25.08.2014

Tertulia Política número 46 (8 de Noviembre de 2006)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • Recordatorio de la comparación entre la pretensión de ordenar dentro del Orden y la de conocer la
  • Realidad dentro de la Realidad.
  • Recordatorio de la falsedad de la oposición objetivo/subjetivo.
  • Objetivación del sujeto/subjetivación de las cosas.
  • El fin como condición para el proceso de defensa de la Realidad; fin que en el caso de los hombres es la muerte.
  • La muerte como ideal, siempre futura.
  • Freud y el "sobrecogimiento".
  • La aparición del "ordenador" al suceder cosas improbables, motivo del sobrecogimiento.
  • La magia y las teorías acerca del mundo como medios para controlar lo incontrolado.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Para reanudar esta guerra, lo primero, tal vez, unos recordatorios: uno, la comparación esa entre la pretensión de ordenar dentro del Orden y la pretensión de conocer la Realidad dentro de la Realidad. Es importante detenerse en ella, sobre todo para que no se pierda de vista que aunque la mayor parte del tiempo nos estemos metiendo aquí en cuestiones que parecen de Física, o Física perdiéndose en Metafísica, tocantes a la Realidad en general, esto sigue siendo una tertulia política, y por tanto es importante ver esta conexión entre ambas falsas pretensiones. Es evidente que no se puede ordenar dentro del Orden establecido; el resultado de creer que sí, lo tenéis encima de vosotros y, en cierto modo, dentro de vosotros todos los días: las discusiones de políticos o teóricos del Poder y cosas así, se reducen a eso: intentan mejorar las cosas, que vayan algo mejor, que se corrijan defectos de una forma de Régimen o de otra, pero naturalmente, todo ello sin plantear la razón de ser del Orden mismo, de la ordenación social, del Estado, del Capital; sin plantear, sin poner en duda por un momento que el Capital, el Dinero, es una cosa que está ahí, como Dios, intocable. Y con la falacia de seguir haciendo creer que lo que es bueno para el movimiento del Capital es bueno para la gente, sin plantear por una vez esta evidencia que nos sale de abajo de que a la gente el Dinero no le hace falta para nada, ni menos el Estado, y menos el Capital, y que por tanto, la única actitud que verdaderamente podría ser activa, tendría que ser una actitud que abandonara la pretensión de mejorar las cosas y ordenar mejor dentro del Orden establecido. Eso no puede ser, y si alguno todavía tiene tentaciones de pensar que sí pues ahora, dentro de un rato, me lo hará saber para que lo discutamos.


Es importante que se entienda bien la comparación de esto con la cuestión del conocimiento: la pretensión de  c o n o c e r  la (no suele muchas veces decirse Realidad) Naturaleza, el Todo (el pretendido Todo) dentro de la Realidad, es decir, por medio de instrumentos y de cerebros o mentes -como ellos dicen- reales, reales todos ellos; y esto es igualmente imposible, contradictorio, no tiene sentido ninguno. Un conocimiento de la Realidad dentro de la Realidad por medios reales, es decir, un conocimiento realista de la Realidad, no tiene sentido ninguno. También esto lo sufrimos todos los días, es decir, la sucesión de opiniones, teorías, acerca de cómo es el Mundo, incluso de cómo ha empezado, cómo tiene que terminar, y cualesquiera otras especulaciones de las que nos han venido acompañando a lo largo de toda la Historia, pero que ahora suelen tomar un carácter científico, serio, pero que sigue siendo los mismos engaños y trampantojos de siempre.


Está condenada cualquier tentativa de conocimiento de lo que pasa, en ese sentido; porque (como bien recordáis los que me estáis acompañando en estos ataques), la verdad es que la Realidad no es todo lo que hay, la verdad es desconocida, la verdad es lo que no se sabe, pero eso no nos impide reconocer la mentira de pretensiones como la de confundir la Realidad con un Todo, alguna especie de Todo, que no cabe dentro de la Realidad. Cualesquiera trasformaciones de opiniones, actitudes, teorías, respecto al Mundo, respecto a lo que pasa, no pueden hacer otra cosa que confirmar (por el cambio mismo, por la renovación de las visiones), confirmar la creencia fundamental, la creencia en la Realidad como inevitable, como siendo todo lo que hay.


No sé si respecto a la comparación entre estas dos pretensiones falsas os sugiere todavía dudas o simplemente ocurrencias -ahora me lo diréis- pero conviene recordarlo.
Y recordar también junto con ello, otro desengaño necesario para esta guerra, en el que ya hemos venido entrando, el desengaño respecto a esa oposición que se establece siempre entre (por emplear términos filosóficos y sospechosos), entre el sujeto y el objeto, entre lo subjetivo y lo objetivo. Hemos venido a lo largo de varias sesiones a desmentir esta pretensión: sujetos como 'el observador' -que se dice en Ciencia-, 'el sujeto' -que se dice en Filosofía-, por el hecho mismo de que se les está nombrando y tratando de ellos, está claro que ya son cosas, es decir, que ya son objetivos, de ninguna manera subjetivos. El que lo dice y el que dice esto mismo que estoy diciendo, ese es otro, no está en la Realidad, pero la pretensión de que se pueda hablar del observador, del sujeto, incluso de “el yo”, y que eso quiera hacerse pasar como algo subjetivo en el sentido de que se oponga a objetivo, que esté fuera , en frente de, las cosas de las que trata, esa es evidentemente descaradamente falsa, esa pretensión.


Este descubrimiento de la falsedad del sujeto, de la condición objetiva que inmediatamente le cae encima en cuanto se trata de él y se le maneja, sea en Ciencia, sea en Filosofía o sea por la calle todos los días, (en la medida que uno sigue pensando en entes activos del conocimiento, de la acción, etc., sujetos que se oponen a entes objetivos que son el objeto del conocimiento o de la acción política o de lo que sea), esta mentira se nos ha revelado sobre todo por el camino de reconocer la necesaria objetivación a que los supuestos sujetos, yoes, etc., obedecen desde el momento en que se les utiliza para cualquier forma de ideación, de teoría o lo que sea.


