25.08.2014

Tertulia Política número 80 (4 de Julio de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • La relación entre el Dinero y el Alma (el abandono de la Fe en el Capital y en el “yo”)
  • El aprecio del tino, del acierto.
  • La cuestión de libre albedrío.
  • Posibilidades contra probabilidades.

 

  Tertu080-04-07-2007#Tertu080-04-07-2007.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

A propósito de la Medicina, de la Poesía, y de otras maldiciones, estos últimos días hemos estado tratando de percibir, de sentir, la relación entre el Dinero y el Alma, o las Almas, y en eso me parece que es lo primero que debo insistir un poco con vosotros. Es evidente, por estos ejemplos que hemos recorrido, que cuanto más crece la sumisión al Capital, más crece a la vez, del mismo modo, la sumisión al Yo; al Yo, “el que sabe”, “el que rige”, “el creador”.....como queráis llamar a eso: “alma”, “persona”, o con esa sustantivación mortífera, “el yo”.


De manera que ya ha venido apareciendo bastante claro que lo uno va con lo otro: que la sumisión de la salud, la poesía, o cualquier otra cosa que se os pueda ocurrir, al Capital, el someterse, en forma de producto cultural, o sanitario, o cualquier otra forma de producto, a las leyes del Mercado, se acompaña al mismo paso de un aumento de la Fe en la Persona, en el Uno Mismo, en el Yo, o lo que sea.  Esto es lo que quería poner de relieve antes que nada, y que resulte lo bastante revelador.  Porque todavía hay por ahí una vaga y mala tendencia a contraponer lo que se refiere a la intimidad, la personalidad, la creatividad, o cualquier otra puñeta por el estilo, contraponerlo con la formación de Masas, la sumisión por tanto a la ley del Mercado, y todo lo demás que queráis pensar como representante de eso del Capital que acabo de nombrar.  Es contra esa equivocación, esa mala separación, contra lo que estoy hablando y os estoy invitando a hablar.  Por el contrario, lo uno va con lo otro. 
La sumisión al yo, en el caso por ejemplo de eso a lo que se sigue llamando poesía, se manifestaba en actitudes como esas de “se me ha ocurrido a mi”, es decir, “yo he tenido la idea”, el poeta.  Y como “se me ha ocurrido a mí”, ya con eso se vuelve irremediablemente respetable, y casi adorable, y por supuesto con eso se permite el poeta, el creador, quien sea, se permite pasar de cualesquiera otras formas de cuidados, porque en la propia idea, en el hecho de que la idea haya sido propia, haya brotado de mí, se admite como una especie de garantía de que aquello tiene que ser bueno, excelente, incluso” genial”.
Ya habéis oído entre nosotros hablar más de una vez en contra de eso de “el genio”, que viene por tanto muy oportunamente a este respecto en que trato de haceros sentir lo creciente de la sumisión al yo a la par de lo creciente de la sumisión al Capital, al Mercado.  Cuando, empleando la palabra “genio”, (o cualquiera por el estilo, pero equivalente), muestra su Fe en la virtud de que la idea, la ocurrencia, sea propia, personal, de uno, nadie se acuerda de aquello que decía no sé  quién, no me acuerdo ya, hace ya mucho tiempo, revelándose contra esto ya: “el genio es una larga paciencia”.  Y eso, que ya en los tiempos en que lo dijera quien fuera, tenía ya su valor, ahora tiene cada vez más, en el intento de desvirtuar esta sumisión al “yo”, y a las virtudes del “yo”.
Por el contrario y sin embargo, se nos ha aparecido aquí también que tiene sentido, (en poesía y en cualesquiera otras prácticas de la vida), tiene sentido lo de hablar del tino, del acierto.  Hablar del tino o del acierto, así por ejemplo en una formulación, literaria incluso, pero antes en una formulación cualquiera del habla llana, o del canto corriente.  El aprecio del tino, del acierto.  En esto del tino, la virtud del tino, del acierto, es donde tocamos con las cosas que en sesiones pasadas hemos venido diciendo acerca de las musas; las musas, que en las últimas sesiones han encontrado entre nosotros una especie de morada en la necesaria indefinición de los límites entre la Realidad, existencia, y el sinfín verdadero en que la existencia se hunde continuamente.  Tampoco ese límite podía ser un límite preciso, como pretenden ser los límites matemáticos, los límites de la Ciencia Física; tampoco podía ser eso, y ahí habitan, o danzan.  Como presintiendo los números.
No me entretengo más en ello, porque esto ya ha salido, pero “presintiendo los números”, porque evidentemente ese tino o acierto en poesía o en música, o en arte, o en cualquier otra actividad, no puede ser precisamente matemático, no puede consistir en números, pero creo que se puede decir sin mucha desviación que está latiendo por ahí un presentimiento de los números en esa tendencia de exactitud:  el haber dado con la palabra justa, el encuentro de palabras justo, el encuentro de tonos o de ritmos justo, cualquier otra forma de acierto que os estoy presentando ahora como,  a pesar de todo lo dicho, apreciable por encima de muchas otras cosas; presentimiento de los números.
Bueno, pues para eso del acierto, en cualquiera de esas artes o manifestaciones, no voy a decir naturalmente aquí nada positivo, pero si que os voy a proponer lo negativo: para el acierto desde luego lo primero que hace falta es la pérdida de la Fe.  Lo mismo que en política, lo mismo que decimos que esta tertulia está regida por eso, que esta tertulia está, más que regida, “alentada”, por esa posibilidad de la pérdida de la Fe en cualquier cosa que se le presente, y que sólo eso es la manera en que puede haber una política de abajo, del pueblo que no existe, una política contraria a la Política de los Políticos, que pueda acertar a descubrir, y por tanto a destruir, a desmontar, algo de lo que está en el Orden establecido.
