25.08.2014

Tertulia Política número 68 (11 de Abril de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Siguiendo con esta guerra interminable, a propósito de las cosas del último día, con motivo de este asunto que nos traemos últimamente de los Entes Ideales y no existentes, pero interviniendo en la costitución, en el regimiento, de las cosas, de la Realidad, con motivo de eso me decían algunos que se está poniendo algo complicado el esquema que he venido usando con vosotros, sobre todo desde hace más de un año, casi dos, cuando os presentaba el descubrimiento de cómo nos estamos continuamente hundiendo, la Realidad con nosotros, en la verdad, que es lo que no se sabe, en lo sin fin.       Una vez más voy a tener que pararme un poco a intentar aclarar este asunto, especialmente el de la intervención de los Entes Ideales en la costitución y regimiento de las cosas.  Empiezo por recordaros a los que estabais conmigo que se hacía aquí una crítica de toda Ciencia y toda Filosofía, en cuanto que tratan de explicar o entender las cosas desde dentro de las cosas, la Realidad desde dentro de la Realidad; cosa muy natural, puesto que nosotros, y por tanto los Científicos y Filósofos, somos parte de la Realidad, pero que aunque sea muy comprensible desde luego no lleva a ninguna parte mas que a la confirmación de la Realidad misma, al progreso de las teorías, de las explicaciones, pero siempre obedeciendo a esta consigna que es en principio la de toda Ciencia, toda Realidad: la de “defender” la Realidad.

Aquí hemos tirado, aunque algunos tal vez no se hayan dado cuenta, por el camino de renunciar a la defensa, y eso en cuanto que no aceptamos como válidas, como diciendo verdad, ninguna especie de teorías o explicaciones “realistas”, desde dentro de la Realidad.  Bueno, hay que recordar también cómo desde aquí, desde dentro, podemos nosotros saber que la Realidad no está nunca cerrada del todo, está siempre mal hecha, más o menos difusa, borrosa, vaga.  El camino más directo es partir de nosotros mismos, claro, y de las cosas que inmediatamente nos rodean; no es fácil reconocer, pero es muy fácil descubrir, que las cosas no son lo que son, que las personas, claro, no son lo que son, como un caso de cosas, que uno no es el que es.  Esto, hace falta volverse un poco niños, como siempre, un poco ingenuos, para darse cuenta:  nadie está del todo hecho, o bien hecho, las cosas escapan de cualquier pretensión de ser de veras cada una la que es, y la Realidad en conjunto la que es.

 De manera que, si reconocemos esto, lo que de cada cosa y de cada uno de nosotros se puede descubrir, se generaliza sin más a la Realidad entera, que no puede ser de veras un conjunto cerrado, no puede decirse nunca de ella “todo”; como se comprende muy bien, porque si fuera un conjunto cerrado, si de ella pudiera decirse “todo”, como de ordinario parecen creerse también Filósofos y Científicos, que es “un todo”, entonces cada uno de los elementos del conjunto estaría cerrado, sería “uno”, estaría bien hecho, y nuestra experiencia  inmediata nos ha dicho que no, que eso no es así.  De manera que esto es una de las maneras yo creo más directas de volver a entrar en el descubrimiento de la falsedad costitutiva de la Realidad, de cada una de las cosas, de cada uno de nosotros, (no siendo nosotros los hombres mas que un caso de cosa sin ninguna diferencia especial), y por tanto la Realidad como falso conjunto, como falso “todo”, nunca acabando de estar bien hecha.

Por eso, podemos añadir, necesita “defenderse”.  La Realidad sin más, la existencia, necesita defenderse, porque no es verdad.  Cada cosa necesita defenderse, y para defenderse tiene que estar costantemente luchando por cambiar para seguir siendo la misma, y eso nos pasa a cada uno de nosotros.  De manera que esta constante defensa se vuelve una prueba sin más para cualquier corazón ingenuo, para quien se haga un poco niño, de lo mismo que estoy diciendo.    La defensa adquiere de vez en cuando      manifestaciones clamorosas, como cuando los predicadores de nuestra Iglesia de hoy día, por la televisión y los demás medios, se dedican día tras día  a presentar la Realidad para convencernos de que efectivamente es de verdad, que hay una Realidad, lo cual no se entendería para nada si de verdad fuera eso que dicen, si de verdad estuviera bien hecha.     La defensa, la constante necesidad de defensa, se vuelve también una prueba de lo mismo.

Bueno, pues volviendo desde este repaso, sobre el cual todavía os preguntaré, por si se me ha escapado algo que parezca no exacto o excesivo, vamos a entrar con eso de la  intervención de los Entes Ideales o no existentes, en la costitución, mecanismos, de la Realidad, y desde ahí tambien inevitablemente a cómo es que, desde fuera de la Realidad, razón, la razón común, puede estar haciendo esas dos labores contradictorias de costituír la Realidad y de descubrir que es mentira, como continuamente lo está haciendo.  Los Entes Ideales pues, no existen, pero gobiernan la existencia, son necesarios para ella.  Es verdad que una cosa nunca es del todo una cosa, pero la pretensión de serlo es una especie de necesidad: tiene que creerse que sí, que es la que es, y tratar de demostrarlo y demostrárselo a sí misma, tiene que encontrar  costantemente trucos para convencer y convencerse de que es la que es.  Esto lo digo de las cosas, de los lirios, de las estrellas, y lo mismo por tanto de los hombres, las personas, nosotros: les es necesario creer que “es”; es mentira, pero les es necesario creer que sí, esa es la situación.

