26.08.2014

Tertulia Política número 183 (24 de Junio de 2009)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 
  • Utilización de la vanidad de la predicción de lo que no ha pasado para descubrir la no verdad de lo Pasado.
  • Los dos tipos de memoria.
  • De la pérdida de la Fe en la muerte a la incertidumbre del nacimiento.
  • La Historia o Ley de la Esperiencia, desarrollada por la predicción del Futuro para conferirse autoridad.
  • La noción de azar, correlativa de la de causa.

 

[mp3]Tertu183-24-6-2009#Tertu183-24-6-2009.mp3[/mp3]

 

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

 

 

    Pues vamos a ver si os parece cómo se aclara y prolonga lo que se nos proponía el último día de volver desde la predicción de lo que no ha pasado al descubrimiento de la incertidumbre de lo que ha pasado, por decirlo así un poco en astracto.  Pero recordáis a qué cosas tocaba eso.  Desde luego hay que recordar que el motivo para esta tertulia política de atacar ese punto es justamente que vivimos bajo el reino de la predicción del Futuro.  La cosa estaba testificada también por las investigaciones científicas, con sus aplicaciones técnicas, y con motivo de eso de que os cité algunos párrafos de Bernstein, a propósito de Dyson, sobre cómo a la Mecánica Cuántica, es decir, la forma de dar razón de las cosas que domina con mucho sobre todas en nuestros días, se les venía a descubrir, un poco dando la vuelta del revés, el problema de si se pueden predecir (es decir, si son asequibles al cálculo de la Cuántica, que es esencialmente predictivo, de probabilidades), las cosas pasadas, las cosas que se dan por pasadas; con actitudes contrarias, pero que aquí nos permitían agarrarnos a esta posibilidad de que partiendo justamente de la pretensión del Futuro, a la que estamos condenados principalmente, partiendo del Fin, se puede igualmente venir a poner en cuestión el principio, y a descubrir efectivamente de qué maneras tampoco sabemos lo que ha pasado.

Esto es una diferencia de modalidad en cierto sentido: desde luego, de lo que va a pasar es imposible saber nada, puesto que no lo hay, y de lo que no lo hay es muy difícil pensar que se pueda saber algo.  En cambio de lo que ya se da por pasado, de lo que ya damos como una realidad hecha, parece que debería saberse en otro sentido.  Para esto segundo todos los que me acompañáis sabéis que hay motivos generales para pensar, descubrir que tampoco, porque la noción de ‘verdad’ es incompatible con la Realidad, y en las cosas que se digan acerca de las cosas no pueden caber más que aproximaciones más o menos vagas, tanteos, pero desde luego en cuanto se pretende que nos están diciendo verdades acerca de las cosas, eso mismo condena el dicho a la falsedad.  No hay compatibilidad.  Esto se deduce, ya recordáis, del descubrimiento elemental de que la Realidad, las cosas, no son todo lo que hay, y naturalmente desde el momento que no hay cosas todas, ni una cosa determinada de una manera absoluta, tampoco se puede pretender que pueda haber una verdad acerca de las cosas, o acerca de una cosa, o acerca de uno mismo tomado como un caso entre las cosas, ¿no?  De ahí se venía desprendiendo.  

La propuesta es pues partir del Fin (puesto que a eso estamos condenados), para volver sobre el principio, y ver cómo la condición de las previsiones de lo que va a pasar......Que evidentemente han de lanzarse sobre el vacío, pero con una pretensión, asegurada más o menos por el cálculo de probabilidades, de acertar. Un acierto que consiste en el éxito de la predicción; no sólo un éxito para las aplicaciones prácticas de la teoría, sino un éxito para la continuación de la teoría misma.  Sólo es el éxito lo que funciona como prueba de esas supuestas verdades, y es evidentemente una prueba floja, como aquí tratamos de poner en evidencia: no puede ser que nos dejemos dar ese cambiazo de pensar que el éxito para todos los propósitos prácticos, la consecución del éxito, es ninguna especie de prueba de verdad.  Lo uno no tiene que ver con lo otro, y si para alguno de vosotros quedan ahí resabios de dudas, pues ya me lo haréis saber.  Ésa es la situación con respecto a lo porvenir, a la predicción.  