Lo mismo en las artes de las musas, en música, en poesía, que en cualquier sitio, la condición para que se produzca eso que, sin definirlo, os he presentado como “acierto”, como “tino”, lo primero, es la pérdida de la Fe. Y no sólo para la música y para la poesía: para la salud.  Porque con los ejemplos que hemos recorrido estos días, lo uno se  nos ha venido a mostrar muy íntimamente relacionado con lo otro.  “Pérdida de la Fe” quiere aquí decir, sobre todo, pérdida de la estúpida y avasalladora creencia de que el Capital (o el Estado, que da lo mismo) puede regir y ordenar, puede de veras regir y ordenar según sus leyes, según sus normas, y puede ya regir y ordenar incluso eso de la salud, y determinar, a través de las voces de los profetas o médicos, o de los tratadistas de dietas y cosas por el estilo, qué es lo que es bueno para tal y cual cosa, qué es lo que es bueno para tal  y cual órgano, y todas las demás cosas de las que venís aquí necesariamente cargados, y con los oídos y las cabezas llenas: esta Fe en que se puede regir lo desconocido, lo que nos queda de eso a lo que torpemente se alude como “cuerpo”, o como “vida”: lo desconocido; de que se le pueda regir.
Un intento de regencia que aquí se nos ha aparecido simplemente como mortífero; eso es la Administración de Muerte.  Y de la misma manera por tanto, creer que uno mismo, “el Yo”, puede regir, ordenar, su vida, su salud, determinar, según algunos principios, que él puede creer que son personales, (aunque por otro lado se pueda demostrar que son los mismos que el Capital y el Estado han desarrollado para esa pretensión de regencia), el creer que uno puede saber de lo que hay de verdad debajo de uno, lo sólo que vale, lo desconocido, lo que hay de verdad por debajo de uno, que evidentemente ya no es uno, y a  lo que torpemente aludimos con todo eso, que uno puede por tanto regir su vida según normas, regir su música según normas, regir su poesía según normas, y cualesquiera otra cosa.  Esa Fe estúpida y avasalladora, reinante por todas partes, es, como digo, también la condición primera de eso del “acierto”, del “tino”, de que de vez en cuando pueda surgir algo bueno: mientras uno crea que las normas del Estado, de la Academia, de la Cultura, en definitiva las del Capital, o que las normas de la persona de uno, sus creencias, su propia Fe en sí mismo, y en su genialidad, pueden determinar lo que se diga, lo que se haga, en cualquiera de esas artes o actividades, no hay nada que hacer, el acierto no va a surgir nunca, el descubrimiento de la mentira de la Realidad, en palabras o de cualquier otra manera, no va a surgir. Ya está ocupado el sitio, lo están ocupando las normas de lo alto, las normas de la Administración y las normas de la Fe en uno mismo.  Está ocupado el sitio, y nada puede surgir
Abandono de esa Fe, aunque no pueda decirse ni esperarse de nosotros nunca que sea un abandono total.  Pero abandono, en la medida que sea, de esa Fe, es desde luego la condición de que las posibilidades de acierto surjan.  En la vida, en la salud, en las artes, en la política esta que nos traemos, en cualquiera otra cosa.  Supongo que esta negación aparece lo bastante clara, a pesar de que no os haya definido, ni pueda de momento deciros, qué es eso del “tino” o del “acierto” en cualquiera de las cosas.  Creo que ésta negativa como condición de lo sólo bueno que se nos puede dar, está bastante clara. 
Bueno, pues nada, recordaros que aquí a lo que venimos, sesión tras sesión y año tras año, es justamente, no a aprender otras normas de sustitución en vez de las del Capital, sino a abandonar la Fe en que el Estado, el Capital, pueden ordenar, y en que uno mismo pueda ordenar.  Reconocer esa ordenación como una Administración de Muerte. Es a lo que venimos; apenas hacía falta recordároslo, sobre todo a los que me acompañáis desde hace ya nosecuanto, más de nueve años y medio, cerca de diez.  Es a lo que venimos, a la pérdida, al abandono de esa Fe.  Una labor política que claro está que nunca se termina, siempre queda mucho; estamos hechos, cada uno y en nuestros conjuntos, estamos hechos sobre esa Fe, sobre esa creencia, y por tanto, si estuviéramos bien hechos del todo, no habría nada que hacer.  Gracias a que no estamos nunca bien hechos del todo. Y por tanto, a pesar de que esa Fe sea costituyente, y personalmente tengamos que seguir creyendo en administración de la salud, en la sanidad organizada, en las reglas de las Academias y de las demás artes por el estilo, a pesar de que tengamos que creer en eso, podemos siempre creérnoslo un poco menos, un abandono, y la labor que aquí nos traemos no es otra que esa.
Iba a este propósito a recordaros, relacionando esta labor que aquí nos traemos, esta contralabor, (que no tiene porqué ser desesperante, el “no” no tiene prisa), poniéndola en relación con las proclamas de cuando al establecerse esta última forma de Régimen, los estudiantes se levantaron en varias partes del mundo, el 65, el 68, y las proclamas que pintaron entonces por las paredes muchos de ellos, de las cuales me acuerdo yo, siendo tan viejo como soy, y algunos de los que sean un poco menos viejos que yo también se acordarán.
Pero antes de pasar a eso que se me venía ahora a las mientes, me voy a parar para que respecto a lo que os he soltado, que tal vez ha sido un poco rápido, podáis a vuestra vez soltarme lo que se os ocurra, venga de donde venga.  No siempre va a venir de un mar sin fin de lo desconocido, podrá venir también de resistencias de la persona y de sus ideas y de su Fe.  Pero venga de donde venga, siempre será bienvenido, así que vamos un rato a ello, y luego ya si hay tiempo volveremos con lo otro.


