25.08.2014

Tertulia Política número 99 (14 de Noviembre de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • EL FUTURO
  • PREDICCIÓN Y SABER
  • PERDERSE ENTRE LAS COSAS
  • EL TAMAÑO

 

  Tertu099-14-11-2007#Tertu099-14-11-2007.mp3

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Continuando con esta guerra contra la Realidad, tal vez conviene ahora recordar lo que ya tenéis de sobra repetido los que me acompañáis, que es que eso de la Realidad, las cosas, la costitución de las cosas, se funda lo primero en el Tiempo Futuro, es decir: el que no ha pasado. Y ésa es la primera forma de Realidad; o sea, justamente al revés de lo que os cuentan. Esto conviene recordarlo una y otra vez, para eso estamos en una tertulia política, y es normal que si costantemente se os dicen las cosas del revés, aquí intentemos decírnoslas del revés del revés, valga... valga para lo que valga.


El Tiempo que no ha pasado, el Futuro, ése que os venden todos los días, y que os venden tan caros, hasta el punto de que os lo venden a precio de vuestras vidas, eso es lo primero: el fin es lo primero. Ése es el fundamento mismo... el fundamento mismo de la Realidad.


Desde ahí se parte, desde el fin; desde ahí se establece toda la necesaria pretensión, engaños, falsedad, con que la costitución de las cosas –y de las personas entre ellas– tiene que establecerse. Por eso me parecía que, a propósito de lo que nos traíamos el otro día, tratemos ahora de equiparar ‘predicción’ de lo que no ha pasado, con ‘saber’, ‘ideación’, ‘teoría’ de lo que ha pasado –de lo pasado–: tratar de ver cómo lo uno es lo mismo que lo otro. Esto tiene que haberse, de soslayo, entendido lo bastante bien en muchas ocasiones, pero deseo que lo veamos con toda claridad posible y toda la simplicidad posible si cabe.


La predicción es esa forma de saber que consiste en que actitudes a las que podemos aludir como ‘miedo’, ‘esperanza’, ‘expectativa’, se las convierte justamente en un saber, en un cálculo, en un cálculo siempre condicionado por el supuesto fin al que la cosa se está destinando; un cálculo que costantemente a lo largo de nuestra Historia no hace más que perfeccionarse, no meras posibilidades, sino un cálculo de probabilidades, que es como si dijéramos un cálculo acerca de hechos futuros, es decir, un cálculo acerca de los hechos que no son hechos. Y esto es algo que no sólo vale en cuanto al dominio político más inmediato con la previsión, el presupuesto, las profilaxis y todo esto que nos rige y que es lo que trata de reducir a nada nuestras vidas: presupuesto, proyecto, plan; y ello por medio de conjeturas cada vez más refinadas, especialmente con el Cálculo de probabilidades que rige también, no sólo para estos vagos terrenos de la Política, sino igual para los de la Física, para los de la Ciencia misma de la Realidad, para la cual la predicción, el cómputo de las probabilidades de acierto sigue siendo la norma, la norma primaria que ha de regir el establecimiento, el cambio, el progreso de una teoría cualquiera, de una cualquiera forma de saber.


‘Saber’ –estoy hablando hasta ahora– saber de lo que el sentido común dice que no puede saberse, porque de lo que no ha pasado no tiene sentido saberse: lo que no ha pasado –dice entre nosotros el sentido común– lo que no ha pasado, no ha pasado y se acabó, en contra de todo lo que os cuentan y os hacen creer y nos hacen creer todos los días.


Bueno, pues bien, lo que trataba de demostraros es que lo referente al pasado es lo mismo, según este modelo de la predicción, también se trata de una actitud que consiste en creer que lo que ha pasado tenía que haber pasado.


Los que estabais conmigo hace unos pocos meses os recordaréis que de esto tratamos bajo título de Liberar a los muertos, Dar libertad a los muertos, y esto que en aquella ocasión se aplicaba a ese tipo de cosas que son las personas, desde luego puede generalizarse. También ahí se trata de concebir que lo que ha pasado –y que para el sentido común nunca ha pasado del todo, porque nada hay del todo; nada hay del todo ni nada hay del nada, todo eso son idealidades y cuentos ‘todo’, ‘nada’– hacer creer que lo que ha pasado, no sencillamente ha pasado más o menos, sino que tenía que haber pasado: ha pasado como tenía que haber pasado, como había de pasar. En la pretensión más alta del engaño, esto quiere decir la cadena de las causas, la causalidad, que tiene que ir ligando algunos de los hechos pasados con otros siguientes de una manera inevitable, incontrovertible: lo uno viene detrás de lo otro y sin más.


En la forma más modesta, y a la que la Ciencia misma en los últimos trances apunta más, no se trata de tanto como eso –una cadena de causas– pero sí de una ligazón igualmente por cálculo, que en definitiva (que es lo que estaba tratando de haceros ver), en definitiva es el mismo que para el Futuro, es una especie de Cálculo de probabilidades. De manera que es en ese sentido como os decía que también el saber, la teoría, el cálculo de los hechos pasados que nunca han sido del todo hechos, reproduce ese mismo esquema que he empezado por presentaros para lo del fin que es lo primero, para lo del Futuro.


