25.08.2014

Tertulia Política número 72 (9 de Mayo de 2007)

Agustín García Calvo

Ateneo de Madrid


 

  • “Todas las cosas”/”todos los números”.(Uso de implementos de la lengua).
  • De la manera de negar las totalidades (de cosas y de Entes Ideales).
  • Introducción al descubrimiento de los mecanismos de la Gramática.  
  • La lengua volviéndose contra el desarrollo de lógicas al servicio de la Ciencia que enrevesan y confunden la lengua corriente.

 

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TRANSCRIPCIÓN:

 

 

Estábamos, como recordáis los que estabais, tratando de usar para esta guerra interminable contra la Realidad, (por tanto contra el Poder, por tanto contra uno mismo), tratando de usar implementos que aparecen incluso en la lengua corriente, en la lengua hablada, como “todo”, “todos”, “ninguno”, “ningunos”, “nadie”, “nada”.  Y tratando de ver un poco cómo se comportan, más tarde estoy pensando que podemos volver sobre la lengua y contradicción de la lengua corriente, esta que aquí tratamos de hablar, o más bien, según lo que tantas veces hemos dicho, dejar que hable a través de  nosotros su contradicción con los desarrollos de la lengua escrita, de la Cultura. 


Pero por lo pronto vamos a centrarnos en esto.   Están en cualquier lengua, en este idioma por ejemplo, estos términos, este tipo de cuantificadores que son “todo”, al que hemos ligado con los números cardinales, naturales, y con “uno” por tanto.  Están estos, y están por otra parte los cuantificadores indefinidos, como en esta lengua, no en todas, el uso del plural, con “s”, y de ahí que, para encontrarlos juntos en “todos”, teníamos que pensar que de todas maneras “todos” no puede ser el plural de “todo”, por razones evidentes que están en la contraposición entre esas dos formas de cuantificación para el plural indefinido, o en las que le acompañan, índices más explícitos como “alguno”, “algunos”, “mucho”, “poco”, etc., y que se contraponen así a estos plurales que pretenden ser “definidos” y “definidores”, como “todo” o “nada”. 


Conviene que  nos fijemos un momento, y os voy a preguntar qué es lo que sentís acerca de esto, porque es importante sentir acerca de las cuestiones lógicas y matemáticas.  Si apartamos el sentimiento de la lógica, estamos cayendo en la trampa en la que habitualmente se cae, contraponiendo, haciendo que contrapongáis, corazón y razón.  Por tanto, esto: sentimiento con lógica.   Os pregunto pues sobre la diferencia que encontráis en que se pueda o no se pueda decir “todos” de cosas, como “todos los caballos” y que se pueda decir “todos” de los números mismos, como en “todos los números”.  Es una manera así un poco brutal de entrar en la cuestión, pero por eso la empleo: ¿Qué razón encontráis para que se pueda o no se pueda decir “todos los caballos”, “todas las cosas”?, y ¿cuál para que se pueda o no se pueda decir “todos los números”?  Ese es el pequeño problema, en el que quiero que meditéis lo primero. Prepararos los casos, pensad si podéis sentir lo mismo de lo uno y de lo otro, y dejaos hablar respecto a la cuestión. 


¿La situación es la misma en “todos los caballos” que “en todos los números”?, ¿es distinta? ¿Porqué?  ¿Se puede decir (en eso está implicado, aunque no se diga, una cuestión de verdad o falsedad) se puede decir o no se puede decir “todos los caballos”, y de la misma manera, se puede o  no se puede decir “todos los números”?   Es eso a lo que os estoy esperando ya, de manera que adelante. 


-“Todos los caballos” no se puede decir, me parece a mí, porque “caballos” va habiendo tantos cuantos van entrando en la Realidad, y a formar parte de la Realidad, y entonces no hay una totalidad de caballos.  Y en cuanto a los números......


AGC -Antes de que pases: si te dicen “todos los caballos del pueblo”, o “todos los caballos de estas cuadras”.  ¿Eso te convence ya?


-Ahí me convence más, si


AGC -¿Más, o cómo?


-Es lo mismo, está igual de mal dicho.


AGC -Porque es normalmente como se dice.  Nadie pretende de ordinario, salvo casos de locura estremos, hablar de “todos los caballos del Universo Mundo”, sino que los refieren a cercados más o menos precisos, a cuadras.


-Si, lo que pasa es que ahí “todos” no me parece que tenga un significado de “total”.  Es decir, “estos caballos que hay aquí cerrados” se puede decir también cuando dices “todos los que tengo en la finca”.


AGC -En esos casos, ¿qué pasa?


-Que están contados.


AGC -Están contados, si, sin duda, “todos” es del mismo orden que los números. ¿Y entonces?


-Cada uno de los caballos tiene que cumplir en una definición cerrada la idea de “caballo”.


AGC -Si, parece que lo primero para decir “todos”,  para tenerlos contados, la condición primera es que cada uno de ellos sea “caballo”, y eso....


-Que tienen que ser iguales.


AGC -Todos tienen que ser “caballo”.   


-Que es muy problemático eso de ser caballo.


AGC -Que es muy problemático, o peor todavía.  Vamos.


-Que hay que saber lo que es para contarlo.


AGC -Si.  Lo uno va con lo otro.  Es el mecanismo al que tantas veces hemos acudido como costructor de la Realidad, costructor de las cosas: la colaboración de “idea” de la cosa, que quiere decir “significado de la palabra del idioma en que se esté hablando, porque la lengua común no tiene vocabulario semántico.  Esa es la condición. “idea”, que tiene que colaborar con “cuantificación”. Es lo que entre los viejos lógicos se decía “la comprensión o intensión” y “la extensión” del concepto.  Esta jerga nos la hemos cargado hace tiempo, pero conviene recordar que algo apuntaba por ahí: las cosas se costruyen, se costituyen, así, por la colaboración de lo uno con lo otro: la idea de la cosa, o significado de la palabra en un idioma, y “cuantificación” de un tipo o de otro, sin que olvidéis que en español mismo hemos distinguido ya entre una cuantificación indefinida, como la del plural, de una cuantificación definida, como la de “cinco”, “todo”, “ninguno”.  Entonces, ¿es problemático que se pueda decir “todos los caballos de un cercado”?