-Yo tengo sospecha de que esto viene de resistencia de la persona, lo que voy a soltar ahora: Yo esto del tino, de la larga paciencia, del acierto, curioseando, metiendo la nariz en cuestiones de lenguaje, descubriendo que la poesía es un caso de lenguaje, en fin, metiendo la nariz donde no me llaman, me he encontrado con afirmaciones del tipo de que esto se adquiere, la destreza de los ritmos, de los aciertos, a fuerza de conciencia y voluntad, a fuerza de ejercicio, y estoy con eso bastante liosa, porque el tema para mí es conflictivo, y además padezco de prisa en este momento.  Que además es algo relacionado con el ocio, la falta de qué hacer, o sea, no estar atrapado por las propias ideas que lo encierran a uno en la obediencia y en la sumisión a lo que está mandado, y hacer lo que ya esta hecho y lo que Dios manda, pero que hay una íntima relación con el ocio, que le está impedido a la mayoría de los mortales.  Y entonces, viendo que esos automatismos que aparecen en ciertas producciones se adquieren a base de conciencia y voluntad, para que luego se den esos aciertos, pues me parece muy contradictorio, como que .....


AGC-Es más complicado esto primero.  Voy con lo segundo, que es demasiado evidente. Efectivamente, el hecho de la condena al Trabajo de la gran mayoría de las gentes, es algo que está muy en contra de esa disponibilidad para que pase cualquier cosa, y especialmente para que pase lo que menos se espera, y que de donde menos se espera salte la liebre, que es algo de lo que tiene que ver con lo del tino que he dicho: “que donde menos se espera, salta la liebre”. Una condena al Futuro, ni que decir tiene, por supuesto.  Tal vez debía haber sacado eso antes que nada, como una muestra de lo más general: que evidentemente, la sumisión a la Fe en el Capital, en la Muerte y Fin de uno mismo, eso toma muchas veces la forma de la condena al Trabajo; la forma de la condena al Trabajo para nada, la ocupación constante, es decir, que es simplemente el imperio del Futuro; y eso, de una manera más general, aparte de las implicaciones más particulares de las artes, la música y la poesía, os lo encontráis por todas partes, por supuesto.   Pero no olvidéis que no hay ninguna condena al Trabajo sin Fe, y que el Capital necesita Fe, y que sin Fe no hay condena al Trabajo, y que para que haya condena al Trabajo hay que creer al mismo tiempo en que el Capital te puede dar algo bueno, pagar, “comprar tu fuerza de vida”, con la formulación de Marx.  Y al mismo tiempo, creer que tú puedes venderla, es decir, que te puedes hacer una vida, encontrar un puesto, crear una Familia, todo lo demás. Lo que hemos dicho de la necesaria cohesión entre la Fe en el Capital y la Fe en Uno Mismo. Esto es algo que yo debería haber sacado más ampliamente, y que tú has hecho bien en sacar.


En cuanto a la contradicción respecto al aprendizaje de las artes, (poesía, música y lo demás), de la manera que sabéis que se aprenden, que es empezando por sometimiento maquinal, cosciente, muchas veces largo, a ciertas normas, más o menos escolares, más o menos tradicionales, dependiendo de cómo los pueblos hayan desarrollado unas artes tradicionales o estén más o menos sometidos a la Escuela, todo esto merece la pena detenerse en ello un momento.
Desde luego, en lo que se refiere a la poesía, lo tremendo es que ahí eso parece que ni se nota; ese aprendizaje, en lo que hoy se llama “poesía”, ni se nota.  Los músicos tienen que seguirse ateniendo, pero los poetas, los pintores, tampoco, ¿tienen que practicar mucho de ese trabajo previo y maquinal?.   Es de dudar, es de dudar.  Pero bueno, aparte de eso,  yo en mi práctica con eso de los versos, soy un caso de “a contratiempo” notable, porque me dedico a hacer lo que nadie hace en este mundo, que es no sólo ejercitarme e invitar a ejercitarse en las formas del ritmo al estilo tradicional, endecasílabos, etc., sino fabricar nuevas formas más esclavizadoras todavía, con el uso de versos inusuales y sacados algunas veces de los antiguos, otras de la rítmica popular, y entonces esto efectivamente, pues parece que es, como bien lo has dicho, contradictorio con lo que he estado diciendo acerca del acierto. Desde luego, por empezar con este caso estremo de mi propia práctica, hay que decir naturalmente que yo no establezco ninguna relación entre la habilidad aprendida para los ritmos, silabeos y demás medidas, con eso del acierto y el ritmo.  Lo del acierto y el ritmo, creo que habéis entendido bien, se refiere a otra cosa, se refiere a destellos de descubrimientos de la falsedad de la Realidad.
¿Entonces, qué diablo viene a hacer todo este aparataje de los versos y los metros y todas esas cosas? Pues yo creo que se hace para “distraer” al poeta, es decir, para que no se acuerde demasiado de sí mismo.  Y esto es una virtud que en poesía o en música no se puede negar que la tienen estas artes, el desarrollo de estos automatismos de los ritmos y de las medidas.  A mí desde luego, es algo que me ha servido, (y agradezco a las musas que no me hayan desanimado de ello nunca), para quitarme de en medio: tener que jugar con ese rigor con sílabas, con pies, y con ordenaciones de una cosa y de otra, es algo que tiene tal encanto, aunque sea superficial, y tal poder, que efectivamente no le deja a uno mucho lugar para creer en su genialidad personal, por lo menos mientras está dedicándose a ello.  Pero no es más que para eso: una labor negativa.  Y esto que digo, lo diré respecto a cualesquiera otras técnicas, como las que persisten sobre todo en música: no se va a poner en ellas el posible acierto, el posible descubrimiento, pero desde luego cumplen una labor más doméstica, pero también muy útil: pueden distraer de sí mismo al músico, al creador.