No sé si esto se verá lo bastante claro; de todas formas ahora intentaré, dentro de un rato, recordándoos algunos de los ejemplos, que por lo menos resulte más palpable. Pero a este propósito, y concretamente a resultas de lo que el otro día os recordaba sacando lo de nuestras lecturas de los físicos, de cómo este señor Bitbol, por ejemplo, decía que la Mecánica Cuántica no es una Física que use el Cálculo de probabilidades, sino que es el Cálculo de probabilidades generalizado, de manera que, de una manera muy oportuna y en un cierto sentido muy descubridora o verdadera, ahí la separación entre las cosas y el cómputo del cálculo de las cosas queda anulada en esa actitud.


Pues, a propósito de eso, saliendo de la tertulia, el Profesor Caramés me trataba... me estuvo precisando y corrigiendo algo acerca de la intervención en esto de ese acto, que es esencial para todas estas cuestiones, que es el de la medida –el acto de la medida– que implica también todas las otras cuestiones o problemas de separación de los observables, entre lo observado y el observador, y todo lo demás. Y en el establecimiento mismo del cálculo, y cómo este cálculo se puede, aparentemente, referirse a Física, a teorías físicas, es también algo que afecta a los propios calculadores, a los propios números. Pero le voy a pedir que él os diga algo de esto un poco mejor que yo. De manera que adelante.


C-  Bueno, yo creo que hay un problema, que como estoy acostumbrado a contar cosas propiamente matemáticas, en muchos casos, a lo mejor, los términos que uso no los llegáis a coger bien. En todo caso, yo lo que saqué a propósito de esto del Cálculo de probabilidades generalizado, pienso que los propios istrumentos del Cálculo de probabilidades que se usan en la Cuántica también son una generalización de los números. Eso era un poco la ocurrencia que me había venido, con lo cual complico el asunto.


El término 'medida' que utilizan los físicos (un término de laboratorio) se corresponde también con un término matemático: ahí, una medida es una función que se define sobre un espacio de funciones que se aplica  en los números reales, o sea, valores de números, que los números reales no son como los números normales, sino que los matemáticos les pueden llamar incluso 'números continuos'. Pero, sea lo que sea, el hecho es que al establecer esta noción de medida matemática,  y una probabilidad en Matemáticas –dejando aparte lo que pase después en la Realidad– es una medida: una probabilidad es una medida.


Y para fundar el cálculo que la Mecánica Cuántica ha establecido se necesita usar funciones; es decir, lo que llaman los ‘vectores del estado’ o ‘funciones del estado’ en la Cuántica es una función. Pero esas funciones son funciones ya bastante raras, porque propiamente no son funciones bien definidas sino que dos funciones son iguales menos en un conjunto de puntos, por ejemplo de medida nula. Es decir, que se desprecian situaciones que, por lo que sea, no están controladas, presentan perturbaciones, inestabilidad –digamos–; entonces se toman sólo como representativas del estado –del átomo o de lo que sea, del electrón fundamentalmente– funciones que son como gérmenes, aunque dos funciones se diferencien en numerosos valores, esas dos funciones son la misma si esos valores corresponden a un conjunto que no cuenta –despreciable ¿no? –.


Entonces, de alguna manera ahí hay una cierta indefinición o preparación del istrumento de cálculo para trabajar en las probabilidades éstas que después este físico, Bitbol, presenta como probabilidades generalizadas.


Ése es uno de los puntos que yo creo que podría tener utilidad, pero vosotros me diréis si...


AGC- La tiene. Es –comentando un poco más a lo profano– es un intento, como veis, de mediar o de compaginar la indeterminación, es decir, el principio de indeterminación que niega el conocimiento simultáneo al sitio de lo que sea y al poder, potencia, intensidad o ser, de lo que sea, de la partícula, mediarlo y probablemente al intentar superar esta contradicción por regla de [...] en otro sitio.


Desde luego se entiende bien que si una función... si se tomaran funciones que si se las dejara libres, pues resulta que, claro, que podía producir cosas como que de una función continua las derivadas fueran sin fin, fueran cualesquiera, y entonces no serviría para nada ¿no?, se precisa hacer una selección ¿no?


C-  Sí, sobre todo que las derivadas pueden empezar a tener puntos en que fallan. Sobre todo es eso: más que sin fin, puntos que fallen, que la cosa falle. Eso es, el fallo, es lo que va a ser el lío.


AGC- Claro.


C-  Entonces, empiezan a aparecer conjuntos de puntos que tienen que ser tratados como si fueran objetos geométricos. Pero un punto es un objeto geométrico bastante difícil de medir, propiamente no tiene medida (mejor dicho, medida nula); pero si cogemos un conjunto de puntos muchos, muchos, muchos, se puede medir el conjunto de puntos (se obtiene medida no nula). Ése es el invento de la teoría de la medida primera y, que después, en Cuántica –vamos–, en el Análisis funcional que llaman, para usarlo en Cuántica se generaliza la situación.


AGC- Después de todo, aunque sea muy groseramente, es una elevación o ampliación de la ley de los grandes números: se supone que cuantos más se tomen, pues las probabilidades de el llegar a una formulación lo más precisa posible van aumentando.


C-  Sí. No: que se empleen funciones parte del hecho de que aunque en el experimento preparado se va a hacer con un número de partículas grande o el que sea, hay que suponer que el número de partículas (o de estados) puede tender al infinito. Y eso es lo que permite que una función continua lo represente. Es decir, que lo que decía Laplace, efectivamente el objeto matemático ya va a hacer posible el paso al límite, aunque después, en el uso práctico se corte y se tome una parte, pero el objeto matemático va a ser una función continua, con las dificultades que pueda esto presentar.


AGC- Algunos de vosotros puede que estén especialmente interesados en aclarar estas cosas, entonces acudid a Caramés que amablemente os insistirá en algunos de los puntos ¿no?, antes de pasar a otras cosas, sería muy... muy deseable ¿no?