-Estamos utilizando un idioma, estamos costruyendo una Realidad.  Pero no es sólo un idioma lo que estamos utilizando, estamos utilizando también un contesto, una situación, una elispsis, algo que se da por sobreentendido. Cuando decimos “todos los caballos” normalmente nos referimos a los de este prado, a los de esta cuadra...


AGC -No, no, es que además lo puede hacer esplícito, ya lo hemos hecho esplícito: “los de esta cuadra”.


-Pero lo que costruye la Realidad no solamente son los significados del habla, sino el contesto...


AGC -Eso ya está hecho esplícito; para que no haya ese problema, ya está hecho esplícito el contesto: “esta cuadra”, o “la cuadra de fulano de tal”.


-Se da entonces por supuesto también en el contesto que están mal contados.  Luego cuando se dice “todos” te vuelven a salir los siete que ya salieron la otra vez que se contaron.


AGC -Si. ¿Qué más?


-De entrada, “todo” y “todos” en principio puede ser opuesto, porque si es “todo”, pues ya incluye “todo”.   Ahora, decir “todos”, en plural, parece un poco contradictorio con el “todo” primero.


AGC -Si, ya decíamos que “todos” no puede propiamente ser el plural de “todo”. Pero ya esa observación la hemos dejado atrás.  Ahora estamos tratando de comparar la situación de decir “todos los caballos del cercado de fulano”, y decir “todos los números”.


-Los caballos se pueden cuantificar, y en cambio los números no.


AGC -¿Los números no se puede y los caballos sí?


-En una primera aproximación.  Luego ya sé que te vas a cargar todo, pero en fin.


AGC -No, no, no, estábamos con lo primero: ya has oído que era problemático....


-Que la definición de “caballo”, para uno, no puede realizarse hasta que están contados todos tampoco.


AGC -Es por lo menos problemático que “cada caballo” sea “caballo”.  Mercedes dice ahora que la decisión de que sean todos “caballo”, precisamente se obtiene cuando se ha dicho “todos”, o cuando se ha dicho “cinco”, porque lo uno va con lo otro.   Si se les puede contar o decir “todos”, es que cada uno de ellos es “caballo”, pero sinó.....Sino, como se pretende...Porque esa es la situación originaria: se pretende que gracias a que cada uno es “caballo”, se les puede decir “todos”.  Lo que has dicho sería lo contrario: “no se puede decir que cada uno sea “caballo” hasta que se les haya contado y se haya dicho “todos” “.


-Tanto “todo” como los números son cuantificadores, y los cuantificadores están para contar cosas como los caballos.   Entonces, cuando se aplica la cuantificación a los propios cuantificadores, eso es dar un salto.  Por eso es una cosa muy distinta decir “todos los números” a decir “todos los caballos”.


AGC -Parece, parece.  ¿Pero qué hacemos con los caballos en primer lugar?, ¿Qué hacemos con el problema que nos han planteado?


-Hay que definirlos, hay que dar una definición de qué es “caballo”.


AGC - Si. ¿Y eso?


-Para no contar a los potros, a las yeguas.


AGC -¿Y esa operación de definir lo que es “caballo”?


-Porque en definitiva nunca se puede dar una definición perfecta de lo que es una cosa, siempre queda abierta.  Tú nos has dicho siempre que en el vocabulario las palabras nunca están definidas, cerradas, de una manera cerrada.


AGC -Si, un diccionario pretende que sí, que puede definir “caballo”, pero todo el mundo, en cuanto le eche una ojeada, se va a dar cuenta de que es en falso.


-Lo que se pretende es que sea algo real primero, o sea convertirlo en real; a través de un significado, pasarlo a la Realidad. 


AGC -Pero ese significado al parecer tendría en rigor que esigir una definición de la cosa, y parece ser que eso no marcha; lo que ellas han dicho bastante claramente.


-Se podría enmarcar la identidad del caballo, se podría decir “todo caballo tiene pezuñas, tiene cuatro patas, etc, etc.”.  Y al hablar en el plural sería cuando se refiriera uno, supuesto que ya la identidad ha sido planteada, y todo el mundo ha quedado de acuerdo.....


AGC -Planteada, pero con fracaso, porque “las cuatro patas, pezuñas, (o mejor dicho “casco”), “etc., etc.”, el etcétera etcétera  no es un etcétera etcétera que pueda aspirar a terminar nunca, es un etcétera que te deja abierto: nunca acabarás de definir “caballo”.


-Pero últimamente hemos tenido una cosa que ha salido en todos los papeles, que era el Presidente electo de Francia, que ha dicho que él luchará por la identidad de Francia.  Entonces, esto ya es más difícil.


AGC -“Francia” no es ni el caso de los caballos ni el caso de los números: nos lanza a otra región, que es la de los nombres propios.  De manera que hay una conexión, pero como ya recordáis muchos de vosotros, los nombres propios en cierto modo están fuera de este campo de la lengua y de la lógica.  Es, como todo lo demás, una trampa, y en ese caso puedes decir lo que quieras, pero es distinta, es una trampa distinta.


-Creo que es muy distinto lo que hablemos de una lengua o de un idioma que que hablemos de lógica.   En el idioma, el contesto sobreentendido es el que está funcionando, y eso no se refiere a verbal ni a....


AGC -A ver eso, que no lo entiendo.


-Si unos tratantes de ganado están hablando  y dicen “los caballos”, pues no tienen que definir lo que es un caballo, se sobreentiende que esa definición la tienen asumida ya, y eso lleva a error.


AGC -Pero es que en ese momento los tratantes no están haciendo política del pueblo, como aquí. Es decir, que para su trato les viene bien (es decir, les viene lo bastante bien), de manera que esta es la condición que en general reina, desde los tratantes de ganado hasta las teorías físicas: “lo bastante”; se cumple lo bastante para que funcione, para que marche. Pero aquí, que estamos desmontando la Realidad, ese “bastante” para los negocios, ese “bastante” para las teorías, no nos sirve de mucho.


-Ya, pero sabemos que () del dilema, y que no es lo que trata.


