26.08.2014

Tertulia Política número 153 (26 de Noviembre de 2008)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


  • Contraposición de la Ordenación impuesta desde arriba con alguna otra cosa que está por debajo de la Realidad, y que sería orden en un sentido completamente distinto.
  • El tiempo real, definible a partir de ‘orden’.

 

[mp3]Tertu153-26-11-2008#Tertu153-26-11-2008.mp3[/mp3]

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Repaso un poco lo que nos venía saliendo en la última sesión, a propósito de que es el fin lo que da sentido a esto que se llama vida en la Realidad, y que por tanto, claro, no puede ser vida, puesto que la Realidad es falsa por principio, a lo que suele llamarse nuestra vida, ¿no? Lo que da sentido a nuestras vidas es el fin, que nunca se suele llamar con nombre de la muerte; es el fin, la muerte. El Estado, el Capital, ya sabéis, son precisamente administración de muerte, respondiendo a eso de que sea el fin, la muerte, el Futuro que nos venden todos los días, lo que da sentido a esto de la vida, es decir, a la existencia.  Luego volveré otra vez sobre lo de existir en relación con lo del tiempo, si nos queda un rato.


Es decir, en contra de lo que hace dos o tres sesiones os proclamaba de la alegría de descubrir que esto no tiene sentido, es por tanto lógico, y congruente, y como son las cosas, que sea en cambio en la Realidad la ordenación con respecto a ese fin, que es lo primero, lo que pretende dar sentido (que es después de todo, eso, una ordenación, un orden), a la existencia.   Es el fin el que ordena lo que pasa, lo que podía estar pasando, en fila, en una cadena de causas, y de la misma manera ordena lo que ha pasado, lo pasado también: lo convierte en Historia, que no es más que un Futuro del revés, un Futuro hacia atrás.  Todo procede del fin, toda la ordenación, y eso efectivamente hace que lo que pasa, y lo pasado, queden ordenados en esa fila, en esa cadena de causas, y ordenado siempre respecto a ese fin. 


Sigo insistiendo un poco, pero es porque me importaría mucho que entendierais conmigo.  Ya me lo diréis si las cosas efectivamente se entienden más o menos, es decir, responden a algo que por lo bajo sintáis juntamente conmigo.  Responder a algo que por lo bajo siempre está latiendo, es lo que efectivamente puede querer decir ‘entender’, ‘estar de acuerdo’, ‘ir con’, ‘entrar’, en lo que es esta tertulia política.


Ordena pues lo que pasa, ordena lo que ha pasado (la memoria, convertida en Historia), y de esa manera, al dar sentido a la existencia, naturalmente deja vacío lo que pasa, lo que ha pasado.  Lo deja vacío: ya ni pasa nada, ni ha pasado nada de verdad, que es justamente lo que el Orden requiere, y es lo que responde debidamente a lo que os digo de cómo es el fin, la muerte, lo que está ordenándonos la existencia, nuestras existencias.


Bueno, con esto del orden tenemos por tanto que volver: el orden, la ordenación, y por tanto a la cuestión del tiempo.  Aristóteles mismo, desde que empezó a costruirse esto de una Ciencia o Filosofía al servicio del Poder en nuestro mundo, identificaba eso del tiempo con la ordenación de antes a después, de primero a segundo, por no empezar, como debía, citando ‘último’, antes que ‘primero’.  Pero se trata de efectivamente ese tiempo, que se puede intentar definir por ‘orden’, y sobre él tenemos que volver.


Pero antes, si es que nos queda un rato hoy, me parece que es mejor que pasemos a unas cuantas apariciones, prácticas, y sensibles, de todo esto que os estoy diciendo: contraponer la ordenación impuesta desde arriba con alguna otra cosa que esté por debajo de la Realidad, y que sería orden en un sentido completamente distinto, opuesto.  Bueno, vamos con algunas de las apariciones prácticas de esto que se me estaban ocurriendo.


La preparación, por ejemplo: yo mismo, cuando era muchacho, o no tan muchacho, un joven que apenas estaba haciendo mis pinitos en esto de hablar en público, aunque no fuera mas que dar clases a una audiencia condicionada, como es la de los estudiantes matriculaos, o luego hablar en público de otras maneras, tenía naturalmente, como está mandado, la pre- ocupación, y por tanto preparaba; preparaba las cosas.  Y preparar una actuación pública, por ejemplo, quiere decir necesariamente escribirla antes, para después volver de lo escrito a la produción hablada, fuera repitiéndolo de  memoria, o por lo menos aproximativamente, ¿no?  Bueno, qué se le va a hacer, esto hacía, y siento recordarlo, pero debo recordarlo, para utilizar el ejemplo, ¿no?  A partir de esto (son muchos años), he ido despreocupándome en una gran medida; es decir, que he ido aprendiendo a confiar cada vez más en que si no se prepara uno, si no prepara uno la intervención pública por ejemplo, las propias palabras, el dejarse hablar, encuentran de alguna manera su orden.  De manera que la contraposición creo que en el ejemplo está clara: se contrapone la ordenación que uno hace, previamente, con miras al Futuro.........Uno, en este caso es lo mismo que el Estado y el Capital: es la Autoridad, desde arriba, y prepara consiguientemente Futuros.  Otra manera es la dejarse hablar, en público, o como sea, que rompe con eso, que es despreocupación, es decir, nada de Futuro, y que es confiar en que la lengua, si uno no la sujeta y la domina previamente, en su mismo desarrollo va encontrando su ordenación suficiente.  Y así es lo que pasa.  Es un aprendizaje, o desaprendizaje, que os recomiendo en general, aprendiendo a despreocuparse, y a confiar en la lengua común, cuando se la deja suelta, y que sabe encontrar alguna ordenación, que por tanto no es la ordenación que uno, o el Poder, podía haberle impuesto a lo que se va en el futuro a decir, o a hacer. Esto era pues uno de los ejemplos.  Ya me diréis hasta qué punto me seguís en ello.


