25.08.2014

Tertulia Política número 67 (4 de Abril de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • LA LOCURA DEL MUNDO, LA LOCURA DE LA REALIDAD
  • LA PRESENCIA DE LOS ENTES IDEALES

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Recordáis que en estos combates que nos traíamos a propósito de la intervención de los entes ideales –inexistentes- en la Realidad, en la existencia, habíamos venido también a parar al caso de la locura, de las diferentes formas de locura que la Medicina, la Sociedad, tienen organizadas más o menos, dudosamente, y nos surgía esto de que sea muy rara vez que los que reflexionan o entienden acerca de esa especie de trastornos no paren mientes, o apenas, a reconocer ahí la locura del Mundo, la locura de la Realidad.


De eso habíamos empezao a ver algunos ejemplos, pero ahora quiero que me ayudéis a sacar más, os propondré algunos, para ver en qué sentido se dice esto, hasta qué punto es evidente la condición de loco, trastornado, esquizofrénico, paranoico, que podemos con alguna buena razón atribuirle al Mundo normal, en primer lugar a la Sociedad humana normal. Esto yo creo que está a la mano de... a la mano de cualquiera reconocerlo. Por ejemplo una característica de la manía de muchos enfermos es la manía de la ordenación, de la acumulación y la ordenación. Una manía que evidentemente nace como una defensa contra la amenaza de lo caótico, de lo desordenado, que a la propia enfermedad, al propio trastorno, le está amenazando por sí mismo ¿no?, entonces es frecuente encontrar esta defensa, caer en la manía de la acumulación y de la ordenación.


Una amiga... una amiga nuestra por ejemplo, no muy loca, no muy clasificada como loca, se dedicaba en su casita a acumular periódicos en pilas, uno detrás de otro, quitarles el polvo, hasta el punto de que la casa empezaba a llenársele completamente de los periódicos acumulados. Pero lo encontráis también, de maneras mucho más habituales, en vagabundos y especialmente vagabundas, en los cuales reconocéis esta misma manía de la acumulación y del orden. Es ya casi una estampa típica de las metrópolis de este Mundo Desarrollado el encontrar a una mujer, una viejecilla, que va arrastrando su carricoche en el que acumula unos y otros enseres, o simplemente chismes, que para el que lo ve desde fuera no tienen ninguna utilidad posible, pero que evidentemente para ella lo tienen, y, más que utilidad, una necesidad ¿no?


Bueno, pues es un ejemplo trivial, pero ¿quién no es capaz de reconocer en eso la locura del Mundo?, porque después de todo, esa manía de la ordenación, esa Fe en que las cosas se pueden acumular por un lado, acumular de más en más, y al mismo tiempo ordenarlas, organizarlas, es la que justamente rige en nuestras Istituciones: la burocracia. Evidentemente hay una Fe en que se puede ordenar la Sociedad, se la puede hacer marchar recta y bien, a fuerza de órdenes, disposiciones, publicaciones de libros encargados de contribuir a esta ordenación. El resultado por supuesto es, como en el caso de los otros locos personales, es el caos propiamente dicho que conocemos, que es el caos de la burocracia, el caos de la producción acumulativa, pero siempre regida por esta manía: la manía de la ordenación: la Fe en que se puede ordenar.


Y en este caso, como en todos los demás que se nos ocurra, lo notable es que la población, las personas en general, se toman esto como si fuera natural o inevitable. No se exige tal vez hacer en voz alta una profesión de Fe en la ordenación, pero se callan, nos callamos, y seguimos tirando debajo de esto, y desde luego volverse a reconocer la condición de enloquecimiento, la condición paranoica de esta Fe en el orden, es una cosa que generalmente no se le ocurre a nadie.


Una cosa muy típica de las manías, paranoias más o menos esquizofrénicas, es que el enfermo, delante de la televisión sobre todo, se cree que le están hablando a él, que los que salen en la televisión le están hablando a él, se dirigen a él personalmente. Se dirigen a él personalmente, le comunican mensajes, en ocasiones le comunican amenaza de fusilamiento a la mañana siguiente, o cualquier cosa por el estilo -casos con los cuales me encontré también una y otra vez- ¿no?


Y esto se les deja, se les atribuye a los enfermos reconocidos, pero vamos, no hace falta mucho para darse cuenta de qué se trata. Para fijarse un poco en los televidentes normales, los corrientes, su atención a aquello, están viendo el Mundo, están viendo la Realidad, pero un loco ve la Realidad siempre, el loco está en principio convencido de que lo que él está viendo es todo ello real, que en esas imágenes del esquizofrénico con sus amenazas de muerte y cosas así, pues vamos, cree firmemente, igual que los televidentes normales.


Los televidentes normales se creen todo eso, que están viendo la Realidad, y además es verdad que la televisión se dirige a uno, al que la está viendo, personalmente. La televisión se dirige a él personalmente, porque para eso es un istrumento surgido en un mundo cuyo primer artículo de Fe es la creencia en que cada uno es cada uno; cada uno sabe lo que hace, lo que quiere, lo que ve, lo que desea, por tanto sólo... sólo fundándose en esa Fe en lo personal, puede tener sentido la invasión y el poder de los Medios, como la televisión y demás. De manera que es cierto que la televisión le está hablando al televidente, se está  dirigiendo a él, le está informando y formando, sin ninguna diferencia sustancial con respecto a los casos reconocidos de la locura.


¿Qué más? Ahora os pediré enseguida que me saquéis algún otro ejemplo que se os venga a las mientes.


Bueno, veamos la locura de amor, un caso típico -más bien locura de amor femenina, pero no exclusivamente-. No sé si os he contao un caso de hace años, de una ligada con uno durante algún tiempo en una relación de amor, en la que se dio que ella, como venganza -por sentir de alguna manera el desprecio del otro- tomó medidas terroríficas, de las  que una mujer puede tomar para con un hombre corriente, hasta el punto de que este hombre pues perdía el sueño, no dormía días y días, se consumía; se consumía de no poder hacer nada, pero precisamente cuanto más sufría -como suele suceder en la locura de amor- más encadenado estaba, como se dice bien en muchos de los versos de Catulo [] estos crímenes, estas venganzas de la mujer, naturalmente hacen despreciarla más, pero  a m a r l a   m á s  cada vez, es decir, prenderse más en las... en las cadenas. Llega hasta el punto de que en el caso que os refiero, pues esta muchacha, que naturalmente seguía [] que quería... que lo quería a él mucho, lo estimaba y lo cuidaba, llegaba a acompañarlo al psiquiatra, lo llevaba al psiquiatra -a él, por lo de la falta de sueño- para que le recetara pues o medicamentos o medios con los que aquel desastre se pudiera... se pudiera remediar. Lo seguía matando, pero lo llevaba al psiquiatra.


Bueno, pues ahí tenéis un caso, yo creo, que aunque un poco extremo, bastante típico de lo que podemos llamar 'locura de amor'. Generalmente, los que caen en esto no llegan a estar catalogados -en casos sí-. En casos sí. En casos así esta locura de amor viene a dar en esquizofrenias típicas, pero vamos, no siempre.