AGC -Bueno, es lógica en el sentido de que cualquier forma de mentira es una operación lógica.   De forma que si eso es mentira, no podéis decir que no sea lógica; esta mentira, impuesta por la práctica, y que desde luego tiene éxito, da resultados para ir tirando, para que los negocios se cumplan y lo demás, pero nada más.


-Pero Agustín, dejando de lado la definición de “caballo”, que los caballos son reales, y parece que la frase implica “todos los caballos” como decías del pueblo que hay, la cuadra, que existen, mientras que los números son entes Ideales, todos los números, ¿qué todos los números? Parece que la frase queda coja,” todos los números que hay” no se puede decir, puedes decir “todos los números de una cuenta”


AGC -Volveremos sobre esto, pero se puede preguntar “todos los números de nueve a diecisiete”, acudiendo a los ordinales. Pero bueno, antes de decidir qué pasa con “todos los números”, hay que saber qué pasa con “todas las cosas”, con “todos los caballos”.


-Pues que son reales, los caballos.


AGC -Son reales precisamente gracias a......


-A que se les cuenta.


AGC -A que cada uno es lo que es, y en consecuencia se cuenta, o viceversa: se cuenta, y en consecuencia cada uno es el que es.


-Pues yo creo que precisamente ahí está la contradicción: entre que cada uno es lo que es, entonces no puede entrar en el grupo de “todos”.  Si cada uno es distinto, o es el que es, se está separando de ese otro que tiene al lado.


AGC -Bueno, decir que “es el que es”, es ya casi como dotarlo de un nombre propio.  Hemos dicho “es lo que es” queriendo aludir precisamente al significado de la palabra “caballo”: “cada uno, es lo que es”, queriendo decir “cada uno de ellos es “caballo””, que es lo que ya nos han recordado por aquí que implica una falsedad.  Porque, como por otros caminos hemos descubierto, las cosas no son lo que son.  Y eso de “ser lo que es”, eso de que “lo que es, sea lo que es”, es justamente de la trama de lo que estamos estudiando como “Ideales”, que se imponen sobre las cosas, y que las rigen, aunque ellos no sean cosas.


-El que se pueda usar “todos los números” dependerá también de lo que se vaya a predicar: podemos decir “todos los números son cuantificadores”, y estaría bien dicho.


AGC -Podría ser.  Si.  Me resultan más difíciles los caballos que los números, pero lo que yo quería que se viera es esta diferencia de la situación claramente.


-A mi personalmente, “todos los caballos” me parece más contradictorio que “todos los números”, porque cuando pienso en “todos los números” puedo pensar casi en el infinito, que está más cerca del “todo”, mientras que ........


AGC -Suspenso.  Suspenso en este momento. Suspenso total.  “Infinito”, es decir, “sinfín”, es justamente lo contrario de “todo”, no hay el menor casamiento posible.  De esto ya hemos hablado ya muchas veces, espero que nadie se engañe ya por ese camino: decir “sinfín” implica cargarse cualquier forma de “todo”: de “totalidad”, de “todo”, de “nada”, y de numeración con números naturales, y de “uno”.


-La mayor diferencia es que yo tengo un caballo, y puedo montar en él, y en el número uno no puedo montar.


AGC -Depende de quién seas “tú”.  Tú, con alguna parte de tu alma yo creo que puedes muy bien montar sobre el número “cinco”, y tan fácil o imposiblemente como puedas montar sobre un caballo creyéndote que eres tú el que montas y que el caballo es el que es.


-Lo que se trata, por lo poco que he pillao, es ver la diferencia entre “caballos” y “números”.


AGC -La diferencia de comportamiento con respecto a la aplicación de algo como “todos”.


-Ningún caballo es enteramente “caballo”, mientras que un número sí es enteramente “número”.  En la medida en que ningún caballo es enteramente “caballo”, no se puede decir “todos los caballos”.


AGC -Esa es la imposibilidad de lo primero.  Siempre que se hace eso, se hace para (ir tirando; la cosa tiene éxito, y ya veis, nada más en la feria. Está claro que es mentira: las cosas  no son lo que son, un caballo nunca es “caballo”, y este es un tipo de engaño del que tenemos que librarnos de una manera muy elemental: una cosa es que la convención, la mentira, funcione para la feria, y también para la teoría científica o filosófica, y otra cosa es que sea verdad.  Y no es verdad.  No es verdad, y cualquiera puede sentir, al mismo tiempo que pensar, que las cosas no son lo que son.  De manera que “todos los caballos”, o incluso “todos los caballos de la finca de fulano”, es un convenio: mentiroso, necesario si queréis para ir tirando, pero sin más. 


Bueno, entonces vamos a ver ya lo que pasa con “todos los números”, o incluso “todos los números de nueve a diecisiete”, si es lo mismo o no es lo mismo.  Ya ha habido algunas manifestaciones a este respecto.


Las cosas de la Realidad no se pueden definir, una definición es interminable; es lo que hemos estado viendo respecto a los caballos: no se pueden definir, y esto es una consecuencia del descubrimiento que todos estos meses nos está guiando en esta guerra: el descubrimiento de que las cosas no son “todas”.


Los Entes Ideales se establecen por definición, de manera que parece que ahí por eso mismo el caso es distinto.  Entes Ideales, como por ejemplo los de una Geometría elemental: supongamos que “triángulo”, lejos de ser una cosa, es un Ente establecido por definición.  Es un Ente que está establecido por definición, de manera que no parece que haya la misma objeción para que se cuenten triángulos, que haya alguna para que se pueda decir en absoluto “todos los triángulos”.  Es un problema distinto.  Pero “triángulo” está obtenido por definición, lo que no nos pasa a ninguno de nosotros las cosas.  Ninguno de nosotros las cosas está establecido por definición; aunque se lo quieran hacer creer, ninguno es quien es, las cosas no son lo que son.


El triángulo puede ser que sí, se obtiene por una definición lo bastante cerrada: por ejemplo, puede bastar con que se haya definido “recta”, con que se haya establecido que hay rectas, distintas, que por tanto inevitablemente una recta tiene que cruzarse con otra, y que si esto pasa una vez más, y una tercera se cruza con una de ellas, tiene que cruzarse con las dos, y ya está.  No es la vía más ortodoxa para una definición de “triángulo”, pero cualquiera puede servir, y entonces ya no hay problema: incluso pueden así definirse toda la familia, triángulos rectángulos, triángulos isósceles, todos bien establecidos, y se puede decir de ellos que son “cinco”, que hay “cinco”.  Pero ¿”dónde” hay “cinco triángulos”?  La definición obliga a que todos los triángulos sean el mismo, y eso inflingiría otra dificultad para que sean “cinco” o sean “todos” en algún sitio. 


