25.08.2014

Tertulia Política número 104 (19 de Diciembre de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • A la búsqueda del bicho al que se refiere el nombre propio.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Pues vamos a seguir si os parece así, entre pocos con un tiento, a cosas, elementales, que conviene tener presentes para seguir en esta guerra contra la Realidad. 


Estamos en esta tertulia política diciendo “no” a la Muerte, y esto conviene entenderlo con precisión, no sea que os vayan a cambiar, como se suele, la vida por la Inmortalidad.  Decimos “no” a la Muerte, y este es un “no”, que mientras suena, mientras se está diciendo, es un no activo, un no en marcha; y como “no” (que es lo sólo que sabe decir el pueblo que no existe, lo que nos quede de pueblo por debajo de las personas), como “no” propiamente solamente puede decirse a las formulaciones que pretenden decir verdad, es en este sentido como tomamos  “Muerte”, como una falsedad a la que por tanto se le puede decir “no”, y este “no” es nuestra lucha, es esta guerra, porque Muerte quiere decir “Futuro”, no hay en verdad otra, para nosotros y para cada uno, no hay otra más que la futura y, como sabéis y sufrís bien, igual que yo, es de el Futuro de lo que Poder, Capital, Estado, y demás, se sustentan.


De lo que se sustenta también la persona de uno, que está siempre en esto acorde con Estado, Capital, y demás; con el Poder: de Futuro.  En ese sentido decimos una y otra vez que la función del Poder es administrar la Muerte; que no sólo quiere decir matar a gentes en guerras y cosas por el estilo, que también, sino mucho más que eso: todo lo que la administración del Futuro, es decir, el trueque falsificador de eso que llaman vida por un Futuro (que no se dice que es la Muerte, generalmente, pero que es la Muerte), de manera que eso es el fundamento, lo que da sentido a toda esta guerra que consiste en ese decir “no”.  


No tengo que recordaros que una política del pueblo que no existe, puede manifestarse de otras maneras, con otros resentimientos, con otras acciones, pero la primera, la elemental, es romper con la Fe, sin la cual ni el Poder ni el Dinero ni el Estado ni uno se sostienen, nos sostenemos.  Romper con la Fe, matar la Fe, hasta donde se pueda, naturalmente; matar la Fe hasta donde se pueda.  De manera que esto es decir no a la Muerte con un no que mientras lo dice está en acto, no está asimilado, no está convertido en una doctrina, en una actitud, ni en nada por el estilo: está actuando. 


Entonces, conviene recordar que esto no puede confundirnos nunca por el procedimiento de que la negación, el no, se incorpore a la palabra, y que el decir no a la Muerte se convierta en algo como una Inmortalidad.  Es el mismo caso que el que tantas veces nos ha salido cuando el decir no al Poder se convierte en una Anarquía, con la negación incorporada, y hasta en un ideal de Anarquía; esa es la trampa; es en la que quería que insistiéramos hoy antes que nada.


Es la misma que cuando en la Ciencia, el descubrimiento de que no hay fin, no en acto,    admite también la incorporación, y se puede hablar de “lo infinito” y del Infinito y cosas por el estilo, como si fueran ya justamente eso, cosas; es la misma trampa en cualquiera de los terrenos.  Hoy nos estamos fijando en esto de cómo el decir no a la Muerte os lo pueden cambiar por la Inmortalidad, la inmortalidad de quien sea: de uno, del Alma, según los cuentos que os cuentan, de la Fama, del Nombre, de cualquier otra cosa a la que les de por aplicar eso de “inmortal”, la noción de “inmortal”.


Este género de cosas que somos, los hombres, por así decir, que tenemos bien presente que no somos ninguna cosa especial, aparte, que somos un caso de cosas nada más; solo que somos el caso de cosas que nos toca más de cerca, más inmediatamente, y que por eso es bastante natural, o comprensible, que el ataque empiece lanzándose contra nosotros, contra el Hombre, o cualquiera de esas patrañas que bajo ese nombre u otros se os cuentan. 


Este tipo de cosas, los hombres, se han llamado ya en las lenguas antiguas de una manera muy clara precisamente “mortales”; son los mortales, como equivalente de “hombres”.  En griego antiguo, en la lengua más o menos poética, a los hombres, que  como nombre propio “anthropos”, apenas lo tiene un uso, es un nombre reciente, se les llama en cambio “brotói”, que es como si la b fuera una mr, y por tanto la misma raíz del latín “mors, mortis”;  “brotói, brotói”; se les llama justamente “mortales”, o con la otra raíz “znetoi”. 


“ZNetoi”, “Brotói”, son los mortales; como si se sintiera por lo bajo que los otros animalillos que andan por ahí, entre las cosas, no lo son.   No lo son, y con buen motivo, porque justamente eso revela, pone al descubierto un poco, qué es eso a lo que aquí estamos llamando Muerte, siempre futura.  Se supone que los otros animalillos, a los que cualquiera diría que se les ve morirse, igual que a nosotros y observaciones por el estilo, carecen de Futuro, y en ese sentido carecen de muerte.  De manera que este tipo de cosas está especialmente maldita, por la condición especial de que tiene Futuro, es decir que sabe su muerte de antemano, que se hace de su muerte ideas.  No ya que sólo tenga miedo, o esperanza: no, no, que se hace ideas; se hace ideas acerca de su muerte, que la sabe de antemano.  Se supone que esto a los otros animales, no digamos las demás cosas, no digamos los cristales de cuarzo o las estrellitas del cielo, a los cuales también vemos aparentemente morir, deshacerse, pero a esos no les pasa lo mismo; carecen de Futuro.   Nosotros tenemos esta maldición especial, y por tanto el que la designación “brotoi”, “netoi”, sirva para designar a los hombres antes que la palabra “anthropoi”, es muy oportuna a nuestro propósito.