Pero, si recordáis bien, nos hemos venido al mismo tiempo a encontrar con el inverso, el descubrimiento inverso, que se puede decir un poco en broma, que es el de la subjetivación de las cosas, de los objetos, que corresponde -como veis- de una manera muy lógica al descubrimiento de cómo los sujetos son en verdad objetos. Esto no ha podido presentársenos sino por la compañía de éste inverso, la condición subjetiva de las cosas, de cualesquiera cosas; ya sabéis, no puedo decir 'todas', porque la Realidad no es un todo,  pero de cuantas haya, o cuantas vaya habiendo, las cuales tienen que tener entonces esa condición que se les niega normalmente: son sujetos, en el sentido filosófico. Esto está dicho así, un poco en broma, pero -vamos- al mismo tiempo esta broma es bastante... bastante seria ¿no?


Las cosas hablan; nuestra manera de hablar, pensar, teorizar, etc., no es más que una de las maneras: la que corresponde al tipo de cosas que somos los sujetos, los humanos, los pretendidos humanos con sus mentes y sus cerebros ¿no? Las cosas hablan, cada una en su idioma, que no es el nuestro. Y esto de 'hablar las cosas' (que ha dao lugar aquí en la tertulia, en varias sesiones, a discusión y a problemas, y que nunca seguramente hemos acabado de entenderlo lo bastante bien), lo de 'hablar las cosas' no debe entenderse en el sentido de que las cosas -entre ellas, nosotros- hablen bien, es decir, matemáticamente. Eso de que el Mundo hable matemáticamente, eso es la ocurrencia que, hace ya unos pocos siglos, se les ocurrió a algunos cuando sacaban lo de [Ho theos aritmeticsei], identificando la potencia o la condición subjetiva del Mundo entero con el nombre de Dios de la vieja Teología.  Éste, de hablar -de hablar por medio de eso que se llamaba Naturaleza- pues hablaría aritméticamente, matemáticamente, perfectamente, exactamente. Pero eso es para Dios; para la cosas -y nosotros entre ellas- no: las cosas y nosotros, entre el resto de las cosas, no.  No se quiere decir, cuando se dice que las cosas hablan (en sus idiomas, pero hablan, como nosotros hablamos en el nuestro ) no se quiere decir que hablen bien, que hablemos bien; por el contrario: hablamos mal, tortuosamente, aprosimativamente, equivocadamente, y con todas las otras condiciones que tiene esto del hablar; de manera que es algo mucho mas general lo que nos hace reconocer esto de "que las cosas cualesquiera hablen".  Nuestra manera de hablar, el lenguaje humano y sus desarrollos en forma de teorías y cosas por el estilo, tienen esa condición de que nunca pueden ser de verdad matemáticos en el sentido de perfectos, tienen que ser aprosimativos; y por tanto, esta necesaria enfermedad que nuestras maneras de hablar tienen, es algo que tenemos que reconocerle al resto de las maneras de hablar de las cosas, no pueden tener otra.  Lo otro sería confundir las cosas con los ideales, como "todo", "uno", los números perfectos, que rigen efectivamente la Realidad, las cosas, pero que no son cosas ellos mismos, sino ideales.


Bueno, ya el otro día decía: lo de hablar hay que entenderlo de tal forma que quiera decir esas condiciones: la una, que nos estamos hundiendo en la verdad las cosas y nosotros; deshaciendo: las cosas se están deshaciendo continuamente, nosotros también, entre ellas; segundo, que las cosas y nosotros nos defendemos contra esta perdición, contra este descubrimiento de nuestra mentira; nos defendemos momento a momento, no continuamente, constantemente nos defendemos contra esto fabricando nuevas formas de hacer, nuevas formas de pensar que tratan de superar de alguna manera a las anteriores según estas van fallando; y tercero, que efectivamente las cosas y nosotros no podemos hacer esto, este par de cosas contradictorias ( hacer la segunda, sufrir la primera, pasarnos la primera) sin la presencia de un fin, el ideal, fin, fin de los (propósitos).  De manera que de esto participamos nosotros junto con el resto de las cosas; cualquier cosa, en cuanto cosa, en cuanto elemento de la Realidad, se está como nosotros hundiendo, deshaciendo, perdiéndose continuamente; está, como nosotros, defendiéndose, resistiendo a esta caída, y esto solamente se hace en virtud de la presencia o la Fe en un fin; es decir, ese tipo de entes como "todo", "uno" y demás que llamamos ideales, que no son cosas, que nunca pueden darse como cosas en la Realidad, pero que necesariamente están rigiendo estos procesos, el proceso de defensa frente a la perdición en lo sin fin. No es un mero juego de palabras, se puede usar para entender esto bien: la presencia del fin se exige como condición para el proceso de resistencia de la Realidad, por el simple hecho de que se trata de una resistencia a caer en lo sin fin, en la verdad, que es lo sin fin.  De manera que ahí, aunque parezca que la palabra fin se usa de dos maneras muy distintas, sin embargo yo creo que no es tramposo presentar así esa  oposición entre las necesidades del fin para la Realidad en cuanto procedimiento de defenderse, de hablar, de vocear, cada cosa en defensa de sí misma, incluyendo en "cosas" como sabéis no solo las que podrían parecer cosas individuales, sino también las especies, los géneros, las colectividades;     en el caso de las cosas que somos nosotros, pues las poblaciones más o menos configuradas, las tribus, los Estados, son también cosas igual que las demás.  Bueno, estas cosas más bien en forma de recordatorios para que ahora sigamos penetrando lo posible, sobre todo a través de alguna de mis últimas lecturas de que os daré cuenta en el asunto; pero me paro un ratillo para dejar que respecto a estos recordatorios que he vuelto a sacar, se os ocurran y saquéis aquí todas las dudas, todas las ocurrencias posibles; de manera que adelante.