Ya sé que no lo consiguen del todo, porque ahí viene el imperio del Capital, y todo eso se toma (“virtuosismo”, “no virtuosismo”, y cosas por el estilo), se toma como algo comprable y vendible, y por tanto ya vuelve a ser una presea de la propia persona, del músico, o del ejecutor, o de quien sea; pero bueno, por ahí iba. No olvidéis que esto del aprendizaje de las técnicas que Mercedes ha sacado, quiere decir exactamente esto: es decir, lo que ella ha sugerido: fabricación en uno mismo de automatismos, fundados en los primarios, que son los de la lengua, es decir, pasar por una fase trabajosa, en la que hay que aprender a bailar y contar los pasos, en que hay que aprender las escalas y aprender cómo medir los compases, en que hay que saber los esquemas de los versos y cómo se pueden romper o no romper, hasta que se hagan automáticamente, como se habla, con un automatismo semejante al primero, que es el de la lengua, que está destinada justamente a eso, a dejar que en la subcosciencia se fabriquen, se establezcan, esos mecanismos, que luego hacen que los pies bailen solos, que las sílabas se ordenen solas, en versos, y cosas por el estilo.  Esa es la condición.  Pero bueno, eso no son más que condiciones para el acierto.  En resumen, que no hay mucha contradicción, porque      la condición primera es el abandono de la Fe en la ordenación de la vida o de las artes desde lo alto y desde uno mismo, y hasta estas técnicas ocasionalmente pueden servir para el abandono; no lo cumplen muchas veces, pero pueden servir para favorecer ese abandono que he puesto como condición de que “donde menos se espera salta la liebre”. Adelante.


-Creo que era lo mismo, más o menos: si no era una condición del arte la de sujetarse a unas normas, pero las normas del arte, que eran las que posibilitan que se den esos aciertos, por medio del olvido de uno mismo, como decías, que entonces es justamente lo contrario de lo que se pretende con eso de que todo vale con tal de que sea yo el que me lo haya inventado.  Vamos, que es lo mismo que habéis dicho.


AGC-Supongo que esto lo habéis entendido bien.  Yo creo que recordáis conmigo la fabulilla de Iriarte:  “cerca de unos prados que hay en mi lugar pasaba un borrico, por casualidad.  Una flauta en ellos halló, que un zagal se dejó olvidada, por casualidad.  Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido, por casualidad.  Oh!, dijo el borrico, qué bien se tocar! ¡Y aún dirán que es mala la música asnal!  En reglas del arte, borriquitos hay, que una vez aciertan, por casualidad.” Pues conviene que la repasemos un poco, porque  hay también, hasta ahí, malas e insuficientes interpretaciones.   Efectivamente, eso que llamo “tino” o “acierto”, se puede dar incluso sin las condiciones de que hemos estado hablando de la Escuela y todo eso. Iriarte dice “sin normas del arte”, que después de todo Iriarte era respetuoso: “sin normas del arte”. Puede darse.  Lo más grave es que puedan darse también con las normas, e incluso que las normas, las propiamente del arte, puedan favorecer, y no impedir, las posibilidades de que suene la flauta por casualidad.  A pesar de todo, siempre “por casualidad”, aunque sea ya dentro de las normas del arte, y todo por el estilo. 


Lo malo está en lo que, muy injustamente, Iriarte le atribuye al pobre burro, pero que podría atribuírsele al músico o poeta de una manera humana, de una manera mucho más clara: la admiración, lo que antes he dicho: “se me ha ocurrido a mí”, por tanto, bueno, “genial”, y que ya el resoplido ese casual se convierta efectivamente en una propiedad privada del artista, del creador, que naturalmente con eso mismo pierde ya todo lo que podía tener de descubrimiento, de tino, y entra al servicio del Orden, porque lo uno va con lo otro: servicio a la Persona de uno es servicio al Orden, al Capital, por tanto no hay descubrimiento de la falsedad de la Realidad, se ha estropeado ese posible acierto, que sonara la flauta por casualidad.  No sé si esto estará lo bastante claro; de todas formas si es preciso recojo alguna ocurrencia o dificultad que pueda haber.  Si.


-Agustín,  como es tu costumbre, nos lo pones muy crudo, como siempre, nos metes en un callejón sin salida, porque ese abandono de la Fe como vía posible, luego nos dices que ese abandono de la Fe siempre está sujeto a un “no”, o que siempre se tarda mucho, o no llega nunca, ese abandono de la Fe.  Luego después entras a profundizar más todavía, porque ese abandono de la Fe inclusive lo planteas como un abandono del “yo”, del uno mismo, de esa individualidad.  Incluso en algún momento dado has mascullado un poco la posibilidad de la muerte en “el yo”, o de la muerte del uno mismo.


AGC-Eso no me lo habrás oído decir nunca, porque ya sabes que la muerte es costitutiva del “yo”.


- Y al final, pues la única salida que nos ofreces, es como la del borrico, que a lo mejor suene la flauta por casualidad.


AGC-No, lo que puedo haberos dicho es lo que tú has más o menos repetido, equivocándote sólo en eso último de la muerte.  Trato de deciros lo que todos, en cuanto os dejéis, pensáis.  Las cosas como son, así es como son las cosas, así de simples, así de complicadas, y todo lo demás.  Nada más, no hay porqué sacar de ahí ninguna especie de resumen o conclusión.  Se trata de descubrir cómo andan las cosas, cómo son.