C-  De hecho, el principio de indeterminación, que es una cuestión que aparece en Física, se puede contar como un teorema matemático que tiene que ver con la representación (o formulación) de funciones raras mediante otras que no son tan raras. Entonces, una función –por ejemplo, una onda–, que yo quiera estudiar una onda que sea en cuadrado –¿no?– en vez de ser la onda normal, que es continua, (se indica con la mano un movimiento ondulatorio) así, así, así. Bueno, pues esa onda en cuadrados –que no es una función bien definida– si yo la quiero aproximar por las ondas –las que son tratables– de forma regular y matemática, es en ese tratamiento cuando necesito en la onda pueda tener un periodo más corto o más amplio (puede ser así, una onda de periodo amplio o de periodo corto), eso quiere decir que la frecuencia va cada vez más rápido si la onda tiene evidentemente un periodo cortito. Entonces, claro, si yo quiero dar cuenta de estas ondas cuadradas mediante suma de ondas con periodos, evidentemente tengo que tomar la frecuencia en todas las posibilidades, entonces tengo una función de frecuencias. Y ése es el lío en que la frecuencia va a funcionar en Matemáticas y se puede pasar después esa frecuencia matemática como si fuera el impulso en la Cuántica y la posición (o valor) de la x, como si fuera la posición del electrón. Entonces se vuelve a tener una especie de teorema de incertidumbre...


- [...]


C-  De manera que se puede contar con un teorema matemático sin saber nada de electrones ni qué pasa en los experimentos ni nada. Ésta es la cosa.


AGC- A costa de que a su vez los elementos matemáticos, los números y los desarrollos, no pueden menos de convertirse en cosas, en objetos, en cierta medida, claro. Porque ése es el dilema entre Física y Matemática; parece que [...] parece que no está clara: una cosa son las cosas, otra cosa son los números que se le aplican a las cosas, pero el propio perfeccionamiento del cálculo viene a arrastrar consigo eso: que los números, al perfeccionarse por su camino, no pueden menos de ir adquiriendo un cierto cariz de cosas...


C-  Sí, se puede decir que las funciones tienen dibujo, se pueden dibujar frente al lío de los números. Pero es que [...], se puede pensar así.


AGC- Más sobre esto.


- ‘Medida’ siempre va a querer decir ‘distancia’. Ellos hablan de una distancia.


C-  Bueno, es que... vamos a ver: Tienes la primera idea, por eso coges la de conjunto de conjuntos (de cosas que se cuentan). Medida es de intervalos, que a los cuales se asocia un número ¿eh?, o una regla –para ser realistas– una regla que está pautada, y entonces con esa regla sabemos lo que es un centímetro y cogemos un intervalo de la Realidad por todos los errores –que hay siempre un cálculo de error–, nunca la medida es exacta pero, vamos, aproximadamente; podemos incluso asociar un número de error, más o menos tanto por ciento (de error), y eso es la situación normal. De manera que medida siempre se asocia primariamente con un intervalo, que quiere decir un conjunto de números que está en situación de continuidad. Por eso, números sueltos, medirlos evidentemente es una cosa que no se les había ocurrido nunca. Es a final del XIX cuando surgen todos estos problemas y cuando definen una noción de medida de esta forma ¿no? Es decir se trata de medir conjuntos de puntos (números reales) que no formen claramente intervalos.
  
AGC- Pero no conviene que pienses que esta necesidad del intervalo (que, claro, hay que poner) tiene que ver con la distancia tomada en el sentido que se toma a veces en Física: la distancia que llamamos física de un espacio. No, no es eso, no. Los entes pueden llegar a ser nada físicos, por tanto nada sujetos a situaciones en un espacio, o en un espacio-tiempo determinado, sino que entes que de por sí, efectivamente, ocupan posiciones respectivas de intervalos y dan lugar a eso.


C-  Sí. No: pero hay que tener en cuenta que el resultado... el resultado, el acto de la medida en Matemáticas, va a ser un número real positivo que se llama –un número real–, y si es probabilidad es un número real entre cero y uno. De manera que cero sea que no se da, y uno es la certeza de que se va a dar. Entonces, el resultado de la medida es un número real (entre cero y uno), y los números reales han sido inventados, como que se pueden imaginar, situados en un intervalo y cada uno colocado, pero con la situación de que el sitio del número real es una contradicción, porque un número real tiene un sitio (se asocia a un punto de la recta) pero no tiene contiguo, frente a la situación de los números naturales que si los colocamos en la recta, viene el 1, después el 2, el 3, y se supone que el 2 está después del 1 y antes que el 3: tiene un sitio, una situación exacta en la serie. Pero los números reales no, porque son números continuos. Entonces, si yo coloco dos números reales que considero muy próximos, como no sean el mismo, entre ellos está una infinitud de números reales. Y eso es una imposibilidad de separación –hay una imposibilidad de separación–.


AGC- Dicho de otra manera: que como el número raíz de dos no tiene un antecedente ni un consecuente como les pasa a los números []


C-  Se supone que lo tiene, pero no hay manera de pillarlo.


AGC- Es una consecuencia de que efectivamente hay una visualización: cuando a los reales se les coloca sobre alguna forma de recta hay un intento de visualización, y como eso en verdad es imposible, se viene a esas contradicciones ¿no? Más sobre eso.


- El punto donde falla la función ¿es siempre un punto, o puede ser...?