-Es que recientemente he leído una fabulilla, la he leído en Samaniego, la del Viejo y la Muerte, que venía acompañada de una serie de notas en donde....Bueno, no se si la conocéis, la fabulilla no la puedo recitar de memoria, que ya me gustaría, cuenta como un viejo muy viejo va cargado con su haz de leña por el monte, tropieza, cae, y entonces, desesperado, llama a la muerte; la llama por varias veces, y la muerte acude y le pregunta:¿ qué quieres?, y le dice el viejo: "que me lleves la leña solamente", viéndose ya difunto le dice "que me lleves la leña solamente".  Esto de la defensa de las cosas, de su ser, de ser lo que son, y del caso particular de los hombres de defenderse en lo que son, en esta fabulilla yo lo veo como que llega un punto en que no se trata tanto de la defensa del ser, sino de eso otro que no se sabe, que se le da el nombre de vida; pero cuando el viejecillo le dice a la muerte "llévame el haz de leña, carga la tu", parece que le está diciendo "quítame el estorbo que no me deja vivir"; o sea, que por lo menos en ciertas situaciones se ve muy claro que la defensa no es del ser, que si acaso es un apego a otra cosa.


AGC- Si, es efectivamente  muy problemático, y seguramente no inútil volver sobre ello.  Cuando he dicho fin (el ideal, fin, lo que nunca está aquí como cosa, pero que está rigiendo las cosas y las marchas de las cosas) no he vuelto a recordar que en el caso de seres como nosotros, de nuestro tipo, cosas de este tipo, fin quiere decir "la muerte"; de esta muerte estamos hartos de decir todos los días (esta muerte que nunca está aquí, la muerte esencialmente futura) que nos costituye, estamos hechos por ella, por el fin; y esto corresponde bastante bien a lo que ahora he estado generalizando respecto a la resistencia utilizando para ello ideales; uno de ellos es el de Parménides, el de la Diosa de Parménides, el ser, que ahora Mercedes lo ha empleado también a ése propósito; efectivamente, es ese ideal, ese fin, el que nos costituye, no sólo como personas, como sujetos pretendidos, sino simplemente como cosas, y costituye así a cada cosa, a cada elemento de la Realidad.  La reacción del viejo de la fábula, que por un lado llama a la muerte y luego, cuando la muerte llega, se inventa una tontería que consiste en pedirle que le libre del trabajo en el que su vida estaba costituida, es el problema que se plantea ahí.  Prefiero que cualquiera de vosotros diga lo que a este respecto se le ocurra antes de que yo diga más.


-Si, a mi es que a mí ya se me había ocurrido antes que ¿no será el fin en un sentido más amplio, algo así como un deseo de permanecer? o sea, da igual, "permanecer".


AGC-Mucho más que deseo.


-Estaba haciendo un juego de palabras: "permanecer".  Es que me he acordado de esto de Gilgamesh, que ya es antiguo también, en que parece que la gente andaba preocupada también por eso de la inmortalidad, por eso de seguir, y quizá en eso de permanecer, de lo de la fábula esta, haya un...Es que no entiendo muy bien: lo de la constitución de la muerte, del individuo como costituído por la muerte, lo puedo entender, pero el deseo de permanecer, no entiendo muy bien, parece que está en contra de la evidencia de esa...


AGC- Bueno, deseo es una palabra como muy venial y floja para lo que estás diciendo; quieres decir "la necesidad", la necesidad de ser uno el que es, déjate de permanecer: la necesidad de ser uno el que es justamente es a la que sirve la muerte; necesidad de ser el que es, eso es a lo que hemos llamado resistencia; resistencia de las cosas, que está necesariamente organizada en vista de, en función de ideales, el fin, la muerte misma. ¿Entonces qué le pasa al viejo de la fábula que nos ha traído Mercedes?


-Yo lo que entiendo es que lo que ve es peligrar su existencia, no su vida: él pide que su existencia se la aseguren, y llama a la muerte....Bueno, no se, cuando llega la muerte es cuando ve que la existencia la va a perder y le dice que haga otra cosa, pero lo que está pidiendo es seguir existiendo después de vivir.


AGC-Lo de existir no sé muy bien con qué intención lo sacas; desde luego , aquí se trata de ser el que es; cada cosa se defiende en el sentido de que se ostina en ser la que es, en contra de la evidencia de que se está deshaciendo continuamente; si existir se puede llamar a eso, bueno, si el verbo que se inventó justamente para Dios se puede aplicar a eso, bueno, pero no nos aclara gran cosa.  Tu quieres que no sea un miedo de perder la vida lo que le pasa al viejo.


-Yo veo que ahí hay una contradicción, pero no se esplicarme qué contradicción hay; lo mismo que pienso que la contradicción del viejo es la contradicción mía y la de más gente con respecto a esto que estamos hablando: por un lado estamos costituídos por esa muerte lejana, que efectivamente parece que sí, que mi existencia está en base a ésa muerte, pero por otro lado, la vida; entonces yo ahí veo una contradicción que no se tampoco ponerlo más en palabras, pero si veo contradicción.


AGC-Opones a la existencia, (que es justamente ese proceso de estarse uno perdiendo y al mismo resistiéndose para seguir siendo el mismo)opones a eso la vida, que sería algo irreal, es decir, algo que nos sacaría fuera;  y esto hay que tomarlo en serio, ¿eh?, todos los dias os están vendiendo la vida, os la están vendiendo como algo que cada uno de vosotros puede tener, organizarse y todo lo demás; de manera que conviene recordar que uno no puede vivir en cuanto siendo un ente real, que es una pura falacia, es como la pretensión de ser feliz y cosas por el estilo, cosas del otro mundo que todos los días tratan de meteros en este; de manera que eso hay que recordarlo bien: vida sería algo que no le podría pertenecer al viejo, ni a ti ni a mi; es imposeible, y por tanto, pensar que trata de conservar eso desconocido, eso bueno, como siendo suyo....Como siendo suyo, como siendo suyo: no le saca de lo que sería su situación mucho antes de ese momento.


-Hay una cosa, y hay otra posibilidad, y es que las cosas se defenderían queriendo ser lo que son si estuvieran perfectamente costituídas, pero considerando que están imperfectamente costituídas, las cosas defienden ser lo que quisieran ser, pero que no son. Esa diferenciación cambia un poco las cosas.