Se puede decir, no de las palabras, sino de las cosas en general, de las cosas de la Realidad: aparte de el Orden que desde Arriba se les imponga (un Orden Político, por ejemplo, por gobernación desde lo alto, un Orden Científico, por ejemplo, por imposición de teorías o filosofías acerca de cómo son las cosas, y cual es su orden, y cual es su tiempo), si se las deja libres de eso, ellas encuentran también su orden en otro sentido completamente distinto: no desde el Futuro, sino al revés: según van pasando; según van pasando. 


Notad que esto (lo digo como nota previa para pasar a lo del tiempo) es un poco complicado: la ordenación que te imponen desde Arriba, desde el Fin, es una ordenación que consiste en que te ordenen las cosas que han pasado de primero a segundo y tercero, es decir, hacia delante, hacia el Futuro.  Esta es una cosa que puede parecer contradictoria si no se piensa bien, y por eso quiero hacerla notar: cuando las cosas se dejan producirse, y encontrar ellas su orden, no hay Futuro, porque justamente se va haciendo lo que se va haciendo, y esa es la gran diferencia que os estoy presentando.


De dónde le vendrán a las cosas esas ganas, o facilidad, para ordenarse, si se las deja, es una cuestión más dudosa.  Primero quería adelantar eso: la condición es dejarlas.  En esto, como en todo lo demás, el Orden impuesto desde Arriba es el que da sentido a la existencia; como os dije antes, anula, vacía, cualesquiera posibilidades de vida, de que pase de verdad algo.  En ese sentido, la condición pues para que algo pase es dejarlas sueltas, no imponerles el Orden desde el Fin y desde lo Alto; con esa condición.  ¿De dónde les viene, con esa condición, esa posibilidad de ordenarse, las palabras de un discurso despreocupado, suelto, o las cosas mismas de la Realidad?  Pues es dudoso, porque parece que obliga a suponer (de esto otras veces hemos tratado a propósito de la noción de ritmo), que hay por debajo de la Realidad, eso: una especie de ritmo, que evidentemente no está todavía condicionado desde el fin al que tiende la producción, desde el Futuro, sino que justamente se va alimentando de su propio desarrollo; se va ispirando (por decirlo con este termino algo sospechoso), se va ispirando en  el propio desarrollo que lleva.  Y eso viene de ahí. 


La cosa hay que prevenirla como dudosa, por esta razón: porque evidentemente, es fácil equivocarse.  Si pretendéis, los que me oís ahora, seguir la recomendación de mi larga esperiencia de desaprendizaje, despreocupación, y confianza en que las palabras solas encuentran su orden, si pretendéis recibir sin más el consejo, aplicarlo a vuestras vidas, pues conviene prevenirse de que el peligro siempre está ahí; es decir, que inevitablemente a uno le sucederá que sus palabras, sus acciones, las cosas, se le ordenen en virtud de esa determinación de la existencia que desde el Futuro se nos impone desde Arriba, y que tenemos tan metido, como reales.  Somos reales en una gran parte, en una gran medida, aunque nunca del todo, aunque siempre nos quede la gracia que nos reúne aquí, nos quede algo de no bien hecho, de no definitivamente hecho, de no muerto, de no real.  Pero somos en una gran medida reales, destinados a la muerte, todo eso que sabéis, y por tanto, es normal que ‘espontaneamente’, como se dice, lo que nos salga en la ordenación sea la Ordenación que está mandada desde Arriba.  O puede suceder, a la vez o alternativamente, que verdaderamente nos estemos dejando llevar por algo que viene de debajo de nosotros, por esa especie de ritmo, por esa especie de ispiración perpetua de la produción, de las sucesión, en su propio desarrollo, y determinar qué es lo que en cada caso va a darse, o se está dando, en la producción de habla, en la () de otras cosas, pues no es nada fácil. 


No es una discriminación para la que yo pueda ofreceros ninguna regla; simplemente, os presento que por lo menos es dudoso, es decir, que puede que salga lo uno o que salga lo otro, puede que venza lo uno o que venza lo otro, y eso ya es mucho; eso ya es mucho.  Cualquiera que os hable en nombre del Señor, no os dirá nunca esto; os dirá que las cosas están ordenadas por sus causas, y que no hay dudas; os dirá en todo caso que las dudas es porque nuestra Ciencia no ha llegao todavía a ser lo bastante perfecta, como en el Futuro llegará a serlo.  De manera que ya es bastante que os diga que por lo menos es evidente que puede salir de lo uno o puede salir de lo otro.  Ahora mismo que os estoy hablando en esta sesión, ¿quién podría discriminar si algo de lo que estoy diciendo es algo que se me ha quedado prendido de esta especie de Orden que llevamos dentro por imposición desde Arriba, o si me está saliendo algo que está promovido por el ritmo mismo de las palabras, y por esa relativa facilidad para dejarme hablar?  No se puede discriminar, eso es lo que quería advertiros; el peligro siempre está ahí.  Lo que pasa es que ya se sabe: sin peligro no se hace nada.  Tal como estamos condicionados, es inevitable que en cualquier intento de esto, de ir al revés, nos salga muchas veces, o a ratos, un ir al derechas que llevamos dentro, y que por tanto no esté venciendo la vida desconocida, eso que no es Futuro, que no es muerte.  Sin peligro no se hace nada, de manera que simplemente quiero advertiros que no vayáis a coger mi recomendación, mi ejemplo, inmediatamente con la confianza de que ya tenéis la receta, porque por desgracia es así; por desgracia es así: puede salir junto, mezclado, confundido, lo uno y lo otro, y ir discriminando cuando la cosa está marchando en contra de la Ordenación futura, o está sometida a ella, no se puede pretender hacer de una manera absoluta, tajante.