-Porque yo recuerdo que en otra tertulia planteaste un poco la posibilidad de ese abandono del yo por un lado...


AGC-Bueno, aquí he hablado literalmente de “abandono de la Fe”, en el Capital y en “el Yo”.


-Pero hubo una tertulia en la que planteabas como esos dos caminos: por un lado esa posibilidad de un acabar con el yo, y luego enfrentabas a una idea que era como el de la extrañeza de la Realidad, y inclusive decías que la primera vía, que tenía que ver con el uno mismo, o con el yo, o con la extrañeza de sí mismo, que era complicada, era difícil, era un camino peligroso, inclusive.


AGC-“Espinosa”. Lo sacaba sobre todo para animar hacia la otra vía.  La otra vía es perderse en el cielo de la noche estrellada.  Quiero decir, hacia fuera.  Todavía, a este propósito, por medio de las entradas en la Red, sobre todo que Caramés, con el tino que le es habitual, me sigue trasmitiendo, veo que la cuestión del libre albedrío (“free will”), sigue, entre los físicos, dando mucha guerra, y con mucha discusión por parte de unos y de otros.  Me encuentro en una de las últimas entradas uno que trata de salvar, (a pesar de que parezca que la Ciencia tiene que ser determinística, porque necesita la causa), trata de salvar eso del libre albedrío, y entonces propone este procedimiento.  Según ya os dije los días pasados, lo que se les ha hecho bastante aparente a muchos físicos, es la correspondencia de la subjetividad en la objetividad con la objetividad en la subjetividad: que una vez que el observador tiene que entrar en lo observado, evidentemente lo observado no puede por menos de adquirir algunos caracteres del observador, lo uno va con lo otro. Parte del yo, el observador. Este, como en general los científicos, es fiel a la idea antropocéntrica: se parte siempre de que “el observador” quiere decir “un tipo” (o “una tipa”, vamos, porque no se distingue), y que por tanto veis que parte de admitir una moderada posibilidad de libre albedrío para el esperimentador.  Es decir, que puede ordenar las fases de su esperimento, (que puede ser un abanico de ellas), las puede ordenar sin estar predeterminado por toda la Historia anterior del Universo.  Y entonces esto me lleva, dice él, a atribuirle a las partículas subatómicas  la misma proporción o moderada proporción de libre albedrío en cuanto a su comportamiento, (y hasta ahí la cosa funciona).


Pero las dos vías que sacabas es justamente decir “bueno, ¿y si damos la vuelta, y, dejándonos  perder en el cielo estrellado, y asomarnos sin poder asomarnos de verdad a lo sinfín, es ahí donde descubrimos la necesaria indefinición, indeterminación, y sólo desde ahí, en el sentido contrario, podemos venir a dar con la nuestra de cada uno, la indefinición de cada uno, justamente en el sentido inverso?”.  No tenía más sentido que ese: efectivamente, el que se pone, al estilo de los ascetas o místicos, a luchar contra su propio yo, la verdad es que lo tiene demasiado crudo, así, por vía directa.  En cambio, lo del abandono por el descubrimiento de lo sinfín pueda, que evidentemente tiene que venir adentro también, tal vez otra vía, bueno, por lo menos alternativamente puede usarse, si es que ()con la bastante claridad.


Bueno, pues en relación con ello voy a seguir un poco, como os había prometido, porque me viene a las mientes lo de las proclamas de los estudiantes despertando por un momento en el trance en que se estaba istalando la actual forma de Poder que padecemos, el Régimen del Bienestar, por todas las partes del mundo.  Bueno, pues ahí, como en todo lo demás, encuentro, recordando un poco (no he tenido tiempo de hacer un recordatorio más estenso, ya me ayudaréis), recordando un poco aquellas proclamas sobre las paredes.  Tened en cuenta que había de lo uno y de lo otro: hay algunas, como aquella de “seamos realistas, pidamos lo imposible”, esa es muy útil.  No me acuerdo si era  “demandons” o “faisons”, no me acuerdo.   Bueno, “pidamos” desde luego sería poco oportuno, pero es lo mismo: “seamos realistas, pidamos, o hagamos, lo imposible”. Esta es una cosa que sigue pudiendo valer como acierto, descubridora.  Naturalmente, como todos lo percibís, por medio de la ironía, la ironía a la que se somete al mismo tiempo el término “realista”, y el término “imposible”.  Es como una risa bastante afinada respecto a esos términos, y en ese sentido puede valer como un descubrimiento.  Pero en cambio, acordándome de otro, no lo presentaría nunca como un acierto: aquel que decía “la imaginación al Poder”.  Este es el error que tiene que ver con lo que hoy estamos tratando, porque evidentemente la imaginación al Poder, ya sabéis lo que da de sí.  Hombre, alguno la percibe más inmediatamente cuando en las formas de lucha política más viejas, comunistas y demás, se trataba...(bueno, más viejas, pero que duraban, en (los momentos del) sesenta y tantos del siglo pasado, duraban toda la vida, al mismo tiempo que se producía este descubrimiento de algunas manadas de estudiantes) cuando se trataba de “tomar el Poder el proletariado, los empleados, los sometidos, tomar el Poder, y los de tal Partido Revolucionario, tomar el Poder, los revolucionarios, tomar el Poder”. Esto regía mucho.  Una Historia tan larga y tan triste que no hace falta insistir en ello: ya se sabe que cuando sea lo que sea toma el Poder, pues el Poder es el que puede, no cabe duda.  El Poder es el que puede, y todo lo demás se ha convertido en un alimento más para el mantenimiento del Poder.  Es lo mismo que con la estupidez también ya larga de la lucha feminista: también se trata de tomar el Poder, como si se pudiera aspirar a tomar el Poder, (esta creación de los hombres, “machos”, los dominadores desde el comienzo de la Historia), se pudiera aspirar a tomar el Poder para convertirlo en otra cosa.  El Poder es el Poder, Dios es Dios.  ¿Qué coños es eso de venir a jugar y a intentar  tomar el Poder, que no puede ser más que el Poder, y ser lo que es?  Eso es el camino claramente equivocado, desconcertado de todas, todas. 