Bueno, lo importante o lo que nos toca es que ¿dónde podéis mejor reconocer esa coexistencia del cuidado amoroso y de la ejecución -la ejecución de muerte sobre la misma persona- que en nuestra Sociedad? ¿Dónde podéis reconocer esa locura mejor que, por ejemplo en la campaña contra el tabaco? ¿Qué mejor?, ahí tenéis el caso de que las mismas Istituciones, el Estado por ejemplo -el Estado con el Capital- que efectivamente nos está matando directamente por medio de la producción de automóviles y de todo lo demás, y una Administración de Muerte -muchas veces en el sentido más literal-, y al mismo tiempo nos cuida, cuida de nuestra salud, por ejemplo eso, con la campaña antitabaco. Cuida de nuestra salud amorosamente y otra vez más, pues resulta que las poblaciones en general, pues se toman esto como si no fuera nada contradictorio, como si fuera lo que pasa ¿no?, lo que nos ha tocao, y no se paran a pensar en el grado de esquizofrenia, de locura, que está rigiendo a estas Istituciones que nos rigen. Es otra vez lo mismo, naturalmente los individuos de las poblaciones tiene cada uno -como dicen- su vida, se las arregla él como puede, esa es la de la creencia, y eso es lo que el Régimen desea, que cada uno es cada uno, y por tanto no tiene de ordinario ocasión de pararse a ver, a sentir, la locura del Mundo en el que está metido.


Bueno, yo por mi parte os seguiría contando casos semejantes, pero os doy un momento la voz, porque sin duda a alguno de vosotros os ha venido algún otro tipo de locura del Régimen, locura de la Sociedad, que será útil a nuestro propósito. De manera que, venga, sin esperar mucho, ¿qué más casos se os ocurren?


- Bueno, locura es ir la mayoría a la misma hora al mismo sitio, a la misma ciudad. Por ejemplo ir a trabajar, pero es una locura que al mismo tiempo, prácticamente a la misma hora, la mayoría tenga que ir, tenga que fichar al mismo tiempo, tenga que utilizar los medios de trasporte.


AGC - Sí. Es importante que partamos de cosas que la Medicina y la Sociedad reconocen como enfermedades de la persona, para que demos el salto. Efectivamente, no... no está lejos de ahí el podernos encontrar enfermos de... enfermos del cumplimiento del orden, enfermos de la obediencia rigurosa, que efectivamente se pasan, en ocasiones se han pasado un poco, se han vuelto por ejemplo creyentes en una Fe que les impone una moral rígida, mucho más rígida que la que reina en la población... sobre la población en general (esto lo conocéis bien, este tipo de locura, por exaltación de la Fe y por enrigidecimiento de la moral hasta extremos que ya la Medicina tiene que reconocer como anomalías). Efectivamente, basta volverse a lo que tú has presentado. Eso no parece una locura, no se toma como locura. No hay en este caso una proclamación de Fe ferviente en el orden moral que rige esto, pero se acepta, se acepta callando, y evidentemente al Estado y al Capital le basta, le basta con eso ¿no?, y no tiene por qué molestarse en hacer declaraciones personales respecto a la Fe enloquecida o la Moral enloquecida de uno u otro enfermo ¿no?, como se dan. Más, más casos.


- Sí, Agustín. Estaba pensando yo si no se podría asociar a esto que sacaba Carmen con las labores del campo, casi ya se podía decir de antaño, porque hoy en día ya son de otra manera, con máquinas y demás. Pero no sé, pensar, por ejemplo, en la época de la vendimia, ¡todo el mundo a vendimiar! ¿no? ¿También se podría ver eso como una locura?, o quizá se pueda aceptar como algo más...


AGC - Bueno, pero es el mismo caso. Ella no ha distinguido en una clase de trabajo u otros.


- ... aunque sea a una escala más agradable.


AGC - ¿Eh?


- Aunque resulte más agradable, por decirlo de alguna forma.


AGC - Sí, sí. Vamos, es una clase de trabajo, evidentemente es una locura. Vamos, yo recuerdo también en el antiguo Régimen, me recuerdo especialmente la siega, lo que quería decir 'la siega', estaban costreñidos por espacios de tiempo lo bastante breves, aunque la cosecha no fuera muy grande, para que tuvieran que acelerar, pasarse noches levantándose a las tres de la mañana, sin dormir apenas durante el día, sudando, adelgazando, consumiéndose, también las chicas, también las chicas de la casa, mujeres participando en la siega ¿no? Es, sí, la locura del trabajo. Claro, no es un caso muy separado. Más, que se os ocurran. Más, que revelen, que los encuentre uno de primeras, así de una manera impresionante, en enfermos y que puedan sin más trasladarse al reconocimiento de la locura general, que es de lo que aquí se está tratando.


- Ir al colegio.


AGC - A ver.


- Ir al colegio, o ir a la Universidad, o ir a cualquier sitio donde tengan que recibir istrucción.


AGC - Sí. ¿Cómo encuentras eso en forma de enfermedad personal?, que es lo primero.


- Pues ir a un sitio donde me obligan a ir a escuchar lo que no entiendo y soportar la tiranía o la dictadura de mis compañeros y del profesor.


AGC - Sí. Bueno, yendo al caso personal, la verdad es que en general, entre los enfermos, hay de lo uno y de lo otro. La mayoría son díscolos -yo creo-, la mayoría son díscolos, es decir que más bien tienden a hacerse el sordo respecto a las istrucciones y las informaciones que les puedan llover. Evidentemente, luego hay, sí (se ve en el caso de no propiamente locos sino pues deficientes, gente con síndrome de Down, cosas por el estilo), que, como rebelación contra eso, se vuelven sumamente obedientes; se vuelven sumamente obedientes, se exagera la obediencia, el sometimiento, se creen lo que el istructor o el psiquiatra les dice, pero a pie juntillas, como nadie se lo creería. Estos casos se dan... se dan también si incluimos estos tipos... estos tipos de trastorno o de locura ¿no? Nada más tenemos que levantar la mirada para reconocerlos -como tú has hecho- en la normalidad; en la normalidad: la istrucción. Y la manera en que la istrucción o educación se toma por parte de las autoridades, por parte de los padres, y por parte -al menos en parte- de los asistentes, de los pobres niños (por la manera en que se toma, como si fuera efectivamente la normalidad). Todo esto está justificado porque 'tienes que hacerte un hombre', y es el tema del "no, no puedes quedarte en niño, tienes que hacerte un hombre, o por lo menos una mujer, el día de mañana". Y entonces, esta... esta especie de justificación por el Futuro es algo que tendremos que aprender a reconocer una y otra vez en la locura normal.


- A mí un ejemplo que me parece verdaderamente escalofriante es el que el otro día nos contó Sonia, del niño que, con tres años, está muy aficionao al chupete (pero además que no le dejaba ni de noche ni de día) y la doctora, la puericultora -lo llevó la madre porque tenía catarro, otras cosas- y de paso, como la que no quiere la cosa, la doctora con su vestido blanco, le dijo "Bueno, esto, Diego, lo del tete hay que dejarlo, porque tú ya eres mayorcito, además estas cosas tienen bichos, tienen microbios, tú ya no tienes que tomar tete, que ya eres mayorcito". Y con tres años, nada más llegar a casa, cogió el tete y lo tiró a la basura, el propio niño. Eso sí que es escalofriante.