La predicción tiene una pretensión de verdad asegurada por el éxito, que trata de sostenerse, como dicen a veces ellos, ‘en la retrodicción’, es decir, en la dicción o predicación acerca de lo pasado: es la razón de la experiencia, a la que tantas veces se acude y con la que tanto nos machacan.  Es decir, se ha determinado que las cosas han pasado así y así, en ese orden, con esas fechas, con esas horas, según esa Historia, y entonces de ahí aprendemos a predecir cómo van a seguir pasando.  Así de simple.  De manera que aquí, volviéndonos del revés, tratamos de aprovechar la vanidad evidente de la predicción de lo que no ha pasado para descubrir también la no verdad, la incertidumbre, la inalcanzabilidad de verdad para lo pasado, para lo que se da por pasado.

Es en cierto modo, dicho de manera un poco más melodramática, volvernos desde la Fe en la Muerte, que es el Futuro, en la que todo el Sistema está sustentado, a un descubrimiento de la incertidumbre del Nacimiento.  Esto dicho para cosas como nosotros, para uno: volverse de la Fe, de la Fe cierta, segura, en la muerte de uno, al descubrimiento de la incertidumbre de su nacimiento, que permanecía oculta en virtud del propio manejo que se sostiene en todo este tinglado.  Vayamos viéndolo un poco más por puntos.  

Esto que os estoy diciendo tiene que ver con algo que para los que habéis estado conmigo y leído hace ya mucho tiempo, se enlaza con lo de los dos tipos de memoria en pugna una con otra, las dos memorias que luchan la una contra la otra.  Una memoria es la que domina, la que sirve justamente para costituir la Historia, y con la Historia asegurar el Futuro, y que por tanto es la base misma del Sistema bajo el que padecemos por esos procedimientos.  Es un Pasado sabido, contado; contado por sus fechas, contado por sus siglos, en un orden bien determinado, que claro está que no puede contentarse con un orden de sucesión, sino convertirse también en un orden de causa: cuando lo uno va detrás de lo otro, evidentemente la tentación siguiente es que lo primero sea causa de lo segundo, y sobre eso también volveremos.   Esta es la Memoria de Archivo, es la Memoria de Registro: los hechos están ahí, registrados, anotados, contados por sus cifras, y esta es la Memoria que nos rige políticamente, económicamente, costituyendo la Realidad.  Y luego hay otra memoria que sencillamente no es ésa; es una memoria que carece de fechas, que es inasequible al Registro, que es una memoria sensitiva......Es ese tipo de memoria que nos asalta cuando de repente sin saber muy bien por qué, un sitio, una cara, medio definida, se nos aparece, y no sabemos, durante un rato al menos, de quién, de dónde, de cuando, pero que tal vez por eso mismo nos hace latir ahora de una manera especial, se vuelve especialmente sentimental y sensitiva.  Supongo que todos más o menos percibís de qué os estoy hablando.   A aclararlo más pueden servir también los sueños, los cuales, como cualquiera recuerda, en la medida en que uno no los razona a posteriori (no solo) son estraños a  la ordenación de sucesión por fechas y por horas, al antes y al después incluso, sino que efectivamente se nos presentan en esa especie de revoltijo de memoria que con la libertad del sueño se nos da, se nos presentan así sin orden ni concierto, como valiendo por sí mismos sin necesidad de referirlos a tiempo ninguno ni a lugar ninguno.  Bueno, para que entendáis conmigo de qué estoy hablando en contra de la Memoria fija o de la Memoria histórica.  Esta es una memoria que no sabe; es una memoria que siente, pero que no sabe, o todavía no sabe, todavía no se ha dejado convertir en esa Memoria de Archivo y de Registro que es la de la Historia y la del Dominio.  Pues a eso se llama con esta táctica de volverse de la Fe en la Muerte, lo cierto, a la incertidumbre de lo pasado, a la incertidumbre del Nacimiento.  

Dicho entre paréntesis, para que recordéis el sentido directo en que esto es política de abajo, política del pueblo: el mal, esto contra lo que estamos, el mal, que es evidentemente el bien del Poder, el mal, esto que nos oprime, nos aplasta, nos descontenta, nos engaña, contra eso no se lucha con lo que vaya a venir después, el Reino al que pasaremos después de la Revolución, o la Gloria Eterna, o la Inmortalidad que nos está prometida.  Con eso tratan de curárnoslo ellos; es justamente el remedio que tienen para que se aguante el mal, para que se aguante lo que de verdad para lo que nos queda de vivo resulta inaguantable: remitiendo al Futuro: “mañana te curarás”, “mañana habremos alcanzado una tasa tal de longevidad de vida o de abundancia económica que los problemas habrán desaparecido”, y todos los demás cuentos que podéis recordar de los que actualmente se usan, y que se enlazan con los más viejos respecto a la promesa de la Gloria Eterna o la Inmortalidad.

