15.08.2007
Agustín García Calvo
Ateneo de Madrid
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La Predicción como sostén de la Realidad.
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La espansión de las cosas como espansión del Espacio donde las cosas están.
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Confusión de Lógica y Física: conversión de “diferencia” en “distancia”. Dicha confusión mostrada hacia fuera (el cielo) y hacia dentro (los mínimos de la materia).
Tertu086-15-08-2007#Tertu086-15-08-2007.mp3
TRANSCRIPCIÓN:
Vamos a empezar sin más, entre otras cosas porque hoy, como celebración de la Virgen, el personal del Ateneo, quiere cerrar un poco antes, y nos darán un timbrazo a las diez menos cuarto. De manera que apresuraos a sacar cualesquiera objeciones respecto a los temás últimos; objeciones, ocurrencias, añadimientos, o lo que sea.
Empiezo pues presentándoos algunas de las consecuencias que puede tener este descubrimiento último de lo de “resucitar, dar libertad, a los muertos”. Hay que entender bien que dar libertad, resucitar, nosotros, a los muertos, no tiene sentido ninguno. En general, en esta rebelión, en lo que en esta tertulia se haga contra la Realidad, no puede consistir propiamente en hacer nada, sino reconocer, descubrir, las cosas, descubrir cómo son, o cómo (que es lo normal), cómo no son. Descubrir cómo no son las cosas. De manera que no hay más acción que la de decir, y el decir precisamente dirigido a eso, al descubrimiento de cómo no son las cosas.
En este caso pues, el descubrimiento consiste en descubrir que de verdad los muertos no están muertos. De una manera análoga, paralela, a como nosotros no estamos vivos de verdad, porque creo que ya para vosotros es claro que lo uno va con lo otro. Y precisamente el descubrimiento iba en ese sentido, tal como os lo recuerdo: si nosotros, de alguna manera, no vivimos, no es verdad que estemos vivos, es porque tenemos Futuro, y ya sabéis que en el Futuro no hay quien viva, eso es lo que el Poder sabe por lo bajo, y en lo que está fundada la Administración de Muerte. No vivimos porque tenemos Futuro, tenemos Muerte siemprefutura y todo lo demás condicionado a ese Fin. El Fin es lo primero, y entonces en esta guerra que nos traemos para librarnos del Futuro, librarnos de la condena al Futuro, librarnos de la condena a muerte, caiga quien caiga, resulta que arrastramos con nosotros a los muertos, como era bien natural, y yo creo que en cierto modo bien venido, porque cualquier liberación que dejara atrás a los muertos como condenados a una Realidad irreparable, hecha para siempre, para la eternidad, sería un tipo de liberación que a nadie de los vivos les podría hacer de verdad gracia, ni presentárseles como una verdadera lucha contra el Poder, como una verdadera liberación de la Muerte.
Pues esa es la cuestión, y por ahí van nuestros tiros: no estamos vivos de verdad, tenemos Futuro, y en la medida en que nos libramos del Futuro arrastramos con nosotros a los muertos, hacia atrás, y por tanto resulta que los muertos tampoco están muertos de verdad. Era justamente en lo que consistía el descubrimiento. Tal vez hemos hecho mal, o he hecho mal, en presentar la cosa de una manera que parece que se refiere a personas, vivas o muertas, nosotros, nuestros antepasados, pero ya os había advertido que este descubrimiento tiene que generalizarse, sin más: nosotros no somos más que un caso, un tipo, de cosas, y por supuesto el descubrimiento se refiere a las cosas en general, a la Realidad, y entre las cosas, nosotros.
De manera que detengámonos un momento en analizar lo que hace la principal arma que el Poder y la Ciencia a su servicio usan para sostener la Realidad, la Mentira, que es el procedimiento de la Predicción. No merece mucho la pena que me detenga en predicciones dentro de lo Social, dentro de nuestro caso humano, dentro del horror de la población, superpoblación, de la Tierra por este tipo de bichos, porque es la que encontráis a cada paso en vuestros Medios de Formación de Masas todos los días; os encontráis predicciones de lo que va a pasar con nosotros, con la Tierra, y cosas por el estilo. Y ya sabéis bien qué es lo que hace una Profecía: una Profecía no puede sino someterse a esta perogrullada que aquí hemos descubierto: lo que no ha pasado, no ha pasado. Es decir, que el Futuro no es nada hasta que ha pasado y por tanto no es ya Futuro. No es nada hasta que ya ha pasado, y sometidos a esta perogrullada tenemos que examinar qué es lo que hacen la Profecía y la Predicción.