C-  Bueno, es que las funciones van a estar definidas con valores, y cada valor es un número. O sea, yo puedo decir f(x)=x², con lo cual no tengo ningún problema, pero si x  lo tengo que realizar con números, cada valor de x es un número. Entonces, ya, o es el mismo o es distinto. En el ámbito de los números cambia. Entonces, en ese sentido, cada número es un punto de la visualización de la recta.


- Pero ¿puede haber una función que falle en dos puntos que sean continuos?


C-  ¿En dos puntos que sean continuos?, contiguos, que no sean reales los puntos, sí (para los números reales no tiene sentido lo de contiguo). Puede fallar en dos puntos (números) que sean por ejemplo naturales: puede fallar el punto 1 y el punto 2; pero se supone que si una función está definida en 1 y 2, va a estar definida en todos los números racionales y reales que están entre 1 y 2. O sea, si es operativa, x² tanto vale para 1, o para 2, para 3, como vale para v2, para p; porque ese x es un lugar de número que es cualquiera de los números que se han desarrollado. La noción de número se ha extendido, ha empezado a aparecer números nuevos que incluyen los anteriores, entonces, una función que como es x² va a arrastrar consigo que se aplica a cualquier número nuevo que aparezca. Es un poco la situación. Bueno, pero las funciones no son tan operativas como x².


AGC- Deberíamos aprovechar más, pero bueno. Vamos a seguir sin olvidarnos del sentido que todo esto tiene en cuanto a lo que os proponía respecto a identificar la predicción con el saber en general acerca de la Realidad.


Si estamos aquí contra la muerte –como estamos, porque hemos descubierto fácilmente lo que cualquier niño sabe, que la función del Poder, sea cual sea, es la Administración de muerte, que es lo mismo que decir la Administración del Futuro–, ‘si estamos contra la muerte’ quiere decir si estamos contra la  v e r d a d  de la muerte, si estamos contra la pretensión de que la muerte sea verdad. Yo creo que cualquiera de vosotros puede coger esto sin complicación: verdad de la muerte. Por eso he empezao por recordaros hoy que lo primero de la Realidad –antes que cualquier Física, que cualquier teoría– es el Futuro, es decir, el mundo de lo que no ha pasado, el mundo de la muerte, que es necesariamente futura.


Verdad, para el sentido común que nos queda, es algo que no puede tener nada que ver con semejante cosa; no puede tener nada que ver con algo que ni lo hay –para decir si está aquí o allá, ni cómo es, ni qué color tiene–, ni por tanto se puede propiamente  s a b e r, ni ser objeto de esa operación lógica de atribuir ‘V’ o ‘F’ (verdad o falsedad) a cualquier cosa. ¿Quién puede decir de algo como la muerte que es verdad o que es falso?, ¿qué sentido tiene eso? Eso os lo hacen pasar, nos lo hacen pasar, como si pudiera ser algo normal que se dijera y no pasara nada, pero al menor asomo de reflexión veis que no tiene sentido.


Como en los días pasados decíamos: si estamos –como es lo propio de una tertulia política– contra el Poder Administrador de muerte, si estamos contra la muerte, estamos contra uno, contra uno mismo; eso ya lo recordáis bien: no puede separarse lo uno de lo otro; estuvimos debatiéndonos con esta especie de mostruo que es uno mismo, del cual ni siquiera puede decirse nada científico o aproximativo, como se dice de las cosas, de cualesquiera cosas, ni puede tampoco identificarse por medio del nombre propio, este artilugio que entre las cosas llamadas personas rige, y que sin embargo parece inatacable, nos acompaña, nos devora a cada momento, a cada uno de nosotros: el uno mismo, el ser uno el que es, incontrovertiblemente; absolutamente distinto de cualquier otro, ése es el que tenía directamente que ver con esta cuestión de la verdad de una muerte; tan imposible es la verdad de uno como la verdad de la muerte.


Supongo que esto, aunque dicho así tan aparentemente a la ligera, se sigue... se sigue bastante bien.


Y esos días pasados veníamos a ver que frente a la Fe en uno mismo (que es la Fe en la muerte) por la liberación de uno mismo, de la mentira de la verdad de la muerte, lo que nos cabía más bien era volvernos cosas entre las cosas, de manera que volvíamos a usar este término ‘cosas’ que es en el que quiero que hoy también sigamos insistiendo. Y es respecto a esta posibilidad de perderse uno entre las cosas, es –hasta usando el lenguaje corriente– es bastante normal que si se lucha contra la persona, como persona se contrapone a cosa, pues que esté bien claro que ‘luchar contra la persona de uno’ quiere decir volverse a la cosa, reducirse a la condición de cosa de uno mismo, y en ese sentido... en ese sentido perderse o encontrarse entre... o encontrarse perdido entre las cosas ¿no? Y por eso venía esta vuelta sobre lo que las teorías físicas y sus ingenios y sus delirios nos podían revelar respecto al buen entendimiento de esto de ‘cosa’, de las cosas, de las cuales estamos en buena política decididos a ser unas, cualesquiera, perdernos. Como no somos idealistas, porque eso son los que mandan, eso es el Poder, uno no puede ser todo, no puede ser no ya César o Napoleón, sino mucho más, Dios; pero tampoco puede aspirar a ser nada, y exactamente por la misma razón.