De manera que en esta tertulia política en la que estamos contra el Poder tratamos de que sea algo que nos quede de pueblo-que-no-existe lo que aquí esté hablando.  No podemos pensar por un momento en acudir a esa táctica, ni a consolarnos ni a animarnos pensando en el Porvenir: ésa es la táctica de ellos.  Esta lucha por tanto, por el contrario, se alimenta de eso que era la otra memoria; se alimenta de que, como el otro día os decía, “no puedo olvidarme de lo bueno que era”.  Con el Imperfecto ‘era’, que no remite a ningún sitio de la Historia pasada, que no remite a ninguna fecha, sino que queda así, en el aire: “no puede uno olvidarse de lo bueno que era”.  Esta es la otra memoria.  De manera que tenemos que entender bien la pugna entre las dos memorias, porque ahora de lo que estamos hablando es de cómo la Predicción, el Futuro (que es el arma del Dominio que nos tiene primariamente agobiados, aplastados, atontados, o como queráis decir), ha desarrollado para fundarse, para fundar las predicciones en el vacío, en lo que no hay, una configuración de lo pasado (lo que se llama ‘la Ley de la Esperiencia’, lo que se llama ‘las Lecciones de la Historia’), de tal forma que a partir de ahí se le de alguna autoridad a esa pretensión loca de hablar de lo que no ha pasado, y calcularlo, y hacer cuentas de ello, y ponerlo en años futuros y en siglos futuros y todo lo demás.  De manera que al volvernos desde aquí hacia atrás ya veis que estamos tratando de desmontar también la pretensión del Saber de lo pasado, el Saber histórico, esa Memoria que es la dominante.

Aplicado a uno, efectivamente eso es volverse de la Fe en la Muerte, la Fe en el Futuro, que es lo que os venden todos los días........Aunque no lo llamen de ordinario muerte, pero cualquier Futuro que os venden evidentemente es eso, es un representante de eso, la Fe en esa fantasmagoría de lo que no ha pasado, pero que se nos impone de una manera fija y por todos los medios.  Volvernos de ahí a la Fe en la esperiencia, en lo pasado, y descubrir, uno, la incertidumbre de su nacimiento.  

Evidentemente yo creo que me acompañáis en esto: la Fe en la muerte futura, real, que nunca está aquí, futura......La Fe en la muerte está ahí justamente  para asegurar el Orden, que es lo que el Poder necesita, es decir, para que no pase nada no previsto.  Las posibilidades, bien lo sabe el Poder, están siempre abiertas, y por tanto siempre está amenazando pasar algo imprevisto, porque no se puede hacer distinciones entre las cosas que no han pasado, de las cuales unas sean ciertas, esperadas, otras imprevistas.........La imprevisión, bien lo sabe el Poder, domina en todo, y el Poder trata de defenderse contra esto precisamente por ese cálculo que convierte las posibilidades sin fin en Probabilidades contadas.  Pero para esto se apoya en eso, en la Ley de la Esperiencia: las cosas han sido así una tras otra, y eso da un pie para predecir que va a seguir pasando lo mismo, y que no va a pasar de veras nada imprevisto, que no va a pasar más que lo que ya ha pasado.  Porque ése es el cambiazo que os dan todos los días en vuestras vidas, en vuestros oficios, en vuestros matrimonios o donde sea: la tranquilidad de que cada día no va a pasar más que lo que ya había pasado el día antes, que por tanto se os tiene que hacer hacer nada imprevisto, nada nuevo, sino hacer lo que ya está hecho.  Una y otra vez, pero con esa seguridad, esa tranquilidad que da justamente el saberse que ya está ahí, que ya está hecho.  Para lo que nos queda de vivo, de pueblo, evidentemente esa condena a hacer lo que ya está hecho, y a que la vida consista por tanto en un porvenir prefijado, es justamente el impulso de repugnancia primario, lo que puede lanzarnos en lo que nos queda de vivo a la lucha.  En cambio para las Personas, la Mayoría, como para el Poder mismo, esa tranquilidad de que se va a saber lo que va a pasar mañana (porque va a saberse que no va a pasar más que lo que ya ha pasado), pues les da eso, el sustituto: un contentamiento, una conformidad, que es lo que el Poder quiere y lo que cultiva para la formación de sus Mayorías de conformes.  Hasta tal punto la lucha nos divide a cada uno en dos necesariamente; nos divide en dos: uno que es el que sabe lo que ha pasado, cuando ha nacido, que va a morir, que tiene que hacer esto.......Y otro que no lo sabe; que no lo sabe, que se deja asaltar una y otra vez por esa especie de insinuaciones de memoria no sabida, no fijada, de la que os estaba hablando.  

