25.08.2014

Tertulia Política número 78 (20 de Junio de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • Sobre la contradicción determinación (causas)/indeterminación (libertad).
  • La libertad interpretada como “libre albedrío”.
  • La cuestión de la demostrabilidad de lo incognoscible de un problema.
  • Límites entre “lo que hay” y “lo que existe”.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Antes de entrar en lo que habíamos anunciado acerca de la exploración de los límites entre lo que hay y lo que existe, se me ocurre hacer un poco de repaso de las cuestiones últimas que nos han venido saliendo, en parte apoyados por los problemas con que no han podido menos de encontrarse los físicos, tanto los antiguos, Lucrecio, Epicuro, como los actuales, en torno a las cuestiones de “libertad”.  No se acabará nunca de aclarar lo bastante respecto al uso de este término, pero hay que hacerlo, sobre todo porque, como decimos, es después de todo lo que grita ( no pregona, no razona, pero grita), el pueblo que no existe, lo que por debajo de las personas nos queda de pueblo que no existe, que es el que a lo largo de esta tertulia se trata de dejarlo hablar “a través de”, y “en contra de”, las personas, empezando por la mía y siguiendo por las vuestras, pero por debajo, y “a pesar de”.


Y como no podemos menos de recoger ese grito, “libertad”, por eso es por lo que conviene repasar un poco sobre los posibles engaños con los que el término está enredado.  La indeterminación es desde luego una condición para cualquier cosa a la que se pueda llamar “libertad”. Esto entendido de tal manera que en “indeterminación”, al prefijo “in” se le devuelva la vida, es decir, se le haga volver a ser un “no” vivo.  De la misma manera que os he acostumbrado, para rehuir la trampa del infinito filosófico y matemático, a decir que habría que devolver la vida a la negación.  Aquí solemos decir “sinfín”, “no fin”, y tratamos de no conceptualizar, de no encerrar en un nombre lo de “infinito”.


Pues eso es lo que estoy diciendo también respecto a “indeterminación”: negación viva de “determinación”.  Porque la determinación, que para no andar con muchos rodeos identifico con la causa, con la causalidad, parece, como el otro día decíamos, que implicaba esto, que es que cualquier cosa que se haga, ya está hecha.  Esta es la trampa en la que padecéis, en la que os agitáis, nos agitamos, padecemos, todos los días: la trampa del Futuro, la estupidez infame, pero exitosa, de los “hechos futuros”.  Hay que salir de frente a esta trampa sin ninguna contemplación:  no hay “hechos futuros”, o si no, si los hay,( lo cual obliga a aceptar la cadena de la causalidad, de la determinación), entonces literalmente todo lo que se haga ya está hecho, todo lo que se piense que se va a hacer, ya está hecho.  De manera que es en ese sentido como digo que, desde luego, la no determinación, la no aceptación de la causa como una especie de verdad, ni física, ni moral, ni de ningún orden, es una condición sin duda; meramente negativa, pero por la que tenemos que pasar.


Hemos visto a través de los físicos, lo mismo en el viejo Lucrecio haciendo saltar el descubrimiento de la desviación mínima del átomo (mínima: sólo lo que basta para que se pueda decir “ha cambiado”, pero que es imperceptible, azarosa, sin lugar determinado, sin momento determinado), hacerla saltar ya al campo de la Realidad que los campos están explicando, y relacionarla con la voluntad que él dice, “voluntas”, “el libre albedrío”, como solía decirse en la vieja Religión y demás.  Y lo mismo hemos encontrado con la problemática que a la Cuántica le hace introducir la observación, el acto mismo de observación o de medida, introducir al observador dentro de lo observado, produciéndose las contradicciones ilustres sobre las que no voy a volver, pero que hemos visto aquí.


También ahí, una y otra vez, esa entrada, que lleva consigo la aceptación de la indeterminación o incertidumbre, acaba por interpretarse como un “free will”, una voluntad libre, un libre albedrío.  Otra vez la misma equivocación; con diferentes motivos, variantes, pero la misma.  Es decir, que tiene que atribuirse eso de la libertad a alguien.  Esa es la trampa elemental, de la que no estéis muy seguros ninguno de vosotros de que os vais a desprender de un tirón, porque uno no se desprende de un tirón de esta especie de manía o perversión, que es por el contrario costitutiva de la Realidad misma.


La pregunta “libertad, ¿de quién?”, “libre, ¿de quién?”, parece que para la mayoría por lo menos, y no solo de la gente en general, sino de los físicos o filósofos, implica un Sujeto.  Efectivamente, la introducción del observador en lo observado, hace, como hemos visto, que de alguna manera lo observado (fotones, átomos, lo que sea) se vuelva subjetivo, se vuelva “Sujeto”.  Y entonces, ya a él se le atribuya, por una especie de camino de vuelta, la misma libertad o libre albedrío que estamos acostumbrados a atribuirnos a nosotros, las cosas, y especialmente estas cosas que somos los humanos, y que por un patriotismo bastante inevitable, pero igualmente tonto, nos interesan más que ningunas otras cosas, estas cosas humanas.


De manera que ese es el error que quería sacar aquí, el de atribuir necesariamente esa liberación o libertad, ese “libre”, a un sujeto.  Es ya muy secundario que el sujeto tome forma de Dios o tome forma de una especie de Natura con sus entes primordiales (fotones, átomos, lo que sea), o tome otras formas de sujeto cualquiera.  De todas maneras, en ese momento ya se está introduciendo dentro de la Realidad, haciéndola, como decían los filósofos, “objetiva”, a la libertad, precisamente en el momento en que, como decían los mismos, se ha hecho “subjetiva” al atribuírsela a alguien determinado, que es el que está libre.


Quede pues con este repaso la pregunta “¿de quién?” abierta, porque dentro de un rato os pediré que me ayudéis a debatirme con esa pregunta “¿de quién?” respecto a “libre”, respecto a “libertad” o lo que sea.


Bueno, ya sabéis que aquí las cosas no se nos pueden plantear así, después de los descubrimientos con que nos hemos venido encontrando, debatiendo, a lo largo de la tertulia, porque todas esas ideaciones de la Realidad objetiva y subjetiva están sometidas a concepciones ideales que aquí hemos rechazado de plano, empezando por las concepciones de “todo” y de “nada”, y por tanto de “uno”, a las cuales hemos considerado esa cosa especial sobre la que hemos de volver: son los Entes Ideales, irrealizables, pero que sin realizarse de alguna manera ordenan o rigen las cosas corrientes, nosotros entre ellas.  No hay “todo”.


Las posibilidades son (cada día tenemos que volverlo a descubrir) son sin fin; y “sinfín” tiene la negación viva, no quiere decir que sean en número infinito: son sin fin.  Y se distinguen así netamente de las probabilidades, que, como recordáis, es el truco que la defensa, el desarrollo de las ideas de la Realidad, se ha buscado para sutilizar el ideal de “número”, pero de todas formas hacer que la producción de las cosas se ajuste a un cálculo de probabilidades. 