Y esto con Entes Ideales bastante domésticos, como son los de una Geometría elemental.  De todas maneras, parece que cuando se le aplica el plural de las lenguas naturales, se está mintiendo: “triángulos” propiamente no puede haber, puesto que por la definición se está asegurando de que todos sean el mismo. Y ya clasificados “rectángulos”, “isósceles”, la cosa se aplica a “rectángulo”, se aplica a “isósceles”, o lo que sea.  Pero “triángulos” no puede haber, se les ha hecho “reales” al ponerles el plural. Es decir, se les ha confundido con las pinturas de triángulos que puedan andar por ahí, lo cuál no era lo que se había definido; no era eso lo que se había definido.  Con el simple uso del plural estamos en mal camino. 


Pero la cosa no es la misma para los números, es decir, para los propios cuantificadores definidos. Porque paralelamente, eso esigiría que los números estuvieran definidos.  Y si se trata de los números en general, no puede haber ninguna definición que dé de sí mas que eso: que todos ellos son “número”, números de los reales.  Y si se trata de un número como “cinco”, ninguna definición cabe: “cinco” no hay quien lo defina.  De manera que entonces, aunque se introduzca en el caso de los triángulos, o en el de los números, una especie de “obligación por definición” de ser el que es, ya veis que los problemas aparecen de otra manera. Como esto a lo mejor no se ha seguido bien, o se os han ocurrido entretanto cosas, os dejo otro rato la voz para que veamos qué hay con esto.


-Dices que los números son definidos, pero que en cuanto...que un número.....No.  Que por ejemplo “cinco” tiene que ser definido, pero que por ser número...


AGC -No. Digo que si les aplicáramos lo que para “triángulo” hemos visto, resultaría que los números tendrían que estar también establecidos por definición, caso que, en el supuesto de una Geometría como la que os he presentado, se cumple para el triángulo y demás, pero que los números (es decir, los naturales) estén establecidos por definición, ya veis que no es el mismo caso, supongo que cualquiera lo siente.


-Parece que en el caso del triángulo sí se puede decir que el triángulo rectángulo por ejemplo no es el mismo que el triángulo que tenga.....es que hay distintos triángulos.


AGC -Hay clases de triángulos, y a cada una de ellas, como he dicho, se les aplica el mismo criterio: están establecidas por definición.


-Pero parece que “cinco” sólo puede haber uno, y si sólo puede haber uno, ¿cómo se lo va a definir?


AGC -Si, eso es una manera de aludir a lo que acabo de deciros: no puede aplicarse el esquema que para “triángulo”, no puede decirse que estén establecidos por definición.


-Entonces cabe pensar que cada número natural es la reiteración de lo mismo una serie de veces, lo que le da su sentido.  O sea,¿ el uno, reiterado cinco veces, es el cinco, o el “cinco” tiene alguna otra definición?


AGC -Ah, que tú quieres definir por ordinales o por suma, quieres hacer pasar eso como definición.   Desde luego, si un diccionario se empeña en meter en su repertorio palabras como “cinco”, no le queda otro remedio que intentar eso.  Pero parece que eso es un recurso poco satisfactorio como definición, porque entre otras cosas, además eso nos llevaría a “uno” para que se viera ese tosco procedimiento para definir “cinco” por suma.  Y desde luego, “uno”, ya parece que no hay quien lo defina, como tampoco “todo”: pertenece a los Entes Ideales.   (Siempre se han hecho intentos). Ya veis que en la teoría de conjuntos, “uno” se define una vez se ha establecido el conjunto vacío.  Pero eso son trucos en los que tal vez no conviene entretenernos mucho ahora.


Pues el caso es distinto, se ofrece a muchas dudas, pero ahí lo dejo, porque ahora quiero, sobre ahí, pasar al juego de la negación, ya que como tantas veces hemos dicho, “no” es lo sólo que dice el pueblo que no existe, y en ese sentido es el corazón mismo de una lógica, de la lengua común.  De manera que hay que ver cómo a lo largo de esta conversación que hemos traído se les dice más o menos decididamente “no” a las totalidades de cosas, a las totalidades de Entes Ideales o de números, de qué manera se les dice “no”.  Porque se puede decir “no” a lo uno o a lo otro: se puede decir “no” a las cosas, se puede decir “no” a los triángulos, los números, y en general, a “todo”, “uno”, y los Entes Ideales.


Y la operación de “no” parece que tiene que ser distinta en un caso y en otro.  Os recuerdo en política rastrera que aquí estamos luchando para descubrir la intervención de los Ideales en el mantenimiento del engaño en el cual, no voy a decir “vivimos”, sino “existimos”: el engaño “en el que” y “con el que” existimos.  No olvidéis que “todo” está inmediatamente relacionado con la política más rastrera.  Y decir “no” a las cosas, o decir “no” a los Ideales, parece que son operaciones distintas, que tienen que hacerse de distinto modo.  ¿Qué se os ocurre con respecto a esa diferencia?   ¿Qué pasa cuando se dice “no” a las cosas?, ¿qué pasa cuando se dice “no” a los Ideales, a “todo”, “nada”, a “los números”, a “uno”? ¿cómo queda la relación?


-Parece que son dos negaciones distintas.  Como no digas()


AGC -A ver, a ver.


-O “las cosas no son todas, que son distintas”


AGC -Esacto, muy bien. Se puede glosar de esa manera que lo ha hecho Ana:  decir “no” a las cosas, ¿qué es?:  es lo que en esta política que pretende ser de abajo estamos haciendo cada día: ¿qué es decir “no” a las cosas?: es decir....repite.


-Que no son todas. 


AGC -Más todavía a fondo, utilizando como (Ideal el Ser......)


-No son las mismas.