Bueno, este era un ejemplo.  Claro está que esto se puede aplicar a otras muchas cosas.  Por ejemplo, a la salud.  La comparación ahora es entre estas dos cosas: una, las múltiples, las innumerables recomendaciones que desde Arriba os están impuestas: reglas de  higiene, oferta de productos farmacéuticos, o de otro orden, oferta de consultas médicas y de tratamientos, propaganda respecto a las cosas que hay que hacer para la formación, y para mantener el tipo, para mantenerse sano; recomendaciones a veces incluso muy naturales, como pasear al aire libre, darse una vuelta por la sierra; no quita.  Otras no tan naturales, pero de todo hay; son innumerables, os están lloviendo todos los días, estáis llenos de recomendaciones, de reglas de higiene y de salud, de productos que se os ofrecen.  El Estado mismo cuida por vuestra salud, parece mentira.  No hay quien coño se lo crea, pero sin embargo la realidad es así, y ahí tenéis las campañas contra el tabaco.  El Estado se preocupa por vuestra salud, y os advierte del Futuro (“fumar, mata, es cancer”), aunque sabemos que el que mata es el Estado precisamente, ése que pretende cuidarnos.  Pero eso no es lo que dicen, eso no es la Realidad: el Estado pretende, y esa pretensión por desgracia es una Realidad, que se ocupa de vuestra salud, y os da normas; os da normas seguras, tenida en cuenta la cadena causal, la cadena de causaciones, para que os prevengáis de los males y tengáis la mejor salud posible.


Comparar todo esto que en pocas palabras os he resumido, con algo que a pesar de todo nos queda de, casi diría, ‘istinto’, de sentido común, que nos hace sentir sin más, directamente, qué es lo que uno debe, porque desea, comer, hacer, dejar de hacer, en cada momento, sin ninguna regla; sin que eso nunca pueda reducirse a ninguna regla, porque precisamente tiene la condición de ser así, inmediato, no mediado por ninguna consideración futura, sino simplemente por la sensibilidad, el sentido común.  Siempre nos queda algo de eso, gracias a que no estamos bien hechos: si fuéramos unos súbditos perfectos del Capital, unos sujetos del Orden, no tendríamos absolutamente nada de esto; no tendríamos nada de esto: nuestra salud sería justamente la administración de muerte que nos imponen desde Arriba; nada más que Futuro.  No estamos nunca hechos del todo, siempre nos queda algo de eso. Cualquiera de vosotros supongo que lo apreciais conmigo, y lo importante es reconocer que la imposición de lo otro, la intromisión de lo otro, de las reglas, la Fe en la Medicina de lo Alto, la Fe en las recomendaciones de los esteticistas, o de cualquier otro tratante de salud, mata, tiende a matar eso poco que nos queda de istinto inmediato, de sensibilidad para guiarnos sin más a lo que se debe beber, comer, andar o no andar, coger o no coger.   Lo mata.  Nunca lo mata del todo: la muerte nunca es total, que es lo que ellos pretenden, pero tiende a matarlo.  Lo uno no es compatible con lo otro; no es compatible: lo uno viene desde lo Alto, desde el Poder, y es enemigo de lo otro, de lo que nos quede de vivo, de pueblo- que- no- existe, de no bien hecho del todo, ¿no?


Bueno, pues ése es otro ejemplo.  Otro ejemplo, naturalmente, pues en las artes, en la poesía.  Lo que hay que contraponer aquí, es muy sencillo: es por un lado, por ejemplo, la poesía: las reglas de Escuela, las reglas escolares, de retórica, de métrica, de otras puñetas; antiguallas, pero que por desgracia, bajo nuevas formas siguen igualmente vivas.  Ahora no se habla de Escuelas de Retórica, ni las hay: se habla de ‘modas’, modas dominantes en poesía; tan rígidas, tan impositivas, como las de las viejas Escuelas de Retórica.  Cada poeta en ciernes está atento ya a saber qué es lo que está mandado que se haga en poesía para estar al día, para pertenecer a la nueva ola.  Igual de mortífero que la Escuela de Retórica de antaño, no hay la menor diferencia.  Bueno, pues contraponer eso con esa especie de confianza en el latido de las palabras (aunque sean de un idioma, de una lengua de Babel), que van dictando, que van ispirando cualquier cosa que no sea enteramente sumisa y sometida que se pueda decir, y el latido de las sílabas, que ya no pertenecen a ningún idioma, que son un resto de eso que sugeríamos como una especie de ritmo que se contrapone a la ordenación desde arriba. 


Otro ejemplo más, a ver......La Política misma, en general; ahí lo tenéis.  ¿Contra qué diablos estamos luchando aquí?: contra el Poder, contra el Orden, que es lo que está enterrado en la palabra ‘Anarquía’, y todo eso.  Contraponer las leyes dictadas desde Arriba, de los que saben, leyes impuestas a la vida, ordenaciones de la vida, y lo que está bien y lo que está mal, lo que es crimen punible y por tanto responde a la noción de culpa, que es después de todo la de causa, y todo el resto del aparato que conocéis de sobra bien........Todo el día, todos los días os están llenando de informaciones acerca de Proyectos ministeriales, estatales, internacionales, para ordenar mejor el mundo, desde Arriba; no dejan de surgir nuevas teorías políticas, económicas, que inmediatamente tratan de imponerse a la práctica, sin más, cambiándose unas por otras, pero siempre renovándose en el mismo sentido, ¿no?  Pues todo ese aparato que pesa sobre vosotros, sobre nosotros, que nos ahoga literalmente (nos ahoga en forma de la Burocracia que esa ordenación impone a la existencia, nos ahoga como información, como carga de información, siempre falsa, siempre vacía, pero desde luego real, poderosa, aplastante), contraponed todo eso, pues eso, con lo que a pesar de todo nos queda de pueblo- que- no- existe, algo vivo, una sabiduría por la cual unos cuantos vecinos, unos cuantos cientos de vecinos, pueden sin más, sin intermedio de ninguna clase, entenderse entre sí para lo que hace falta de momento, y de alguna manera establecer una ordenación de ese otro tipo por el cual las cosas pueden ir de momento marchando más o menos bien.  Lo hay: nunca una población es enteramente individuos cerrados y perfectos que no conocen más que lo que los Amos le mandan, la Solidaridad, que confunden la comunidad que queda con la Solidaridad que se impone.  A pesar de todo eso, como eso nunca es perfecto del todo, no está del todo reducido al Fin, a  la muerte, que es lo que el Señor querría, queda siempre de eso que no son individuos, que no es una población de individuos, que no es un número de almas de los que pueden contar tranquilamente el Capital y el Estado, y eso es lo que tiene lo que hemos llamado esa sabiduría (para el) inmediato acuerdo cuando fallan, faltan, las leyes de Arriba.  Esa es, otra vez lo mismo, la condición, porque evidentemente también aquí lo uno mata lo otro: si hay leyes, si hay una Ordenación, si el arreglo de las tareas del campo, de los talleres, queda encomendada, aunque nada más sea al Alcalde, no digamos si es al Ministro, ya no hay nada que hacer, ya todo lo que se haga será lo que el Poder manda, hacer lo que ya está hecho.  Pero que en la medida en que eso falla, en que gente se lo sacude inmediatamente, esa sabiduría inmediata opera, de saber lo que hay que hacer para salir del trance, para encontrar una ordenación en el campo, en los talleres, donde sea. 