Para mantener la idea de las cosas, ya sabéis, hacen falta cuantificadores, lo uno va con lo otro, y si los números llamados naturales no pueden ser, pues el cálculo de probabilidades puede servir, entre otras cosas.  No hay otra manera de Realidad más que esa: el casamiento de la idea de la cosa con la cuantificación.  Lo uno hace falta para lo otro.  De manera que, siendo de verdad sin fin las posibilidades, estando la Realidad, el conjunto o barullo nunca cerrado de las cosas hundiéndose, perdiéndose en lo sinfín, está claro que ya no podemos plantearnos el problema de la indeterminación y la libertad, “dentro”, y que con ese descubrimiento debería bastar para escapar de esas trampas que acabo de recordaros.  “Verdad” es lo que no se sabe, y el no saber es la libertad, sin entrar aquí en el “de quién”.  El no saber es la libertad, y es la verdad, y esa verdad a nosotros no nos es dado conocerla; nosotros, como las demás cosas, no podemos conocer más que falsificaciones, sustitutos, falsedades.


La verdad, lo sin fin, lo desconocido, es “incompatible con”, “inasequible”, a nosotros, en la medida en que nosotros pertenezcamos a la Realidad, y tengamos por tanto que ser cosas, aunque sean cosas de este tipo tan pretencioso que son las cosas humanas, y los observadores, y los pretendidos sujetos, pero cosas después de todo.  De manera que el reconocimiento, el descubrimiento, de esa continua perdición de la Realidad, con nosotros incluidos, en lo sin fin, lo de verdad, es tal vez lo único que puede curar de esa problemática falsa.


Un breve paréntesis, los problemas de los físicos, lo mismo que también los de los filósofos de otros tiempos y tradicionales, como veis los problemas sirven, los estamos aquí usando, para el descubrimiento de las mentiras, con tal de que nos olvidemos de las soluciones. Cualquier físico incluso, en cuanto se ponga a discurrir sobre cualquier aspecto de la Realidad que sea, no puede menos de venir a destapar por lo menos una punta de la falsificación en que la Realidad está costituída, y es en ese sentido como aquí llevamos mucho tiempo aprovechando esta problemática y el  desarrollo (esta problemática, sobre todo entre los físicos) como una ayuda para el descubrimiento, con tal de que dejemos de lado las soluciones.  Esas no sólo no nos enseñan nada , sino que están para estropearnos lo que con el problema habíamos aprendido; para eso están, en eso consiste eso de las soluciones.  Creo que todos tenéis la impresión que yo tenía desde mi niñez, y que recojo leyendo multitud de diversos libros: la impresión de que “la primera parte era la buena”.  Porque normalmente en el libro la primera parte era la parte en que se dedicaba a derribar las opiniones recibidas antes, y a despertar los problemas, y luego la segunda parte, pues era la de las soluciones que el autor a su vez proponía, y que por tanto no hacían más que estropear lo que hubiera de vivo y de inspirador en la primera parte. Yo creo que sin exagerar puedo confiar en que esta impresión es común para cualesquiera de vosotros que se hayan dedicado a leer cosas diversas, no necesariamente de filosofía, sino de cualquier otro tipo de especulación o Ciencia que sea.  Cierro con esto este paréntesis.


Bueno, respecto a esa cura que es el descubrimiento de lo desconocido, quería pararme un poco, porque también en alguna de las entradas que Caramés me ha pasado con el tino de siempre desde la Red para que pudiera leerlas, me he encontrado con que también lo desconocido, “unknown”, ha venido a ser, para alguno de los físicos, objeto de estudio, y con respecto a ello han desarrollado la noción de (“profable”, en vista de que “provable” ), que quiere decir sometido a “proof”, “sometido a prueba”, es decir, “probable” en el sentido etimológico.  Bueno, pues el término se ha resucitado en su inglés para este propósito.  En vista de que “probable”, “probabilidad”, ha tenido todo ese desarrollo que conocéis, ahora se trataba de aplicar a lo de “unknown”, a lo desconocido,  lo de “probadero” o “no probadero”, para que usemos la lengua vulgar un poco para corregir esto: “probadero” o “no probadero”.  Y entonces era justamente sobre esto sobre lo que quería preguntaros antes de seguir adelante, al mismo tiempo que os pregunto sobre todo lo que os he soltado.  ¿Qué os parece, cual es vuestra reacción  ante esta cuestión de que haya “desconocidos probaderos”  y “desconocidos no probaderos”, y que pueda demostrarse o probarse de alguna manera que tal o cual cosa es desconocida, y que haya casos en que en cambio no pueda probarse o demostrarse que se da tal cosa?


 Prueba de lo desconocido, lo desconocido sometido a prueba.  Todo esto que hace un momento os estaba diciendo según nuestra costumbre que es la verdad, y esa verdad que nos es inasequible, todo eso parece que se puede tomar, (lo mismo que lo de “infinito”, lo mismo que lo de “indeterminado”), se puede tomar a su vez como una noción, y plantear respecto a ella problemas como ese: “desconocidos sometibles a prueba”, “desconocidos probaderos”.  Pues aquí es donde me corto para dejar que como de ordinario corran por ahí voces de otras bocas, que no sólo se refieran a este problema concreto, (pero también), sino a cualquiera cosa de este repaso que os he traído acerca de” libertad” y de “indeterminación” y demás, de manera que espero ya ocurrencias, vengan de donde vengan.  Adelante, adelante, ya. Podéis empezar si queréis por ahí, por lo último, por la cuestión de...... A ver.


-Para empezar, en vez de decir “probadero” se podría decir a la manera más corriente “demostrable” o “deducible”.


-“Deducible” es demasiado.  “Demostrable” se puede decir.


-En el sentido de que dentro de un sistema dado algo es probable o deducible, mejor que “probadero”, que a lo mejor suena un poco raro.


-Suena raro, pero conviene que suene raro, porque en la pretensión de estas reflexiones, desde luego se pretende que hay una cierta novedad.  Ellos pretenden.


-Bueno, en el sentido de que algo pueda ser probable y desconocido al mismo tiempo, pues que pueda haber formulaciones dentro de un sistema que no son contradictorias con el sistema mismo, pero que no son deducibles dentro del sistema.  Lo que no sabría es cómo relacionar eso con el problema de la libertad.


-No, no, no des saltos.  Lo que has dicho es una cosa, y otra cosa es que esa situación a la que has aludido pueda someterse a demostración o prueba, y eso no lo has dicho.  Hay efectivamente, en el sistema, hay cosas que no son contradictorias, pero que como has dicho, no son tampoco necesariamente congruentes, diríamos, dentro del sistema.


