27.08.2014

Tertulia Política número 251 (13 de Octubre de 2010)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid

 

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  • El camino de ida y vuelta en el descubrimiento de las mentiras en que la Realidad está fundada
  • El fenómeno de la superpoblación
  • El Capital se mantiene y desarrolla gracias a la superpoblación
  • Guerra contra la Fe en el Hombre (que padecemos y a la que estamos condenados)

 

TRANSCRIPCIÓN:

 

Ya sabéis cómo es esta táctica de ida y vuelta que nos traemos en el intento de descubrimiento de las mentiras en que la Realidad está fundada, costituida: por un lado, incluimos incluso a cualesquiera investigaciones acerca de las cosas, incluso de las subcosas esplicadoras de las cosas (átomos, electrones o lo que sea) para que este descubrimiento de las mentiras, dudas, equivocaciones, en el plano de lo físico, por llamarlo así, pueda guiarnos en esta tertulia política que consiste en la guerra contra el Poder, contra la Muerte, contra el Futuro, como sabéis bien los que me veníais acompañando, y luego, en el otro sentido, en el sentido contrario, pensamos que tal vez para entender mejor las cosas que pasan con los átomos y por debajo de los átomos, pues conviene bien tomarnos a nosotros mismos como caso de cosas (como un caso de cosas, especial, como cada clase de cosas lo es), especial a nuestra manera, para que, a partir de los sufrimientos inmediatos que padecemos, de las desgracias inmediatas, eso nos pueda también guiar para descubrir lo que pasa con el mundo (con el mundo, es decir con las cosas organizadas, es decir con la Realidad en el sentido preciso que aquí entendemos el término).

Ése es el viaje de ida y vuelta que nos traemos, si es que me acompañáis en ello algunos de vosotros, muchos de vosotros. De manera que ahora vamos a seguir partiendo de nosotros de alguna manera, de nuestro caso de cosas que somos y que evidentemente tenemos algo de peculiar, como clase tenemos cierto interés, somos unos bichos relativamente curiosos, y es así como os invito a considerarnos, rompiendo con todo el peso del humanismo que nos traemos, que le coloca al hombre, a nosotros, a uno, como observador enfrente de las cosas. Aquí pensamos que somos un tipo de cosas que puede ser curioso como tantos otros tipos de cosas.

Me recuerda esto la fábula que puede que alguno de vosotros recordéis, de Don Tomás de Iriarte, que siento no saberme de memoria, es aquélla en que, en el huerto, coge dos lagartijas un afamado naturalista, se las lleva para dentro y coge a una de ellas mientras a la otra la deja encerrada en el bocal, y empieza pues a diseccionarla, a examinarla escrupulosamente con una potente lupa, [darle] como entonces se le alcanzara, a tomar notas, a ir separando cada uno de los miembros, cada uno de los nervios del animalillo, hasta que se cansa por el día y deja suelta a la otra lagartija, y la otra lagartija se vuelve al huerto y se encuentra con las otras lagartijas y les dice “¡No sabéis, amigas, qué es lo que tenemos dentro!, ¡cuántas cosas tenemos interesantes que pueden ocupar a la Ciencia de tal manera! ¡No os hacéis idea de cuánto interés tenemos dentro de nosotras!”. Y les esplica todas las disecciones y todo, con ese contentamiento. Ya podéis tomaros la fábula como queráis, pero va en el sentido que antes decía también de intentar, cuando se trata de nosotros, de tomarnos simplemente como un caso curioso de cosas que somos.

Me apetecía ahora tomarnos a nosotros por uno de los múltiples fenómenos que nos aplastan y nos aturden, que es el de la superpoblación, dicho en lenguaje corriente: que somos más y cada vez más, somos muchos y cada vez más, y además cada vez tenemos que seguir siendo más más deprisa.

Ésta es una de las características que podría darse como humana en algún sentido; ¿qué diablos nos pasa que tenemos que venir a ser tantos y tantos y tantos y además cada vez más tantos, y además cada vez más deprisa, cada vez más tantos. Ésta es una de las plagas que estáis seguramente acostumbrados como si fuera algo natural, algo que pasa, pero que evidentemente no lo es.

Podríamos intentar tomarnos esta plaga de la superpoblación, pues, sí, como algo natural, como las entrañas de las lagartijas. Recuerdo que cuando yo era muchacho leía del ilustre biólogo Thomas Huxley, leía algo referente a lo que entonces ya él había reconocido como un fenómeno de superpoblación, de exceso de población y que quería compararlo, si me acuerdo bien, con lo que a otras especies les sucede, por ejemplo a alguna especie de conejos, que en un momento dado empiezan a reproducirse de una manera cada vez más rápida, cada vez más multitudinaria; y esto -decía él- se le producía a estas especies en el momento en que iban a sufrir una catástrofe y estinguirse. Veía él por tanto de esa manera, a la manera de un naturalista como el de las lagartijas, veía también este asunto de la superpoblación humana como un anuncio de estinción, porque es bastante lógico pensar que a fuerza de ser tantos y tantos esto tiene que acabar mal de alguna manera, que de ninguna manera se puede esperar otra cosa. Pero claro está que aquí no se trata de saber qué es lo que esto a uno lo que esto anuncia, lo que esto espera.

El hecho de la superpoblación humana no puede separarse como fenómeno de lo que más nos distingue de las otras especies, de lo que en principio nos distingue, que es, como todos recordáis, la Muerte, el Futuro. Esto parece una propiedad humana, no tenemos más remedio que reconocerlo así porque, si echamos la vista alrededor, honradamente no encontramos que semejante cosa como tener un Futuro, es decir tener una muerte futura, les suceda ni a las peñas ni a los árboles ni a los bichos de ninguna especie: no dan por lo menos ningún testimonio de que les suceda tal cosa.