Lo uno no casa con lo otro, y por tanto la hipótesis es siempre eso: si falla, en la medida que falle, la ordenación desde Arriba, sólo entonces aparece esa sabiduría; esa sabiduría, a la que desde luego el Poder, a través de las Istituciones, Gubernativas, Médicas, Escolares, Científicas, trata de matar cada día y sustituirlo. 


Ellos allá arriba, Dios, el Señor, el Capital, el Estado, no tienen ni idea de cómo marchan las cosas.  Mejor dicho: no tienen más que idea, y la idea es falsedad.  Es decir, que en ese sentido no saben.  Pero por acá, por abajo, queda siempre algo que sin saber, en el sentido de ‘concebir’, sabe, como saben las manos; como saben las manos también en cualquier otro tipo de tareas de las que os he puesto.


Bueno, los ejemplos ya están bien, y ahora me voy a callar un poco, para que respecto a la cuestión general, o los ejemplos,  o cualquier otra cosa que se os ocurra, digáis lo que os venga a los labios, con esa espontaneidad que puede ser dudosa, pero qué le vamos a hacer, ése es el peligro: una espontaneidad de ida y vuelta, y esa otra que no tiene ida y vuelta.  Notad antes de que os deje esto de lo de ida y vuelta: la ordenación desde arriba consiste en eso: desde abajo se desarrolla un Poder, que impone sus leyes, y esas leyes hacen un recorrido inverso, y vienen a imponerse sobre lo que había abajo.  Este es el penoso viaje de ida y vuelta al que estamos sometidos.  Lo otro a lo que me refiero no tiene ese viaje de ida y vuelta, no tiene que pasar por la escritura para volver a las palabras, no tiene que pasar por las leyes para volver a la vida corriente.  Bueno, pues venga.  ¡Hombre, Isabel! ¡Qué casualidad!


- Sí, es raro, porque yo nunca salir la primera, suelo estar confinada la última.  Se me ocurren dos observaciones respecto a lo que has dicho.  La primera se refiere a lo de la producción oral, a eso del ordenamiento que se produce por el propio empuje de las palabras mismas.  Y eso, uno lo siente que es así, pero eso sucede siempre cuando ha habido primero un aprendizaje técnico de la cosa misma repetido una y otra vez durante muchos años, que implica, lo mismo que la produción musical, porque se parece mucho, un conocimiento de las leyes internas del propio discurso; no tanto de la cosa misma, sino del manejo mismo de la cosa, que no está sólo empujado desde atrás, sino que realmente está como tirado desde delante, desde las técnicas mismas de la música y de la palabra.  Es decir, que aunque efectivamente en el ordenamiento se empuja desde atrás, es necesario un olvido de conciencia de unas reglas que han sido impuesto bastante desde arriba y desde adelante.  Primera cuestión.  La  segunda cuestión se refiere a la contraposición que has planteado entre, efectivamente, que matan respecto a nuestra conducta las higienes y a las imposiciones de lo que tenemos que hacer o no tenemos que hacer.  Efectivamente, las cosas impuestas de Arriba, las reglas esas, matan lo que sea.  Ahora, tampoco estoy segura de que aquello que nos apetece, que nos pide el cuerpo, diríamos, tengan ningún asomo de nada natural.  No es producido por ningún istinto ni por ninguna Naturaleza;  eso está muy claro. 


AGC- ¡Ay madre!


- Sucede fundamentalmente por un hecho muy antiguo en la vida de cada uno de nosotros: si a tu madre le han gustao las verduras, a ti te van a gustar las verduras; si a tu padre le molestaba el vino, a ti te va a molestar el vino.  Es decir, desde pequeñitos tenemos unas pautas de lo que nos gusta o no nos gusta, que desde luego no las podemos llamar ‘naturales’.  Entonces, a mí, realmente el hecho de que me guste un par de huevos fritos con chistorra por la noche como tú, es porque desde pequeño, en la posguerra, era lo que más nos lucía y nos gustaba.


AGC- ¡Ay madre!


- A lo mejor resulta que con otros condicionamientos, lo natural para mí no sería eso.  Quiero decir que no puedo contraponer mas que un grado de artificiosidad entre lo uno y lo otro.  Ninguna naturalidad, por supuesto.


AGC- No voy a detenerme a responder eso.  Refieres la cosa al caso de uno que tiene que previamente haber aprendido las artes y puñetas, sin hacer caso de que yo he ofrecido primero mi modesto ejemplo de cómo lo primero que me pasaba era efectivamente que preparaba, y luego fui aprendiendo a no preparar.  Te has metido en eso sin venir a cuento, no hacía falta, y desde luego has sacao la Naturaleza, que pa qué coños tienes que haberla sacao para confundirnos.  Por lo demás, no respondo a más.  No he mencionao ni natural ni Naturaleza para nada, de manera que lo dejo ahí, y espero que alguno de los que hayan estao un poco más conmigo te respondan si quieren.  Más cosas.  Vamos a ver.