-Si, que la formulación no  es contradictoria con el sistema formal en que se genera, pero sin embargo no es deducible dentro del sistema.


-Ya. ¿Y eso? ¿El no ser deducible dentro del sistema responde a la cuestión de lo probadero de lo desconocido, de lo verdadero del desconocimiento?


-Probablemente no, pero es desconocido en el sentido de que el sistema no lo puede generar, mientras que de alguna manera esa formulación se puede de alguna manera ver como no contradictoria dentro del sistema, y sintácticamente bien costruída dentro del sistema.


-Ya.  Cualquiera te diría enseguida que si “dentro” no se puede, que sea “fuera”.  Porque, ¿porqué tenemos que afiliarnos a la condición de que la demostración o congruencia se de dentro de un sistema?  Parece que la pretensión de quienes han caído en estas reflexiones es general, que no parte de ningún “dentro de un sistema”, sino que piensan que puede haber criterios de demostración de que tal suceso, idea, teoría, mundo, es desconocido, incognoscible.  Esa es la cuestión así más en lo general.


-Parece que a lo que va esa distinción es a tratar de saber lo que puede saberse y lo que no, lo que puede saberse con seguridad y lo que no puede saberse si se sabe o si no se sabe.


-Concretamente esto: una seguridad de que algo no puede saberse.  Esa es la       persecución: seguridad de que no puede saberse.  Recordad que alguien malintencionado podía decir que de alguna manera yo estoy cayendo en eso cuando digo “lo sinfín, la verdad, es desconocida, inasequible para nosotros”. No sé cómo os las arreglaréis, si pensaréis que es lo mismo o que no.  Más.


-¿Qué entiende usted por la palabra “verdad”?, ¿qué es la verdad?.  Es decir, si yo digo “ese sofá es verde”, esta proposición puede ser o verdadera o falsa.


-Mentira: es falsa siempre.  Es falso siempre, en la Realidad no cabe nada de eso a lo que se llama verdad.  Es una vieja confusión, lo de la “adaequatio rei”, y no vale, cualquier análisis lo demuestra enseguida.  Excluimos la noción de verdad, pero excluida, sin más, de toda la Realidad, la costitución de las cosas.  Por eso decimos que “verdad”, correspondiendo con tu pregunta, es lo que no se sabe.  De manera que no puedes buscar verdad en otros sitios.


-Entonces quiero saber, ¿es un conjunto de atributos la verdad?’


-No, no, la verdad está fuera, la verdad es lo que no se sabe, es literalmente lo que no se sabe, que es lo mismo que lo sin fin.  Es lo que no se sabe, y eso queda fuera de la Realidad.   Lo que corrientemente se llama “verdad”, confundiéndolo con “Realidad”.....


-Es biunívoco.  La verdad es lo que no se sabe, y todo lo que no se sabe es verdad.


-“Todo” no hace falta decirlo, porque en lo sinfín no hay “todo”.  Basta con decir “perderse en lo que no se sabe”.  La verdad no se sabe.  Desde luego, todo esto lo tienes que entender partiendo de una de las formas más elementales de descubrimiento que aquí nos han sido dadas, que es que la Realidad no es todo lo que hay, y esto ya entra en la cuestión de los límites que estaba anunciada.  La Realidad no es todo lo que hay; la Realidad, las cosas, con nosotros incluidos, tiene una costrucción necesariamente falsa, de las maneras que hemos dicho y sobre las que volveremos dentro de un rato.....


-¿La verdad, es un atributo de la Realidad, o es otra cosa?


-No.  De la Realidad el atributo es la mentira, porque la Realidad es, no por casualidad, sino por esencia, falsa.  No puede sostenerse la Realidad, ni la de uno, ni la de una cosa, ni la de las cosas en general, si no es por medio de la mentira y por medio de la falsificación.  Una de ellas es esa de hacer pasar las correspondencias aprosimativas reales como si fueran verdad.  Esa es una de las maneras elementales de mentir, y con las que nos arreglamos a cada paso.  Si.


-Parece que la Realidad ha hecho que seamos adictos a la verdad, y que todo está construido, nos han vendido, sobre la verdad.  Lo que nos vende la Realidad es que eso es verdad.  Entonces aquí desde luego sabemos que la verdad no se puede saber.  Entonces, esa adicción que se ha hecho a la verdad, ¿no nos hace andar toda nuestra vida diciendo “ya he encontrado la verdad, estoy buscando la verdad”?  Parece que tenemos como una especie de...... no sé cómo explicarlo.


-Si, si, una necesidad de creer; una necesidad de creer y de agarrarnos en algo.  Eso es la costitución defensiva que es inherente a la Realidad.  No sé si te has dado cuenta de que lo que dices se parece a lo que a propósito de la libertad estuve diciendo: la trampa, el error, de que una vez descubierta la “no determinación”, esa inmediatamente se convierte en”libertad de alguien”, de Dios......Es un proceso del mismo tipo.  Estamos condenados a eso.  Es una condena que no es absoluta ni fatal, esa condena a creer en la falsedad, porque sino no estaríamos aquí ya cerca de diez años tratando de librarnos de ella en esta tertulia.  No es absoluta ni fatal, porque la Realidad no es toda, no es un conjunto cerrado, y por tanto cabe descubrir la mentira y “librar-se”, quien sea, por lo menos en parte, de las mentiras; una de ellas esa, la de confundir “Realidad” con “verdad”, meter la verdad dentro de casa, cuando no está.


-En  esta tertulia desde luego, los que llevamos tiempo, que eso de que la verdad no sabemos lo que hay, que pretender buscarla, es una de las cosas más claras que queda aquí.  Pero yo digo: el desconcierto que crea la gente a todo el mundo en general diciendo “no, si la verdad no existe, la verdad no la vas a encontrar”, es como si le quitaras su razón de vida.  Yo no sé si tiene que ver algo con la muerte o algo así.


-La gente se agarra a lo que sea, porque la gente, nosotros, somos cosas, y las cosas se agarran a lo que sea.  Con eso ya estamos volviendo a esto.  Y cuando el creer en las cosas así corrientes que se les venden no les basta, pues se agarran a una teoría, a un Partido Político, a una Fe Religiosa, a cualquier cosa: “cosas”, que siguen siendo  todas ellas “cosas”, igual de falsas que los sillones, solo que peor.  Siguen siendo cosas; el caso es agarrarse a algo, y creer que efectivamente ahí está la verdad.  Esa es la plaga contra la que una tertulia política, si es que hace algo, lo está haciendo: liberarse dentro de lo posible de esa equivocación y creencia.


-Agustín, si defiendes la seguridad de que algo no puede saberse, estamos cometiendo.......


-Eso es justamente lo que pretenden estos, si.