Fijaos en la pretensión que en todo esto domina por una recordación sencilla.  Por ejemplo: “mañana te devuelvo el libro a las cinco”.  Esto es una de las maneras en que usamos del Mañana, usamos del Futuro costantemente: “mañana a las cinco te devuelvo el libro”.   Y esto es una cosa que pretende ser verdad, este absurdo: algo que no lo hay pretende que sea esto o lo otro, porque espera una prueba: la prueba o comprobación que antes os decía.  Mañana se comprueba; se comprueba si era verdad que ibas mañana a devolverme el libro.  Este absurdo cotidiano es con el que jugamos.  Evidentemente, la pretensión queda desmontada sólo con volverse un momento atrás, porque mañana era esto: “¿me has devuelto el libro? “Hombre yo creía que sí”.  “Pues sabes que lo que me has devuelto es una guía telefónica”.  O: “no tenías que devolverme nada, porque ni yo te lo había prestado”.  O cualquier otra cosa que desmonta las pretensiones del Pasado sobre el que el Futuro se fundaba.  No puedo deciros de una manera más inmediata qué es esto de lo que estoy hablando.

“Mañana a las ocho se celebrará el partido entre el Arenal y el Ferrovía”.   Cosa que tiene una verdad que se comprueba porque mañana a las ocho se ha celebrado un partido.   ¿Pero cual es esa verdad de que ayer se ha celebrado un partido a las ocho entre el Arenal y el Ferrovía?  ¿Es que eso puede ser de alguna manera cierto, puede ser una verdad?  Bueno, ya sabéis que en general desde luego nada que se refiera a cosas, nada que se refiera a hechos, puede ser verdad, que la verdad en la Realidad no cabe.  Pero aún tomando como verdad eso que suele venderse como verdad, es decir, una cierta coincidencia entre las predicaciones de los hechos y los hechos mismos.........Una pretensión loca, pero que es una locura que costituye la normalidad; una pretensión loca, porque ¿cómo pueden coincidir unas formulaciones verbales, unas predicaciones, con hechos de los que esas predicaciones hablan?  Es algo que no tiene sentido, pero sin embargo eso es lo que se vende como verdad, y lo que se funda en la esperiencia, y lo que se comprueba como éxito de la predicción.  Pues no: basta con un poco de análisis para ver que ni aún en ese sentido nunca puede ser verdad que ayer a las ocho se celebró un partido entre el Arenal y el Ferrovía.  Porque primero no se puede asegurar que fuera a las ocho, porque la esactitud de una hora del Pasado cuando se la mira bien se vuelve tan incierta como la de una hora fantasmagórica del Futuro.  Segundo, lo que sean esos equipos llamados Arenal y Ferrovía es algo sumamente incierto, dado que los equipos están costantemente cambiando de jugadores, y mantienen un nombre, pero que un aficionado dice: “¡Coño, eso no es el Arenal, el que yo conozco, ése que estuvo jugando ahí; era otra cosa!”.  Y bueno, así con todo el resto de los términos que figuran en la afirmación del “se ha celebrado”.  

Es así como nos es yo creo asequible en esta lucha partir de la evidente fantasmagoría de lo futuro en la que se nos hace vivir para descubrir también lo fantasmagórico de lo pasado; lo fantasmagórico de lo pasado, que tiene que ver con eso que antes os sacaba de la otra memoria.  Es una verdadera lucha, es una guerra contra el Poder y contra uno mismo, porque estamos harto acostumbrados a no tomar como fantasmagorías nada de eso: lo tomamos como la Realidad misma, y eso tiene un prestigio que parece que nos impide el intento de decirle ‘no’.  Por eso es una guerra, por eso estamos aquí, en esta guerra: porque conviene resucitar eso que está muerto debajo de las predicciones y debajo de las predicaciones de Pasado.