AGC -“Que no son las que son”.  Cuando se dice “no” a las cosas, el “no” tiene que operar de esa manera, en el sentido de descubrir la mentira, como antes veíamos para los caballos, decir “que no es lo que es”, esta o la otra, “que no son los que son”, en general, “que las cosas no son las que son”.  Así es como atacamos a la Realidad.  Es lo que estamos aquí descubriendo cada día, y pensando que esta es la Guerra de verdad que se puede llevar contra el Poder, fundador y detentador de la Realidad.  “No al Ser”, por decirlo a lo Filósofo, es decir, al Ser pretendidamente metido en la Realidad: “no sois las que sois, aunque os lo hayan dicho”, eso es lo que le decimos a las cosas.  Y a nosotros mismos, claro, que no somos mas que un caso de cosas como cualquier otra, y no tenemos motivo para quedarnos aparte: “no somos los que somos, aunque nos lo hayan dicho”, “no sois las que sois, aunque os lo cuenten”.   “Aunque os lo cuenten” en cada idioma particular, sustentando una Realidad particular.  Pero esa es la manera en que se sustenta la Realidad: en forma de realidades idiomáticas, de realidades de cada tribu, dependientes de su Idioma.


-O sea, que al soldado ese que le pregunta a Cristo, y le dice “yo soy el que soy”, la respuesta hubiera sido “no, tú no eres el que eres”.


AGC -No, ese es Jehová, en el Exodo, el que inventó el truco ese de decir “Soy el que soy”.  Es decir, empezando a formular descaradamente esta pretensión a la que aquí le estamos diciendo “no”, haciendo “no”: “soy el que soy”.  Naturalmente, a Dios se le puede hacer eso en la medida que a su vez pretende ser real, porque sino a lo mejor nos pasábamos al otro bando y teníamos que tratarlo como si fueran los números, o “todo”.  Pero como pretende ser real, entonces ya se le puede decir: “no puede ser, yo no soy el que soy”. Así es como se dice “no” a las cosas.  ¿Pero cómo se les dice a los Entes Ideales, repito? A “todo”, a “números”....


-Tendría que ser así: no digas “todo”, o no digas “nada”,


AGC -No, no, es más que eso.


-No se puede decir que hay “todo”, porque no lo hay.


AGC -“No hay”, esa es la forma que corresponde a este otro caso : “no hay”.    Es muy importante que estos implementos, que al fin y al cabo son de la lengua vulgar, aunque después hayan sufrido tantos manejos por parte de la lógica y la Ciencia, estén ahí para aclararnos esto: a las cosas se les dice “no son las que son”; a los Ideales, como “todo”, como “nada”, como “uno”, se les dice “no hay” tal cosa, “no hay “todo”, “no hay “nada”, esos son meramente Ideales en el sentido preciso en que venimos utilizando el término.  Es decir, que estando presentes, incluso a través de los idiomas particulares, con términos como “todo”, “nada”, y demás, no son reales, no son cosas, pero están dirigiendo, actuando sobre las cosas, y sirviendo para sostener su mentira, su falsedad. Si.


-Te estás refiriendo a “todo” como Ideales. ¿Pero no sería también ideal decir “el caballo”?    ¿También es un Ideal, no?


AGC -Si, lo mismo.  Son los Ideales más elementales, ya lo hemos dicho: las ideas.  Que no hay inconveniente en que aparte de ser elementales son idiomáticos, porque la lengua común no tiene vocabulario semántico, pero con respecto a cada idioma, efectivamente “el caballo” es un Ideal.  Y a eso se le dice “no hay”.    A un caballo cualquiera se le dice: “no te engañes, tú no eres “caballo”.  Pero a “caballo” entre comillas simples, a idea de “caballo”, a ese se le dice “no hay de ti, nada de eso”.  A cualesquiera de estos Entes que llamamos Ideales, que no existen, pero que sirven a la esistencia, la condicionan y la...


-Yo no veo bien la diferencia entre las dos negaciones. Entre lo que atañe estrictamente a la negación en las dos frases no veo bien la diferencia, porque parece que la operación es en los dos casos la misma de negar una afirmación precedente; “las cosas son lo que son” o “hay todo”.          


AGC -Si. El “no” es el mismo siempre que actúa.  Lo que pasa es que es la manera de actuar la que queda yo creo que muy bien representada por estos implementos de nuestra lengua, que son “es” (queriendo decir “es el que es”) y “hay”.  La forma de la operación, la forma de la incidencia: no es que sea el objeto del “no”, porque ni “es” ni “hay” pueden ser objeto de nada, pero son la forma de la incidencia de la negación sobre según qué: sobre las cosas (“no son lo que son”), o sobre cualquier Ideal: “no lo hay, no es lo que es”.  Estas () negación, y de ahí yo creo que es bastante fácil pasar a una (segunda acción), que es lo que resulta cuando se da una operación y la otra, adonde se va, adonde sigue el pensamiento yendo, cuando se ha dicho a las cosas “no son lo que son”, y cuando se ha dicho a los Ideales “no lo hay”.   Es bastante fácil.


-Pero decir que “no” a las cosas, o atacarlas de verdad, ¿sería atacar el Ideal que las rige?, Porque decir que no al caballo, pues no tendría sentido, a lo mejor entonces “caballo” se haría “oso”, y pensaría que con eso se habría salido de la trampa, pero el que se ataca es el propio Ideal que está detrás y que rige.   O sea, puede agotarse muy rápido el ataque a la cosa si no se ve el Ideal que está rigiendo detrás, no?


AGC -¿Entonces serían el mismo ataque en los dos casos?  No creo.  Decir a las cosas “no sois las que sois, aunque os lo cuenten”, es distinto de decir a los Ideales “no lo hay, no hay nada de eso”.   ¿Qué se hace cuando a los caballos se les dice que no son caballos de verdad, cuando a los Gobiernos se les dice que no son Gobiernos de verdad, cuando a las personas, a cada una y en general se les dice que no son personas de verdad, y cuando se les dice en general que no son lo que son?


-Se está reforzando el Ideal, se está pidiendo que sea un Gobierno como tiene que ser, que sea un caballo como tiene que ser.