-Pues eso es una falsedad.  Entonces la verdad desde luego no hay seguridad de que no pueda saberse.


-Me aplicas a mí lo que yo le estoy aplicando a estos, es lo que decía. Probablemente haces bien.  A lo mejor alguno me defiende, pero de momento algún motivo tienes. Yo desde luego los estoy criticando, porque.....


-No, pero probablemente al poner el artículo, determinando ya aquello como un concepto al decir “la verdad”, (quería decírselo a esta chica intentando salir en tu defensa, ya que has pedido una cierta defensa) pues claro, da lugar al error.  Posiblemente fuera más interesante, como se dijo muchas veces, que eso de verdad lo único que quiere decir, si quiere decir algo, es descubrir la mentira, con lo cual ahí, pues ¿cómo puede tener uno seguridad o no seguridad?  Simplemente se descubre la mentira, y no pasa absolutamente nada.  Es decir, no se convierte en un concepto positivo, es algo negativo que está luchando contra lo que pretende ser positivo, es decir, como algo cerrado, como diciendo, “,mire usté, me dice que esto es cerrado, pues le digo que no, porque no está cerrado”  Digo yo que será lo mejor. 


-Si, desde luego también todos los días lo decimos: la única verdad que a nosotros nos corresponde y nos toca es descubrir la mentira de las Realidades.  Irla descubriendo, porque nunca se acaba, es una tarea interminable, pero es la única verdad que nos queda, es decir, una negación; una negación de las falsas verdades que se nos imponen cada día, cada momento, en la Realidad.  Eso es lo que me hace decir, (y a lo mejor es una cosa como metafórica o vaga), que la Realidad está hundiéndose “ahora” en lo sinfín, en lo que no se sabe, y proceder otra vez a la demostración: “ahora”, que tiene esta virtud de que antes de que se ha dicho ya no es “ahora”, eso está fuera de la Realidad.  Bueno, a eso llamo verdad, eso que tiene la virtud de que está fuera y que la Realidad está cayendo en ello.  Pero a lo mejor hago mal y me confundo con estos teóricos a los que estoy criticando, que pretenden distinguir “desconocidos demostrables”.  Vosotros veréis.  “Demostrables” .


-Parece que esta distinción entre lo que puede saberse con seguridad y lo que no puede saberse con seguridad, lo que está suponiendo es que se puede saber con seguridad, aunque no lo sepas todo.  Digamos que hay cosas que pueden saberse con seguridad, y hay otras cosas que no.


-Pero, ¿porqué no prolongas un poco tu  frase?  Porque si no.....”Si puede saberse con seguridad que no se sabe”. Porque es de lo que se trata con lo de la demostrabilidad de “desconocido”.


-Hasta dónde se sabe.


-No, “hasta dónde”, no, aquí la cosa es general.  Lo que ellos pretenden es distinguir casos en que se puede saber con seguridad que no se sabe, que es desconocido.  Evidentemente, frente a otros casos (eso ya se desprende), frente a otros casos, que o bien son conocidos (eso sería Realidad), o bien no se puede saber que no se pueda saber, no es demostrable.


-¿No parece que hay una contradicción entre decir “hay una teoría, un suceso, un acontecimiento que se sabe lo que es”, para decir luego que no se sabe?  Pues es una contradicción.  Hay una teoría que no se sabe, que es desconocida.  Es una contradicción.


-No, pero te la pueden presentar como problema, te la pueden hacer pasar como problema.  Te pueden presentar como problema, por ejemplo el que les gusta a ellos: el problema del origen del Universo.  Ahí está el problema: el problema del origen del Universo.  Entonces, procedamos: ¿eso es algo que se puede demostrar que es imposible saberlo, o por el contrario no se puede demostrar que sea imposible saberlo?  Esa es la actitud.


-Entonces llega a hacerse una idea de lo desconocido.  Cuando tú dices que no se puede saber que hay cosas desconocidas, que caen en un sinfín, y tal, entonces es diferente.  Pero ellos cuando plantean estas cosas, están hablando del origen del Universo, de la Materia Negra, de la Antimateria, y que digan “esto no lo podemos medir, esto no lo podemos conocer”.  Nos han hecho una idea de algo.


-No, o una cosa más sutil, como el problema de la superposición de estados en los Cuánticos.  Esto puede presentarse, en vez de como teoría, como problema: ¿es posible que podamos averiguar en qué consiste el estado de superposición de estados que hace que la entidad del fotón dude entre ser uno y dos, o estamos condenados a no estar siquiera seguros de que no podemos averiguarlo?  ¿Podemos estar seguros de que podemos averiguar que eso no puede saberse, o no podemos siquiera averiguar que no puede saberse?  Esa es la cuestión.  Si.


-Esas cosas que antes no había y ahora las hay, y entonces antes se pensaba que estas cosas no existían: un sillón, por ejemplo, antes no había sillones, y ahora los hay y se han convertido en una Realidad.  Mi duda es ¿si algún día conocemos la verdad, esa verdad será una Realidad?


-La verdad es que no sé a qué juegas con los sillones.  Estoy un poco desconcertado, tengo que pensármelo un poco.  No veo qué tiene que ver.


-Pero los móviles, o la televisión por ejemplo, o los aviones, que no existían en el siglo doce.


-¿Pero, y qué tiene que ver con que las cosas existan o dejen de existir....?


-Era desconocido  .Cuando no se había descubierto era desconocido.


-¿A eso llamas “desconocido”?  No, no. Es un poco más serio.  Lo que pretenden estos señores con esa problemática es un poco más serio que eso. Dentro de la Realidad, todas las cosas son necesariamente falsas, porque tienen que defenderse (ahora si tenemos tiempo volveremos sobre lo de las límites) tienen que defenderse, tienen que tratar de ser lo que son, y eso no puede ser.  Pero eso es una falsedad de la Realidad, ahí la cuestión de la verdad no tiene porqué entrar para nada.  Simplemente el reconocimiento de la necesidad de defensa, (que quiere decir necesidad de falsificación que las cosas y nosotros padecen, padecemos), basta para eso, y el que los aviones aparezcan ahora o dejen de aparecer no entra en cuenta, pero para nada, vamos, respecto al problema.  Los sillones, y los aviones, y los caracoles, y las estrellas, y tu persona, y mi persona, son todos reales, y por tanto necesariamente falsos, y no importa para nada ni el sitio ni el momento.


-Desde el momento en que parece ser que la indeterminación de que la Física moderna habla no es producto de lo sofisticado que sea el aparato de observación, sino que parece que es intrínseco a lo observado, se supone que sí se puede hablar de una seguridad en que hay algo que nunca se puede saber.  También en el reino de la Aritmética....


-¿Por ejemplo el principio de incertidumbre?


-Lo que pasa que esa indeterminación en la Física de alguna manera se ha positivizado, y se intenta de alguna manera calcular.