Esto ayuda por tanto a precisar el sentido de lo que llamamos “Muerte”, y cómo la identificamos con Futuro, con cualquier forma de Futuro.  Espero, confío que ayude.  Ahora me diréis hasta qué punto todo esto que estoy repasando de manera tan elemental, no tropieza todavía con demasiados restos de ideas, de Fe, en vosotros, de las que os hayan imbuido desde el comienzo mismo de la Historia, desde el comienzo mismo de la Historia de uno, desde el momento en que se le anuncia “te vas a morir mañana”, que es el comienzo de la Historia propiamente dicha: de lo otro de antes, de la Prehistoria de la gente en general y de un niño en particular, no tenemos ni idea; pero la Historia empieza ahí, la Historia empieza en esa promesa o amenaza: “te vas a morir mañana”.


Bueno, pues bien: volvamos a Sócrates, o a Don Agustín, o a Fernandito, o a Isabelita; volvamos, a través de esto de los Nombres Propios, al problema que estos días pasados se nos estaba planteando, y que obliga a sacar otra vez toda esta cuestión de la“Muerte” y la “Inmortalidad”.


Cuando en el silogismo aristotélico que el otro día estuvimos detenidamente denunciando en sus trampas, se condena a Sócrates, esto debe dejarnos temblando un poco de dudas, porque Sócrates propiamente, al que el Nombre Propio apunta, ése es inmortal, como cualquiera con su Nombre Propio; Agustín, Isabelita, Fernandito, son inmortales, son todos ellos inmortales, en cuanto que tratemos, no de entender, porque yo por mi parte no lo entiendo, pero de “no entender”, de no entender bien qué es eso a lo que apuntan o quieren apuntar los Nombres Propios.  Sea de ello lo que sea, esos no pueden decirse “inmortales”; la condena es por tanto además, falsa.  Aparte de las trampas de la premisa, la condena, “luego Sócrates es mortal”, es también falsa, por su cuenta; porque la condena a muerte hace que efectivamente esas cosas que no son Sócrates ( su nariz, su panza, sus pies, sus costumbres, su manera de hablar, el tono de su voz), queden condenados de antemano a muerte; eso sí, pero Sócrates no; Sócrates no, porque no es lo mismo. 


Ya recordáis que la condición de ese al que perseguimos, y que no entendemos, no entiendo, de momento, es que ni es yo de verdad, porque eso depende del acto de hablar, y eso ni siquiera tiene que decir no a la Muerte, porque lo está diciendo con el hecho mismo de depender del acto de hablar; se sale de la Realidad, no es nadie; yo no es nadie; yo no es nadie, como el pueblo que no existe; no es nadie; No es nadie, con la negación viva; no es nadie; pueblo que no existe.  Conviene mantener en todos los casos viva la negación, no nos la incorporen en cualquier palabra o palabro que se les tercie.


De manera que ni es así, ni el Nombre Propio se refiere a eso, ni es tampoco algo que se vaya muriendo a cada momento, a cada paso, como las cosas, las personas entre ellas, los cuerpos y las almas; todo eso que no son más que realidades, y a los que no les pasa más que eso, que se deshacen, se hacen y se deshacen; se hacen y se deshacen continuamente, costantemente si queréis, por momentos, se hacen y se deshacen, y Muerte, eso no es Muerte, eso es vida, irse deshaciendo.  Muerte sólo es para este tipo de cosas que saben el Futuro, de tal manera que ese Futuro está incidiendo costantemente y estorbando y desfigurando cualesquiera de las cosas que pasan.


De manera que la condena está desviada, no puede referirse a ese al que apunta mi Nombre Propio, que no es ni yo ni es cosa.   Es la prueba que dice, no sólo “mi fortuna”, “mi mujer”, “mi suerte”, sino “mi cuerpo”, “mi alma”, con un posesivo que tiene la misma pretensión; y claro, evidentemente, si fuera cuerpo, alma, si fuera cosas, pues no podría aplicarse el posesivo y decir “mi”, que quiere decir que pertenece a otro.   Y ese otro al que pertenece (Sócrates, Don Agustín, Fernandito, etc.) ése es el que no es ninguna de esas dos cosas, y ése es inmortal; para él la inmortalidad.


Ya comprendéis que en cuanto la negación queda incorporada, la inmortalidad deja de ser un no a la Muerte, que es esta guerra que nos traemos, y viene a ser una manera disimulada de decir “Muerte”; es una manera disimulada de decir “Futuro”, eso es la inmortalidad; y eso ha sido siempre la Inmortalidad.  Ya en las religiones del viejo Régimen, (que bajo el actual, bajo el del Dinero, como sabéis, siguen subsistiendo, como residuos, pero residuos bien importantes y bien molestos), ya en las Religiones del viejo Régimen, la Gloria Eterna, prometida, la Inmortalidad del Alma, era eso, una manera disimulada y confirmatoria de decir “Muerte Futura”.  Esa es la virtud funesta de la incorporación de la negación.  Si en lugar de decir, como aquí intentamos cada día, “no a la Muerte”, nos dejamos arrastrar a decir “Inmortalidad”, pues estamos perdidos, estamos entregados; Inmortalidad para Don Agustín, para Sócrates, para Isabelita, para Fernandito, para el Nombre Propio: para esos, para ellos; “Muerte”, manera falsificadora y confirmadora de decir “Muerte”. 


Supongo que esto no arma demasiao lío, está relativamente claro, ahora enseguida dejaré correr la voz para que me lo hagáis saber, malentender o desentender, y pasemos a otra cosa.  Pero conviene que esto quede claro; eso es Inmortalidad, la de la Gloria Eterna, la del nombre; una Inmortalidad no menos tremenda que la Gloria Eterna de la vieja Religión, no menos tremenda; porque de ella vive todo esto que se llama “Cultura”, todo esto que se llama “Creación y Creatividad”, que es de uno que es Fulano de tal.   No hay más cáscaras; si no la Sociedad General de Autores no podría funcionar; la atribución al Nombre Propio es esencial, de manera que ahí también lo que se está vendiendo todos los días es Inmortalidad, el nombre; Inmortalidad, es decir, Muerte; es lo que se está vendiendo todos los días, y esa es la manera en que la Literatura, Filosofía y Cultura en general, está contribuyendo a eso que hemos llamado Administración de Muerte.