AGC -Pues si señor, esa es una de las vías contra las que deseaba preveniros, porque la equivocación no es que pueda darse: es que efectivamente, como resultado de la equivocación pasa la mayor parte de las desgracias de todo lo que sucede .  La equivocación consiste entonces en que si los caballos no son caballos, pues hay que hacer que lo sean, vamos a hacer que lo sean.  Esto quiere decir “recaer” en el Ideal. Pero esto no es mas que una vía, nada necesaria por fortuna, de la que podemos librarnos muy fácilmente.  Porque la otra vía, que es la que aquí llevamos ya mucho tiempo siguiendo, es el descubrimiento de que las cosas no son todas, y por tanto cada una no puede ser una, sin más.  Sin pasar a ningún Ideal, sino quedándonos con el descubrimiento.


Hay mucha gente, y sobre todo los que mandan, que no se quedan nunca satisfechos con el descubrimiento, que tienen que dar el otro paso, sacar una conclusión que les parece, como ellos dicen, “positiva”.  Pero es bastante fácil librarse de ese engaño, quedarse con el descubrimiento (las cosas no son lo que son, las cosas no son todas, cada una no es cada una, cada uno de nosotros no es el que es), y quedarnos con el descubrimiento sin necesidad de pasar a ninguna otra forma de Ideal.


-Tampoco es tan fácil. Yo lo que veo es que es lo que ocurre costantemente, que se funda, no ya un partido que quiera tomar el Poder, o una Revolución que quiera destruir y tal, sino que se funda cualquier colectivillo del tres al cuarto que quiere descubrir nosequé mentira, y al poco rato ya se han matado, ya se han condenado.


AGC -Si, si, sucede costantemente.  No tanto en la vida corriente, donde muchas veces pues basta con que los engaños sirvan para el trato, para ganarse el pan de cada día y para ir tirando, pero en la medida en que van subiendo en la pirámide, eso cada vez domina más.  Sin Ideal no hay ni Política, ni Religión, ni Filosofía, que se pueda imponer sobre eso.


-Decir que “los caballos” no son “los caballos”, no es lo mismo que decir que el Ideal “caballo” no se da, no lo hay? ¿No funcionan  las dos cosas juntas?


AGC -Están muy conexos entre sí, no cabe duda, pero la operación es distinta, porque el punto de ataque, el objeto de ataque, es distinto.   Tú puedes atacar a las cosas, atacar a la Realidad: decir que el “no” se dirige a la Realidad tiene sentido, y tiene un sentido distinto decir que el “no” se dirige a los Ideales. Y sino, pasemos a ese segundo brazo: ¿qué es lo que pasa cuando a lo que se dice “no” es a los Ideales, cuando se dice “no” a “todo”, “no” a “nada”, “no” al “ser lo que es”?


-Es que se me está viniendo a la cabeza un recurso que parece que utiliza el Poder, el poner como unos monigotes para que se les ataque a ellos en vez de atacar algo que es más de verdad lo que está haciendo daño. Y que parece que tiene que ver con eso de las cosas y de los Ideales.  Pues te ponen a un Presidente muy feo y muy malo para que todo el mundo se ponga en contra de él, en vez de.......


AGC -Bueno, o puede ser muy guapo también.  Eso tenemos que aclararnos, ya para otro día.  En esto intervienen otra vez los Nombres Propios: lo que juega en esa trampa no son ya propiamente cosas, son los Nombres Propios, los nombres propios personales y locales, (“Francia”, o “el Señor Fulano de Tal”), los que juegan.   Vamos antes yo creo a seguirnos limitando a la Realidad propiamente dicha, que no es la de los Nombres Propios, sino esta de las cosas, personas incluidas, que estamos analizando.  ¿Qué es lo que pasa (estaba preguntando) cuando a lo que se dice “no” es a los Ideales, a lo que se dice “no lo hay”?.


-Que estaba pensando que cuando por casualidad descubrimos que no son las cosas lo que son, entonces yo pienso que en ese momento, como tampoco somos cada uno lo que somos, el tema este de la caída en lo sinfín, a mí me parece que si realmente lo descubrimos y nos paramos ahí, yo creo que nos caemos nosotros de verdad.


AGC -Pues no, porque para eso haría falta que la gravitación de  nuestra caía fuera la Gravitación Universal entendida de una manera “realista”, y no hay porqué.   Con esto hemos denunciado también las imaginerías científicas, y por tanto vamos sin duda a la perdición.  Vamos a la perdición, pero como ya hemos dicho muchas veces, “alegremente”. Vamos a la perdición alegremente, porque primero no habría de verdad nada que perder que valiera mucho la pena, y además porque nuestra alegría no es mas que el descubrir que era mentira, por ejemplo el Futuro: no hay, es otro Ideal.  Sigo preguntando qué pasa en esos casos, cuando a lo que se dice “no” es a “todo”, a “uno”, a “futuro”, al Ideal en general, que no lo hay.


-Inmediatamente como que se preguntan qué va a sustituir a ese Ideal, qué es lo que va a llegar cuando se destrone eso.


AGC -Si.  Lo más inmediato desde luego es decir que una vez que la Realidad de las cosas, la nuestra de cada uno, está necesariamente sustentada por Ideales varios, si te los cargas es como si hubieras vuelto a una Realidad desnuda de Ideales.


-Dificil de concebir.


AGC -No “difícil”, no: “inestable”; porque los Ideales estaban para estabilizarla, para sostenerla.  La primera caída es venir a dar en “las cosas no sostenidas por nada”, entre ellas cada uno de nosotros.  Eso vuelve a dar por otro camino en “la perdición”: en la perdición de la Realidad en lo sinfín. Es importante ver los dos caminos, que en cierto modo son hasta contrarios; recuerda un poco lo que en los fragmentos de Heráclito se dice del “camino arriba, camino abajo, uno y el mismo”, pero que evidentemente funciona de las dos maneras.


-Es que pienso que no se puede pretender una Realidad que no esté hecha de contradicción.


AGC -La realidad es contradictoria.