-Eso está ahí desde hace ya un siglo, está ahí en la Física el reconocimiento del principio de incertidumbre: no se puede al mismo tiempo conocer el “momentum” o “ímpetu” de la partícula, y su localización o posición, (eso está ahí desde el principio).  ¿Tú piensas que eso está ya sin más demostrado?


-Hombre, parecería que sí. Depende de la actitud que tú tomes ante esta postura, porque habrá físicos, digo yo, que se nieguen a ver una indeterminación y una incertidumbre que sea de alguna manera “de principio”, y siempre tengan los más optimistas digamos una fe en que de alguna manera siempre se puede aproximar uno a un conocimiento cierto de lo que se observa.


-Si, si, los hay , de unos y de otros, pero el problema es que ahora se plantea el problema de lo desconocido o incognoscible.  ¿Se puede comprobar que ese principio mismo de incertidumbre no podra demostrarse nunca?  ¿Es por tanto indemostrable?.  Es decir, ¿se puede probar que es indemostrable el principio de incertidumbre?  Eso ya es otra cuestión, es saltar a otro plano de astracción.


-Que a mí me parecía que a la Realidad lo que le resulta intolerable es reconocer que algo no va a poder, aunque puede demostrar que no, pero eso me parece a mí que le resulta intolerable a la Realidad, llegar a esa conclusión de que hay algo incognoscible.  Incluso su demostración de algo incognoscible me parece a mí que le resulta intolerable.  Su aspiración es a afinar cada vez un poco más para llegar.  Y entonces, casi prefiere, lo no conocido, como hacer ideal de ello, y traerlo a su retortero para poderlo definir y operar sobre ello.                


-A convertirlo en un tipo de ente, si.  Esa es mi crítica, porque evidentemente, cuando estos plantean la cuestión de la demostrabilidad de lo incognoscible de un problema, de una cuestión, de lo que sea, están dando por supuesto que hay otras que son (con otros problemas, con otras...) que son cognoscibles, al mismo tiempo que hay otras de las que no se podrá saber tal vez nunca si lo son o no lo son.  Esto es ya (es la crítica con que me vuelvo sobre ello) esto es ya meternos dentro de casa otra vez.  Porque entonces evidentemente resulta que aun esta especie de criterios y de demostraciones de incognoscibilidad, como se refieren a unas determinadas cosas, cuestiones, teorías, etc., naturalmente resulta que las tratan ya como hechos de la Realidad: las teorías son “cosas”.  Las cuestiones, las preguntas, mientras están vivas, no, pero todas ellas se prestan, como sabéis, a que se conviertan en cosas, en problemas, en teorías, se positivicen.  Es de lo que nos estamos aquí defendiendo todos los dias, incansablemente.  


Bueno, quiero que pasemos a lo otro.  Tengo que seguir un poco adelante, y vamos a ello. No deja de estar relacionado con todo eso último que ha ido saliendo: el límite, la divisoria, entre “lo que hay” y “lo que existe”.  Una cuestión que yo creo que tenemos que tratar en paralelo con esta otra que es la divisoria entre “lo que es lo que es” y “lo que existe”, dos divisorias.  Algunos que estén aquí de nuevas hoy no han podido coger nada de esto, porque lo he dicho en lenguaje corriente, y las cuestiones astractas no suelen decirse en lenguaje corriente, pero supongo que muchos de los que me acompañáis durante tiempo, habéis entendido lo que son las dos cuestiones: divisoria entre “lo que hay” y “lo que existe”, que es una divisoria distinta de aquella que es la divisoria entre “lo que es lo que es” y “lo que existe”.  ¿Quiere alguno de vosotros, por favor, traducirle esto a lenguaje ligeramente filosófico, astracto, para que se entienda?


-Con lo de “lo que hay” no hay problema, pero con “lo que es lo que es” sí que hay, una definición creo que es necesaria.


-Bueno, no, os pedía a alguno....No es una broma frívola, es un poco de broma, pero no es una broma frívola.  Os pido a cualquiera de los asiduos que cojáis esto que acabo de decir con términos de la lengua corriente, y lo traduzcáis a lenguaje, a jerga semifilosófica, para que parezca que se entiende mejor.  ¿Quién me quiere ayudar en esto?  Es un juego que me acuerdo que Don Julio Camba, un muy buen humorista gallego, en sus tiempos, cuando se quería burlar de los Alemanes, decía eso: que para que entendieran algo, una frase, había que complicársela mucho, porque si no, no la entendían.  Esa es la actitud que está al pie de esta broma.  Venga, intentas, Virginia, tú misma, poner eso en lenguaje .......


-Yo sólo sabría poner lo de que “lo que es lo que es” .  En la terminología esa es lo de la esencia frente a la existencia.  Lo otro, no.


-¿Quién más hace más intentos en esta pequeña broma?


-Los habíamos llamado “Entes Ideales” a “lo que es lo que es”.


-“Entes Ideales”, límites entre Entes Ideales, y.......¿Y?..........Entre la Realidad y las cosas, límites entre Entes Ideales y cosas.  No nos hemos alejado mucho, no nos hemos puesto muy filósofos todavía.  Esto se podría poner mucho más filósofo, y dar la ilusión de que se estaba entendiendo algo muy profundo, pero no lo hago aquí más que justamente para ponerlo en solfa, para que luego volvamos a intentar hablar en la lengua de verdad, que es la corriente.  ¿Qué más, para los límites entre “lo que hay” y “lo que existe”?


-Yo me estaba acordando de una frase que salió aquí, que es que “lo que es lo que hay, es “idea””


-“Lo que es lo que hay, es idea” es de Parménides, es mi versión de Parménides.  En este momento no nos va a ayudar, aunque puede complicarnos útilmente la cosa.  Si, evidentemente, a diferencia de “esencia” y “existencia”, las jergas no han desarrollado algo que corresponda a ese útil cotidiano, vulgar, que es “hay”, que no es verbo ni nada.  Hubo algunas escuelas Alemanas, que yo recuerdo de cuando era muchacho, que habían cogido el término “dasein”, que se parece algo, porque la parte “da” de “dasein”, es un deíctico, lo mismo que nuestro “hay”, en la parte “y”, es un deíctico, una referencia, no al mundo de que se habla, sino al campo en que se habla, que es de lo que se trata cuando se dice “hay”.  Me temo, no me acuerdo, porque eso es ya de mi adolescencia, no me acuerdo hasta qué punto este tipo de filosofías llegaba a grandes descubrimientos en cuanto al sentido de eso del “dasein”.  En general no hay. Bueno, si no se os ocurre más respecto a la elevación a jerga.....Hombre, a mí me gustaría, para completar la broma, pero si no se os ocurre más....


-Habíamos usado el término de “realidad situada” para el “hay”.


