20.05.2016

De la desficcionalización ontológica al anonimato: El postestructuralismo hispano a través de Agustí

GARCÍA MACÍA, G. "De la desficcionalización ontológica al anonimato: El postestructuralismo hispano a través de Agustín García Calvo". Granada: Universidad de Granada, 2016. 11-nov-2015 (fecha de lectura).  [http://hdl.handle.net/10481/41150

Resumen:     

El objetivo de la tesis doctoral es tomar como punto de partida la obra de Agustín García Calvo para realizar un análisis, no exclusivamente centrado en el autor, del pensamiento postestructuralista de variante hispana. Estamos convencidos de que en el mundo hispano se ha desplegado un movimiento postestructuralista que está sin estudiar y que constituye una variante autóctona de lo que viene llamándose “pensamiento de la diferencia”. Se trata, pues, de poner en vinculación la filosofía de García Calvo con el pensamiento europeo en general y con el postestructuralista en particular, de manera que los resultados puedan ser aprovechados en una investigación más comprehensiva que alcance a una cierta “tradición hispana”. Por tanto el proyecto aspira a reconocer los rasgos de la variante postestructuralista hispana en otros autores. Al mismo tiempo se trata de dar al lector una exposición suficientemente completa de la obra de García Calvo sin que el trabajo mismo sea un monográfico sobre el pensador que nunca podría llegar a abarcar el cuerpo entero de su producción. En el contexto de pensar la nervadura de la filosofía del filólogo zamorano con el instrumental propio de la línea postestructuralista e inspeccionar sus peculiaridades, se toman varias líneas de indagación:

Un rasgo peculiar de la variante hispana se encuentra en el tipo de Nihilismo que presupone. El del autor es un nihilismo próximo al barroco hispano. Lo característico de este nihilismo es una comprensión tensional entre la imagen del pensamiento Todo/Nada. Utilizamos la incompatibilidad entre la imagen de pensamiento Infinito/Todo y la verdadera infinitud para dar cuenta de la especificidad de lo que llamamos “trágico” por su inspiración heraclitana. En el terreno del Lenguaje adoptaría la forma de la contradicción entre el Sistema cerrado y la lengua viva (propiamente infinita). En la interpretación crítica de la lengua del zamorano se postula la contraposición entre “lo que hay” en el decir (el mundo en que se habla) y aquello que se dice (mundo de que se habla). En el caso de lo griego, hablaríamos de lo presocrático como pensamiento (vivo) que hace aflorar la contradicción que la Idea (cosa fija y muerta) había ocultado. La “habencia” entendida en relación con la “virtualidad” deleuzeana permite dar razón de la prioridad de lo inaparente sobre aquello que viene a encubrirlo. Llegamos a la conclusión, a través de estos cauces, de que el vínculo de lo hispano con lo trágico está ligado a la índole desenmascaradora de la crítica ontológica.

Un rasgo característico sería, pues, el entronque con un neobarroco hispano. Puede verse en diversos temas: como la ontología de la fuerza (o augere), el progreso como “desengaño”, la figura del héroe como hombre de acción, la visión del mundo como “teatro” (máscara, representación, sueño), etc. Se quiere desenmascarar el “sueño” o la “ilusión” de la que habla siempre el barroco. No se trata de llegar a lo que carece de ficción (una verdad pura), sino de una crítica negativa. El criterio de crítica es negativo: no aproximación progresiva a una realidad o verdad fundamentales, sino alejamiento progresivo, sin fin y sin idea regulativa, respecto a lo que “engaña”. Esto es lo que llamaríamos a través del autor la dialéctica, negativa, de la contradicción. La idea que rige lo que llamamos desficcionalización ontológica es la de una tarea filosófica de desenmascaramiento de lo enfermizo. En ese contexto, partimos de la convicción de que las expresiones de falta de salud en superficie (en los Individuos) son la manifestación de una enfermedad profunda (del conjunto social y cultural) ligada a la ficcionalización del mundo. Otro rasgo característico es el nexo entre una filosofía teórica y una fenomenología de la experiencia cotidiana. En contraste con interés por una reflexión teórica pura, sus grandes temas vibran en el curso de problemas del mundo de la vida inmediato: la Pareja, automóvil, Hacienda, etc. Este rasgo tiene un sentido también hispano. En términos filosóficos, se trata de salvar lo “singular” frente a lo particular, que queda subsumido en la regla universal y, así, despojado de su irrepetibilidad, lo singular es lo concreto no subsumible en lo universal, aunque atravesado por él en su concreción. En esto el autor es postestructuralista en la línea de Deleuze: frente al par “universalidad-particularidad”, Deleuze defiende el par virtual (acontecimiento que se realiza en acto pero que es irrepresentable)/singular (lo concreto, en lo cual se está “efectuando” el acontecimiento o lo virtual). Sólo que lo singular tiene también, para García Calvo, sello hispano: está ligado a la renuencia a separar la reflexión filosófica de una “fenomenología de lo cotidiano”.