Esto es lo específicamente humano, como ya hemos venido descubriendo más de una vez, y desde luego cualquier fenómeno desastroso, como el de la superpoblacion, no puede menos de estar ligado de alguna manera con esta característica esencial, con la dotación de futuro, la dotación de muerte, que nos ha tocado como especie.

De manera que conviene examinarlo con un poco de cuidado. Desde luego las estadísticas mismas que os pueden aparecer en los libros, en las informaciones, os enseñan que las curvas de ascenso en el fenómeno de la superpoblación acompañan a lo que llamamos Progreso, es decir, que cualquiera de estas estadísticas, aunque son de una manera tonta y elemental, nos muestran que efectivamente en la medida que esta especie de la Humanidad ha venido sufriendo esto que se llama Progreso, en la misma medida la población humana del Globo ha ido creciendo irremisiblemente, y que cuanto más el Progreso va deprisa, más deprisa se produce el ascenso de la población (esto no se puede negar), y que esta condición del Progreso que padecemos tenga que ver con la dotación de muerte futura es algo tan evidente que casi no hace falta razonarlo pero conviene ver cómo son los eslabones en esta concatenación que nos está llevando a esta forma de desastre de la superpoblación. “¿Por qué?” -pregunta el niño-, “¿Por qué tenemos que ser tantos?”, “¿Por qué tenemos que ser cada vez más?”, ¿Quién lo manda?”, “¿Quién lo hace?”, “¿De dónde viene esto?”.

Bueno, se podrían enumerar factores (aquí no creemos en causas), pero se podrían enumerar factores acompañantes, muchos. Cuando todavía el Progreso no había avanzado tanto, digamos hace siglo y medio o cosa así por el estilo, cuando estábamos todavía lejos de entrar en el Estado del Bienestar (el Régimen que hoy padecemos, el Régimen de la Democracia perfecta que está ligada con esto del número de las poblaciones de una manera muy estricta), cuando todavía no se había llegado a esto, pues ¿qué decían?: las clases bajas, los proletarios, como no tenían diversiones a qué dedicarse para llenar el tiempo vacío que el Régimen del Trabajo les proporcionaba, pues no se dedicaban más que a la jodienda en matrimonio o de cualquier otra manera, es decir, a producir prole. Y ésta era una de las cosas evidentes que decían, “producir proles por todas partes”. Y alguien podría pensar que ese vacío que las clases altas podían llenar con viajes, con ópera, con otras formas de diversión, ellos tenían que llenarlo con la jodienda, pues que es un poco el culpable de que por lo menos en estas clases desfavorecidas se produjeran aumentos desmesurados de población. 

Pero yo creo que a ninguno de vosotros os convence esto mucho como un factor determinante, ¿no? Y lo cierto es que hemos progresado, y hoy día las clases bajas igual que las altas están condenadas a todo tipo de diversiones y desde luego a duras penas si tienen un rato para joder con la mujer o con quien sea, ¿no?, porque antes están todas las otras cosas, como las diversiones, de manera que ya si en algún tiempo pudo valer este rasgo referente a los proletarios, ahora desde luego no vale mucho. No vale mucho, el Progreso ha traído consigo eso, ha traído un mejor tratamiento del aburrimiento, que es una condición necesaria del Poder, es decir: el tiempo vacío, la condena al Futuro, es justamente el motivo de esta condena al Futuro, y como en el Futuro no pasa nada, la condena por tanto al vacío, al tiempo contado y vacío que hay que llenar de alguna manera, no para que de verdad se llene, sino para que la gente pueda aburrirse sin darse cuenta; “aburrirse sin darse cuenta”, por tomar la locución de Brassens, que es de lo que se trata.

Así que, bueno, hoy no podemos echar mucho la culpa a lo prolíficos que somos en especial, no podemos. Lo más venenoso es que un factor que sí influye mucho más en esto es lo benefactor para la raza humana que ha venido a ser el Progreso en la Medicina y en todo tipo de cuidados de la vida. Esto va acompañado al Progreso, esto del Bienestar es un sitio donde tenemos una Seguridad Social y una serie de aparatos cuidadores de nuestra salud que es verdaderamente impresionante, y efectivamente la gente se muere menos, os lo cuentan también en las estadísticas… (¿Cómo se dice eso de…?: la esperanza de vida), la esperanza de vida cada vez es más larga, las Sociedades del Bienestar se llenan de viejos por todas partes porque no han perdido un poco la costumbre de morirse a las edades que eran tradicionales para cumplir con este trámite de morirse, y por tanto pues hay cada vez más, y esto desde luego contribuye de una manera muy eficaz a la superpoblación.

Pensad lo que queráis de esto y de otros factores que se os ocurran, ahora me lo diréis qué más se os ha ocurrido a vosotros pensando en esta catástrofe, pero desde luego, como veis, todo viene a centrarse en el Dinero, en el Capital, que es el Poder mismo en el tipo de Sociedad que vivimos, y que desde luego en cuanto echéis unas pocas cuentas, aunque sea por los dedos, os daréis cuenta de que no podría el Dinero (el Capital) mantenerse y desarrollarse (como necesita) de una manera debida si no fuera gracias a la superpoblación.

