdad” estaba descuidado, no estaba, como no existente que soy. Y fue ese momento aquel en que la persona, esa persona, es decir, yo mismo, me fabricó el mundo Esto es lo importante para no separar una cuestión aparentemente personal y sicológica de la cuestión de la realidad en general lo uno va con lo otro: la persona necesita, como real, y en ese sentido fabrica, un mundo entero, la realidad donde pueda habitar; con su contradicción a cuestas, pero habitar. Continúa si vas por este camino.
-La metáfora que usa de la corona que se hinca en la sien parece que de alguna manera remite a lo del pensar, al pensamiento.
AGC-El pensamiento contra las ideas; evidentemente se expresa algo que quien crece y no se ha muerto antes de tiempo no puede menos de sentir, es decir, algo de la contradicción, las ideas que se imponen y el pensamiento que constantemente descubre su falsedad y trata de librarse de ella. Cualquiera de vosotros que no se ha muerto antes de tiempo siente esto, que ahí está un poco exageradamente dicho con la corona que me aprieta tanto más ...
-Pero yo quería llevar esto al tema de hoy, que parece ser el del amor, y entonces yo me pregunto que en el enamoramiento el pensar, bueno, más que el pensar, la idea fija...
AGC-Eso, eso, no lo otro.
-...que tiene que ser ésa y no otra, ése y no otro, es decir que la repetición y la objeción. .Entonces, ¿cómo es posible? el que se enamora, sea el que sea , lo que está condenado es desde luego a la idea fija, y entonces eso es así, y el yo que no es nadie, a ese no le pasan cosas, no le pasa nada.
AGC-Es importante distinguir esto en la realidad, eh?, la obsesión, la idea fija, son efectivamente acompañantes, no ya solo del Amor, sino de toda fe; toda fe es una obsesión, quien cree en el Estado, quien cree en Dios, quien cree en el Amor y cree firmemente, efectivamente está cayendo en lo de la idea fija, que es la fijación, la muerte del pensamiento; es el pensamiento que sigue vivo el que constantemente está luchando contra la idea fija, contra la fijación de la idea, contra el conocimiento, contra la realidad.
-Esa frase de Sócrates de “conócete a ti mismo”..
AGC-No, no, no es de Sócrates, por favor, Isabel, que es que eso ya lo hemos dicho muchas veces, esa frase estaba en el frontón del Templo de Delfos, y en algunos diálogos juveniles de Platón, concretamente en el Cármides, Platón la saca justamente para descubrir el absurdo que se encierra en ella. La recomendación era del Dios, de Apolo, estaba en el frontón del Templo de Delfos. Adelante.
No, yo ya no quiero decir nada.
AGC-¿En vista que no es de Sócrates?
-Es que no nos dejan en paz con eso.
AGC-Si, si, eso es verdad, ¿y entonces, sea de Sócrates o de Apolo, qué?
-No, si a mi me da igual, pero siempre están con lo mismo.
AGC-¿Y entonces, respecto a nuestro tema, qué pasa con eso del “conócete a ti mismo”?Lo que quiero es que reconozcáis, porque ya se ha dicho, que el Amor a sí mismo con el que empezábamos este estudio, efectivamente no es esencialmente distinto del Amor a otro, porque uno mismo tampoco es esencialmente distinto de otro, de manera que así como en el amor a uno mismo hay una pretensión de saber quién es uno, conocerse, “conócete a ti mismo”, así en el Amor a otro, lo mismo, hay una pretensión de que se sabe quién es el otro también, porque es una condición para que el otro sepa quién soy yo, y por tanto para que yo sepa quien soy yo, este es el enredo.
-Pero esa operación es contradictoria, porque lo que se consigue con eso es salirse fuera de si, es la operación de amor, salirse fuera de si...
AGC-Porque es otro, pero es mentira, no se sale uno de sí, y el amor lo demuestra con su propia historia y la realidad cotidiana. No se sale uno de sí, porque el otro y uno no eran de verdad distintos. El otro y uno no eran de verdad distintos, de manera que se ejerce una especie de disimulo, desvío de la contradicción, para que no hiera, para que no apriete tanto. Salirse, sólo “yo” que no existo, lo que está fuera de la realidad. Cualquier cosa que suceda dentro de una historia de amor real, no puede ser verdadera, no hay ningún verdadero salirse de sí mismo; la realidad es falsa, y cualquier historia de amor que suceda realmente, dentro de la realidad, no puede menos de ser falsa en sus pretensiones. ¿Qué más por otra parte?