Se divide el trabajo en tres partes en correspondencia con la división de su libro Razón Común. En la primera parte —Razón General. El paisaje mental de Agustín García Calvo— se realiza un esbozo del pensamiento de García Calvo a modo de paisaje mental, en el sentido merleau-pontyniano de la expresión. Se presentan los nexos con los autores postestructuralistas franceses (Foucault y Deleuze, en particular) así como con Nietzsche, Unamuno y otros pensadores implicados. En la segunda parte —Razón política. La terapia crítica de Agustín García Calvo—, partiendo ya del paisaje mental básico, se extracta y analiza con demora la dimensión de dicho paisaje que está especialmente relacionada con la crítica política. El subtítulo porta la tesis central, a saber, que el modus operandi de la crítica que realiza el pensador zamorano puede ser interpretado como desenmascaramiento de patologías civilizatorias o culturales. Se parte de la penetración en el campo de fuerzas del freudismo y en el modo en que en nuestro autor se confronta con ellas en el medium de la crítica a los poderes que rigen la praxis. Se reencuentra el nexo entre la concepción postestructuralista de la organización social como retícula sin centro y la defensa que hace el pensador zamorano del anonimato para, desde ahí, finalmente, despejar el sentido de la denuncia de la Sociedad del Bienestar y la relación que ello manifiesta con el neobarroco. La tercera parte —Razón teológica. La tradición y el mundo antiguo— se dirige al diagnóstico que se realiza en las obras de García Calvo acerca de la religión y de su relación intrínseca con los procedimientos del Capital de un modo que también queda al descubierto la intrincación entre las ópticas del postestructuralismo y de nuestro autor. Se busca, por último, tratar de dar cuerpo, a través de las nociones de afuera del pensamiento y de anonimato, a las claves de la crítica ontológica que ejerce este postestructuralismo y abrir con ello posibilidades de que se piense en clave hispana.

Descubrimos, a la luz de este recorrido, que habría que profundizar en la presencia en nuestro país de una cierta tradición del anonimato. Desde este punto de vista, sería importante ahondar en la acción de liberación del pensamiento español que llevaron a cabo, junto al zamorano, filósofos como Machado, Eugenio d´Ors, Aranguren o Cerezo. Tal acción continúa presente no sólo en pensadores actuales sino que sus manifestaciones son de la más variada índole, es decir, que no se agotan en el espacio de la filosofía.

 

 

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GARCÍA MACÍA, G. "De la desficcionalización ontológica al anonimato: El postestructuralismo hispano a través de Agustín García Calvo". Granada: Universidad de Granada, 2016. 11-nov-2015 (fecha de lectura).  [http://hdl.handle.net/10481/41150] 

 