Y por supuesto esto se generaliza a la existencia: no será la Realidad un conjunto cerrado, no será nunca de verdad un todo, pero tiene que creérselo, hacerlo creer a cada uno de los que forman parte de ella, y en falso conjunto, a sí misma.   Esta es la intervención más elemental de lo que llamo “Entes Ideales”.

 El ser lo que es, el que uno sea el que es, el que la cosa sea lo que es, el que la Realidad sea la que es, es algo a lo que en el dialecto de los filósofos (y antes de haber filosofos, en el poéma mismo de Parménides) se alude como “ser”.  Aquí no podemos decir eso, porque “El Ser” es un terminacho filosófico y no nos sirve, aquí hablamos en lengua corriente. Pero a lo que aludía, más o menos acertadamente, es a la necesidad de ser el que es, de ser uno el que es, de que la cosa sea la que es: una idealidad, una mentira en ese sentido, pero necesaria para la costitución de cada cosa y de las cosas en general.   Los Ideales más inmediatos para las cosas consisten por supuesto, y a los que me habéis acompañado ya les suena, en “el nombre” y en “el número”, siempre lo uno con lo otro, siempre lo uno jugando con lo otro, siempre completando la labor del uno el otro, y al revés.   Porque efectivamente, nadie puede nunca acabar de saber qué quiere decir “lirio”; una definición de “lirio”, en cuanto fuera honrada, sería interminable.  Nadie puede saber lo que quiere decir “lirón”, porque en cuanto pretendiera saber qué quiere decir “lirón” por una definición, enseguida empezarían a aparecer por ejemplo las marmotas al lado de los lirones, empezarían a aparecer los iris al lado de los lirios, y todo el revoltijo que es habitual y que se produce siempre, en cualquier sucesión: los límites no están de verdad cerrados, “el concepto”, que dicen los filosofantes, es algo que nunca puede en la Realidad cumplirse; tiene por tanto la condición de Ideal que hemos dicho.

La labor del nombre, del ser el que es, siempre se acompaña y completa con la del número.  Ya sabéis que aquí entendemos por “número” los números llamados “naturales”, y de momento nos desentendemos del desarrollo o invención de nuevos números.  Ahí correspondientemente se da lo mismo: nunca puede haber cinco vacas, porque eso exigiría primero que cada vaca fuera del todo “vaca”; nos aparecería enseguida la posibilidad de que sea una becerra, una ternera, o cualquiera de las cosas que necesariamente desfiguran el significado, y por lo tanto estropean el cómputo.  Porque si cada vaca no es “vaca”, desde luego no hay derecho a contar cinco vacas.  La primera condición para el cómputo con los números naturales es que las cosas que se cuentan sean todas la misma, es decir, ese Ideal que ninguna de ellas puede cumplir. De manera que es así como los números van con las cosas.

 A este propósito recordáis que hace ya dos o tres sesiones recordábamos la formulación en la forma más avanzada digamos, que era la de Gauss, “ho Zeós aritmetidsei”, recordando esto: Dios efectivamente “hace matemáticas”.  Gauss quería restringirse a la Aritmética en el sentido en que él la usaba, que desde luego defendía a cualquier Álgebra y a cualquier análisis, es decir, las artes o juegos del cómputo, los números más o menos complicados o progresados.  Había ahí un cierto temor de que la Geometría pudiera desfigurar esta pureza que los números en cambio tienen, porque había, hay de hecho siempre, el peligro de que, por la labor de nuestra imaginación, las figuras geométricas se piensen como estando en un espacio, y esto no puede ser, las figuras geométricas son ideales, un triángulo no puede estar en ningún espacio.  Eso es bastante fácil de descubrir, pero hay siempre el peligro de la intervención espacial, que arrastra consigo después los problemas del cómputo y la medición entrando a tratar con las figuras geométricas. 

Pero después de todo, las figuras de la Geometría no son mas que la representación más sublime del otro elemento del que me he ocupado: el Ser, el ser lo que es.   Porque efectivamente, ellas, en cuanto se mantienen Ideales y fuera de todo espacio, cumplen la condición de que son de verdad lo que son, porque están establecidas por definición.  No es que venga después una definición que venga a tratar de decirnos lo que es “lirio” o lo que es”lirón”: es que el triángulo está costituído por definición, y entonces no hay peligro.  No hay peligro, a condición de que se mantenga fuera de toda existencia , a condición de que no exista, que no forme parte de la Realidad, que se mantenga en la condición de Ideal.  En ese sentido en la última sesión decíamos eso: en efecto “Dios hace Aritmética”, y, pese a Gauss, tambien Geometría, y al aplicarlo a la Realidad falla estrepitosamente, se equivoca y comete errores, como cualquier matemático que intente con toda la habilidad del mundo lo mismo, es decir, hacer compatibles los Ideales con las cosas propiamente dichas, con las cosas de la Realidad.