Volviendo al caso de ese tipo de cosa que es uno, es evidentemente la necesidad que tiene el Poder, y que tiene uno, de fijar su muerte como segura, porque sólo a partir de ahí, sólo a partir del fin establecido, cabe que se pueda establecer una persona determinada, bien costituída, con su Nombre Propio, con su propio calendario........Es decir, lo que se nos vende como “una vida”.  Sólo a partir de ese fin se puede establecer, y eso lo necesita el Poder: necesita que sus súbditos lo crean firmemente, y lo necesita uno, lo necesita cada uno de los súbditos, porque evidentemente si perdiera su muerte, si perdiera la Fe en la muerte, que es lo que aquí estamos tratando de perder........Porque la lucha política consiste en eso: si perdiera la Fe en la muerte, siente que su vida entera, la que le queda hasta el fin, pero también toda la pasada, se le volvería tambaleante, indecisa, carente de toda seguridad.  Sólo la muerte segura, que está prometida, es el puntal sobre el cual se puede costruír una vida, una persona.  Entonces, es eso lo que hace que el nacimiento de uno, que mi nacimiento, se establezca de una manera fija.  Porque es complicado: la muerte futura tiene el inconveniente de que no se puede predecir más que con una muy relativa esactitud,  y el Poder no se encuentra satisfecho de eso.  Pero si a pesar de esa movilidad del puntal fundamental, el principio, mi nacimiento, queda bien establecido en el Tiempo real, entonces naturalmente lo de la costitución de una vida (o sea, una vida que es muerte, como la que se nos vende), ya queda asegurada, sobre eso ya se puede partir.  Esa necesidad hace que se fije la fecha de mi nacimiento en el Registro, en la Memoria superficial de los Padres y del resto de la Sociedad: un punto, y resulta que uno tiene que haber nacido en ese punto.  Incluso se le llama con su Nombre Propio: el que nació era ya Olegario López; era Olegario López, no era otro.  Y así funciona.

Bueno, pues aquí del revés: el descubrir la fantasmagoría de la muerte, el perder la Fe en la muerte como algo fijado, el dejar de creer como está mandado, se vuelve hacia atrás y descubre esta perogrullada de que yo no sé cuando he nacido; no se sabe cuando uno ha nacido, ni se puede saber ni tiene sentido.  Y ese descubrimiento es de alguna manera liberador.  No sé si me acompañáis en el sentimiento de liberación, pero tal vez debíais: la lucha es contra la Fe en la Muerte, la lucha es contra la muerte futura, la lucha es contra el Futuro, pero ella ha establecido la fijación y registro de mi nacimiento en el tiempo.  Entonces, el descubrir lo vano, lo sin sentido que tiene eso de que yo sepa cuando he nacido, de que se fije en el Tiempo real mi nacimiento, el descubrimiento que es fácil de esa incertidumbre, evidentemente es algo que no puede menos de dar un aliento, una alegría para la lucha que nos traemos.  Es simplemente mentira: que uno haya nacido en un punto determinado de ese Tiempo es mentira, como el resto de las verdades que se cuentan acerca de la Realidad, pero ésta presente de una manera muy íntima y muy evidente.  No cabe, no tiene sentido: uno no ha nacido en ningún sitio: uno se ha costituído, se ha ido costituyendo, con la admisión de la mentira, con la admisión de la Fe.  Pero eso es uno, un ente real, una persona, y los entes reales, las personas, se costruyen, no nacen; se costruyen precisamente a fuerza de mentira, a fuerza de la asimilación de creencias en la mentira.  Ése no nace; y el que nace, el que nació, el que nacía, el que hubiera nacido, el que nacería, ése desde luego no es ése; no es ése que se sabe, no es ese individuo bien costituído.  Será quien sea, pero desde luego ése que se sabe, ése que figura en el Registro y con el Nombre Propio, ése no es.  Es  el descubrimiento que alguna vez os he recordado en el verso de Don Antonio Machado: “hoy pienso que este que soy será quien sea.  No es ya mi grave enigma ese semblante que en el íntimo espejo se recrea”.  Ése es el descubrimiento sencillo, íntimo, que os digo que es lo único que puede animar para esta guerra contra la muerte.  En nada real podemos apoyarnos, en nada futuro en primer lugar; simplemente en la pervivencia de esta memoria indómita, no registrada, y en el descubrimiento de la incertidumbre; de la incertidumbre de mi nacimiento.   