AGC - Es una exageración, sí.


- Es una exageración escandalosa. Porque es un bebé prácticamente.


AGC - Es una exageración que sirve para volvernos -como siempre- sobre la normalidad: la obediencia en la generalidad no se da de maneras tan exageradas, tan repentinas, tan rigurosas...


- Pero si normalmente había que untar el tete en ceniza para aborrecerlo. Mi abuela lo hacía así...


AGC - ... tan rigurosas. Pero ésa es precisamente es justamente...


- ... lo untaba en ceniza y se lo metía en la boca. Y entonces ya se terminaba...


AGC - ... pero ésa es justamente, la dificultad...


- ... Pero que el nene lo decida...


AGC - ... la dificultad del ataque a la locura, que es que el loco está, en este caso, convencido de que él hace lo que quiere, y que bueno, ya me podrán decir (esto es el normal, tipo normal), está convencido de que hace lo que quiere, dice, bueno, ya me cuenten cuentos, y luego va obedeciendo, sin embargo...


- []


AGC - ... Sin embargo, por debajo, por debajo de todo lo que él cree respecto a su libertad, va obedeciendo, va respondiendo a la Ley que le está impuesta desde arriba; no llega, salvo en casos extremos, a exageraciones de obediencia. Pero esta exageración es lo que estamos buscando como reveladora.


- Había una pequeña segunda cuestión que tiene que ver con que también lo muy escandaloso es la suspensión de juicio que hace uno respecto a las instrucciones de la publicidad, como que es algo absolutamente personal, como lo que decía El Corte Inglés "Especialistas en ti". Es que es especialista en ti, y te lo está diciendo a ti. Esa suspensión tan evidente de que se lo está diciendo a ti, y a ti, y a ti, y a ti, y a ti, y que tú eres uno de tantos, a la vez que eres uno. Y esa suspensión de juicio es muy alarmante, muy alarmante.


AGC - Sí, sí, sí. Eso es la normalidad. Es la normalidad. La locura que está implícita en el Comercio, en la producción, en la moral, en las religiones, en todo, es algo que nunca se acaba de  desenredar con todo el asombro que merece ¿no? Lo importante es que un loco de ordinario no se da cuenta de que está loco, porque cuando sucede que un loco empieza a darse cuenta de que está loco, evidentemente es que está saliendo; está saliendo. En la situación normal un loco no se da cuenta de que está loco. Esto es lo que nos pasa a los normales. Esto exactamente es lo que nos pasa... lo que nos pasa a los normales, y por lo que me parecía que tenía tanto interés sacar esta cuestión de desvelamiento de la locura de la normalidad. A la cual todavía os pido algún ejemplo más. Sí.


- Yo decía de... a mí me parece una locura el consumismo en general que crea adicción. O sea, llegar al punto en el cual la gente si no consume no se puede relacionar. Por ejemplo moda: tienes que cambiar de moda; o tienes que cambiar de móvil, o el ordenador. Por ejemplo con la electrónica, hay  una locura bastante generalizada con los ordenadores, hay... y con Internet. O sea, creo que llega a tener una dependencia bastante grande en la gente a la hora de funcionar con la...


AGC - Sí. Como en los otros casos, conviene ver eso primero en los enfermos declarados. Conviene ver esas cosas siempre en los enfermos declarados para aprender desde ahí. ¿Cómo lo encontrarías en algún tipo de enfermos, de desquiciaos, y eso?


- Es que a mí sí me parece una enfermedad que esté la gente enganchada al ordenador y no hable con su gente, y...


AGC - No, no: digo que ¿cómo lo encontrarías -para poder atacar esa enfermedad de la normalidad- en los enfermos propiamente declarados como tales? Porque siempre tiene que tratarse de que se pasan, se pasan de un cierto límite tolerable, que son una caricatura. Y lo que os estoy proponiendo todo el rato es esto: utilizar a los locos como una caricatura reveladora de la normalidad. Tenemos que seguir utilizando a los que damos por declarados como locos.


- ¿No sería una variante del síndrome de Diógenes, de acumular...?


AGC -Sigue por otro... Más en general, en muchos casos se trata de la repetición maquinal llevada a extremos. En locos del tipo de los que antaño eran el 'tonto del pueblo' por ejemplo, que ahora ya no es un tipo que se presente tan fácilmente, y algunos otros tipos, efectivamente tienen esta característica, llevan la repetición maquinal del gesto, de la palabra, como si fueran propiamente máquinas, imitando a la producción de las máquinas mismas ¿no?, y es esta exageración la que puede venir efectivamente a meterlos bajo la catalogación como locos. Es desde ahí, como tenemos que decir "Ah, así que esos están locos, son locos de manía repetitiva, y entonces nosotros ¿qué otra cosa hacemos distinta?, ¿qué otra cosa distinta hacemos nosotros?


- No: una pregunta, que ¿por qué le llaman 'el síndrome de Diógenes', si ese pobre hombre parece ser que iba desnudo dentro de un tonel...?


AGC - Sí. Yo no sabía que llama-...


- ... o sea, dicen; dice la leyenda...


AGC - No sabía que llamaban el síndrome de Diógenes...


- ... Y ahora le han colocao lo del síndrome de Diógenes...


AGC - Diógenes no acumulaba, no. No acumulaba...


- ... como si él fuera un consumidor.


AGC - No acumulaba.


- El que va cargao de cosas. Pues si es todo lo contrario.


AGC - No, no: yo no lo había oído siquiera que lo llamaran el 'síndrome de Diógenes'. Es lo mismo, venga.


- No: hay que hacer una reclamación.


AGC - Es un...


- Hay que hacer una reclamación, eso no se puede aguantar.


AGC - Es un error, venga.


- Si Diógenes entraría en El Corte Inglés y diría "Hay que ver cuántas cosas no necesito".


- Que un ejemplo donde parece bastante claro es en el de la... en el de la destrucción y la violencia, incluso el sadismo también. Que no sé si habéis oído hablar que incluso se está planteando -yo lo he oído- que se está planteando legalizar la tortura para presos relacionados con el terrorismo en Estados Unidos. Legalizar la tortura porque hay gente que opina que ya que es cierto que se está torturando, que se torture legalmente, y se lo plantean como algo posible. Que sería un ejemplo, pues eso, de sadismo evidente.


AGC - Sí, pero como siempre, como en todos los ejemplos, busca eso en los enfermos lo primero. Busca eso en los enfermos como... como exageración intolerable, como salido de madre, para que después podamos referirlo a...


- Un serial killer o un mass murder.


AGC - ¿Eh?


- Un serial killer o un mass murder.


AGC - Bueno, sí; o más en general.


- Un sádico.