Así es como había que entenderlo, y esto es lo que nos lleva a la cuestión de la razón, por la cual me preguntaba hace un rato Teresa, que es la de su doble labor.  Al entrar aquí hay que prevenirse contra la crítica más fácil y más incontestable de hablar como estoy hablando, en la medida que trato de hablar de las cosas, de la Realidad, de lo cual no hay ningún inconveniente.  Pero al mismo tiempo tengo que “hablar de” o “acudir a” lo otro, lo que está fuera de la Realidad, por el hecho inmediato de que hemos descubierto que nunca está completa ni cerrada, que hemos descubierto que estamos ahora, continuamente, cayendo en el descubrimiento de nuestra falsedad, de la de toda Realidad, y eso es muy peligroso.  No solo lo he hecho, sino que hasta en el libro donde sacaba el año pasado esas cosas, “¿Qué es lo que pasa?”, lo he dibujado, y aquí si tuviéramos una pizarra a lo mejor lo haría también en un intento más o menos desesperado de esclarecer las cosas.  Pero así, tenemos que “hablar de” aquello en lo que la Realidad, con nosotros incluidos, está continuamente cayendo, hundiéndose, perdiéndose: lo sin fin, lo que no se sabe: la sola verdad, que justamente es lo que no se sabe.  Y al hablar de ello corremos el peligro de meterlo dentro, claro, de inmediatamente convertirlo en una cosa.  Así que podemos hacerlo por necesidad de aclaración o pedagógica, pero para borrarlo enseguida, porque no se puede hacer.   De la misma manera descubrimos que bajo el viejo nombre del Dios de esa fórmula que he vuelto a citar preferimos “razón”, la razón común, que evidentemente está fuera de la Realidad.   La lengua está fuera de la Realidad, porque para hablar de una cosa hay que estar fuera de la cosa.  Desde dentro de la cosa no se puede hablar de la cosa, ni desde dentro del Universo se puede hablar del Universo; y desde dentro de la Realidad no se puede hablar de la Realidad.

 Era ese el sentido de la crítica con que hoy he comenzado este repaso, la crítica de cualquier Ciencia y cualquier Fílosofía, que, al intentar explicar las cosas desde dentro, las mete dentro.  De manera que nosotros podemos hacerlo, podemos reconocer por pura negación que razón está fuera, porque ella habla de las cosas, por tanto ella no  es una cosa, está fuera.     Y sin embargo, el mismo peligro: al hablar de ella, pues si nos descuidamos ya la estoy metiendo dentro y convirtiéndola en una cosa, va ya camino de convertirse en la Diosa Razón de los revolucionarios del dieciocho o cualquier otra cosa por el estilo.  De manera que, otra vez, si lo usamos, es como medio de aclararnos para nuestras pobres mientes algo de todo este misterio, por lo menos para no engañarnos mucho, para borrarlo inmediatamente: no puedo, propiamente no puedo hablar de nada que esté fuera de la Realidad.

Así que si lo hago por un momento para esclarecer , para no mentir demasiado desde dentro, es para luego inmediatamente  borrarlo, no quedarse con ninguna imagen, ninguna doctrina, ninguna confusión, nada, que estropearía naturalmente justamente esta labor, esta guerra que aquí nos traemos contra la Realidad.  Con esa prevención.  Razón fuera de la Realidad (como tiene que ser, puesto que se habla de ella), realiza estas dos funciones contradictorias entre si.  “Lógos”, como se dice en los restos del libro de Heráclito, “es contradicción”, la razón no puede ser otra cosa que contradictoria.  En este sentido se ha dicho muchas veces, se ha hablado muchas veces, de “dialéctica”, es decir, “diálogo”, y esto de que “lógos” sea “diálogos”, sea un diálogo o una dialéctica, quiere decir “lógos contra lógos”, “lógos contra sí mismo”, “razón contra razón”.  De forma que es de reconocer la condición contradictoria de “razón”.


Digo que hace esas dos cosas, porque por un lado costituye, fabrica, la Realidad, las cosas; porque hemos dicho que el primer Ideal regente  es “el nombre”, la pretensión de que la cosa es la que es, de que uno es el que es, la pretensión falsa pero necesaria.  De manera que entonces eso es la evidencia de que razón está costantemente costituyendo, fabricando, y modificando también, precisamente para seguir lo mismo, las cosas de la Realidad; está fabricando la Realidad de las cosas y personas: nombres por un lado,  números que pretenden ser exactos por el otro; sin lo cual, sin lo uno y lo otro, no habría cosas, no habría Realidad, ni podríamos imaginarla en ningún sitio ni de ninguna manera.  Y por el otro lado,(“ razón contra razón”), lo que está haciendo también costantemente  es descubrir la mentira de eso que ha hecho, la mentira de la Realidad, porque es evidente que es razón la lengua también. En cuanto se deja la lengua suelta, en cuanto no es una lengua sometida a la Fe y al Poder, la lengua no hace mas que descubrir la mentira de las cosas que ha nombrado y de las cuentas que ha echado;  descubre que ni una vaca es una vaca ni puede haber nunca exactamente cinco vacas, del modo que he dicho antes.  Esta es la otra labor de razón, de manera que a eso tenemos que avenirnos; y desde luego volver inmediatamente a borrar lo que os haya podido quedar de imagen de lo que he estado diciendo, porque si pretendeis, en lugar de “entenderlo”, “comprenderlo”, o haceros una idea, entonces estáis perdidos. Bueno, no estáis perdidos, estáis, por el contrario, ganados para el Régimen, que necesita la Fe.  Pero desde luego la guerra esta se ha perdido, esta batalla.