AGC- Eso es a lo que llamamos ideal, eso es lo del fin, en eso estábamos: el proceso de defensa respecto a la perdición, la pretensión de que la cosa siga siendo la que és, sólo puede entenderse en virtud de un fin.


-Pero al final queda en la pretensión de seguir siendo lo que no son, porque no están perfectamente costituídas, y en cuanto no están perfectamente costituídas, no lo son.


AGC-El ser es el ser; no lo son realmente, porque en la Realidad no hay ser mas que conformando esa especie de ideal regente, de manera que efectivamente es lo que he dicho antes: eso de "ser" matemáticamente es para Dios y otras imaginerías; no lo son,  pero la pretensión es "ser" precisamente, ser lo que realmente no son, pero que en el fin, en el ideal, está ahí, actuando.


-A mi lo que me parece es que lo que este hombre le pide a la muerte es que se lleve lo que le está matando, que es la leña; y entonces sería una metáfora de todo el ser precisamente, que es lo que le hace ser a él.


AGC-A la figura de la fábula le haces mucho favor al pensar en eso. Yo creo que tal como está presentado en los varios fabulistas, evidentemente lo que hace el viejo es inventarse de momento una tontería para salir del paso; y la tontería para salir del paso, pues como va cargado con la leña, pues es decir: "lo que me ha hecho llamarte para que me libraras de esta carga de la vida y de la leña, insostenible, eso mismo, que es lo que más a mano tengo, pues para ti, encárgate tú de ello";  creo que es así como hay que....Por tanto, mas.


-¿El viejo se arrepiente de haber llamado a la muerte, ó....?


AGC-Si claro, eso es evidente.


-Y entonces, como se arrepiente, ya está, sencillamente se arrepiente.


AGC-Si, si, pero eso es lo que estamos tratando de descubrir, qué es lo que está pasando ahí.


-¿Cabría pensar que todo ideal entonces lo que esconde verdaderamente es la muerte?


AGC-"Muerte" es algo que está reservado para el tipo de fin que corresponde a lo que se llaman "seres vivos" y a nosotros, es un caso de fin; la palabra "fin" es más general y abstracta, y esa debe aplicarse a cualesquiera cosas, da lo mismo si animadas que sin animadas, de una condición ó de la otra.


-Podría ser también que si el fardo de leña es lo que le ha hecho despeñarse, pudiera ser una estrategia también de decir "si yo me he caído por llevar la leña, a ver si llevando la muerte la leña se cae también"


AGC-"Despeñarse", no se porqué dices, tropieza, tropieza.  No aguanta, vamos, la leña quiere decir que no aguanta vivir más, que es una vida de trabajo, como el pueblo dice, y una vida de trabajo no merece la pena; eso le hace llamar a la muerte.


-Pero como lo que le dice es que le lleve la leña, a lo mejor la muerte también puede caerse, o sea, seguir el mismo destino que ...


AGC-No, eso sería muy sofisticado, muy retorcido.  No, no puede ser, no puede atribuírsele a la figura de la fábula nada de eso.  Yo creo que os distraéis porque todavía no habéis sentido profundamente que la muerte no puede ser mas que futura; de manera que el juego que los fabulistas hacen presentando a la muerte como un personaje de la fábula es lo primero a tener en cuenta y lo primero a atacar, sin eso nos perdemos.


-Yo recuerdo haber leído esa fábula cuando era muy pequeña, y ahora me acabo de acordar: el se siente morir, suelta el hatillo de leña, y entonces aparece la muerte; yo recuerdo cuando yo era pequeña, hace muchísimos años, y a mí lo que me llamaba la atención era eso, que yo pensaba "esto ni es la muerte ni es ná", porque aparece (además venía ilustrada la fábula) () con el viejo.


AGC-Si, si, porque él la llama, ¿eh? Es importante: él la llama; la carga de la vida le hace llamarla, y  eso en la fábula se presenta como un personaje, y eso es lo grave.


-Yo lo que veo es que el viejo, cuando se encuentra con muerte, que es el futuro, si, rechaza la muerte, pero también rechazaba la vida un momento antes, o sea que tampoco tiene claro el que exista la vida y la muerte y que él tenga que elegir entre esas dos cosas.


AGC-Si, desde luego; pero por favor, lo elemental: el viejo nunca puede encontrarse con la muerte, eso es un absurdo. El viejo nunca puede encontrarse con la muerte, y por tanto la fábula empieza por utilizar una falacia; el viejo no puede encontrarse con la muerte porque la muerte no es real, es ideal, regente de la Realidad, regente de la vida, regente del trabajo, de la carga de leña, de todo lo demás: futura, siempre futura.  De manera que esa falacia del fabulista es lo primero que hay que tener en cuenta: ¿cómo la muerte va a presentarse y hablar con el viejo como si fuera de su misma familia, dando lugar a que entonces ya el viejo, de una manera sumamente lógica (una vez ya que la muerte se ha presentado como si fuera de la familia), de una manera sumamente lógica le encarga que ya que está ahí se ocupe de cargar con la leña? No, es una falacia; la fábula puede ser más o menos penetrante ó ilustrativa, pero desde luego está fundada en una ilusión.  Claro, está bien fundada, porque esta ilusión de que se pueda hablar con la muerte, de que la muerte es uno de la familia, nos acompaña a todos más o menos en cuanto nos descuidamos, ¿no?; de manera que no es una falacia inventada gratuitamente por los fabulistas.  En vista de eso, ¿qué más?


-Sobre la muerte, una pregunta: la muerte no existe en la manera que nosotros llamamos “existir”.


AGC-Bueno, dejemos otra vez el verbo "existir". No es una cosa, sino un ideal; la muerte, esta forma de fin que a nosotros nos toca más de cerca, es, como cualquier otra forma de fin, un ideal, no es una cosa, nunca puede ser una cosa.


-Pero podemos decir que el hombre, como una de las tantas cosas de las que hay en la Realidad, tiene un fin; pero eso de que el hombre le llega la muerte, tal, es una manera no se si errónea de hablar, por lo menos falsa, por lo menos...