Esto es una cosa evidente, que se las arregle el Capital como quiera, lo cierto es que necesita urgentemente y a cada paso que cada vez haya más compradores, y que lo necesita con cada vez más urgencia a medida que justamente la trama económica se complica. De manera que, tiréis por donde tiréis, desde luego no puede uno evitar el reconocimiento de esta necesidad del Dinero, la necesidad de tener cada vez más compradores no sólo para sostenerse sino para progresar, para aumentar, porque si no, un Banco, una Empresa, si no aumenta se hunde. Y eso solamente se consigue pudiendo disponer cada vez de más número de súbditos, de más número de clientes de cualesquiera de las ventas de nulidades que el Régimen nos proporciona: cada vez más clientes de todo lo que le quieran vender a cualquiera que sea, cada vez más clientes previamente convencidos a través de los Medios del Poder de que necesitan aquello que el Capital les ofrece, que estaban de mucho tiempo atrás deseando aquella tontería que en la televisión le anuncian y que por lo tanto tienen que comprarlo. Tiene que haber cada vez más de estos, si no, ¿cómo imagináis que se iban a sostener ni la Banca ni la Empresa ni ninguna forma del Capital? Es una necesidad imperiosa.

Ahora, antes de daros paso para que digáis lo que por vuestra parte se os ocurre, lo voy a tomar más un poco más en general.

Esto es desde luego una invasión (esto que os estoy recordando de la superpoblación), esto es una invasión. Ellos mismos lo reconocen de vez en cuando, cuando hablan, como les gusta tanto, del Planeta, el Globo, les gusta mucho, parece que hay una tendencia ideal justamente a ocupar el Planeta entero, el Globo entero, con nosotros (¡muerte a las cosas!, ésas ya las fabricamos nosotros también como sustitutos, ¡muerte a lo que quede de cosas llamadas naturales!, nosotros somos quienes para hacer las cosas que tengamos que hacer, las cosas artificiales que se emplean en lugar de las otras) hasta ocupar el Planeta entero, llenar la Tierra, literalmente llenarla. Esto evidentemente acá por abajo, el sentido común, el pueblo, sospechamos que nunca puede llegar a conseguirse, pero da lo mismo, porque ya sabéis que con los ideales lo que importa es que estén ahí como ideales; que estén ahí como ideales y que por tanto rijan todas las transacciones, las discusiones y todo lo demás. Hay un ideal que consiste en eso: en que el Mundo sea el Hombre.

Esto es una frase un poco exagerada, pero cuando yo era todavía bastante joven se me ocurría, podéis verlo en una serie de profecías que saqué más tarde en el Canciones y soliloquios y que no os voy a repetir aquí, donde aparecía efectivamente el Mundo tomando figura de Hombre, convirtiéndose en el Hombre, y andaba por los Espacios siendo así efectivamente el Mundo pero el Mundo-Hombre, humano. Éste es el ideal que os recuerdo no con exageración, porque nunca se puede exagerar lo bastante en contra de los ideales que se nos imponen, os lo recuerdo de una manera descarnada, es así, la misma concepción del Planeta, de la Tierra, como una casa del Hombre, que es ya antigua, viene a dar con todo esto. Bueno, ya sabéis que el Progreso os proporciona incluso junto a la urbe suburbios, os proporciona estaciones espaciales, que todavía querrán seguir sacando alguna de vez en cuando, os proporciona desde el año 69 el Hombre poniendo un pie en la luna, y cosas por el estilo, para que veáis que no sólo es la Tierra, ¿eh?, que podemos dar unos saltitos más y llegar hasta ahí, un poco arriba: nada, nada, para el sentido común: saltitos de pulga que no van a ninguna parte, a la luna o marte ni puñetas ni estaciones espaciales, pero desde luego que sirven para presentarnos una urbe con suburbios, un planeta ampliado al cual todavía quiere llegar naturalmente la espansión y la invasión de Hombres.

Ése es el ideal, y por tanto esto me trae a lo que íbamos, que es a la guerra contra el Hombre que en esta tertulia política se nos presenta como algo de interés inmediato. Estamos en contra de que esté pasando lo que está pasando, es decir, que el Hombre se come a las cosas; el Hombre no sólo está condenado a muerte futura, no sólo está condenado a Futuro y a Dinero sino que traslada a las cosas mismas esta condición de futuras y de mortales y por tanto las convierte en algo muerto; pero cualquier cosa que tiene ya su Futuro es lo mismo que si lo hubiera cumplido: está muerto.

Nosotros aquí, no como hombres sino como lo que nos queda de pueblo, con sentido común, tratamos de descubrir y descubrimos a cada paso evidencia de que a pesar de todo y de todo y de todo sigue habiendo siempre cosas vivas, cosas que no están del todo asimiladas al Orden ni al ideal costitutivo de cuyos horrores os estoy hablando: quedan cosas vivas, cosas que no se sabe lo que son, porque cada una de ellas sigue sin saber lo que es, a diferencia de lo que nos pasa a los hombres, y no sólo sigue habiendo cosas vivas alrededor sino que en cada uno de nosotros, por más que me hayan matado… (porque es por más que me hayan convertido en ser un puro productor y consumidor de naderías, un mero servidor del Régimen, que hayan convertido mi vida en un tiempo contado, y en un tiempo de jornadas laborales, de siglos de la Historia, de minutos de espera, de segundos, etc.), por más que hayan hecho conmigo todo eso, pues todavía sigo respirando, al parecer me queda algo vivo, no han conseguido, ni podían conseguir, que la muerte estuviera ya cumplida, mi muerte, porque entonces ¿para qué serviría?, la orden de la esclavitud es la de la muerte futura. De manera que tienen que contentarse por fuerza con eso, con matarme mañana, y entre tanto también me sigue quedando algo de carnes, de nervios, de huesos, de sentimiento, de deseos, hay incontrolados, incontrolables, a pesar de todo, y me sigo reconociendo en mí, y por tanto algún resto de cosas, algún resto de algo que todavía no se ha convertido en Hombre, en el Hombre que al Capital le gusta, el Hombre al que ama Dios, y que es después de todo el mismo el Hombre que Dios; queda en mí algo que no es eso, que no es esa terrible condena a la realización del Futuro, y por tanto me reconozco en eso que es amigo de las cosas, de las otras cosas; reconozco en mí todavía algo que también trato de reconocer en ellas.