De manera que aquí me voy a parar para que, a pesar de toda la aparente claridad con que he hecho repaso y avanzado un poco, colaboréis en esta guerra diciéndome las dudas, las oscuridades, como de ordinario,sobre cualquiera de los puntos. Porque tened en cuenta que, aunque yo aprecie mucho que algunos de los que me acompañáis en esta tertulia sean fieles en el sentido de lo bastante desprendidos de sus ideas para poder repetir con exactitud lo que yo o cualquiera ha dicho aquí, por otro lado no me puedo quedar ahí; si me quedara ahí estaríamos en eso de que el razonamiento ha vuelto a llegar a conclusiones, ha encontrado una manera de convertirse en ideas, en hacerse ideas, en hacerse una nueva Fe, y volveríamos otra vez a estar dentro de la Realidad, de manera que es en ese ten con ten en el que estamos.  Bueno, adelante.

-Has dicho, Agustín, al paso de un argumento, que de un conjunto cerrado se podría decir “todo”. ¿En qué sentido se puede decir “todo” de un conjunto cerrado?

AGC-Es tan evidente que todavía no entiendo bien porqué lo preguntas. ¿Te suena mal “todo el conjunto”?  ¿o “el conjunto de todos los elementos”?

-O no entiendo lo que es un conjunto cerrado, o si “conjunto cerrado” supone una definición de los elementos que lo van a componer, pero que siempre se podrían decir más cosas, no?   .  Que a qué llamaríamos “todo” porque un conjunto sea cerrado

AGC-Si fuera “todo”, no habría nada que decir, estaría todo dicho. Es justamente lo que he estado diciendo al presentar esa forma de Ideal que es “todo”.  A ver, seguramente es que no te he cogido bien. A ver, vamos a ver. Bueno, incluso hablando de teoría de los números, de teoría de conjuntos, a nadie le extraña hablar de  “todos los elementos de un conjunto”. Si se puede decir “todos”, desde luego es cerrado, si se puede decir “todo” el conjunto, “todos” sus elementos, efectivamente está cerrado.

-Se podrá decir muchas circustancias,  muchas combinaciones entre ellos, se podrá decir mucho más que su definición.

AGC- Pues no sé. Desde luego, incluso la teoría de  números, la teoría de conjuntos, las cosas que se pueden decir consisten precisamente en el manejo de los propios números y de las propias ideaciones. Evidentemente, por ahí viene en primer lugar, desde el principio, la introducción de “conjuntos infinitos”, de los cuales yo jamás diría  “todo el conjunto”, porque “no finito” dice “no todo”, implica que “todo” quiere decir “finitud”, “cerrazón”.  Y si “infinito” fuera de verdad, nunca se podría decir “todo”, ni se podría decir “conjunto”.  Y luego todavía, en las últimas elaboraciones, vienen los “fuzzing sets”, los conjuntos borrosos, que efectivamente están promovidos por la necesidad de aplicación a la Realidad, y que traicionan la idea de conjunto.


-La diferencia sería entre “todos” como       de los elementos que lo componen, o “todo”, o sea, todo lo que se pueda decir de un conjunto por muy cerrado que esté.

AGC-Lo uno va con lo otro: “Todos” los elementos que hacen el “todo” del conjunto; y además, en ello está implícito que cada elemento sea el que és, que es el Ideal primario que aquí he sacado, para que se pueda contar por números exactos y dar lugar efectivamente a contabilidad.    Lo cual evidentemente son las cuentas de Dios, que fallan a cada paso escandalosamente en cuanto se refieren a “cosas”.  Cuando hace unos decenios se puso de moda la teoría de conjuntos, no sé si recordáis, a los niños se les mantenía en una confusión constante, porque al mismo tiempo que se les enseñaba la teoría se les quería hacer creer que les estaban hablando de cosas, que les ponían ejemplos de cosas, y cosas así por el estilo. Bueno, más.

-¿Qué paso hay que dar para pasar de “comprender” a “entender”, y que el entender esté fluyendo continuamente y no tengas que estar dependiendo del disco duro para ver esta Realidad que nos ....?

AGC-Es una cuestión metódica, o política, que es lo mismo.    Efectivamente, se trata de romper con el “comprender”:  uno no es quién para “comprender”, ni el mundo, ni la más pequeña de las cosas, ni a sí mismo como personas: nada.  Uno no es quién para comprender, queriendo decir “abarcar”, como etimológicamente, que viene a caer bajo la crítica que he hecho de “volverlo a meter dentro de la Realidad”, volver a meter el descubrimiento de la falsedad dentro de la Realidad.   Es por tanto el desprenderse de la Fe.  Os he dicho más de una vez que lo que en esta guerra, en esta tertulia, se está haciendo, en definitiva no es más que intentar descreer, intentar romper con la Fe cada vez más, cada vez más eficazmente, sabiendo que nunca vamos a conseguirlo del todo. No importa, renunciar al entendimiento como “comprensión” es romper con la Fe, romper con las creencias que están establecidas, seguir dispuesto a descubrir la mentira.   Eso es lo que se puede llamar “entender” sin “comprender”

-Antes has dicho que “razón” estaba fuera de la Realidad.

AGC-Razón está fuera, la lengua está fuera de la Realidad, puesto que habla de ella.

-¿Pero el hecho de etiquetarlo, de nombrarlo, no es ya introducirlo en la Realidad?