Cuando uno empieza así a desmentir lo pasado.........Lo futuro que nos venden todos los días está de por sí desmentido, porque es tan absolutamente imbécil, sin sentido, pretender que se pueden decir cosas de lo que no hay, que..........Pero hoy os estoy invitando a desmentir también lo pasado.  Vamos desmintiendo lo pasado, y una vez que yo me he desengañado de la fecha de mi nacimiento, por supuesto que el desengaño se prolonga a los Padres que me engendraron, a los Antecesores en general, al tipo de Sociedad o Patria que me dio el Ser, que me recibió en su seno al nacer y me convirtió en una persona a su servicio, y me desengaño incluso de la composición química de los tejidos, la composición síquica de los tejidos, de esas cosas que se llaman mi alma y mi cuerpo, da lo mismo lo uno que lo otro, me desengaño también de que eso haya sido un antecesor mío, que allí en ese germen me estaba yo fabricando.  Cómo no, desde el momento en que ya he perdido pie en la fecha del nacimiento, todo hacia atrás se me tiene que seguir hundiendo.

Como veis, os estoy hablando del descubrimiento de la falsedad de la causa: sólo en la Memoria registrada, que se ha hecho para asegurar el Futuro de la muerte, sólo ahí las cosas van en hilo, los hechos van en hilo el uno tras el otro, y al ir el uno tras el otro el anterior tiene que hacerse pasar como causa del siguiente.  Sólo ahí.    Pero ésa no era la memoria viva desmandada: es la Memoria ya ordenada desde el Futuro.  Las causas no están costruídas más que partiendo de esta simplificación del hilo, de la línea, en que los hechos se escriben ya.  Se puede decir ‘escriben’: en el momento en que se hacen se escriben ya uno tras el otro, y el uno va dando lugar a otro, y el uno es el padre de su hijo, para que el hijo sea a su vez el padre del nieto, y toda la demás sucesión causal, toda la demás sucesión de causas.  Es tan fundamental para el Poder este establecimiento de la noción de causa, que no podemos consentir por un momento seguir aquí en la guerra......Luego cada uno en su casa hará lo que le manden, pero no podemos seguir aquí en la guerra creyendo en semejante cosa.  Notad que hasta en la investigación física el descubrimiento de la incertidumbre de la predicción con los problemas que el otro día os traía, no ha conseguido matar la causalidad, la noción de causa, porque eso era demasiado fundamental para el mantenimiento de una Ciencia al servicio del Poder, de manera que se sigue tratando de hacer incompatible (sic) la evidente incertidumbre con la creencia en la relación causal, en que uno vaya tras lo otro.

¡Pues no! Pues no, y con este ‘no’ voy a cortarme para dejar ya sueltas las voces.  Pues no: lo que importa aquí, aunque otro día volvamos sobre ello más de largo, es que no se crea que al negar la causa se está de alguna manera afirmando el azar, la casualidad.  Porque esta tontería os la hacen creer todos los días, de manera que es importante ir contra esta especie de argumento, que os lo vais a encontrar: negar la causa como costitutiva de la Realidad no implica, no obliga para nada, a creer en la casualidad, en el azar.  Conviene que veáis con bastante claridad que esta noción de azar o casualidad es simplemente correlativa de la de causa, lo mismo que el otro día os recordaba o recordábamos que la noción de Caos no es más que un invento correlativo de la noción de Orden a que el Poder quiere someternos: no hay otro Caos en ninguna otra parte más que como la otra cara, la supuesta otra cara del Orden social, o del Orden causal establecido.  De la misma manera con la casualidad o el azar: la negación de causa no implica la creencia en que las cosas se producen por azar, por casualidad.  Es una tontería.

Ya algunos de los defensores de Dios de otros tiempos, tal vez lo recordéis conmigo, alguno de los curas, habían descubierto eso y decían: “la casualidad es el Dios de los tontos”.  Para los ateos, para los que iban contra Dios, que se apoyaban en la negación de causa y el () de la casualidad.  Pues sí, es verdad: es otro Dios, como la causa, porque no es más que la otra cara de la causa.  Cuando aquí hemos descubierto, nos hemos dejado descubrir, que la Realidad no es todo lo que hay, que las cosas están costantemente haciéndose y deshaciéndose, que por tanto las relaciones entre las cosas cualesquiera de cuantas se están haciendo y deshaciendo establecen una red que no puede ni agotarse ni determinarse nunca, y que cualesquiera cosas que a uno de nosotros, que a cada cosa le sucede es algo que está imbricado y influido por cualesquiera otras cosas que les pasan a los demás, esto evidentemente (es algo) que no podemos nunca llamar causa, porque las causas no pueden ser tan innumerable cantidad de causas entre una innumerable cantidad de cosas, porque eso no es cosa que valga: para que haya causas tienen que estar simples, agregadas en línea.......Pues eso que no podemos llamar causa, tampoco podemos desde luego llamarlo azar ni casualidad. Supongo que por lo menos esta doble negación os queda clara: no es ni causa ni casualidad: es simplemente lo que se nos descubre en cuanto dejamos de creer en que las cosas sean todas las que son, o que cada cosa, cada uno de nosotros, sea del todo el que es, la que es.   Con eso basta; con eso basta, y quedan desmontadas cualesquiera creencias en causas y en casualidades.