Esta... esta carencia de idealismo, de idealidad, con la negación del todo y del nada, es la que lleva a encontrar esta vía que es simplemente la de volverse cosa y perderse entre las cosas. Volverse cosa y perderse entre las cosas y para ello había que volver también, entre otros medios, a esto de los intentos de las teorías físicas principalmente, que no suelen hablar de cosas, prefieren hablar de entes (que son, después de todo, algo menos generales, algo menos abstractos) como partículas subatómicas o strings, o Galaxias, o Universos, pero no cosas. Yo estoy diciendo ‘cosas’ para abarcar todo eso que acabo de decir y a vosotros y a mí mismo también en lo mismo, con las partículas, los strings, las Galaxias y cualesquiera otro tipo de animales y de seres de los más palpables o de los más imaginarios que se os puedan venir a... que se os puedan venir a la cabeza.


Había que precisar, yo creo que un camino muy sencillo para intentar precisar aquí es así: es por el camino del tamaño, respecto al cual os voy a dejar hablar enseguida en general.


Por el camino del tamaño, porque, no ya entre la gente corriente y sin estudios, sino en los propios libros de vulgarización de la Ciencia, os encontraréis que esto que estoy llamando cosas está sencillamente separado por tamaños. Es decir, que se habla de entes macroscópicos, entes microscópicos, y de los entes intermedios como nosotros y nuestras cosas. Y se pretende –y parece que esto a la Ciencia se le vuelve forzoso– que las leyes que rigen para los más macroscópicos, es decir, los del tipo de las Galaxias, Universos y también simplemente Sistemas Solares, Planetas y demás, son unas leyes, en general las de Newton –las dictadas por Newton–, que no son las que rigen para los entes subatómicos, entre los cuales evidentemente hay que encontrar modificaciones, pero modificaciones radicales muchas veces de las nociones de fuerza, de interacción, de las que aparecían más elementales en la Mecánica newtoniana o clásica ¿no? Y entonces, se supone que ahí, en los casos de la suma pequeñez, las leyes que están rigiendo son otras leyes distintas, y a esas leyes son a las que se refieren una gran parte de las teorías más o menos vulgarizadas que se nos recogen. Nosotros y nuestras cosas generalmente formamos parte de las macroscópicas pero, desde luego, no podemos tampoco presumir que las leyes que nos rigen para andar por la calle son las mismas que rigen el movimiento de los Planetas, son distintas.


Bueno, en resumen, que parece como si lo que se nos está haciendo creer por doquiera es que la costitución, el movimiento o leyes de movimiento de las cosas, depende del tamaño. De manera que unas son... unas son para los elementos muy grandes, y sobre todo inmensamente grandes, del tipo de los millones de trillones de kilómetros y cosas así; otras son las que rigen para los entes subatómicos, y sobre todo los muy subatómicos, hasta el punto de que no haya directamente microscópico electrónico que los pueda alcanzar; y otras son las que siguen rigiendo aquí entre nosotros para ir tirando –para ir tirando–.


Fijáos bien en una cosa (y enseguida os pregunto lo que os parece acerca de todo esto): nosotros estamos desde luego tratando con las cosas de nuestro tamaño, no podemos tratar con otras. Tratamos con las cosas de nuestro tamaño y para tratar, aunque sea científicamente, teóricamente, con las otras, tenemos que acudir pues a trucos, tergiversaciones. Por ejemplo, para tratar con electrones, evidentemente nosotros no podemos tratar con electrones como con las bolas de villar, tenemos que acudir a los trucos electromagnéticos y a la interpretación de las sombras, rayas y colores del espectro que son los que se le supone que revelan algo respecto al número y a la situación de las lluvias de electrones; no hay... no hay otra manera, se comprueba experimentalmente que esto da resultado, esta interpretación a través de la pantalla; a través de la pantalla de los espectros, de los espectros de líneas y de colores da resultado para progresar de lo que se tiene por conocimiento en los sucesivos experimentos y demás, y así es.


Y desde luego, claro, las Galaxias las vemos en el espejito de un gran telescopio, no en otro sitio; es decir, a través de... a través de una interpretación que evidentemente parece que marcha, parece que funciona para los mismos resultados ¿no?


Bueno, el problema es... es un problema político que hoy os planteo: si el hecho de que nosotros tengamos que tratar con cosas de nuestro tamaño nos va a llevar a pensar que, cuando se dan los otros tamaños, las leyes del movimiento y de la costitución son otras distintas: o nos vamos a negar a pensar tal cosa y a pensar más bien lo contrario, es decir: que en cualquier tamaño que sea son las mismas. Éste es... éste es el problema simplicísimo y que es el que hoy quería traer aquí sobre todo. De manera que ya respecto a todo esto, por si algo no ha quedao bien planteao, os dejo la palabra, y adelante.


- Pues que quizá en primera instancia, cuando uno dice "Uno es un caso de cosa" es una posibilidad de perderse o de una invitación a perderse, pero si realmente miramos (bueno, ‘realmente’), quiero decir si miramos atentamente qué quiere decir eso ‘cosa’, la verdad es que una cosa se caracteriza casi siempre por definición (bueno, primero por el nombre) pero además del nombre, por una cosa que es la causa y el fin, la funcionalidad de la cosa, la función de la cosa; es decir, que incluso en esas microcosas y las macrocosas, un rasgo común de ambas, independiente del tamaño, es el fin y la causa. Parece que está encadenado esa determinación del fin: la función, que se llama –la función de las cosas–. Entonces, y yo lo que quiero decir, si no sería conveniente que para eso del perderse, se buscara una vía como un caso de algo, en el sentido de algo informal, porque en cuanto fuera un caso de cosa parece que esté uno como cambiando de jaula.