-En la contradicción esa, el lado “yo soy uno de tantos” es un poco una base para anular a la gente. Desde el Estado.
AGC-Pero no desde mí, que lo digo, cuando recuerdo que soy uno de tantos. Al contrario, parece que yo tengo la humildad por un lado de reconocerme como perdido en la multitud, contado en el conjunto, y por otro lado, a los demás parece que les doy esta dignidad de ser un “yo” como “yo”. Sólo de esa manera se puede concebir esa parte de mí que reconoce que soy uno de tantos. Estás pensando en otra cosa seguramente, en Dios, en el Estado, desde arriba, que efectivamente no hacen más que intentar al mismo tiempo constituirnos, matarnos, pero es otra cosa. ¿Qué más había por ahí?
-No sé si tiene sentido, pero se puede entender que “el mundo había hecho a esa persona”, no que era “esa persona la que había hecho al mundo” ()
AGC-Si, efectivamente, gramaticalmente cabe, porque por algún motivo, Machado no escribió el complemento con “a”.
-No, y aunque lo hubiera escrito, cabrían las dos posibilidades.
AGC-Si, se podría entender “el mundo me hizo esa persona”, efectivamente gramaticalmente se puede entender ; “la persona que me hizo el mundo”, donde el “que” es el complemento directo, no el sujeto, como en mi interpretación; se puede entender, gramaticalmente es así.
-¿Pero tiene sentido?
AGC-“¿Esa persona que el mundo me fabricó?” Si, sentido tiene, y además en realidad según lo que hemos dicho hace un momento respecto a la necesidad que uno tiene para ser real de sostener toda una realidad que a él mismo lo constituya como un elemento de su realidad, sería la otra cara. Desde luego, sería insignificante, y mi reconstrucción no tendría sentido, pero sentido de por sí, tiene. Evidentemente, a mí ni siquiera se me había ocurrido, pero puede ser por prejuicio por mi parte.
-No se utiliza mucho, pero alguna vez he oído yo que a alguien se le ha escapado “no me tomo en serio ni a los demás ni a mí mismo”. Eso no se porqué a veces, si se profundiza un poco en ello, tiene algo que ver con lo que estás diciendo. Será una manera muy banal, pero....
AGC-Si, una manera banal, pero desde luego, todo lo que sea no tomarse en serio la realidad siempre es bienvenido, por banal que sea, si fuera de verdad no tomarse en serio. Por el contrario, la condición habitual es que nos tomemos más en serio que eso, y la propia seriedad del amor no hace mas que confirmarlo: es una cosa seria. No es un juego, como alguien podría pensar por lo bajo, no, no, no es un juego, es una cosa seria, de tal forma que cualquier manifestación, aunque sea banal y mentirosa, pues bienvenida; “no tomárselo en serio”, queriendo decir “no creérselo”. Cualquier cosa que sea contra la fe, en esta tertulia política está bienvenida.
-¿Y se puede decir “el yo verdadero”?
AGC-No, no, no se puede decir, “el yo” no soy “yo”. Hay que decir “yo”, “el yo” no soy “yo”.
-“Yo” no tiene ubicación.
AGC-No tiene, está fuera de la realidad.
-¿Entonces sería falso también, no?
AGC-No, no, es inexistente, lo contrario de falso. La existencia es mentira: es inexistente, está fuera de la realidad. En cambio “el yo” ya es una cosa entre las cosas, ya está dentro de la realidad. Por algo las Ciencias, y hasta los derivados del Sicoanálisis, han elegido ponerle el artículo a eso, decir “el yo” como dicen “el ello” también, que propiamente querría decir “lo sinfín”, “lo que no se sabe”, “lo desconocido”. “El ello” ya es una cosa, “el yo” ya es una cosa, ya está dentro de la realidad, ya estamos dentro y ya no hay peligro de nada. Esas son las virtudes de la sustantivación, es como la realización. “Yo de verdad” no existo, no soy de este mundo, no pertenezco a la realidad. Es lo contrario de “el ideal”, de “el amor”, de “Dios” y todo eso.
-¿Y este “yo” que no existe, cuál es?¿”El yo”?