Cuando una Profecía de esas que os venden acierta, (os dicen que el año 2030 estará destruida la mitad de la Selva del Amazonas, y luego llega el año 2030 y efectivamente la mitad de la Selva del Amazonas está destruida, cualesquiera otros aciertos que puedan tener de vez en cuando, con frecuencia, esas predicciones que os venden), para nuestro caso, no prueba nada respecto a la verdad de las causas. El Futuro se ha venido a hacer pasado, el acierto de la predicción se refiere por tanto a este que ya es un pasado, y el que la predicción haya acertado en este momento, la Profecía, no sirve para nada, en cuanto que pruebe que años antes, el año 2000, iba a suceder, y tenía que suceder, lo que ha sucedido, luego. Supongo que percibís la distinción. Tal vez es un poco demasiado así, demasiado de perogrullesco todo esto, que estáis tan acostumbrados a que se os hable de hechos futuros como si eso no fuera un absurdo, os convencen tan fácilmente de que se puede hablar de los hechos futuros como de los hechos de la Historia, que tal vez por eso mismo es difícil percibir la trampa.
Pero es así, y sin detenernos en las Profecías de los Estudiosos de la Sociedad y Políticos y Sociólogos y demás, tomemos la predicción en la Ciencia más pura de la Realidad, en la Física, donde es también el arma por excelencia la Predicción. Es decir, la predicción tomada como prueba o como comprobación de una conjetura, (para no emplear términos de la teoría), de una conjetura determinada. Ahí efectivamente, cuando el esperimento organizado parece comprobar la predicción, la conjetura, y realizar la conjetura, hay que tener cuidado de lo mismo: el éxito se refiere justamente al momento en que el esperimento comprueba que ha pasado lo que ha pasado, y de ninguna manera puede servir para que nos convenzan de que antes, aquello que pasó, implicaba como causa necesaria que después pasaría aquello otro, y en definitiva esto que ha tenido que pasar ahora; reconocimiento de que si a uno o a una cosa, a un átomo, en el momento X le pasa algo, y en el momento Y posterior le pasa otra cosa, la relación tomada como causa de X a Y es una ficción siempre, un convenio, una presuposición, y efectivamente, si después de X le pasó Y, sin embargo no tenía en X por qué pasarle Y.
Porque aquello es como nuestro Futuro, y si nosotros no tenemos Futuro, cualquier cosa o cualquier átomo o subátomo en su momento carece también de Futuro, y ese es el engaño de cualquier tipo de predicción o de profecía. Y si no, en cuanto ahora me calle un poco, si no está muy claro o está demasiado claro, ya me lo haréis saber.
Antes, y como andamos un poco estrechos de tiempo, voy a presentaros algo de las consecuencias de este descubrimiento, de esta liberación del Pasado, liberación de los muertos, descubrimiento de que lo que no ha pasado no ha pasado, sin más, no hay Futuro, y que eso no implica que lo que ha pasado hubiera tenido que pasar como ha pasado. Empleando, aunque sea con peligro, los Tiempos Verbales de este idioma nuestro, pero apenas tenemos otra manera de hablar que así. Consecuencias: la Realidad es el Pasado, los hechos de verdad, pasados porque no hay otros. Los hechos son simplemente las cosas, no tiene en este momento mucho interés distinguir entre esos dos términos. Los hechos, cosas, son los costituyentes de ese conjunto nuncacerrado que es la Realidad, donde las cosas no son nunca todas, siempre hay más.
A la Realidad lo único que le pasa es que necesariamente tiene que estar aumentando en cosas costantemente, ya sabéis que este es el sostén mismo de la Realidad: tiene que estar aumentando en cosas costantemente, tienen que estar entrando siempre más y más cosas. Y esto, según el descubrimiento, que aquí se puede interpretar diciendo “nunca los muertos se reducen a nada del todo”, esa entrada constante de nuevas cosas, de nuevos hechos, en la Realidad, eso de que “lo que no ha pasado, no ha pasado”, no tiene por qué implicar que lo que ha pasado haya pasado, sino que ese conjunto no cerrado de los hechos tiene que estar costantemente en aumento, simplemente tiene que haber más y más cosas, porque el que las unas entren no implica para nada que las otras que había queden anuladas. Eso sí, cualquier entrada de nuevas cosas implica una alteración en la idea, significado o ser, de las que había. Nunca son las que son, y una de las maneras de no ser lo que son las cosas, es que tienen que estar siempre atenidas a las nuevas que entran, porque saben que las nuevas que entran, quiérase o no se quiera, van a alterar el propio ser de las que ya había. Esto es tan elemental que apenas hace falta razonarlo; eso sospechan las cosas que trae consigo esta necesaria entrada de nuevas, nuevas, y nuevas cosas.