- Con el tema del tabaco, tengo un cierto desacuerdo, en el sentido de que a mí no me parece que sea instintivo el fumar más que para un fumador.  Te lo digo yo, que soy fumador.


AGC- Ya  ¿Y quién ha dicho que fuera istintivo?


- Pero sí que has hablado de que desde el Estado se nos dice que no hay que fumar, lo cual me parece que es matizable, porque yo creo que desde el Estado se nos dice que hay que fumar también de muchas formas.  Se nos ha vendido, por el cine, el ideal de un cierto tipo de fumador, y creo que es más bien ese ideal de cierta manera de fumar, y lo que eso puede traer a uno, lo que le puede llevar a un chaval a dar las primeras caladas.  No algo instintivo, porque instintivamente lo primero que hace alguien que no ha fumado es toser, ¿no? 


AGC- Sí, justo; hay un conflicto, efectivamente: del Capital viene la imposición del vicio de fumar, y del Capital viene la campaña contra el tabaco, no hay por qué asombrarse.  No hay por qué asombrarse, pero desde luego, lo que os he dicho ya hace un rato: siempre es dudoso, siempre hay peligro.  En las cosas que uno dice, en las cosas que uno hace, ¿quién podrá discriminar aquello que le viene de verdad de abajo, esa sabiduría que a propósito de la salud he presentado, de aquello que es simplemente una incorporación, como eso, como la moda de fumar, o como la moda de la poesía que antes he sacao, que naturalmente viene del otro lado?  Está bien recalar en esa duda, y en esa situación de peligro y dificultad para discriminar, sí.  Más. Más ocurrencias que os hayan venido a lo largo del rato.


- Yo quería sacar justo el caso contrario, que lo he sentido, como que a veces pasan cosas, y no sé, por ejemplo en el caso del rizmo puede ser muy evidente, pero también a veces oyendo hablar a alguien......bueno, el rizmo en la música, estaba pensando, o en el baile.  Pero que es que uno tiene la sensación de que no podría haber sido de otra manera; es como de todo lo contrario, como que no hay duda, ¿no?  Nunca se puede decir que tiene que ser así, pero sí que puede decirse de lo que pasó, que era como que no había dudas.  Y quería decirlo, porque lo he sentido a veces, ¿no?


AGC- Bueno, es una lucha la que haces ahí por intentar discriminar.  Sucede así: estamos (condenados) al viaje ese de ida y vuelta. Supongamos que el deseo de jugar, por nada, para nada, sea de algo de eso que está por debajo de la Realidad.  Pero al mismo tiempo, cada uno nace sometido a un mundo que está lleno de reglas de juego, y efectivamente, por ejemplo en versificación, el ritmo, el ritmo del silabeo, vendrá de abajo, pero luego en realidad tienes que componer eso con una ordenación idiomática de palabras para que el ritmo se aplique a las palabras, o seguir más o menos una ordenación de una escala musical, que no es natural ni universal siquiera, ¿no?, y someterte a ella......  Y luego aquello puede volverse a hacer lo que dices, espontáneo.  Desde luego, en la versificación tradicional, un endecasílabo no es ningún producto rítmico sin más, a lo bruto; el que va a hacer endecasílabos tiene que aprenderse las reglas, y también reglas con respecto a los acentos, dónde caen y dónde no; aprendérselas desde luego en el mejor de los casos simplemente de oído, que basta para el aprendizaje.  Pero luego, aquello sólo se hace bien cuando se han olvidado (viaje de vuelta), cuando las reglas se han olvidado; y mientras tanto, no se hace bien; mientras tanto, ni se baila, ni se canta, ni se hacen versos, ni nada.  Para que aquello marche bien, hay que volver a caer en un olvido, que es una cierta vuelta a eso de la sabiduría que no se sabe, o que no sabe.  Esto conviene recordarlo por todos los medios: es la Realidad en la que estamos metidos, que por un lado está hecho eso del fin, de la muerte, de las reglas de Arriba, y por el otro lado nunca está bien hecho del todo, y por lo tanto le quedan por abajo cosas que vienen desde fuera, de otra parte, ¿no?  Más ocurrencias.  Todas pueden servir.


- Cuando estabas diciendo eso de que había habido un momento en que habías dejado de preparar las charlas, que sería paulatinamente, supongo, yo me acuerdo de que siempre he tenido muchas reservas a preparar algo, y nunca lo he hecho en mi vida, y he hablado muchas veces en público.  Porque cuando yo preparaba algo, siempre notaba que había defectos fundamentales; y como siempre me refería a los grandes maestros, a los grandes clásicos, y encontraba la imposibilidad total de conseguir algo como eso, pues llegó un momento, con 16 años o así, que dije “esto ya no está para mí; yo soy un negao, soy un pobrecito que no puede coger estos niveles”.  Y entonces empecé a hablar, me dejaba hablar.  Pero mi dejarme hablar era producto de todo lo contrario, de mi asunción de la absoluta ignorancia.  Y con ese asunto, iba tirando.


AGC- Un poco esagerao andas, ¿no?, con respecto a tu adolescencia.  Nadie llega a unas declaraciones de modestia tan tremendas.


- No, no, no esagero lo más mínimo.  Yo desde muy pequeñito sabía....


AGC- Más o menos, ¿no?  Además, la verdá es que no creo que tenga mucho que ver directamente.  Aunque uno piense de sí que tiene muy pocas capacidades, lo de la imitación de los maestros no hay por qué abandonarlo; los pocos maestros, los pocos muertos vivos que andan por el mundo.  Lo que pasa es que siempre con peligro: esa misma imitación, pues otra vez lo mismo, puede ser efectivamente una imitación cosciente, voluntaria, tal vez para ponerse uno a la altura, hacerse un nombre, y todas esas cosas que matan costantemente.  O puede ser que no, puede ser que se te haya hecho tu carne y sangre aquello que aprendiste sin embargo en los libros, en la escuela, y que  entonces ya no haya lugar a distinguir entre lo que es imitación y lo que es originalidad; una distinción bastante maldita, por cierto.  Bueno, ¿qué más?