De manera que éste es el sentido (por ir a callarme ya y recordar lo que al principio dije del doble sentido del viaje que nos traemos), es la manera en que podemos utilizar nuestro caso, sus desastres, como éste de la superpoblación, como algo que nos enseñe también respecto a los átomos y a lo que se llama físico, de la misma manera que tratamos de usar las dudas perpetuas de la investigación científica acerca del mundo para desengañarnos un poco más de esta Fe en el Hombre que padecemos y a la que estamos condenados.

Pues me callo con esto, y entonces ya espero cualesquiera voces que surjan por ahí respecto al problema de la superpoblación o cualquier otra cosa que se os aparezca relacionada. Sí

          - Mira: cuando estaba leyendo a Metterling, que decía, que decía...

          AGC - ¿A quién has dicho?

          - Perdón, perdón: Metterling. No sé cómo se pronuncia.

          AGC - A Metterling, el de las abejas.

          - Metterling, decía “las abejas y el termitero no se cuestionan el futuro”.

          AGC - Hombre, nadie, nadie. No, no: eso es una cosa nuestra, sí. Hombre, les pasan cosas desastrosas a las otras cosas, a los animalitos, las abejas…

          - []

          AGC - …las abejas son aterradoras, las hormigas son aterradoras, por eso de vez en cuando hubo una lección, no son como las lagartijas del naturalista Iriarte, son muy aterradoras, han llegao a organizaciones. Comparado con esto nuestro se quedan siempre pocas, inocentes, buenas. Bueno, ¿qué más? Sí.

          - Sobre esta cuestión lo que más me descoloca es esto que es propio, como explicas, del momento que vivimos, desde hace unos siglos. Estaba también en el Génesis, la orden o la bendición o el consejo de Dios de “creced y multiplicaos”, está dicho allí, ahora la cuestión es que ese “creced y multiplicáos” ¿es al hombre en general, a la humanidad…, como lo has explicado, o es a unos y a otros no?, porque en este momento… llevo tiempo pensando que puede que llegue un momento, no dentro de mucho, en que nosotros que nos reconocemos vivos en una determinada posición en la vida y tal, veamos… lleguemos a ver como beneficioso o como deseable el comienzo de una guerra aterradora que mate a unos cuantos cientos de millones. Y nos lo van a vender así y estamos casi a punto de llegar a pensarlo.

          AGC - No tengo por qué estar a punto.

          - La cuestión es ¿es el hombre o hay diferencia entre los unos y los otros?, o sea que…

          AGC - En primer lugar no tenemos por qué estar a punto de nada, porque a ti mismo te ha pasao, tú estás deseando que venga un… cuando te presentan la superpoblación como yo la he presentado, te entra el deseo de que cualquier solución: que venga una guerra y que nos convierta en la décima parte; que nos convierta de repente en la décima parte, ¿no? Esto es un deseo que se comprende muy bien. En cuanto a la orden de Jehová, en el Génesis, él se lo dijo a Adán y Eva, pero cuando les dijo “multiplicáos” se guardó mucho de decirles cuál era el multiplicador que en esa cuenta se quería meter, ¿no?, hasta dónde iba a ser, está callado el multiplicador. ¿Qué más por ahí, por favor?

          - Sí. Yo creo que hablando de ese Estado de Bienestar, ¿no?, bastante o muy definido por el aburrimiento, a mí desde luego me ha llegao a la cabeza el reverso que es el Estado de malestar, ¿no?, digamos, de los países en vías de desarrollo hacia lo nuestro, ¿no?, hacia el Estado del Bienestar, y el hecho, yo creo, que el Sistema capitalista para mantener ese Estado nuestro de Bienestar necesita también de ese Estado de malestar, ¿no?, que se caracteriza igual, yo creo, por un tiempo vacío también con menos elementos, ¿no?, de oferta  y de productos ofertados, ¿no?, y con una devastación de los lugares también, ¿no? A la vez que tiempo devastado yo creo que también hay devastación del espacio y desaparición de las cosas en el espacio, ¿no?

          AGC - Por lo opuesto, sí. Por supuesto, si las tribus y las comunidades del mundo más o menos externo están en vías de desarrollo, entonces ya desde ahora están condenadas a muerte, no hace falta esperar a más, basta con que estén en vías de desarrollo, porque esto forma parte del ideal, y ni que decir tiene que, como has dicho, desde luego el Capital necesita esta situación y necesita que haya cada vez más gente de fuera que venga entrando adentro, que esté ya formando parte en cierto modo, en cierta medida, en cuanto que ve la televisión y sabe las cosas que hay que comprar y todo lo demás. Es una parte del tinglado, sin duda, sí, ese, como has dicho, malestar parcial de alrededor. Hay que decir que también dentro, dentro del mundo. Hombre, desde luego lo bien que vivimos es evidente, pero, vamos, que no nos lo pasamos bien todo el rato ni a cada paso es también evidente, y desde luego también esa condición de un cierto malestar, mal que le pese, el Régimen tiene que seguirla manteniendo dentro también.

          - Hombre, yo voy al geriátrico todas las mañanas a ver a mi madre, tiene 96 años, ha parido 10 hijos, y le están haciendo la vida imposible; y le dan 6 pastillas que los médicos no saben si ¡bah!, pero pastillas carísimas, brother, las pastillas carísimas. La pobrecilla, bueno, está beatificada, pero no te creas que le están haciendo la vida muy guapa, te lo juro por Dios.

          AGC - ¿“No te creas”, qué?