Bueno, pues ya entendéis que una consecuencia de esto es que si la cosa se entiende a la manera Física, es decir, como una especie de visión del Universo, esto se relaciona inmediatamente con lo que días atrás tratábamos acerca de las Teorías de la Espansión: que “espansión” en verdad es “espansión de las cosas” en el sentido que estamos diciendo, pero que se convertía, en el colmo de esa teorificación, en “espansión del Espacio”. Ya recordáis, aunque hace ya unos días que nos salía esto. Lo uno va con lo otro, porque efectivamente, la acumulación, amontonamiento, aumento, en cosas, que tenemos que reconocer en la Realidad, tomada desde el punto de vista Físico, visual, no puede por menos de implicar que hace falta cada vez más sitio para ellas, y por tanto naturalmente esto quiere decir “espansión”; quiere decir “espansión”, que es de las cosas, pero que parece implicar ese absurdo de la espansión del Espacio mismo donde están las cosas.
Supongo que seguís también esto, pero ya recordáis, porque en uno de los días pasados, el último o el anterior, estuve un momento insistiendo en el punto al que aquí tenemos que acudir, que es el punto de confusión entre Física y Lógica. Reformulemos: efectivamente, lo único que le pasa a la Realidad es que costantemente están entrando más y más cosas, tiene que estar en un aumento de cosas. Pero, hay que añadir, eso sólo en la medida en que esas cosas que entran van recibiendo su nombre; porque ya hemos recordado que “cosas” es algo que sólo se entiende en cuanto costituído al mismo tiempo por la cuantificación y por la idea: sólo en cuanto que reciben su nombre en uno cualquiera de los idiomas; que quiere decir “en una cualquiera de las realidades idiomáticas”, puesto que no hay una Realidad común y la Realidad solamente consiste en realidades idiomáticas, como en realidad la lengua no se aparece más, en realidad, que como idiomas. Eso es “información”.
Eso es Información, que por fortuna, en los avatares de los términos en nuestros días, más bien encontramos ayuda que otra cosa: “información” en relación con “inconformación” y con “formación”. Quiero decir que el que los manejos científicos, técnicos, en nuestros días, hayan llegado a centrarse justamente en la Información, y en el supuesto manejo de la Información, eso es una coincidencia muy bienvenida a nuestro respecto: un poco campanudamente dicho, la Información es “creación”, la Creación no puede menos de implicar “información”. Es otra manera de decir con términos un poco más cultos lo que os he dicho de que el aumento de cosas, la entrada constante de cosas, solamente se da en la medida en que las cosas son cosas; y para ser cosas, para que se las pueda contar, aprosimativamente al menos, tienen que tener su idea, cada una tiene que pretender ser la que es. “Su idea”, “su significado”, “su nombre”, como queráis decirlo.
Entonces, si la Lógica se confunde con la Física en este trance.....Ya comprendéis el hecho lógico de la diferencia entre cosas, lo que hace que las cosas sean distintas unas de otras, porque unas se llaman “tal” y las otras se llaman “cual”, unas son un tipo de cosa y otras otro tipo de cosa; “diferencia”: el hecho lógico fundamental sin el cual no se puede pensar ni siquiera lo que es “definición de una cosa” en la Realidad. La definición, la identidad de la cosa, implica por supuesto la diferencia de otras. Esto es tan simple que no voy a volver sobre ello aquí, si hace falta ya me lo diréis. La identidad y la diferencia son como dos caras de lo mismo.
Pues bueno, lo que estábamos hablando con lo de la espansión es de cómo la diferencia se convierte en “distancia”, y cómo el hecho mismo de que la Realidad aumente en cosas diferentes, más y más de cada cual, se reinterpreta por la mirada física en el sentido de la “espansión”. Que, por decirlo con el ojo o la lente del astrónomo, “entren más Galaxias dentro del ojo, más Galaxias nuevas que sean diferentes”, los ojos no pueden admitirlo si no es separándolas espacialmente, en distancia unas de otras. La diferencia, el ser otro, el ser otras, se ha convertido en “distancia”. Y esto es fundamental para () de Ciencia, y es justamente contra esa confusión contra lo que estamos, al mismo tiempo que nos aprovechamos de ella.
Ni que decir tiene que lo que os digo volviendo otra vez a mirar al Cielo, se repite cuando se mira hacia dentro, hacia el mínimo, a los mínimos de la masa, por no llamarlos con ningún nombre especialmente técnico, ni “átomo”, ni “electrón”, ni “string”: los mínimos de la masa, la indagación de los mínimos de la masa. Supongo que es fácil de ver ahí también que es la necesidad de la diferenciación, para la explicación, para la información en cuanto a los entes explicativos que en las entrañas de la masa tratan de encontrarse para explicar la cosa, lo que arrastra consigo los problemas de la distancia, de la acción a distancia entre esos elementos, y todos aquellos que más de una vez hemos tenido que sacar aquí con ayuda de alguna de las entradas de los físicos en la Red y todo eso. Es igual la conversión de Lógica en Física, de “diferencia” en “distancia”.