-Precisamente la contradicción de decir que ahí, al mismo tiempo que dices “yo no soy el que soy”, puedes decir también “yo soy el que soy”, “las cosas son lo que son”. Y no son lo que son.  Entonces lo que cabe es nada más la contradicción esa, y ahí ir descubriendo


AGC -No, ahí te engañas bastante: “yo soy el que soy” lo dices creyendo en el Ideal, y por tanto sosteniendo la Realidad.   Si dices “yo no soy el que soy”, te estás cargando a ti mismo, te estás cargando tu propia Realidad, no puedes () . Lo uno es realista, es Realidad, “soy el que soy”, que sirve a un Ideal, y lo otro no es de la Realidad, lo otro es una negación dirigida a la Realidad y a los Ideales que la sustentan, no se pueden dar como en el mismo plano.   La Realidad es efectivamente contradictoria, gracias a que la lengua, que está fuera de la Realidad, lo es .  Sobre eso tenemos que pasar un poco ahora si nos queda tiempo, y sino seguiré el día que viene.  En suma, como ya sabéis, como ya habéis descubierto conmigo, espero, de la Realidad de las cosas no se puede decir verdad, no hay ninguna compatibilidad entre lo uno y lo otro.  Cualquier cosa de las cosas que se diga, puede ser un compromiso útil, un convenio para ir tirando, una mentira después de todo, pero decir verdad de las cosas, es que no tiene ni sentido, después de lo que hasta aquí hemos explorado, ya que la Realidad está justamente costituída por el engaño y la contradicción, que se da por ejemplo cuando vemos el Imperio de los Ideales sosteniendo las cosas, y luego la pretensión de que las cosas sean hasta “materiales”, o “sentimentales”, o lo que sea, y se hace como si lo uno fuera compatible con lo otro.   Que al sentido común le dice que no puede ser: no cabe el menor compromiso, la menor posibilidad, de decir verdad de las cosas.


-Perdón, pero decir verdad de las cosas es descubrir su mentira.


AGC -Si, es lo único que no está, es la única verdad, que desde luego no entra dentro de lo que de ordinario se considera “verdad”: descubrir la mentira de las cosas, descubrir la mentira de uno mismo como un caso cualquiera entre las cosas, es lo único a lo que puede llamarse “verdad”, pero una verdad puramente negativa: “descubrimiento”.  Nada que pueda volver a dar en algo positivo, en el establecimiento de una especie de nuevo Ideal negativo. 
Sobre estos descubrimientos y contradicciones que aquí tratamos de tratar en lengua corriente, aunque idiomática  (no hay otra aparición de la lengua mas que como idiomas, como lenguas de Babel) pero corriente, la que se usa para andar por la calle y por casa, no empleando jerga.  Pues esos descubrimientos y contradicciones son los que tradicionalmente se han convertido en esas formas de la mentira “elevada”: “elevada” tanto en el sentido del Poder, del Estado, como en el sentido de la costrucción de una Ciencia o de una Teología.  Es decir, formas de mentira desarrolladas precisamente a partir de ahí.  Es por tanto importante descubrir que no se puede decir verdad, y por si hace falta distinguir, ni “en la narración” ni “en la realización”.  Porque justamente sobre el supuesto de que sí se puede es sobre lo que están levantadas todas estas formas elevadas del engaño (del Estado).  Lo uno va con lo otro, pero conviene distinguir, porque hay dos formas de acción: una sobre los hechos: sobre los hechos no cabe decir verdad, esto es lo primero.  Es decir, que cualquier Historia, o Prehistoria, o Imaginería Prehistórica queda denunciada con esto, y sobre todo queda denunciada la forma de Historia que más inmediatamente nos toca cada día, que es la Información, televisiva o por los Medios.  De los hechos no se puede decir verdad. Conviene descubrir y sentir que cualquier información acerca de la Realidad, de los hechos, es mentirosa, y no puede ser otra cosa que mentirosa.   No cabe la menor verdad en ninguna de esas formas de Información.


-Hay quien sostiene que lo que dicen es más o menos “una versión”.  Sino la verdad, que consideran que no existe, pero sí que humildemente dan una versión lo más honesta de las cosas.


AGC -Si, esa modestia o humildad aparece de vez en cuando; incluso se puede llegar a decir “cada uno tiene su mundo”, “cada uno tiene su opinión”.  Con lo cuál por supuesto no remediamos nada con respecto a la mentira fundamental.  El derecho a la opinión privada es una de las trampas que el Poder emplea de una manera más furibunda para sostener justamente....


-En todos los Medios de comunicación todo el mundo dice “mi opinión, mi opinión, mi opinión”.


AGC -Lo uno va con lo otro


-Aunque las palabras son falsas, puede decirse verdad con palabras falsas. A mi se me presenta eso como el juego de las cartas:.las cartas son falsas, las cartas están marcadas, pero el juego es verdadero.


AGC -“Dios escribe con pauta torcida”.  A ver en qué casos estás pensando, venga, saca algún caso.


-Cualquier juego que esté seriamente hecho es verdad.  Entonces, vamos a ver, tú mismo dices “no se puede decir verdad”.  Efectivamente, porque desde lo que tú dices, que la Realidad está hecha del vocabulario semántico, y es decir, cada palabra tiene que ser necesariamente falsa, porque responde a un consenso...


AGC -Perdona, una pequeña interrupción: las palabras no son falsas. Lo de” falso” y “verdadero”, por si a alguno más se os olvida, se refiere a predicaciones.  En este momento, a “narración” es a lo que me estaba refiriendo.


-Las cartas son falsas, pero lo que sucede en el juego es verdad.


AGC -No, no, di un caso en que con palabras falsas se diga verdad.


-Puedo decir ahora mismo “casa”, “niño”, “lampara”...


AGC -No, no, no, las palabras no son verdaderas ni falsas, son las predicaciones.  Di algo.


-Cualquier cosa.  Cuando Don Antonio Machado decía lo de “unas pocas palabras verdaderas” se está refiriendo a esto: no a que las palabras sean falsas, mentirosas, pero es que es el modo de hablar.  Pero el hablar mismo, cuando es desmandado y no está apoyado en palabras aisladas, “casa”, “niño”, “caballo”, estás poniendo aquí unos ejemplos de andar por casa.  Yo te digo que con el juego de esas cartas falsas se hace juego de verdad.