          - Pues, nada, que le venden la pastilla, le quitan la sal…

          AGC - Sí, sí, pero que “no te creas” ¿qué?

          -  Que le están haciendo la vida muy guapa. La tengo como un geranio, tío, la tengo dormida, porque me la han quitado… me la han quitado, ya no te digo más. Vamos, que yo voto eutanasia, tío.

          AGC - Bueno, deja de votar, deja de votar porque entonces estamos perdidos, basta con que nos hayas traído la compañía de tu madre como una rosa, pero no votes.

          - Retiro lo dicho. Retiro lo dicho.

          AGC - No, no, no votes nada. ¿Qué más por ahí? Sí

          - Yo me he perdido la primera parte, pero respecto a la comparación entre superpoblación y átomos o algo así, parece que la superpoblación va unida también a una concentración de la población en determinados puntos y a la despoblación de otras zonas, que no sé si se podría comparar con el núcleo atómico: el vacío enorme y luego las capas de electrones por ahí fuera.

          AGC - Sería muy atrevido, es una condición demasiao específica de este tipo de cosas que somos, desde luego sucede así, sucede que aparte de la necesidad fundamental de que seamos más y cada vez más, aparte de eso están esas condiciones, como la que has rememorado que el Capital necesita por motivos de producción y de trasporte, como la concentración en áreas, la desertización de los campos o poco menos que eso y todo. Bueno, son cosas muy específicas de nuestro caso.

          - Agustín. Yo pienso en la superpoblación, que depende de los Estados si les interesa que la demografía sea diferente, porque China, con Mao Tse Tung, tuvo muchos años que recortaba la natalidad y ahora todos los chinos que están por aquí tienen 3 ó 4 hijos, o sea, que esto se ve que está también muy manipulao por los Estados.

          AGC - Sí, sí, Mao Tse Tung estaba un poco atrasao, estaba un poco… no en los tiempos de Marx pero, en fin, hubo más, estos han aprendido mucho más, saben que pueden seguir siendo más y más cada vez y que de momento no pasa nada y que van a seguir vendiendo y comprando más y que van a estar cada vez más [], tremendo.

          - Agustín, dice en un libro de Camilo Berneri sobre el tema de las maldiciones bíblicas, Camilo Berneri era el yerno de Malatesta, y dice que una de las cosas que habría que hacer para luchar contra el Capitalismo es la huelga de vientres, que lo utiliza como argumento definitivo de [].

          AGC - Pero ¿cuál es?

          - Abstenerse de procrear.

          - Abstenerse de procrear para que el Sistema no pueda funcionar, ni la demanda ni los trabajadores ni nadie. Y que es la única huelga eficaz que puede haber en una Sociedad capitalista.

          AGC - ¿Y qué te parece?

          - La huelga de vientres.

          AGC - ¿Y qué te parece, Jaime?

          - Pues hombre, a mí me parece en principio bien.

          AGC - Pero, [], si eso lo he dicho ya, lo he referido a los tiempos de Marx, cuando se creó el proletariado, es que él creía, este hombre, el de Bernieri y Malatesta, creían que efectivamente ése era el mecanismo de la superpoblación, pero llevamos siglo y medio después sufriendo esto, ya hemos visto cómo por dónde ha progresado la cosa.

          - Pero también lo creía Eurípides.

          AGC - ¿Qué?

          - Probablemente Eurípides también lo creía. Eurípides.

          AGC - ¿Qué creía?

          - También creía eso.

          AGC - ¿En qué?

          - En que había un problema de superpoblación y que eso producía las guerras y todas estas cosas.

          AGC - ¡Ah!, de eso no me he enterao yo y eso que me lo he leído casi todo. ¿De dónde has sacao eso?

          - Yo creía, vamos…

          AGC - No, no. ¡Ah!, puede ser, puede ser. Yo no respondo de mí. Aquí algunos de vosotros que ha leído también a Eurípides, no sé si alguno…

          - []

          AGC - Bueno, vamos a ver, quería en medio de este diálogo hacer un esperimento con vosotros: evidentemente los Estados, bueno, el Capital desarrolla muchos procedimientos y trucos para conseguir que el aumento de la población se precipite, sea cada vez más rápido, pero ¿cuál ha sido el invento capital genial para conseguir un aumento repentino de hasta 50 veces más?

          - La televisión.

          AGC - No, literalmente “aumento de la población”. Es efectivamente el gran y definitivo invento del Capital para producir eso, ¿eh?, íbamos siendo más y cada vez más, pero de repente consiguió que fuéramos 50 veces más de los que somos. Venga, hombre, por favor.

          - La medicina.

          AGC - No, no, si ya hemos hablao de ello. De repente un invento que iba a favorecer esto.

—    La televisión

- El coche.

          - La estadística.

          AGC - Que fuéramos 50 veces más, lo cual quiere decir (mera Aritmética) que cada uno fuera 50 veces más grande. ¿Cuándo el Capital nos ha hecho a cada uno 50 veces más grande de lo que es?, 50 veces más o menos.

          - El auto.