AGC- Bueno, no era eso [de lo que] se trataba. Ahora vamos a ver qué os parece respecto al tema: nosotros tratamos con las cosas de nuestro tamaño (por si hay que advertirlo, porque parece que hace falta advertirlo), tratamos con ellas, desde luego, ya, sin más, con enormes dificultades, porque ni nos entendemos respecto a cuál es una cosa y cuál es otra distinta; ni nos entendemos fácilmente respecto a dónde están y qué relación tiene el estar en un sitio con el ser la que es; ni nos entendemos respecto al cambio y hasta qué punto el cambio convierte una cosa en otra; ni nos entendemos en cualesquiera líos. Esto sin entrar en Ciencia ni en Físicas, nos arreglamos con... tratamos con las cosas de nuestro tamaño y tratamos con dificultad; y nos vamos arreglando con respecto a relaciones entre cosas, respecto a cambio de cosas, respecto a funciones de las cosas, respecto a fines a que están destinadas. Vamos tratando con ellas por tanteo, aproximativamente, y porque –como antes he dicho de los casos de la Ciencia– va resultando para ir tirando. Pero desde luego, siempre erróneamente, aproximativamente. Pero no era eso de lo que hablábamos, hablábamos de la cuestión directa de la relación con las visiones...


- Sí. ¿Puedo poner un ejemplo de lo que te proponía? Es, si recuerdas  aquel corto de Chaplin que se llama Charlot se va de juerga o A la una de la madrugada (se llama así). En que viene borracho y llega a casa y no sabe cómo entrar, porque no lleva la llave, y se entra por una ventana, y le cuesta muchísimo entrar por la ventana, claro, tiene que tropezar por un montón de cosas: los peces, la alfombra, la no sé qué, la no sé cuanto... Por fin consigue entrar a la casa, se le sublevan todos los objetos, porque como está borracho no entiende por qué hay tantas cosas en la casa y tal; y de repente encuentra la llave en el chaleco, la llave. Y entonces, la operación que hace Charlot       –que es algo que te impresiona– es que se sale por la puerta para volver a entrar, para darle a la función que pertenece a la llave: la función de abrir la puerta. Esto es muy desvelador ¿no?


AGC- Gracias.


- De nada.


 AGC – Bueno. Por el recuerdo de Charlot, nos has entretenido un rato, y una vez aligeraos ya...


- No, era por ir a lo concreto. Por bajar aquí a este mundo.


AGC- Una vez aligeraos ya con esto, vamos a seguir con la cuestión. ¿A ver qué más cosas han surgido por ahí?


- Agustín.


AGC- Sí.


-Yo lo veo como una gran osadía –¿no?– el pensar que... que no tenemos nada que ver con esos... con esas cosas gigantescas –¿no?– macroscópicas –como dices– ¿no?, que las leyes que rigen las Galaxias no rijan las relaciones entre nosotros como cosas, ¿no? Pero por otro lado parece que –que no sé– que las leyes que nos hemos apañado o que ha descubierto la Ciencia, que ha encontrado la Ciencia para nosotros  –como tú bien has dicho– no funcionan, y tampoco podemos pensar que esas leyes vayan a corresponder con la de los otros. (No sé si es que no he entendido bien tu cuestión). Me parecería eso: tan osado pensar que... que las leyes de los grandes nos van a valer a nosotros como que nuestras leyes les van a valer a las Galaxias, ¿no?


AGC- Sí. No es que se haya dicho eso propiamente, pero algo... algo así podía entenderse. Desde luego, la pretensión de las visiones científicas del descubrimiento de leyes propias para los entes macroscópicos y para los subatómicos, la pretensión es de llegar a una exactitud en el trato, por tanto en la predicción, incomparablemente mayor que ésta que hemos recordao, que nosotros tenemos que traernos para tratar con las cosas de nuestro tamaño, que es muy aproximativa. Pero ésa es la pretensión que justamente me ha hecho aquí sacar el otro día y hoy esto de la Ciencia, y recordar que, en cierto modo, el avance de la Mecánica Cuántica con respecto a las formas anteriores es, en cierto modo, un arrepentimiento respecto a la pretensión de causalidad, de causalidad exacta y precisa. Es una vuelta a la adopción de métodos que eran propios de las ciencias inferiores, es decir, que eran propios de los sitios donde     –según el artículo de Bitbol– había surgido el Cálculo de probabilidades: la Medicina, ciertas formas de la Química, y todo eso –¿no?– a lo aproximativo; como si la Ciencia estuviera ella misma arrepintiéndose de su pretensión de absolutitud para los entes con los que trata ¿no?


Pues eso para aclararlo, pero entretanto aquí seguimos nosotros tratando torpemente, aproximativamente con las cosas de nuestro tamaño, y por otra parte proponiéndosenos por todas partes que estas leyes nuestras no son más que nuestras, pero que más de verdad en lo muy pequeño, más de verdad en lo muy grande, rigen otras leyes que serían más verdaderas. Y eso es lo que estamos sometiendo a debate. Adelante. Sí


- Yo creo que esa pregunta podría tener una contestación positiva sobre el presupuesto de autosimilaridad en lo que hay. De tal manera que con la presunción de que llega un zoom, incrementa lo que se ve en un área, se acerca a un punto, incrementa lo que hay en ese punto, lo que hay es lo mismo en pequeño que en grande. Entonces...


AGC- Sí, aunque desde luego tratan de desviarte mucho, porque claro, tú estás viendo una cara, te lanzan un zoom y empiezas a ver no digo ya la piel sino los agujeritos separados unos de otros, empiezas a ver volcanes, empiezas a ver selvas. Y te dicen "¿Ves como tú no veías de verdad lo que era una cara, lo que era una piel?, ahora lo estás viendo gracias a esta aproximación". Ésa es... ésa es la cuestión. Ésa es la creencia por la que estoy preguntando, la que estoy sometiendo a juicio.