AGC-Contradictoria con la condición futura de la muerte, contradictoria con la condición futura ó el  ideal; es evidentemente contradictoria.  Pero ya digo que los fabulistas se fundan en que en esta superstición ó creencia estamos de ordinario metidos, nos creemos que si!; bueno, no sólo nos creemos que sí, sino que la preveémos, preparamos: herencias, testamentos, estadísticas respecto a muertes: como de la familia, vamos, como de la familia; nos olvidamos de ésa condición esencialmente ideal.


-Pero al hacerlo así será porque nos interesa mantener ése engaño de alguna manera.


AGC-Le interesa al Estado y al Capital, y por tanto a nosotros, personas, también.  Le interesa al Estado, le interesa al Capital mantener ese engaño como los demás engaños, por supuesto; y personalmente también nos interesa; no importa que nos haga también la puñeta con esa cosa del miedo a la muerte y imaginaciones más o menos fúnebres; pero al mismo tiempo nos interesa, nos interesa igual que al Estado, igual que al Capital; esa es la miseria de la persona, costituida justamente por esa idea de la muerte.


-La muerte justifica al mismo tiempo la vida, y entre ambas cosas, que son dos límites, dos situaciones limite de existencia, la una empieza, la otra termina; ahí se desarrolla toda una serie de límites, que son ideales, por ejemplo la ucronía, la utopía, la suerte o la desgracia, el bien y el mal; todas estas cosas son asíntotas que nos permiten elaborar todo un pensamiento idealista.


AGC-Si, pero eso ya son consecuencias varias, hay que ver a lo elemental, elementalmente; eso de muerte, fin, es nada que se pueda comparar con vida ó que costituya la vida: es costitutivo del ser, de que la cosa sea la que és, de que uno sea el que és, de eso es costitutivo; a uno, (como hemos dicho muchas veces en el caso humano) a uno, en el momento en que se le anuncia la muerte futura, que vas a morir mañana, es el momento en que se le da el ser; hasta entonces no sabemos nada, pero el momento en que se produce esa especie de bautismo fúnebre es cuando el ser se costituye; lo otro, vivir, pues hermoso, bueno, sin fin, pero no yo personalmente desde luego, eso a mí no me corresponde; eso implicaría por el contrario dejarse deshacer, dejarse deshacerse, dejar de ser uno el que es; si, entonces viviría, con la simple condición de dejar de ser el que es, esa es la cuestión.  Pero hacer compatible lo uno con lo otro, eso es la trampa habitual sobre lo que todos los poderes funcionan y las personas también, pero es una mentira.


-Pero el vivir que es dejarse morir...


AGC-Si, es lo mismo: irse muriendo es lo contrario de la muerte.


-¿eso no es constitutivo también?


AGC-No, es lo que nos pasa; encontramos una vez ya la locución "mi muerte no me deja morirme", y esa es la forma mas inmediata y exacta de decirlo: eso nos pasa, mi muerte no me deja morirme; porque vivir e ir muriendo es lo mismo, y mi muerte, ideal, futura, no me deja; no me deja morirme porque tengo que seguir siendo el que es, y por encima de cualquier aspiración a lo bueno, a la perdición, a la vida, está la necesidad de ser uno el que es, es decir, de obedecer al ideal.


-Ese dejarse morir que es vivir no se puede desligar del presentimiento del tiempo, de la idea de Tiempo.


AGC-No, te desliga de ti mismo, te desliga del ser, de manera que se acabó, se acabó, te desliga del ser; por eso, al revés, "mi muerte no me deja morirme".


-Los humanos ya están muertos de antemano, no se mueren nunca, los que se morirían serían los perros, los animales; nosotros lo que hacemos es ya un remorirse.


AGC-En cuanto supongas cualquier cosa que tenga futuro, animal, hombre, caracol ó piedra, está esa condición; entonces ya el ideal, mi muerte siempre futura no me deja que me pase nada de verdad, que sería deshacerme.


-Si, pero ese deshacerse estaría unido con el sentimiento de fugacidad...


AGC-Si, bueno, eso ya es mucho más superficial, lejos de penetrar nos echaría para arriba.


-¿De ése ideal de la muerte futura, no forma parte también el miedo?, ó sea, ¿el miedo a la muerte no es costitutivo del ser de cada uno?  Es decir, parece que se ha presentado como que el ser está deseando la muerte, y a mí me da la impresión de que la muerte se presenta como algo a temer.


AGC-Por un lado, desde luego se presenta primariamente como una necesidad, porque sino, uno no es el que es.  Una vez presentada como necesidad, las reacciones que personalmente uno pueda tener, pues pueden ser muy distintas.


-Pero yo estoy planteando que no son distintas, sino que la muerte se presenta como algo terrible, y que el miedo a la muerte es general.


AGC-No, eso por fuerza es secundario, primero se presenta como haciéndome ser lo que soy, primero se presenta como una necesidad; antes de ser terrible, o de ser lo que sea, desde luego el anuncio sobre el que se funda la constitución de uno, de la cosa, del ser es, lo primero, una necesidad; luego, como uno está mal hecho, le pasa eso, le pasa de todo, se lo cree, lo acepta, le da un miedo que ni siquiera puede verlo; porque dentro de eso bastante vago que se llama miedo, hay una cosa que es el miedo que se tiene a las cosas reales, y una de estas, a la muerte se la toma como real; pero hay otras veces (todo el mundo alguna vez lo ha denunciado) que es un miedo tal que no se puede ni sentir, que se asoma uno al sentir verdaderamente la muerte, y  no puede, le echa para atrás; y eso es característico, porque ese miedo, este específico de la muerte sin confusiones, es un miedo a la revelación que aquí estamos tratando de revelar, a la revelación de la mentira de todo este tinglado; este es por tanto, para una persona constituida, intolerable: no le cabe, a una persona no le cabe de verdad pensar en la muerte y eso.