Bueno, pues sí, me paro y ya os dejo que respecto a cualquier cosa vengan las voces que sean.  Si puede ser, honradamente, voces honradas.  ‘Honradas’ quiere decir ‘sin interés’; sin interés ni en la Banca, ni en la Economía de uno mismo, ni en el sostén de su vida.  Si pudiera ser, pero yo mismo tampoco sé hasta qué punto las que saltan por mi voz son honradas; no lo sé, no podemos saberlo, de manera que os pido si es posible así una voz honrada, y si no, lo que salga.   Adelante.  

-Respecto a esto de la pérdida de la Fe en la Muerte, y al mismo tiempo la sospecha de lo que nace, o del nacido, es que me suena mucho a una fantasmagoría que yo tenía de pequeña en La Serena cuando era muy chica en Estremadura, ¿no?  Que como era una época en que se moría mucha gente, era la posguerra y morían muchos niños, del garrotillo o de lo que fuera, y al mismo tiempo morían muchos mayores también, pues yo, no sé, se me daba una visión cada vez que me topaba con lo de la muerte de un mayor o de un niño o me hablaban de ello, que es que inmediatamente si era un viejo lo que veía era una especie de hilito que salía del viejo como un niño, un recién nacido siempre, y venía como una tijera, y la muerte lo que se llevaba era al niño siempre en el caso de los viejos.  Y resulta que en el caso de los niños, casi los naciditos estos que acababan de nacer y ya tenían garrotillo, se llevaban un viejo,  un viejo arrugao, era un viejo viejo viejo.  Ese niño no tenía niño recién nacido, era como el viejo lo que se llevaba la muerte.

A-¡Ya!

-Es que es tremendo, porque me ha llevado muchos años esta historia, y como has contao algo de eso de lo de la cuestión entre la muerte y el nacido, me parece que algo de esto tenía que ver.  Es una voz honrada, ¿eh?

A-¡Cómo te diviertes fabricandole fantasmagorías a tu niña! ¡Es que las tenemos casi todos los días!  Te la acabas de fabricar, es una fantasmagoría bastante graciosa, incluso pictórica o cinamatográfica.  Ahí  lo veis.......

-No es cinematográfica, es absolutamente verdadera: cuando moría un viejo, era un niño el hilo....

A-Valga como fantasía, y no insistamos en la verdad del Pasado, porque eso revelaría que no te has enterado de nada de lo que he dicho.  Si crees que tú sabes lo que tu niña pensaba cuando veía la muerte, es que no te has enterao.

-Yo te hablo de que a un niño de esas edades, cuando se le presenta por primera vez el tema de la muerte, resulta que cuando ve que un viejo se le muere, lo que se muere al mismo tiempo del viejo es la sospecha de que el nacido es el que se muere.

A-Déjalo, Isabel, no insistas.  Dejemos que los niños y tu niña sientan lo de la aparición de la muerte como lo sientan, que será de muchas maneras, y ahora vamos a ver qué sentimos nosotros, ¿eh?   Ahora vamos a ver qué sentimos nosotros, dejemos ya las imaginaciones de niños y de niñas.  ¡A ver qué coños sentimos nosotros!  Venga.

-Una vez hemos dejao establecido que el Futuro es un fantasma y el Pasado es un fantasma, eso significaría que lo que se considera que es el límite entre el Pasado y el Futuro, que es el Presente, sería también un fantasma.

A-¡Hombre, no!  Porque comprendes que si se ha anulado el Futuro, y en virtud de eso el Pasado, no hay límite que valga.  ¿Qué coños de límite hay?: no hay nada de eso.  Lo que hay es una negación del Tiempo real costituído de esa manera, pero eso no es ningún límite, porque si lo pones como límite lo estás metiendo dentro.  ¡Bueno, venga, más, por favor!

-Cuando yo he oído decir, a lo mejor hasta lo he dicho, y no tampoco necesariamente con ocasión de un accidente o de un peligro, que se dice “y volví a nacer”, como cuando algo bueno que te ha ocurrido, yo no sé si como haciendo burla de esa otra fecha precisa del nacimiento, y volver a nacer a algo bueno que te haya pasado, o que de algo te hayas dao cuenta.......