Y bueno, “la imaginación al Poder” cae también en eso.  Porque después de todo, la imaginación no puede menos de tomarse como si fuera imaginación de uno o de algunos, es decir, de personas, que naturalmente intentan que el Poder se convierta en algo distinto, en un Poder bueno, por el hecho de haber incorporado eso que se llama “imaginación”, o “fantasía”, o algo por el estilo.  Esto es igualmente insensato; os digo que esa forma de la proclama no la puedo ver como un acierto, como un tino. Estoy hablando en contra de cualesquiera formas de Utopía, de otras realidades, de una Realidad mejor, que implicaría esta estupidez sangrienta de “un Poder bueno”, “un Dios bueno”.  Estoy hablando en contra de todo eso, en contra por tanto de los sueños, todo lo personales que se quiera, pero siempre demasiado reales, siempre llenos de Realidad, cargados de Realidad.  Estoy hablando contra todo eso.


Como no quedará mucho tiempo, me voy a parar otra vez para que me deis vuestros pareceres respecto a esas proclamas y lo que os he soltado, y cualesquiera otras que en un momento dado se os puedan venir a las mientes, y que podamos estudiar ahora por un momento.  De manera que adelante, aprovechemos el rato que nos queda.


-A mí me gustaría hacer una referencia con todo lo que has desarrollado.  Que en principio, parece que de lo que se trata es de burlar el Poder, una especie de arte o estrategia de birli-birloque.  Encontrar el acierto es algo así como que de alguna manera, aunque no ha sido nombrado el término, podríamos pensar también en el poder de la gracia, no tanto en la gracia del Poder como en el poder de la gracia. El acierto, que viene de fuera, que nadie sabe cuando viene de fuera, cuando menos lo esperas,¿ tendría algo que ver con una donación graciosa? 


AGC-Una donación es una donación al que la recibe, y por tanto ya no tiene gracia.  En gracia () tomado sin esa condición de la donación y del recipiente de la gracia. Se toma mejor en relación con eso que he venido diciendo de las musas como presentidoras de los números, y que andan por ahí abajo en los límites necesariamente indecisos entre la Realidad y lo que anda por abajo.


No olvidéis a este propósito lo que el otro día estuvimos insistiendo:  La Realidad, no sólo es que esté hundiéndose en lo sinfín, en la verdad, sino que está “penetrada por”, (porque no tiene un límite como hemos visto preciso, cerrado), está penetrada por posibilidades de todo tipo; está presa por todas las pretensiones del Poder, de Dios, de la persona de uno; está penetrada por posibilidades sin fin, y son esas las que encuentran su vía cuando se les da esta condición negativa: no creer en que es el Señor, o uno mismo, el que rige la salud, la vida, las artes. No creer: entonces puede suceder que algo, algún golpe de salud, de gracia, como dices, de acierto, de tino, en las artes pueda aparecer.   


La técnica, mortífera, es que las posibilidades sin fin se convierten, (el Capital, el Estado, la Ciencia a su servicio, las convierte), en estocástica, en calculo de probabilidades.  Y hay que darse bien cuenta de esto: que en contra de los que practican, y aplican a la Física cálculo de probabilidades, la aplican a la Realidad, uno se da cuenta de que las probabilidades están en verdad abandonadas a lo que pase, a la eventualidad, a lo que pase; y por tanto, si se tomaran así, desnudamente, a la Ciencia no le servirían para nada, porque entonces” lo que pase” seguiría siendo cualquier cosa, lo inesperado. Por eso, lo que hace la Ciencia es tomar esa eventualidad como si fuera una Realidad, y el cálculo de probabilidades es ya una forma de “Realidad calculable”, que es ya una Realidad.  El hecho de que esa eventualidad abierta, “lo que pase”, se convierta en algo calculable, lo hace ya sin más entrar en la Realidad.  Desde ese momento entramos en el tiempo real y falso, que tiene Futuro, y por tanto Pasado y Presente, y estamos ya dentro de la Realidad.  No sé si sobre esto habrá que volver a insistir, porque siempre se equivoca uno demasiado, pero es así: hay un sentido común mio que dice “pero bueno, eso dependerá de lo que pase; es decir, por ejemplo dependerá de cual sea el resultado del esperimento que usted haga, y entregado a la eventualidad, a lo que por tanto no se sabe”. El truco consiste en convertir eso en algo calculable por el procedimiento que sea, cualquier forma de estocástica.  Y hacerlo algo calculable quiere decir haberlo convertido en Realidad, haberlo hecho Futuro, es decir, tiempo real, tiempo de ese que se sabe, y que es al que se refiere lo de la Administración de Muerte. ¿Qué más se os había ocurrido?