          AGC - Claro, es el invento genial. Estábamos ya muy avanzados en la superpoblación pero desde comienzos del siglo pasao, un poco más tarde, se impuso el invento y es casi repentino, porque fijáos bien que cuando alguien se queja de que seamos tantos, y tantos, y tantos y tantos, y se queja sobre todo asomándose ahí, a cualquier sitio, de Madrid, a la Gran Vía, lo que está queriendo decir es que seamos tantos, y tantos y tantos autos. Es lo que quiere decir: que seamos tantos y tantos y tantos autos. Porque efectivamente, si no se hubiera introducido ese invento genial, la cosa habría ido mucho más lenta, pero imagináos lo que es un volumen para cada cual de unas 50 veces más. Bueno, no sé si exagero o me quedo corto, pero, vamos, un auto cualquiera yo creo que viene a ocupar eso de unas 50 veces más. Y por tanto la manera de llenar el Planeta se ha hecho a una velocidad incomparablemente superior, porque el Planeta se va a llenar de autos, lo cual se hace mucho más rápido que llenándolo de individuos. No olvidéis que en el nombre ‘auto’ está además inserta la declaración de la maldición “autónomo”, es decir, el que tiene free will, albedrío, eso es el que se mueve por sí mismo: automóvil. Ésa es la idea que se tiene del hombre, de cada uno; eso es: se le tiene por automóvil; no se mueve porque se lo mande el Capital ni porque le pase esto o lo otro sino que se mueve por sí mismo: automóvil; automóvil, y entonces naturalmente el Progreso ha hecho que el automóvil encuentre su nombre otra vez para referirse al verdadero individuo de este tipo de Sociedad que es el automóvil, él es el individuo. Él es el individuo de ese tipo de tipo de Sociedad y ahí tenéis efectivamente hasta qué punto el Capital puede tener ocurrencias geniales. No, nada del otro mundo, por supuesto, no se puede temer eso de ninguna ocurrencia del Orden, pero para sus fines, verdaderamente desastroso. Bueno, seguimos con el diálogo, y más.

          - Antes habías dicho que había que ver los pasos de la relación entre las muchedumbres tan grandes y la presencia de la muerte futura, el dominio del ideal ése, y se ha quedao un poco así… 

          AGC - Sí, y después hablé del Dinero, que [es donde] en definitiva se venía a producir el Dinero. Os he recordado que el Dinero (el Capital) no puede vivir más que justamente así: por una aceleración en el aumento de los consumidores y clientes. Ésa es la relación con el Futuro y con la muerte.

          - También para el dominio de la idea, me he acordado de una vez que estaba en una estación, en Príncipe Pío, cuando hicieron la nueva ésa, que había mucha gente por todas partes subiendo, bajando, y se ve una muchedumbre como un hormiguero, y había un hombre detrás de mí en una escalera mecánica que empezó a decir “En unos años todos estos muertos”. O sea, que le sugería el ver tantas  cabezas…

          AGC - La [] muchedumbre.

          - Le sugería allí eso. Se estaba poniendo como si fuera la muerte, pues como todo parece que es una idea de la muerte, que es que todos morirán, pues entonces eso… le hacía que la idea esa le surgiera.

          AGC - Iba en la línea de lo que recordamos con lo que sacaba Jaime: se te ocurre pensar en una guerra. Claro, metes la pata porque, claro, la guerra es de ellos, no es del pueblo, el pueblo no sabe nada de eso. Pero, vamos, es muy comprensible, muy humano, que se te ocurra en la desesperación decir “¡Que todos los de esa escalera se hundan y todas las escaleras del mundo! ¡Que haya una guerra que acabe, que nos reduzca a la décima parte por lo menos para que acabe este horror!”. 

          - A mí me pasa, Agustín, que cuando me hablan de política corriente, del periódico, yo siempre… y me dicen “Lula es bueno”, “Lula es malo”, yo siempre pregunto “¿Qué dice este político sobre la explosión demográfica?”.

          AGC - ¿“Sobre”?

          - La explosión demográfica. ¿Qué dice? Y entonces, sobre lo que diga ese político sobre la explosión demográfica, considero si es bueno o es malo. O sea, que he hecho del problema de la explosión demográfica, he hecho una barricada.

          AGC - Pero yo no sé...

          - En Níger no hay problema. En Níger no hay problema, el Presidente de Níger, pronuncie lo que pronuncie. En el Sagel, te digo Mali, Burkina Faso, Mauritania, Senegal, Mali, lo que diga ese Presidente no tiene relevancia.

          - Ya lo sé. No, pero es que yo digo de lo otro.

          - Brasil, sí.

          - …de lo otro, de que los políticos…

          AGC - Vamos a ver, Jaime, si yo no sé con qué tipo de políticos tratas tú, porque yo no conozco ninguno que hable de la esplosión demográfica.

          - ¡Ah!, yo tampoco.

          AGC - No, pues entonces no puedes comparar, porque de eso no hablan. No hablan, eso se da por…

          - En Sudán no llegan a 5 años. Cumplen 3, y muertos.

          - Claro que no, eso ya lo hemos comentao, que no...

          AGC - …Eso se da por natural. Los políticos no hablan de eso para nada.

          - A ellos les parece muy bien. Incluso a Lula, que es el más rojo, pues le parece muy bien la explosión demográfica.

          AGC - No, y en todo caso no hablan de ello, cuentan con ello como si fuera natural, no tienen siquiera que declararlo bueno, cuentan con ello como natural, en eso viven ellos como viven todos los demás.

          - Agustín, también ha habido un elogio a la maternidad, y que la población aunque creciera no era una insignificancia, que ante la Iglesia y, no sé, y las mismas mujeres, que eso de parir y eso está muy bien, pues que no se han dao cuenta de lo que venía encima o no han querido. O sea, que creo que también influye mucho eso de la fisiología femenina y no de no sé qué, y de tener hijos, que estamos más realizados. Yo creo que eso tiene mucho que ver.

          AGC - Sí, en tiempos.

          - ¿Eh?

          AGC - En tiempos eso…

          - ¿Cómo que en tiempos?

          AGC - En tiempos, sí, tenía mucho…

          - En tiempos no, ahora también.

          AGC - Ahora todas las madres están falsificadas y los hijos de las madres también y todo eso. Ya no cuenta para nada. Pero, vamos, tradicionalmente se exaltaba el papel de la maternidad y todo eso, sí, era tradicional.

          - …que ha tenido mucho que ver con todo esto.