De forma que eso; y cualquier otra cosa a la que hayáis oído aplicar lo de “Inmortal”, “inmortalidad”, pues viene a ser lo mismo; viene a ser una condición que tal vez no nos aclara quién es ese que ni es cuerpo ni alma ni cosa ni es yo de verdad; tal vez no nos lo aclara, pero nos lo cerca, nos lo sigue cercando de una manera que puede ser útil para el desmentimiento, que es lo que es esta guerra, un desmentimiento; porque de lo que partimos es de la mentira; la Realidad se nos hace, se nos vende así, falsificada, mentirosa, no hay otra Realidad más que la Realidad, y esa es falsa, y por tanto la guerra primera, la acción política primera, es el desmentimiento, hasta donde se pueda, en la medida que se pueda, destrucción de ideas.


Bueno, esto es lo que quería repasar, para empezar, para seguirnos lanzando más adelante, de manera que me paro ahora y dejo ya que corra un poco la palabra por ahí, por vuestras bocas, o como sea, que tenga algo que decir.  ¡Hombre, qué pronto, Isabelita! ¡Madrugando, madrugando, venga!


-Si, por haberme nombrado.  No haberme nombrado y no hubiera dicho nada.  Mira, a ver si lo he malentendido lo suficiente: entonces, lo que está en los cementerios bajo las lápidas es la mayoría democrática, no en el sentido de la mayoría de los más o los plurales, no, sino en la mayoría de individuos, cada uno cada tumba; es decir, las tumbas son individuales, son singulares, pero es la mayoría democrática la que está ahí amparada en esto que llamamos los nombres propios, porque cada lápida parece que es singular, el nombre singular.


AGC- Sin armar lío: esto segundo no es lo mismo que lo primero.


-Pero es parecido; en el sentido que voy a ligarlo luego.  Pero bueno, lo primero: es la mayoría democrática a la que se entierra, en el sentido del individuo.


AGC- Pues lo siento, pero es preciso cortar y aclarar: efectivamente, se supone que lo que se entierra allí es por lo menos el cuerpo; algunos pueden creer que también el Alma; pero en la lápida pone el nombre propio, y por tanto, en los muertos sigue rigiendo la misma contradicción que en los vivos; sigue rigiendo el mismo engaño, el mismo tipo engaño, el mismo tipo de equívoco que he estado denunciando todo el rato.  Efectivamente, como Isabel ha recordado bien, más de una vez hemos dicho que había entre los griegos antiguos también una locución eufemística para hablar de la muerte, (como tantas; generalmente de la muerte se habla con eufemismo en las lenguas), que era “espléonas apiénai”, es decir, “pasar a la mayoría”, “pasar a los más”; “pasar a los más”, dando por supuesto que efectivamente los muertos pasados son más que los vivos en número, cosa que cuando se da una proliferación como la que actualmente sufrimos empieza a volverse dudosa, porque se nos ve llegar a un momento en que el número de los vivos pueda superar al de todos los muertos de la Historia, hasta tal punto nos estamos haciendo más y más y más; porque es uno de los trucos esenciales del Poder.  Pero efectivamente, así se decía, y “oi pléones”, o “oi pollói”, es un término que se emplea para decir “la mayoría”, “los más”, en una Democracia.  Pero es mentira; eso valdría si el muerto, lo mismo que el vivo, uno de nosotros, fuera sencillamente uno de ellos; entonces la cuenta está clara: si es uno de ellos, lo que vale para uno de ellos es lo mismo que vale para la mayoría, lo que vale para la mayoría es lo mismo que vale para uno de ellos, pero eso sería si uno fuera uno de ellos, y lo que hemos estado poniendo al descubierto es que no es verdad, porque está el Nombre Propio, en la lápida o fuera de la lápida, que indica una singularidad; no es uno de los otros como los otros, uno como los otros; eso también lo puede ser, puede venir a ser un individuo, un individuo que forma parte de la masa de individuos; pero además es Sócrates, Fernandito: singular; y ese es el bicho inasible al que estamos cercando.  ¿Qué más por ahí?


-¿Por qué decimos que ese bicho es inmortal?  Es que me he enterado por qué es lo de que yo no muero, y por qué las cosas tampoco se puede decir que mueran, pero....


AGC- ¿Pero cual dijiste que....?


-Que por qué ese al que señala el Nombre Propio decimos que es inmortal; es que eso no lo he entendido bien.


AGC- ¡Ah, sí, sí! Porque descubrimos que la condena a muerte en verdad está recayendo sobre cuerpo, alma, sobre cosas, y él está exento.


-Pero no se le hace digamos al que tiene el Nombre Propio, no se dice “Sócrates, es mortal”, o al niño que ya sabe cómo se llama entonces se le dice que va a morir.


AGC- Sí, sí, se le dice; se le dice, pero con esa falsedad, que es la que nos interesa: se le está confundiendo; se le está confundiendo, como en el silogismo.  El silogismo valdría, si en lugar de Sócrates, o Sócrates se redujera a ser uno de ellos, como hemos dicho en el caso del cementerio; entonces, si efectivamente se supone que se puede decir “todos nosotros”, o por lo menos una mayoría que democráticamente valga por todos,  () muerte, entonces ése, que es uno de ellos, también; pero es evidente que Sócrates no es uno de ellos; es evidente que “Sócrates” quiere apuntar a algo, y eso es lo que lo exime de la condena a muerte; como por otra parte tampoco es verdad, tampoco es yo de verdad, tampoco se muere a la manera que se van muriendo las cosas, concluimos que lo que le toca es la Inmortalidad; y por esa vía descubrimos que “Inmortalidad” no quiere decir más que Muerte Futura; los cuerpos, las almas, padecen ahora de la mentira de la Muerte Futura, pero ése está viviendo en la Muerte Futura, está viviendo (entre comillas, no hay ningún Nombre Propio que pueda vivir), pero está estando en la Inmortalidad, es decir , en la Muerte.  No sé si te queda lioso todavía.