Se da en una serie de planos de mayor y menor que podéis, aunque sea toscamente, entender bien, pensando en el telescopio y en el microscopio como planteadores de la situación en diferentes niveles, en diferentes campos, y teniendo en cuenta que entre telescopio y microscopio no hay ningún término medio que sea nuestra bendita normalidad, eso es una pura idea: no hay más que telescopio hasta donde pueda llegar y microscopio hasta donde pueda entrar, y nuestra visión desnuda, media, del Cielo, o de las entrañas de la masa, no es más que una situación intermedia, y en cada uno de esos niveles, evidentemente, normales, microscópicos, telescópicos, se repite lo mismo que acabo de presentaros.
Supongo que habéis seguido bien esto, ahora me lo diréis en el rato que nos quede. Pero quiero recordaros también, volviendo de los avatares de la Astronomía y de la Física en nuestros días, sobre todo con respecto a lo de la confusión entre Física y Lógica, algo que ya se les aparecía claro a Epicuro, a su Lucrecio. Está en los versos, no se, por alrededor del cuatrocientos del Libro Segundo del “De Rerum Natura”, donde razona cómo es que las clases de átomos tienen que ser en número finito. Naturalmente, dentro de cada clase los átomos tienen que seguir siendo tan infinitos como lo son en general, pero las clases en cambio, los tipos de átomos, tienen que ser un número finito de tipos.
Y lo razona así, porque piensa (como si tuviera un microscopio que penetrara, como es el deseo de cualquier microscopio, por debajo de la Realidad, a buscar qué es lo que hay en las entrañas, en el fundamento, como si dispusiera de eso), imagina la diferenciación de los átomos en clases de una manera visual, microscópica, por medio de añadimiento de rasgos diferenciables. No ve otra manera, y dice: “si quisiéramos limitarnos a que los átomos disponen solamente de tres rasgos diferenciadores (una puntita, un abollamiento, una arruga, por decirlo en términos vulgares), entonces ensayaríamos la colocación, la intercolocación entre esos tres, y el cuento se agotaría en seguida, y si queríamos seguir diferenciando átomos habría que añadir más rasgos”. Entonces parece claro que la diferenciación lógica de los diferentes tipos va a implicar necesariamente un progresivo añadimiento de rasgos diferenciadores. Los átomos tendrán que tener ya más puntitas, virutitas, o cualquier cosa que sea, pero tendrán que tener más. Y entonces, sigue el razonamiento, esto no puede ser así sin límite, porque si el número de rasgos diferenciadores aumentara sin límite, por fuerza eso iría acarreando consigo un aumento en el tamaño del átomo, y lo llevaría a un punto en que sobrepasara la condición fundamental, que es la de la invisibilidad, porque para explicar las cosas visibles los átomos tienen que atenerse a ser invisibles. Y naturalmente, desde el momento en que en el mundo subatómico a los elementos se les reconoce una cierta condición (que va a ir a destruir, tal como la presento, la propia teoría; pero no puede menos de atribuírsele una condición, en cierto modo “física”, “espacial”: “un tamaño”. “formas”, y formas que tienen que obtenerse por libre asociación de rasgos, añadimiento de rasgos sucesivos), resulta que la implicación de la multiplicación de rasgos en el aumento del tamaño es algo que se le impone a la teoría, y que arrastra consigo eso; de ahí que la diferenciación de átomos tenga un límite, y que las clases de átomos sean en número finito por fuerza. Esto nos implica que el número de rasgos diferenciadores y las combinaciones posibles, pues están también sujetos a esta condición.
Como voy a dejaros ahora hablar, no quiero recordaros lo que ya alguna vez os he sacado aquí, porque también en el poema de Lucrecio hay una conciencia clara de esto, que es que la relación de los átomos con los elementos de la lengua se le aparece evidente. Pero los elementos que quedan asimilados a los átomos de Epicuro y Lucrecio no son evidentemente los sonidos con que pueda pronunciarse tal y cual parte y tal y cual palabra, lo cual es un sin fin, sinsentido, sino precisamente los fonemas, “las letras”, como él dice, porque no tenía otra manera de decirlo partiendo de la escritura: los fonemas, que corresponden a las clases de átomos. Fonemas en número limitado en cualquier idioma que sea, obtenidos por una diferenciación de rasgos abstractos, los veis inmediatamente identificados con las clases de átomos en la Realidad, y la infinitud queda fuera de eso, la infinitud de las maneras en que cada letra pueda pronunciarse en cualquier idioma que sea, lo cual no tiene fin ni principio. Eso es lo que la contrapone a la necesaria finitud en el número de rasgos, en la organización de diferencias, que es lo que también en un idioma cualquiera costituye los elementos mínimos o fonemas. Esto en varios pasajes del poema de Lucrecio, hablando de letras y todo eso, pues aparece reconocido con bastante claridad en forma de comparación que él usa para que se entienda mejor lo que pasa con los átomos y con sus fuerzas.