- Has puesto varios ejemplos, pero ¿podríamos saber qué es ‘Orden’, qué podemos entender por ‘Orden’, de forma así más general?


AGC- Sí: el Orden al que Aristóteles reducía el tiempo, es, como antes he dicho, el de antes/después, primero/segundo.  Es decir, que implica lo de la línea de las causas, la cual, como el otro día estuve tratando de mostrar, se produce a partir del Futuro, a partir del Fin.  Ése es un Orden, y luego lo que yo he dicho de que hay otro orden (que no sé por qué he mantenido la palabra; porque la lengua es pobre) no quiere decir nada de eso, aunque me he parao a decir que carece de un Futuro, de un propósito, que se alimenta de su propio desarrollo, y que sin embargo puede decirse de alguna manera que es orden en el sentido que se dice ‘ritmo’.  Otra cosa aproximativa que desde luego conviene hacer constar, es que no es el Orden que acabo de describir, sino lo contrario en cierto modo, ¡pero que no es el caos, vamos!   Para que no os engañen, porque les gusta mucho hacer eso, ¿eh?:  como os quieren hacer creer que orden no hay más que el Orden que ellos dicen, el de las Leyes, jurídicas, o físicas, o lo que sea, te dicen: “si no, ¡el caos!”.  Que se  supone que es algo confuso, informe, indistinto, carente de todo ritmo.  Para que evitéis esa trampa que os van a tender costantemente, convenía hacerlo así, qué le vamos a hacer.


- En ambos casos son ejemplos de un orden lineal, o consecutivo, pero también empleamos ‘Orden’ para otras cuestiones que pueden ser incluso espaciales, pero no lineales;  de muchas cosas decimos que están ordenadas o no están ordenadas, y es un concepto más amplio que el lineal.


AGC- Sí, hay un Orden geométrico.  Yo me he referido a como si lo primero fuera la Aritmética.  Siempre al lado de eso está la Geometría, que es efectivamente un Orden, pero vamos, todo el mundo sabe lo fácilmente que lo uno se reduce a lo otro, ¿no?, no hay por qué preocuparse demasiado; todo viene a parar en una ordenación del tipo aritmético, que efectivamente quiere decir lo de el Orden en línea.   Aparte de que las dimensiones sean una, sean dos, sean tres, o sean, como pretendían, hasta cuatro, ¿no? 


- Dándole vueltas a esto mucho, he llegado a la conclusión, y te lo espongo si te parece, de que el Orden no es que esté en las cosas, sino que lo deducimos, o sea, que es una deducción que hacemos, y que es una Ley.


AGC- ¿Quiénes?


- Los que hablamos de ello.


AGC- Los que hablamos de la manera que hablamos nosotros; nosotros, los hombres. Ya sabes la poca simpatía que le tengo yo a ese bicho, lo que sospecho de él, ¿no?  De todas formas, perdona que aproveche esto:  Las cosas, evidentemente las he presentado como teniendo esa capacidad, esa sabiduría, ellas también, de encontrar su ritmo, de ordenarse. Y hay que decir que ahí también se da la misma ambigüedad, porque puede que las cosas hagan eso, como lo hacen cualquier tipo de cosas, pues para subsistir, es decir, por lo que falsamente llamaban “Istinto de Conservación”: para seguir siendo como son; es decir, una ordenación que está al servicio; al servicio de su ser lo que son, del mantenimiento de su existencia.  Y puede ser que al mismo tiempo otras veces lo hagan....por jugar, para nada; para nada.  No cometeremos el error de negarle a ningún tipo de cosas la capacidad de desviarse de la necesidad de la subsistencia, y jugar, es decir, dejarse llevar a hacer cosas que no se sabe para qué.


- Pero no podemos entender el jugar a un juego que no tenga reglas.


AGC- Sí, sí, es igual, las reglas las crea el juego.  En ese caso.  Salvo que estemos en el caso inverso, de que son las reglas que se aplican para jugar, y sólo después volveremos con suerte al olvido y a la espontaneidad; las dos cosas son posibles.


- Terminando, si me permites, la aparición, o el descubrimiento, del Orden, nos permite más o menos esplícitamente deducir una Ley, y esa Ley, más o menos esplícita, o implícita, permite hacer previsiones. ¿Esto mismo le ocurre al ritmo, también?


AGC- Esa es la regla del Señor, sí.  Bueno, no vamos a insistir en ello.  No sigo por ahí.  Venga, más ocurrencias.  Sí.


- ¿Hay alguna manera de no someterse a esa ordenación de la que habla?


AGC- Claro.  Gracias a que no estamos bien hechos del todo.  Confiar en eso que no es lo real de uno.  Lo mismo que se dice ‘confiar en las palabras cuando se las deja sueltas, confiar en las cosas, que ellas saben lo que tienen que hacer’, eso mismo lo puedes decir de ti.  Cuando he hablado de despreocupación, era eso: puedes, gracias a que nunca estás del todo muerto, como el Orden pretende que lo estés.   Por tanto, puedes, gracias a esa imperfeción.  El descubrimiento y la confianza en eso, es todo lo que se puede dar.  No es una regla: una sugerencia, más bien. Pero siempre cabe, gracias a que (ahora lo digo para la Realidad en general), la Realidad no es todo lo que hay.  El descubrimiento de que no hay ‘todo’ que valga, es la única manera de desprenderse de la obediencia.


- ¿Pero las circustancias no son más fuertes que una misma persona?