AGC - Sádicos. Hay efectivamente locos agresivos (eso es una cosa que la humanidad sabe bien), los hay agresivos. La verdad es que no se puede decir que sea la mayoría, generalmente los locos de diferente tipo son bastante inocuos, tal vez si se hiciera la cuenta resultaría que hacen... que son menos capaces de hacer daño que la mayoría de los normales. Pero hay locos agresivos, hay tipos de manía que lleva a la agresión, y que son intolerables. A esos tenemos que mirarlos, a los locos agresivos, a los que se encierra, a los que se sujeta, porque no se reconoce la norma por la cual practican la agresión. Parece que efectivamente la hacen porque les sale de las entrañas, o de la cabeza, o como queráis decirlo ¿no?, y por eso son peligrosos. De manera que eso es el modelo, la caricatura que tiene que servirnos para volver a considerar el caso que has dicho: es lo mismo sin duda -es lo mismo-, que es el mismo tipo de agresión enloquecida, furibunda, sin razón, pero no ha quedao catalogada como locura ¿no? Nadie que haga esas cosas que has dicho, ni de practicar la guerra y la estrategia de otros tiempos, ni de intentar legalizar la tortura, nadie, ninguno de ellos ha quedao catalogado como loco, y la población lo recibe como si fueran representantes de la normalidad, e incluso a veces glorificados: nadie los ha considerado como locos; todo el mundo piensa que efectivamente ese tipo de agresión, sea la guerra, sea la tortura policíaca, tiene su fundamento. Eso no es como la agresión de los locos, ésta otra tiene su fundamento, tiene su razón de ser, tiene su justificación. Ésa es la tremenda diferencia. Es la tremenda diferencia y es algo que a lo largo de los varios ejemplos estoy tratando de llevaros. No sé si os queda algún ejemplo más.


- Yo quería decir que no tengo la percepción de que los locos sean tan ordenados; no tengo la sensación ésa; sí que puedo reconocer en algunos casos, en algunas circunstancias, que incluso los he visto en la calle, escrupulosos y ordenados, pero yo no hubiera dado una cualidad de orden a la locura. No sé, no sé...


AGC - No, no: el orden... el orden solamente aparece como loco cuando, lo mismo que la agresión, aparece como desmandado, como maquinal, como no teniendo una razón de ser, entonces se dice "Está loco". Y desde luego no todos los locos: algunos. Algunos tipos son los que tienen esta manía de la ordenación extrema y maquinal ¿no? Pero es esa especie de exageración y desmandamiento lo que les hace quedar catalogados y diferentes de los normales, de los normales que creen en... que creen en la ordenación en que desde arriba les pueden ordenar; nos pueden ordenar a nosotros mismos desde arriba con normas, con disposiciones, y demás. ¿Qué más?


- Sí, Agustín. Yo estaba pensando si esa... esa diferencia entre los locos normales -como los están llamando- y los que son como caricaturas, estaba pensando, se me ocurría ahora, si no era el umbral ese en que uno no es productivo para sí mismo o si lo es; es decir, por la mañana cuando vamos a trabajar, somos productivos, vamos a fabricar dinero y a fabricar identidad, y sin embargo el loco éste que es como se ha venido a definir ahora a los trabajadores estos compulsivos, pues debe ser que no son productivos, o lo que sea, y ya se les pone el cartel ¿no?, se les pone como etiqueta, y pasan a ser objeto, como una materia prima a la que se le va a sacar un rendimiento también, económico.


AGC - Sí, evidentemente eso, cuando yo he dicho que los normales -los locos normales- es que se cree que tienen su razón de ser -una la que has dicho-, eso lo hacen por su provecho. 'Por su provecho' que quiere decir por supuesto, inmediatamente, 'por su mañana', porque todo el mundo sabe que para el pan de cada día no hace falta trabajar, ni hace falta ordenarse, ni nada, pero para el de mañana, sí. Para el de mañana, sí, y ésa es una de las justificaciones. Los locos... los locos propiamente dichos no son productivos, pero fácilmente los normales, en las Istituciones correspondientes, los pueden hacer un poco productivos, y además, eso es lo que se considera una vía de cura -una vía de cura-, es decir la terapia... ¿Eh?


- Laborterapia y la creación terapéutica.


AGC - Eso, la terapia laboral que puede hacer que, pues los muchachos o muchachas lleguen a producir algo, no mucho, pero algo, como si fueran normales. Y eso es lo que, dando razón a lo que decías, les hará volverse a incluir en la normalidad. En una de las películas que el otro día os citaba, la mujer con síndrome de Down que llega a vivir hasta los 60 años, se convierte en una escultora (como ahora se llama 'escultura' a lo que sabéis que se llama 'escultura'), una escultora notable, es decir, acumuladora y pegadora de objetos, que se pueden vender... se pueden vender en Nueva York a 5.000 $, lo cual ya es mucha producción ¿no? Y evidentemente eso se considera que es una vuelta a la normalidad, dando razón a la diferencia que has presentado.


- Agustín, a mí una forma de locura que me interesa especialmente, que es la de El Quijote: los que se vuelven locos -se supone- por leer. Y luego creo que Freud en El hombre de las ratas también argumenta o explica en qué consiste esa paranoia de escribir y leer continuamente, que ahí evidentemente es una exageración, tanto en El Quijote como en El hombre de las ratas (me parece que []). Pero yo veo que la mayoría de nosotros vivimos igual. A mí me asombra que me haya pasao la mayor parte de mi vida leyendo y escribiendo, y los que tengo alrededor.


AGC - Hay...


- Y eso ¿no es una forma de locura?


AGC - Sí, bueno. El caso de Don Quijote...


- Porque yo cuento a mi bisabuela del pueblo cómo era, cómo es mi vida (que no la he conocido, por supuesto, pero supongo que no escribió ni la a, ni la e, ni la o)...


AGC - Sí. Tal vez no haces bien en decir ahí, para este caso especial, simplemente la locura ¿no? La locura de Don Quijote estaba muy condicionada, él lo que leía eran libros de caballería.


- Y nosotros ¿qué leemos?


AGC - Hay que preguntarse. Primero vamos a recordar lo que leía Don Quijote y lo que a Don Quijote le sumió el seso, según cuenta Cervantes: eran libros de caballería. Y libros que por tanto le hacían  v i v i r. Le hacían vivir en los sitios por donde andaba Amadís de Gaulas y Lanzarote y todos los demás, a los cuales él cita, y entre los cuales se incluye. De manera que es exactamente ese tipo de locura el que nos interesa. Efectivamente en cuanto levantas la vista te lo... te lo encuentras, porque hace falta ser un creyente en la Realidad verdadera (esa contradicción que, como sabéis, es un imposible porque no cabe el menor casamiento entre Realidad y verdad), todos a los que os hacen creer en la Realidad verdadera, o nos hacen creer, están efectivamente entrando... entrando en la locura de Don Quijote. Y en esa locura se entra, no por los libros de caballería, sino en general por la información. La información que incluye visiones para turistas de todos los puntos del globo, información de la actualidad en esta parte de la Tierra o en aquélla, que veis en la pantalla de la televisión; vulgarización científica -como parte muy interesante de los libros de caballería-, vulgarización científica y filosófica donde os abren los ojos para una serie... para una serie de visiones del Universo o del átomo, o de los agujeros negros, de los que todos tenéis idea. Esos son los libros de caballería. No pasan como tales, no pasan como tales porque en medio de todo eso también se ofrecen libros de caballería actualizados, es decir, tebeos, literatura de entretenimiento, que no tiene ninguna otra pretensión. Pero lo cierto es que todos los que os he citado pueden quedar incluidos ahí. Y efectivamente estamos locos de  i n f o r m a c i ó n. La información es el dominio por excelencia, y lo que estamos descubriendo como locura de la normalidad tiene muy directamente que ver con eso.