-Pero la cara más terrorífica de ese miedo es las ganas de morirse. El ser lo que quiere es morirse, y por eso se dice "descanse en paz", y eso lo dicen (); en realidad el que quiere morirse es el ser.


AGC-No, no.  Virginia apuntaba a la reacción contraria, que es la de...


-Pero no me puedo fiar del ser, porque se quiere morir.


AGC-Eso es un lío. Aquí estamos hablando...


-No, no es un lío-; sino, de dónde una deduce que la gente, incluso la gente más joven, más niño juegan mas a intentar morir o a ponerse en peligro, sea con la velocidad ,sea haciéndose el muerto, sea cualquier cosa, porque hay esa ambivalencia entre el miedo y el deseo de morirse.


AGC-A veces, a veces esto frente al miedo, si; pero eso son cosas de la persona.


-Pero cuanto más vivo está uno, más ganas tiene de morirse.


AGC-Hombre, esa regla, esa proporción, esa regla de tres, tampoco hay porqué ponerla así, porque eso de estar más vivo, váyase usted a saber lo que quiere decir.


-En este sentido se puede decir (no es que se puede decir, es que es así) "yo soy mi muerte" lo mismo que digo "yo soy fulano de tal", con la misma intensidad?


AGC-Cometes la misma falsedad en los dos casos; dices la misma mentira, porque  cuando usas el nombre propio, "yo soy Don Pedro", estás mintiendo, porque identificas "yo" con "Don Pedro".


-Mi muerte es algo de lo que no me puedo desprender, y además es algo; lo del miedo ahí ya sería...


AGC-No, no, no.  Son falsificaciones descaradas, porque "yo" de verdad no es nadie, porque "yo" depende de la acción, depende del acto de hablar, de manera que no puede haber nadie real, nadie costituído que sea "yo" de verdad.  Se comete a cada paso la falsificación, se identifica "yo" de verdad, que no es nadie, con mi persona, mi nombre, mi muerte (tiene razón: mi muerte),  cuando "yo" está justamente del lado contrario, del lado de lo verdadero, es decir, de lo que no se sabe.


-Yo, se me ha ocurrido un matiz respecto a eso del dejarse caer, del dejarse morir: parece como que ahí hay una cosa voluntaria; mas bien me parecía no defenderse de esa caída o de ése continuo, no defenderse, no defender la Realidad.


AGC-Pero, ¿cómo nos estás diciendo eso, como una recomendación política que nos haces?


-Como una rectificación; me parecía que eso del dejarse morir, del dejarse caer parece como...


AGC-No, aquí simplemente estamos descubriendo la mentira de las cosas, no vamos a descubrir actitudes más ó menos contrarias ....


-No, que parecería un caso ahí como una especie de necesidad de otro tipo, no se.


AGC-Si, efectivamente, si tomamos "dejar" como un verbo positivo, parece que es que eres tú el que estás haciendo lo de tu hundimiento, y no es así, evidentemente: eso es una cosa que nos pasa, nos estamos hundiendo ahora, ahora nos estamos hundiendo,  yo no tengo  que hacer nada, no tengo que molestarme, esa condición está ahí.


-Y luego, relacionado con esto, había una cosa que es el tema de la dificultad general de sentir la inutilidad del Estado y del Capital; recuerdo que no hace mucho, leyendo una entrevista de un personaje que me cae muy bien y que es muy radical, marcadamente contestatario y tal , y decía que él no negaba para nada la necesidad del Estado, y me sorprendió; me sorprendió, porque es un tipo público


AGC-Un poco desesperadillo andaría.  Desde luego, ese descaro no es frecuente, eso es verdad, afortunadamente, eso ni se molestan en decirlo, y especialmente un contestatario; se ve que le había dado vuelta y estaba muy desesperadillo, había llegado a la conclusión de que no hay nada que hacer.


-Si, pero él sigue insistiendo y sigue siendo crítico.


AGC-Ya, ya, pero por lo bajo ha llegado a la conclusión de que no hay nada que hacer; sino, es imposible pasar a eso.


-Pero se me ha ocurrido, porque ahí hay una relación, y  me da la impresión de que ahí hay un miedo, del que estábamos hablando; parece como que aquello de que se pudiera negar el Estado se refería como a aquello de que se te presenta la muerte.


AGC-O sea, un atentado contra tu ser; no contra tu vida, contra tu ser: tu estás hecho por el Estado, eres hijo del Estado, "hijos de la Patria", y todo eso; ya se sabe, lo uno va con lo otro, de manera que como no vas a tener un interés en que, por más críticas que se hagan, por más revoluciones que se lancen, de todas formas no se ataque a lo general; la necesidad del Estado ó la necesidad simplemente de la Realidad; el ser nos va en eso, y por tanto...


-He creído ver un miedo como al de la muerte, como a lo del viejo; me parece lo del viejo esactamente, vamos


AGC-Hay miedo...hay una resistencia, lo hemos dicho, hay una resistencia constante a reconocer, dar entrada a esto que nos pasa de verdad, que es que nos estamos perdiendo.


-Estábamos hablando antes en el bar unos cuantos, y veíamos como manifestaciones palpables, sencillísimas de esto de la resistencia a perderse , simplemente la manía que te entra ya a unas edades medianas de empezar a hacer reformas en la casa a todas horas, o de estar todo el día arreglando la casa, poniendo orden; simplemente está ahí; para el que lo dude que estás cayendo, simplemente con eso ya tienes la...


AGC-No hace falta proclamarlo ni decirlo, porque con toda esa serie de actos, efectivamente se ve que se está haciendo, se está siempre elaborando el ataúd, elaborando el propio ataúd; es una ocupación costante, si. En fin, no se dedica uno normalmente al ataúd propiamente dicho, pero vamos...ni siquiera tampoco necesariamente a cuidar la sepultura de los ancestros, pero eso, arreglar la casa, tratar de ordenar su vida: lo que al principio se ha dicho, ordenación dentro de un orden, la vanidad del intento de ordenar dentro de un orden.  Por debajo hay una añoranza, se echa de menos la verdad, se echa de menos lo que podría ser vivir, se echa de menos lo bueno; pero esa añoranza normalmente queda desvirtuada y convertida en actividades de éste tipo, que justamente son lo contrario, son fabricaciones del ataúd.