Pero bueno, sobre eso en todo caso ya otro día. Ahora voy a parar aquí, antes de seguir a más, y espero que este rato que nos queda lo aprovechéis bien para hacerme sentir lo que sentís y lo que no sentís, las oscuridades y las dificultades respecto a estas consecuencias del descubrimiento de la liberación de los muertos que aquí os he sacado.
- A mí, lo que decíamos al principio, contraponiendo al Futuro que lo que no ha pasado no ha pasado, y también creo que decíamos que por el contrario lo que ha pasado ha pasado.....
AGC- No, no se desprende. Guardaos de sacar esa conclusión, porque evidentemente no es así. La única verdad es que lo que no ha pasado no ha pasado. Que lo que ha pasado ha pasado, eso ya es cosa de ellos, porque si liberamos a los muertos, lo que ha pasado nunca se sabrá exactamente qué es; es decir, será como nosotros que estamos vivos. Si dijéramos que lo que ha pasado ha pasado, sugeriría que la Realidad estaba compuesta en número de cosas hechas y derechas, contrapuestas; y no es así, porque las cosas no son lo que son. Pero si tenías algo más sigue, no importa.
- Se me ocurre una objeción a la idea de Lucrecio, y es la posible variabilidad de los átomos, a los que él supone dentro de una constancia.
AGC- No sé bien a qué te refieres, pero recuerda: la condición del átomo es que es absolutamente duro.
- Si, pero no tiene por qué ser constante.
AGC- Ahí ya no sé lo que quieres decir, pero es absolutamente duro.
- Pues que aunque sean limitados en el número, él no los supone sujetos a variabilidad.
AGC- Un átomo no puede estar sujeto a nada; un átomo es absolutamente duro, y por tanto no puede pasarle nada.
- Puede ser más duro.
AGC- No, eso no, son absolutamente duros, son ajenos a cualquiera de los accidentes que afectan a las cosas, y que las afectan solamente porque son porosas, blandas, relativamente. Y los átomos, los esplicadores de las cosas, no lo son. De manera que no les puede pasar nada. Lo único es que pueden ser distintos, de diferentes clases, de diferentes tipos, con rasgos diferentes los unos de los otros.
-¿Pero la idea de que a los átomos no les puede pasar nada, y que son absolutamente duros, es una derivación lógica de la teoría de Lucrecio, o Lucrecio especifica eso?
AGC- Lucrecio, Epicuro, y cualquiera Física Moderna, buscando el fundamento de las cosas de la Realidad, tienen que intentar dar con elementos a los que no les pase lo mismo que a las cosas, porque si no, no hay explicación que valga. Esto es elemental. Y hasta la Física más avanzada de hoy día está sujeta a esta condición: la de buscar un sitio donde a los elementos no les pase la menor cosa.
- Bueno, la Física es posible, pero nosotros no, nosotros no tenemos por qué estar sujetos a esa idea, yo no tengo por qué compartir esa idea.
AGC- ¿Qué idea?
- La de la constancia de la explicación. De hecho, la de tener que llegar a una idea costitutiva, o a un elemento ajeno que esplique todos los otros y sus diversidades. Puedo no compartirlo.
AGC- Si, puedes librarte de la Ciencia, como puedes librarte de la Teología. Cuesta mucho, no te creas que lo has conseguido muy pronto, yo no me hago esa ilusión. Puedes intentar librarte de la Ciencia, pero sin eso no hay Ciencia. Lo que estás diciendo quiere decir efectivamente librarte de la Ciencia, mandarla limpiamente al carajo, de manera que...
- Pues es que desde hace mucho tiempo tengo muchísimas ganas de mandarla al carajo.
AGC- Pues sí, eso nos pasa a todos, a mí también. Aquí estamos llevando esta guerra con paciencia, porque no hay que hacerse ilusiones, uno no se libra tan pronto de la Ciencia, del Saber, ni de la Teología, ni de Dios, ni de nada.
- Agustín, esto de los átomos que son duros y que no les pasa nada, ¿eso quiere decir que son lo que son?
AGC- Los átomos son lo que son, y su diferenciación en clases limitadas lo garantiza.
- Pues eso se viene abajo con todo lo que venimos diciendo de las cosas.
AGC- Ellos no son la Realidad, ellos son los esplicadores de la Realidad. Y eso no tiene nada que ver con lo que aquí nos traemos, ¿eh?: eso es la teoría de Epicuro/Lucrecio. Pero desde luego los esplicadores están por debajo de la Realidad, no son como la Realidad.