- El otro día, parece ser que presentaban un nuevo aparatito de esos de Play Station, aquí en Madrid, y decían en la radio -no sé si eran las doce de la noche o la una de la mañana- y que había una cola grandísima esperando para coger esa cosita, que era una cosa nueva. O sea, un fetiche, pero fetiche. No sé, doscientas, trescientas, cuatrocientas, personas. Me parecieron muchísimas, que estuvieran haciendo guardia -como las que van un poco a Jesús el Pobre, que hacen también guardia toda la noche para luego... para luego ir a ahí-. Ésa una de las cosas. De otra locura, que me vino ahora a la cabeza, de relacionar un loco que niega sus crímenes que sucede en un momento determinado, un loco violento (ahora os diré cuál) con estos -digamos- otros locos, como por ejemplo estos que decidieron -que en este caso fue el Partido Popular ¿no?- de ir a matar a irakís, pero negándolo, diciendo que no, que ellos no... no colaboraron en ir a la masacre. Pues ¿qué pasa?, que un chico que salió de la cárcel, que estaba, bueno, incluso el periódico reconocía que estaba loco, pero que lo tenían en la cárcel, lo dejaron libre unos días y mató a dos chicas que estaban haciendo el curso de policías, que eran alumnas de la Policía Nacional. Y cuando lo cogieron, lo detuvieron, porque además, sin tomar ningún recato de precauciones para lavarse la sangre ni nada, y dice "No, no: yo no las maté, ni de coña, habréis sido vosotros" (los que lo habían detenido). Esa locura con esta otra locura de los hombres de Estado...


AGC - Ya, eso, la de los hombres de Estado, la que hemos dicho antes. En cuento a lo de la... (volviendo a las visiones, a los libros de caballería), lo importante es esto (que tenéis que retener): Don Quijote, tomándolo como ejemplo, por supuesto toma como  r e a l e s  los molinos de viento y todas las demás cosas que se le presentan; los toma como reales, están ahí, si no, no habría tal locura de Don Quijote. Y vosotros ¿qué hacéis?, nosotros ¿qué hacemos?: tomárnoslo como reales; y lo que en esta tertulia se está tratando de descubrir día por día es que es mentira, que es mentira, que es mentira. De manera que si esto tan central no lo sentís bien, es tan mentira como los odres de vino, los gigantes y los molinos de viento de Don Quijote, es tan mentira. Evidentemente no ha caído en el tipo de exageración o desviación que lleva a la clasificación, y por tanto es a nosotros a los que nos toca descubrirlo en nuestra normalidad.


- No: que yo creo que es una pista elocuente el hecho de que la mayoría de los delirios y los paranoicos aparezca lo de la... la orden o la istrucción que venga desde una pantalla, o desde la radio mismo, desde una voz. Pero sobre todo, desde el lao de la información, desde el lao de más allá de la pantalla. Y es que esto debía de ser interesante de tomarlo como pista verdadera porque efectivamente, si nosotros nos pensamos que en un televisor que tenemos en casa, ahí están sucediendo, que se nos da como imagen, en la pantalla, eso que es un fluir de las cosas, o de los eventos, o de los acontecimientos, que son posibilidades tan grandes, metidos en una caja cuadrada y que se te da como real aquello y como historia, ya, en el momento en que se está  emitiendo, se te está dando como lo más real, como lo más real  ese... ahí se tiene que  mezclar -en gente que tenga tendencia a esto del delirio, o del escaparse por algún lao-, se tiene que montar ahí una Alquimia tal, que realmente tiene que ser esquizógena cien por cien. Es decir, yo... ¿Te acuerdas cuando un pintor en tu pueblo, de tu tierra, veía la televisión... para ver la televisión tuvo que hacerse un manguito para él ver la televisión y que la televisión no le viera a él? ¿Eh, tú te acuerdas?, que era como una cosa de un fotógrafo. Es que es muy elocuente.


AGC - Ya. Sí. Bueno. No hace falta entretenerse mucho en pormenores. Se trata de que la Realidad es mentira. Si esto no se entiende y se siente bien, después de todos los ejemplos y todo lo demás que se ha dicho, mal vamos, porque esto era el capítulo de nuestra guerra, es decir, la declaración de locura de la normalidad, pero fundada en el ejemplo de los... de los locos declarados.


Bueno, vamos a seguir un poco. Supongo que a los más leídos de vosotros os suena. Esto de llamar loco al Mundo, a la normalidad, es viejísimo. El sabio, especialmente entre los antiguos, el sabio Estoico, tenía eso casi como una muletilla, y todo el mundo lo sabe, tenemos textos por todas partes. La actitud del que se suponía que había descubierto algo de la mentira de la Sociedad y todo eso, era llamar locos a los normales (los cuales naturalmente al sabio Estoico o lo que sea, tenían que considerarlo como algo muy cercano a un loco, como un vagabundo o cosas así ¿no?).


De manera que es tópico. No... por más que yo os lo haya sacado hoy como algo que está plenamente actual y vivo, es... tiene una tradición. Por supuesto no hay un sabio (éste es el error), naturalmente no hay ningún, ninguna persona, sabio o no sabio, que sea personalmente quien, para declarar al Mundo loco. Aquí, en esta tertulia más o menos multitudinaria -hoy un poco menos que de ordinario- tratamos de librarnos de eso, porque evidentemente sería un error primario, como ha sido el de estos filósofos, estos sabios en general,  lo mismo de la antigua Grecia que de China, o que la India, o de cualquier sitio, el pensar que efectivamente pueda haber una persona que sea quien para declarar loco al Mundo. Lo que os he estao proponiendo todo el rato era que esto se hiciera, no por mi voz ni por la de ninguno personalmente, que fuera una declaración desde más abajo, un descubrimiento desde más abajo, sobre el cual todavía volveremos un poco ahora.


De todas maneras, en esta tradición de llamar loco al Mundo, declarar loco al Mundo, hay un error del que yo creo que aquí en la tertulia tenemos que habernos librado o estarnos librando, porque de todo esto, tal como lo hemos venido trayendo hasta ahora, consiste como siempre en dar demasiada importancia a los hombres. Una de las cosas que hemos descubierto a pesar nuestro, es que eso del hombre no es más que un caso de cosa, una cosa entre las cosas, y que si a nosotros nos parece tan importante y absorbente, que es por razones naturales, inmediatas y patrióticas, a las cuales no tenemos que hacer ningún caso ¿no?, porque es lo nuestro. Que es el error que en Física mismo he sacado entre vosotros más de una vez, de cuando se [abordaba] el valor del observador, al observador se le identifica inmediatamente con un hombre, o con una mujer, -un hombre-, he o she.