-Quería contar, con respecto a lo que decía ella antes: que yo realmente no creo que haya un miedo a la muerte, sino tal vez a una muerte dolorosa, y para mi es muy significativo que en el pueblo de mi padre, que precisamente está en la Costa de la Muerte, hay una procesión todas las Semanas Santas, que se remonta a la Edad Media, y que es el Rosario de la Buena Muerte, y ellos piden...textualmente es "por tu Santísima Muerte, danos Señor buena muerte"; así que a ellos una buena muerte no les importa en absoluto


AGC-Si, hay un Cristo mismo que se llama "Cristo de la buena muerte", está ya consagrado eso; pero vamos, que eso no importe nada, ella se refería a algo en cierto modo más inmediato y que tiene que ver con lo que decíamos de ésta intolerabilidad de la muerte si se llegara de verdad a pensar, a sentir; intolerabilidad para la persona, para el ser real.  No, es que salvo esos momentos, ese relámpago, que revelan lo absolutamente intolerable que es lo de la muerte para el ser, porque revelan la falsedad del tinglado, pues la mayor parte de las veces se ha transformado en miedos triviales, se la ha tomado a la muerte como algo que se sabe lo que es, ya sea por vías de medicina, y por tanto acompañada ó no de dolores y cosas por el estilo, algo de lo que se puede disponer, por lo que se puede hacer testamento, el futuro que va a venir después de terminado  mi futuro; todas estas imbecilidades, pero sangrientas y poderosas, que llenan la vida entera, con las que se está constantemente jugando.


-A mi lo que me parece inevitable es la vida.  La vida tiene un como se llame, una cierta forma, manera, de retirarse; con esto estoy diciendo la verdad.


AGC-No, eso es mentira, porque la vida ni tú ni yo sabemos lo que es, de manera que vamos a dejar de hablar de eso; de la muerte, si.


-No, perdóname, pero no me cortes.


AGC-De la vida no hablemos; la vida es la verdad, no se sabe, no se sabe.


-No he terminado; hay una retirada del sistema biológico, o como lo quieras llamar.


AGC-Ay, no, por favor, Ciencia no, venga, déjalo!


-¿Cómo que Ciencia no? ¿Religión tampoco?


AGC-Procura oír lo que se está diciendo; eso es recaer en las cosas que cuentan en los libros, "biológico" y todo eso.


-No, no, de eso nada, y usted lo sabe muy bien, maestro.


AGC-No, no, lo padezco; esas cosas las cuentan en los libros.


-Entonces me está dando la razón-


AGC-Bueno, déjalo ya.


-¿Que lo deje ya? ¿Porqué lo tengo que dejar ya ?


AGC-Porque perdemos mucho tiempo.


-Si usted me corta a la cuarta palabra, si quiere oír lo que quiera oír......pues no le vuelvo a dirigir la palabra; y he terminado.  La cuestión es el no aceptamiento, la repugnancia ante la muerte; ¿porqué?: porque es injusta, porque hemos vivido algún tiempo, algunos momentos llenos de vitalidad...


AGC-Ay, por favor, ya, por favor, ya


-Yo no digo que la muerte sea parte de la vida, pero creo que estamos planteando la muerte desde un punto de vista lógico desde que la muerte tiene que ver con el Capital, con el Estado y todo ese tipo de cosas; pero yo creo que no nos fijamos en el lado existencial de la muerte, que es brutal, y cuando se nos muere alguien cercano, o cuando salimos de ésta tertulia y abandonamos la lógica y la razón  y nos encontramos a solas con nosotros mismos, no andamos dando vueltas a la razón, nos encontramos con el miedo a la muerte, con el miedo a la nada, con el miedo a la desaparición.  Yo no veo que la muerte sea parte de la vida, la muerte es brutal.


AGC-¿Cómo la muerte va a ser brutal, si nunca está aquí?  Es lo que hemos estado diciendo respecto a la fábula: la muerte es futura, no puede ser ni brutal ni nada.  Te haces ideas... Lo siento, pero estáis haciendo retroceder la cosa en vez de ayudar a penetrar, lo siento.  Es  verdad, cuando salís de la tertulia, no solo es que caigas en el miedo a la muerte, caes en todas las supersticiones, y no se si estando dentro de la tertulia, también a veces estaremos; pero luego cuando sales efectivamente participas de lo que se vende como vida, y que es mentiras, creencias, y una de las mentiras es la muerte.


Vamos a seguir un poco, porque Angel de Frutos me pasó hace unas semanas (para que lo releyera, porque le parecía a él que tenía que ver con algo de lo que entonces se decía) el ("Dessainjaije”)   de Freud, es decir, el ensayo que toma por título eso; que es muy difícil de encontrar algo que valga en español lo mismo, pero es la sensación especialmente viva e hiriente que se suele reconocer como un "sobrecogerse"; no es simplemente un miedo en general, yo creo que "sobrecogimiento" puede corresponder en parte al término alemán, algo que le sobrecoge a uno; y Freud lo busca por sitios, hace una teoría, por supuesto, respecto a esto, hasta qué punto tiene que ver con lo tenebroso, con el misterio, con lo imprevisto e imprevisible.  El opta (pero esto lo voy a dejar de lado, no es lo que mas nos interesa para lo que ahora nos traemos entre manos) por pensar que ("Dasjainje”), (es decir, lo contrario de ("Unjainje”) es el origen, es decir, algo que en lugar de sobrecogedor diríamos que era "acogedor", "íntimo", "doméstico"; tal vez el seno materno tendría que ser el ejemplo más ilustrativo: el seno materno, que empieza por tener un tipo de "afecto" ("affect" que él dice), mas bien de "cariño" e incluso de "deseo de volver" al seno materno; pero que en cuanto es objeto de la represión, de la ("Fergrengrund”), entonces se convierte en eso.  Es la visión, el análisis que él hace sobre los orígenes de “lo sobrecogedor”, de lo (“unjainje”). La Teoría claramente falla: en primer lugar, como él inmediatamente  refiere esto al complejo de castración, es decir, el miedo de los niños varones a que no se les deje entrar a formar parte de la tropa de los hombres propiamente dichos, que el Padre no les deje.  Eso dejaría a las mujeres como si las mujeres no sufrieran el sobrecogimiento, lo cual creo que es falso; esta sensación del sobrecogimiento es igual, y por tanto habría en todo caso que encontrar una manera de explicar el origen que pudiera  ser común a los dos sexos.