AGC-Eso es lo que he dicho que es el peligro, y que por eso, si lo hago para que nos aclaremos, para que no creamos que la lengua está dentro de la Realidad, y digo “está fuera”, si lo hago así,  es para que, (previendo que vayáis a entender ese “fuera”, como he dicho de la Geometría, como un espacio, y por tanto volvamos a meterlo en la Realidad), lo borremos inmediatamente.  Pero hay que decir que por otra parte es una táctica, hay que decirlo, porque sino nos creemos que la lengua es una cosa por las buenas, y que no hay nada que hacer. No.  Para hablar de las cosas, la lengua tiene que no ser una cosa, estar en ese sentido fuera de la Realidad.  “Fuera” es, para quitar toda connotación de “espacio”, una mera negación, “no ser una cosa”.  Razón, para poder hablar de las cosas, para poder intentar decir verdad, es decir, descubrir la mentira de las cosas, tiene que no ser una cosa, no pertenecer a la Realidad.

-Entiendo que desde el ángulo que estamos no podemos ver los otros trescientos sesenta grados.

AGC-Vamos a ver esa imagen, que no se si la cazo.  ¿Estamos en un ángulo, cómo “estamos en un ángulo”?  Que yo en este momento no me veo todavía en un ángulo.

-Lo contrario de la verdad es también verdadero.

AGC-No, no, vamos a lo del ángulo, que yo no lo entiendo y por algún motivo lo has sacado.  Yo no me veo en un ángulo.¿Tú si?

-Se dice que la razón solamente se la dan a aquellos que la pierden.

AGC-Bueno, es bastante razonable.  No es el dialecto que estoy empleando aquí, pero es bastante razonable.  Lo que no entiendo es qué tiene que ver con los ángulos y todo eso, pero bueno, la cosa  en sí es bastante razonable, porque quien dice eso probablemente tenía por lo bajo un vislumbre de lo que quería decir, que es que sólo el que pierde la razón convertida en Fe o en Creencia puede decirse que tenga razón.  Aunque en realidad nadie puede tener razón, porque “tener” quiere decir “meterla dentro”; pero lo de verme en un ángulo no lo entiendo.

-Que a veces tenemos una posición que solo vemos nuestra porción de la tarta y creemos que la razón la llevamos dentro de la porción que a nosotros nos ha tocado.

AGC-No, qué va! eso ni siquiera te lo dicen los Medios de Comunicación; te comunican costantemente los ángulos de cualesquiera otros, políticos, científicos y todo eso, te divulgan cualesquiera ideas y te hacen enterarte quieras que no de cuales son las ideas de otros, y además, como somos Democracia, pues eso es Ley: hay que tenerlas todas en cuenta, y estar enterado, y mi opinión vale igual que la de otro.....De manera que no, no vale mucho lo de que estemos limitados a un ángulo. Eso sería sólo en el caso de uno que cometiera esa locura, bastante divina, que algunos han cometido, del Solipsismo, es decir, “uno no hay más que uno: servidor”; uno no hay mas que uno, y todos los demás son sueños, imaginaciones mías.  Solamente ese, pero ese caso es raro, útil de recordar, pero nada más que un caso raro; realmente nadie se atreve a pensar eso, por lo menos muy a fondo. Más.  Tienen que haber quedado algunos puntos bastante problemáticos, y por tanto dudas bastante razonables que tienen que sernos muy útiles en esto.

-Cuando habla de que las cosas tienen que llegar a ser lo que es para poder ser contadas, y pone luego el ejemplo de las vacas, ¿quiere decir que las vacas, al ser seres vivos, no son todas lo mismo aunque cada una de ellas sea una vaca?

AGC-No, no, el ser vivo no tiene nada que ver, igual puedo deciros de una estrella:  una estrella nunca es una estrella, porque si empiezas a definir qué es “estrella”  nunca acabas, igual que la vaca.   Y desde luego, para el número exacto, el número representado por los números naturales, es condición necesaria que cada cosa sea la que es.  Bueno, pues más, venga.

-Antes has dicho que Dios era igual a razón común, no?

AGC-No, no, cuando estaba hablando de “razón” con la prevención de que no os vayáis a creer que sabemos lo que es y que está dentro de la Realidad, decía que estaba representada en las formulaciones de “Dios hace Matemáticas” por la palabra “Dios”, evidentemente era eso.  El Dios de la Teología del Antiguo Régimen tenía esa condición, porque por un lado estaba fuera, porque era, como en el Génesis, “el Creador”,( no se había inventado entonces la Realidad, se decía “el Mundo”, “el Universo”, cosas un poco difusas y vagas, pero bueno, “el Creador”), y por otra parte era real, se empeñaba en ser real, el “ens realissimum”, de manera que gozaba ya, aunque fuera toscamente, de la contradicción que ahora he tratado de presentaros para “razón” de una manera más clara y más penetrante. 

-A mí me sigue confundiendo mucho eso de que los Ideales no existan.  Me confunde, porque parece que Dios existe, que el Dinero existe, y yo pienso que son Ideales.  Que no sean cosas, eso se puede ver más, pero el que no existan me lía.