AGC -Por supuesto, te estás refiriendo a lo que en esta tertulia tratamos de hacer. ¿Pero es que estamos pretendiendo aquí descubrir una verdad positiva?: no.  Estamos aquí, como en las palabras verdaderas, “y la onda humilde a nuestros labios vino de unas pocas palabras verdaderas” de Machado, es puramente negativo: “descubrimiento”, y eso es muy importante, porque la noción de “verdad” suele ser positiva: “ decir verdad”.  De manera que es muy importante desengañarse de eso.  De manera que, por si queda duda, no confundamos “descubridoras” con “verdaderas”, no confundamos nunca “descubrimiento” con “verdad”.  Porque “verdad” tiene un uso por todas partes, por doquiera, desde lo más bajo hasta lo más alto del Poder, que es positivo: se piensa efectivamente que “de la Realidad”, “de las cosas”, “de las personas”, se puede decir algo verdadero.


-Pero tú has mezclado la palabra “caballo” con la palabra “Gobierno”.  Y yo te digo que hay una cuestión de grados en la Realidad: no tiene el mismo grado de falsedad un Gobierno que un caballo.  Aunque el caballo sea de raza de los Domeq.


AGC -Si, si, hay grados, pero en eso, si me permites, no vamos a entrar ahora, en la gradación.  Porque nos toca contraponer esto a lo otro.  De la Realidad no se puede decir nada verdadero, y eso entonces trae consigo que no quepa mas que el descubrimiento de la mentira costitutiva de la Realidad.  Y esto es una operación de la lengua misma.  Como se va haciendo tarde, voy a intentar cerrar un poco con esto, para seguir otro día.
La lengua  de por sí no existe, porque no aparece mas que como idiomas, de la misma manera que la Realidad solo aparece como “realidades” correspondientes a los idiomas de cada tribu.  La lengua, como hemos recordado varias veces, tiene ella misma esta condición contradictoria de que está dentro de la Realidad, puesto que está, a través del vocabulario semántico de cada idioma,( no por sus mecanismos gramaticales), está por medio de ese vocabulario idiomático costruyendo las cosas, haciendo las cosas, que sin ella no podrían costituírse, de manera que está en ese sentido “dentro” de la Realidad.  Aparte del caso trivial de que uno pueda hablar de la lengua como lo estoy haciendo ahora, y ya se sabe que en el momento en que se habla de ella, ya no es ella, sino que es algo de lo que se habla, es una cosa, etc. Por otro lado está fuera, puesto que habla de la Realidad, habla de las cosas, y no puede ser que lo que habla de algo “pertenezca a” o “esté dentro de” ese algo de lo que habla.  Una cosa es aquello de lo que se habla, y otra cosa es lo que habla de ello, y eso no se lo puede uno saltar por nada.  De manera que es contradictorio.  Esto es la lengua, esto es la lógica, la lógica que no distinguimos de la lengua común o general, esta condición contradictoria.  Y esta es la que por tanto, en una guerra como esta que nos traemos, es la que tiene que movernos, darnos armas, guiarnos......todo lo que queráis.  Esa contradicción.      .
Si nos hacemos una idea de lo que es “lengua”, y de lo que son los significados de las palabras de una lengua, y de lo que son los mecanismos gramaticales, ya la lengua no está haciendo en nosotros nada.  Sino, si.
Pues de lo que quería tratar (y será ya otro día), es de recordar cómo esto que se da en la lengua corriente, en la que aquí hablamos o tratamos de dejarnos hablar, esto aparece enrevesado y confundido justamente por el desarrollo de las lógicas, de las matemáticas al servicio de la Realidad y tal.  La escritura no es la lengua, la Cultura no es la lengua; por el contrario: la lengua ésta corriente está contra la escritura, porque la escritura es la defunción de la lengua.  Está contra la Cultura, porque descubre los manejos de la Cultura, la lengua.  De manera que esto es a lo que vamos a tener que prestar alguna atención, porque los problemas como los que hoy hemos estado planteando, se trasladan con frecuencia a jergas especiales, “lógica” por ejemplo, para intentar resolverlos de alguna manera.


Recordáis el caso ilustre del sofisma del mentiroso, “estoy mintiendo”, o, mucho mejor, “lo que está escrito en esta pizarra es mentira” .  Y es lo que el desarrollo de lógicas al servicio de la Ciencia trata de superar: superar esa contradicción, lo cual es efectivamente intentar superar la lengua.  La lengua puede volverse sobre ello, y de eso confío en que dentro de unos días podré daros ejemplos.  La lengua se vuelve contra esas creaciones, esas utilizaciones de los problemas que aquí hemos sacado.  Por eso tenemos que volver a insistir.


El descubrimiento elemental es el de “volverse” sobre las primeras letras de nuestra enseñanza, es decir, volver a intentar hacer una Gramática que sea puro descubrimiento de la lengua, a través de la Cultura y de la Escritura y de la Educación, al revés, volviendo hacia atrás, volviendo al descubrimiento de la lengua corriente, de la lengua común, que es la que está detrás de todo esto.
Estoy incluso estos días, movido por esto, tratando de hacer una especie de cartilla de primeras letras, pero al revés: un descubrimiento de los mecanismos sutiles, complicados, de la Gramática de cualquier lengua que hablamos, de la que en verdad no sabemos nada, porque como hablantes conocemos el vocabulario y poco más.  Pero los mecanismos de la lengua, no: los manejamos así de bien porque no nos damos cuenta, no sabemos.
Conviene descubrir, aunque sea de una forma muy elemental, estos mecanismos sutiles, complicados, de la Gramática de una lengua cualquiera, para contraponerlos al desarrollo de lógicas sumisas, porque ninguna lógica puede llegar a tanta habilidad, sutileza y complicación, como la Gramática de un idioma cualquiera.  La parte no cosciente de un idioma cualquiera, como me salía decir hace unos días, es “una máquina blanda”, es decir, que todas las máquinas se parecen a ella.  Todas las máquinas que hemos inventado, todas, son desarrollos de la lengua, no hay ningún tipo de máquina que no sea un desarrollo del invento mismo de la lengua, pero todas las máquinas están condenadas a ser duras.  Y la Gramática de una lengua en cambio pretende mantener esta contradicción: una cierta flexibilidad, holgura, no del todo definición, pero que al mismo tiempo sea capaz de una cierta precisión en las operaciones diversas que esa Gramática realiza.
Esto es muy apasionante, y además promete ser largo, así que si el Señor nos deja vivos, dentro de siete días volveremos con ello.