AGC-No, ese no es un “yo”. Otra vez: “el yo” no soy “yo”, por tanto nunca se puede decir “el yo” para referirse a eso, ni “este yo”, ni “ese yo”, esos ya son reales. Hay que decir “yo de verdad”, “yo”, “a mi”, “me”, “conmigo”, pero con estos pronombres funcionando, sin artículo ninguno; “yo” no existo, “el yo” existe, como Dios.
-¿Y ese niño que se ponía delante del espejo y decía “ese no soy yo”? Es como una manera de decir () como una referencia ()
-No, incluso en la reconstrucción del Soneto, al empezar el segundo cuarteto de vuelta se pone a decir “pero ese no soy yo”.
-Para que ese niño diga eso, “ese no soy yo”, es muy extraño que diga eso.
AGC-Mal hecho, está mal hecho, el niño especialmente. Desde luego, uno puede seguir estando mal hecho; lo que antes he dicho, que no se ha muerto del todo. “Que no se ha muerto del todo” quiere decir que sigue estando mal hecho, que no acaba de aguantar el apretujón de la corona que me dieron de pequeño. Se supone un niño, porque se supone que en especial en ese trance primero de los dos años, del uno y medio, debe estar especialmente todavía blando, mal hecho, flúido, y por tanto, capaz de sentir todavía la mentira de “el yo”, de “ese yo”.
-¿Se podría decir “eso no soy yo”?
AGC-También podría decirlo, pero para más claridad lo personaliza, porque además se supone que los padres le han dicho “mira qué guapo estás”, ya lo han tratado como persona, y él dice “ese no soy yo”. “Ese”,mejor.
-Hablando de eso, una cosa que me llamó la atención () había un espejo y unos monos, y había monos que no se reconocían y había monos que sí. ¿Quién es más inteligente, el que se reconoce o el que...?
AGC-¿Te acuerdas de qué señas daban de reconocimiento? ¿Por qué señas se sabía que se reconocían?
-.......y el otro se asustaba y se iba a buscar detrás del espejo, a ver quién estaba al otro lado, y había otro que se movía y sabía que era él.
AGC-La verdad es que tendrían algún fundamento más, porque ese es poco, eh?, porque el mono puede pensar que hay efectivamente ahí delante un monigote que tiene la gracia de que obedece cuando yo me muevo, podía pensar lo mismo. Tendría algún fundamento más, supongo, ese es escaso, si.
-El enamoramiento de todas maneras a mi me parece que algo raro debe de pasar, aparte de lo de la fijación. Estoy pensando en una película (de Visconti), un vagabundo que llega a una gasolinera y se engancha con la dueña de la gasolinera, acaba matando al marido, y patatín y patatán. Y al final de la película él le dice una cosa y le dice “mira, antes de conocerte, para mí el mundo no tenía sentido, y desde que te conozco, el mundo para mí se ha convertido en una gasolinera”. En algún momento se ha dejado llevar por una locura, pero desde luego parece más real la gasolinera del final....
AGC-La película la he visto, pero no me acuerdo del tono con que dice eso él al final.
-Es un reproche.
AGC-Que es un reproche, que es una protesta: efectivamente, es la pretensión de libertad y de liberación respecto al Amor tomado ya como una cárcel; es la misma del hombre de la novela de la St.John del otro día, que a la demanda de la otra le dice “ya no te quiero”: él está queriendo recobrar su libertad, “el mundo no tenía .....
-Pero entonces lo de antes de la gasolinera era menos cárcel que la gasolinera.
AGC-Eso por lo menos es lo que piensa él una vez que lo ha probado. Una vez que lo ha probado, que ha estado sometido al régimen de un amor, que al menos por parte de ella tendría que ser un amor de los eternos, una vez que lo siente a él le queda algo que todavía le hace parecer que antes estaba libre, antes de estar ella el mundo se le abría.
-Pero no es el caso que dice Rosa. En este caso es al contrario, se queda con el piso, y aquel se va de la gasolinera.
AGC-Si tiene que ver, el mismo. ¿No te das cuenta que es lo mismo, que el otro, acostumbrado a reconocer su libertad en ser un vagabundo y que el mundo se le abra por todas partes, ha reconocido el amor como una cárcel, y que éste, acostumbrado a creer en sí mismo, que es un jurista y que él puede hacer lo que quiere, y que además tiene todos los derechos para hacerlo, reconoce que el estar encerrado en un mismo piso con la otra no puede ser, que es una cárcel? Si le propone incluso irse él. Venga, tonterías no. A ver.