          AGC - [] a lo que hemos llegao, comprenderás que ya no se puede parir. Estas superpoblaciones no se pueden parir, no hay quien pueda parirlas. No. No hay mujeres que puedan parir estas superpoblaciones ni padres que puedan engendrarlas: las únicas madres y padres que hay son el Capital y el Poder que los necesita, ¿no? Pero las funciones de los demás es como lo que al principio dije…

          - No lo entiendo, porque las mujeres cuando van a buscar trabajo no las cogen si están embarazadas. O sea, que no acabo de entender esto.

          AGC - Ya, esa [] de la maternidad, como te decía, es de tiempos lejanos, no habíamos progresao lo bastante todavía.                                     

          - Eran famosos los espartanos que tiraban los hijos que nacieran un poco fluflis. Eran famosos. Las madres tiraban al hijo por el precipicio, pero cuando nacían no aptos para…

          AGC - Bueno, no sé si tienes mucha admiración por los espartanos…

          - No, no.

          AGC - …pero, vamos, por ese…

          - Agustín, perdóname: corrijo; no iba por ahí.

          AGC - Porque por ese camino también los nazis naturalmente pensaban que había que limpiar el mundo de esa parte de la superpoblación que no fuera…

          - Agustín, que por ahí no iba. Papi, papi: por ahí no iba.

          AGC - Más.

          - Bueno, yo creo que en esto del invento de la superpoblación quizá había que meter en cómputo el movimiento, que tiene que ver con los autos, pero claramente cuando se dice “Es que los pueblos quedan desiertos”, en muchos casos no tanto, porque los propios que tienen casas, en los bloques tienen su segunda casa, a las cuales se les produce una especie de juego de ocupación porque están dotados de una velocidad que en los cómputos generales alguien puede contar cuatro o cinco veces: como ciudadano aquí, como residente aquí, como allí o en el otro lado. Quiero decir que el movimiento que ha engendrado esta forma de Capital al mismo tiempo es el movimiento del hombre, digamos.

          AGC - Sí. Bueno, o de otra manera que, lo mismo que dije de la Sanidad, hay que contar que uno de los beneficios que nos venden es el aumento de la facilidad y sobre todo velocidad para el trasporte de personas y de cosas, sin la cual efectivamente este grado de desarrollo no se podría ni concebir, ¿no?, eso forma parte del tinglado: estoy aquí pero dentro de un par de horas estoy en Londres y dentro de un poco más estoy en Tokio, y da lo mismo, y efectivamente el beneficio de la facilidad de trasporte se ha convertido en una especie de situación en que uno puede estar en no sé cuántos sitios, si no al mismo tiempo, casi. Y efectivamente eso forma parte del juego, sí. Más.

          - Bueno, la última: en Siberia demográficamente: 0,2; en Bangladesh, que hace mucho calor, 124 por kilómetro cuadrado. Yo qué sé qué manía tiene el ser humano de ponerse en el calor, porque es que está Siberia vacío, Canadá vacío, pues todos al Trópico, papi, todos al Trópico, nadie quiere morirse de frío. Yo viví en Suecia 20 años, somos 7 millones. ¡Me cago en San Benito! Yo viví en Estocolmo 20 años, éramos 8 millones: la televisión vacía, esto vacío, el correo vacío, el cine vacío, todo vacío, y de repente te vas -yo qué sé- por ahí, a Roma o al Mediterráneo, ¡uf!: a codazos, todos a codazos. No entiendo, papi, no lo entiendo.

          AGC - A Indonesia, que debe ser de una densidad terrible. Pero es que no se ha progresado todavía lo bastante; ya verás tú, si no conseguimos que el Régimen se venga abajo, dentro de poco cómo en Siberia y en Canadá la superpoblación habrá avanzado, porque hay maneras, si pueden hacer vivir gente en una estación espacial, ¡cómo no van a hacerla vivir en el norte del Canadá y en Siberia!, si el ideal es ocupar el Globo, nada podrá quedar libre: se ocupa el Globo entero; ése es el ideal. Más.

          - Agustín.

          AGC - Sí.

          - El tener como equivalente el vivir con el crecer es algo que es como la esencia del Capital: cualquier empresa no se mantiene en su tamaño sino que entiende sobrevivir como crecer. Eso también ocurre en las poblaciones. Esa identificación entre vivir, ser, estar, con el crecimiento ¿de dónde crees que proviene más profundamente?

          AGC - Yo creo que no es ninguna cosa natural: la gente no confunde crecer con  vivir. Ese invento es propio ya de esta idea avanzada de la que hablamos: está el Futuro, es que se trata de ir al Futuro, de ir a un fin, y de ahí, efectivamente, se desprende un sentido de la dirección predilecto que es hacia el Futuro, mientras que lo otro, el dejarse caer para atrás, pues es algo que queda como maldito, ¿no?

          - No, pero mantenerse en el crecer.

          AGC - No, ni siquiera en el mantenerse, claro, hay que ir para adelante, hay que ir hacia el Futuro, te lo están diciendo todos los días y es un artículo del credo y un artículo de la prédica costante de los Medios: que no se te olvide que hay que ir para adelante. Esto lo he dicho porque es lo que me impresiona más referente a la humanidad ocupando el Globo, pero podéis también alargarlo a los Estados y los estatículos que se han encontrao con un cierto número de miles o de millones de habitantes y tienen que crecer en número de habitantes porque eso es su crecimiento. Y no sólo ya los Estados, sino que las personas también, lo mismo, en definitiva se les ocupa, ¿no?, tienen que crecer sobre todo en cuanto a Dinero, cosa que se consigue, que es casi como la norma; hacerse viejo quiere decir tener más Dinero cada vez, ¿no?, cosas por el estilo. Y, bueno, la regla que para la humanidad en general vale se aplica también en sus porciones hasta llegar al individuo, sí.