-Para el campo en que se habla, si.


-¿Esto correspondería a la parte del “hay”?


-No, no del todo, porque es ya Realidad, y “hay” es “antes que” la Realidad.  Bueno, con esto vamos a lo que es más útil, que es a entenderlo en los términos vulgares: la división, el límite entre “lo que hay” y “lo que existe”.  La división está ya espresada de alguna manera por la propia diferencia de los términos.  Ya sabéis que “hay” es, como acabo de decir, un término de todo uso, y fundamental de la lengua vulgar, mientras que “existe” es un término venido de arriba, impuesto a la gente desde las escuelas, donde se inventó a lo largo del Imperio, y se desarrolló en las Escuelas Medievales, en primer lugar para referirse a Dios, claro, y luego se estendió a lo demás.  De manera que la diferente condición de los dos términos ya es bastante reveladora.


Bueno, aquí “existe”, ya sabéis que lo hemos hecho el verbo que corresponde al sustantivo “Realidad”, y al adjetivo “real”.  Por tanto, no hay una distinción entre “Realidad” y “existencia”, vienen a ser lo mismo.  Todo eso es lo que se contrapone como Realidad, cosas, a “lo que hay”.  Porque (otra vez esta fórmula del descubrimiento) la Realidad no es todo lo que hay.   De manera que evidentemente, “hay” no tiene porqué referirse a realidades, sino que puede también referirse a cosas que no existen.  Teniendo en cuenta (supongo que los que me acompañáis no os engañáis con esto) que eso de las cosas que no existen no quiere decir fantasmas, animas de difuntos, hadas, ogros, sueños, utopías, teorías, porque todo eso existe: todos los sueños y las fantasías existen, lo mismo que las demás cosas, y no se trata de eso.  Estoy diciendo en serio que “hay” puede referirse también a algo que no existe de verdad, que no forma parte de la Realidad.  Por supuesto, eso es lo que hacemos cuando hablamos de lo sinfín en que la Realidad se está hundiendo ahora.  Evidentemente lo hay, no existe: lo hay, eso de lo sinfín, y no existe.  Es lo que antes decíamos, “verdad que no se puede saber”: hay y no existe, no pertenece a la Realidad, no se puede saber.


De la misma manera se puede decir de mí, aunque por desgracia este implemento “hay” carece de una verdadera conjugación de verbo, y no tiene una primera persona.  Pero si la tuviera, se podría decir de mí que “hey”, para hacer la concordancia, que no hay tal cosa.  Y no existo, y sin embargo no existo.  En la medida que soy “yo” y nada más que “yo”, o sea, que soy cualquiera que en un momento dado está hablando, sin distinción ninguna, en esa medida tengo tales condiciones que evidentemente estoy ahí, “hey”, y no existo.  Sólo existo cuando me convierto en Don Agustín García, con mi nombre propio, en un profesor jubilado de cualquier sitio de Madrid o del mundo, etc.   Entonces ya existo, es otra cosa, he pasado a la existencia y demás.


Lo mismo “ahora”, con el que jugamos; “ahora”, que tiene la virtud de que cuando se dice ya no es ahora, sólo “hay”.  Lo hay de tal manera que es que vamos, que no puede dejar de haberlo: “hay”, “no existe”.  Tiene que convertirse en “un ahora”, “el ahora”, “un momento”.  Entonces ya es real, y no tiene problema, entonces ya existe, entra dentro de la existencia; lo mismo que “yo” se convierte en la jerga filosófica o sicoanalítica en “el yo”, con lo cual ya no tiene problema, porque “el yo” es ya un ente real, cosa que “yo” no era ni soy.   Pero “el yo” es ya un ente real, una cosa como otra cualquiera, y no tiene problema ninguno.


Sacad la consecuencia de aquí (que vuelvan sobre) lo de lo “objetivo” y “subjetivo” que a propósito de la libertad hemos estado viendo en la primera parte.  De manera que la distinción creo que está clara, especialmente para los que me venís acompañando mucho tiempo, y se trata de la divisoria.  Evidentemente, esta divisoria no puede ser neta, rectilínea: si seguimos en plan de metáforas, tendría que ser por lo menos rota, quebrada, fluctuante, vaga.  “Vaga”, una divisoria “vaga”.  Supongo que entendéis bien, después de los ejemplos que os he sacao, cómo el paso de lo uno a lo otro tiene que entenderse así. 


Así que os decía que este problema hay que ponerlo en paralelo con el otro, el de la división entre “lo que es lo que es”, y “lo que existe”, “la esencia” y “la existencia”, en jerga filosófica.  Porque ahí en cambio la divisoria parece que es bastante más clara, no tiene por qué tener esa condición de vaguedad.  Ya sabemos que “lo que es, es lo que es”, los Entes Ideales, tienen esta condición de irrealizables, una condición negativa, pero válida: “irrealizables”.  No pueden venir directamente a ser cosas.  No sólo “todo” no puede ser nunca cosa de la Realidad, ni “nada” puede ser nunca cosa de la Realidad, ni “uno” puede ser cosa de la Realidad, sino que también los números naturales, “cinco”, “siete”, “cien”, son irrealizables, son ideales, y también en otro orden, pues los entes de la Geometría, la Euclidiana por ejemplo: nunca en la Realidad puede aparecer de verdad un triángulo, una elipse, pero en cambio en ese reino de “lo que es lo que es”, por supuesto sí están.


De manera que son irrealizables, y esto sería lo que los distinguiría de las cosas.  Que están hechas, por supuesto, que están formadas de ideas, pero al mismo tiempo se ve que esas ideas (porque no puede haber una cosa sin su idea, es decir, sin el significado de la palabra que lo tenga en el idioma que sea) están hechas de idea, de significado, pero parece que están hechas sobre algo que no era real, que se ha hecho real justamente al aplicarle la idea.  Y eso es la diferencia entre “todo”, “nada”, “triángulo”, “cinco”, y cosas como “elefante”, “lagartija”, “planeta” o hasta “átomo”, esa es la diferencia.


Estos están hechos por la aplicación e imposición de la idea sobre algo que no lo era.  Es decir, algo que no era más que de lo que hay, de abajo, pero que ha venido a existir, por la imposición de la idea.  Y entonces la diferencia relativamente clara se puede explicar con la relación de regencia: los entes ideales, “todo”, “nada”, “cinco”, etc., rigen las cosas;  aunque no se realizan, rigen las cosas, las ordenan, sin ellos no podría haber nada de esto que se llama “cosmos”, ordenación de las cosas, ni nada por el estilo, eso es fácil de percibir para cualquiera, sin intervención de los entes ideales, al mismo tiempo que no son cosas, son irrealizables.