-Quiero decir que el que no se le haga la condena, o sea, el que la condena no lo toque a él, sino que sea una confusión, no veo tampoco que implique que él sea inmortal.


AGC- Claro, “Inmortalidad” es la negación a la Muerte, incorporada; incorporada a la palabra; de manera que parece que entre el irse muriendo, como las cosas, y el estar de verdad “fuera de” toda condena, yo que no soy nadie, pues no parece que haya otra cosa, que era el truco ese del palabro “Inmortal”, con la incorporación de la negación.  A lo mejor no es razonable ligarlo así por las buenas con ese inasible al que el Nombre Propio apunta, pero no sé, a lo mejor es razonable, no lo sé.


-Es que me estaba acordando ahora de cuando había Limbo, que ya no lo hay, que a los niños había que bautizarlos, porque si morían sin bautizar iban al Limbo, es decir, se quedaban ahí, sin ser.  Entonces, mi pregunta es: yo me he quedado muy perpleja, porque creía que lo que se moría era el nombre, y que el bicho era el non nato que no se bautizaba, ése era el bicho inmortal; pero ahora ya me estoy quedando......¿Entonces a los niños ya se les bautiza para que tengan bicho, ese bicho inmortal que dices tú?


AGC- Bueno, aparte de hacerlos Cristianos, se les da nombre, por supuesto.


-¿Pero entonces es para darles el bicho inmortal?


AGC- Hombre, claro, eso está claro: se les condena a la Inmortalidad; para condenarlos, en buena Fe Cristiana, se les bautiza, es decir, se les condena a la Gloria Eterna, a la Inmortalidad.  No insistamos.  Venga, más.


-Que las relaciones que mantenemos los hombres con los hombres, generalmente es con el bicho, porque yo me relaciono con mi cuñado, o con Pedro, o con Fulanito, y no me relaciono mi cuerpo con otro cuerpo porque es cosa, solamente con el bicho.


AGC- ¡Ah, sí, también!


-Solamente con el bicho.


AGC- No, no, pero también de paso y confundiendo.


-Está todo confundido.


AGC- También confundiéndose, claro; efectivamente, en una relación, por ejemplo, no como esas veniales que pones; también, pero en una relación más venenosa, amorosa, una relación amorosa, el lío que se prepara cuando se piensa que el beso, la jodienda, la relación de los cuerpos es un rollo entre Fulano y Mengana, que evidentemente no puede ser, pero se pretende que sea, y entonces de repente se descubre en el momento de la desesperación amorosa que “pero no me quieres a mí, tú no me quieres a mí”; y “mi” está queriendo decir el Nombre Propio, y “tú no eres el que yo pensaba”, y todo el lío por el estilo.  Todos estos líos, esas confusiones que uno se encuentra en la vida cotidiana, son evidentemente el aliento para el desmentimiento que aquí nos traemos; si no hubiera confusiones, dolores, y sentimientos de ese tipo en la vida cotidiana, no tendríamos alimento para ponernos aquí a desmentir y a luchar contra la Fe.  Más.


-¿Cómo es eso de que cuando se dice “mi mujer”, o “mi cuerpo”, o “mi alma”, ese “mi” quiere apuntar al bicho del Nombre Propio, cuando también parece que el “mi” ese puede apuntarme a mí que no soy nadie, puede apuntar o estar relacionado con el yo que habla?


AGC- No puede, porque yo, si no soy nadie, no puedo tener ni cuerpo, ni alma, ni Dinero, ni nada; no puedo tener, yo de verdad; de manera, que si en algún momento pretende un “mí”, acentuado, o un yo, apuntar a “mí” de verdad, pues.....


-No es que pretenda, sino que es su función.


AGC- Es su función, apunta de verdad; de verdad apunta, porque yo, que no soy nadie, dependo del acto de hablar; mí acentuado, a mí, para mí, que no soy nadie, apunta a algo que no pertenece a la Realidad, porque depende del acto mismo de hablar; eso de verdad; pero de mentira, apunta a ese individuo que tiene posesiones, que tiene un cuerpo, que tiene un alma, y efectivamente todo el mundo sabe que cuando se dice “yo, Fulano de tal”, “yo, Sócrates”, se está haciendo una ligación, una ligazón, insensata y falsa; una cosa es yo, que depende del acto de hablar, y otra cosa es eso que se le quiere identificar, y que no se podría identificar nunca.


-¿No es el mismo tipo de ligazón que se produce cuando se dice “mi cuerpo”?


AGC- No, porque con el posesivo ya se implica que cuerpo y alma están en dependencia casi posesiva de, y eso ya es imposible por la propia condición sintáctica posesiva que pueda aplicarse al mí de verdad.


-Pero es igual de imposible que cuando se dice “yo, Sócrates”, o “yo, una mujer”, ¿no? ¿No es el mismo tipo....?


AGC- Era el mismo tipo, pero hay otras más declaradas todavía, porque todavía “yo, Sócrates” o “yo, una mujer”, hay que hacer una entonación de coma, pero se dice tranquilamente “mi cuerpo”, “mi alma”, igual que se dice “mi dinero”.


-O cuando se dice “este cuerpo”.