-()
AGC-No se puede decir nunca eso: no se puede decir “ese yo” ni “el yo”, es que no se puede decir, no puedes decir eso, de mi de verdad no se puede hablar; es por tanto una tontería, una mala intención. Hablar de si tiene cualidades o no, eso les pasa a los seres reales, eso de nacer, de morirse, esas pretensiones; a “mi” no me pasa nada de eso, “yo” no existo, es que no existo, y estamos tratando de un fenómeno bien real, que es el del Amor, y “yo” no soy real, “yo” no existo, y nunca puedo cambiarme por “el yo”, “yo” no soy “el yo”, “el yo” no soy “yo”.
- No, te iba a decir esa otra cosa que ocurre, que estamos hablando del Amor, que si idealista y tal, pero también hay otra cosa que ocurre, que es un sentimiento que también podríamos darle el nombre de Amor, parece que también se prostituye un poco, pero que no tiene porqué idealizarse, y que a veces se asimila o se asocia o se le da el nombre de Amor, o se le cambia o se le da el cambiazo por el otro. Entonces esa otra especie de sensación parece que viniera a ocasionar todo lo contrario de lo que hace ese Amor que has dicho antes, sería una especie de desintegración de alguna manera, algo extraño.
AGC-Claro. Chicos y chicas de sucesivas generaciones a lo largo de los siglos han proclamado “amor libre”, es lo que quiere decir “amor libre”, eso es efectivamente, no la pretensión del vagabundo ni del jurista de nuestras historias, sino una pretensión mucho más general, un reconocimiento de que podía haber algo que fuera lo contrario de “el Amor”, o sea, podría que fuera haber algo que fuera lo contrario, un “amor libre”, con una libertad negativa.
Después de todo, una tertulia política como ésta está persiguiendo eso de alguna manera, porque “libertad”, “liberación”, no puede ser sino “negación”, “negaciones” de la Cárcel, del Poder, de todo lo demás. Y el hecho de que una y otra vez se haya levantado gente, normalmente gente joven, reclamando amor libre, no se debe tomar como ningún ideal, sino justamente eso, como un deseo de desintegración, de romper con las cadenas que estaban establecidas, las Políticas, las del Amor, las de la Vida Familiar, las del Dinero.
Bueno, pues ya que estáis sacando historias, voy a sacar yo otra también, o voy a pasar a otra novela. Bueno, más que novela es una serie de diálogos que acabo de leerme, esta vez de una Alemana, la más conocida de las Alemanas escritoras y directoras, Doris Dorrie. Al leerme el libro me he dado cuenta de que había visto una película que se había hecho, hace ya un par de años, de él, pero desde luego el libro penetra mucho más en la cosa. Me parece que era ella misma la directora de la película, que no me acuerdo como se llama.
-¿Esa que se van al Himalaya?
AGC-No, la del “entrecruce de Parejas”. Bueno, acabo de leerme el libro. El libro es Alemán, pero por algún motivo se llama con una palabra inglesa, se llama (“Happy”), que es el nombre de un perfume que aparece por ahí rodando. A nuestro propósito es sobre todo el juego central de esta ficción: son tres parejas de clase media alta, bien parecidos todos, los seis, bien hechos por estatura, que deben juntarse para una cena en casa del más rico, el que se ha hecho más rico, accionista, una serie de inventos, y entonces la pareja de las tres que está ya descompuesta, es decir, ya han roto, pero se siguen viendo, tratando bien, y que hacen un poco figura como de el Diablo y la Diablesa a su rastro para con los otros, empiezan a proponer un juego: ella dice que tiene una información de que parejas en general bien establecidas, que llevan muchos años juntos, si se les vendan los ojos bien vendados, se les pone a cierta distancia, y se les prohibe cualquier otro medio que no sea la palpación, no son capaces de reconocerse.