AGC-Dios y el Dinero son malos ejemplos, por lo que diré ahora.  Entes Ideales a los que tenéis que atender son los que he estado volviendo a manejar.  Un Ente Ideal es lo que los Filósofos llamaban “el Ser”, es decir, el que la cosa sea la cosa, el que uno es el que es; eso es  un Ideal.  “Todo” es otro de los Ideales, “uno” es otro de los Ideales, los Números Naturales son  Entes Ideales.  De manera que hay que partir de esos, porque digamos que el Dios de la vieja Teología, o el Dinero actualmente, son Entes Ideales en todo caso bastardos: son Entes Ideales por un lado, son por tanto inexistentes, en cuanto que como se decía de Dios, “el Dinero es la Realidad de las Realidades”, y por tanto aparentemente ninguna Realidad, precisamente porque todas pueden convertirse en Dinero, y el Dinero puede convertirse en cualquiera.  Pero sin embargo tienen alguna contradicción del Dios de la vieja Teología: al mismo tiempo pretende existir, como Dios.  En ese sentido digo que son Ideales bastardos; hay que atender en primer lugar a los más puros.  Desde luego, estos otros Ideales de segundo orden, pues manejan a los otros; evidentemente que “ Dinero”, que la idea de Dinero, se podría mantener sin el cómputo, sin el cálculo, y especialmente el cálculo del Futuro, el del Crédito y todos los demás.  Por supuesto, los manejan, y desde luego tranquilamente parten, en el grado más alto de la Fe dominante, de que las cosas son las que son: nadie más creyente que el Dinero, no hay forma de Fe más elevada que la que rige el Dinero.  Es decir, que la ceguedad a cualquier entendimiento, según se va ascendiendo por la pirámide del Dinero, se vuelve más absoluta, la cerrazón a cualquier duda de que las cosas sean lo que son, que impediría también su cómputo.  ¿Qué Capital podría funcionar sin eso?  Pero vamos, para no perderse hay que empezar por los puros, por los más puros Ideales: “todo”, “nada” (que es lo mismo que “todo”, puramente Ideal), “Uno”, los números naturales.......

-¿Pero podrían haber nuevos  Ideales, o siempre .....?

AGC-Si, juegan más, no pienso haber agotado la lista, no; y además está el caso del Dios de la vieja Teología o del Dinero, que presentan esa condición a su vez mezclada o confusa: que hay más incluso.  Puede que de estos que he citado en algún sentido puedan desprenderse cualesquiera otras formas de Ideales, pero no estoy seguro de que no me encuentre con algún otro en cualquier momento, con cualquier otro funcionando para esta labor funesta de, sin existir, hacer creer a las cosas que existen, como Dios.

-Lo que normalmente llamamos “razón”, que es así como opuesto a “Fe”, se ve que tú lo ves también como un ente costitutivo de la Realidad que no tiene mucho interés.  Yo creí que sí para entender las cosas.

AGC-Bueno, es, como siempre, más elemental y menos lioso decir “lengua”: la lengua habla de las cosas, por tanto no es una cosa.  Y esto no le da directamente la condición de Ideal.  De la lengua, (o “razón”, da lo mismo,” razonamiento”), lo que he dicho es que “actúa” desde fuera de la Realidad, que como antes dijimos no quiere decír sino que no es una cosa.  “Actúa” desde fuera de dos maneras contradictorias: la razón está costantemente creando el mundo, defendiendo la Fe, haciéndo que cada uno se crea que es el que es, renovando los trucos para que se lo crea.  Al mismo tiempo, está claro que está descubriendo la mentira de esa labor suya.  No se si esto te aclara o no.  Prosigue.

-Es que la razón la tenía yo un poco mitificada

AGC-Tengo que acudir a decir “no es”, “está fuera de la Realidad”, (porque, esto es evidente, la lengua no puede hablar de las cosas desde dentro de las cosas; del Universo si quieres: del Universo no se puede hablar desde dentro del Universo), está fuera en ese sentido: no es cosa, y actúa desde ahí, sobre la Realidad, de esas dos maneras contradictorias la una con la otra: en dialéctica o diálogo, “lógos contra lógos”, esta es la manera en que actúa. Más

-Una sola cosa con respecto a los Ideales de Dios y el Dinero como Ideales impuros porque pretenden existir.....Es que yo creo que eso se puede decir de cualquier Ideal, la aspiración a existir. El Ideal del “todo” aspira a realizarse, como el ideal del Ideal es realizarse.

-No, no es lo mismo, Mercedes.  Se prestaba a confusión, y por tanto gracias. No,no, “todo” es un ideal tan puro, lo mismo que “uno”, lo mismo que “siete”, que no puede aspirar a realizarse de por sí: son puros.  Lo que están haciendo es regir la pretensión de que las cosas sean “todas”, de que sean “cinco”, de que sean “una”.  Es un caso, como ves, distinto del del Dinero o Dios.

-Si, pero en la Fe reinante, en la Fe dominante, el creyente los da por cumplidos, por realizados.

AGC-“Realizados” de esa manera: en las cosas: la falsedad esencial es “todas las cosas”, “todo mi ser”, “una sola cosa”, “exactamente veintitrés cosas”, de esa manera.  No es que él piense que los números existen, o que “uno” existe, que “el todo” existe, pero efectivamente la falsedad costitutiva es pretender que rigen la existencia de las cosas; y la rigen hasta el punto de que sin ellas, sin esta intervención de estos Ideales, no podría costituirse la falsedad de la Realidad, la falsedad del mundo. Bueno, más.

-Iba a preguntar otra cosa, pero es que eso de que los Ideales reciben la pretensión de que las cosas sean “todo”, o “uno”, no lo entiendo bien .  Esa pretensión ¿de dónde sale?

AGC-Es la labor de razón con uno de sus brazos, por emplear estas toscas imágenes: razón fabricando, costituyendo la Realidad. No puede hacerlo sino así, haciendo Matemáticas, no puede hacerlo sino haciendo intervenir a los Ideales; empezando por el Ser.

-¿Entonces cómo podemos decir que los Ideales rigen?

AGC-Rigen en ese sentido: “rigen”, “costituyen”.

-Pero entonces no están “guiando”, sino que la guía viene de otro sitio en el sentido de que no pretenden existir.