- Hemos hablado y atacado lo de la causa en la Realidad, el que se crea que de un hecho ha de derivarse necesariamente otro. Pero yo estoy pensando cómo afecta lo de la causa en el razonamiento, que no sé ni siquiera si es lo mismo, o si es otra cosa; en el razonamiento parece, no necesario, pero sí muy frecuente, que se usen las asociaciones de causa o efecto. Incluso cuando nosotros aquí razonamos parece que las usamos, es decir, decimos por ejemplo: “como la Realidad no está cerrada, no puede haber una determinación total de las cosas, no pueden estar las cosas totalmente determinadas”. Y ahí parece, no sé si exagero al decirlo, que de un hecho, o de una cosa, estamos deduciendo otra, usando como una asociación de causa y efecto.
AGC- Caemos costantemente en ese pecado. En ese caso podríamos salvarnos fácilmente, porque hay una manera de hablar (“como la Realidad no está cerrada...”), que es simplemente presentar por separado, porque la lengua obliga, dos aspectos de la misma Realidad que parece que se implican mutuamente. Pero desde luego, es en la lengua, en cualquier idioma, no en la Lengua Científica, sino en la vulgar, donde costantemente caemos en el uso de las relaciones causales, en un “porque”, en un “por tanto”, en un “de modo que”......Hasta el punto de que yo, cuando empecé a meterme con esto hace muchísimos años, casi no me acuerdo de quién era yo, encontraba los orígenes del Fin y de la Causa precisamente en las Oraciones Subordinadas Causales, en las partículas metafrásticas del tipo de las conclusivas y de las ilativas, en la interpretación de algunos Casos Indoeuropeos, como el Istrumental o como el Ablativo, como que fueran indicadores de la relación causal........Porque lo uno va con lo otro, efectivamente: lo que pasa con las palabras en su uso es siempre un reflejo, o viceversa, de lo que estamos diciendo que pasa con las cosas.
- Estaba también pensando en el término este, “razonar”, y “razón”, cómo muchas veces se usan, al menos “razón”, con un sentido equivalente a “causa”, y cómo entonces parece que razonar se pudiera reducir simplemente a eso, a sacar conclusiones o consecuencias, de una cosa deducir otra. ¿Puede darse un razonamiento limpio de todo eso?
AGC- Claro, un razonamiento que no tiene Fin, que no persigue un Fin. Porque lo que pasa y sucede, como bien dices, a cada paso, en la Ciencia y fuera de la Ciencia, pasa porque hay una sumisión a un Fin, se quiere llegar a un Fin, a una conclusión, y eso condiciona que efectivamente se quiera establecer un encadenamiento supuestamente lógico entre los tramos anteriores. Efectivamente, no tiene por qué tener Fin, un razonamiento no tiene por qué dirigirse a ningún Fin, a un razonamiento pueden moverlo muchas cosas que no tengan que ver nada con un Fin. Aquí suponemos que cualquier cosa que razonemos está simplemente movida por el odio de la Muerte, no por ninguna especie de Fin; puede estar movida por cualquier otra cosa. Sólo así: si un razonamiento persigue un Fin, una conclusión, caerá en la trampa de la causalidad, lo mismo que tiene que caer una Física, una Ciencia, que trata de llegar a un Fin, inevitablemente. Lo uno va con lo otro. El Fin es el principio de las causas.
- ¿Lo que has dicho de que en todos los idiomas hay mecanismos semejantes a esto del “porque” y “por tanto”, es cierto, o se puede graduar? ¿Puede haber idiomas que se libren de tener eso de las Subordinadas Causales como de una manera tan clara?
AGC- Si, no hay mucha diferencia. Algo de eso me asomaba ya en el articulito ese, en el “Lalia”. Pero hay grandes diferencias, si. En general puede decirse que se traspasan; las funciones esas de “aferrarse”, “buscar”, la causa, se traspasan de unos mecanismos a otros, de Oraciones Subordinadas a composición de la palabra compleja, a la marca de las frases sucesivas, frases distintas, al uso de diferentes casos......Pero vamos, se puede reconocer que en esos diferentes planos el mecanismo es el mismo, es el de tratar de buscar una relación causal; hasta tal punto estamos también, hablando, esclavos de esa necesidad.
- Puedo imaginar un razonamiento que no sea conclusivo, pero ilativo por lo menos no me imagino ninguno.
AGC- “Ilativo”, empujado desde atrás, lo cual no quiere decir que sea causal. Una ilación quiere decir que lo uno efectivamente despierta a lo otro y va tirando para allá. Es como el curso mismo de la vida, porque eso ya, aquí lo hemos dicho muchas veces: un procedimiento para que el barco marche es que desde el puerto se le atraiga con una maroma; otro procedimiento es que los vientos desordenados lo empujen, y entonces esa supuesta ilación puede no implicar ningún Fin al que llegar.