Eso del “reconocimiento” es lo que aquí me interesa: no se reconocen, no saben, no están seguros si el otro o la otra es el que es o es otro distinto. Dice que sin estar a oscuras que incluso cada uno de los dos términos de la pareja no es capaz de reconocer las manos, si son del suyo o de la suya o no son. Eso incluso con vista: no es capaz de reconocer las manos. Bueno, con motivo de estas historias, estos experimentos, que no se si tienen algún fundamento fuera de la novela, les proponen estos de la pareja rota el juego de que los otros cuatro se venden los ojos bien vendados. Reúnen más o menos la condición de que son de la misma estatura, no hay ninguno que sea ni muy bajito ni muy gordo ni nada de eso; que no usen ningún perfume que puedan reconocer, evitan todo eso, y a ver si se reconocen o no. Apuestan, apuestas considerables, efectivamente por parte del más rico, que está muy seguro de que va a reconocer a su mujer dondequiera que sea, lo dice.
Entonces se procede al experimento, se les coloca aparte, se les deja que vayan a juntarse desde los rincones de la sala, y sucede que aciertan efectivamente a juntarse bien, es decir, con el término de la pareja que le correspondía. Se dedican cinco minutos a palparse, según lo previsto, y con los ojos vendados. Entonces los otros, el Diablo y la Diablesa, los llevan, pero hacen una pequeña trampa, y al hacer el giro invierten el sentido de la pareja de forma que cuando quedan enfrente, dispuestos a quitarse las vendas de los ojos, resulta que se encuentran con que era la otra mujer, era el otro hombre.
Bueno, este es el resultado del juego con la trampa incluida. Y después, esta trampa desarrolla una serie de dudas, tormentos, proclamaciones ardientes por parte de unos y de otros, bien reales todas ellas, que la autora nos va presentando en cada una de las tres parejas, las que han sufrido el engaño, y también la pareja rota de los engañadores. Hay de todo, pero caen con motivo de eso en una duda bien real; apenas pueden sospechar que les hayan hecho trampa. Efectivamente, están casi condenados a creer que se han equivocado, que no han reconocido, que no han reconocido por palpación. Algunos se rebelan contra eso; una de ellas dice “sabía que no eras tú, pero no importa, porque eras tú”.
Y de esa manera van apareciendo una serie de temas interesantes a nuestro propósito. Alguna de ellas proclama que el amor libre, lejos de ser una cosa irreal, es de lo que habla todo el mundo, que se contrapone a lo que dice el otro, que dice “el Dinero, el Dinero es de lo que habla todo el mundo”; esa contraposición aparece de una manera también bastante clara. Y una y otra vez se muestra la pasión, tentación, de “que sea otro” como una especie de incentivo del amor, en contra de la pasión o necesidad de “que sea el que tiene que ser”, el verdadero, de manera que eso es tal vez la parte para nosotros más interesante, por lo de la falsa sustitución entre el uno y el otro: se reconoce, no solo ellos, sino también ellas en cierto modo, que efectivamente, el hecho de pensar que fuera otro, o que sea otro, puede tener algo de tentador en grado sumo, al mismo tiempo que naturalmente se sigue hablando del Amor, sobre todo ellas, el Amor como que implica naturalmente “el conocimiento”; un conocimiento que, como no se logra por medio de la palpación, pues debe tener alguna otra forma como de “fundamento” para que se le siga reconociendo al otro como siendo el que es.
Todo esto lo saco para este juego del ser uno el que es, como formando parte de su necesidad de existir, y cómo esta pasión del Amor, y esta obsesión, o creencia, o fe, del Amor, puede contribuir a aclararnos, o más bien a descubrirnos, mucho de lo que está aquí cubierto. De manera que os dejo otra vez la voz para que si no está lo bastante bien presentado me lo digáis, si lo está digáis qué cosas se os van ocurriendo, etc. ¿Qué es lo que pensáis del experimento, del tratamiento por esta autora?
-Del planteamiento, el no reconocer las manos puede deberse, no una falta del Amor, o problema de la Pareja, sino una superficialidad de las personas.
AGC-Ya, ya, pero es que precisamente los experimentadores, y la propia autora, han sacado el experimento para ver qué es lo que el amor tiene que ver con “conocimiento”, porque de ordinario se cree que, de alguna manera, no solo es compatible, sino que en último término, como alguno ha dicho un poco locamente, “el amor es conocimiento”, “amar es conocer”. Entonces el experimentar con las manos o con la palpación a oscuras tiene el sentido de ver qué quiere decir “reconocer”, “reconocer al otro”, como parece que el Amor exige.