Leer artículo

 
Resumen:     Esta tesis doctoral se elaboró durante los últimos años en que el eminente catedrático
 zamorano estuvo entre nosotros, y los inmediatamente posteriores a su muerte. Este
 tristísimo acontecimiento tiene una relevancia especial que nos atañe, ya que el escritor
 llegó a caracterizarse por su gracia y su inteligencia para resistir a la muerte
 precisamente. Cuando propusimos (con la tesina previa a este trabajo) el estudio de la
 obra de García Calvo en el área de la filosofía, la objeción más frecuente que se nos
 hizo era que no se debía realizar un trabajo sobre un autor vivo. Este reparo
 manifestaba, a nuestro parecer, no el propósito de rigor sistemático o bien de lenguaje
 académicamente correcto en los que se escudaba (y más cuando su lenguaje y su
 pensamiento no han variado, en esencia, en toda su obra escrita), sino el miedo a lo que
 puede hacer un autor antes de ser reducido a un nombre propio: decirte “no”, “no es eso
 lo que estoy diciendo”. O lo que es lo mismo, el claro temor a una comprensión activa,
 crítica, del pensamiento, que choca de raíz con los mismos fundamentos de la
 concepción dominante de la Filosofía. Es por esto que es especial la importancia de su
 fallecimiento respecto a nuestra investigación. García Calvo dedicó siempre una parte
 de sus obras a poner de relieve qué es eso del Nombre Propio, sobre todo cuando se
 trata de un autor. Y a revelar ese mecanismo por el cual, a la vez que definimos algo
 para comprenderlo, reduciéndolo a una idea de sí mismo para poder apropiárnoslo,
 estamos ocultando todo lo que a través de ello pudiera estar hablando. Esto nos sitúa en
 una posición algo incómoda con respecto a la Filosofía (con quien el pensador guardó
 una relación cuanto menos ambigua), en tanto que ella misma sufre —y quizá como
 ninguna otra disciplina— esta fatal tendencia a la historicidad y a la definición de los
 pensamientos entre las cuatro paredes de los nombres propios. Lo que pudiera estar
 hablando por debajo del nombre de García Calvo estaba, ya desde siempre, muerto y
 clasificado en los estantes del Saber filosófico. El ejemplo del pensador zamorano es
 por tanto el más claro, y también por su cercanía el más lamentable, de la tendencia general del academicismo contra nuestros pensadores más osados. O, para más
 exactitud, de la inseguridad promovida por el propio sistema de conocimiento, que ha
 de cerrar constantemente las posibilidades que el pensamiento tenga de devenir otra
 cosa. Y que hace que nuestros grandes filósofos sean reconocidos a título póstumo (de
 manera que su voz, viva, ya no represente una amenaza), cuando se les puede ya tener
 sabidos y definidos en los estantes de la Historia de cualquier disciplina.

GARCÍA MACÍA, G. "De la desficcionalización ontológica al anonimato: El postestructuralismo hispano a través de Agustín García Calvo". Granada: Universidad de Granada, 2016. 11-nov-2015 (fecha de lectura).  [http://hdl.handle.net/10481/41150] 

 

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Resumen:     Esta tesis doctoral se elaboró durante los últimos años en que el eminente catedrático
 zamorano estuvo entre nosotros, y los inmediatamente posteriores a su muerte. Este
 tristísimo acontecimiento tiene una relevancia especial que nos atañe, ya que el escritor
 llegó a caracterizarse por su gracia y su inteligencia para resistir a la muerte
 precisamente. Cuando propusimos (con la tesina previa a este trabajo) el estudio de la
 obra de García Calvo en el área de la filosofía, la objeción más frecuente que se nos
 hizo era que no se debía realizar un trabajo sobre un autor vivo. Este reparo
 manifestaba, a nuestro parecer, no el propósito de rigor sistemático o bien de lenguaje
 académicamente correcto en los que se escudaba (y más cuando su lenguaje y su
 pensamiento no han variado, en esencia, en toda su obra escrita), sino el miedo a lo que
 puede hacer un autor antes de ser reducido a un nombre propio: decirte “no”, “no es eso
 lo que estoy diciendo”. O lo que es lo mismo, el claro temor a una comprensión activa,
 crítica, del pensamiento, que choca de raíz con los mismos fundamentos de la
 concepción dominante de la Filosofía. Es por esto que es especial la importancia de su
 fallecimiento respecto a nuestra investigación. García Calvo dedicó siempre una parte
 de sus obras a poner de relieve qué es eso del Nombre Propio, sobre todo cuando se
 trata de un autor. Y a revelar ese mecanismo por el cual, a la vez que definimos algo
 para comprenderlo, reduciéndolo a una idea de sí mismo para poder apropiárnoslo,
 estamos ocultando todo lo que a través de ello pudiera estar hablando. Esto nos sitúa en
 una posición algo incómoda con respecto a la Filosofía (con quien el pensador guardó
 una relación cuanto menos ambigua), en tanto que ella misma sufre —y quizá como
 ninguna otra disciplina— esta fatal tendencia a la historicidad y a la definición de los
 pensamientos entre las cuatro paredes de los nombres propios. Lo que pudiera estar
 hablando por debajo del nombre de García Calvo estaba, ya desde siempre, muerto y
 clasificado en los estantes del Saber filosófico. El ejemplo del pensador zamorano es
 por tanto el más claro, y también por su cercanía el más lamentable, de la tendencia general del academicismo contra nuestros pensadores más osados. O, para más
 exactitud, de la inseguridad promovida por el propio sistema de conocimiento, que ha
 de cerrar constantemente las posibilidades que el pensamiento tenga de devenir otra
 cosa. Y que hace que nuestros grandes filósofos sean reconocidos a título póstumo (de
 manera que su voz, viva, ya no represente una amenaza), cuando se les puede ya tener
 sabidos y definidos en los estantes de la Historia de cualquier disciplina.