AGC- Eso es, sí, semejante a cuando se dice “este cuerpo”, donde se ligan sintácticamente el apuntar a algo que depende del acto de hablar, que por tanto no pertenece a la Realidad (el acto de hablar está fuera), pero que se pretende que sí, que puede determinar un espacio que no es ya dependiente del acto de hablar; se puede decir no sólo “este cuerpo”, “este niño”, sino se puede decir “este día” tranquilamente, y se dice a cada paso;  de verdad, “este”, por su cuenta, está apuntando a algo tan transitorio que se sale de la Realidad: nunca es “este”, nunca “este día” es “ahora” de verdad; pero por otro lado la pretensión es clara, la pretensión que la necesidad de Realidad impone es clara; se pretende que sí, y  (este) entonces determina ya un espacio que no depende; “ese monte” es ése de por ahí, dentro de un cierto ámbito, y “este día” es un día de por ahí, aproximadamente, por este ámbito.


-Pero cuando digo “me duelen las muelas”, ese yo que habla está apuntando a mis muelas, ¿o no?; a las mías, a las mías particulares.


AGC- A mis muelas, si; el “me” ése es un equivalente del posesivo, sí, es como el mí posesivo, como cuando dices “mis muelas”, sí.  Es lo mismo que cuando dices “mis muelas”; lo que hemos estado discutiendo con “mi”.


-Si, pero ahí duele más, se nota más, se siente más.


AGC- Lo de “muelas”, puede ser; las muelas, pueden ser. 


-No, que se siente más la confusión de la cuestión de la inseparabilidad.


AGC- Sí, pero es por las muelas, yo creo.  Bueno, vamos a ver, más cosas, sí.


-Hay un asunto de la palabra “inmortalidad” que la concepción que todo el mundo tenemos de ella es que la inmortalidad existe mientras alguien se acuerda de tu nombre, o de que has existido alguna vez, pues es como poner una fecha de caducidad a la inmortalidad.


AGC- Bueno, tú la tomas “inmortalidad” como queriendo decir “permanencia”, y no es el sentido en el que yo estaba empleando el término cuando lo refería siempre a una perspectiva, a una promesa de Futuro, ¿no?  Sí, la cuestión de que uno siga siendo el mismo que es, es otra, más elemental si cabe, a la que alude eso de “permanencia”; efectivamente, las cosas se están, nos estamos, costantemente, muriendo, de momento en momento, cualquiera lo siente; pero al mismo tiempo tenemos una idea comprensiva, que nos permite reconocernos y reconocer la cosa como siendo la misma a través de eso que se llama “tiempo”.  Esto nos volverá a traer a los niveles de, clases o niveles de cosas, con lo que ya empezamos el otro día, y con lo que hay que seguir.   Pero más respecto a esto.


-A mí me ha llegado una felicitación navideña  que decía: “Ana y Ricardo, os deseamos Felices Fiestas”.   O sea, ya es el bicho, el nombre propio incorporado al acto de hablar.


AGC- Sí, sí; es el caso de “yo, Sócrates”, sí.


-“Ana y Ricardo, os deseamos Felices Fiestas”.


AGC- Eso; “Ana y Ricardo”, que generalmente implica coma, entonación de coma, “Ana y Ricardo, os deseamos....”, con el “os” ya se está pasando al otro procedimiento, al procedimiento de esos elementos que apuntan a ningún sitio real (porque depende del acto de hablar, de verdad), pero que pretenden apuntar a un ámbito “os”, “vosotros, que más o menos andáis por ahí, y sabemos, o sé, quienes sois”; es la misma trampa.


-¿Podrías recordar ese fragmento de Heráclito que algo dice respecto a la contradicción esta entre muerte y vida?  Que es que yo no lo recuerdo bien, pero como tú lo sabrás....Es ese que dice que ¿no será la vida algo así como una gracia de la muerte? ¿Esto que llamamos vida no será una gracia de la muerte, o algo así?


AGC- No, eso es una feliz ocurrencia que has tenido tú, pero no hay por qué cargársela a nadie.   No, no, hay varios; uno de los más claros dice: “los mortales, inmortales; los dioses, hombres, etc.”, anulando por pura sintaxis la oposición entre inmortales y mortales.  Bueno, más.


-Es que cuando pensamos en hacia donde apunta el nombre propio, a mí como que me intriga mucho qué tiene que ver el deíctico con todo eso, que es lo que estamos dándole vueltas.


AGC- El deíctico apunta propiamente; el nombre propio, si decimos “apunta”, debíamos decir “se refiere”.


-¿Sería posible pasar del deíctico al nombre propio sin que mediase una palabra de vocabulario?  O sea, decir “esto, Sócrates”, o “esto es Sócrates”, en vez de decir “esto es un hombre”.


AGC- Dificil; en el caso de la primera y segunda persona, “yo, Sócrates”, “tú, Sócrates”; en terceras personas, no; en terceras personas ya hay que pasar con la referencia a la Realidad, que implica meter una palabra de significado; en primeras y segundas, sí.
 
-También se me estaba ocurriendo antes que cuando un niño dice “mamá”, ¿eso es algún tipo de nombre propio, o qué es eso?


AGC- No, un niño, en esa fase a la que probablemente te refieres, todavía no distingue; es decir, ni conoce el nombre propio de la madre; puede que ni conozca el suyo, o que si lo conoce lo confunda con un deíctico de primera persona; eso pasa con niños de año y medio, y por tanto claro, no es aplicable, no podría decir en esa fase “mamá, Alicia”, eso lo dice en una fase posterior; dice “mamá”, llama; probablemente lo has dicho pensando en una frase de llamar, y entonces está llamando.


-¿Es cierto que “mamá” viene del Sumerio, y que significa “escuela”’


AGC- No, eso es un cuento; es que hay muchas lenguas en que el nombre de la madre coincide por lo menos en parte.  ¿Quién me dijo antes por aquí?


-Es que no sé si he entendido bien al principio la parte en que decíamos que nosotros nos hacíamos un caso especial de cosas al final, porque nos hacíamos ideas de nuestra..........


AGC- Sí, somos un caso de cosas en primer lugar; y luego, sí, tenemos, lo mismo que los caracoles tienen la peculiaridad de hacerse la casa con su baba, nosotros tenemos esta peculiaridad funesta de tener Futuro; algo en ese sentido.


-¿Pero eso no los separaría...?