- Pero ilativo me parece que no es solamente “consecutivo”, sino que hay una relación de....lo anterior puede no ser causal, pero una relación sí hay.
AGC- Lo uno va empujando a lo otro. Si, si. De relación en general no hemos hablado, hemos hablado de causalidad nada más, que era el tema justamente de este descubrimiento: en general la causalidad quiere decir descubrir que lo que ha pasado habrá pasado, pero que no tenía por qué haber pasado. A esa relación, la de causalidad.
- Y la frase de que nunca los muertos se redujeron a nada, y había una que recuerdo que decía que yo no puedo morir si no soy nadie.
AGC- Claro, si ya no eres nada, ¿cómo? Efectivamente, si uno no es el que es, no muere, porque el ser el que se es está condicionado por la Muerte, por el Fin. Uno está costituído por la Muerte, por su Fin. De manera que si no está costituído, si no es el que es, no tiene Futuro, si no es el que es, no tiene Muerte. Y no es el que es; eso es justamente lo que nos traemos aquí.
- Volviendo a lo de las clases de átomos, no veo yo muy bien el razonamiento de Lucrecio: se supone que él y Epicuro instauran lo de las clases de átomos limitada para evitar que las cosas tengan que constar de infinito número de elementos. Porque casi se pensaría que es lo contrario: al haber limitado número de clases de átomos, aunque cada clase sea infinita, como las combinaciones son limitadas también entre ellos, se supone que tienes que añadir, por ejemplo de tres de las clases, más y más número de átomos para explicar que dos cosas sean diferentes. Lo mismo pasaría con las palabras, que se equipararían a las cosas, los fonemas a los átomos.....Si hay limitado número de fonemas, cada vez se tendrían que añadir más del mismo o de diferentes fonemas para costruir más y más palabras diferentes.
AGC- Y ya ves que no pasa. Si quieres empezar por costatar lo que has sacado en comparación, ya ves que no pasa: la lengua tiene desde doce hasta setenta fonemas, cualquier idioma, y eso no le obliga a hacer palabras larguísimas. ¿Cómo se arreglan? Porque las palabras siguen siendo de longitud moderada con las solas combinaciones entre esos doce, veintitantos, treintaitantos, cuarentaitantos, fonemas que se emplean en un idioma. Dan evidentemente mucho de sí, lo bastante para que no hay que preocuparse en cuanto a esas cosas. Pero lo que a Epicuro y a Lucrecio les hace establecer “clases de átomos” es otra cosa: es que si a los átomos no se les atribuye una forma, y por tanto formas diferentes, no acaban, no acababan de entender bien cómo podían venir a dar en la costitución de las cosas. Pero a los átomos no les pasa nada; pasarles, hacerles, no hacen nada; los átomos lo único que hacen es lo que el vacío les manda: caer, y, por capricho, desviarse un poquito, y por tanto, chocar; y a los choques, más o menos frecuentes y espesos, se reduce todo. Entonces les parecía que con eso no iba a esplicarse la necesaria variedad de las cosas, de manera que tiene que añadirse que unos átomos son más espinudos, más ganchosos que los otros, y que por tanto al entrechocarse los choques adquieren formas diferentes, espesuras diferentes, que explican la diferente condición de las cosas, blandas, duras, agrias, dulces, y demás.
- Parece que es lo contrario, lo que están intentando explicar es la aparente regularidad de las cosas. Porque la diversidad se explicaría mucho mejor con un infinito número de clases de átomos.
AGC- ¿Si? ¿un infinito número de infinitas clases de átomos? ¿Qué te parece?
- Además así no habría que añadir.....
AGC- No se puede decir. Si la condición esa de “infinito”, tal como la entienden Epicuro y Lucrecio para los átomos (“sin número”, “infinito”), se le atribuyen a las clases, no hay Dios que distinga clases de átomos, hemos hecho un juego completamente en vano. Pero la infinitud trae eso consigo....
- Agustín, se me ocurre recorrer el camino contrario: en lugar de que haya infinitos, lo que hay es un átomo de cada clase. Porque en la medida en que todos los átomos son iguales, son indistinguibles, pues es el mismo átomo. Luego hay cuatro, diez, o cuarenta clases de átomos, y todo estaría compuesto por ese único átomo en cuatro o diez o veinte clases.
AGC- Pues parece que es poco A ellos les parecía indudablemente poco.
- Es que yo no estoy aquí para defender la Física, sino para cargármela.
AGC- Desde luego ellos, como suele en general cualquier Física, piensan que el que el átomo esté perfectamente definido no quita para que haya muchos, sean múltiples, y sean incluso hasta sin fin, parten de eso. Pero ahora decidme por qué os interesa tanto el ejemplo que he traído de la Física de Epicuro y Lucrecio, y no os interesa un poco más lo que os he estado contando de los actuales descubrimientos; parece que queréis distraeros un poco de lo que más importa.