-Pero reconocerlo superficialmente.
AGC-No, no, “reconocerlo”, porque parece que el Amor exige que al otro se le reconozca. De hecho, cuando se hace la apuesta, alguno de ellos, hombre, insisto, está dispuesto a apostar mucho, porque él está seguro de que a su mujer la va a reconocer, “la va a reconocer”, sin más. Y eso es lo que se cree de ordinario, aunque no sea de una manera tan fiera, se cree que uno conoce a la persona con la que a lo mejor ha pasado cantidad de años, y que llama “suyo”: “su marido”, “su mujer”; esto es lo que de ordinario se cree.
-Ese reconocimiento que dices que se da por hecho en la pareja, yo creo que todavía es una falacia mayor cuando dicen “que la sangre tira mucho”, que todas las madres reconocen a sus hijos.
AGC-Probablemente, no hemos pasado aquí a esas otras formas de Amor, pero desde luego parece bastante razonable.
-.....que como esa no hay otra, que la más alta de todas es la de una madre por su hijo, que siempre va a reconocerlo....
AGC-Y además ese tipo de Amor, que también se ha sostenido como dices por la fe, también ha sido sometido más o menos a experimentación, aunque no sea Científica: cambiar los niños es algo que ha sucedido, voluntaria o accidentalmente más de una vez, y que podía demostrar sin más hasta qué punto no hay nada por debajo de eso.
-¿Pero cuál es la cuestión, criticar el Amor, o criticar la identidad y el reconocerse, porque yo creo que a lo mejor el Amor tampoco tiene que () no hay un “yo” nuestro.
AGC-¿Cómo que no hay un “yo” nuestro, qué es eso? “Yo” no existo, “el yo” no soy “yo”
La experimentación y el ensayo este de la Dorrie, están fundados en la fe en que sí, en que el Amor Eterno, el de verdad, implica “conocimiento”.
-......entiendo que el Amor a lo mejor no se tiene porqué reconocer.
AGC-Que estoy diciendo que a lo mejor, efectivamente, pero que el experimento y el estudio va a someter a experimento y a estudio la creencia general en que un Amor consolidado de verdad implica “conocimiento”. Es respecto a eso; puede que sea mentira, y eso es lo que estamos tratando de descubrir, pero desde luego es una mentira que reina; es una mentira que reina, y que por tanto merece cualquier tipo de tratamiento.
-De todas maneras, a través de la Literatura y de los pasos que se han aprovechado para el Teatro, como el de “La fierecilla domada”, siempre con lo que se ha jugado más es con lo del engaño que la mujer hace al hombre, es decir, de que ella se puede meter por la noche en la cama de aquel, cambiarse, y no la reconoce, es decir, que el término “conocer” parece que es más difícil para una mujer, parece que en esto hay una distinción entre los dos sexos, no? Parece que se engañan más los hombres, porque por lo menos en la tradición literaria....
AGC-¿Que los hombres son más incapaces de reconocer, quieres decir?
-Las mujeres reconocen más, no se les da gato por liebre, en cambio, como los hombres tienen esa especie de fascinación ....
AGC-Desde luego, si apelas a la Literatura más o menos (sumida) , desde luego te encontrarás a montones en esa Literatura misma casos de lo contrario, de casos en que es la mujer la que se equivoca. Vamos, encontrarás tantos como en el otro sentido, tipos que se disfrazan y que equivocan y que engañan a la mujer.
-...en todo siempre está eso, el hecho de que se le engaña al hombre, al marido, fácilmente, apagando la luz.
AGC-¿Cómo, metiéndose otra en su lugar? ¿Y al revés no? Venga, no saques cuestiones inútiles. ¿Qué más hay por ahí?
-Esto de conocer a otro yo creo que se puede sintetizar en que uno tiene una idea asociada a una percepción. Entonces, si por los canales por los que uno percibe a uno se los tapan, pues posiblemente se le pueda engañar, pero si este hombre fuera ciego, seguramente que no le cabría la duda de que esa a la que ha palpado es su pareja.
AGC-Es posible, si, eso es razonable. Seguramente no se podría hacer el experimento con ciegos.