No podemos caer en eso pués, de manera que si el Mundo está loco, si la Realidad es locura, esto tiene que extenderse también fuera de los hombres. Tiene que extenderse también a la Realidad no humana tal como se nos presenta. De manera que la tarea que nos queda es un poco más grave, pero hay que descubrir asomos de la locura de los locos en las plantas, los animales, las rocas, los astros y hasta las partículas atómicas; cualquier cosa de las que se diga que existe, que forman parte de la Realidad, si no, estaríamos otra vez cayendo en el odioso humanismo, y en el patriotismo humanista que ciega para todo en 'el hombre es la medida de todas cosas' mal entendido, como aquí hemos tratado de corregirlo.


Bueno no es difícil, no es difícil, incluso utilizando unos conocimientos necesariamente bastardeados porque nos vienen a través de las descripciones y a veces teorías de los científicos, pero en fin, que puede ser también objeto de la observación natural.


¿Qué cosa hay, por ejemplo, más loca que las abejas?, la organización de las abejas para la producción y todo lo demás que sabéis acerca de ellas, esa reglamentación. Esa reglamentación que naturalmente a alguien sensato dice "¿Pa qué coños hace tanta falta todo esto para subsistir?, nada menos que aprender a hacer panales más o menos geométricos, a seleccionar de entre los individuos quién va a ser la reina, los demás privarse de sexo para dedicarse al trabajo, llevar un reglamento estricto, desarrollar hasta una especie de lenguaje de señas, de información, de la cual todos tenéis noticia.


Todas estas cosas que os voy a citar desde luego son como las maravillas, como las [famosas] maravillas del reino animal, las maravillas del reino atómico, las maravillas del espacio, lo que queráis. Estas maravillas es lo que os estoy presentando como locuras. Hace falta desde luego estar un poco fuera de la normalidad para atreverse a darle esa vuelta a las maravillas del Universo, pero evidentemente os estoy invitando... os estoy invitando a ello, sin ningún... sin ningún reparo.


Es mostruoso, es mostruoso el caso de las abejas cuando uno lo considera así. Es efectivamente algo que sólo se puede explicar como producido por un arrebato de locura, que ha venido desde algún sitio y que ha hecho que animales relativamente sencillos y algunos bastante parecidos a las abejas -como las moscas mismas-, no tuvieran ninguna necesidad de armar todo ese tinglao, y entonces en este caso, pues sí, un caso de locura extrema ¿no? O...


- Eso Kropowsky lo sacaba para justificar la idea anarquista, Agustín.


AGC - "La idea" ¿de?


- Kropowsky hablaba de los insectos, las hormigas, las comunidades...


AGC - Sí, "la idea" ¿de?


- La idea de la comunidad para defender el Anarquismo.


AGC - ¡Ah!, bueno. Eso se ha hecho siempre, no hace falta Kropowsky, eso hasta Virgilio...


- El caso más escandaloso de la aceptación del trabajo y del Futuro es el de las hormigas. No me digas, sin Sindicatos ni nada; ahí todos pa'lante...


AGC - También, también. Bueno. Muy parecido.


- ... y con la miga encima, con lo que pesa...


AGC - Sí, muy parecido, pero no vamos a...


- ... y con previsión de Futuro. Eso sí es más loco, lo otro es más divertido.


AGC - No vamos a desvirtuar los ejemplos...


- Las hormigas es un caso de locura extrema.


AGC - Os pido que los busquéis... 


- Bah, pongamos el de las abejas. 


AGC - Os pido que me ayudéis buscándolos muy distintos, porque se dan -en todas las partes del reino natural-, se dan de todas clases ¿no?, y a mí no se me van a ocurrir en este momento todos, tan diferentes, como debían ser ¿no? Hay que... hay que no quedarse con los demasiao parecidos a esto. Pero bueno, ¡qué le voy a hacer!, no me acuerdo más. ¡Ah!, la maravilla de la araña y de la telaraña. Eso es una cosa que sólo con verlo -yo creo- que a alguien le puede presentar la imagen misma de la locura; sólo con ver... sólo con ver la telaraña. La justificación ya se sabe, como todas las locuras: esto es para cazar el alimento. ¿Cómo que para cazar el alimento puede hacer falta haber desarrollado la capacidad de fabricar esa maravilla que es una telaraña?; es una telaraña de la que puedes no cansarte de admirarla y de pensar en la utilidad; tan escasas veces ve uno que aquello ha servido para atrapar a una mosca, que uno desconfía de la justificación ¿no?, hay algo mucho más desmandado y loco que ha movido a eso.


Por cierto, me acuerdo ahora que (de experimentos que leí hace años) en que precisamente a la araña la trastornaban, la drogaban, le ponían... le ponían -no me acuerdo qué- LSD por ejemplo, le ponían LSD. Entonces es curioso los resultados que daban, efectivamente la araña bajo efectos del LSD seguía produciendo telas, pero le salían mal, se le desordenaban. Se le desordenaban. Evidentemente, el montar una locura sobre otra no daba... no daba buenos resultados ¿no?, pero revela al mismo tiempo. Las telarañas deformes de una araña drogada efectivamente son reveladoras respecto a la tela normal, a la telaraña normal y bien hecha, como otro... como otro caso de locura ¿no? Ayudadme con más ejemplos, hay...


- Hay las tortugas que se van hasta la playa, se entierran, meten el huevo y tal, y lo dejan ahí. Y no sé, también puede parecer un poco... Tienen que esperar una marea, luego los huevos nacen, las tortugas se pierden, y unas mueren, otras va al mar ¿no? También se puede ver ¿no?, como una especie de...


AGC - Sí, por ahí entramos en una cosa...


- ... tontería, para reproducirse tanto lío ¿no?

 


AGC - Entramos en una cosa...


- La locura es la interpretación nuestra...


AGC - ... una cosa del reino natural...


- ... ¿Dónde está la locura? ...


AGC - ... que es lo que más...


- ... Es la interpretación que estamos haciendo.


AGC - ... que es lo que más se acerca a la locura nuestra, que es la intervención del Futuro, de la previsión. Porque parece que efectivamente eso sería una cosa de nuestra locura: el creer; el creer en el mañana. Y en efecto, a nivel de la observación entre humanos, no cabe duda que ese invento del Futuro, eso es una ideación tardía, superficial, promovida por ciertos tipos de organización y al mismo tiempo ciertas desviaciones de los idiomas, que pueden llegar a establecer eso de que 'lo que no ha pasado se dé como pasado', que es nuestra locura fundamental: dar lo que no ha pasado como pasado. Nuestra locura de la vida cotidiana y nuestra locura de la Ciencia también, que no puede funcionar sin ese mecanismo evidentemente enloquecido, y hablar de hechos futuros, es decir, dar como hecho lo que no son hechos, al mismo tiempo, lo que no ha pasado como pasado.