-Sí, como separa unas cosas de otras, pero nada más; a nosotros nos parece que es una separación fatal y tremenda, pero es porque se refiere a nosotros, estamos interesados en la cuestión, no podemos fiarnos.


-Es que respecto a esto de la Muerte Futura, ahora ha pasado lo de América, que no se si te has enterado que en el Estado de Nueva Jersey, han abolido la pena de muerte, pero a condición de que es sustituida por la cadena perpetua, no hay revisión de ese tipo juicios que pasan de una cosa a otra; es decir, el aplazamiento de la muerte se ha hecho sine die, pero con las mismas condiciones.


AGC- Pierden mucho; pierden mucho, porque para creer en la cadena perpetua hace falta ya mucha Fe; en cambio, si lo electrocutan en un momento, no se quedan tan satisfechos, ¿no?   O sea que están perdiendo mucho los del Poder, están perdiendo mucho, al menos en procedimientos así.........No olvidemos, para no distraernos, que estas cosas de matar a gente, y matarla en la guerra y eso, no es más que una aparición algo espectacular, que por eso los Medios la sacan, de algo mucho más general, a lo que llamamos Administración de Muerte, en la vida de cada día y de todo cristo. 


-Que eso de la condena a muerte, aplicado a los hombres o a las cosas, sí es algo especial, porque decimos que las cosas no pueden morir, que las cosas se deshacen; o sea, que no es lo mismo que hacerse la concha o florecer en primavera.


AGC- Sí, sí, nosotros por supuesto nos deshacemos en cuanto cosas, como cualquier cosa.


-Y hay muchas formas de deshacerse, que pueden ser hacerse conchas, o florecer, o marchitarse; pero lo de la muerte es algo que decimos que a las cosas no les corresponde.


AGC- No, es una peculiaridad que tal vez efectivamente es muy singular, o a nosotros nos lo parece.


-Parece que forma parte de nuestra pretensión de no querer ser cosas, de no reconocernos como cosas.


AGC- Bueno, sí, de distinguirnos, de imitar a los Dioses; de imitar a los dioses más bien, malentendidos; a los dioses malentendidos enseguida, como “athanatoi”, con la negación incorporada, como inmortales; pero lo cierto es que para deshacernos como nos deshacemos costantemente, la Muerte Futura no nos estorba, nos seguimos deshaciendo igual que si fuésemos animalillos o cosas; no nos estorba; lo que nos hace es que nos confundamos y que no nos demos cuenta de lo que está pasando, lo cual para efectos de la imposición del Poder es muy importante; pero para deshacernos no nos estorba; en verdad seguimos teniendo ideas más o menos arraigadas, más o menos estúpidas, creyendo en futuros y todo eso, y nos seguimos deshaciendo igual.  Ahora, lo que pasa es que con eso, pues tenemos esta peculiaridad que la Fe trae consigo: no sentir, no darse cuenta; no sé si a los caracoles o a las rosas les pasará algo análogo, a lo mejor tienen un venenillo que nosotros no conocemos y que les produce el mismo efecto; pero claro, eso ya es otras cosas y otro lenguaje.


-Sí, pero esa conciencia de la disolución permanente, es una pretensión científica que tiene la Ciencia a todas horas de hacernos ver cómo las células se van deshaciendo inmediatamente reparadas por otras, cómo los cabellos se van cayendo inmediatamente.  Entonces, claro, una conciencia de la disolución, es una actitud científica.


AGC- Eso forma parte; no hay que olvidar que la Muerte lo primero es el Futuro; a consecuencia de eso pueden surgir, no sólo la Historia y el hacer creer en que los muertos están muertos, sino también las imaginerías científicas, que naturalmente están ya condicionadas de adelante atrás: lo primero es la Fe en la Muerte; eso ya produce ideaciones de todo tipo, entre ellas las que acabas de mencionar.  No olvidéis a este propósito algo que ya ....


-Entonces la muerte tiene un efecto benefactor; hay que limpiar los sitios y los estamentos; queda elegante; yo creo que la muerte es elegante en ese sentido


AGC- No, no; la muerte en cuanto limpieza, en cuanto desaparición, en cuanto deshacerse, forma parte..........Eso es como lo que Lucrecio dice “no sabe madre natura hacer una cosa si no es ayudándose de la muerte de otra”; ella no sabe, pero no es de eso de lo que estábamos hablando; ahora estamos hablando de la Muerte Futura, y no de este deshacerse y cambiar de sitio y de manera de ser y todo esto.  Os iba a recordar a propósito de esto que ya hace muchos días, en alguna de las sesiones, intentábamos, con el reconocimiento de esta proyección, de lo primero, que es el Fin, el Futuro, sobre las ideaciones de lo pasado, descubríamos la liberación de los muertos; decíamos: “si para uno cualquiera de nosotros ahora la muerte es mentira en cuanto es un Futuro que nunca está aquí, a los muertos desde luego, en sus ahoras, que no son ya “ahora”, tiene que haberles pasado lo mismo”; de manera que también para ellos la Muerte era mentira, y naturalmente lo de que a los muertos se les de por muertos definitivamente, es simplemente una condición; una condición que al Poder, al Régimen, le hace falta, pero nada más.  ¿Qué más ha quedado por ahí?


-Yo no sé si malentiendo bien la cuestión de la inmortalidad, porque yo no sé si es un problema lógico, con lo cual nos saca de la cuestión del tiempo, pero me parece que no, que la inmortalidad nos exige pensar en el tiempo, con lo cual yo comparto un poco la duda de Jaime de que efectivamente hace falta una conciencia externa, porque lo que decíamos el otro día de que ese bicho permanece inalterado incluso aunque le neguemos la condición de mismidad, como decíamos el otro día del electrón; hace falta un observador, no me lo puedo imaginar de otra manera, que desde este momento, aunque en otro momento diga lo contrario o haga lo contrario, en otro momento sigue siendo.......