- A mí me parecía que esta condición que pone a los átomos la limitación de rasgos, no sé por qué lo ligaba yo como si negara la espansión.
AGC- No. El ejemplo lo he traído para que veáis de otra manera lo de la confusión entre Lógica y Física. La diferenciación, al verse en el microscopio suyo de una manera “física” la diferencia lógica, trae consigo eso, la diferenciación por rasgos, y la diferenciación por rasgos trae consigo un aumento en el número de rasgos, y eso trae consigo un aumento del tamaño del elemento.....No os lo he traído más que para eso, porque eso mismo os lo he mostrado sea hacia el cielo, sea hacia dentro, de cualquiera de esas maneras, el trance de esa confusión que aquí tratamos de utilizar para el desmontaje, confusión de Lógica con Física, de “diferencia” con “distancia”. Si.
- ¿Las cosas aumentan siempre, no cabe que se pierda ninguna de ellas?
AGC- No se pueden perder, las cosas no se pueden perder.
- ¿No cabe que desaparezca un nombre, o al menos que se pierda un significado de una palabra?
AGC- No cabe, porque antes de perderse ya ha hecho modificarse a unas cuantas de las otras, y por tanto eso ya no le deja perderse del todo.
- Puede permanecer en las modificaciones que ha hecho en otras.
AGC- Por ejemplo.
- Es que estoy pensando en la dinámica que se ha presentado aquí tantas veces como de cosas que entran en la Realidad, y al mismo tiempo la Realidad deshaciéndose.
AGC- Si, se hunde, se pierde, se deshace, en lo que no se sabe, en la verdad. ¿Y?
- Si por ahí no se puede perder algo de lo que hay, si no pueden desaparecer también cosas.
AGC- Ya. Puede perderse algo de las cosas en todo caso, pero si ha llegado a costituírse, la descostitución es más problemática.
- Pero algo se perderá, precisamente de eso hablamos, de la pérdida del Ser de las cosas, que no llegan a ser lo que son; por esa brecha es por lo que estamos aquí, por ejemplo.
A-Son lo que son, pero cambian para serlo. Esa es la Ley de la Realidad, todo el mundo la conoce: de la Física, de la Política, de la Persona: se cambia para seguir siendo lo mismo, para llegar a ser, para llegar a ser de verdad el que se es.
-Pero al mismo tiempo es una defensa; y si es una defensa, es que no están seguras, que no están completas, que no están totales.
A-Las cosas no son lo que son, y ellas de alguna manera lo saben, y se defienden cambiando para seguir igual, para acercarse a ese Ideal que nunca se cumple. Más
-Entonces, ¿cómo se puede pensar?: ¿qué hay un aumento del número de palabras semánticas, o un aumento de los significados de cada palabra?
A-....O un aumento del significado. Lo que pasa es que, claro, uno no se puede atener a un idioma, un idioma ya se sabe que se convierte en otro idioma a su vez, y por tanto la cuenta no se puede hacer como si se refiriera al diccionario del Español. No, evidentemente la trasformación acaba por implicar que también los límites de lo que es una lengua u otra tienen que volverse borrosos, y entonces nunca puedes acabar de echar la cuenta exactamente de la cuantía del vocabulario.
-¿Sería como un proceso histórico? ¿Qué cuanto más moderna es la lengua más items de vocabulario tiene?
A-Bueno, recordando que esto de las palabras y de las lenguas no es más que una revelación de lo que pasa con las cosas, ¿cómo se puede hablar de realidades más antiguas o más modernas, si la amenaza de muerte está desde la primera costitución de la Realidad? Está desde ahí, y desde entonces ha venido dándose esto de la amenaza continua de pérdida en lo que no se sabe, y el intento de defenderse cambiando.
-A mi lo que me recuerda esto, en la Literatura especialmente, es el 1984 de Orwell, donde hay un funcionario, que es el protagonista de la película, que es el que se dedica exclusivamente a adaptar las palabras a la Realidad cambiante. Las guerras que tienen cambian los móviles que tienen las personas, y entonces esto les obliga a que haya un tercio de la población trabajando en crear nuevas palabras que expliquen las nuevas situaciones. Y esto a mí me parece que tiene que ver con lo que estamos hablando.
A-En eso, como en muchas otras cosas, tenía que haber sido más claro el Profeta, Orwell en este caso, para hacer mostrar la esencial estupidez del intento. Eso no está lo bastante claro, porque evidentemente eso depende de los Ideales, creer que hay un número de palabras, que es justamente lo que estábamos discutiendo ahora.
Bueno, tenemos que hacerles caso a los bedeles y a la campana. No sé si queda algo muy urgente, pero en todo caso......Supongo que sí, tela suficiente para seguir discutiendo sobre esto habrá, si el Señor no se opone demasiado