AGC-Si, si, puede decirse que son istrumentos de razón en el sentido tosco que se dice “Zeós, aritmetidsei”; son istrumentos de razón.

-¿No son productos, de la misma manera que las otras cosas, sino solamente istrumentos?

AGC-No, no, no son productos, porque no son cosas: son istrumentos, literalmente istrumentos, sin los cuales las cosas ni podrían ser cada una, una, ni podrían ser todas o creerse que son todas, ni podrían costituírse.

-¿Y los istrumentos del otro brazo de la razón?

AGC-El otro brazo de la razón es la razón en marcha, el descubrimiento, y no tiene ningún istrumento. O él, la lengua misma, es instrumento sin más.  Ahí la operación es negativa, “no-creadora”, y por tanto, para eso no hace falta más instrumento que “no”, que es como cuando hemos venido al terreno político decimos que es lo sólo que el pueblo-que-no-existe sabe decir: “no”, “no al Poder”, “no al Ser”, “no a Dios”, lo que sea.

-Si yo digo “es de noche” y defiendo esa postura por encima de todo, ¿estoy defendiendo mi realidad o la realidad de la noche? ¿y cómo sería la razón?, ¿sería el silencio?

AGC-   Estás defendiendo la verdad de que cuando lo dices es de noche, para ser exactos.  Que en eso esté implicada la defensa de la realidad del vocablo “noche” o la defensa de tus intereses propios, es secundario, porque lo que tú estás sosteniendo es que en el momento en que lo estás diciendo es de noche, y que eso tiene sentido, y que te lo crees y quieres que se lo crean. Eso es lo que estás haciendo, esa labor de defensa: mintiendo por tanto, como la Fe miente siempre, porque de la Realidad es imposible decir nada verdadero, no se le puede decir mas que “no”; lo único que es verdadero, que se puede hacer de la Realidad, es descubrir que es mentira.  Por tanto, esa pretensión de que sea verdad que es de noche en el momento de decirlo, es una pretensión falsa, pero así funciona la Realidad, así funcionan las cosas y las personas, con esa pretensión.  Nada verdadero se puede decir de la Realidad, porque “verdad” querría decir volver a creer en los Ideales de “todo”, “uno”, “números”, como “realizados” y compatibles con la Realidad.    No hay más verdad que descubrir la mentira, no hay más verdad; es en ese sentido como nos hundimos en el descubrimiento de nuestra falsedad.

-¿De qué se puede decir verdad?

AGC-No se puede decir verdad, sigo insistiendo. Yo creo que no debería en la tertulia dejar ninguna duda: no se puede, ni aquí ni en ningún sitio, decir verdad; aquí lo más que se puede hacer,( y ya es tan difícil como lo comprobáis todos los días), es descubrir la mentira de la Realidad, intentar decir cada día un poco menos mentira; nunca se puede decir verdad. Por eso antes os prevenía: incluso cuando a mí mismo me habéis oído hace un rato hablar con mucha claridad  “guardaos de quedaros con eso por mera fidelidad, como si fuera una conclusión, porque es mentira”, tampoco eso puede ser verdad, tampoco eso puede ser una conclusión. Como mucho, tal vez un paso de esta guerra por desmentir  y desmentirse, esta guerra por descubrir la falsedad de la Fe, que ya es una guerra dura, difícil, con la que nos encontramos cada día.  ¿Qué más?

-Se puede decir que desde dentro del Universo no se puede ver el Universo, pero también se puede decir que desde fuera del Universo tampoco se puede ver lo que hay dentro del Universo.

AGC- Claro, porque no hay nadie, ¿cómo lo vas a ver?

-También se puede decir que el que habla no sabe y que el que sabe no habla.

AGC-¿Qué? ¿Qué dices? No, no.  Y además, ¿porqué metes el Universo, cuando yo estoy hablando de la Realidad, de la existencia?  No hagas como los malos físicos, que meten el Universo dando el cambiazo por la Realidad. Se trata de “fuera de la Realidad”, fuera de la existencia, lo cual quiere decir que la razón no existe ni es de nadie: ¿quién coños puede estar fuera de la Realidad para desde allí mirarla?  Esa es la pretensión que hemos criticado tantas veces de cuando en la investigación física misma llegan a percibir la intervención de la lengua, es decir, del acto de medir y contar, en el resultado del esperimento, y entonces identifican eso con el observador, una persona: el mismo error.  Razón no es de nadie, no es nadie, no existe, en ese sentido está fuera, por eso hace lo que hace; y lo que hace son contradicciones; gracias a que no existe puede actuar sobre la existencia

-Se trata de que el que lee sea crítico, o de que el que escucha sea crítico.

AGC-Eso es muy pálido todavía de decir; se trata de matar ls Fe, se trata de matar la Fe, que es duro.

-Es que eso es matar la Fe: si una persona, al escuchar algo, se lo cree y no es crítico....Es que somos creyentes de nacimiento.  Se supone que somos críticos, y no es verdad.

AGC- Eso los buenos feligreses lo oyen y se lo creen, para eso está la televisión: ¿cuántos hay que digan “si eso es mentira”? Lo tragan, lo tragamos, por la televisión, o por los libros, o por donde sea.  Pero no digas “crítico”, que suena un poco filosófico, di “negador”.  Se trata de una guerra contra la Fe, de una guerra, propiamente una guerra. Si.