GARCÍA MACÍA, G. "De la desficcionalización ontológica al anonimato: El postestructuralismo hispano a través de Agustín García Calvo". Granada: Universidad de Granada, 2016. 11-nov-2015 (fecha de lectura).  [http://hdl.handle.net/10481/41150] 
 
 
 
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Resumen:     Esta tesis doctoral se elaboró durante los últimos años en que el eminente catedrático
 zamorano estuvo entre nosotros, y los inmediatamente posteriores a su muerte. Este
 tristísimo acontecimiento tiene una relevancia especial que nos atañe, ya que el escritor
 llegó a caracterizarse por su gracia y su inteligencia para resistir a la muerte
 precisamente. Cuando propusimos (con la tesina previa a este trabajo) el estudio de la
 obra de García Calvo en el área de la filosofía, la objeción más frecuente que se nos
 hizo era que no se debía realizar un trabajo sobre un autor vivo. Este reparo
 manifestaba, a nuestro parecer, no el propósito de rigor sistemático o bien de lenguaje
 académicamente correcto en los que se escudaba (y más cuando su lenguaje y su
 pensamiento no han variado, en esencia, en toda su obra escrita), sino el miedo a lo que
 puede hacer un autor antes de ser reducido a un nombre propio: decirte “no”, “no es eso
 lo que estoy diciendo”. O lo que es lo mismo, el claro temor a una comprensión activa,
 crítica, del pensamiento, que choca de raíz con los mismos fundamentos de la
 concepción dominante de la Filosofía. Es por esto que es especial la importancia de su
 fallecimiento respecto a nuestra investigación. García Calvo dedicó siempre una parte
 de sus obras a poner de relieve qué es eso del Nombre Propio, sobre todo cuando se
 trata de un autor. Y a revelar ese mecanismo por el cual, a la vez que definimos algo
 para comprenderlo, reduciéndolo a una idea de sí mismo para poder apropiárnoslo,
 estamos ocultando todo lo que a través de ello pudiera estar hablando. Esto nos sitúa en
 una posición algo incómoda con respecto a la Filosofía (con quien el pensador guardó
 una relación cuanto menos ambigua), en tanto que ella misma sufre —y quizá como
 ninguna otra disciplina— esta fatal tendencia a la historicidad y a la definición de los
 pensamientos entre las cuatro paredes de los nombres propios. Lo que pudiera estar
 hablando por debajo del nombre de García Calvo estaba, ya desde siempre, muerto y
 clasificado en los estantes del Saber filosófico. El ejemplo del pensador zamorano es
 por tanto el más claro, y también por su cercanía el más lamentable, de la tendencia general del academicismo contra nuestros pensadores más osados. O, para más
 exactitud, de la inseguridad promovida por el propio sistema de conocimiento, que ha
 de cerrar constantemente las posibilidades que el pensamiento tenga de devenir otra
 cosa. Y que hace que nuestros grandes filósofos sean reconocidos a título póstumo (de
 manera que su voz, viva, ya no represente una amenaza), cuando se les puede ya tener
 sabidos y definidos en los estantes de la Historia de cualquier disciplina.

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