AGC- Depende: una persona, desde luego, por desgracia es, de por sí, harto fuerte; es siempre harto fuerte.  Y además generalmente está hecha de sus circustancias.  Lo que uno tiene de persona, está hecho incluso de las leyes que el Poder le ha impuesto; a él, o a sus padres; está en gran medida hecho de eso, ¿no?, y no hay por tanto que hacer una contraposición.  El Poder, ‘desde siempre’ en el sentido del tiempo real, está dedicado a matar, a acabar de matar, las posibilidades de otra cosa.  Nunca lo ha conseguido hasta ahora; nunca puede conseguirlo. Él quiere que las posibilidades que se te abren para el juego, el disfrute, la rebelión, estén ya muertas de antemano.  Se te dice que todo eso está ordenado, que por ahí no vas a ninguna parte; te quieren convertir las posibilidades.........Ésta es la fórmula: convertirte las posibilidades sin fin en un Futuro, el Futuro que ellos saben.  Así que basta con descreer del Futuro, descreer de uno mismo, en la medida que se puede.  Sí.


- Hay un error común que a mí me parece que se ve bastante, aunque por otro lado parece que nadie lo ve, respecto a esto último que has dicho, que es el de la información que mata las posibilidades.  En el caso de la Profilaxis se puede ver por ejemplo, es común, el que se piense que lo importante es tener la información, aunque luego la utilices o no. Vas al médico, y sabes si estás bien o no.  “Luego ya harás lo que quieras”, es lo que te suele decir la Familia, la gente que se preocupa por uno: “tú primero tienes que saber cómo estás, y luego ya si quieres haces caso o no haces caso”.  Pero está claro que es una mentira.


AGC- No, y está claro que de momento carga; carga, y llena.


- Claro, en el momento en que tienes una información, ya no haces o dejas de hacer, sino que....


AGC- Hombre, te llena mucho.


- ....ya te comportas de una manera, o se pierden posibilidades.


AGC- No, pero aparte de que obedezcas o no: ya el solo hecho de que sea una carga, de que te llene la vida.


- Y en este sentido, lo que parece es que estamos permanentemente atacados con informaciones de todo tipo: divulgativas, con información.  Te atacan con información para matar posibilidades, porque a medida que vas sabiendo cosas, quieras que no, te lastran, te pesan, te dejan incapacitado.


AGC- Sí, sí, nos agobian de informaciones.  Unas no se refieren directamente al Futuro, a lo mejor son historias () Física; otras se refieren directamente al Futuro, que es lo primero en lo que tienen que hacer creer, la finalidad esa que he dicho.  Es lo que el Señor querría: que las posibilidades quedaran reducidas a ‘todas’, es decir, a Futuro.  Pero no: no se reducen, son sin fin.


- Yo, esto del Orden, me viene como que es equivalente a lo que hablábamos los últimos días, de definición.  Orden equivale a definición; estamos definidos, y en esa definición y en ese fin es donde encontramos seguridad.  En el Orden se encuentra seguridad, y el Poder nos lleva a ese Orden y nos pone ese Orden.  La fuerza del Poder es la seguridad nuestra, es el miedo al no tener esa seguridad.  De hecho, por ejemplo recordaba que yo siendo niño, joder, estaba ordenado de los pies a la cabeza; pero siendo niño pequeñito.  Eso de salir a la calle bien peinadito, bien arreglaíto, nosequé.  Bien ordenadito, para que mis vecinos, y mis padres, y los conocidos, tal.  Tenía que ser así para no perderme en ese miedo tan enorme que era el mundo.  Bueno, pues esa es la fuerza del Poder.


AGC- Sí, eso demuestra que uno es lo mismo que el Estado y el Capital  Uno, en cuanto uno, está de acuerdo; uno, en cuanto uno, está de acuerdo, está sometido por eso de la seguridad que dices: te hacen creer que ahí te va, no puedo decir ‘la vida’, pero que te va la existencia.  Y efectivamente, te crees que ahí te va la existencia, lo que sea que eso quiera decir.  Lo que te aseguran de verdad, aquí lo descubrimos, es la muerte. Pero te la disfrazan: te aseguran el Futuro.  No te dicen que el Futuro es la muerte, desde la cual se ordena todo: te dicen que ahí está tu seguridad; seguridad, no de este istante, sino de mañana.  Te dirán incluso que ahí está hasta el pan de mañana, no el de hoy, que están las posibilidades de alcanzar puestos, de trepar en la Pirámide.  La seguridad, que oculta eso: que la única seguridad es la de la muerte, la del Fin, la de la condena al Fin, que es la única seguridad.  Porque por lo demás, aquí, con este lío que tenemos de ser uno el que es, y de quedarle algo de pueblo- que- no- existe, no podemos tener más que inseguridad; una inseguridad perpetua; lo que antes he llamado dudas y peligros.


- Todo esto de lo que están ustedes hablando, en cuanto al Orden, en cuanto a que hay una parte instintiva en el Ser Humano, pero que también está mediatizado por sus circustancias, si es que lo he entendido bien, todo esto ¿cómo lo englobaría usted en una persona que es un asesino, y que tiene un instinto asesino?


AGC- ¿Y qué más da?  ¿Por qué te llama la atención el ejemplo?


- Bueno, porque me parece que es una persona que puede estar al margen de ese Orden, al margen de un montón de cosas......


AGC- ¡Qué va, qué va!: normal, normal.  Normal, como todos.  Si fuera tan fácil acabar con la ordenación, pues habría que estar recordando aquí volvernos asesinos por desgracia, ¿no?  Un asesino, un suicida incluso, es un obediente como todos los demás; es un obediente, es un hombre sometido a las leyes, y imagínate: un asesino, especialmente en el caso en que tú seguramente estás pensando, que es un asesino cosciente, es decir, que sabe que mata, tiene la Ley dentro.   Está tan claro......: es que tiene la Ley dentro, como cualquiera.  En ese caso, el que tenga la Ley dentro, y la Ley se le retuerza por otros sitios, bueno, es secundario, hay casos y casos (que en la viña del Señor tiene que haber de todo, asesinos y todo lo demás, para más confusión), pero lo importante es que está hecho en la obediencia, en la creencia en la existencia, en que su vida, lo que él llama vida, tiene un Fin, que no llama muerte, pero que a lo mejor identifica con la desaparición de otro, de los prójimos........Vaya usté a saber.  Está tan lleno cualquiera de líos, de ese orden o de otro, que no hay que hacer mucha separación, ¿eh?, de los casos estremos.  Eso es lo que les gusta a los Medios, es una de las formas de confusión.  No hay que esagerar nunca la separación: hay que reconocer la normalidad en los anormales; es mucho más recomendable así, porque así de rebote nos damos cuenta de hasta qué punto nosotros somos también obedientes, sumisos, etc.