-Yo quería proponer una idea, una dinámica, esa táctica de resistencia, en el sentido de trabajar con escepticismo al nivel de la creencia, con la distancia del poeta, pongamos por caso, y después asumiendo la falsedad de las representaciones, y quería preguntar qué le parece entrar en esa falsedad con inteligencia, o sea, entrar y salir de esa falsedad, no quedarse solo en la negación.

AGC-Lo que e decía yo, te lo digo a ti con mucha más razón todavía. Te estás creyendo que efectivamente son operaciones  humanas: de “escepticismo”, de “táctica de poeta”, de “meterse en la Realidad para reventarla”.....; eso son fantasías de filósofos y poétas.  Esto es una guerra, simplemente una guerra: todos estamos poseídos por la Fe, nos hemos encontrado debajo de esa mentira, participando en ella, y se trata simplemente de, por el medio que sea, razonamiento, poesía, gritos, se trata de descubrir, de ir descubriendo, la falsedad en la que estamos metidos.  No conviene emplear términos más literarios ni filosóficos, porque distrae mucho.

-En lo que él decía yo entendí que por ejemplo el Teatro podía hacer algo de eso, o sea, que una manera de denunciar la falsedad podía ser por medio de la exageración, o de actuarla como premeditadamente, no se si....

AGC-Si, como con la estrategia que él decía. Pero no se trata aquí de presentar medios, hay muchos, cualquiera puede servir; desde luego, el razonamiento al estilo que aquí se practica no es el único ni el necesario, hay otros muchos medios; algunos pueden tener , a pesar de toda la enorme carga, algo que ver con el arte, con el teatro, con la poesía, si es que queda todavía, debajo de la costrucción, debajo de los bloques de cemento, algo de vivo en todo eso, que es difícil. Pueden servir también los tropiezos, las pasiones, los conflictos que a cada uno le surjan en la vida cotidiana; hay muchas ocasiones que efectivamente pueden poner en juego esto, pero la labor es siempre la misma: reconocer que estamos presos en mentiras, en ideas, y intentar por el medio que sea descubrir la falsedad, que nunca se acaba; por el medio que sea, conforme con cualquier intento de resucitar de debajo de la losa a la poesía o al teatro, literalmente de debajo de la losa.  La losa es lo que se llama La Cultura.   Lo primero es darse cuenta de la losa, intentar tal vez revivir, dejar que reviva, y por ese medio o por cualquier otro, descubrir la mentira en la que existimos, sobre la que existimos, la mentira de nuestra existencia. 

Y la de las cosas, porque (y me parece que con esto voy a tener que irme acercando a cerrar, por la hora) he vuelto a presentar la cosa en esta sesión, sobre todo desde el punto de vista digamos “fisico”, como referido a la Realidad, pero imaginada de una manera más o menos “espacial”, y la introducción imposible, la alusión a lo que está fuera, sinfín, en lo que estamos hundiéndonos ahora mismo, razón que lo descubre.  Pero no olvidéis que lo que se dice en este terreno, físico digamos, se aplica sin más al terreno político, al terreno moral, y en esos campos viene a ser la misma la situación. En el terreno político, sólo quien cree en que los diferentes cambios de Gobiernos, de Istituciones, o el Progreso de las Finanzas o de la Banca van a un fin donde se logre la perfección, sólo ese está habilitado para cometer todos los crímenes que se cometen desde el Capital y desde el Estado; sólo ese, guiado por esa Fe.  La Fe es la misma: creer ( generalmente un mandamás, de la Banca o del Poder se lo cree) creer que se puede ordenar la Realidad, la existencia, de personas, de cosas, “dentro” de la Realidad, “aceptando” la Realidad.  Son “realistas”, y realistas quiere decir que al intentar eso que no puede hacerse, ordenar el desorden desde dentro del Orden Mundial, están efectivamente contribuyendo eficazmente al mantenimiento de la mentira, de la falsedad, por tanto del reino del Capital y del Estado, y todos los demás horrores contra los que esta tertulia está.  

 En el terreno moral, de las relaciones humanas por ejemplo, lo mismo:  ¿alguien cree que puede efectivamente istruir a otros, por ejemplo a los niños, o a cualquier familiar, darle istrucciones, istruirse a sí mismo, darse istrucciones? ¿alguien puede creer que puede juzgar a los otros?  Todo eso implica la misma creencia, la misma Fe en que efectivamente hay una especie de Orden, de Justificación, dentro de la cual tenemos que, podemos dedicarnos a, corregir la conducta, la educación, lo mismo que en Política el tipo de Gobierno.....La resignación, que está fundada en la creencia de que la Realidad es todo lo que hay, y que no hay más orden moral que el que nos está dado, no hay más orden político que el que nos está dado, no hay más orden Físico que el que nos está dado.  Todo fundado en la misma creencia, en la misma Fe; todos los horrores que luego nos llaman mucho la  atención, todos los crímenes en la Política, en las Finanzas, en las relaciones sociales y familiares, todos están fundados en lo mismo: hay una creencia en el Orden, en que el Orden que se nos ha dado es “El Orden”, el de verdad, lo mismo que la Realidad es todo lo que hay, contra la evidencia de que ninguna cosa es nunca del todo la que es; contra esa evidencia inmediata, que nos sirve para cualquier niño, o lo que nos quede de niño, está la creencia en la ordenación.  Contra ella, y en esos otros planos, probablemente seguiremos, si podemos, guerreando dentro de unos días, si el Señor no se enfada demasiado con estas cosas que decimos, y corta.