-A mi se me ocurre que la forma que más impide luchar contra la Fe es precisamente que tomamos como el opuesto, como varios opuestos, como varias posiciones opuestas; por ejemplo a lo de la Paz tomamos la violencia, como si la violencia viniera del Poder y los demás tuvieran otras formas de lucha contra el Poder, que no solamente la violencia armada, o la lucha armada, sino que serían otras formas también, pero que en definitiva que lo que todas ellas hacían era reafirmar la posición del Poder.  Yo siempre he estado contra la lucha armada. Sin embargo nunca me he atrevido a condenarla, porque siempre me parecía que había situaciones tan límite que es muy difícil en esas situaciones concretas condenar la violencia armada, contra un Régimen Nazi o contra el Franquismo... Pero sin embargo tampoco me convencía de que eso era una forma de luchar contra el Poder.  Incluso contra ese Poder concreto.  Todo esto es muy complejo, porque si se dan otras alternativas, volvemos otra vez a las mismas.


AGC-La verdad es que me acompañas, Jaime, desde hace tantos años, que puede incluso que incluso por los años que he evocado, el sesenta y cinco y siguientes, ya estuviéramos discutiendo en alguna ocasión justamente este problema.  Porque así de viejo y persistente es.  Para ser breve, tengo que decirlo así: a mi, si alguien me mete una ostia, o a un vecino le mete una ostia, con eso ni tengo qué decir, ni nada; me puede doler, le puede doler al otro, gustarme, no gustarme...Pero si ya uno se plantea la posibilidad de aplicar ostias a determinados vecinos para conseguir tales o cuales fines, entonces digo: “ ah, eso ya es otra cosa amigo”.  Ahí tenemos ostias futuras, y si tenemos ostias futuras, entonces estamos metiendo la pata.  De manera que tú déjalo en paz: si te pican mucho y tienes que rascarte violentamente, pues yo no tengo que decirte nada, ya te rascarás si es que no lo puedes evitar.  Si le tienes que pegar una ostia al que sea para quitártelo de delante, pues ya lo harás, y no tengo nada que decirte.  Ahora no vamos aquí a sacar una especie de código moral de los pecados, que se vea los que se pueden perdonar y los que no.  Ahora, si se trata de tomar posición respecto al Futuro, respecto a eso, a las violencias que no se han dado, pero que puedan darse...Nada de eso: contra la Paz y contra la Guerra, contra la Violencia y el Pacifismo, no hay más que la pérdida de la Fe.  La pérdida de la Fe en el sentido que hemos estado viendo.


Pasa con esto de la violencia futura lo que he dicho antes respecto a la conversión de las posibilidades en  “posibilidades calculables”, que la reducen.....Puede suceder incluso que una ostia bien dada sea como el resoplido del asno: “por casualidad”. Puede ser que una ostia bien dada acierte, pero que ostias calculadas de antemano puedan admitirse como medio, eso no, eso de ninguna manera, eso es ya otra cosa enteramente distinta.  Bueno, ¿qué más por ahí?


-Volviendo a lo de las musas, a lo de las normas.  Que no sé si tiene que ver lo de las normas del arte, (no las del Capital impuestas sobre el arte.  Creo que se puede distinguir eso, ¿no?: las normas del propio arte....)  Si eso tiene que ver con eso del presentimiento de los números, o como que en el territorio de las musas hay unos prenúmeros que implican una medida de lo que se hace. ¿ Y qué tiene que ver eso de los prenúmeros con que las musas estén situadas en una istancia intermedia entre lo sinfín, donde a lo mejor no hay nada de números, y la Realidad, donde ya hay números bien claros?


AGC-Bueno, lo primero donde más claro se ve es en la danza, por supuesto; es como lo primero que las musas hacen cuando uno quiere pensar en ellas: danzar.  Evidentemente, en eso, en esa especie de fenómeno de la danza, se está revelando algo de la condición esa de “presentimiento de los números, que sin embargo no son números”.  ¿Entonces a nosotros qué nos pasa?: nosotros somos entes reales, una clase de cosas que somos los hombres, y nosotros no sabemos danzar.  No sabemos danzar, pero en cambio somos capaces de, dentro de uno, y por fuera, percibir el encanto que pueda haber, la acción que pueda haber, en eso de danzar. Y entonces, bueno, procedemos a aprender: trabajosamente, nos valemos del subcosciente que la lengua ha establecido, y entonces, pues aprendemos los pasos, contamos los pasos, nos ejercitamos una y otra vez, y acabamos imitando más o menos aquello que se nos ha hecho sospechar que las musas, o sea, lo que está entre lo desconocido y nosotros, sabían hacer. Eso es más o menos.  Comprendo que la cosa nunca pueda estar muy clara.  Ni siquiera se yo muy bien si hago bien en utilizar algunos nombres como esos, pero yo creo que así es como son las cosas más o menos.


-Otra cosa: en lo del espacio intermedio entre lo sinfín y la Realidad, es que se puede entender por dos lados: se puede entender como que eso es un apoyo necesario sobre el que sustenta la Realidad, y también como que es el sitio por el que la Realidad se deshace.  O sea, como costitutivo y como......


AGC-Bueno, ya el otro día recuerdas que os previne que no entendierais esto de una manera “espacial” o “lógica”.  Es decir, que se trata de “un límite espacial entre la Realidad y aquello en que la Realidad cae”, o que se trata de “una diferencia lógica entre lo que es real y lo que no es real”, sino que lo entendáis de las dos maneras juntas, es decir, como un sitio donde “límite espacial” y “límite lógico” se confunden el uno con el otro.  Y entonces, no hay porqué interpretarlo de ninguna de tus maneras; simplemente se desprende la presencia de eso del hecho mismo de que es imposible que haya un límite, físico o lógico, preciso, entre la Realidad y aquello en lo que la Realidad se pierde.  El hecho mismo de que hayamos tenido que decir hace ya tiempo, cuando os presentaba el año pasado el descubrimiento, que la caída, la perdición, de las cosas, de nosotros, en lo sinfín, es continua “(continuo”, que es algo que no cabe, como lo de “sinfín” , en la Realidad), mientras que el establecimiento de más y más cosas, que es nuestra defensa, es solamente “constante”, tiene que hacerse por momentos.  Y desde luego, el que no se pueda establecer entre la continuidad y esa constancia en la defensa un límite preciso, es lo que establece necesariamente “presencia” de algo intermedio, como “musas”, o lo que sea.