AGC- Sí, sí, sigue refiriéndose a lo mismo; Sócrates..........


-Para eso el nombre propio, o ()  el hijo de la Tía Gregoria.


AGC- Sigue refiriéndose a lo mismo, sí.  ¿Cómo era?


-La cuestión es que si esa inmortalidad debemos entenderla por el lado lógico, con lo cual colocamos la inmortalidad fuera del tiempo, o si es una inmortalidad que dependa de un observador externo


AGC- ¡Ah, no, no!  Sí, efectivamente esto es lo que decía Jaime; confundes con la condición de la permanencia que depende de nuestras ideaciones: no, basta con recordar que “tiempo”, esta falsificación del tiempo, es primero el Futuro; todo lo demás viene a la rastra, como recordaba también respecto a las teorías científicas que sacaba Isabel; todo lo demás viene a la rastra, de manera que toda esa seguridad en que yo era y sigo siendo, que el nombre propio se refería, o sigue refiriéndose al mismo, todo eso viene ya condicionado por la idealidad, la futuridad, propia del nombre propio.


-¿Entonces, cómo se puede entender la inmortalidad de ese bicho?


AGC- La inmortalidad yo os estuve proponiendo......trataba de proponeros que no cabía otra manera de entender esa falsificación de incorporar la negación en “inmortal”, en “inmortalidad”, viene a reducirse a una manera disimulada de decir “Muerte”, es decir, “Muerte Futura”.  Aparte, el problema otro de que la condena a muerte, sobre quien de hecho recae son los pobrecitos animalitos que éramos; y el nombre propio, por tanto, sigue encontrándose a gusto y conforme con la muerte, es decir, la inmortalidad, que es lo mismo.


-Hay posiciones de.....que las personas pasamos a los animales esa misma sensación del deseo de la inmortalidad; que eso siempre puede parecer un sacrilegio, por ejemplo poner una tumba con el nombre de un perrito, que siempre estará ahí, y como lo recuerdan su familia y los niños de la casa y tal, va a seguir permaneciendo mientras haya ese recuerdo, eso se ve como una cosa negativa, pero que también tiene su lado positivo.


AGC- ¿Qué quieres decir “negativo”?


-Lo digo en el sentido de que puede ser negativo para una persona de ideas religiosas, o de.......


AGC- ¡Ah!, “malo”.


-Sí, “malo”; y sin embargo también puede ser “bueno” en la medida de que se iguala al hombre con los animales.


AGC- Bueno, en todo caso es revelador para nuestros fines; efectivamente, es una extensión de la inmortalidad la que a los niños se les hace, se les permite practicar, con el entierro de sus perritos, o sus otros animalitos, con su cruz y su lápida, se les vuelven eternos; pero es mucho peor que eso todavía, porque no solamente se da en el momento de la muerte del perrito; el intento de extensión del Futuro a los animales domésticos se produce sangrientamente en la vida de esos animales: cada vez que a un perrito se le acostumbra a respetar las horas del día para sus necesidades, se le acostumbra a esperar al amo con una precisión cronométrica, muchas veces asombrosa, a la puerta, se le está metiendo el tiempo en el cuerpo, y esto es efectivamente envenenarlo con nuestro veneno; ése es el tiempo nuestro, se le está metiendo la muerte en el cuerpo; no sé si a consecuencia de eso se puede decir que la cosa llegue a tanto que un perrito pueda saber su muerte de antemano, y por tanto haber convertido su miedo, su miedo inmediato de los peligros, en una idea; no creo que llegue a tanto, pero desde luego, la mala intención va por ahí: se les mete el tiempo en el cuerpo por medio del adiestramiento; de una manera mucho más aparentemente venial, pero más sensitiva, se da cuando se les enseña, a los caballos que son dóciles, pero incluso a los osos, a bailar a compás, que en verdad ellos no pueden practicar esta cronometría; hace falta, como otro día volveremos a tratar, haber pasado por toda la perversión para que efectivamente se pueda producir esa forma de cronometría; pero a fuerza de adiestramiento, por la repetición del adiestramiento, evidentemente se puede conseguir que lleguen a imitar con la bastante precisión los pasos de baile y los pasos de la marcha militar, de forma que parezca que son ya como nosotros; y ahí se palpa: el “como nosotros” se palpa en esos casos de una manera muy clara todavía.


-Pero el caso en sí es que el hombre no es del todo eso que llamamos “amo”, “hombre”, o lo que sea; no es del todo lo que es, ni el perro es del todo bicho; me estoy acordando de la muerte de aquel perro de Las Navas; del primero, aquel.....


AGC- “Judas”, se llamaba Judas.


-Pues que tuvo un golpe de pudor al final de no querer morir delante de nuestros ojos, y se fue a una esquina a morirse, y eso uno lo puede interpretar como pudor, pero también es algo que....


AGC- Nos queda muy poco rato, no nos perdamos en anécdotas.


-Es decir, es que tú haces como una línea divisoria, “esto es un bicho, esto es un humano, nosequé”: hay un contagio constante.


AGC- No, no, yo he tratado de sacar los casos más notorios y sangrientos.


-Pero hay un contagio constante; ni el perro queda totalmente domesticado, ni el humano queda totalmente humano.


AGC- Cuentan incluso de los elefantes que también se retiran a morir, que tienen un retiradero para la muerte también, igual que tú supones de Judas; pero no hace falta acudir a interpretaciones de conductas, cuando acabo de sacar casos en que claramente se ve qué quiere decir eso de meter o intentar meter el tiempo en el cuerpo.


-Si no te digo que no, ¿pero a ti no te resulta también escandaloso que siendo eso de morirse un hecho bastante corriente, una costumbre bastante habitual de la gente, eso de morirse, la gente por la calle no se caiga así por las buenas a morirse?  Se va todo el mundo a morirse a una cama, a un hospital, a su techo, a su cobijo.  ¿Qué es lo que hace, a mí me resulta escandaloso, que la gente no se caiga así por las buenas por la calle muertos perdidos?