A-Yo no sé muy bien cual es el sentimiento que mueve eso.  Hombre, desde luego, sí, se supone que puesto que el accidente no ha acabao con uno, eso le da como una especie de derecho a volver a empezar.  Es desde luego también un poco así fantástico, pero se entiende.

-Pero como un desengaño también.  A consecuencia de un desengaño no sé si cabe decirlo: “pues ese día volví a nacer”.

A-Lo más corriente es a consecuencia de un accidente mortal, con peligro de muerte.  ¿Qué más?  Bueno, venga, nos oímos de todas maneras a pesar del barullo de la Cultura, que es algo tremendo.

-Te he oído decir muchas veces que en parte de nosotros queda algo de pueblo, muy escondido y muy así.   ()

A-Sí, una pregunta que salga de eso, de lo que no es uno personalmente, de lo que nos queda debajo.  Como estamos contra el Individuo, contra la Democracia y la Mayoría, lo que nos queda es justamente eso de pueblo-que-no-existe, lo común; lo común, que de vez en cuando surge, aplastao como está, disimulao bajo una cháchara que generalmente no es más que decir las idioteces que está mandado que se digan, pero de vez en cuando aflora, y justamente de eso es de lo que aquí se vive.

-Volviendo al () de la muerte, es imposible sacarnos esa sensación que nos han metido dentro.  ¿Hay alguna forma de sacarlo?

A-Esto: empezamos por volvernos hoy descubriendo que no has nacido nunca, en ningún sitio.  Eso es una manera.  Ya recordáis, a propósito de muerte, que hay que distinguir: cuando yo hablo de la Fe en la Muerte que rige todo (el Régimen, a nosotros y demás), estoy dejando de lado que de por sí la muerte, si se refiere a uno, al Nombre Propio de uno, es inconcebible.  De manera que para que resulte lo bastante concebible para que se pueda creer en ella hace falta desde luego bastante falsificación, hace falta olvidarse de esos relámpagos de evidencia que a cualquiera se le dan de que tomada de verdad, referida a mí, es inconcebible, es imposible, y cambiarla, pues por una muerte de mi persona, de mi figura, de mi cuerpo o alma......Mi Futuro, en el cual evidentemente se puede creer y está mandado que se crea.  ¿Qué más?

-Cuando hemos dicho antes que en nosotros había dos, o había uno, y había uno que sabía y luego había otro, ¿en qué medida ése otro es otro parecido a uno?   Porque hay veces que parece que nos habla con nuestro lenguaje, y otras veces parece que no, no sé.

A-Sí, es un problema.   Es un problema de análisis: nosotros descubrimos que no es ése, que algo queda que no es ése.  No sabemos qué es, ni quién es, por supuesto, pero sabemos que no es la Persona real.  Y luego efectivamente dices sin embargo que está de alguna manera comunicando con la Persona real, porque puede influir en ella incluso para desarticular su pretensión, para estropearle la Fe.  Bueno, pues eso hay que reducirlo a lo último que decía cuando descubriendo la falsedad de la causa y de la casualidad volvíamos a recordar cómo las cosas no son todas, están haciéndose y deshaciéndose y están interinfluyendo la una con la otra costantemente: también ése no es una persona, no soy yo, pero cosa desde luego sigue siendo, cosa entre las cosas, y en ese sentido pues tiene posibilidades de contacto y de comunicación igual que se dan entre cualesquiera cosas.  ¿Qué más?  Por cierto que ni siquiera sé qué coños es esto.

-Una obra de teatro que han ().  Y después del teatro dan un vino español.

A-¡Ah!  ¿Una obra de teatro?  ¿Qué obra de teatro?

-No sé que obra de teatro.  En el Salón de Actos.  Miré un poquito antes yo.

A-¿Pero del Ateneo?  Bueno, lo que sea: la Cultura da mucho, da mucho, sí, ¡qué se le va a hacer!

-¿Pero qué pasa, que la Casa entera es nuestra, o qué?

A-No, este cachito de pasillo una vez a la semana.   ¿Qué más por ahí?

-Hombre, podían haberlo puesto a otra hora, sabiendo que estamos nosotros aquí.  ¡Es que joder, siempre nos ponen de Tercera a nosotros!.  No oímos nada.

A-Bueno, vamos a tener que dejarlo un poco antes de lo.....Bueno, así que si el Señor nos deja, dentro de siete días seguiremos dándole.