- Se puede decir del revés que esa especie de proyección de la percepción de lo visible sobre lo invisible lleva a que algunos de los modelos subatómicos tengan ese carácter de casi de Sistemas Solares, por así decirlo.


AGC- ¿"De"?


- Sistemas Solares. Que los entes subatómicos pueden suponerse comportándose como Planetas o como...


AGC- Sí, se puede. Hace poco, un siglo más o menos, bueno, cuando se estableció todo esto, efectivamente, descubrieron... cuando descubrieron los electrones, los electrones se comportaban como planetitas, eso fue lo primero que se les ocurrió; luego, el núcleo les resultaba un poco duro de roer, tenían que convertir el núcleo en realidad en dos núcleos para que mantuvieran la [conexión] uno con otro. Pero, vamos, los electrones seguían tal; y la pretensión era que "Con tal de que no sea nuestro nivel, es más verdadero", en lo planetario, en los planetas, o en los electrones; ésa es la pretensión de la visión científica.


C-  No, yo creo que hay que añadir que cuando se mete el sistema de la Mecánica celeste en el átomo, [] Mecánica celeste es un sistema –diría– de Matemática continua, las trayectorias son continuas. En el átomo es necesario descubrir la discontinuidad, meter la costante de Planck, es decir, establecer un h (la constante de Planck) que claramente separa y dice que ahí hay discontinuidad, frente a la visión más o menos falsa que puede tener que el planeta va moviéndose continuamente si se observa ¿no?, en el átomo no. Y precisamente una de las maneras –como dicen los físicos– de intentar pasar de la Mecánica Cuántica a la mecánica de andar por casa, es hacer que la constante tienda a cero (la constante de Planck), hacemos que h tienda a cero (h?0); y entonces, los fenómenos mecánicos (intermedios) despreciamos ese salto que hay, esa discontinuidad del mundo subatómico, que en el mundo intermedio nuestro no se tiene en cuenta, porque no se perciben o que no tiene importancia ¿no? ¿Qué importancia tiene por ejemplo que mi masa al moverme sufra alteraciones?, por ejemplo siguiendo la teoría de la relatividad –para dar un salto a la relatividad– que mi masa (que sí en el mundo subatómico sí que tiene importancia –para las partículas– porque la velocidad de las partículas se aproxima a la velocidad de la  luz), en cambio con mi movimiento mi masa no sufre transformación (apreciable) de energía, por lo  tanto nadie lo va a detectar y andamos muy bien por casa. Quiero decir que ese salto de la discontinuidad necesaria y las altas velocidades que hay que asignarle a las partículas no aparecen directamente en el mundo de tamaño intermedio.


AGC- Claro. De todas maneras también algún científico muy empeñao en el sentido contrario, es decir, en exaltar el descubrimiento del Sistema Solar, de los electrones y el núcleo, y trasladarlo hacia arriba, pero podría haber dicho "Es que, claro, aquí lo que hay que corregir es la Mecánica de Newton... de Newton porque efectivamente tiene movimiento continuo, entonces no. También ahí hay que establecer alguna especie de discontinuidad para que efectivamente en paralelo... en paralelo con los electrones sea total. Y después de todo, los que han seguido a Einstein pensando en que la luz es discontinua, por lo menos a ratos, pues un poco van en ese sentido ¿no?, los que creen en los fotones y todo eso ¿no?


C-  No: parece que la luz es como si tuviera que estar en todas las partes, tanto arriba como en el medio y como abajo.


AGC- Sí. En esas se encuentra, sí.


C-  Ahora lo que es la luz, hay que decir que en un cierto sentido la que está abajo, la que está arriba y la que está en el medio, y puede pasar como la misma: una condición de la luz que inmediatamente se vuelve contradictoria porque tiene que ser onda y corpúsculo; tiene que ser acción (vibración) y al mismo tiempo de cosa ¿no? Sí, no sé hasta qué punto lo de la luz serviría para algo ¿no?, quiero decir en ese problema de los tres mundos que has sacao en cuanto a tamaño.


AGC- Ante la decisión, yo desde luego, no... no se os oculta que estoy tomando partido: yo me niego a creer que el tamaño pueda... que el tamaño pueda influir para nada en lo que nos importa aquí. Pienso que sea como sea, con todo lo falsas y aproximativas que son nuestras leyes, y lo distintas que se aparecen las referentes al mundo subatómico y a las Galaxias, en algún sentido para  c o s a s  –así, en toda generalidad– para  c o s a s  lo que nos importa aquí en cuanto a costitución y leyes de movimiento tiene que ser... tiene que ser lo mismo. Sin embargo, el trance... el trance es que nuestra necesidad de palpar la verdad, es decir: la verdad como exactitud numérica en este barullo de cosas en el que estamos metidos y del que somos ejemplares, es tremenda ¿no? Y hay que tenerla en cuenta cuando esto se plantea.