-Y luego yo recuerdo un capitulo de una serie de televisión muy divertida que había en que al protagonista le pasaba algo parecido, pero no con su pareja, sino consigo mismo. Porque a este hombre le tapan los ojos, va uno a darle un beso, y al cambiarle, le da un beso una mujer, y claro, como él no siente repulsión, piensa que es homosexual. Le tapan los ojos, y él estaba convencido de que le iba a dar un beso un hombre, pero la que le da un beso es una mujer, entonces, al no sentir repugnancia....
AGC-O sea, que no se entera de que fuera una mujer, porque nadie le dice que sea una mujer. Bueno, ¿qué cuestiones más generales se () en el asunto?
-La cuestión está no solamente en reconocer a alguien o no, porque eso depende de la habilidad de cada uno, eso da un poco igual, cualquiera puede pensar que si o que no, sino que en lo que coincidiría todo el mundo es en la no-seguridad, cuando les dan el cambio, entonces ya dudan; o sea, la cuestión es que no se puede estar seguro de nada, sería la moraleja de...
AGC-Si, si, muy bien si quieres, pero cuando aquí se analiza el fracaso del reconocimiento, se quiere decir eso, no se está seguro, se está en duda. Además, gracias a la trampa, en el caso que he propuesto resulta que la inseguridad introduce a posteriori, cuando no estaba tal vez, se introduce la duda, la inseguridad, el desconcierto, demostrando que aunque no les hubieran hecho trampa se habría introducido lo mismo, y cabría, como tú dices, inseguridad, es decir, fallo en el reconocimiento, porque el reconocimiento a su vez implica conocer de verdad, infaliblemente.
-Pero esto donde lleva () con lo de la contradicción y la duda, que siempre al final parece que esté ahí debajo, lo que lleva es a que, en el momento en que se descubre esa contradicción, a la zozobra tan enorme que produce en ese sujeto, lo mismo que produciría en cualquiera de nosotros, con lo cual nos vamos al otro lado de la realidad para que nos de toda la certeza posible.
AGC-Bueno, en todo caso la zozobra que produce todo esto es una demostración de que la creencia estaba, y creía estar bastante firme, que es lo que aquí nos importa. No sabemos si el conocimiento va a través de las manos, o por los ojos, es esto o lo otro, pero sabemos que reina una noción de “conocimiento” que incluso se salta, no solo los ojos, sino hasta las manos, como en algún caso de estos, y dice “sabía que eras otro, pero no importa, porque eras tú”, esa cosa. Estamos contra el conocimiento, por supuesto, porque en esta tertulia política que está destinada a luchar contra el Poder, se sabe que para ello se lucha contra la Fe, pero que no hay una verdadera distinción entre Fe y Ciencia, entre Fe y Saber, que es de lo que estamos hablando ahora, del conocimiento, del saber.
-.........esta especie de conocimiento del que hablabas tú, y que ha puesto en evidencia él con lo de los ciegos, da igual que te entre por la vista, la cuestión es que te puede pasar con una manzana, no tiene porqué pasar entre dos; se idealiza la cuestión y se pretende saber lo que es una manzana, y ya no se saborea la manzana, es más, luego te pueden dar el cambiazo y que () . Quiero decir que es un poco esa sensación, ese cambiazo.
AGC-Si, tienes razón, el saber está contra el sabor, y dicho de otra manera, en contra de todo eso. Si, sobre eso tendremos que terminar hablando, pero no se si hay que recoger sobre todos estos experimentos algo más.
-Quería decirte que también en este juego que hay en la película se da una busca de lo desconocido.
AGC-Bueno, si, lo que no es lo de uno. Es lo que digo de la pasión o tentación del extraño, del ser otro, de que sea otro, del no saber.
-.....de Dios de conocer a cada uno completamente, hasta el último átomo, por así decirlo. Entonces, al no conocer las manos del otro, ya parece que hay algo que se te está escapando, y por insignificante que sea, hay algo que no conoces, y esto parece que atenta contra el amor ese que pensabas sentir.
AGC-Está bien que saques al Dios de la vieja Teología, ese Dios que conoce a cada uno no sólo en cada una de sus partes, sino que sabe lo que cada uno está haciendo en cada momento. Es decir, esa especie de idea del Dios totalmente vigilante, capaz de vigilar todas las cosas, es una especie de ideación que ahora a nosotros se nos aparece fácilmente como absurda o loca, pero que ha reinado en la Teología, en la educación religiosa, durante siglos, y aunque ahora a nosotros nos parezca fácilmente absurda y loca, pero la que estamos descubriendo es que viene a ser la misma; no aparece de una forma tan desmesurada, tan pasada de moda, como el Dios vigilante de toda la realidad, pero efectivamente esos ideales, “el Amor”, “todo”, “el Estado”, que parecen comprenderlo todo y conocerlo todo, son lo mismo, son lo mismo que ese Dios-todo-vigilante. ¿Qué más había por ahí?