Pero volviendo al otro límite, pues ya me diréis, con respecto al límite entre “lo que hay” sin existir, sin ser cosas ni personas ni nada, y “lo que existe”, las cosas, las personas.  Ya me diréis, os voy a dejar que me lo digáis un rato, que nos lo digáis un rato antes de marcharnos, porque si no se nos va haciendo tarde, y no vamos a tener más remedio que cortar.  Que me digáis, respecto al planteamiento, o al doble planteamiento de esto de las divisorias, oscuridades o dificultades que se os ocurren.  O sea, que venga, aprovechemos el poco rato. 


-A mi me sonaba raro en algunos casos decir que Realidad, “la hay”


-Si, suena raro.


-Pero en algunos casos se ve muy claro: por ejemplo, si se lo aplicamos a Dios, pues que no hay Dios, o que no hay Futuro..... Pero en cosas como el televisor o los coches, no parece tan claro decir que no hay televisor o no hay coches.


-Bueno, la negación está cumpliendo su papel.  Hay que tomar los ejemplos con la negación y sin ella.  Desde luego, “no hay Dios” es lo que dice la gente, es la voz del desengaño, del desengaño ateo popular: “no hay Dios”.  Ahora, “hay Dios”, la verdad es que nunca se ha dicho, porque primero se hizo el juego al estilo de lo que él mismo hizo con Moisés en el Éxodo, cuando tomó esta especie de índice griego que es “hé”, donde está (), que también es un deíctico, pero convertido ya en otra cosa, en algo semejante a “ser”.  Le dijo eso, que se traduce siempre mal, pero no hay otra manera de traducirlo más que mal, como “soy el que soy”, colocándose en el plano de los entes ideales.  Y luego ya, avanzando la Teología, pues ya se inventó el verbo existir, y ya se consiguió que sin dejar de ser el que es, al mismo tiempo existiera, como las cosas.  Y respecto a nosotros, con la negación no hay inconveniente ninguno.  Yo el otro día creo que os solté como ejemplo de visión del paraíso, ponerse uno en una esquina de una calle cualquiera de una vieja ciudad bien hecha, quedarse mirando y decir: “¡Que no haiga automóviles!”.  Con eso ya sería el Paraíso sin más.  Siempre se puede decir el “no” a esas cosas. 


Bueno, respecto a los dos límites, el planteamiento, para que lo tengamos más o menos claro si el Señor nos deja resistir hasta dentro de siete días y tenemos que volver sobre ello, vamos antes de marcharnos a asegurarnos de que ese doble planteamiento de límites está lo bastante claro.


-¿Qué doble planteamiento dices?


-Divisoria entre “lo que hay” y “lo que existe”.  Divisoria entre “lo que es lo que es” y “lo que existe”.


-Y queda un tercero, ¿no?, entre “lo que hay” y “lo que es”.


-No hemos puesto más que dos.


-No, pero se puede plantear un tercero entre “lo que hay” y “lo que es lo que es”.


-Desde luego, si lleváis esto, como a mí me suele pasar, con una imaginación topográfica, resulta que los entes ideales están arriba; “lo que hay”, ese maremagno, el sin fin en el que nos estamos perdiendo, está abajo, y las cosas, la existencia, queda en medio.   Entonces, en esa imaginación topográfica quedaría excluída la divisora entre “lo que es lo que es”, y “lo que hay”, pero a lo mejor no es razonable excluirla, o por el contrario al incluirse aclara las otras cuestiones.


-Parece que la diferencia entre “lo que hay” y “lo que existe”, es que lo que existe está ya hecho, aunque nunca del todo, y lo que hay no está hecho, porque se está haciendo ahora, siempre se está haciendo algo.


-No está hecho, no está hecho del todo.  Es una sugerencia útil, sobre todo manteniendo el “del todo”: “nunca está hecho del todo”.  Como si dijeras “gracias a eso lo hay, a pesar de que existe”, como si lo hubiera dicho él “gracias a eso lo hay, a pesar de que existe, gracias a que nunca está hecho del todo”.


-Parece que los dos ejemplos que se están poniendo del reino de las esencias,  o de lo que es, o de los entes ideales, son los entes geométricos y los cuantificadores, los números naturales en concreto.  Desde el momento en que la Geometría parece ser reducible, como se ha demostrado, a la Aritmética, nos podríamos ahorrar los entes geométricos y hablar de los cuantificadores solamente como esos entes ideales.  Dentro de eso lo que habría que ver es hasta qué punto todos los cuantificadores son reducibles a los números naturales, y si los cuantificadores que no son los números naturales en el aparato de las lenguas tienen algo que ver con los entes ideales o no.


-Recuerda que esta segunda cuestión te va a implicar algo de la primera también, porque la pretensión de que la Geometría puede “reducirse a”, se pueda “aritmetizar” en el sentido de los viejos matemáticos, depende de lo que se piense de la extensión de la noción de número, y si, como antes he dicho, el cálculo de probabilidades por ejemplo, o los cálculos infinitesimales, aunque no sean los números naturales, no se salen de la condición ideal regente de los números; depende de la actitud que se adopte.  En todo caso, los primeros que cito siempre son “todo”, “nada”, “uno”.  Son los entes ideales que aparecen de la manera más pura y menos complicada.  ¿Qué más?


-Si, yo quería decir algo: la vaguedad de esa división entre la existencia y lo que hay, puede ser porque de lo que hay es donde pasan las cosas luego a formarse y a existir, y entonces no se puede trazar estrictamente esa línea recta que decías tú.


-  Eso no se puede descontar.  La forma del descubrimiento, tal como nos acompaña hasta ahora, es que “costantemente”  (no “continuamente”, pero “costantemente”) están entrando en la Realidad más y más cosas, por eso no es un conjunto cerrado, por eso es como las asambleas no Democráticas, en las que siempre está entrando y saliendo gente, y por tanto no se pueden contar nunca, ni pueden votar.  Esa condición de conjunto no cerrado tiene la Realidad,, y en efecto, esto está relacionado con la cuestión de “límite”: están entrando, se están incorporando costantemente cosas, ¿de dónde?.  Es decir, por ese proceso que hemos dicho de que a algo que había y que no se sabía lo que era, se le ha aplicado la idea o nombre en un idioma determinado y ha quedado convertido en cosa, en una nueva cosa, en una cosa más.  Más aclaraciones que nos puedan servir.  Si.


-Hay cosas que no existen, y dentro de esas cosas que las hay y no existen, podía haber una doble clasificación al estilo de la de los físicos, que son las que van a existir y las que no van a existir.


-A ver, ejemplo, Joaquín, de cosas que las hay y que no existen.  A ver, por ejemplo.....


-Bueno, yo voy a evocar por así decirlo algunas formas de sentimientos vividos, o algo así, que no tienen traducción a palabras con significado de la lengua.


-¿Qué os parece de eso?: “Algunas formas de sentimientos vividos que no tienen traducción a significados de la lengua”.  