Bueno, pues sí, pues me acuerdo que los casos de previsión en algunos, también en los animalitos sobre todo, son fascinantes en las tortugas, pero sobre todo hay, no me acuerdo qué animalitos, parásitos, que tienen la virtud de prever en el vientre o las escamas de qué otro animal (el parasitado) tienen que poner los huevos para que las crías cuando nazcan, mañana, tengan su alimento a disposición ¿no? Una cosa más humana y más loca no se puede... no se puede concebir; eso es casi como la Banca, es como la Caja de Ahorros ¿no?, es una cosa que llega a esos extremos... a esos extremos de locura ¿no? ¿Qué más?


- Yo iba a decir eso, de las avispas que dejan las larvas metidas en...


AGC - Eso: hay varios, varios que hacen eso, que prevén la prole que va a venir y ponen los huevos para que encuentren a mano el alimento.


- No, pero lo dejan en un bicho que está latente, que no está muerto.


AGC - Sí. A veces (no sé si son las avispas precisamente, tú me corregirás), a veces que pinchan, le pinchan al bicho y sudan un cierto veneno que lo deja inerte pero vivo -inerte pero vivo-, y de esa manera ya pueden...


- Pero el moscón ese. Ese moscón que se ve por ahí, el que aparece con el calor; ése lo mismo, ese deposita los huevos donde hay una carne, donde hay un pescao, muerto, y lo deja allí para que después se puedan las larvas... 


AGC - Previsión: la locura del Futuro.


- Tienen una gran previsión del Futuro.


AGC - La locura del Futuro ¿no? No hay... no hay cosa que nos parecería más propia de la locura de la Realidad en sentido estricto, de la Sociedad humana, pero que no, evidentemente... evidentemente aparece por todas partes donde se dirijan los ojos. Bueno, se nos va a hacer muy tarde y no podemos seguir. Traedme más el día que viene, si queréis, de ejemplos de animales, de plantas, de...


- Pero, Agustín, a mí lo que me parece una locura -y no veo el Futuro ahí- es todo lo de los planetas, los satélites, y venga a dar vueltas, y girando, girando, girando, girando, y es una locura. Pero no se ve el Futuro ahí. Para mantenerse, ser el que es, sí, pero el Futuro no lo veo.


AGC - Una locura muy ordenada. No, en ese caso yo no soy capaz tampoco de decir cómo el Futuro ha estado rigiendo por ejemplo la formación del Sistema Solar; no, no soy capaz de verlo, salvo que empecemos a plantear el problema -mal- pensando que el Futuro somos nosotros, que nos hemos encontrado con una luna ahí colgada (no somos nada, somos una cosa que pasa y no podemos darnos esa... no podemos darnos esa importancia ¿no?). Pero evidentemente hay en todas las cosas, incluso las inanimadas -las animadas también-, hay una especie de propósito -propósito-. Todo eso... todo eso se hace de alguna manera en virtud de una Ley; una Ley que además incluye un Futuro en cierto modo: un propósito, porque la cosa se hace. ¿Por qué se van a enredar las galaxias de esa manera?, ¿por qué aquí, en casa, se ha producido eso de que se desprendan del Sol planetas y se pongan a girar, y del planeta surjan lunas, como la nuestra, que quedan allí colgando y mostrándonos sus diferentes caras?, ¿no? Todo eso está regido por un propósito. Fijaros bien que todo esto que os estoy diciendo pertenece a las cosas que han hecho creer en Dios. De manera que hay que tener mucho cuidao porque yo os lo estoy diciendo todo de una manera muy laica, pero no hay que olvidar que estas evidencias de propósito en la Creación son de las que en tiempo desde el viejo Régimen hacían creer en Dios. Hay que -antes de seguir adelante- guardarse de eso aunque lo sigamos viendo.


Pero es evidente, y esto me trae a donde pensaba que tenemos que volver, que es a nuestro descubrimiento sobre la presencia de los ideales inexistentes como rigiendo la existencia, rigiendo las cosas y sus relaciones. Porque solamente pensando en esto, solamente pensando en esto podemos entender qué es esto de la locura del Mundo, de la cual, la nuestra (la nuestra de los normales, también la de los locos catalogados, pero sobre todo la nuestra, de los normales) puede entenderse; sólo pensando en esto que es la intervención de los ideales en la existencia, en la Realidad -los inexistentes-.


Ya recordáis -supongo- que la Realidad, las cosas -entre ellas, nosotros- en verdad están siempre mal hechas y nunca bien hechas del todo. Las cosas son siempre más o menos blandas, borrosas, vagas, difusas, de tal manera que ni siquiera que penséis en un diamante o que penséis en el electrón, podéis de verdad encontrar una cosa que esté bien hecha. Es propio de la Realidad su carácter aproximativo, vago, fluctuante, indeciso, nunca del todo bien hecho. Ya recordáis que esto para una tertulia política es una fuente de alegría, porque si estamos aquí es sólo gracias a que no estamos bien hechos del todo, tampoco cada uno de nosotros, si no, no habría peligro, estaríais en cualquier cuartel o seminario, o donde os mandaran, pero no estaríais por aquí, ni estaría yo por aquí tampoco.


Esto es el reconocimiento elemental. Pero esta condición aproximativa, vaga, nunca definitiva de las cosas, está costantemente regida por ideales de que sí. De que sí, de que –ya sabéis las dos cosas-, de que por un lado 'lo que es es lo que es', que una cierta cosa es esa cierta cosa, que una persona es esa persona, y que yo soy yo -si me tomo como ente real-, como Dios, 'soy el que soy'. Soy el que soy, es lo que es, soy el que soy, es lo que es. Ideal fundamental, el ideal de orden semántico, al lado del cual está (porque si no, no hay Realidad) el quanti, quantos -la cuantificación-, quanti, quantos. Ese es el ideal de todo, de nada, de números (se entiende los de verdad, es decir, los enteros, positivos, absolutos, y nada más) y en definitiva 'uno'. Son los ideales acompañantes, con los cuales y con el 'que lo que es es lo que es' tenemos establecido la pareja que impone -pesa la evidencia de imperfección, de vaguedad, de mal hecho de las cosas-, impone el ideal de que sí, de que la cosa es la que es, que es la misma aquí que allá, que varios pueden ser ejemplos de la misma cosa  -si pasamos a otro []-, que por tanto se les pueden contar exactamente, que puede saberse que son setenta y que son cinco, y que cada una es precisamente una. Todo esto es mentira (supongo que os lo habré sugerido con bastante claridad): todo esto es mentira, pero esta mentira es regente.


Esta mentira es regente de todo, es lo que llamamos la regencia de los ideales. No hay en Realidad nada que pueda ser cinco, y por tanto nada que pueda ser de verdad uno. No hay nada que pueda ser cinco, no hay nada que pueda ser tres mil. No hay nada, es mentira. Yo a eso, primero exigiría que cada uno del cómputo fuera de verdad uno, y por tanto todos los del cómputo casos del mismo; todo lo cual es mentira, es ajeno a la Realidad.