-...los padres tenían que reconocer a sus niños, eso era obsesión, tenían que reconocerlos, sino no existía....
AGC-No, reconocer tal como lo estás empleando es un término jurídico, y por tanto no hace mas que distraernos respecto a lo que estamos tratando ahora. Ahora estamos hablando de conocimiento de verdad, sin acudir a los términos jurídicos.
Me parece que se nos está terminando el tiempo, y no puedo dejar esto por cerrado; supongo que el día que viene, si el Señor nos deja llegar a tanto, el Señor ese todo-vigilante nos deja llegar siete días, me traeréis muchas más ocurrencias y contrAGC-ocurrencias, no? Creo que merece la pena.
Hay que volver un momento únicamente sobre esta forma más abstracta de la cuestión, que es lo de “ser”, “ser el que es”, que para nosotros tiene que haberse diferenciado ya, por lo menos para los que me habéis acompañado, de eso de “existir” “Ser el que es” responde justamente a lo que estamos diciendo, llamando, “ideal”; “el ser”, “ser el que es”, “ser uno el que es”, “ser el otro el que es”, “ser una cosa la que es”. Y “existir” ya lo hemos descubierto y usado como una cosa un poco más complicada, que muchos de vosotros sabéis. Pero si así, a bocajarro, os repito una pregunta que con frecuencia se ha hecho y se sigue haciendo: “¿El Amor existe?”. Pues a ver qué me decís, para terminar hoy. “¿El Amor existe?”, eso sólo se plantea cuando se trata del Amor Eterno, el de “siempre”, el de “todo”. La pregunta, sobre todo para los que ya conmigo habéis manejado bastante este falso verbo “existir” heredado de las Escuelas.
-Cuando existe se ha muerto.
AGC-Bueno, bien, metafórico, pero vamos a ver, hay que precisar, porque lo estamos contraponiendo al “ser”, al “ser el que es, el que uno es” . Ahora estamos tomando este verbo de las viejas Teologías generalizada, que permite preguntar “¿El Amor existe?”, que permite decir “El Amor no existe”, que permite decir “el Amor existe”
-Pero la gente del pueblo no dice “hay amor”
AGC-No, no lo dice, hasta la gente del pueblo llega a emplear este término teológico, porque para eso han tenido curas en el pueblo mucho tiempo, y pueden repetir la misma estupidez, “el Amor existe”, no “hay”. La pregunta es “¿El Amor existe?”
-Tú mismo dices que los ideales no existen; rigen, pueden regir la realidad, pero no tienen una existencia como las cosas.
AGC-Si, si, rigen como los ideales. Una de las cosas que a las cosas les tiene que pasar para existir, es “ser la que es”; es así como el ideal “ser” se introduce en la existencia o Realidad. Luego tiene que tener otras pretensiones, pero desde luego una condición es de orden ideal: la cosa tiene que ser la que es para existir, porque sino existiría otra, qué se yo, sería otra la que existe. Para entrar en la realidad uno, para existir, como Dios, tiene que ser el que es. Una de las condiciones de esto de la Realidad, de la existencia, es por tanto este implemento de orden ideal, que es el “ser el que es”, “ser lo que es”, “ser la que es”. Este implemento ideal, aparte de todo lo demás que se de en el “existir”. Por supuesto, ya veis que aquí, la Realidad es falsa, y aparte de lo que exista creyendo que es lo que es, está de verdad que “hay sinfín”; podría haber a lo mejor hasta “amor”, con tal de que no existiera, con tal de que no padeciera la pretensión esa de “conocimiento”, “saber”, y “Fe” que está implicada en lo de “ser el que es”, “ser uno el que es”, “ser la cosa la que es”. Eso quería dejarlo apuntado por si el Señor no se opone demasiado y nos deja seguir dentro de siete dias, que habrá que volver con todo ello, con todas estas cuestiones abiertas, de manera que espero que traigáis muchas dudas y.............