- Vamos a tomar un caso puro puro de Futuro. Y además de imposición de lo alto.  Pero puro puro de Futuro, que es el caso de las vacunas.  Uno entonces no tendría que vacunarse para nada, y tú por ejemplo te vacunas tres veces contra la gripe todos los años.  ¿Cómo es posible eso, vamos a ver?


AGC- Bueno, no sé si será de interés general, pero lo voy a coger, qué se le va a hacer, me lo has sacao.  Efectivamente: estoy costantemente negándome contra toda Profilaxis: no sólo es que hable contra la Profilaxis, sino que es que de hecho me niego a hacer Profilaxis.  ¿Y la vacuna de la gripe?: resulta que no sólo hace tiempo estaba, en mi juventud y después, atormentado por ese fantasmón que el Estado actual nos ha impuesto, esa cosa que llaman gripe, trancazo, lo que sea, que no se sabe lo que es, es la peste informe, ¿no?  Es la peste informe, pero que aparte de todas las cosas que se digan de las enfermedades en sí, ésta está ahí, con esas características.  Estaba atormentao. Bueno, pues tardé mucho, pero sí, en los años de París fue cuando se empezó a divulgar la vacuna, y después de muchas dudas me la puse, y vi que efectivamente ese rato parece que se cogía menos, que cogía menos.  Estuve así con muchas dudas varios años, y luego efectivamente la he adoptado, hasta el punto de que, aunque no está previsto así, pero procuro, con trampa, que cuando reparten vacuna allá en Otoño, que es lo que les parece que es lo que hay que hacer, me reserven otras dos para que me pueda vacunar en Octubre, en Febrero, y en Junio, a fin de no coger el trancazo de Agosto.  Esta es la esageración.  Bueno, ¿qué queréis?: es la confesión.  Desde luego, esto es del orden de lo que os estaba diciendo: uno puede también (lo he dicho con el ejemplo del arte y todo eso), adoptar algunas de las reglas que encuentra, para después, con el viaje de vuelta, llegar a tomarse aquello como si fuera parte de esa conducta ().  Esto de la vacuna me obliga a pensar en el Futuro, como tantas otras cosas; me obliga, pero la verdá es que en la práctica, y con la costumbre, eso puede llegar a ser algo tan habitual, tan no pensado, como el tomarse un vaso de vino blanco o de vino tinto.   Bueno, qué se le va a hacer, no es que......


- Es como a mí, que se me ha convertido en una rutina ir al cajero a sacar dinero.


AGC- Ahora que he hablado, y que con la conversación ha venido también, lo de ‘la cesión al Futuro’,  está bien que haya salido, porque así no se cree uno que hay que tomarse a su vez como una regla lo de el negarse a la Profilaxis.  Está bien que haya salido, porque no hay reglas; ni siquiera esa regla tampoco.  Pero antes de que se me olvide, como ha salido a este propósito lo de la carga del Futuro, hasta el punto de que he tenido que decirles a los bedeles que hemos solicitado que la tertulia de los días que caían, por desgracia, me advirtieron, con anticipación de Futuro, en 24 y en 31, el Ateneo cerraba, y he tenido que ponerme  a manejar algo para ver si nos dejan trasladarla la tertulia al 23 y al 30.   Esto, para más vergüenza todavía; esto es peor que lo de la vacuna.  Es peor que lo de la vacuna,  pero que sirva también de ejemplo.  Sí.


- El otro día estaba hablando con otro, y de repente descubrimos lo que subyace a la idea del Progreso.  Y venía a decirse como que “si vivo lo suficiente, puede ser que no me muera”.


AGC- Pues sí, aunque no lo digan: cuando te prometen la longevidad, y te hacen la estadística: ‘lo que se ha alargado la Esperanza de Vida’, ¿eh?, que el término es ominoso, y es el que ellos emplean: la Esperanza de Vida.  La Esperanza de Vida, como todo buen católico sabe, está en la Gloria, está en la otra vida.  Ésa es la verdadera Esperanza de Vida, porque esta vida no es vida, es un pasar nada más, una preparación para la otra, para la que viene.  Pero ellos te hablan tranquilamente de la Esperanza de Vida, y cuentan lo que se ha alargado, y efectivamente, cualquiera puede decir: “tener ochenta y tantos años hace cincuenta años era una cosa rara, y ahora, mira, uno se encuentra como si formara parte de una población casi normal”.  Bueno, pues la Esperanza esa de vida, y la propaganda del aumento de la longevidad, no se dice que estén destinadas a lo que has dicho, al ‘no te morirás nunca’, pero subterráneamente sí, por lo mismo que dije el otro día: a veces no te dicen ‘el fin último’, pero tú descubres que todo lo que un Gobierno por ejemplo hace para mejorar el estado de su población, el año que viene, y mejor el otro año, solamente tiene sentido (dado en lo que consiste ese proceso, que mata, y que destruye, y molesta a las poblaciones), sólo tiene sentido pensando en que eso está destinado a que se llegue a un Estado último en que ya todo está ordenado, bien, y ya no hay nada que ordenar. 


Bueno, se nos ha hecho muy tarde.  Yo pensaba haberos introducido desde aquí en la cuestión del tiempo, a propósito de una entrada que me ha pasado Caramés respecto a, en contra de opiniones que entre los físicos cunden sobre que el tiempo no existe, sostener que el tiempo, existe.  En inglés es el término que se emplea: ‘exist’ .  El lío, como los que me acompañáis deben haber sospechado, no está esencialmente en la palabra ‘tiempo’, sino en la otra, en la palabra ‘existe’ .   Pero es muy tarde, de manera que con esto os dejo abierta la entrada, para que salga lo que sea.