Ya recordáis adónde va esto, es lo que el otro día salía al final, a propósito del ho theós arithmetízei que parece que formuló en esta manera Gauss, queriendo entender él por Aritmética un tipo de Matemáticas en general aritmetizado, extraño a la Geometría, y en definitiva fundado en los propios números naturales (como se dice), enteros, positivos, absolutos ¿no? Por eso prefería decir 'Dios hace Matemáticas', 'Dios hace (en el sentido de Gauss) Aritmética' abarcando los diferentes tipos del Cálculo, comprende también Álgebra y Análisis...


- Y Geometría.


AGC - ... Álgebra y Análisis pero dejando fuera la Geometría, por eso él dice arithmetízei, porque piensa que para la Geometría hay una sospecha de que las formas puedan estar en un espacio, con lo cual dejarían de ser formas puras y se convertirían en cosas. Si los triángulos estuvieran en algún sitio, entonces los triángulos ya serían cosas. Por eso, en su caso -en el de Gauss- y en el de otros era preferible atenerse a los números en definitiva, a lo que puede estar fundado en los números naturales.


Bueno, y como os decía al final, evidentemente Dios -utilizando este término hoy ya arcaico- Dios hace Matemáticas, Dios hace Cálculo, y se equivoca, falla y miente, en la medida en que se aplica a la Realidad. Porque -y esto lo tenemos que volver...que volver a hablar enseguida-, porque una cosa es el juego con los números y también el juego con las formas -de la Geometría- puras, por tanto inexistentes (supongo que queda claro que ni puede haber de verdad cinco, pero con cinco se puede jugar, con los números no existentes se puede jugar, y con las formas también; en realidad Geometría y Aritmética son esas dos caras que antes os he referido más en general. Geometría se dedica al que lo que es es lo que es. Los entes geométricos están establecidos por definición, y entonces una vez establecidos por definición, no cabe duda que un triángulo es un triángulo; si está bien definido, un triángulo es un triángulo. No existe, porque eso mismo no le puede pasar a ninguna cosa de este mundo: no existe; la condición es la de la no existencia. Y se puede jugar con los números, se puede jugar con las formas, con el ser -que lo que es es lo que es- y con el cómputo perfecto, exacto. Pero esto, como juego, es un juego pues maravilloso, todo el mundo lo sabe), pero en la medida que se aplica a cosas, ahí ya todo falla, porque evidentemente no puede haber una verdadera aplicación a cosas.


Toda nuestra Historia consiste en el intento de encontrar aplicación a cosas de estos ideales, los fallos de este intento, uno tras otro, en la Historia de las Ciencias son reveladores, pero así es. Imaginemos que una Física, una Ciencia de la Realidad, viniera a ser una Geometría. Lo más cercano a esto que entre nosotros se ha dado es la teoría de la relatividad de Einstein, es una Geometría, una Geometría que trata de abarcar el movimiento como un ente también geométrico, lo cual no puede ser. Y bueno, es una teoría, mientras no se refiera a la Realidad -esto que dejó decir el propio Einstein alguna vez (ya os lo he citado)-, mientras no se refiera a la Realidad, todo va bien, es verdad, pero si se refiere a la Realidad, no. Esa es la condición.


Y lo mismo que digo de las formas, digo de los números. Imaginemos que la Física en su progreso llega a desarrollar entes ideales, puros, como podía ser por ejemplo el fotón, que sería lo mismo que el punto geométrico, enteramente carente de existencia. Enteramente fuera de existencia y con el cual se puede... se puede jugar y demás, un juego maravilloso, pero desde el momento en que haya que pretender que los electrones son elementos de la Realidad, entonces cada vez que los números se les apliquen, cada vez esos electrones se volverán más cosas, se harán más reales, y por tanto cumplirán con la condición de las cosas, que es ser imperfectos, no obedecer nunca la norma de que 'el que es es el que es', ni a la norma de cómputo exacto, por más que el cómputo desarrolle -como ha desarrollado- el Cálculo de Probabilidades como la forma de los números más adecuada que implica el Futuro. De la misma manera en la Geometría de Einstein, en la teoría de la relatividad, bueno, se juega con c -como suele decirse la velocidad de la luz-, y mientras la velocidad de la luz sea algo perfectamente inexistente -porque velocidad de la luz quiere decir 'límite' de la  velocidad, y por tanto 'límite' es como 'todo', como 'nada', como 'números perfectos': ideal puramente inexistente-, pues no pasa nada, pero si se quiere que c, la velocidad de la luz, pueda dar cuenta de las Realidades, y la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado, entonces amigo, ahora ya estamos haciendo Realidad. Estamos haciendo Realidad de la luz y de su velocidad, y por tanto la estamos haciendo cosa, y ya estamos otra vez cayendo en esa contradicción.


Bueno, esto es muy importante, y vamos a tenerlo que dejar aquí, por tanto si tenemos ocasión, si el Señor nos deja, habrá que volver sobre ello. Pero recordarlo bien: el tema central de esta sesión en la tertulia es el descubrimiento de cómo los entes ideales inexistentes como 'ser' (es decir, que lo que es lo que es) o como 'todo', 'nada', 'números' y 'uno', rigen esta especie de locura de la Realidad.


Antes os decía "no hay un sabio que sea quien para llamar loco al Mundo", y sin embargo aquí estoy proponiendo justamente eso, que se le llame, se le pueda, se le deba, llamar loco en el sentido de esta tertulia... de esta tertulia política contra el orden, contra el Poder, contra el Estado, contra el Capital.


De manera que no es ninguna persona la que declara esto. Nos encontramos aquí con que razón está dentro y fuera de la Realidad (como ya sabemos según el descubrimiento de Heráclito), está metiéndose en la Realidad justamente de la manera que estoy diciendo: costituyéndola y rigiéndola gracias a ideales, sometiendo la existencia a la idealidad; y por otra parte está fuera y descubriendo que todo eso es mentira, que sus propias creaciones y la intervención de los ideales en ella son mentira.


Eso es lo que dice la lengua, eso es lo que dice razón, ninguno de nosotros somos ni representantes ni fieles de razón, únicamente tenemos grietas, estamos mal hechos, y por eso estamos intentando hacer algo aquí.


Fijaros bien que todos los ideales que nos matan vienen de ahí: toda Fe. Toda Fe. Una Fe por ejemplo del tipo que antes enunciábamos, una Fe de orden moral, uno puede encontrar que su existencia está dependiendo de ser un creyente, de creer y de tener un orden moral. Frecuente, frecuente. La dificultad que esta tertulia encuentra de romper con la Fe es que está entrometida de esa manera. Es que es frecuente que uno crea que su existencia (no voy a decir su vida), su existencia depende... depende de esa Fe y de ese orden que se ha buscado. Ésa es la gran dificultad.


Aquí lo seguimos intentando gracias a que no estamos bien hechos, y así lo seguiremos intentando, volviendo en parte sobre todo esto último, si nos dejan, dentro de unos siete días.