-Que digo que respecto a esto que plantea Virginia, desde luego una de las danzas más primitivas es la danza (Katá) esa india,   donde está absolutamente ligado el contar los pasos y los números de los pasos, con contar el cuento.  Es decir, ahí lo de contar números y contar cuentos es indivisible de tal manera que no se daría en ningún caso danza si no  fuera para contar algo, algo que por supuesto es mítico, o de la Realidad, y nunca sería un bailar por bailar a secas, sino que es algo que se cuenta.


AGC-Si, en todas las Culturas ha habido el desarrollo de híbridos entre las varias artes.  No olvidéis que lo que nosotros llamábamos “teatro”, en su invención, en el siglo quinto, en Grecia, era un híbrido también entre la danza de coro juntamente con el canto y el desarrollo dramático, las tres cosas por lo menos,( el diálogo dramático, el canto y la danza del coro), donde se trataba de establecer alguna relación más o menos acertadamente entre esas virtudes de la danza misma, y las virtudes de la poesía más o menos mítica, más o menos teológica, y las pasiones presentadas en forma de acción y de diálogo encima de la escena . Pero bueno, para entender las cosas, más vale acudir, como he estado haciendo, a ejemplos relativamente simples.  No hay que olvidar que en todas las Culturas se han desarrollado estos híbridos de las varias artes.


-Pero respecto al aprendizaje de un niño a bailar, parece que tiene también algo que ver con que primero tiene que adquirir lo del lenguaje, o por lo menos un prelenguaje.


AGC-Eso es lo que les digo yo a los padres, que a veces dicen que sus niños al año y medio o poco menos, ya saben bailar, y hasta bailar flamenco, y les digo. “no, eso es una ilusión paterna, o materna”: efectivamente, para que se creen automatismos, es preciso que esa región de lo subcosciente esté ya establecida, y eso se establece por primera vez con el asunto de la lengua.  Si.


-Bueno, yo creo que (convendría quizá maldecir el curso eterno),, porque yo creo que normalmente los términos están cargados de su Realidad, así que “acierto” quiere normalmente decir “tener éxito” en los fines del Mercado.  Entonces eso está unido al desarrollo de lo que domina, que es la Información y la Propaganda.  Yo creo que en la fabricación de cosas, ¿no?  Entonces, quizá había que maldecir un poco eso, para quizá devolver a términos como “tino” o “acierto” otro sentido.  Cuando por ejemplo en las frases del Mayo Francés o demás evidentemente se produjeron, y muchas de ellas dieron lugar al gran juego de la publicidad.   Incluso por supuesto esto que se llama “arte”, esto que se llama “música”, seguramente que donde más se usa ahora es en la Propaganda y la Publicidad, es su verdadero uso.  Quiero decir que quizá habría que atacar esta cuestión para devolver términos como......Aquí quizás se nos queda todavía un poco libre de eso.


AGC-Bueno, se nos queda más libre porque se usa menos en la práctica, pero efectivamente “acierto” se usa mucho.  Desde luego, habría que recordar todo esto: que en esto como en lo demás, la asimilación por parte del Poder, la conversión de la cosa más disparatada, más revolucionaria, en un nuevo istrumento y alimento para la Propaganda, la Venta de Productos, y demás, es algo con lo que contáis.  Desde luego, el “acierto” de que os he hablado (tal vez usando de una manera inusual el termino), es un acierto, un tino, que no tiene que ver con ningún “éxito”, que no es acierto para nada.  La asimilación del hecho consiste en eso, en que es “acierto para”, es decir, que es ya como lo de la realificación por cálculo de probabilidades.


-Incluso un término como el de “acierto” para el arte, que está connotado evidentemente....


AGC-Para el arte y hasta para el Artista  puede, suceder, ¿no?  Hasta al Artista, el Mercado le atribuirá el acierto incluso, y volverá a decir “¡qué genio!”, y él “¡a mí es a quien se me ha ocurrido!, por tanto es bueno por fuerza”.  Lo que importaba era sobre todo hacer notar  cómo esta reducción de algo que puede no estar sometido (posibilidades sin fin que se nos cruzan por todas partes), la reducción al Poder, al Estado, al Capital, vale para, con la sumisión a la Persona, al Genio (“esto se me ha ocurrido a mí, debe ser bueno”, “debe ser bueno porque se me ha ocurrido a mí, no por ninguna otra razón”), esto, que parece una tontería, impide que de vez en cuando se pueda acertar.  Impide eso a lo que aludía, como al principio dije, aquel que decía que “el genio es una larga paciencia”: impide una repetición, un entretenimiento con los juegos, horas y días, a la espera de que por casualidad suene la flauta.  Porque como uno está convencido de que el que la flauta suene es una virtud que uno lleva, pues entonces ya eso impide el arte, es decir, esa paciencia que es el arte.  Por eso vuelvo aquí a lo que decía al principio, y con eso tenemos que parar por hoy: “el “no” no tiene prisa”.  Y eso anula efectivamente cualesquiera pretensiones de Futuro, de sumisión a la Personalidad, de mejorar de una manera más o menos utópica el Poder, para que sea otra cosa de lo que es, y demás.  De todas formas, sobre esto como veis quedan muchas cosas abiertas, así que si el Señor nos deja vivos, no se enfada demasiado, seguiremos con ello dentro de siete días.