-Eso no son cosas; vamos, digo yo.


-Desde luego, si, eso tienes que corregirlo: llamarlo “cosa” te perjudica a tu sugerencia.  No puedes decir “hay cosas”, conténtate con decir “hay algo”.  Porque si dices “cosas” está ya implicado lo de la existencia, porque aquí cosas las llamamos a las que existen.  De manera que “hay algo que lo hay, pero que no existe, que no es cosas todavía”.  Y en efecto, lo hay, la Realidad no es todo lo que hay.    Hay eso: hay sinfín, hay “yo que no es nadie”.  Si se le menciona, como tú lo has hecho, por necesidades del diálogo, entonces si, entonces ya se ha hecho cosa y ya existe.  Se ha convertido en cosa al mencionarlo, al aplicarle un nombre.  Pero antes de que lo mencionaras, antes de convertirlo en cosa y de que entrara en nuestra Realidad, eso de los sentimientos intraducibles andaría por ahí.  Algo había, algo habría.  Adelante.


-Cuando se dice “la Realidad, no es todo lo que hay”, en realidad se está diciendo “La Realidad, es algo de lo que hay”.


-Si, si, hay desde luego algo que no existe, pero también hay cosas que existen, claro.


-Entonces, la división  no es una cuestión de sí o no, sino una cuestión de grado, cualquier división entre “todo” y “algo”.


-Es un paso: hay algo que no existe, evidentemente hay por todas partes algo que no existe; y luego hay casas, hay familias, hay todo eso, también cosas......


-¿Pero eso está revuelto así, por un afán de revolverse, o es condición sin ecuanon que haya Realidad  para que haya algo que no es Realidad?


-Eso no lo entiendo.


-Pues hijo, está muy claro: ¿es condición sin ecuanon para que haya algo que no sea Realidad, el hecho de que haya Realidad, aunque eso no sea “todo”?


-¿”Es condición para que haya Realidad el que haya algo que no sea Realidad”?  ¿Qué le decís?


-()


-No: ¿”Es necesario que haya algo real, que haya Realidad, para que haya algo que no es Realidad”? ¿Eso era, no?


-Más o menos.  La Realidad, de algún sitio se tiene que sacar; entonces, tiene que haber algo para que haya Realidad.


-Salvo que pienses que la Realidad es todo lo que hay.  Si la Realidad no es todo lo que hay, la cuestión no tiene sentido.  Ahora, si alguien piensa, como nos quieren hacer creer todos los días, que la Realidad es todo lo que hay, por supuesto, no.....


-Pero no es eso lo que le ha dicho: parte de lo que hay, algo de lo que hay.


-He dicho que “hay” se dice de algo que no existe, y “hay” se dice de las cosas que existen.  Se dice “hay algo”, “hay un sinfín”, y se dice “hay casas”, “hay familias”.


-Pues entonces es lo que ese chico te preguntaba de que haberlos haylos, hay televisión y hay meigas, y no será lo mismo el verbo haber aplicado a una cosa que a la otra. O sí, ¿también es un problema semántico, o qué?


-¿Pero qué dices?  No, no, no, el “hay” es el mismo en un caso y en el otro.  Y efectivamente, en todo caso, entre las cosas que hay están las reales.  Entre las cosas que hay, algunas son la existencia, las existentes.


-Si, y entonces lo otro, el haberlo, es porque se escapa de eso, o sea, o se escapa o es condición de complementariedad.


-Si la Realidad es todo lo que hay, repito, no hay cuestión.  Y si la Realidad no es todo lo que hay, la cuestión está contestada.  Así es.  Cuestión de Fe: Si alguien se aferra a la Fe reinante,( la Realidad es todo lo que hay, y no me vengas con cuentos), la cuestión no se plantea, la cuestión de la relación entre lo que hay y no existe con lo que hay y existe.  Y si no se cree, si no se tiene esa Fe, pues la cuestión está contestada; contestada en el sentido del descubrimiento de que costantemente se están fabricando realidades, y se están fabricando, claro, evidentemente a costa de algo que no era real antes de fabricarse.


-De todas maneras, hay una cuestión que siempre los filósofos han sido muy aficionados a hacer la línea divisora, en Heidegger y en todo el mundo, así, interesante, entre lo llamado real respecto a lo existente.  Porque una cosa es lo real, que parece que hace juego.  Lo real, de alguna manera parece que también está () en esa  división, asimilándolo a eso que nosotros llamamos “lo que hay”.


-Vamos a no perder más tiempo. Si hay esa división en algún filósofo, nos importa un bledo, y nos la cargamos.  Ya con la jerga, o la lengua vulgar que usamos aquí, bastante claro os he puesto ya las dos divisorias para entrar ahora en jergas.


-El Judaísmo.es un fenómeno cultural que se ha mantenido a través de los milenios


-Eso es una cosa, si, como las cosas.  A ver.


-  Yo no tengo tan clara la divisoria esta entre las cosas y los ideales.  Por ejemplo, el amor, la justicia, la felicidad, el hombre, ¿son entes ideales, o son cosas?


-Pues en el uso es que son las dos cosas, porque es que se usa alternativamente de las dos maneras, esa es la complicación.  Efectivamente, a veces se usan como ideales, igual que los entes geométricos, la Fe, el Amor, la Libertad misma que hemos dicho, a veces se ascienden a la condición de ideales,  y otras veces no, se usan evidentemente como cosas, y incluso desde que la gente aprendió de las Escuelas el verbo existir, preguntan si el Amor existe, si la Libertad existe, o hasta si la Fe existe, lo cual quiere decir que las están tratando como cosas.


-Y luego está lo de Dios, y hasta lo del Dinero, que se podría plantear en qué lado caen.


-Eso es más complicado, porque es el centro de la Realidad.  La Realidad de las realidades, decimos, es el Dinero, en cuanto que todas las cosas se reducen a él, y él se reduce a todas las cosas.  Esto se parece a lo que la vieja Teología decía de Dios: “la Realidad de las realidades”.  El Dinero es el verdadero heredero de Dios.  Entonces he aquí que se llega a esta situación singular para el Dinero y para Dios, en cuanto considerado de esa manera: que efectivamente, al ser la Realidad de las realidades a la que todas se reducen, él mismo parece que es por un lado un ente ideal, irrealizable, y por otro lado el más realizable de todos los entes ideales, porque se realiza en cualesquiera formas de Realidad o cosas, y yo creo que el Dinero, heredero de Dios en ese contesto específico, es el caso singular que puede poner en tela de juicio ese límite tan neto entre “lo que es lo que es”, y “lo que existe”.  Bueno, no da tiempo a aclararlo más, confío en que se mantenga relativamente vivo el problema, y eso, si el Señor nos -deja vivos volveremos dentro de siete días.