¡Uff!, ayer, por cierto, un nieto mío me estaba contando de un amigo que había viajado por el Ecuador recientemente (es un buen caso de []. Yo me he enterao, muchos de vosotros lo sabréis): en la República del Ecuador tienen... tienen trazado... tienen trazado –para que el curioso y turistas lo visiten– tienen trazado la línea del ecuador pintada (pintada, una línea estrecha, relativamente estrecha, pequeñita, ¿no?) y, entonces, llevan allí a la gente a que hagan sus experimentos. Un experimento consiste en que en la línea misma –en esa línea misma trazada en el suelo– hay un agujerito que es el desaguadero de una bañera, echan agua y entonces allí el agua cae a plomo, es decir, perfectamente en línea recta, se supone, como en ningún sitio del mundo. Mientras que si coges la bañera en un agujerito a dos palmos o tres de distancia hacia el norte, y entonces ya... entonces ya el agua empieza a salir haciendo así; y si la coges dos palmos hacia el sur inmediatamente el agua empieza a salir haciendo de esta otra manera, como os sucede ¿no? Es palpar... palpar la verdad de lo que efectivamente se ha determinado respecto a líneas como la del ecuador y todo eso por el estilo ¿no? Es así. ¿Y qué más experimentos había?


- Lo de caminar por la línea.


AGC- ¡Ah!, caminar por la línea es muy difícil, por lo visto. Caminar por la línea es muy difícil, es decir, más o menos alguien en situación normal puede seguir una línea, pero allí es casi imposible. Es decir que se conoce que las diferencias de tratamiento del peso de la mitad de uno con respecto al peso de la mitad de uno por el otro lao, pues producen grandes desequilibrios y es muy difícil mantenerse... mantenerse tieso ¿no? No sé si había algún...


- Sí: el del alfiler y el huevo.


AGC- ¡Ah!, sí. Una a la que invitan a los más atrevidos: puesta una punta con cabeza plana –una punta con cabeza plana– invitan a colocar un huevo. La prueba consiste estando justamente en la línea. Y efectivamente es difícil, hace falta un poco de tiento pero es posible; es posible. Que hay muchos a los que les dan un premio además –me parece–, hay muchos que efectivamente consiguen colocar el huevo sobre la punta plana del clavo ¿no?


Esto lo digo para que veáis hasta qué punto es peligrosa, poderosa, el ansia que todos padecemos de aplicar la exactitud, la verdad, a las cuestiones de la Realidad: a la Tierra, a las cosas, a las personas en general ¿no? ¿Qué?


- Que yo no sé si te recuerdas de aquellos años que estuvo tan de moda lo de la Psicología cognitiva, ¿no te acuerdas lo de [Rox] y toda esa gente?, que decían que no había cosas discontinuas o sí había cosas discontinuas ¿no?, y que si la discontinuidad está marcada por la percepción del significado, o que las cosas estaban ahí, a barullo perdido, y eso, y estaban impuestas por la idea de las cosas, o que realmente las cosas ya estaban de por sí cuadriculadas, el Mundo.... el Universo estuviera ya discontinuiza-... hecho discontinuo ¿no?. Entonces, recuerdo que ponían el ejemplo ése que has puesto hace un rato de lo del zoom y de eso, y en qué momento cuando lo del asesinato ése que se descubre en la enramada de un soto, que al principio no se ve, hasta que no se va acercando. ¿En qué momento uno puede tratar con las cosas?, uno, que aunque sea un caso de cosa, ¿en qué momento puede tratar con las cosas? ¿Dónde está el sentido ése?, ¿en qué punto está el sentido para el tratamiento?


AGC- No está muy...


- Sí, pero tú ahora lo cuentas mejor. Venga.


AGC- No es un planteamiento muy elucidador que digamos. Bueno. Seguimos con esto. Se trata de esto ¿no?: O, si hemos decidido, por mera razón política, es decir, de verdad contra el Poder, si hemos decidido estar contra uno, la manera de estar contra uno es ésta que decimos "perderse entre las cosas". Pero esto exige que a la propia noción de ‘cosas’ se la prive de muchas de las ilusiones de las que, como... como vemos, está adornada y con las que está entorpecida por todas partes. Luego la... esto se puede decir también así, desde este lao "Renuncio a los átomos absolutamente duros", "renuncio a la Geometría, a la pura Geometría", se puede decir así. Porque este renuncio quiere decir efectivamente "Me estoy dejando caer en esta manera de ser, de moverse, aproximativa, indecisa, que es la propia con la que tratamos de una manera inmediata y que debe ser la de cualesquiera cosas de cualquier tamaño". Es negarse a la idealidad. Negamos... uno renuncia a una subrealidad atómica, al átomo absolutamente duro; piensa que las cosas van a ser blandas de cualquier tamaño que sean, y que nunca se va a encontrar... nunca se va a encontrar una cosa absolutamente dura (si es que no me entendéis mal en este empleo de los adjetivos estos que estoy haciendo, espero que no, que se entiende bien); y por otra parte, renunciamos a esa otra forma de pureza a la que aludo con ‘Geometría’ ¿no?, a la idealidad; hemos renunciado a la creencia en que en ningún momento y a ningún tamaño que la cosa se planté, se pueda dar efectivamente en una total... en una total y definitiva exactitud.


Esto son cosas de las que llevan a eso: a hundirse... hundirse en el maremágnum, en el barullo, en el barullo y de las cosas que nunca acaban de ser lo que son, como yo, como tú, en contra de lo que te crees; que nunca acabamos de ser el que somos.


Bueno, tal vez se ha hecho un poco tarde para plantear más cosas. De manera que cortamos, pero el problema os ha quedao ahí plateao ¿eh? ¿Qué creéis respecto a eso de que el tamaño, tal como lo hemos dicho, pueda tener que ver algo con la costitución, leyes de movimiento de las cosas en sí, o que no tenga nada que ver? Así, que si el Todopoderoso no se enfada demasiao, seguiremos dentro de unos siete días.