AGC- También los hay, también los hay.


-Pero muy poquitos, poquísimos.


AGC- Hay poquitos, sí, todo está bien repartido.  Todo está bien repartido en este mundo, y deja de sacar trivialidades.  Todo está bien repartido en este mundo.  ¿Qué más había por ahí?


-Entonces la palabra “Muerte” no tendría que existir, no la tendríamos que decir; tendríamos que cambiarla, en vez de “Muerte Futura”, por “cambio”, “transformación”.


AGC- No, pero es que entonces no habría existencia, ni habría Poder, ni tendríamos que estar guerreando para matar la Fe; es fundamental para la Fe, que se fabrique, que se crea en, un Tiempo Futuro; es fundamental; por tanto, una Muerte Futura.  No, no es cosa de ponerse aquí a hacer Prehistorias; pongamos que alguna vez había animales que se daban cuenta de cómo se morían, y que transformaron eso en una idea de Muerte Futura, para cada uno; pero esa es la condena, es en la que estamos, ese es el fundamento del Poder, y contra lo que estamos en guerra, en intento de desmentimiento, cada día.


-Cuando estábamos dándole vueltas a eso de que las cosas hablan, una manera de entenderlo era atribuirles también una defensa de su ser; sin embargo, esta idea de la muerte no se la atribuimos, por lo menos a otras cosas que no sean nosotros; entonces, ¿qué relación hay entre esa defensa del ser y la idea de la muerte?; como si idea de Muerte........No sé, me imagino que son dependientes la una de la otra, ¿no?


AGC- No se puede decir “ser”, el término así filosófico, ya sabéis; no se puede decir “ser”; es mejor para estos casos decir “existir”, con el término que se aplica a la Realidad; y efectivamente, como estaba diciendo ahora mismo: la existencia y la defensa de la existencia, y por tanto la defensa de la mentira costitutiva de uno mismo y de las agrupaciones de unos, tiene que consistir en eso, tiene que consistir en una Fe, en un tiempo que nunca está aquí, en un tiempo futuro; forma parte de la defensa de la mentira, y la mentira es la forma en que la existencia se produce, no hay una existencia verdadera.  No se puede decir “ser”, porque sabes que existencia quiere decir, por un lado sí, ser el que es, mentira, y al mismo tiempo ser eso que se va deshaciendo y tal;         existir en este sentido preciso, está inmediatamente relacionado con la Muerte, con la defensa; con la defensa, y las otras cosas tienen su manera de defenderse la existencia, que es la mentira, porque ninguna cosa es de verdad la que es, las cosas no son lo que son; tienen sus maneras de defensa, pero claro, es otro lenguaje, y esas no las sabemos como sabemos y padecemos las nuestras.


-¿Pero esa defensa no es miedo a ninguna muerte? ¿Es sencillamente consolidación de su Ser, por llamarlo de alguna manera?


AGC- Defensa de la existencia; defensa de la existencia, que es siempre falsa, porque las cosas no son lo que son tampoco; tampoco uno es el que es, pero en general las cosas no son lo que son.


-Entonces le das la vuelta a lo que decías; dices que para hacernos verdad; perdón, para hacernos existentes; es que se me confunde con la verdad, porque me estaba acordando con un pasaje del Juan de Mairena, el que dice que el hombre ama a la verdad más allá de la muerte, no sé si te acuerdas de él, en el que dice que se es capaz de aceptar de antemano la más amarga de las verdades, para probar, o para demostrar, en su intención, que el hombre ama más a la verdad, y que incluso es capaz de...... 


AGC- Sí, aquí lo estamos tratando de hacer algo mejor.


-Se me antojan un poco contradictorias las dos cosas, no sé si ..........


AGC- No, no, está bien que lo traigas; estamos tratando de hacerlo algo mejor que en la clase de Mairena, algo mejor; efectivamente, tanto amamos la verdad, que no sabemos lo que es, que estamos dispuestos a aceptar la falsificación nuestra, que consiste en la Muerte y en la Administración de Muerte; por glosarlo, supongo que Juan de Mairena me lo perdonaría.


-Recuerdo que decía que el hombre es el animal que usa reloj.


AGC- Bueno, eso es ya lo que hemos estado diciendo detenidamente.


-Se me ocurre alguna cosa respecto a esto, y es que amamos tanto la existencia, que al final lo pagamos con nuestra muerte; y es tanto ese amor, que no hay manera de renunciar ni a lo uno ni a lo otro.


AGC- Bueno, vamos a decirlo de maneras distintas, para que no haya confusión; el verbo amar más vale no emplearlo, más vale decir “estamos tan apegados a la existencia”; no lleguemos a más; “estamos tan apegados a la existencia”, que somos capaces de mentir hasta no se sabe cuanto, y tragarnos todas las mentiras que nos echen encima, porque la existencia, es decir, el Futuro, nos va en ello; nos pasa todos los días, le pasa a cualquiera: “tienes mucho Futuro, muchacho, trágate lo que tengas que tragarte”; porque tu existencia es tu Futuro, te lo están declarando; tan apegados estamos a la existencia, que tragamos cualesquiera de las mentiras, nos creemos, sostenemos la Fe cuéstenos lo que nos cueste.  En el polo opuesto, el amor ese a la verdad que no sabemos lo que es, es un amor porque precisamente es un amor a no se sabe qué; los amores que son amores a se sabe qué, esos hay que desconfiar de ellos; pero como la verdad no se sabe qué es, es de lo desconocido, si se puede decir en el polo opuesto, ese amor a la verdad puede arrastrarnos tanto que nos lleve a descubrir la mentira de nuestra existencia, y por tanto del Futuro, de la Muerte, que es lo que aquí estamos intentando hacer.


Bueno, ya no podemos pasar a las clases y tipos de cosas, se ha hecho muy tarde, de manera que si el Señor nos deja, seguiremos en esta guerra dentro de siete días, con esta cronometría.