Pero lo que me interesa son los ejemplos que usa en cuanto se trata (para producir esa sensación de siniestro, de malagorero, de sobrecogedor) al encuentro con coincidencias, repeticiones, improbables; por ejemplo, si en la vida corriente le sale a uno el número 62, dice él, una y otra vez, una vez en esta (), después en el hotel, después en el otro sitio; y cuando le pasa esto, la anomalía de esa repetición, y las anomalías de otras coincidencias, puede ser sin duda motivo de sobrecogimiento.  Bueno, esta es la parte que a mí me parecía que tenía que ver con lo que nos traemos ahora entre manos.  Esto se puede esplicar sencillamente porque, sin duda, sigue latiendo una sospecha de que hay un "ordenador" en la Realidad, y de ordinario, ese "ordenador" (podéis inmediatamente referirlo al Padre, para que tenga que ver con la visión Freudiana), ese "ordenador" generalmente, en la mayoría, pasa desapercibido, porque es como si se hubiera llegado a identificarlo con una "probabilidad razonable"; las cosas suceden con una "probabilidad razonable", y esto que se le podría atribuir al "ordenador", pues al mismo tiempo no lo deja aparecer directamente: se ha aceptado, es normal.  Las cosas, las coincidencias, las repeticiones suceden con una "probabilidad razonable", media; si entonces suceden cosas improbables, cuando suceden cosas improbables que le sobrecogen a uno, es porque entonces se piensa que el "ordenador" está jugando con nosotros; está jugando con nosotros en el sentido de que cambia las leyes, cambia sus propias leyes a capricho, y entonces esto evidentemente es intolerable, y esto es lo que hace aparecer de una manera siniestra la cara del Padre, del "ordenador". !Que esté jugando con nosotros, que estamos sometidos, que hemos aceptado esta probabilidad razonable como la Ley, como la Ley que nos imponía, y que ahora resulta que El esté jugando con sus leyes y cambiando sus leyes a capricho, y por tanto sometiéndonos a nosotros a este juego, esto es algo intolerable, y efectivamente, esto puede esplicar en buena medida lo que pasa con eso de lo sobrecogedor, y al mismo tiempo nos sirve a nosotros, yo creo. 


Efectivamente, no nos libramos tan fácilmente, ó no nos libramos nunca, de la Fe en un cierto orden, en una cierta ordenación; por eso es por lo que al principio presentaba hoy la cosa del vano intento de ordenar bien dentro del Orden establecido, no olvidándonos del todo de que hay algo, hay alguna ordenación de ese tipo, y entonces, si la improbabilidad de sucesos, lo inesperado, nos altera ese cálculo, esa sumisión a lo razonable, pues nos encontramos mal, incómodos; incluso recurrimos entonces a procedimientos para controlar también lo incontrolado, es decir, por un lado a los procedimientos de la magia para dominar lo tenebroso, dominar lo siniestro, lo sobrecogedor, en el sentido de que se establezca un orden dentro del cuál también eso esté incluido, también la Mágica ó la Mística permita dar eso por incluido; o bien, de otra manera, en el desarrollo de las teorías acerca del mundo, tratando de encontrar maneras que mejoren la previa idea de la ordenación, encontrando una ordenación mejor, una teoría mejor que incluya las anomalías, lo que eran anomalías respecto a la ordenación en que se creía anteriormente. 


Esto es lo que me llevaría a ver lo que con esto tiene algunas de las lecturas de Físicos o Filósofos de la Ciencia que me han venido también, de manos de Caramés, como siempre; lo que pasa es que para eso me temo que hoy se nos va a hacer tarde, de manera que quede anunciado.  De aquí (no olvidéis  () estos saltos desde las cuestiones aparentemente siquicas ó sicoanalíticas a las Físicas), de aquí tenemos que pasar a un par de artículos que he encontrado interesantes, respecto a las últimas propuestas ó intentos de descubrir UNA Teoría Total respecto a, aquí decimos "La Realidad", pero es respecto al Mundo ó incluso a Natura; y también algunos desengaños útiles que he encontrado en ese par de escritos por parte de los propios que se meten en este intento de encontrar el Modelo Teórico Unico y Valedero que en principio abarque, sobre todo, a los que desde hace muchos años venían contando como modelos por escelencia, que eran el de la Relatividad Generalizada y el de la Teoría Cuántica de Campos ó Teoría de la Cuántica en General; a los cuáles se trata de casar, porque evidentemente se ha seguido viendo hace ya un siglo que no casaban, desde hace ya casi un siglo que no casaban bien el úno con el otro.  Este intento por un lado, y por el otro el desengaño que en medio del intento se produce.  Uno de los artículos que estoy recordando ahora trata de compaginar muy doctamente, muy largamente, esos dos modelos el uno con el otro; el otro habla de la "String Theory", la teoría de las cuerdecitas, que es también el último intento, pero que la teoría de cuerdecitas, que trata de superar  ó incorporar la Cuántica y la Relatividad, lleva ya treinta años debatiéndose, por tanto también en el propio crecimiento de la teoría de cuerdecitas ha lugar a encontrarse vislumbres del desengaño que aquí nos importa, vislumbres del desengaño respecto a eso de encontrar una ordenación mejor, un conocimiento más verdadero respetando la Realidad, dentro de la Realidad.


Era yo creo en ese sentido como me venían ahora a las mientes, después de las alusiones a lo de Freud, estas cosas, y por tanto, si no nos pasa nada, si el Señor nos deja, dentro de siete días le seguimos dando vueltas a estas cositas