          - Agustín, yo lo que veo también en muchas madres y en muchos padres, así, que tengo a mi alrededor, de amigos y tal, es que también hay como una necesidad de no solamente eso del Futuro que comentas, sino al revés, como de retroceder, como de quitarse del medio del mundo de los mayores y volver a jugar con los niños. Y veo muchos padres que dicen “Estoy enamorado de mi hijo, de mi hija”, y se ponen a jugar, ya no les interesa… ¿Sabes?, o sea, como que hay una manera de retirarse de ese mundo que les aplasta, y entonces, pues vuelven a revivir su infancia. Yo lo he visto en mi hermana, por ejemplo, que reviviendo, jugando con ellos, un poco…

          - Las madres en general.

          AGC - No. No, no. No es un fenómeno, habría que ver hasta qué punto eso es sentimental de verdad o juegan otras cosas. Desde luego la literatura ha cargado a los padres de las últimas generaciones con una visión terrorífica, les ha metido miedo de sus hijos; esto lo podéis reconocer por todas partes: les han metido miedo de los niños, se lo han contado; muchas veces, literatos con buena intención, novelistas y tal, pero desde luego han acabado por cargar a los padres y especialmente a las madres de un miedo…

          - Pero, miedo a los niños, ¿en qué sentido?

          AGC - …de un miedo de sus hijos. Un miedo de sus hijos, y por tanto muchas de esas tendencias actuales a ponerse a su altura, a jugar con ellos, pueda ser un resultado de guardarse de lo que les pueden hacer. Porque es que hasta hace pocas generaciones lo corriente era efectivamente que los hijos se volvieran denodadamente contra los padres que representaban la tiranía del Poder; los padres eran para los niños los representantes, mucho mejor que los Alcaldes y los Presidentes, los padres de inmediato eran los representantes del Poder que a los niños se les imponía, y la reacción, pues claro, ya se sabía cuál era, o cuáles eran: las relaciones de repulsa, de odio, de volverse del revés y todo eso. Y yo creo, por los casos que me cuentas, Ester, que la evidencia de que esto era así puede influir en una pequeña parte de los padres y madres que tratan de prevenirse de eso abandonando toda condición de representantes del Poder, jugando con los niños como si supieran jugar, poniéndose de su parte y guardándose del odio temidamente natural que les podía venir, sí.

Bueno, me parece que se ha hecho tarde, ¿no?

          - Todavía no.

AGC - ¿No?

          - Tengo una pregunta. Pues pensando en esto de los ideales y de lo terrible que son los ideales, el llegar a ellos y cómo operan, cómo machacan a cada uno de nosotros, ¿la superpoblación no atiende al ideal de ser más?

          AGC - Sí.

          - ¿Ser más uno y ser más…? ¿Y no hay manera de…?

          AGC - Sí, sí. Se podría decirlo así. Ése es el ideal precisamente, forma parte del ideal, ése es el Futuro: ser más cada vez. Es decir, como en los cálculos de la Física: se trata de la progresión que se acerca al todo; la progresión al infinito que en realidad tiene como ideal un todo. Es lo mismo que rige en todas partes, sí. Ése es el ideal, por eso lo que se llama vida misma entre nosotros, se considera como un camino hacia la muerte, hacia el fin y todo lo demás, y así van todas las cosas, sí. Sí, hay que subrayar esa condición del ideal ‘todo’. El ideal ‘todo’ está justamente asistido por una idea, que la Ciencia sostiene, de progresión creciente, en el sentido de llegar a ‘todo’, o decreciente, en el sentido de llegar a ‘nada’. Esto efectivamente forma parte de los artilugios del ideal.

          - El tamaño de los Estados y de las cosas que fabrican los Estados, ¿qué falta hace que haya unos territorios tan grandes y Estados como España o como Portugal o como Andalucía o lo que sea?, y las cosas que producen esos Estados para la gente, pues son, como por ejemplo, estaciones subterráneas de medio kilómetro como ésa de la Puerta del Sol o cosas así, que están hechas para llenarlos de esa manera, pero tiene que ver también eso, el tamaño, o eso que presentan del planeta…

          AGC - No, la diferencia de tamaños es un caso ilustre también. ¿Cuáles son los Estados más poderosos en la situación actual?: son cosas como Estados Unidos, China, Rusia, Japón. ¿Por qué son los más poderosos?: porque resulta que, por aparentes azares de la Historia, han quedado comprendidos bajo un solo centro una gran cantidad de territorios y de poblaciones. ¿Por qué? ¿Por qué se han producido esas aglomeraciones bajo un solo centro?, lo mismo en China que en Japón, que en Estados Unidos, que en cualquier sitio. Y naturalmente la gente ha venido a reconocer que el tamaño tiene una casi identidad con el Poder; las que hayan tenido la suerte de que haya muchos territorios comprendidos bajo un centro, esos van a ser los más poderosos, sin más razones, salvo que vosotros las veáis, yo no veo ninguna. La razón es el tamaño, es decir, la estensión territorial y sobre todo el cómputo de la gente comprendida. Recorriendo la Historia que nos cuentan, veis que muchas veces las razones son, pues casi han sido triviales, anecdóticas, para que se produzca eso, para que se produzca que queden bajo un solo centro grandes territorios, pero, sean como sean, se han asentado así y eso es lo que nos dicta la norma de que el tamaño es el Poder; poderosos son los más grandes, simplemente. Ya veis qué tontería, pero qué terrible tontería.

Bueno, pues sí, lo cortamos porque es muy tarde ya. De manera que, si el Señor nos deja prolongarnos un rato, dentro de siete días nos vemos.